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25 de junio de 2017

Las erupciones solares golpean la Tierra como estornudos impredecibles

Las eyecciones de masa corporal (CME) son enormes explosiones de plasma solar y campos magnéticos de la atmósfera del Sol que pueden llegar a la Tierra. NASA
  • Científicos británicos estudia las eyecciones de masa coronal
  • Muestran una estructura más parecida a nubes que a burbujas
  • Representan una amenaza para nuestro planeta
Los movimientos de las eyecciones de masa coronal (CME) procedentes del Sol resultan mucho más difíciles de predecir ya que muestran una estructura más parecida a nubes que a burbujas.

Un estudio de científicos de la Universidad de Reading ha revelado que las CME están más influenciadas por el viento solar, a través del cual pasan para llegar a la Tierra, haciendo que sus movimientos sean mucho más difíciles de predecir que si fueran únicas entidades parecidas a burbujas como se pensaba anteriormente.

Las CME son enormes explosiones de plasma solar y campos magnéticos de la atmósfera del Sol que pueden llegar a la Tierra en uno a tres días. Un impacto directo podría tener consecuencias catastróficas, ya que las CME son capaces de dañar satélites, destruyendo dispositivos electrónicos y potencialmente exponiendo a personas a gran altitud, como astronautas y tripulantes de aviación y pasajeros, a radiación causante de cáncer. Ocurren con frecuencia, pero predecir cuáles afectarán a la Tierra y con qué probabilidad será difícil.

El profesor Mathew Owens asegura en un comunicado: "Hasta ahora, se ha asumido que las CME se mueven como burbujas a través del espacio y responden a las fuerzas como objetos únicos. Hemos encontrado que son más como una nube de polvo o estornudo en expansión. Esto significa que tratar de predecir la forma y el movimiento de las CME a medida que pasan a través del viento solar se hace extremadamente difícil, por lo tanto, si queremos protegernos de las erupciones solares, necesitamos entender más sobre el viento solar".

Comportamiento de los CME

El nuevo estudio, publicado en Nature Scientific Reports, examina en detalle por primera vez cómo se comportan los CME a medida que avanzan en el espacio y cómo interactúan con fuerzas externas como el viento solar.

Los científicos de Reading tomaron una sección transversal de un CME para examinar su estructura más de cerca. Encontraron que una CME alcanza rápidamente el punto en el cual la velocidad de su expansión excede la velocidad a la cual la información puede viajar dentro de la CME. En este punto, deja de ser una estructura coherente, por lo que cualquier distorsión a una parte de la nube causada por fuerzas externas no la afecta en su conjunto.
Amenaza para la Tierra

Los científicos están constantemente monitorizando el sol para rastrear el viento solar y el clima espacial extremo. El equipo de Reading recomienda que la información sobre el viento solar se debe incorporar en las observaciones de CME para asegurar que somos plenamente conscientes de la amenaza que representan a la Tierra.

Un estudio previo realizado por científicos de la Universidad de Reading descubrió que un cambio en la actividad solar, que se espera que ocurra a mediados del siglo, podría hacernos más vulnerables a las CME, así como concentrar la aurora boreal alrededor de los polos.

Fuentes: RTVE

15 de octubre de 2016

Obama pide a Estados Unidos que se prepare ante una gran tormenta solar

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un acto electoral en Ohio. AFP
  • Mediante una orden ejecutiva requiere que se elabore un protocolo de actuación
  • Advierte de sus efectos en la red de energía, la aviación y las comunicaciones
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha solicitado a las autoridades del país, a través de una orden ejecutiva presidencial, preparar a EEUU para una posible gran tormenta solar, según informa la web de la Casa Blanca.

En este sentido, el presidente norteamericano ha solicitado a la nación estar prevenida ante posibles eventos de clima espacial, tales como "fenómenos meteorológicos espaciales, en forma de erupciones solares, las partículas energéticas solares, y las perturbaciones geomagnéticas que se producen regularmente".

Así, ha indicado que algunos de estos fenómenos pueden provocar "efectos mensurables en los sistemas críticos de infraestructura y tecnologías, como el Sistema de Posicionamiento Global (GPS), las operaciones de satélites y la comunicación, la aviación, y la red de energía eléctrica".


Una erupción solar







Asimismo, la orden apunta que dichos fenómenos meteorológicos extremos "podrían degradar significativamente la infraestructura y desactivar una gran parte de la red de energía eléctrica, lo que se convertiría en una serie de fracasos que afectarían a servicios clave tales como el abastecimiento de agua, salud y transporte".

Igualmente, el presidente ha indicado que "el éxito de la preparación para los eventos del clima espacial se conseguirá a través del esfuerzo de toda la nación y que requiere la colaboración entre los gobiernos, los gestores de emergencias, los círculos académicos, los medios de comunicación, la industria de seguros sin fines de lucro y el sector privado".

Por último, la orden matiza que el concepto de "'clima espacial' se refiere a las variaciones en el entorno espacial entre el Sol y la Tierra (y en todo el sistema solar) que pueden afectar a las tecnologías en el espacio y en la Tierra" y que "los principales tipos de fenómenos meteorológicos espaciales son las erupciones solares, las partículas energéticas solares, y las perturbaciones geomagnéticas".

Así, ha añadido que "una 'llamarada solar' significa un breve estallido de energía intenso cerca o sobre la superficie del Sol que se asocia típicamente con las manchas solares".



Fuentes: Rtve.es

8 de octubre de 2016

El pronóstico de tormentas solares podría evitar un desastre energético

Interacción entre el viento solar y el campo magnético Tierra. Crédito: Darren De Zeeuw.

A partir de la próxima semana, las previsiones de los efectos de las tormentas solares por primera vez ayudarán a proteger la red eléctrica y los satélites de comunicaciones regionales, gracias a una nueva herramienta desarrollada por investigadores de la Universidad de Michigan (UM) y la Universidad Rice.

Las tormentas solares son torrentes de partículas cargadas y campos electromagnéticos provenientes del sol que afectan el campo magnético del planeta. Alteraciones mayores pueden enviar corrientes dañinas a las líneas de energía, obstaculizando las operaciones y poniendo en riesgo caros transformadores. También pueden dañar los satélites.

Hoy en día, los científicos saben que cuando una tormenta se dirige hacia nosotros, es imposible predecir qué región de la Tierra será más afectada. Así, las empresas de servicios públicos y los operadores de satélites no siempre pueden limitar los daños a sus sistemas mediante el corte de componentes clave.

Eso cambiará el 1 de octubre, cuando el Centro de Predicción del Clima Espacial de la de Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) comience a utilizar un nuevo modelo de pronóstico geoespacial que puede dar datos únicos de cada parcela de 350 millas cuadradas en la Tierra, y hasta 45 minutos antes del arribo de una tormenta solar.

“Esta es la primera vez que las empresas de servicios públicos tendrán un pronóstico regional de los efectos del clima espacial con cualquier tiempo de espera”, dijo Dan Welling, asistente de investigación científica en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo. “En comparación con la predicción del tiempo atmosférico, esto suena como un paso trivial, pero en términos de tiempo en el espacio, es un gran paso”.

Los seres humanos no han experimentado una tormenta solar catastrófica desde la instalación de redes eléctricas y el lanzamiento de satélites. Una poderosa tormenta geomagnética solar, fenómeno conocido como Evento Carrington, golpeó la Tierra en septiembre de 1859 causando interrupciones significativas, pero en ese tiempo sólo había cables de telégrafo. Estos siguieron recibiendo mensajes aún después de ser desconectados e incluso algunos prendieron fuego al papel.

Si un evento similar ocurriera hoy “realmente sería un desastre mucho peor que un huracán importante”, dijo Gabor Toth, profesor de investigación en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo.

Los cortes de energía podrían durar meses o más, ya que podría tomar mucho tiempo para reemplazar los transformadores eléctricos dañados. Eso es mucho tiempo en las sociedades que dependen de la electricidad para los elementos esenciales como la comida, el calor, el agua y la comunicación.

“El modelo de Geoespacio nos ayudará a proporcionar una mejor información a la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte, y a través de ellos, a los operadores de la red cuyas decisiones afectan a más de 334 millones de personas en los EE.UU. y Canadá”, dijo Howard Singer, director científico de meteorología espacial en el Centro de Predicción. “Nuestros pronósticos se pueden utilizar para proporcionar, por primera vez, la información regional procesable necesaria para reducir el riesgo de clima espacial extremo”.

Científicos han estimado que hay hasta un 12% de posibilidades de que la Tierra sea golpeada por una tormenta solar extrema en la próxima década. En 2012, un Efecto Carrington cruzó la órbita de la Tierra a sólo una semana de impacto. Desde entonces, se han tomado medidas importantes. En junio del 2014, la Comisión Federal Reguladora de Energía comenzó a requerir a los servicios públicos prepararse para las tormentas solares. Y en 2015, la Casa Blanca dio a conocer un plan de acción sobre meteorología espacial.

El clima espacial extremo puede ocurrir en cualquier momento, pero históricamente las tormentas más fuertes tienden a producirse durante la fase de declive del ciclo de actividad de 22 años del Sol.

Fuente: Universidad de Michigan

14 de agosto de 2016

La tormenta solar que estuvo a punto de provocar una guerra atómica

Una llamarada solar similar a esta, de 2012, colapsó en 1967 los sistemas de detección de misiles de Estados Unidos - SOHO

En mayo de 1967 varios radares de defensa antimisiles estadounidenses dejaron de funcionar. De forma inmediata, Estados Unidos puso a una flota de bombarderos atómicos en estado de «lanzamiento inmediato»
Fue el 23 de mayo de 1967, en plena guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Varios radares de defensa norteamericanos, especialmente diseñados para detectar misiles soviéticos en pleno vuelo, dejaron de funcionar al mismo tiempo ese día, hecho que fue interpretado como un bloqueo intencionado por parte del enemigo. El alto mando consideró el suceso como un acto de guerra y puso toda una flota de aviones equipados con armas nucleares en estado de «lanzamiento inmediato».

Pero la crisis logró evitarse. Afortunadamente para todos, las Fuerzas Aéreas norteamericanas ya disponían de un incipiente programa de observación solar, y se dieron cuenta a tiempo de que los radares de defensa se habían bloqueado debido a una gran llamarada emitida por el Sol.

El «incidente» acaba de hacerse público en un estudio publicado en «Space Weather» por parte de un grupo de físicos y antiguos oficiales, ya retirados, de las Fuerzas Aéreas norteamericanas. Y en el artículo se describe con todo detalle lo cerca que estuvo Estados Unidos de lanzar un ataque nuclear contra la Unión Soviética. Hoy en día, toda una flota de observatorios espaciales vigila al Sol minuto a minuto, avisando de cualquier llamarada. Pero no era así en los años sesenta del pasado siglo.

Los militares norteamericanos, en efecto, empezaron a monitorizar la actividad solar a finales de la pasada década de los 50, utilizando para ello telescopios terrestres. Y no fue hasta los años sesenta cuando los servicios meteorológicos de las Fuerzas Aéreas empezaron a fijarse en las llamaradas solares, erupciones masivas de radiación en la atmósfera del Sol que, cuando alcanzan la Tierra, pueden provocar cortes en las comunicaciones y los sistemas informáticos.

En 1967, las predicciones de actividad solar llegaban diariamente al Comando de Defensa Aeroespacial de Norte América (NORAD), en boletines que resumían los datos de una serie de observatorios instalados tanto en los Estados Unidos como en otros lugares del mundo.

Y el 18 de mayo de ese año apareció en el Sol un grupo inusualmente grande de manchas solares, zonas oscuras y más frías que el resto y que suelen preceder a una actividad intensa. Los científicos, de hecho, avisaron de que se podría producir en los días siguientes una llamarada mayor que las demás.

Efectivamente, los observatorios de Nuevo México y Colorado observaron un destello que fue visible a simple vista, mientras que un radio observatorio solar en Massachusetts informó que el Sol estaba emitiendo niveles sin precedentes de ondas de radio.

Los radares se desconectan

Durante el día siguiente y a medida en que el brote se desarrollaba, los radares de tres emplazamientos de misiles balísticos del Early Warning System (Sistema de Alerta Temprana), situados en la estación de las Fuerzas Aéreas de Claro, en Alaska, en a base aérea de Thule, en Groenlandia y en Fylingdales, en el Reino Unido, dejaron de funcionar casi al mismo tiempo.

Y aunque había más de un indicio disponible para darse cuenta de que las averías eran achacables a la inusitada actividad solar, saltaron todas lasalarmas ante un posible ataque nuclear por parte de la Unión Soviética. El protocolo se aplicó de inmediato y Estados Unidos se dispuso a contraatacarde inmediato.

En realidad, los tres emplazamientos militares afectados se encontraban a plena luz del sol. Y la afluencia repentina de las ondas de radio solares fueron las responsables del colapso de los sistemas, explican los autores del estudio. Por supuesto, en cuanto las emisiones solares cesaron, el supuesto «bloqueo» de los soviéticos desapareció.

Los autores del estudio explican que la información procedente del NORAD llegó justo a tiempo a manos del alto mando para que éste detuviera las acciones militares. Delores Knipp, físico espacial en la Universidad de Colorado en Boulder y autor principal del artículo, subraya que ese día, la información sobre la tormenta solar llegó con toda seguridad a manos de las más altas instancias del Gobierno, incluso probablemente a las del propio presidente Johnson.

Llamarada solar

Tras el impacto inicial de la llamarada solar, sus efectos se dejaron sentir en la Tierra durante más de una semana.Auroras boreales, que normalmente solo pueden apreciarse cerca del Polo Norte, fueron vistas incluso más al sur de Nuevo México. Según los firmantes del estudio, lo único que evitó el desastre nuclear ese día fue el correcto diagnóstico de la actividad solar llevada a cabo por los militares.

En última instancia, la tormenta llevó a los Estados Unidos a reconocer el clima espacial como una preocupación operacional más a tener en cuenta, y a construir un sistema de predicción del clima espacial más sólido y capaz, según explica el coronel retirado Arnold Snyder, uno de los «hombres del tiempo» solar del NORAD, y que estaba de servicio ese día.

Fuentes: ABC

7 de agosto de 2016

Una erupcion solar mas grande que la Tierra



Una enorme franja de gas caliente estalla y se eleva desde el Sol, guiada por un bucle gigante de magnetismo invisible.

Esta sorprendente imagen fue capturada el 27 de julio de 1999 por el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO). La Tierra se ha superimpuesto para facilitar la comparación, mostrando que el bucle de gas, o prominencia, mide de extremo a extremo unas 35 veces el diámetro de nuestro planeta.

Una prominencia es una erupción de gas que asciende desde la superficie del Sol. Las prominencias son generadas por los campos magnéticos formados en el interior del Sol y estallan atravesando su superficie hasta desplegarse en la atmósfera solar.

El Sol está compuesto principalmente por plasma, un gas cargado de electrones e iones. Debido a su carga eléctrica, los iones responden a los campos magnéticos. Así, cuando los bucles magnéticos alcanzan la atmósfera solar, grandes caudales de plasma se ven atraídos por ellos, dando lugar a las prominencias, que pueden prolongarse durante semanas o meses.

No es común observar prominencias tan espectaculares como esta, aunque se detectan algunas cada año. Cuando empiezan a colapsar, la mayoría del gas escapa por las líneas del campo magnético para regresar al Sol. No obstante, en ocasiones se vuelven inestables y liberan energía en el espacio. Estas prominencias eruptivas expulsan una enorme cantidad de plasma, a la que los astrofísicos llaman ‘eyección de masa coronal’. Las erupciones solares también se asocian con las eyecciones de masa coronal.

Si este plasma llega a la Tierra, puede perturbar el funcionamiento de satélites, las redes eléctricas y las comunicaciones. También provoca el brillo de la aurora en el cielo polar.

Capturado por el telescopio ultravioleta de SOHO, esta imagen muestra helio ionizado a unos 70.000 ºC.

Aquí puede consultarse una versión de la imagen sin la Tierra en comparación.

Fuentes: ESA

30 de julio de 2016

Las tormentas más inmensas del Sistema Solar


Dejan en ridículo a los huracanes, ciclones y tifones de la Tierra. Se forman en planetas gigantes y sus vientos pueden llegar a ser supersónicos. Las más intensas se originan en el Sol y podrían acabar de golpe con los sistemas eléctricos

Las más pequeñas: los huracanes

Imagen de satélite del temido huracán Patricia, de categoría 5 y formado en 2015- Jeff Schmaltz/NASA

El Sistema Solar es un lugar extraordinario. Está habitado por planetas que llevan los nombres de poderosos dioses, como Júpiter, Saturno o Neptuno, y la naturaleza parece empeñada en hacer justicia a nombres tan rimbombantes. Cuando no están sacudidos por extraordinarios fenómenos meteorológicos, los planetas experimentan fuerzas asombrosas y curiosas que nos recuerdan lo afortunados que somos por vivir en la Tierra.

Ni siquiera el mismo Sol, del que dependen todos los planetas, está tranquilo. En el pasado era una fuente furiosa de radiación y fuego capaz de arrasar planetas enteros, y aún hoy en día estalla con cierta frecuencia y libera al espacio energías descomunales.


Por eso, el Sistema Solar es un lugar donde es frecuente que haya poderosas tormentas. Desde la pequeña Tierra, con sus favorables condiciones, a gigantes gaseosos, todos aquellos planetas en los que hay atmósferaexperimentan la formación de vórtices, depresiones en las que los vientos se aceleran y los gases se sacuden. Y eso sin contar con la furiosa estrella que los alumbra; un Sol que a veces estalla en súpertormentas de plasma y radiación.


Vapor y viento frío

La Tierra, normalmente considerada como un edén para la vida en el que las temperaturas son suaves y las condiciones estables, está a salvo de la furia de los «dioses».

El 23 de octubre de 2015, el océano Pacífico fue testigo de ello. Unacombinación explosiva de agua oceánica caliente y vientos capaces de elevar el vapor hasta cotas superiores, se convirtieron en aquella fecha en el combustible para un monstruo: el huracán Patricia.

El poderosísimo huracán Patricia perdió fuerza al llegar a tierra- NASA

Pronto alcanzó la máxima categoría en la escala Saffir-Simpson, la 5, en la que se incluyen a los huracanes «catastróficos» capaces de derribar árboles y postes de luz, llevarse los tejados y tirar muros y dejar zonas enteras inhabitables durante semanas o meses. Las tormentas entran en esta categoría cuando sus vientos superan los 250 kilómetros por hora, pero Patricia llegó a los 325.

Además, según la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) se convirtió en el huracán más intenso nunca registrado en el Pacífico Norte oriental y en las cuencas del Atlántico Norte. Con todo, la longitud máxima de la tormenta osciló entre los 2.000 y los 3.000 kilómetros.

Si bien es cierto que el registro de grandes huracanes, tifones y ciclones es muy incompleto y que no se remonta a muchos años atrás, Patricia parece ser una de las mayores tormentas que se han podido ver por el planeta al menos en la era actual.

Comparativa de los tamaños de los planetas del Sistema Solar. De izquierda a derecha: Júpiter, Urano, Saturno, Tierra, Marte, Mercurio, Venus y Neptuno- Planetary Lunar Institute

Pero, ¿es Patricia la mayor tormenta que ha sufrido el Sistema Solar? La respuesta puede empezar a intuirse si se echa un vistazo al tamaño de los demás planetas que pueblan el vecindario de la Tierra.


Neptuno: la oscura tormenta

Comparativa entre el Gran Punto Oscuro de Neptuno y la Tierra- NASA

Puede que el huracán Patricia fuera inmenso y que amenazara con ser catastrófico en la Tierra, con sus 2.000 o 3.000 kilómetros de longitud, pero en la escala del Sistema Solar no resulta impresionante en absoluto.

Tan solo hay que ir al más pequeño de los planetas gaseosos, Neptuno, para encontrarse una tormenta que lo supera con creces. Se trata del Gran Punto Oscuro, una depresión cuya longitud osciló entre los 6.600 y los 13.000 kilómetros y que, grosso modo, tuvo un tamaño comparable al de la Tierra entera, según la NASA.


El Gran Punto Oscuro, fotografiado por la Voyager 2 en 1989- NASA/JPL



Fue descubierta en 1989 gracias a la Voyager 2, y desde el principio se consideró que estaba acompañada por el «Scooter», una formación brillante en la base de la parte oscura.

Solo cinco años después, el Hubble no pudo encontrarla y se consideró que se había desvanecido. Pero en su lugar, se encontró otro punto oscuro en el hemisferio Norte de Neptuno,al que, con el tiempo, se incorporaron nuevos puntos oscuros.

Pero, ¿qué son estas tormentas en Neptuno? Según se cree, las tormentas oscuras son como agujeros en las partes bajas de la atmósfera y que tienen capacidad para permanecer estables durante meses, formando estructuras de tipo vórtice. Parecen estar asociadas a nubes más claras, compuestas de metano y formadas en capas más altas, que a su vez parecen adquirir forma cuando el gas asciende y se congela en las capas más altas, formando cristales.

Aunque son estables, los vórtices oscuros parecen disiparse cuando se acercan al ecuador y a través de mecanismos aún desconocidos. El último de ellos fue descubierto en mayo de este año, y por primera vez desde el año 2000. Gracias al telescopio Hubble, la NASA confirmó el hallazgo de un nuevo vértice oscuro en el hemisferio sur de Neptuno.


Vientos supersónicos

Gracias a estas grandes tormentas, Neptuno es el lugar donde se han medido, de forma indirecta, los vientos más rápidos del Sistema Solar. En teoría, alcanzan velocidades de hasta 2.000 kilómetros por hora, muy lejos de los 350 del huracán Patricia.



El rugido de Júpiter

Imagen de la Gran Mancha Roja tomada por la Voyager 1 en 1979- NASA/JPL

Si el sonido de las tormentas en la Tierra puede ser aterrador, ¿cómo será enJúpiter donde la gravedad es 2,5 veces superior a la terrestre y donde los vientos pueden llegar a los 640 kilómetros por hora?

En el interior de la Gran Mancha Roja, que recientemente fue noticia cuando se descubrió su papel como fuente de calor de la atmósfera del planeta, seguramente sea ensordecedor.

Se trata de una gran tormenta que mide entre 3 y 3,5 veces más que el diámetro de la Tierra. Por lo que sabemos, podría ser «eterna», porque ha estado ahí desde hace al menos 150 años, aunque ya en el siglo XVII los astrónomos a hablaban de un punto rojo en Júpiter.

Está formada por una masa giratoria de nubes que están más altas que el gas de los alrededores. Pero, por algún motivo, en las últimas décadas ha comenzado a encoger.


Proyección cilíndrica de la atmósfera de Júpiter, con la Gran Mancha Roja a la derecha- ASA, ESA, A. Simon (GSFC), M. Wong (UC Berkeley), and G. Orton (JPL-Caltech)

En algunos momentos su forma ovalada ha pasado a ser más circular, y a veces aparecen filamentos de gas en el interior del vórtice. El origen de su color parece estar en la presencia de compuestos de azufre o fósforo, y parece formarse a causa de la condensación de amoniaco en las capas más bajas de la atmósfera.



El hexágono del caos en Saturno

Tormenta blanca formada en Saturno, en 2010- NASA/JPL

Incluso la Gran Mancha Roja del gigantesco Júpiter palidece ante una tormenta que amenazó con atravesar de lado a lado a Saturno. Ocurrió en diciembre de 2010 y duró hasta agosto de 2011. Se formaron claras y brillantes nubes a partir de un enorme vórtice y seis meses después se observó una intensa liberación de energía y de gas de etileno.

Apenas tres semanas después de la erupción de la tormenta, ya medía cerca de 9.700 kilómetros de alto y casi 18.000 de largo.


La tormenta fue evolucionando y aumentando su longitud. En 2011 se desvaneció- NASA/JPL

En otras ocasiones, se han registrado tormentas similares pero de menor tamaño, caracterizadas por vientos muy rápidos, de hasta 550 kilómetros por hora y normalmente más cercanas al polo norte del planeta. Parecen ocurrir con una periodicidad de 20 o 30 años.

Imagen tomada por la nave Cassini en 2012 de la tormenta hexagonal- NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Aparte de estas, el polo Norte de Saturno está habitado por una gigantesca tormenta hexagonal, cuyo ojo del huracán mide, él solo, 2.000 kilómetros de ancho. Alrededor de él, se forman y circulan vórtices gigantescos que giran en sentido contrario al del vórtice principal.



Súpertormentas solares

Representación de una eyección de masa coronal y de una llamarada solar ocurridas el 31 de agosto de 2012- NASA Goddard Space Flight Center

Richard Carrington apenas tenía 33 años cuando contempló un evento que le cambió la vida. Era un astrónomo aficionado a dibujar las manchas solares que veía proyectadas en una pantalla que recogía la luz a través de un telescopio. Pero el 1 de septiembre de 1859, pudo ver cómo el Sol cambiaba.

Primero dos destellos luminosos aparecieron sobre un grupo de apelmazadas manchas solares. Los destellos crecieron rápidamente y adquirieron una forma curvada. Asombrado y con el pulso latiendo con fuerza, salió corriendo para buscar a algún testigo de aquel extraño espectáculo.

Justo antes del amanecer del día siguiente, los cielos de la Tierra despertaron con una sinfonía de colores rojos, verdes y morados. Las auroras boreales eran tan intensas que los periódicos podían leerse al amanecer como si fuera de día, tal como recoge la NASA. Este fenómeno, que suele darse cerca de los polos, por ser estas las regiones en las que el campo magnético es más fino, en esta ocasión llegó a latitudes tropicales, y pudo verse en Cuba, Bahamas o Jamaica.

Los telégrafos se estropeaban, y los operarios sufrían descargas. El papel se chamuscaba y, aunque se desconectara el suministro de electricidad, los aparatos podían seguir transmitiendo.

Esto, que la historia luego conoció como evento Carrington, fue la primera observación de una súpertormenta solar, una potentísima erupción que hoy en día pondría en apuros a una Tierra extremadamente dependiente de aparatos eléctricos.
Llamaradas

Aquel fenómeno fue causado por una Eyección de Masa Coronal (CME en inglés). Se trata de un fenómeno habitual en el Sol durante ciertos momentos de su vida, (durante los máximos de actividad solar, que se alcanzan cada 11 años) en los que su campo magnético se sacude y libera la tensión en ciertos puntos. Cuando eso ocurre, el plasma solar se libera de la superficie ysale despedido hacia el espacio, a unas velocidades que pueden ir desde los 20 kilómetros a los 3.200 por segundo.

Esta energía y esta materia pueden tardar en llegar a la Tierra normalmente unos cuatro días, pero durante el evento de Carrington apenas necesitaron unas 17,6 horas.





Normalmente, las CMEs ocurren a la vez que otro fenómeno, el de las llamaradas solares. Pero ambos tienen distintos efectos y naturaleza. Cuando el campo magnético libera en un punto la energía solar, se produce unintenso destello capaz de liberar cantidades abismales de energía, es lo que se conoce como llamarada solar. Estas llamaradas viajan a la velocidad de la luz y tardan ocho minutos en llegar a la Tierra. Son precisamente las que Carrington pudo ver en la pantalla situada bajo su telescopio.

Mientras que una llamarada puede afectar a las ondas de radio y a la pérdida de los sistemas de comunicación y navegación, las CMEs pueden crear auroras y provocar distorsiones magnéticas que pueden generar corrientes eléctricas y sobrecargas en redes de suministro o incluso destruir aparatos.

De momento, los científicos no pueden prevenir cuándo va a ocurrir una de estas súpertormentas, pero al menos pueden observarlas y avisar a las compañías eléctricas para que traten de evitar la sobrecarga de sus sistemas. Parece que hay que seguir atento al tiempo que hace ahí fuera.



Fuentes: ABC

30 de abril de 2016

Conferencia “Propagación de ondas en el viento solar”


El Observatorio Astronómico de Quito invita a la Comunidad Politécnica y a la ciudadanía en general a la conferencia “Propagación de ondas en el viento solar”.

Las ondas cinéticas Alfvén representan un tema importante en el estudio de la Física de plasmas espaciales, dado que se piensa que juegan un papel importante en el decaimiento energético en el plasma del viento solar a escalas cinéticas. 
En esta charla, presentamos los resultados de simulaciones híbridas Vlasov-Maxwell, utilizadas en el análisis detallado de las características de este tipo de ondas a escalas cinético-protónicas. 
En particular, regímenes lineales y no lineales de propagación se estudiaron en una situación de una sola onda, focalizándonos en procesos físicos como Landau damping e interacciones de onda-partículas.

El expositor es el Dr. Christian Vásconez, Investigador del Observatorio Astronómico de Quito, quien obtuvo su Doctorado en Física de Plasmas en la Universidad de Calabria, Italia, y su pregrado en Física en la Escuela Politécnica Nacional, Ecuador.

La conferencia será dictada el jueves 05 de mayo de 2016 a las 11:00am, en el Hemiciclo Politécnico de la Escuela Politécnica Nacional.

La entrada es libre y gratuita.


Para mayor información dirigirse a:

OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE QUITO
Av. Gran Colombia S/N y Av. Diez de Agosto
Interior del parque "La Alameda"

TELÉFONOS: 022 570765 – 022 583451 
ext. 100

E - MAIL: observatorio.astronomico@epn.edu.ec

23 de abril de 2016

Un satélite de la NASA capta una erupción solar de cinco veces el tamaño de la Tierra

http://www.nasa.gov/sites/default/files/thumbnails/image/20160417-m6-flare-flare-crop.gif

Se pueden observar a simple vista las llamaradas que desprendió
Fue una erupción de nivel medio que se originó en una mancha solar
Un satélite de la NASA ha captado unas espectaculares imágenes de una erupción solar en las que se pueden observar a simple vista las llamaradas que desprendió, ha informado la agencia espacial estadounidense.
Según la NASA, se trató de una erupción de nivel medio que se originó en una mancha solar (una región del Sol que tiene una temperatura más baja que sus alrededores) de cinco veces el tamaño de la Tierra.

El observatorio de dinámicas solares de la NASA pudo registrar las imágenes a través de un satélite, pero la mancha solar en la que tuvo lugar la erupción ha quedado fuera del ángulo de visión desde la Tierra a causa de la rotación solar.

Las erupciones solares son grandes estallidos de radiación que brotan del Sol cuando los campos magnéticos del astro se rompen y liberan energía. La erupción registrada por el satélite el pasado 17 de abril es de clase M6.7, lo que se corresponde con una décima parte del tamaño de las llamaradas más intensas.


Fuentes: Rtve.es

28 de marzo de 2016

Hallan en Colombia primer registro de tormenta solar ocurrida en 1859

El Evento Carrington ocurrió el primero de septiembre de 1859. (Foto: Archivo)
Conocida como el Evento Carrington, esta fue la tormenta solar más potente registrada hasta el momento en el mundo. Investigadores colombianos encontraron el primer registro histórico del fenómeno en la Catedral de San Jerónimo de Montería, en Córdoba.
“El hallazgo representa el fenómeno de este tipo más alejado de las zonas polares, en donde típicamente tienen lugar las auroras que se produjeron por la actividad solar de la época”, afirma el profesor Santiago Vargas, del Observatorio Astronómico del Universidad Nacional de Colombia, uno de los investigadores del estudio.

Santiago Vargas, profesor del Observatorio Astronómico del U.N. (Foto: Nicolás Bojacá)

El Evento Carrington ocurrió el primero de septiembre de 1859, el astrónomo inglés Richard Carrington fue quien observó un enorme destello de luz sobre la superficie de nuestra estrella.

Otros registros de este fenómeno fueron reportados al norte de Panamá, por esto, en busca de rastros de la actividad auroral cerca al Ecuador, los investigadores, entre ellos Freddy Moreno, director del Centro de Estudios Astrofísicos del Gimnasio Campestre y su estudiante Sergio Cristancho, recorrieron el norte de la costa colombiana para obtener nuevo reportes.

Después de visitar decenas de lugares, el libro bautismal de la Catedral de Montería conserva una descripción del evento de 1859 e incluye algunas imágenes de las auroras pintadas a mano.


El registro histórico fue encontrado en el libro bautismal de la catedral de Montería. 
(Foto: Archivo)


El hallazgo incluye la descripción de la aurora negra. (Foto: Archivo)

El documento histórico describe el fenómeno de las auroras con mucho detalle, como lenguas de fuego en forma de ‘S’ y cortinas que se mueven de un lado a otro.

“Todas las características fenomenológicas que tiene una aurora están descritas en ese texto, incluyendo la aurora negra, que en lugar de ser brillante se ve como un hueco en el firmamento y aún se está estudiando porque no hay certeza de cómo se genera”, añade el docente Vargas.

Con los resultados de la investigación, publicada recientemente en la revista científicaAdvances in Space Research, también busca dar explicación a la presencia de las auroras en Colombia.

Según los investigadores, a diferencia del eje de rotación de la Tierra, el eje geomagnético, que se encuentra en la dirección Norte - Sur y está un poco inclinado, se mueve constantemente, por ello el Polo Norte algunas veces está más abajo y otras más arriba.

“Encontramos que en 1859 fue el momento en el cual el eje geomagnético estaba en el punto de más baja latitud, por esto la acción de la aurora llegó más abajo, lo que permitió observarla cerca al Ecuador”, añade el profesor.

Para aquella época, la tormenta solar no tuvo consecuencias nefastas sobre el planeta porque aún no se había desarrollado una tecnología satelital, sin embargo, la red de telégrafos se vino abajo.

“Por un momento imaginemos tener una tormenta solar con esa magnitud hoy en día, con los miles de satélites que tenemos orbitando en la Tierra y la cantidad de redes de distribución eléctrica y de telecomunicaciones, sería desastroso desde el punto de vista tecnológico”, puntualizó.

Una tormenta solar de este tipo haría que la tecnología se retrase. Por esto, los investigadores esperan seguir avanzando en estudios sobre el eje geomagnético de la Tierra y en la búsqueda de fenómenos similares que hayan ocurrido en latitudes más bajas, para determinar cuándo sucederá de nuevo un fenómeno de estas dimensiones.

“Derrama las auroras de su invencible luz”

Los autores plantean una posible curiosidad histórica que relaciona este evento solar con el himno de Colombia.

Se sabe que Rafael Núñez, presidente de Colombia por cuatro periodos, también fue gobernador de Panamá y observó las auroras. Una exploración minuciosa en documentos históricos y escritos suyos revela que al menos en tres de sus poemas utiliza la palabra “aurora”.

Rafael Núñez es además conocido por ser compositor del himno de Colombia y una de sus estrofas contiene la frase “...derrama las auroras, de su invencible luz”.

“Las personas asocian las auroras con el alba, pero el alba sucede de abajo hacia arriba, por el contrario las auroras se perciben como cortinas de luz que se mueven de arriba hacia abajo como “derramándose”, sostiene la investigación.

Según los expertos es al menos sugestivo especular sobre la posibilidad de que el himno de Colombia contenga una referencia directa de la mayor tormenta solar de la que existe registro.(Por: Fin/VC/dmh/APBL)

N.° 365

28 de agosto de 2015

Erupción solar récord causa estragos en la Tierra Domingo, Agosto 28, 1859


Un día como hoy en el año 1859, una tormenta geomagnética explotó sobre el Polo Norte, y causó que la Aurora Boreal brillara tan fuerte que se pudo ver claramente en algunas partes de Estados Unidos, Europa y hasta Japón. El evento produjo una erupción solar masiva con una energía de 10 mil millones de bombas atómicas; la más grande en golpear el planeta que se haya registrado. La Aurora era tan brillante sobre Colorado que los mineros de oro de las montañas Rocallosas pensaron que era de mañana y comenzaron a trabajar en el medio de la noche. Las personas en el noreste de EE.UU. informaron haber leído el periódico a la luz brillante de la aurora. Sin embargo, el evento provocó caos en el sistema de telégrafo en Europa y Norteamérica. La atmósfera altamente magnetizada provocó que los operadores de telégrafo no pudieran transmitir ni recibir mensajes; aunque algunos operadores más inteligentes se dieron cuenta que podían desconectar las baterías y aún así transmitir mensajes a Portland, Maine, usando solamente la energía auroral. La tormenta duró hasta el 2 de septiembre. Las muestras del núcleo glacial determinaron que fue dos veces más grande que cualquier otra tormenta solar en los últimos 500 años.


fuentes: History.com

18 de mayo de 2015

Sol




Por: Carolina N. Coronel
        para Astronomía Argentina
                AstroCiencias Ecuador



 

Buenas tardes astronómicos! Tenemos bastantes nubes en la ciudad de Buenos Aires, agradable la temperatura y vamos a compartir con ustedes una imagen del SDO (Solar Dynamics Observatory).

El Observatorio Dinámico Solar (SDO por sus siglas en inglés) es quien observa el sol constantemente, y tomó esta serie de imágenes de un “solar flare” (llamarada solar) bastante significante; el cual se observa como un flash de luz a la izquierda. El mismo fue capturado el 5 de Mayo de 2015 a las 6:11 pm EDT (Eastern Time), 5:11 pm GMT-3 (Horario Argentina).

Cada una de las imágenes nos muestra el sol en diferentes longitudes de onda, en particular la extrema luz ultravioleta que resalta las diferentes temperaturas del material presente en el sol. Comparando cada una de las imágenes, los científicos tratan de entender el movimiento de la materia solar y energía durante la llamarada.

Los “solar flares” son poderosas explosiones de radiación. La radiación más peligrosa no logra atravesar la atmósfera terrestre, pero sin embargo, cuando es lo suficientemente poderosa e intensa puede llegar a afectar la capa en las que viajan las señales de los GPS y comunicaciones.

Esta llamarada solar es clasificada particularmente como tipo X2,7. Las clases X denotan a los “solar flares” más potentes, mientras que el número que le sigue provee información de la fuerza. Un tipo X2 es el doble de intensa que un tipo X1, mientras que la X3 es el triple de la X1 y así sucesivamente.

Hablando un poco de la misión SDO, fue lanzada el 11 de Febrero de 2010. Esta misión se encarga de darle una mirada de cerca al sol, el cual es un recurso de todo el “clima” espacial. Este clima no solamente afecta nuestras vidas, sino que también a la Tierra misma y a todo lo que se encuentra en su atmósfera como astronautas, satélites e incluso otros planetas.

El sol, nuestra estrella, es aún un gran misterio para todos los científicos. SDO nos ayudará a entender de dónde viene la energía del sol, cómo trabaja su interior y cómo la energía es almacenada y liberada en la atmósfera solar; sí, el sol tiene atmósfera propia. Entendiendo el sol y su funcionamiento podemos entonces predecir cuándo ocurrirán estas llamaradas y dar las precauciones correspondientes para poder proteger a nuestros astronautas y satélites flotando alrededor de nuestro planeta.

SDO colecta datos todos los días, con los cuales cada 36 segundos podría llenar un CD. Este satélite no es un satélite cualquiera. Más allá de la cantidad de datos que obtiene, la mayoría de los satélites tienen un sistema de tierra compartido en nuestro planeta, donde envían los datos e imágenes; y un sistema de grabación donde se guardan estos archivos. SDO no posee este sistema de grabación y está recolectando datos todo el tiempo; por este motivo, se creó una estación terrena propia para él. Para que esto sea posible, se lo colocó en una órbita geosincrónica (GEO), lo que significa que orbita alrededor de la Tierra a su misma velocidad, por lo que la posición siempre será la misma, justo por encima de su estación terrena en Nuevo México para su constante comunicación.

Agradecemos la imagen a la NASA y les dejamos el link para más información: 
http://www.nasa.gov/mission_pages/sdo/overview/index.html

Esperamos que les haya gustado!

Saludos estelares y cielos despejados!

4 de febrero de 2015

La actividad del Sol en el siglo XVIII fue similar a la actual

Las manchas solares, como las que se ven en el centro de esta imagen, informan de la actividad del Sol. / NASA/SDO

Contar las manchas solares a lo largo del tiempo ayuda a conocer la actividad de nuestra estrella, pero los dos índices que emplean los científicos discrepan para fechas anteriores a 1885. Ahora un equipo internacional de investigadores ha tratado de armonizar los resultados históricos y ha descubierto que, en contra de lo que se pudiera pensar, la actividad solar en nuestros días es muy parecida a la que hubo en otras épocas, como en el siglo de las luces.

Los científicos llevan contando las manchas solares desde 1610 con pequeños telescopios. Así se ha comprobado que la actividad del Sol se dispara cada once años, según aumenta periódicamente el número de manchas más oscuras y frías que el resto de su superficie. Cuantas más manchas aparecen, más luminosas son las zonas que las rodean, y nuestra estrella brilla más.

Pero los ciclos de once años no tienen siempre la misma intensidad. Los picos más intensos de luminosidad en el Sol se produjeron en el siglo XX, al que los expertos han denominado ‘el máximo moderno’. Sin embargo, un equipo internacional de científicos ha revisado los datos históricos y ha comprobado que también hubo valores elevados en otras épocas.

"La correcta estimación de la actividad solar es crucial para descartar el papel del Sol en el calentamiento global”, destacan los científicos

“Ha sido toda una sorpresa comprobar que en el siglo XVIII los niveles de actividad solar fueron prácticamente iguales a los actuales”, destaca José M. Vaquero, investigador de la Universidad de Extremadura y coautor del trabajo, una revisión del número de manchas solares registradas en los últimos 400 años.

Los resultados, que publica la revista Space Science Reviews, también revelan que en otros periodos ocurrió lo contrario, como en el mínimo de Maunder (1645-1715), cuando prácticamente desaparecieron las manchas y la actividad solar se redujo drásticamente.

“Una correcta estimación de la actividad pasada y presente del Sol, nuestra principal fuente de luz y calor, es crucial para entender numerosos fenómenos que ocurren en la Tierra, especialmente para descartar el papel del Sol en el calentamiento global”, destaca Vaquero, “pero nos enfrentamos al problema de que existen dos índices o formas de calcular la actividad solar histórica, y sus datos no coinciden a la hora de describir lo que sucedió antes del siglo XX”.

Discrepancia entre índices europeo y americano

El primer índice es el International Sunspot Number o número de Wolf, ideado por el astrónomo suizo Rudolf Wolf en 1849. Actualmente es el método que sigue el Observatorio Real de Bélgica, ayudado por una red de más de medio centenar de otros observatorios astronómicos, la mayoría no profesionales. La segunda versión se denominaGroup Sunspot Number, y fue creada por los científicos estadounidenses Douglas V. Hoyt y K.H. Schatten en 1998.

“Desafortunadamente, estas dos series sólo coinciden en el periodo más moderno, desde 1885 aproximadamente”, señala Vaquero. “En los periodos anteriores, el índice americano muestra un nivel de actividad solar mucho más bajo que el europeo; y esto introduce confusiones y contradicciones cuando el número de manchas solares se usa en investigaciones modernas sobre la dínamo solar o el forzamiento del Sol en el sistema climático terrestre, por ejemplo”.

Variación del número de manchas solares desde 1700 en ciclos de once años. / Royal Observatory of Belgium/SILSO graphics

El estudio histórico de las manchas solares ha servido para detectar varios errores en las dos versiones. Sus autores, de centros como el propio Observatorio Real de Bélgica, la Universidad de Stanford y el Observatorio Solar Nacional de EE UU, también han podido corregir algunas de las incidencias detectadas.

Para realizar la investigación, desde España se ha aportado la información del catálogo de manchas solares del Observatorio de la Universidad de Valencia, elaborado entre 1920 y 1928 antes de su incendio, y los datos del Observatorio Astronómico de Madrid recogidos entre 1876 y 1986.

Fuentes: SINC

27 de enero de 2015

Los primeros 100 millones Imágenes en órbita de la NASA SDO





El 6 de julio de 2011, AIA observó, por primera vez en la historia, un cometa de zambullirse en la corona del Sol. El cometa (probablemente sólo de 10 a 50 metros de diámetro en primera; en comparación con el diámetro solar de 1,4 millones de kilómetros) era apenas visible contra el resplandor de la corona de fondo, pero mejoras de imagen (se muestra en las inserciones) reveló la cola irregularmente brillante de . los moribundos cometa

28 de octubre de 2014

Tormenta solar de 1859

Aurora boreal.

La tormenta solar de 1859, conocida también como evento Carrington por el astrónomo inglés Richard Carrington, primero en observarla, es considerada la tormenta solar más potente registrada en la historia. En el año 1859 se produjo una gran eyección de masa coronal o fulguración solar. 
A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaban al sur hasta el Caribe. El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. 
Los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norte América se vieron auroras boreales. Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del cenit
En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica. 
Se observaron auroras en zonas de latitud media, como Roma o Madrid (latitud 40°25′08″N), incluso en zonas de baja latitud como La Habana y las islas Hawái, entre otras.

En las Islas Baleares encontramos una referencia en el Diario de Menorca.

Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás no dejaron de causar un efecto maravilloso

J. Hospitaler, Diario de Menorca - Año 2 Número 237       (04/09/1859)
Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y entre los días 28 de agosto y 2 de septiembre se declararon numerosas áreas con fulguraciones.

El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con un área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, donde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.


La interacción del viento solar con la magnetosfera de la Tierra. Las distancias no están a escala.

La fulguración de Carrington
A veces, se habla de la fulguración de Carrington debido a que este científico hacía unos bocetos de un grupo de manchas solares el jueves primero de septiembre debido a la dimensión de las regiones oscuras, cuando, a las 11:18, se dio cuenta de un intenso estallido de luz blanca que parecía salir de dos puntos del grupo de manchas. 

Quiso compartir el espectáculo con alguien pero no había nadie más en el observatorio. Diecisiete horas más tarde una segunda oleada de auroras boreales convirtió la noche en día en toda Norte América hasta Panamá
Algunos ejemplos ilustran la magnitud de este hecho: se podía leer el periódico bajo la luz entre roja y verdosa de las auroras, mientras que los mineros de oro de las Montañas Rocosas se levantaron y merendaron de madrugada, creían que el Sol salía detrás de una cortina de nubes. A la sazón había muy pocos aparatos eléctricos, pero los pocos que había dejaron de funcionar, por ejemplo, los sistemas telegráficos dejaron de funcionar en Europa y Norte América.

Imagen del Sol donde pueden verse en la parte inferior unas manchas solares.




Si la *tormenta de Carrington no tuvo consecuencias brutales fue debido a que nuestra civilización tecnológica todavía estaba en sus inicios: si se diese hoy los satélites artificiales dejarían de funcionar, las comunicaciones de radio se interrumpirían y los apagones eléctricos tendrían proporciones continentales y los servicios quedarían interrumpidos durante semanas. Según los registros obtenidos de las muestras de hielo una fulguración solar de esta magnitud no se ha producido en los últimos 500 años, aunque se producen tormentas solares relativamente fuertes cada cincuenta años, la última el 13 de noviembre de 1960 (53 años).

El ciclo de actividad solar
La aparición de manchas solares, la actividad magnética, y otros datos relacionados con estos fenómenos siguen un ciclo que dura 11 años. El ciclo actual empezó el mes de enero de 2008, tras la pausa actual, llevarán unos cinco años la actividad solar será cada vez mayor. En los últimos 11 años han explotado en la superficie del Sol unas 13.000 nubes de plasma y unas 21.000 fulguraciones solares.

Se podría decir que las tormentas solares son similares a las tormentas terrestres a una escala superior, aunque, en el caso de las solares los gases del viento solar van acompañados de campos magnéticos que les dan forma y proporcionan energía. Como se da en el caso de las tormentas eléctricas son explosiones de partículas de altas energías e intensos rayos X debido de los cambios del campo magnético.

En el proceso de fusión nuclear, que origina la energía del Sol, hay una pérdida de masa del 0,7 %, que se convierte en energía tal y como expresa la conocida fórmula de Einstein: 




Cuando un gramo de hidrógeno se transforma por fusión nuclear en 0,993 gramos de helio, se liberan 50.000 kWh de energía.[cita requerida] Esta energía se transmite primero por radiación dentro de una capa esférica —zona radiante— de 500.000 km de grueso y después se transmite por convección a través de otra capa esférica de 200.000 km—zona convectiva

Esta capa de convección es como un líquido en ebullición: por esto el Sol presenta con fuerte ampliación óptica una superficie granulada correspondiente a la cumbre de las células convectivas. La estructura granulada cambia de forma rápidamente (como cambia la superficie del agua hirviendo) y una unidad de la granulación se ve aparecer y desaparecer en diez o quince minutos. 
Con estas dos clases de transporte, la energía producida al núcleo solar ya puede escapar del Sol y radiar en todas direcciones.

La mayoría de estas tormentas producen auroras boreales en las regiones árticas que comparadas con los fenómenos meteorológicos parecerían un pequeño aguacero, pero a veces, el Sol es capaz de crear un auténtico vendaval.

Nadie vivo hoy ha experimentado una tormenta de estas proporciones, pero Kenneth G. McCracken de la Universidad de Maryland descubrió en los núcleos de muestras de hielo de la Antártida y Groenlandia aumentos bruscos de nitratos, que ya se conocía que correspondían a intensas ráfagas de viento solar. La anomalía de nitratos de 1859 es la mayor en 500 años y equivale a la suma de episodios más importantes en los últimos 40 años. 


Causas
La gran tormenta de 1859 fue precedida de la aparición, en el Sol, de un grupo numeroso de manchas solares cercanas al ecuador solar, casi en el momento de máxima actividad del ciclo solar, de una magnitud tan grande que se podían ver a simple vista, con una protección adecuada. En el momento de la eyección de masa coronal el grupo de manchas estaba frente a la Tierra, aunque no parece que sea necesaria tanta puntería, cuando la materia coronal llega a la órbita terrestre abarca una extensión de 50 millones de kilómetros, miles de veces la dimensión de la Tierra.

La intensa fulguración de 1859 liberó dos eyecciones de materia coronal: la primera tardó entre 40 y 60 horas para llegar a la Tierra (tiempo habitual) mientras la segunda, liberada por el Sol antes de que se llenase el vacío dejado por la primera, solamente tardó unas 17 horas para llegar a la Tierra. 

La primera eyección iba acompañada de un intenso campo magnético helicoidal, según los datos de los magnetómetros de la época. Esta primera etapa quedó registrada en los magnetómetros de superficie como un inicio brusco de actividad, pero no tuvo otros efectos. Al principio apuntaba al norte, pero después de 15 h en lugar de reforzar el campo terrestre se oponía al campo mencionado. 
Esta oposición liberó gran cantidad de energía, que comenzó a interrumpir las comunicaciones telegráficas y formar auroras boreales, hasta pasados uno o dos días, en que, una vez que el plasma pasó más allá de la Tierra, dejó que el campo magnético de la Tierra volviese a la normalidad.

La fulguración de Carrington del primero de septiembre debió tener temperaturas de 50 megakelvin, por lo que es probable que no sólo emitiera radiación visible, sino también radiación gamma y rayos X. No hay noticia de la observación de una fulguración solar más brillante. La radiación solar sólo tarda unos 8 minutos y medio en llegar a la Tierra y si hubiera habido aparatos de radio y de onda corta en ese tiempo deberían de haber quedado inutilizados. La energía de los rayos X calentaron la atmósfera alta de la Tierra, lo que produjo su expansión entre decenas y cientos de kilómetros.

Como ya se ha mencionado se produjo una segunda ráfaga de viento solar. En el momento del impacto con la Tierra de esta segunda fulguración el campo magnético del plasma apuntaba hacia el sur, con lo que el caos geomagnético no tardó en manifestarse: la magnetosfera terrestre que suele estar a unos 60.000 km de la Tierra fue comprimido hasta llegar a unos 7.000, hasta alcanzar, quizá, la estratosfera

Cuando el cinturón de radiación de Van Allen desapareció temporalmente gran cantidad de protones y electrones se descargaron hacia la atmósfera, lo que podría haber sido la causa de las auroras boreales observadas.

La fulguración solar y la fuerte eyección de materia coronal aceleraron los protones hasta energías de 30 millones de electronvoltios si no aun mayores, lo que hizo que estas partículas entrasen, en el ártico, hasta unos 50 kilómetros de la superficie terrestre y que estas partículas depositasen una cantidad extra de energía en la ionosfera que, según Brian C. Thomas de la Universidad de Washburn desencadenó una reducción del ozono estratosférico de un 5%, y que tardó unos 4 años para recuperar lo que se había perdido. 

Una gran "lluvia" de neutrones pudo abarcar la superficie de la Tierra, pero, debido a que en aquel tiempo no había detectores, no se pudo registrar, y parece no tuvo consecuencias para la salud.

Mientras las auroras se extendían desde las latitudes altas, que les son propias, hasta otras más bajas, las corrientes eléctricas de la ionosfera y de las mismas auroras indujeron corrientes intensas a través de los continentes, y que entraron en los circuitos de telégrafo y que llegaron a quemar algunas estaciones y produjeron electrocuciones


Tormentas solares y la Era de las comunicaciones
Una tormenta solar de esta magnitud tendría graves consecuencias para la civilización actual. Los rayos cósmicos erosionan los paneles solares de los satélites artificiales y reducen su capacidad para generar electricidad. 

Muchos satélites de comunicaciones, por ejemplo la ANIK E1 y la E2 en 1994 y Telstar 401 de 1997 han resultado dañados por este motivo. Un caso un poco diferente se debe a la expansión de la atmósfera por los rayos X que produjo daños al Asko japonés el 14 de julio de 2000.

Los satélites artificiales han sido diseñados específicamente para evitar las calamidades del clima espacial, pero las redes eléctricas son incluso más frágiles. Los grandes transformadores están conectados a tierra y, por tanto, pueden ser susceptibles de ser dañados por las corrientes continuas inducidas por las perturbaciones geomagnéticas y aunque los transformadores evitasen la destrucción de los núcleos magnéticos se podrían cargar durante la mitad del ciclo de corriente alterna, lo que distorsionaría la forma de las ondas de 50 o 60 Hertz.

En el año 1859, el invento del telégrafo se había producido 15 años atrás y la infraestructura eléctrica estaba realmente en su infancia. La tormenta solar de 1994 causó errores en dos satélites de comunicaciones, afectando a los periódicos, las redes de televisión y el servicio de radio en Canadá. Otras tormentas han afectado sistemas desde servicios móviles y señales de TV hasta sistemas GPS y redes de electricidad. 

En marzo de 1989, una tormenta solar mucho menos intensa que la perfecta tormenta espacial de 1859, provocó que la planta hidroeléctrica de Quebec (Canadá) se detuviera durante más de nueve horas; los daños y la pérdida de ingresos resultante se estiman en cientos de millones de dólares.

Como señala una página web de la Universidad George Washington "la meteorología espacial, que es el resultado de los rayos X y de partículas de alta energía del Sol que interactúan de manera compleja con la Tierra, atmósfera y campo magnético, a menudo afectan a los modernos sistemas tecnológicos negativamente (por ejemplo, satélites, la red eléctrica, la radio), causando pérdidas económicas y sociales en las latitudes altas de la Tierra, como el norte de Estados Unidos, Canadá, Escandinavia y Rusia, que están en particular riesgo porque los campos magnéticos convergen en estas regiones "



Fuentes: Wikipedia