30 de julio de 2016

Las tormentas más inmensas del Sistema Solar


Dejan en ridículo a los huracanes, ciclones y tifones de la Tierra. Se forman en planetas gigantes y sus vientos pueden llegar a ser supersónicos. Las más intensas se originan en el Sol y podrían acabar de golpe con los sistemas eléctricos

Las más pequeñas: los huracanes

Imagen de satélite del temido huracán Patricia, de categoría 5 y formado en 2015- Jeff Schmaltz/NASA

El Sistema Solar es un lugar extraordinario. Está habitado por planetas que llevan los nombres de poderosos dioses, como Júpiter, Saturno o Neptuno, y la naturaleza parece empeñada en hacer justicia a nombres tan rimbombantes. Cuando no están sacudidos por extraordinarios fenómenos meteorológicos, los planetas experimentan fuerzas asombrosas y curiosas que nos recuerdan lo afortunados que somos por vivir en la Tierra.

Ni siquiera el mismo Sol, del que dependen todos los planetas, está tranquilo. En el pasado era una fuente furiosa de radiación y fuego capaz de arrasar planetas enteros, y aún hoy en día estalla con cierta frecuencia y libera al espacio energías descomunales.


Por eso, el Sistema Solar es un lugar donde es frecuente que haya poderosas tormentas. Desde la pequeña Tierra, con sus favorables condiciones, a gigantes gaseosos, todos aquellos planetas en los que hay atmósferaexperimentan la formación de vórtices, depresiones en las que los vientos se aceleran y los gases se sacuden. Y eso sin contar con la furiosa estrella que los alumbra; un Sol que a veces estalla en súpertormentas de plasma y radiación.


Vapor y viento frío

La Tierra, normalmente considerada como un edén para la vida en el que las temperaturas son suaves y las condiciones estables, está a salvo de la furia de los «dioses».

El 23 de octubre de 2015, el océano Pacífico fue testigo de ello. Unacombinación explosiva de agua oceánica caliente y vientos capaces de elevar el vapor hasta cotas superiores, se convirtieron en aquella fecha en el combustible para un monstruo: el huracán Patricia.

El poderosísimo huracán Patricia perdió fuerza al llegar a tierra- NASA

Pronto alcanzó la máxima categoría en la escala Saffir-Simpson, la 5, en la que se incluyen a los huracanes «catastróficos» capaces de derribar árboles y postes de luz, llevarse los tejados y tirar muros y dejar zonas enteras inhabitables durante semanas o meses. Las tormentas entran en esta categoría cuando sus vientos superan los 250 kilómetros por hora, pero Patricia llegó a los 325.

Además, según la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) se convirtió en el huracán más intenso nunca registrado en el Pacífico Norte oriental y en las cuencas del Atlántico Norte. Con todo, la longitud máxima de la tormenta osciló entre los 2.000 y los 3.000 kilómetros.

Si bien es cierto que el registro de grandes huracanes, tifones y ciclones es muy incompleto y que no se remonta a muchos años atrás, Patricia parece ser una de las mayores tormentas que se han podido ver por el planeta al menos en la era actual.

Comparativa de los tamaños de los planetas del Sistema Solar. De izquierda a derecha: Júpiter, Urano, Saturno, Tierra, Marte, Mercurio, Venus y Neptuno- Planetary Lunar Institute

Pero, ¿es Patricia la mayor tormenta que ha sufrido el Sistema Solar? La respuesta puede empezar a intuirse si se echa un vistazo al tamaño de los demás planetas que pueblan el vecindario de la Tierra.


Neptuno: la oscura tormenta

Comparativa entre el Gran Punto Oscuro de Neptuno y la Tierra- NASA

Puede que el huracán Patricia fuera inmenso y que amenazara con ser catastrófico en la Tierra, con sus 2.000 o 3.000 kilómetros de longitud, pero en la escala del Sistema Solar no resulta impresionante en absoluto.

Tan solo hay que ir al más pequeño de los planetas gaseosos, Neptuno, para encontrarse una tormenta que lo supera con creces. Se trata del Gran Punto Oscuro, una depresión cuya longitud osciló entre los 6.600 y los 13.000 kilómetros y que, grosso modo, tuvo un tamaño comparable al de la Tierra entera, según la NASA.


El Gran Punto Oscuro, fotografiado por la Voyager 2 en 1989- NASA/JPL



Fue descubierta en 1989 gracias a la Voyager 2, y desde el principio se consideró que estaba acompañada por el «Scooter», una formación brillante en la base de la parte oscura.

Solo cinco años después, el Hubble no pudo encontrarla y se consideró que se había desvanecido. Pero en su lugar, se encontró otro punto oscuro en el hemisferio Norte de Neptuno,al que, con el tiempo, se incorporaron nuevos puntos oscuros.

Pero, ¿qué son estas tormentas en Neptuno? Según se cree, las tormentas oscuras son como agujeros en las partes bajas de la atmósfera y que tienen capacidad para permanecer estables durante meses, formando estructuras de tipo vórtice. Parecen estar asociadas a nubes más claras, compuestas de metano y formadas en capas más altas, que a su vez parecen adquirir forma cuando el gas asciende y se congela en las capas más altas, formando cristales.

Aunque son estables, los vórtices oscuros parecen disiparse cuando se acercan al ecuador y a través de mecanismos aún desconocidos. El último de ellos fue descubierto en mayo de este año, y por primera vez desde el año 2000. Gracias al telescopio Hubble, la NASA confirmó el hallazgo de un nuevo vértice oscuro en el hemisferio sur de Neptuno.


Vientos supersónicos

Gracias a estas grandes tormentas, Neptuno es el lugar donde se han medido, de forma indirecta, los vientos más rápidos del Sistema Solar. En teoría, alcanzan velocidades de hasta 2.000 kilómetros por hora, muy lejos de los 350 del huracán Patricia.



El rugido de Júpiter

Imagen de la Gran Mancha Roja tomada por la Voyager 1 en 1979- NASA/JPL

Si el sonido de las tormentas en la Tierra puede ser aterrador, ¿cómo será enJúpiter donde la gravedad es 2,5 veces superior a la terrestre y donde los vientos pueden llegar a los 640 kilómetros por hora?

En el interior de la Gran Mancha Roja, que recientemente fue noticia cuando se descubrió su papel como fuente de calor de la atmósfera del planeta, seguramente sea ensordecedor.

Se trata de una gran tormenta que mide entre 3 y 3,5 veces más que el diámetro de la Tierra. Por lo que sabemos, podría ser «eterna», porque ha estado ahí desde hace al menos 150 años, aunque ya en el siglo XVII los astrónomos a hablaban de un punto rojo en Júpiter.

Está formada por una masa giratoria de nubes que están más altas que el gas de los alrededores. Pero, por algún motivo, en las últimas décadas ha comenzado a encoger.


Proyección cilíndrica de la atmósfera de Júpiter, con la Gran Mancha Roja a la derecha- ASA, ESA, A. Simon (GSFC), M. Wong (UC Berkeley), and G. Orton (JPL-Caltech)

En algunos momentos su forma ovalada ha pasado a ser más circular, y a veces aparecen filamentos de gas en el interior del vórtice. El origen de su color parece estar en la presencia de compuestos de azufre o fósforo, y parece formarse a causa de la condensación de amoniaco en las capas más bajas de la atmósfera.



El hexágono del caos en Saturno

Tormenta blanca formada en Saturno, en 2010- NASA/JPL

Incluso la Gran Mancha Roja del gigantesco Júpiter palidece ante una tormenta que amenazó con atravesar de lado a lado a Saturno. Ocurrió en diciembre de 2010 y duró hasta agosto de 2011. Se formaron claras y brillantes nubes a partir de un enorme vórtice y seis meses después se observó una intensa liberación de energía y de gas de etileno.

Apenas tres semanas después de la erupción de la tormenta, ya medía cerca de 9.700 kilómetros de alto y casi 18.000 de largo.


La tormenta fue evolucionando y aumentando su longitud. En 2011 se desvaneció- NASA/JPL

En otras ocasiones, se han registrado tormentas similares pero de menor tamaño, caracterizadas por vientos muy rápidos, de hasta 550 kilómetros por hora y normalmente más cercanas al polo norte del planeta. Parecen ocurrir con una periodicidad de 20 o 30 años.

Imagen tomada por la nave Cassini en 2012 de la tormenta hexagonal- NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Aparte de estas, el polo Norte de Saturno está habitado por una gigantesca tormenta hexagonal, cuyo ojo del huracán mide, él solo, 2.000 kilómetros de ancho. Alrededor de él, se forman y circulan vórtices gigantescos que giran en sentido contrario al del vórtice principal.



Súpertormentas solares

Representación de una eyección de masa coronal y de una llamarada solar ocurridas el 31 de agosto de 2012- NASA Goddard Space Flight Center

Richard Carrington apenas tenía 33 años cuando contempló un evento que le cambió la vida. Era un astrónomo aficionado a dibujar las manchas solares que veía proyectadas en una pantalla que recogía la luz a través de un telescopio. Pero el 1 de septiembre de 1859, pudo ver cómo el Sol cambiaba.

Primero dos destellos luminosos aparecieron sobre un grupo de apelmazadas manchas solares. Los destellos crecieron rápidamente y adquirieron una forma curvada. Asombrado y con el pulso latiendo con fuerza, salió corriendo para buscar a algún testigo de aquel extraño espectáculo.

Justo antes del amanecer del día siguiente, los cielos de la Tierra despertaron con una sinfonía de colores rojos, verdes y morados. Las auroras boreales eran tan intensas que los periódicos podían leerse al amanecer como si fuera de día, tal como recoge la NASA. Este fenómeno, que suele darse cerca de los polos, por ser estas las regiones en las que el campo magnético es más fino, en esta ocasión llegó a latitudes tropicales, y pudo verse en Cuba, Bahamas o Jamaica.

Los telégrafos se estropeaban, y los operarios sufrían descargas. El papel se chamuscaba y, aunque se desconectara el suministro de electricidad, los aparatos podían seguir transmitiendo.

Esto, que la historia luego conoció como evento Carrington, fue la primera observación de una súpertormenta solar, una potentísima erupción que hoy en día pondría en apuros a una Tierra extremadamente dependiente de aparatos eléctricos.
Llamaradas

Aquel fenómeno fue causado por una Eyección de Masa Coronal (CME en inglés). Se trata de un fenómeno habitual en el Sol durante ciertos momentos de su vida, (durante los máximos de actividad solar, que se alcanzan cada 11 años) en los que su campo magnético se sacude y libera la tensión en ciertos puntos. Cuando eso ocurre, el plasma solar se libera de la superficie ysale despedido hacia el espacio, a unas velocidades que pueden ir desde los 20 kilómetros a los 3.200 por segundo.

Esta energía y esta materia pueden tardar en llegar a la Tierra normalmente unos cuatro días, pero durante el evento de Carrington apenas necesitaron unas 17,6 horas.





Normalmente, las CMEs ocurren a la vez que otro fenómeno, el de las llamaradas solares. Pero ambos tienen distintos efectos y naturaleza. Cuando el campo magnético libera en un punto la energía solar, se produce unintenso destello capaz de liberar cantidades abismales de energía, es lo que se conoce como llamarada solar. Estas llamaradas viajan a la velocidad de la luz y tardan ocho minutos en llegar a la Tierra. Son precisamente las que Carrington pudo ver en la pantalla situada bajo su telescopio.

Mientras que una llamarada puede afectar a las ondas de radio y a la pérdida de los sistemas de comunicación y navegación, las CMEs pueden crear auroras y provocar distorsiones magnéticas que pueden generar corrientes eléctricas y sobrecargas en redes de suministro o incluso destruir aparatos.

De momento, los científicos no pueden prevenir cuándo va a ocurrir una de estas súpertormentas, pero al menos pueden observarlas y avisar a las compañías eléctricas para que traten de evitar la sobrecarga de sus sistemas. Parece que hay que seguir atento al tiempo que hace ahí fuera.



Fuentes: ABC

29 de julio de 2016

Los astronautas que fueron a la Luna sufren más problemas cardiovasculares

Edgar Mitchell, integrante de la expedición del Apolo 14 izando una bandera estadounidense en la superficie lunar. EFE/NASA

La radiación a la que se vieron sometidos los astronautas que viajaron a la Luna en las décadas de 1960 y 1970 incrementó en ellos la incidencia de complicaciones cardiovasculares, según un estudio que publica hoy la revista Scientific Reports.

El 43 % de las muertes de astronautas que participaron en las misiones Apolo se deben acomplicaciones cardiovasculares, comparado con el 11 % entre quienes participaron en vuelos más cercanos a la Tierra, señalan investigadores de la Universidad Estatal de Florida (Estados Unidos).

Un grupo de control formado por 35 astronautas que no llegaron a participar en ninguna misión mostró, por su parte, una mortalidad del 9 % por esas causas.
Los científicos creen que esos efectos sobre la salud se deben a la radiación a la que se vieron sometidos quienes participaron en los vuelos a la Luna, más que a la ausencia de gravedad.
“Conocemos muy poco sobre los efectos de la radiación en el espacio profundo sobre la salud humana, particularmente sobre el sistema cardiovascular”, afirmó el principal autor del estudio, Michael Delp.

Misiones a la luna

El programa estadounidense Apolo consistió en once vuelos tripulados entre 1968 y 1972, incluido el viaje que llevó a Neil Armstrong y Buzz Aldrin a pisar la superficie lunar por primera vez, el 20 de julio de 1969.

Tras ese éxito, Estados Unidos lanzó otras seis misiones tripuladas a la Luna, una de ellas la del Apolo 13, abortada durante el viaje de ida por problemas técnicos.

Hasta la fecha, los astronautas que participaron en aquellos vuelos son los únicos seres humanos que han estado más allá de la magnetosfera terrestre, el paraguas magnético que protege el planeta de las partículas de alta energía que llegan desde el espacio.

De los 24 hombres que participaron en esas misiones, ocho han muerto y se han tenido en cuenta los datos de 23 de ellos para el estudio de la Universidad Estatal de Florida.

Delp y su equipo expusieron a ratones a falta de gravedad simulada y al tipo de radiación a la que estuvieron sometidos los astronautas para tratar de determinar la causa de las muertes por problemas cardíacos.
Tras seis meses de experimento, el equivalente a 20 años para los humanos, los ratones sometidos a radiación mostraban cambios en el revestimiento celular de sus vasos sanguíneos similares a los que provocan un estrechamiento de las arterias y fallos cardíacos en los humanos.
La ingravidez simulada, en cambio, no contribuyó a aumentar esos efectos en la salud de los ratones.

“Estos datos sugieren que los viajes de seres humanos al espacio profundo podrían ser más peligrosos para la salud cardiovascular de lo que hasta ahora se estimaba”, afirmó Delp.

Diversas agencias espaciales y organizaciones privadas han anunciado futuros planes para enviar vuelos tripulados más allá de la magnetosfera terrestre.

La estadounidense NASA prevé lanzar misiones orbitales alrededor de la Luna entre 2020 y 2030, en preparación para posteriores vuelos a Marte, mientras que Rusia, China y la Agencia Espacial Europea tienen sobre la mesa planes para misiones lunares, y la privada Space X se ha propuesto llevar humanos al planeta rojo de cara a 2026. 


Fuentes: EFEfuturo

AR Scorpii: un singular sistema binario de comportamiento salvaje

Esta ilustración muestra el extraño objeto AR Scorpii. En esta singular estrella doble, una estrella enana blanca, que gira sobre sí misma a una gran velocidad, impulsa electrones hasta casi la velocidad de la luz. M. Garlick/University of Warwick/ESO.

El sistema estelar AR Scorpii se compone de una enana blanca y de una compañera enana roja, y fue descubierto hace más de 40 años, pero su verdadera naturaleza no ha sido desvelada hasta que los astrónomos empezaron a observarlo en 2015.

“Nos dimos cuenta de que estábamos viendo algo extraordinario pocos minutos después de comenzar las observaciones”, asegura Tom Marsh, del Grupo de Astrofísica de la Universidad de Warwick (Reino Unido), quien ahora firma, junto a otros investigadores, un artículo en Nature.

En mayo de 2015, un equipo de astrónomos aficionados procedentes de Alemania, Bélgica y Reino Unido, se fijó en un sistema estelar que presentaba comportamientos diferentes a todo lo que habían visto hasta entonces.

La verdadera naturaleza

Gracias a una serie de observaciones de seguimiento dirigidas por la Universidad de Warwick y a la utilización de multitud de telescopios en tierra y en el espacio, se ha descubierto la verdadera naturaleza de este sistema que, previamente, había sido mal identificado.

Y es que AR Scorpii fue observado por primera vez a principios de la década de 1970 y las fluctuaciones regulares en el brillo, que se dan cada 3,6 horas, llevaron a clasificarlo incorrectamente como una solitaria estrella variable (es una cuyo brillo fluctúa vista desde la Tierra).
El sistema estelar AR Scorpii (AR Sco para abreviar) se encuentra en la constelación de Escorpio, a 380 años luz de la Tierra.
Se compone de una enana blanca de rápido giro, del tamaño de la Tierra, pero con 200.000 veces más masa, y de una compañera enana roja fría con un tercio de la masa del Sol, y ambas se orbitan mutuamente cada 3,6 horas en una danza cósmica tan regular como un reloj.

Este singular sistema estelar binario muestra un comportamiento salvaje: altamente magnética, y con una rápida rotación, la enana blanca de AR Sco acelera electrones hasta casi la velocidad de la luz.
En su camino a través del espacio, estas partículas de alta energía liberan radiación en forma de haz (parecido al de los faros) que azota la cara de la fría estrella enana roja, causando que el sistema entero brille y se atenúe dramáticamente cada 1,97 minutos.

Variedad de telescopios

Estos potentes pulsos incluyen radiación en frecuencias de radio, algo que nunca antes se había detectado en un sistema estelar con una enana blanca.

Las observaciones de esta investigación se llevaron a cabo con el VLT (Very Large Telescope) de ESO, ubicado en Cerro Paranal (Chile); los telescopios William Herschel e Isaac Newton del Grupo Isaac Newton de Telescopios, situados en la isla de La Palma, en Canarias; el conjunto Australia Telescope Compact Array, en el Observatorio de Paul Wild, en Narrabri (Australia); el Telescopio Espacial Hubble de NASA/ESA; y el satélite Swift de la NASA.


Fuentes: EFEfuturo

Los agujeros negros podrían tener una salida

Ilustración cedida por la NASA de un agujero negro supermasivo. EFE/NASA

Los agujeros negros podrían tener una salida, según un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto de Física Corpuscular (IFIC), centro mixto del CSIC y la Universitat de València, que concluye que la materia podría sobrevivir a su incursión en un agujero negro.

En un comunicado, desde la universidad explican que uno de los grandes problemas cuando se estudia un agujero negro es que las leyes de la física dejan de tener sentido en sus regiones más profundas, donde se concentran grandes cantidades de masa y energía, un lugar que recibe el nombre de “singularidad”.

Hasta ahora, la ciencia afirmaba que en este lugar, el espacio-tiempo se curva hasta el infinito, destruyendo toda la materia, pero el estudio publicado en la revista “Classical and Quantum Gravity” concluye que podría no ser así.

Los físicos que han llevado a cabo la investigación proponen analizar la singularidad de estos objetos como si se tratase de una imperfección en la estructura geométrica del espacio-tiempo, lo cual, explican, resuelve el problema del infinito en el centro del agujero negro.

“Los agujeros negros son un laboratorio teórico para probar nuevas ideas sobre la gravedad”, sostiene el investigador Ramón y Cajal de la Universitat de València en el IFIC Gonzalo Olmo, quien, junto a Diego Rubiera, de la Universidad de Lisboa, y Antonio Sánchez, doctorando en la UV, ha estudiado los agujeros negros.

Para ello, ha utilizado teorías que van más allá de la Relatividad General de Einstein, con un enfoque que aplica estructuras geométricas similares a las de un cristal o una lámina de grafeno, distintas a las usadas tradicionalmente.

Según Olmo, este tipo de geometrías se adapta mejor a lo que sucede en un agujero negro, donde “igual que los cristales tienen defectos e imperfecciones en su estructura microscópica, la zona central de un agujero negro se puede interpretar como una anomalía del espacio-tiempo”.
Al unir la gravedad con este tipo de figuras geométricas, los investigadores obtienen una descripción de los agujeros negros donde el punto central se convierte en una superficie esférica de área mínima, que interpretan como la existencia de un agujero de gusano dentro del propio agujero negro.

“Nuestra teoría resuelve de forma natural varios problemas en la interpretación de agujeros negros con carga eléctrica”, explica Olmo, que concreta que se resuelve el problema de la singularidad, puesto que existe una “puerta” en el centro del agujero negro, el agujero de gusano, “por la que espacio y tiempo pueden continuar”.

Así, un hipotético viajero que entrase en un agujero negro de este tipo sufriría un fortísimo estiramiento al acercarse al centro “que le daría un aspecto similar a un espagueti”, según los investigadores, y le permitiría entrar en el agujero de gusano, mientras que a la salida sería compactado de nuevo.

“Es improbable que el protagonista de ‘Interstellar’ pudiera sobrevivir a un viaje así”, explican desde la universidad, si bien, según el modelo propuesto por los investigadores del IFIC, la materia no terminaría perdida dentro de la singularidad del agujero negro, sino que sería expulsada a otra región del universo por el agujero de gusano de su centro.
Por otra parte, mientras que en la teoría de la gravedad de Einstein estas “puertas” solo aparecen en presencia de materia con propiedades inusuales, según el estudio se crean a partir de materia y energía ordinarias, como puede ser un campo eléctrico.

El interés en los agujeros de gusano para la física teórica va más allá de generar “túneles” en el espacio-tiempo para conectar dos lugares del Universo, puesto que también ayudarían a explicar el entrelazamiento cuántico o la naturaleza de las partículas elementales. 


Fuentes: EFEfuturo

¿Por qué no hay grandes cráteres en Ceres?

Impresión artística de Ceres. ESA/ATG medialab

La ausencia de cráteres de gran tamaño en la superficie del “planeta enano” Ceres podría estar relacionada con su evolución interna y con procesos geológicos ocurridos en él, según una investigación publicada en “Nature”.

El estudio, liderado por expertos del Instituto de Investigación del Suroeste, de Colorado (EE.UU.), podría arrojar luz sobre uno de los misterios que esconde Ceres, situado en el cinturón de asteroides entre Júpiter y Marte.
Estudios anteriores habían constatado la ausencia de cráteres de una dimensiones superiores a los 280 kilómetros.
Los modelos de colisión aplicados por los expertos para analizar la evolución de planetas desde su formación sugieren que Ceres debería haber tenido entre 10 y 15 cráteres de más de 400 kilómetros.
Simone Marchi y su grupo de investigadores en Colorado han utilizado los datos de la sonda de la NASA “Dawn” (Amanecer), que orbita Ceres desde marzo de 2015, para detallar la distribución de los cráteres en el planeta enano.
También aplicaron simulaciones de impactos para determinar la evolución de Ceres, partiendo de la base de que el planeta se ha mantenido en su posición actual en el cinturón de asteroides durante los últimos 4.550 millones de años.
Los modelos resultantes predijeron la presencia de hendiduras de entre 100 y 150 kilómetros de diámetro, pero las pruebas indicaron que la mayoría habían desaparecido de la superficie, lo que llevó a los expertos a concluir que un “importante número” de cráteres de gran tamaño fueron prácticamente borrados del paisaje por lentos procesos geológicos.
Los científicos atribuyen ese fenómeno a la peculiar composición y evolución interna de Ceres.
En este sentido, sostienen que los procesos volcánicos y topográficos podrían ser los responsables de la erosión de los bordes de los cráteres originales.
Asimismo, recuerdan que las bocas de estas depresiones también podrían haber sido desgastadas por la alta densidad espacial que presentan los cráteres de menores dimensiones.


Fuentes: EFEfuturo

La Gran Mancha Roja, una masiva fuente de calor en Júpiter por Carolina N. Coronel

Por: Carolina N. Coronel
        para Astronomía Argentina
                AstroCiencias Ecuador

Muy buenas mis queridos amigos estelares! Tenemos una noche muy fría en la Ciudad de Buenos Aires y qué mejor que contarles un nuevo descubrimiento de Júpiter, en cuanto a su calor extremo (del cual necesitaríamos un poquito esta noche).

Una nueva investigación de la NASA indica que la Gran Mancha Roja del gigante sería la misteriosa fuente de calor detrás de las temperaturas sorprendentemente altas de la atmósfera joviana.
En nuestro planeta, la luz del Sol llega a nuestra atmósfera a altas alturas, a 250 millas (402 kilómetros) de la superficie, donde orbita la Estación Espacial Internacional. Frente a este hecho, los científicos se preguntaron por qué las temperaturas de la atmósfera de Júpiter son más altas que las de la Tierra, estando a cinco veces nuestra distancia al Sol. La pregunta es, si la fuente de calor no es el Sol, entonces, ¿cuál es?

Los investigadores del Centro Universitario de Boston de Física Espacial, lograron resolver el misterio realizando un mapeo de las temperaturas por encima de las nubes del gigante, utilizando para esto observaciones desde la Tierra. Analizaron los datos del espectómetro SpeX del telescopio infrarrojo la NASA en Mauna Kea, un telescopio de 3 meses operado por la NASA en Hawaii. Observando la luz infrarroja no visible a cientos de millas por encima de Júpiter, los científicos encontraron que las temperaturas de latitudes y longitudes del hemisferio sur eran mayores que las del hemisferio norte. Justamente en el hemisferio sur se encuentra la Mancha Roja.

Este estudio fue publicado en un paper concluyendo que la gran tormenta en la Gran Mancha Roja (Great Red Spot) produce dos tipos de ondas de energía turbulenta que colisionan entre sí y golpean la alta atmósfera del planeta. Las ondas gravitacionales son muy similares al movimiento de una cuerda de una guitarra, mientras que las ondas acústicas o sonoras son compresiones del aire. Estas ondas se golpean a 500 millas (800 kilómetros) por sobre la Mancha Roja, el motivo de este golpe es la combinación de ambas que terminan chocándose como las olas chocan en la playa.

La Gran Mancha Roja ha encantado y desconcertado a todos desde su descubrimiento en el siglo XVI. Con sus enormes remolinos de tonos rojizos de 2 a 3 veces el ancho de nuestro planeta, es un huracán permanente que tiene vientos de hasta 400 millas por hora, lo que son 643 kilómetros por hora.
Con la llegada de JUNO, tendremos varias oportunidades de poder observar la Mancha Roja durante los 20 meses de la misión y podrá obtener datos de la atmósfera interna con su radiómetro de microondas, el cual sensa el calor proveniente del gigante. Esta capacidad permitirá a JUNO revelar la estructura interna de Júpiter y sus características planetarias como por ejemplo sus increíbles bandas de color.

Agradecemos a la NASA por la imagen que adjuntamos, que nos muestra el concepto artístico del mecanismo de calor de la Mancha Roja de Júpiter.

Para más información los invitamos a la página

25 de julio de 2016

El espacio la ultima frontera



Hace cincuenta años, el capitán Kirk y la tripulación de la nave estelar Enterprise comenzaron su viaje al espacio: la última frontera. Ahora que la última entrega de la saga Star Trek llega a los cines, es el telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA quien explora nuevas fronteras, observando lejanas galaxias en el cúmulo Abell S1063 dentro del programa Frontier Fields.

El espacio, la última frontera. Estos son los relatos del telescopio espacial Hubble, que continúa su misión de exploración de mundos desconocidos, hasta alcanzar lugares donde ningún otro telescopio ha podido llegar.

El último objetivo de la misión Hubble es el lejano cúmulo de galaxias Abell S1063, que podría albergar miles de millones de mundos desconocidos.

Esta vista del cúmulo, que aparece en el centro de la imagen, lo muestra tal y como era hace 4.000 millones de años. No obstante, Abell S1063 nos permite remontarnos aún más atrás, hasta alcanzar épocas a las que ningún otro telescopio ha podido llegar. La gran masa del cúmulo distorsiona y magnifica la luz de las galaxias situadas detrás, debido a un efecto denominado lente gravitacional. Así, Hubble puede ver galaxias que, de lo contrario, resultarían demasiado tenues para su observación, permitiéndonos buscar y estudiar la primera generación de galaxias en el Universo. Como diría un famoso vulcano: “¡Fascinante!”

Los primeros resultados de los datos sobre Abell S1063 prometen nuevos descubrimientos de envergadura. De hecho, ya se ha conseguido observar una galaxia tal y como era tan solo mil millones de años tras el Big Bang.

Los astrónomos también han identificado por detrás del cúmulo dieciséis galaxias cuya luz se ve distorsionada por él, haciendo que su imagen aparezca multiplicada en el firmamento. Esto ayudará a los astrónomos a mejorar sus modelos de distribución tanto de materia común como de materia oscura en el cúmulo de galaxias, dado que es la gravedad la que provoca estos efectos de distorsión. Estos modelos resultan clave para comprender la misteriosa naturaleza de la materia oscura.

Abell S1063 no es el único cúmulo en curvar la luz de las galaxias situadas por detrás, ni constituye la única lente cósmica gigante que se está estudiando gracias a Hubble. Dentro del programa Frontier Fields ya se han observado otros tres cúmulos y en los próximos años se observarán dos más, ofreciendo a los astrónomos información fundamental sobre su funcionamiento y qué se encuentra dentro y más allá de ellos[1].

Los datos recopilados en anteriores cúmulos de galaxias han sido estudiados por equipos de todo el mundo, permitiendo realizar importantes descubrimientos, como galaxias que existían apenas cientos de millones de años tras el Big Bang (heic1523) o la primera aparición predicha de una supernova con lente gravitacional (heic1525).

Esta colaboración internacional a gran escala habría llenado de orgullo a Gene Roddenberry, el padre de Star Trek. En el mundo de ficción creado por Roddenberry, una variopinta tripulación trabajaba codo a codo para explorar el Universo de forma pacífica. Este es un sueño que el programa Hubble ha conseguido hacer realidad en parte, ya que en él colaboran la Agencia Espacial Europea (ESA), con la participación de 22 Estados miembros, y la NASA, para manejar uno de los instrumentos científicos más sofisticados del mundo. Por no hablar de los innumerables equipos internacionales que cruzan todo tipo de fronteras para lograr sus objetivos científicos.


Fuentes: ESA

Bajo las nubes una nueva vision de la superficie de Venus

Ondas de gravedad en Venus

Gracias a las observaciones del satélite Venus Express de la ESA, los científicos han demostrado por primera vez cómo los patrones meteorológicos vistos en las gruesas capas de nubes de Venus están directamente relacionados con la topografía de la superficie que cubren. En lugar de impedirnos la observación, las nubes de Venus podrían ofrecernos información de lo que hay debajo.

Las altas temperaturas de Venus, debidas al extremo efecto invernadero que calienta su superficie hasta alcanzar los 450 grados Celsius, son bien conocidas. El clima en la superficie del planeta resulta opresivo: además del calor, recibe poca luz debido a la gruesa capa de nubes que rodea completamente el planeta. Los vientos superficiales son muy lentos, soplando a un metro por segundo, apenas la velocidad de un tranquilo paseo.

Sin embargo, lo que vemos al observar nuestro planeta gemelo desde las alturas es un enorme manto nuboso, liso y brillante, formado por una gruesa capa de 20 km de espesor. Al situarse entre 50 y 70 km por encima de la superficie del planeta, presenta unas temperaturas menores y similares a las temperaturas en la cima de las nubes terrestres, de unos -70 grados Celsius. La capa superior también sufre una meteorología más extrema, con vientos cientos de veces más rápidos que en la superficie del planeta (e incluso más rápidos que su velocidad de rotación, en un fenómeno denominado ‘superrotación’).

Aunque estas nubes suelen impedirnos ver la superficie venusiana, ya que solo podemos atravesarlas mediante radares o luz infrarroja, es probable que sean la clave para desvelar algunos de los secretos del planeta. Los científicos sospechan que los patrones meteorológicos producidos en la cima de las nubes son consecuencia de la topografía del terreno que se halla debajo. Aunque ya habían obtenido indicios de ello en el pasado, no habían sido capaces de desvelar completamente su funcionamiento... Hasta ahora.

Cima de las nubes de Venus




Gracias a las observaciones del satélite Venus Express de la ESA, los científicos han podido mejorar enormemente la precisión del mapa de Venus explorando tres aspectos del clima nuboso del planeta: la velocidad de circulación de los vientos, cuánta agua alojan las nubes y qué brillo presentan estas nubes en el espectro (y específicamente en luz ultravioleta).

“Los resultados muestran que estos aspectos —vientos, contenido acuático y composición de las nubes— se relacionan de algún modo con las propiedades de la propia superficie de Venus”,admite Jean-Loup Bertaux del laboratorio francés LATMOS (Laboratorio de atmósferas, medios y observaciones espaciales) y autor principal del nuevo estudio de Venus Express. “Hemos utilizado observaciones de la sonda recopiladas a lo largo de seis años, de 2006 a 2012, lo que nos ha permitido estudiar los patrones meteorológicos del planeta a largo plazo”.

Aunque Venus es un planeta muy seco en comparación con la Tierra, su atmósfera contiene ciertas cantidades de vapor de agua, especialmente por debajo de su capa de nubes. Bertaux y sus colegas estudiaron la cima de las nubes de Venus en la banda infrarroja del espectro, lo que les ha permitido captar la absorción de luz solar por el vapor de agua y detectar su nivel de presencia en cada punto de la cima de las nubes (70 km de altitud).

Detectaron un área concreta de nubes, cerca del ecuador venusiano, que albergaba más vapor de agua que sus alrededores. Esta región ‘húmeda’ se encontraba justo encima de una cadena de montañas de 4.500 metros de altitud denominada Aphrodite Terra. Este fenómeno parece deberse a que el aire rico en agua de la atmósfera más baja se ve empujado hasta ascender por encima de las montañas de Aphrodite Terra, lo que ha llevado a los científicos a bautizarlo como la ‘Fuente de Afrodita’.

Como explica Wojciech Markiewicz, del Instituto Max-Planck para la investigación del sistema solar en Göttingen, Alemania, y coautor del estudio: “Esta ‘fuente’ estaba confinada dentro de un remolino de nubes descendentes que atravesaban Venus de este a oeste. Nuestra primera pregunta fue: ¿por qué? ¿A qué se debía toda esa agua localizada en ese punto concreto?”

Al mismo tiempo, los científicos utilizaron Venus Express para observar las nubes con luz ultravioleta y registrar su velocidad. Así, descubrieron que las nubes que descendían de la ‘fuente’ reflejaban menos luz ultravioleta que las demás, y que los vientos por encima de la región montañosa de Aphrodite Terra eran un 18% más lentos que en las regiones colindantes.

Estos tres factores pueden explicarse por un único mecanismo provocado por la densa atmósfera de Venus, proponen Bertaux y sus colegas.

“Cuando los vientos atraviesan las pendientes montañosas de la superficie, generan las llamadas ondas de gravedad”, añade Bertaux. “A pesar de su nombre, no tienen nada que ver con las ondas gravitacionales, que son ondulaciones en el tejido espacio-temporal; las ondas de gravedad son un fenómeno atmosférico que puede verse a menudo en las áreas montañosas de la superficie terrestre.Por así decirlo, se forman cuando el aire se arremolina sobre una superficie irregular. Las ondas se propagan verticalmente hacia arriba, aumentando de tamaño hasta que rompen justo debajo de la cima de las nubes, como sucede con las olas en la costa”.

A medida que esas ondas rompen, empujan los veloces vientos que soplan a gran altitud, reduciendo su velocidad. Eso explicaría por qué los vientos por encima de la altiplanicie de Aphrodite Terra son más lentos que en otras regiones.

No obstante, estos vientos recuperan sus velocidades cuando descienden desde esta cordillera venusiana, con un movimiento que actúa como una bomba de aire. La circulación del viento provoca un movimiento ascendente en la atmósfera del planeta que empuja hacia arriba aire rico en agua y material oscuro en luz ultravioleta desde las capas inferiores de las nubes, llevándolo hasta su cima y creando tanto la ‘fuente’ observada como una amplia columna de vapor descendente.

Venus Express



“Sabemos desde hace años que la atmósfera de Venus alberga un misterioso fenómeno que absorbe la luz ultravioleta, pero aún no sabemos de qué puede tratarse”, confiesa Bertaux. “Este descubrimiento nos ayuda a comprenderlo un poco mejor y a entender su comportamiento: por ejemplo, ahora sabemos que se produce por debajo de la cima de las nubes y que el material oscuro en luz ultravioleta se ve empujado por la circulación del aire, atravesando en su ascenso la cima de las nubes de Venus”.

Los científicos ya sospechaban que se producían movimientos ascendentes en la atmósfera de Venus a lo largo de su ecuador, provocados por los mayores niveles de radiación solar. El descubrimiento que nos ocupa ahora revela que la cantidad de agua y material oscuro localizados en las nubes de Venus también aumenta en puntos concretos alrededor del ecuador del planeta. “Esto se debe a las montañas en la superficie de Venus, que provocan la formación de ondas ascendentes y la circulación de vientos que arrastran materiales desde niveles inferiores”, explica Markiewicz.

Además de ayudarnos a conocer mejor a Venus, descubrir que la topografía superficial puede afectar significativamente la circulación atmosférica tiene consecuencias para nuestra comprensión de la superrotación planetaria y del clima en general.

“Es evidente que este descubrimiento desafía nuestros actuales modelos de circulación generales”,admite Håkan Svedhem, científico de la ESA para Venus Express. “Mientras que nuestros modelos reconocen una relación entre la topografía y el clima, normalmente no producen patrones meteorológicos persistentes relacionados con figuras topográficas superficiales. Esta es la primera vez que vemos este vínculo claramente en Venus, y eso es un resultado de gran importancia”.

Venus Express estuvo operativa en Venus entre 2006 y 2014, cuando concluyó su misión y la nave comenzó su descenso a través de la atmósfera del planeta.

En el estudio realizado por Bertaux y sus colegas se han empleado varios años de observaciones captadas por la cámara VMC (Cámara de Monitorización de Venus), que explora las velocidades de los vientos y el brillo ultravioleta de las nubes, y por el espectrómetro SPICAV (Espectroscopio para la investigación de las características de la atmósfera de Venus), que estudia la cantidad de vapor de agua que contienen las nubes.

“Esta investigación no habría sido posible sin la monitorización continua y fiable del planeta por parte de Venus Express en varias bandas del espectro. Los datos utilizados en este estudio han sido recopilados a lo largo de muchos años”, añade Svedhem. “Un aspecto fundamental es que saber más sobre los patrones de circulación de Venus nos puede ayudar a identificar cada vez mejor el misterioso fenómeno que absorbe la luz ultravioleta en el planeta, lo que a su vez nos permitirá comprender aún más la atmósfera y el clima del planeta en general”.

Fuentes: ESA

Mars Express desvela un crater de impacto antiguo y sin nombre



Esta espectacular perspectiva, captada por la sonda Mars Express de la ESA, muestra un llamativo cráter de impacto situado en una región al sudoeste de Mare Serpentis (‘el mar de las serpientes’), una oscura planicie en el corazón de Noachis Terra (‘la tierra de Noé’).

Con más de 3.900 años de antigüedad, Noachis Terra es una de las regiones primigenias de Marte y, de hecho, da nombre a la era marciana más temprana: la Era Noeica. Noachis Terra es representativa de la superficie más primitiva del Planeta Rojo, caracterizada por la gran cantidad de cráteres preservados a lo largo de miles de millones de años, aunque alguno se haya ido degradando con el tiempo.

El cráter que puede verse en la esquina superior derecha de la imagen tiene unos 4 km de profundidad y 50 km de diámetro. En su centro encontramos una pequeña depresión: la fosa central. Estas fosas son comunes en los cráteres de los planetas rocosos del Sistema Solar, especialmente en Marte, y se cree que se forman cuando algún material helado se evapora y pasa a estado gaseoso de forma explosiva debido al calor generado en la colisión inicial que da lugar al cráter.

Los depósitos que conforman las paredes exteriores del cráter, que se elevan por encima de la superficie colindante, podrían haberse creado durante el impacto que dio origen al propio cráter: en el momento en que un objeto rocoso cayó en la superficie de Marte, es probable que compactara material no consolidado —granos minerales en polvo y otros depósitos denominados ‘regolito’— hasta formar una pequeña elevación que se ha conservado hasta nuestros días.

En el interior de las paredes encontramos canales y valles que se descienden entrecruzándose. Se cree que pudo esculpirlos el agua que, confinada bajo el suelo en forma de hielo, fue derritiéndose por la radiación solar que calentaba las paredes del cráter, provocando una serie de procesos de erosión fluvial y dibujando las finas líneas que discurren hacia el centro.

Esta imagen ha sido creada a partir de datos de los canales estéreo (que ofrecen esta perspectiva oblicua) y los canales de color y nadir (que proporcionan los colores) de la Cámara Estéreo de Alta Resolución de Mars Express. Los datos fueron recopilados el 29 de julio de 2015 en la órbita 14.680. Su resolución es de unos 14 m por píxel y la imagen está centrada a 37° este y 35° sur.

La imagen ofrece una vista en perspectiva de una serie que incluye una vista de nadir en color, un modelo digital de terreno codificado por colores y un anaglifo 3D.

Fuentes: ESA

Los acantilados del cometa



Esta impresionante vista del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, muestra partes de los dos lóbulos del cometa con una dramática sombra entre ambos en la región del ‘cuello’. Fue capturada por la cámara de navegación de Rosetta (NavCam) el 30 de junio de 2016, desde una distancia de 25,8 km y mide unos 2,3 km de largo.

Desde su llegada al cometa el 6 de agosto de 2014, Rosetta ha cartografiado de manera intensiva la superficie. El núcleo del cometa tiene una forma curiosa formada por dos lóbulos a los que se suele llamar la ‘cabeza’ y el ‘cuerpo’.

En la parte inferior derecha de la imagen está la región de Hathor, una parte fascinante de la cabeza del cometa, nombrada como la deidad egipcia del amor, la música y la belleza. En esta región, la cabeza desciende abruptamente al cuello y el cuerpo del cometa.

Esta imagen muestra una fracción del acantilado de 900 metros de altura que forma Hathor, con unas marcadas líneas que cruzan la región de izquierda a derecha. Perpendiculares a estas, hay unas rayas e incluso se pueden apreciar unas terrazas pequeñas.

Más allá del acantilado de Hathor, a la derecha, se intuye la región de Ma’at, llamada como la diosa egipcia de la verdad y la balanza.

En la esquina superior derecha, se puede observar una parte más suave del lóbulo mayor del cometa, o cuerpo, cubierta por polvo y rocas. El lóbulo más grande, proyecta su sombra sobre el cuello del cometa, que separa a los dos lóbulos y está escondido en esta imagen.

Puedes utilizar la herramienta de visualización del cometa para que te ayude a navegar por las diferentes regiones del cometa.

En la actualidad, Rosetta está realizando una órbita elíptica entorno al núcleo de 27 km x 9 km; este fin de semana, se moverá a una órbita menos excéntrica de 9 km x 10km, preparándose para la órbita del final de la misión. La misión continuará con la investigación en detalle del ambiente del cometa hasta elgran final, un descenso controlado de la nave a la superficie del cometa el 30 de septiembre.

Esta imagen ha sido publicada en el blog de Rosetta: CometWatch 30 June.

Fuentes: ESA

Los astronautas espeleologos vuelven a la luz

El equipo internacional formado por seis astronautas de China, Japón, Estados Unidos, España y Rusia ha regresado a la superficie de Cerdeña el 7 de julio, tras pasar seis noches bajo tierra simulando una misión de exploración en otro planeta.

Estalagmitas



Las cuevas sardas constituyen un entorno fascinante, con un aspecto realmente extraterrestre, lo que ha permitido a los diseñadores del programa recrear con la máxima fidelidad posible una misión real en el espacio. Desde los paseos subterráneos hasta las conferencias de planificación diarias, iguales a las que tienen lugar en la Estación Espacial Internacional, pasando por el reabastecimiento de alimentos y equipos y la realización de experimentos científicos, esta aventura subterránea ha puesto a prueba las capacidades de los seis ‘cavernautas’.

El programa de formación bajo tierra CAVES, o ‘Aventura Cooperativa para Valorar y Ejercitar el Comportamiento y las Habilidades’, de la ESA se centra en el enfoque multicultural aplicado a cuestiones de liderazgo, obediencia, trabajo en equipo y toma de decisiones. De esta forma, los astronautas pueden perfeccionar sus habilidades y detectar las áreas en que pueden mejorar.


Cavernautas 2016, día 5



Durante la expedición bajo tierra, cada astronauta asumió una serie de responsabilidades: el astronauta japonés Aki Hoshide compartió las labores de dirección y de gestión del campamento con Ricky Arnold, de la NASA, con quien intercambió los papeles a mitad de la misión. El taikonauta chino Ye Guangfu fue el ingeniero topográfico y de datos del equipo, mientras que el cosmonauta ruso Sergei Kosakov se encargó de los trabajos relacionados con la fotografía y el vídeo. El astronauta de la ESA Pedro Duque ha sido el científico de la expedición encargado de las ciencias medioambientales, la geología y la microbiología. Por último, la astronauta de la NASA Jessica Meir desempeñó el papel de bióloga.

Este equipo ha ido más allá que ningún otro programa CAVES anterior en su labor de exploración, cartografiando su progreso y tomando muestras del entorno y la vida que encontraba a su paso.

Los astronautas han probado nuevas técnicas para realizar modelos 3D precisos de los objetos y el entorno con cámaras fotográficas convencionales, una tecnología que podrían emplearse en el futuro para la exploración de otros planetas.






La directora de la misión, Loredana Bessone, pasó seis días bajo tierra con el equipo: “Además de preparar a los astronautas para las misiones espaciales, este entrenamiento nos enseña a ir más allá de la Estación Espacial a expediciones más autónomas en las que los astronautas tengan una mayor responsabilidad en la seguridad, planificación, y el mantenimiento del equipo.

“Han sido un equipo excepcional desde el comienzo y creo que están preparados para explorar las cuevas de nuestro Sistema Solar.”

Loredana termina diciendo: “No hubo fronteras en el equipo, y la variedad en cuanto a la organización, profesionalidad y nacionalidad de las culturas , ha nutrido al grupo con multitud de habilidades y perspectivas nuevas.”

En el blog de CAVES pueden consultarse vídeos de los astronautas y mucha más información.


Fuentes: ESA

3 de julio de 2016

Juno arribará a Júpiter




Juno es una misión espacial de la NASA perteneciente al programa espacial Nuevos Horizontes (New Horizons), cuyo objetivo general es realizar estudios sobre la composición química de Júpiter, su
campo gravitatorio y campo magnético.

La sonda se lanzó el 5 de Agosto del 2011 y se espera que arribe a Júpiter el 4 de Julio del 2016 a las 22 horas (hora de Ecuador). Momento desde el cual ingresará a una órbita elíptica casi polar, con un periodo de 14 días terrestres y se espera que complete 37 órbitas durante su misión la cual terminará el 2018.

Para llegar a Júpiter, Juno viajó una distancia de 9.46 Unidades Astronómicas desde la Tierra (1410 millones de kilómetros) y su viaje duró más de 5 años.

Fuentes: Oaq Epn

FOTOGRAFÍAS DEL ROVER CURIOSITY ( SOL 1381 MARTE)












FUENTE
Raw Images - Mars Science Laboratory - Mars Home

Mars Science Laboratory - Mars Home - NASA