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22 de marzo de 2022

Los pterosaurios ya volaban en el hemisferio sur en el amanecer de estos reptiles

Hace 200 millones de años tres Pachagnathus acosan a un Yelaphomte que se oculta en el tronco de una conífera. / Reconstrucción realizada por el paleoartista Jorge Blanco

Al noroeste de Argentina, un equipo de paleontólogos ha identificado los restos de dos nuevas especies de pterosaurios, las más antiguas halladas hasta el momento en el hemisferio sur. La investigación demuestra que, en sus orígenes, estos animales extintos estaban más distribuidos por el mundo de lo que se pensaba hasta ahora.

Hace más de 205 millones de años, los pterosaurios estaban también en los cielos del hemisferio sur, sobrevolando las cabezas de antiguos dinosaurios carnívoros y herbívoros gigantes, tortugas y pequeños antecesores de los mamíferos.

Estos nuevos hallazgos proporcionan evidencia de una distribución global más amplia y una diversidad mayor de pterosaurios casi desde el comienzo de su historia evolutiva

Ricardo Martínez, Universidad Nacional de San Juan
 
Un equipo de científicos argentinos acaba de extender las ramas del árbol genealógico de estos reptiles voladores al identificar en el país sudamericano los restos fósiles pertenecientes a dos nuevas especies: Yelaphomte praderioi y Pachagnathus benitoi. Los resultados se publican en la revista Papers in Palaeontology.

“Nuestro descubrimiento demuestra que en el Triásico, aún en el amanecer de estos animales, los pterosaurios vivían y ya estaban diversificados en el hemisferio sur”, explica a SINC el paleontólogo Ricardo Martínez, investigador de la Universidad Nacional de San Juan en Argentina y autor principal del trabajo.

Todavía se debate el momento de la aparición de estos parientes alados y lejanos de los dinosaurios. Hasta el momento, la hipótesis imperante indica que se habrían originado en el hemisferio norte. Los fósiles de pterosaurios más antiguos conocidos han sido hallados en los Alpes, en Groenlandia y en EE UU. La nueva investigación, aunque no la contradice, pone dudas al respecto.


 Pterosaurios (Reptiles voladores Prehistóricos)

“Estos nuevos hallazgos proporcionan evidencia de una distribución global más amplia y una diversidad significativamente mayor de pterosaurios casi desde el comienzo de su historia evolutiva”, indica Martínez.


El pterosaurio Pachagnathus benitoi medía aproximadamente 1 metro de largo. Su característica más llamativa era la de poseer al menos cinco pares de dientes muy largos. / Jorge Blanco

Emperadores del aire

Los pterosaurios (o “lagartos alados”, en griego) fueron los primeros vertebrados en desarrollar la capacidad de volar. Se adaptaron a los cielos mucho antes de la aparición de las aves. Fueron los reyes de los aires durante más de 160 millones de años.

Estos reptiles voladores vivieron desde finales del Triásico (hace más de 200 millones de años) hasta el final del Cretácico. Es decir, se extinguieron con gran parte de los dinosaurios hace unos 66 millones de años.

Eran animales increíblemente diversos: desde pequeñas especies insectívoras hasta los animales voladores más grandes que han existido, con formas de vida comparable a las de las cigüeñas modernas.

Eran animales increíblemente diversos: desde pequeñas especies insectívoras hasta los animales voladores más grandes que han existido, con formas de vida comparable a las de las cigüeñas modernas. Los individuos de especies como Quetzalcoatlus y Hatzegopteryx eran altos como jirafas.

Lejos de las representaciones erróneas en películas y libros como Viaje al centro de la Tierra (1864) de Julio Verne o El mundo perdido (1912) de Arthur Conan Doyle, los pterosaurios eran voladores rápidos y hábiles; no torpes como se pensaba hasta hace unas décadas. Algunos vivían en bandadas y lucían llamativas crestas en la cabeza.

Conquistaron todos los continentes y hábitats. Se han encontrado restos en todos los continentes, incluida la Antártida. Y están llenos de misterios: aún se desconoce cómo y por qué aprendieron a volar.

El primer fósil de pterosaurio identificado fue un esqueleto completo y exquisitamente conservado, hallado en algún momento entre 1767 y 1784 al norte de Baviera, hoy Alemania. El naturalista francés Georges Cuvier lo llamó en 1809 Pterodactylus, que significa dedo alado.


Yelaphomte praderioi era un pterosuario pequeño. Habría tenido una llamativa cresta. / Jorge Blanco.

Escasos fósiles encontrados

En las últimas décadas los paleontólogos están conociendo más sobre estos curiosos animales. Después del interés inicial que despertaron en la literatura fantástica, los pterosaurios fueron dejados de lado durante gran parte del siglo XX por científicos que prefirieron dedicar su tiempo a la búsqueda de animales prehistóricos más llamativos como dinosaurios de aspecto feroz y de tamaños extraordinarios.

Además, otro factor fue determinante para este “olvido”: el descubrimiento de material bien preservado de pterosaurios es algo inusual. A diferencia de los dinosaurios, estos reptiles voladores dejaron solo escasos y fragmentarios fósiles, en especial porque sus huesos eran delgados y huecos, por ende, frágiles.
 

A diferencia de los dinosaurios, estos reptiles voladores dejaron solo escasos y fragmentarios fósiles, en especial porque sus huesos eran delgados y huecos,


Y no solo eso. “Los pterosaurios tienen una característica importante que dificulta mucho el trabajo científico: tienen muy poco tejido óseo”, cuenta el paleontólogo Ignacio A. Cerda, del Instituto de Investigaciones en Paleobiología y Geología, Universidad Nacional de Río Negro.

Hasta la fecha se han identificado más de 100 especies de pterosaurios, una pequeña fracción en comparación con los dinosaurios conocidos.

Los fósiles de las dos nuevas especies identificadas fueron encontrados en campañas realizadas en 2012 y 2014 en la Formación Quebrada del Barro, ubicada en la provincia de San Juan (noroeste de Argentina). “El descubrimiento de nuevas especies aporta al conocimiento de la biodiversidad en la historia evolutiva en la Tierra”, explica la paleontóloga Cecilia Apaldetti.

Al estudiar los fragmentos fósiles, los investigadores también determinaron que estos pterosaurios habitaron y evolucionaron en ambientes terrestres en lugar de ambientes marinos donde se han encontrado otros especímenes.

“A escala mundial, la gran mayoría de hallazgos de fósiles de pterosaurios se realizaron en zonas que alguna vez fueron costas o grandes lagunas”, agrega esta investigadora del CONICET y del Museo de Ciencias Naturales de San Juan. “En cambio, estas especies vivieron en un hábitat continental donde imperaba un clima semiárido, con vegetación mayormente concentradas a la vera de ríos”. 

Nuevos miembros de la familia

Yelaphomte praderioi era un pterosaurio pequeño que no debe haber medido más de 25 cm de largo de la cabeza a la cola. Su cráneo medía 7 cm. Su nombre deriva del Allentiac –lengua nativa hablada por el pueblo Huarpe de la provincia de San Juan: “yelap” (bestia) y “homtec” (aire), es decir, “bestia del aire”–.

El nombre específico “praderioi” honra a Ángel Praderio, miembro del equipo que descubrió el nuevo ejemplar en una de las campañas financiadas por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Provincia de San Juan.

El nombre específico “benitoi” honra a Benito Leyes, habitante del pequeño pueblo de Balde de Leyes, que encontró los primeros fósiles



“Su característica más importante es la presencia de una cresta prominente en el premaxilar”, detalla Martínez. “Suponemos que a pesar de su pequeño tamaño era un adulto por el grado de osificación de las suturas de los huesos del rostro, aunque no se puede estar seguro”.

Pachagnathus benitoi, en cambio, era un pterosaurio más grande: tenía un cráneo de unos 35 a 40 cm y medía aproximadamente un metro de largo. Su característica más llamativa era la de poseer al menos cinco pares de dientes muy largos.

El nombre del género proviene del aimara, lengua nativa americana hablada por el pueblo aimara de los Andes: “Pacha” (tierra), en referencia al entorno interior en el que vivían las nuevas especies, y “gnathus” (mandíbulas) en latín. El nombre específico “benitoi” honra a Benito Leyes, habitante del pequeño pueblo de Balde de Leyes, que encontró los primeros fósiles en la localidad y guio a los paleontólogos al sitio.

“Su rostro debe haber sido muy estrecho y no sabemos con certeza si tuvo cresta, pero suponemos que sí”, agrega el paleontólogo argentino, conocido por el hallazgo de dinosaurios como Eoraptor, Eodromaeus, Panphagia, Sanjuansaurus y Adeopapposaurus, entre otros.

   
A diferencia de los fósiles de dinosaurios, los restos de los pterosaurios son muy escasos y fragmentarios. / Ricardo Martínez

Fenómeno global hace 200 millones de años

A mediados del Triásico, la gran masa terrestre conocida como Pangea comenzó a fracturarse. Con el tiempo, este supercontinente se dividió en Laurasia (América del Norte y Eurasia) en el norte y Gondwana (América del Sur, África, India, Antártida y Australia) en el sur. Un nuevo océano, llamado Tetis, se expandió entre ellos.
La presencia de los restos de estos pterosaurios en el registro fósil al sur de Gondwana evidencia lo rápido que se produjo la diversificación y la distribución de estos reptiles voladores



La presencia de los restos de estos pterosaurios en el registro fósil al sur de Gondwana, sostienen los científicos, evidencia lo rápido que se produjo la diversificación y la distribución de estos reptiles voladores, sin importa dónde se originaran.

“Demuestra que los pterosaurios fueron un fenómeno global desde sus inicios”, señala el paleontólogo Brian Andres de la Universidad de Sheffield en Inglaterra, quien asesoró en la investigación.

Hace entre unos 202 y 210 millones de años, Yelaphomte praderioi y Pachagnathus benitoi convivían con una variada fauna: dinosaurios carnívoros como Lucianovenator bonoi y herbívoros enormes como Ingentia prima, ambos descubiertos también por Martínez y Apaldetti.

Por la zona rondaban además cinodontes o pequeños antecesores de los mamíferos; tortugas (Waluchelys cavitesta); y esfenodontes herbívoros gigantes (Sphenotitan leyesi), antecesores de los cocodrilos.

“Somos solo dos paleontólogos en San Juan para estudiar semejante yacimiento”, dice Apaldetti, quien pasó de examinar fémures de metros de largo de dinosaurios herbívoros a analizar estos fósiles más frágiles, livianos y que caben en la palma de una mano.

La esperanza de hallar más restos en el campo, la pelea por conseguir financiación para realizar tomografías computadas en Inglaterra, las complicaciones que trajo la pandemia de la covid-19 y la aparición de otros fósiles hicieron que se alargaran los tiempos de publicación de esta investigación.

“Es un yacimiento único”, afirma esta paleontóloga argentina. “Seguirá dando sorpresa durante muchos años”.

Referencia:

Ricardo N. Martínez, et al. "The dawn of the flying reptiles: first Triassic record in the southern hemisphere" Papers in Palaeontology

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

15 de junio de 2021

Paleontología - Los peores enemigos de los mamíferos en tiempos de los dinosaurios

Los animales de los primeros linajes de mamíferos, como este gran Gobiconodon de Mongolia, arrinconaron a los ancestros de los mamíferos modernos en la época de los dinosaurios. (Imagen: Corbin Rainbolt).

Una nueva investigación sugiere que, en tiempos de los dinosaurios, los principales enemigos de los antepasados de los mamíferos actuales no eran los dinosaurios como se ha venido creyendo tradicionalmente.

El equipo que ha realizado el estudio, y que incluye a Elsa Panciroli, de la Universidad de Oxford, y Gemma Benevento, de la de Birmingham, ambas instituciones en el Reino Unido, ha llegado a la conclusión de que no fueron los dinosaurios, sino muy posiblemente otros mamíferos, los principales competidores de los ancestros de los mamíferos modernos antes y después de la extinción masiva de los dinosaurios.

La mayoría de las especies de mamíferos actuales tienen su origen en grupos que se expandieron de forma explosiva hace 66 millones de años, cuando una extinción masiva acabó con todos los dinosaurios no aviares. Tradicionalmente se pensaba que, antes de la extinción, los mamíferos vivían a la sombra de los dinosaurios. Se supone que la presencia de los dinosaurios les impedía ocupar los nichos que ya ocupaban esas bestias, lo que hizo que los mamíferos fueran relativamente pequeños y no estuvieran especializados en términos de dieta y estilo de vida. Por eso, se ha venido dando por hecho que los dinosaurios no aviares eran quienes les impedían prosperar. Y que solo prosperaron cuando la desaparición de los dinosaurios dejó vacantes esos nichos.

En el nuevo estudio se utilizaron métodos estadísticos para analizar el grado de limitación de los distintos grupos de mamíferos en su evolución antes y después de la extinción masiva que acabó con los dinosaurios y con otras formas de vida. Estos métodos estadísticos permitieron al equipo de Panciroli y Benevento identificar el punto en el que la evolución dejó de producir nuevos rasgos y comenzó a producir rasgos que ya habían evolucionado de manera independiente en otros linajes. Esto permitió a los investigadores identificar los "límites" evolutivos impuestos a los distintos grupos de mamíferos, mostrando dónde quedaban excluidos de los distintos nichos por la competencia con otros animales. Los resultados sugieren que no fueron los dinosaurios los que mantuvieron arrinconados durante aquella época a los ancestros de los mamíferos actuales, sino otros mamíferos, concretamente los parientes evolutivos más cercanos de los ancestros de los actuales mamíferos.

En el estudio se analizó la anatomía de todos los tipos de mamíferos que convivían con los dinosaurios, incluidos los ancestros de los grupos modernos. Midiendo la frecuencia con la que aparecían nuevos rasgos, como cambios en el tamaño y la forma de sus dientes y huesos, y el patrón y el momento de su aparición antes y después de la extinción masiva, los investigadores determinaron que los mamíferos de los que descienden los modernos estaban más limitados durante la época de los dinosaurios que sus parientes evolutivos cercanos. Esto significa que mientras, en su evolución, sus parientes exploraban tamaños corporales más grandes, dietas diferentes y formas de vida novedosas, como trepar y planear acciones futuras, los antepasados de los mamíferos modernos quedaban marginados, sin mayores perspectivas que las de seguir poseyendo cuerpos pequeños y tener hábitos generalistas.

El estudio se titula “Mammaliaform extinctions as a driver of the morphological radiation of Cenozoic mammals”. Y se ha publicado en la revista académica Current Biology. 

24 de julio de 2020

Una lluvia de meteoritos gigantes bombardeó la Tierra y la Luna hace 800 millones de años

La ilustración muestra el bombardeo de una lluvia de asteroides sobre el sistema Tierra-Luna - Murayama/Osaka Univ
Fue provocada por la rotura de un gran asteroide de cerca de 100 km de diámetro en millones de fragmentos de todos los tamaños
Un equipo de investigadores de la universidad japonesa de Osaka ha estudiado a fondo 59 cráteres lunares de más de 20 km de diámetro y ha llegado a una sorprendente conclusión: todos ellos se formaron después de que un gran asteroide de más de 100 km de diámetro se desintegrara hace unos 800 millones de años, «regando» con sus fragmentos tanto la Luna como la Tierra. Los resultados de este trabajo se acaban de publicar en Nature Communications.

El análisis de los científicos, basado en los datos de las cámaras de la sonda lunar Kaguya, de la agencia espacial japonesa JAXA, indica que por lo menos 4 ó 5 por 10 elevado a la 16 fragmentos del asteroide terminaron cayendo sobre nuestro planeta y su satélite natural. Un número enorme de rocas cuyos efectos combinados fueron entre 30 y 60 veces mayores que los del impacto de Chicxulub, que hace 65 millones de años, durante el Cretácico, provocó en la Tierra la extinción masiva de cerca del 70% de las especies vivas, entre ellas los dinosaurios.

Se cree que aquél asteroide tenía entre 10 y 15 km de diámetro, y la probabilidad de que una roca de esas dimensiones golpee la Tierra se ha estimado en una vez cada 100 millones de años. Algo, sin embargo, que resulta difícil de comprobar en nuestro planeta, donde la gran mayoría de los cráteres de más de 600 millones de años de antigüedad han sido borrados por la erosión, el vulcanismo y otros procesos geológicos. Por eso, para estimar cuántos impactos de grandes meteoritos ha habido en el pasado de la Tierra, los investigadores decidieron fijarse en la Luna, que casi no tiene erosión y donde los cráteres pueden perdurar durante tiempos enormes.

De este modo, los científicos estudiaron las edades de formación de 59 grandes cráteres lunares de más de 20 km de diámetro, y examinaron también el número, la distribución y la densidad de los cráteres secundarios más pequeños (entre 100 metros y un km), formados por la eyección de materiales de los 59 cráteres principales.

Uno de ellos fue Copérnico, un enorme cráter de 93 km de diámetro y que cuenta por lo menos con 860 cráteres secundarios. Examinando la densidad y la distribución de esos pequeños cráteres, los investigadores pudieron determinar su edad. Utilizando el mismo método, los científicos hallaron que 8 de los 59 cráteres analizados se formaron al mismo tiempo, algo que no se sabía y que tiene profundas implicaciones también para la Tierra.

El estudio demuestra que hace unos 800 millones de años, que es la edad de los 8 cráteres coetáneos, tanto la Luna como la Tierra fueron golpeadas por una auténtica «lluvia de meteoritos gigantes», causada por la rotura de un asteroide mucho mayor.

Según los investigadores resulta muy probable, dadas las características de las distintas familias de asteroides conocidas, que el cuerpo principal, de unos 100 km de diámetro, fuera un pariente del asteroide del tipo C Eulalia, «padre» de toda una pila de escombros cercanos a la Tierra y que sería muy capaz de provocar una lluvia de asteroides similar sobre nuestro planeta.

A partir de estas consideraciones, los investigadores concluyeron que la disrupción de un asteroide de 100 km hace unos 800 millones de años tuvo las siguientes consecuencias: algunos de los fragmentos resultantes cayeron sobre los planetas terrestres y el Sol; otros se quedaron formando «familias», como sucede con Eulalia; y los restantes pasaron a ser asteroides cercanos a la Tierra.

Fuentes: ABC

19 de enero de 2020

Confirmado: el impacto de un asteroide acabó con los dinosaurios

Solo el impacto de un asteroide hace 66 millones de años pudo provocar la extinción masiva de los dinosaurios. / Pixabay

La comunidad científica ha debatido una y otra vez desde hace décadas la causa de la extinción de los dinosaurios no solo por la colisión de un asteroide, sino también por la actividad volcánica. Un nuevo estudio pone fin a este debate y rechaza el vulcanismo como detonante de la extinción del 70 % de las especies a finales del Cretácico.

Hace 66 millones de años, un asteroide de 10 km de diámetro impactó en la península de Yucatán en México y acabó con la mayoría de las especies de nuestro planeta al emitir una gran cantidad de material fundido y gases a la atmósfera y provocando lluvia ácida, acidificación de las aguas superficiales de los océanos y un calentamiento repentino que duró años. A esto le siguió un invierno nuclear durante décadas.

La actividad volcánica y el calentamiento asociado se produjeron antes y después del impacto y no durante las extinciones
Sin embargo, los científicos no siempre han estado de acuerdo sobre el origen de esta extinción masiva. Una parte de la comunidad investigadora ha apoyado que la intensa actividad volcánica producida por el impacto en el área llamada traps de Decán en India también contribuyó a desaparición de la fauna. Los expertos discuten así si el vulcanismo se produjo a finales del Cretácico, coincidiendo con el evento de extinción conocido como K-Pg, o durante el Paleógeno inicial.   
“El hecho de que hubiera dos eventos de importancia planetaria que coinciden más o menos en el tiempo ha creado este debate sobre cuál de los dos mecanismos provocó las extinciones: si el vulcanismo pudo debilitar a los ecosistemas y el impacto de un meteorito dio la última puntilla o si fue únicamente el meteorito”, aclara Laia Alegret, coautora del estudio que publica ahora Science y paleontóloga en la Universidad de Zaragoza.

Tras décadas de controversia, el nuevo trabajo cierra el debate al demostrar que la actividad volcánica no desempeñó un papel directo en la desaparición masiva de los dinosaurios. Según el equipo liderado por la Universidad de Yale (EE UU), el único causante fue el asteroide.

“Los volcanes pueden provocar extinciones masivas porque liberan muchos gases, como el SO2 y el CO2, que pueden alterar el clima y acidificar el planeta”, explica Pincelli Hull, autor principal del trabajo y profesor de geología y geofísica en la universidad estadounidense. Sin embargo, la actividad volcánica y el calentamiento asociado se produjeron antes y después del impacto y no durante las extinciones.

La nueva investigación muestra que únicamente el impacto del asteroide coincidió con las desapariciones. Posteriormente, nuevas fases volcánicas ralentizaron la recuperación de los ecosistemas.

La investigadora de la Universidad de Zaragoza, Laia Alegret. / UNIZAR

Por qué no afectó el vulcanismo

“La actividad volcánica en el Cretácico causó un evento de calentamiento global gradual de unos 2 ºC, pero no una extinción masiva”, apunta Michael Henehan, antes en la Universidad de Yale. “Varias especies se movieron hacia los polos norte y sur, pero lo hicieron mucho antes del impacto del asteroide”, detalla el experto.

“Mucha gente ha especulado que los volcanes fueron importantes para el K-Pg, y estamos diciendo que no lo fueron”, recalca Hull
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron sondeos y afloramientos de todos los océanos y latitudes, combinaron registros climáticos, bióticos y del ciclo del carbono, obtenidos a partir de sedimentos y fósiles marinos como dientes de pez y conchas, y los compararon con diversos escenarios de erupciones volcánicas e impacto.

El resultado fue la creación de la reconstrucción más detallada de la temperatura global de aquel periodo. “Los modelos que mejor se ajustaron a nuestra curva de la temperatura son aquellos en los que la principal fase del vulcanismo se produjo a finales del Cretácico y que terminó 200.000 años antes de las extinciones y del impacto del asteroide”, añade Alegret.

Los investigadores demuestran de este modo que la mayor parte de la liberación de gas ocurrió mucho antes del impacto del asteroide, y que este fue el único impulsor de la extinción.

“Mucha gente ha especulado que los volcanes fueron importantes para el K-Pg, y estamos diciendo que no lo fueron”, recalca Hull. Además, los científicos rechazan la hipótesis de que se produjeran erupciones masivas en la región de Decán en India después de la extinción porque “no hay un evento de calentamiento que coincida”.

“La extinción de K-Pg alteró profundamente el ciclo global del carbono. Estos cambios pudieron permitir que el océano absorba una enorme cantidad de CO2 en escalas de tiempo prolongadas, tal vez ocultando los efectos del calentamiento del vulcanismo tras el evento”, concluye Donald Penman, coautor del trabajo e investigador postdoctoral en Yale.

Fuentes: Agencia Sinc

4 de diciembre de 2016

El cráter CHICXULUB


Núcleos del cráter Chicxulub relacionado con la desaparición de los Dinosaurios, validan la teoría de impacto.

Perforación en el famoso cráter de Chicxulub, profundamente enterrado en la costa de México, los investigadores encontraron granito deformado y poroso lo que abre nuevas vías de investigación.

Hace unos 65 millones de años, un asteroide golpeó la Tierra y desató el caos global. Tres cuartas partes de las especies vivas murieron, y un enorme cráter que ahora se llama Chicxulub-quedó atrás. Hoy en día, los investigadores revelaron detalles de cómo se formó ese cráter. Crédito: Don Davis / NASA.

Ubicación del cráter Chicxulub en la península de Yucatán, en el Sur del Golfo de México. (El mapa de base es un modelo digital del terreno de la región del Golfo de México y el Mar Caribe, adaptado de French y Schenk, 2004.

En todo el Sistema Solar, nuestros telescopios, naves espaciales y vehículos de exploración nos muestran cráteres de impacto de todos los tamaños. Estos cráteres tienen una gran cantidad de información acerca de cualquier planeta dado, u otro objeto rocoso, acerca de la composición, la edad y la evolución. En particular, el anillo central de picos empinados típicos de un cráter de impacto despierta el interés de los científicos, ya que guarda secretos de la formación del cráter. Pero los científicos tienen que convivir con el hecho de que ellos no llegan a investigar estas estructuras clave con sus propias manos.

Afortunadamente, sin embargo, la Tierra conserva un cráter de esas características, aunque enterrado debajo de 10-30 kilómetros de océano y sedimentos. 
Este año, los científicos del Programa Internacional Descubrimiento del Océano (IODP) finalmente consiguieron dar un vistazo a la únicaestructura anillo de pico conservada en la Tierra, que se encuentra en el centro de este cráter en el mar próximo a la costa de la península de Yucatán en México. 
El cráter de 180 kilómetros de diámetro, llamado Chicxulub, es un remanente del impacto infame de un asteroide o un cometa hace 65 millones de años que probablemente mató a la mayoría de los Dinosaurios, allanando el camino para la evolución de los Mamíferos.

Arriba: Imagen interferométrica de radar de alta resolución de la parte Norte de la Península de Yucatán, obtenida desde un satélite. La proyección superficial del borde del cráter, está marcada por una depresión topográfica semicircular que coincide con el anillo de cenotes en el terreno plano kárstico. La depresión topográfica está asociada a una compactación diferencial de las brecias de impacto dentro del crater en relación a la secuencia de carbonatos. Nótese la presencia de líneas de costa fósiles, reflejando cambios del nivel del mar en el pasado.Crédito: NASA, JPL – CalTech.

Mediante una perforación en el cráter y el estudio de muestras testigos, los investigadores han precisado ahora por fin, cómo se forman los cráteres de impacto y validado la teoría de que los anillos de pico están hechos de material profundo, de la corteza media revuelto por el impacto.”Debido a que la teoría se valida, podemos decir algunas cosas fundamentales sobre el proceso de formación de cráteres de impacto en la Tierra y otros planetas”, dijo Sean Gulick, geofísico de la Universidad de Texas en Austin y coautor de un nuevo artículo publicado en la revista Science .

Los cráteres con anillo de pico se desarrollan dentro del contorno de grandes cráteres complejos. La estructura de anillo se forma al colapsar el pico central y crear el el pico de anillo antes que termine todo el movimiento (Melosh, 1989). Crédito: Ottawa-RASC-ODALE.




Esquema de los modelos del cráter Chicxulub con las configuraciones propuestas para el levantamiento central y la estructura de la profundidad del cráter. El modelo de arriba fue tomado del trabajo de Hildebrand et al.(1998), y el modelo de abajo fue tomado de Sharpton et al.(1993).












Ejemplo de cráter de impacto con pico de anillo: Cuenca de Korolev en la Luna. Principales características topográficas y de la corteza de una cuenca de pico de anillo, incluyendo la cresta de borde, la pared y su base, el piso anular elevado, el pico de anillo y un centro teniendo la menor elevación del piso. (a) Perfil topográfico muy exagerado promediado radialmente tomado por LOLA y perfil del relieve corteza-manto (Wieczorek et al., 2013) para la cuenca Korolev en la Luna (417 km de diámetro; 4.44°S, 202.53°E). Las líneas punteadas son de referencia cuando se comparan las posiciones de la cresta de borde, la base de la pared y el pico de anillo con la topografía de la interfaz corteza-manto y el mapa de abajo. (b) Imagen de la cuenca Korolev tomada con LOLA con líneas resaltando las principales características.

Figura de arriba: Diagrama esquemático del cráter Chicxulub mostrando la estructura de pico de anillo (Peak Ring).

Formación de un cráter de impacto.

Un investigador sostiene una muestra del núcleo de la estructura de pico de anillo de Chicxulub. El núcleo contiene rocas rotas mezcladas con fragmentos de fusión, que se hicieron añicos y se desplazaron dentro del cráter durante los primeros minutos tras el impacto. Crédito: Arae @ ECORD_IODP.






Dos teorías dominan el pensamiento de los científicos sobre la formación de cráteres de impacto, una de ellas apoyándose en la idea de que cuando se golpea la roca a gran velocidad por un objeto lo suficientemente grande, se comporta como un líquido, dijo Gulick.

Este modelo de “colapso dinámico” sugiere que en los minutos siguientes al impacto, las laderas del cráter podrían colapsar hacia el interior a la vez que se produciría un rebote en el centro, trayendo material profundo con él, dijo Gulick. En este escenario, el anillo de pico debe estar compuesto de material originalmente denso de la corteza media (midcrust).

Otra teoría sugiere que la roca cerca de la superficie de impacto sería predominantemente fundida, impidiendo el rebote de material profundo; por lo tanto, el anillo de pico podría ser de un material más superficial que se derrumbó hacia adentro contra la masa fundida, agregó.

A finales de 1990 y principios de 2000, los científicos investigaron el cráter de Chicxulub de lejos, usando el sonido. Utilizaron instrumentos en el mar y en tierra que envían ondas de sonido a través de la corteza, que viajan a diferentes velocidades dependiendo de la composición de la roca. Sus resultados indican que el material en los anillos de pico era mucho menos denso de lo que se esperaría de rocas procedentes de la corteza media, dijo Gulick.

“La implicación de este hallazgo es que, o bien las piedras en el anillo de pico procedían de mucho más cerca de la superficie del cráter de lo que se infiere de los modelos de colapso dinámico , lo que sugiere que los modelos eran fundamentalmente erróneos”, o que las rocas de la corteza profunda estaban tan deformadas que se volvieron irreconocibles, recordó Penny Barton, Geofísico de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido, en un comentario que publicó junto a la publicación del trabajo en la revista Science.

La única manera de conocer con certeza la realidad era perforar.

Viaje al centro de un cráter

Un núcleo de pico de anillo de Chicxulub que muestra el impacto roca de fundido (negro) en la parte superior de granito levantada a partir de 10 kilómetros por debajo de la corteza. Crédito: dsmith @ ECORD

En Abril y Mayo de este año, el equipo IODP utiliza un barco de perforación en las costas de México para obtener material a partir de más de mil metros por debajo del lecho marino, donde residen los anillos de pico bajo las capas de piedra caliza y los desechos relacionados con el impacto.
Cuando los investigadores vieron las muestras, inmediatamente las reconocieron como granito de basamento , que proviene de la corteza media, o sea de la profundiad que los modelos dinámicos de colapso predicen , dijo Gulick.De hecho, señaló Gulick, estaban tan seguros de que la roca de granito proviene de la profundidad, que el equipo comenzó a escribir el nuevo papel en ese verano, incluso antes de que los núcleos fuesen investigados a fondo.

Otras investigaciones revelaron que aunque las muestras eran reconocibles como granito, el impacto del meteorito deforma la roca lo suficiente como para alterar las propiedades fundamentales como son su densidad y aumentar su porosidad, lo que explica la velocidad inusualmente lenta del sonido registrada a través de él.

Implicaciones para el Sistema Solar

Estas revelaciones tienen implicaciones no sólo para nuestro propio planeta, sino también para nuestros vecinos en el espacio. Estudios de la Luna, por ejemplo, mostraron que su corteza es mucho más porosa de lo previsto en un principio. La nueva investigación ahora permite a los investigadores sugieren que “la formación de cráteres más de 4,5 mil millones de años realmente ha mejorado la porosidad de la corteza lunar,” dijo Gulick.

Con la confirmación de que los anillos de pico se forman a partir de material de la corteza media, las estructuras se convierten en “una ventana a las composiciones de la corteza de otros planetas”, agregó Gulick, donde incluso nuestros vehículos de exploración más avanzados aún no pueden penetrar.

“Ahora que hemos verificado nuestras simulaciones de impacto en Chicxulub, podemos tener más confianza acerca de la simulación de grandes cráteres en otros cuerpos planetarios”, dijo Joanna Morgan, una Geofísico del Imperial College de Londres y autora principal del artículo.

Recuperación de la Vida

La alta porosidad del granito podría tener grandes implicaciones para la vida en la Tierra, dijo Gulick. Cómo la vida pudo recuperarse después de un evento catastrófico no está todavía bien explicado, pero los anillos de pico de Chicxulub podrían iluminar algunos detalles. A pesar de que los Mamíferos en tierra llenaron el nicho ecológico dejado por la desaparición de la mayoría de los Dinosaurios, simples formas de vida comenzaron a florecer en la corteza removida en las profundidades de los océanos,

Gulick sospecha que en los pocos minutos siguientes al impacto – la cantidad de tiempo que con dificultad se necesita para hervir un huevo – los fluidos hidrotermales de la masa fundida resultante habrían fluido a través del granito poroso del anillo de pico, lo cual podría haber creado un hábitat propicio para la colonización microbiana. Esta investigación, sin embargo, está sólo en las etapas iniciales.

“Ese es uno de los temas candentes que queremos investigar como un equipo de expedición,” dijo Gulick. “¿Qué tipo de ecosistema se desarrolló en el cráter? ¿Cómo se recuperó la vida en los océanos? “.

Fuente: EOS-American Geophysical Union (AGU). Artículo original: “Cores from crater tied to Dinosaurs demise validate impact theory“, escrito por JoAnna Wendel del Staff de EOS.

4 de abril de 2016

Este astrofísico cree que el Planeta X mató a los dinosaurios (y su teoría tiene sentido)



“¿Mataron los cometas a los dinosaurios?”, preguntaba una portada de la revista Time en 1985. Los astrofísicos Daniel Whitmire y John Matese habían vinculado por primera vez las extinciones masivas de la Tierra con el Planeta X, el hipotético noveno planeta del sistema solar que llevamos buscando más de cien años.

La posibilidad de que el Planeta X exista ha pasado a ser muy real en los últimos meses. Investigadores de Caltech presentaron en enero una serie de cálculos y simulaciones que sugieren que hay un astro de masa 10 veces mayor que la Tierra a unas mil unidades astronómicas de nosotros. Desde su escondite, el Planeta X consigue alterar los movimientos de planetoides y planetas, como Sedna o Neptuno. Un hallazgo reciente ratifica esta hipótesis; sin embargo, los telescopios siguen sin hacer una detección directa.

Whitmire, ahora astrofísico retirado y profesor de matemáticas en la Universidad de Arkansas, ha aprovechado el ruido de estos meses para darle visibilidad a su vieja teoría. En las Monthly Notices de la Real Sociedad Astronómica, el científico explica cómo el hipotético planeta puede desencadenar lluvias de cometas periódicas, que encajan con las extinciones masivas de la Tierra —entre ellas la de los dinosaurios.

Un estudio del registro fósil afirmaba en 2010 que la Tierra sufre una extinción en masa cada 27 millones de años, una alarmante periodicidad que se repite desde hace 500 millones de años. Daniel Whitmire utiliza este hallazgo de la paleontología para validar su propia teoría. 

Según el astrofísico retirado, el Planeta X (que tiene una órbita inclinada) pasa cada aproximadamente 27 millones de años por el cinturón de Kuiper y empuja a los comentas de la formación hacia el interior del sistema solar. Muchos de estos cometas se desintegran a medida que se acercan al Sol —reduciendo la cantidad de luz que llega a la Tierra—, y otros consiguen impactar contra nuestro planeta.

Cuando publicaron el estudio original (Nature, 1985), Whitmire y Matese creían que el Planeta X estaba a 100 unidades astronómicas del Sol y era entre una y cinco veces más masivo que la Tierra —números mucho menores que los calculados por Konstantin Batygin y Mike Brown, de Caltech, en 2016. Con John Matese jubilado (fue el autor de la hipótesis del planeta Tyche en 1999), Whitmire renueva su teoría y nos recuerda que nunca ha sido refutada, lo que alimenta un poco más el misterio del esquivo Planeta X. [vía Phys]

Fuentes: gizmodo

10 de marzo de 2015

¿Causó la materia oscura grandes extinciones sobre la Tierra?



Puede perturbar la órbita de los cometas y calentar el núcleo de nuestro planeta desencadenando erupciones volcánicas, elevación de cordilleras, reversiones del campo magnético y cambios en el nivel del mar

  

La materia oscura y las grandes extinciones Un grupo de investigadores de la Universidad de Nueva York cree que la materia oscura podría ser el enemigo número uno de la Tierra, al ser capaz de provocar grandes extinciones masivas. 

Le atribuyen la capacidad de perturbar la órbita de los cometas hasta chocar contra nosotros y calentar el núcleo de nuestro planeta desencadenando toda una serie de catástrofes: erupciones volcánicas, elevación de cordilleras, reversiones del campo magnético y cambios en el nivel del mar. Te lo explicamos en el videoblog «Materia Oscura», sobre estas líneas. 


Fuentes: ABC.es

30 de julio de 2014

Nuevos datos refuerzan que el impacto de un asteroide fue la estocada final para los dinosaurios

Un Tarbosaurus bataar. Andreas Meyer/Getty Images
  • Un equipo científico ha reunido datos de las dos últimas décadas
  • El impacto del asteroide coincidió con un momento geológico convulso
  • Los expertos cuestionan si los dinosaurios hubieran sobrevivido en otro momento
El momento en el que se extinguieron los dinosaurios -hace 66 millones de años, a finales del periodo Cretácico-, coincidió con "cambios drásticos" en el nivel del mar y de temperatura, así como con una cadena de erupciones en las mesetas del Decán, en la India.

Un estudio que intenta esclarecer el porqué de la extinción de los dinosaurios ha recopilado los datos obtenidos con nuevas técnicas analíticas en las últimas dos décadas.

Así, indica que los acontecimientos geológicos "no fueron un factor importante en la extinción", mientras que el brusco impacto del asteroide Chicxulub -del que queda un cráter en la península de Yucatán, en México-, fue la "causa más probable de la extinción" definitiva.

La revista Biological reviews publica los resultados de la investigación liderada por Stephen L. Brusatte, de la Universidad de Edimburgo y en la que han colaborado otros expertos de Canadá, Estados Unidos y Reino Unido.

A juicio de los investigadores, los datos y análisis realizados "están dando lugar a un consenso sobre cuándo y por qué los dinosaurios no avianos se extinguieron al final del Cretácico".

Sin embargo, señalan que los toscos restos fósiles hacen que sea "difícil probar" cómo afectó a los dinosaurios el vulcanismo del Decán durante los aproximadamente últimos 400.000 años del Cretácico.

Vulnerabilidad de los dinosaurios

Asimismo, los expertos apuntan que los cambios en el nivel del mar en América del Norte ocurridos a largo plazo "podrían haber llevado a la reestructuración ecológica que hizo que los dinosaurios [herbívoros de cuerpo grande] de la edad Maastrichtiana fueran particularmente susceptibles a la extinción".

En declaraciones a la BBC, el doctor Brusatte manifestó que el nivel del mar y la actividad volcánica provocaron que las especies fuera más susceptibles a la extinción.

También que los dinosaurios habrían sobrevivido si el asteroide hubiera impactado en la Tierra unos cuantos millones de años antes o después. Así ha calificado los acontecimientos que efectivamente ocurrieron de "colosal mala suerte".

Fuentes: Rtve.es

24 de marzo de 2013

Una sucesión de erupciones volcánicas masivas propició la aparición de los dinosaurios

Hace más de 200 millones de años una extinción masiva allanó el camino para que los dinosaurios dominaran la Tierra./ Julius T. Csotonyi


Hace más de 200 millones de años, una extinción aniquiló el 76 % de las especies marinas y terrestres, lo que marcó el final del periodo Triásico y el inicio del Jurásico. Este evento devastador allanó el camino para que los dinosaurios dominaran la Tierra durante los siguientes 135 millones años. Un equipo de investigación estadounidense ha determinado que la Provincia Magmática del Atlántico Central vomitó enormes cantidades de lava y gases coincidiendo con el inicio de la extinción.

Un aumento del CO2 atmosférico producido por la acidificación de los océanos y el calentamiento global eliminaron el 76 % de las especies marinas y terrestres en la Tierra al final del Triásico.

Hasta ahora no estaba claro qué causó la extinción, aunque la mayoría de los científicos estaban de acuerdo en un escenario posible: las erupciones volcánicas masivas de una amplia región marina conocida como la Provincia Magmática del Atlántico Central habría vomitado enormes cantidades de lava y gases –incluyendo dióxido de carbono, azufre y metano– en un periodo relativamente corto de tiempo. Esta liberación repentina de gases a la atmósfera pudo haber matado a miles de especies de plantas y animales.
El último número de la revista Science publica una investigación del Instituto Tecnológico de Massachussets, la Universidad de Columbia y otras cuatro instituciones estadounidenses, que determina que estas erupciones se produjeron precisamente al inicio de la extinción, lo que proporciona una fuerte evidencia de que la actividad volcánica provocó la devastación de finales del Triásico.

"No hay duda de que la extinción se produjo al mismo tiempo que la primera erupción", asegura Sam Bowring, profesor de geología en el MIT.

El equipo determinó la edad de las lavas basálticas y otras características que se encuentran a lo largo de la costa este de los EE UU, así como en Marruecos, regiones dispares en la actualidad que formaron parte del supercontinente Pangea hace 200 millones de años.

Técnicas de datación de las erupciones

Para determinar la duración de las erupciones volcánicas, el grupo combinó dos técnicas: la astrocronología y la geocronología. La primera técnica relaciona las capas sedimentarias de las rocas con los cambios en la inclinación de la Tierra. Según Bowring este método es efectivo para datar las rocas de hasta hace 35 millones de años, “pero más allá de eso, no está claro el grado de fiabilidad”, argumenta. La segunda es un método para determinar la edad y sucesión cronológica de los acontecimientos geológicos ocurridos en la Tierra.

Los investigadores separaron muestras de roca para aislar cristales pequeños conocidos como circones, que luego fueron analizados para determinar la relación de uranio al plomo. Esta minuciosa técnica permitió al equipo datar las rocas hasta hace aproximadamente 30.000 años –una medición muy precisa en términos geológicos–.

"No hay duda de que la extinción se produjo al mismo tiempo que la primera erupción"


En conjunto, las técnicas de geocronología y astrocronología dieron al equipo estimaciones precisas sobre el inicio de la actividad volcánica hace 200 millones de años, y reveló tres estallidos de actividad magmática hace más de 40.000 años.

Andrew Knoll, profesor de ciencias terrestres y planetarias en la Universidad de Harvard, afirma que señalar la duración de la actividad volcánica ha sido el principal desafío para los científicos.

"Este estudio sugiere que una gran explosión inicial volcánica podría haber causado las extinciones registradas. Aumenta nuestra confianza de que el vulcanismo masivo puede ser un agente de cambio biológico en la Tierra”, explica.

Si bien las evidencias de esta investigación son las más fuertes hasta el momento para vincular la actividad volcánica con la extinción de finales del Triásico, Bowring dice que aún queda trabajo por hacer.

"La Provincia Magmática del Atlántico Central se extiende desde Nueva Escocia hasta el final de Brasil y África Occidental. Me muero por saber si esas son exactamente de la misma edad o no”, concluye.

Fuentes : SINC.

7 de octubre de 2012

Hallan un dinosaurio enano, mezcla de vampiro y puercoespín


Es poco común que un hervíboro, como este dinosaurio, tenga dientes tan prominentes y afilados.

Una mezcla entre "un ave, un puercoespín y un vampiro".

Así es como un equipo de científicos en Estados Unidos describió a un extraño dinosaurio identificado recientemente entre un grupo de fósiles de Sudáfrica.

El dinosaurio enano tenía un pico corto semejante al de un loro, dos colmillos afilados en la zona frontal y varios dientes largos en la mandíbula inferior y superior, que utilizaba para despedazar las plantas de las que se alimentaba.Esta especie, del tamaño de un gato doméstico, vivió hace 200 millones de años.

Para completar su extraño aspecto, el animal tenía unas cerdas parecidas a las de un puercoespín, decorando su cuerpo.

Su nombre científico es Pegomastaxafricanus, o "mandíbula gruesa de África", y pertenece al grupo de los dinosaurios conocidos como heterodontosaurios.

Dientes para defenderse mejor

En opinión de Paul Sereno, el profesor de la Universidad de Chicago que hizo el descubrimiento, resulta curioso que un animal herbívoro tenga unos caninos tan grandes y afilados.

Sin embargo, algunos científicos argumentan que los heterodontosaurios consumían carne o al menos insectos.

Para Sereno, quien examinó de los dientes delPegomastax en el microscopio, la explicación más factible es que los dientes hayan cumplido otra función: pudieron haber servido para que el animal se defendiese y compitiera con sus rivales en el momento de buscar una hembra para aparearse.

Aunque el hallazgo fue publicado ahora, el paleontólogo descubrió a este pequeño herbívoro en 1983. Sereno se topó con este espécimen cuando era estudiante y trabajaba en una investigación en el laboratorio de la Universidad de Harvard.

Cuando la vio, decidió investigar y escribir sobre el hallazgo inmediatamente.

"Apenas lo vi me di cuenta de que se trataba de una nueva especie", contó Sereno. Pero, como pasa muchas veces, se distrajo con otras cosas y concentró su atención en otro proyecto más ambicioso.

"Siempre corrí el peligro de que alguien lo descubriese y escribiera sobre él", cuenta. Pero al final, todo salió bien.

"Ahora al menos soy más inteligente de lo que era antes".


Fuentes : BBC Mundo

2 de octubre de 2012

¿Es posible clonar un mamut?



El hallazgo en Siberia de células en buen estado de este animal prehistórico abriría la puerta a esta posibilidad.
Entre los restos encontrados hay “tejidos adiposos y suaves, lana y médula ósea de mamut”. Los últimos ejemplares de este animal se extinguieron hace unos 3.600 años. La causa sigue siendo una incógnita para la ciencia.
Semyon Grigoriev, jefe del equipo formado por científicos de siete países, está convencido de que la posibilidad de encontrar células vivas es bastante remota, pero no imposible.
El hallazgo en la república siberiana de Yakutia ha despertado el interés del controvertido científico surcoeano Hwang Woo-suk, experto en clonación.
Los expertos consideran que clonar un mamut es posible, aunque antes hay que encontrar células vivas.
Nos vamos ahora a la ciudad holandesa de Maastricht, donde también han realizado un importante hallazgo científico.
Se trata del esqueleto de un Mosasaur de 13 metros. Un dinosaurio marino que vivió hace unos 67 millones de años. Entonces los alrededores de Maastrich estaban cubiertos por un mar tropical.
Los Mosasaurus vivieron en el período Cretácico, hace entre 65 y 70 millones de años, en el área de las actuales Europa Occidental y Norteamérica.

                                      

Fuentes : SCIENCE EURONEWS

6 de septiembre de 2012

Descubren un nuevo tipo de dinosaurio en Francia