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4 de abril de 2016

Qué es la sexta extinción masiva y por qué somos los responsables

Las extinciones masivas ocurren periódicamente en la Tierra. Con 45000 millones de años a sus espaldas, puede considerarse como una fase de purificación de la madre naturaleza o como una simple cuestión de probabilidad. El caso es que ocurren, y sabemos que ha habido cinco.Ahora estamos al borde la sexta. Y es culpa nuestra.



La tasa media a la que conocemos que diversas especies se están extinguiendo es al menos 100 veces más alta que la que los paleontólogos consideran como “normal”. La cifra sale del trabajo de Elizabeth Kolbert (que le valió un Pulitzer) y que fue recogido en el libro “La Sexta Extinción”. 

El trabajo de Kolbert marcó un antes y un después en cómo la comunidad científica y política percibe el problema por irse precisamente al lado opuesto de los estudios anteriores: es extremadamente conservador. Dicho de otro modo, la estimación de esa tasa de extinción probablemente sea mucho más baja. La tasa de especies que han desaparecido en los últimos 100 años habría tardado, en otras condiciones, entre 1 y 10 milenios en desaparecer. 

En cada una de las 5 extinciones anteriores, aproximadamente un 85% de las especies desaparecieron de la Tierra. Las que quedaron definieron a su vez como sería las formas de vida siguientes. 

Por qué somos los responsables


Cráneo de Dodo

Lo dramático es que la parte que atribuye que la culpa es de los humanos es incuestionable. Los principales cambios implicados son el cambio climático, la deforestación, la alteración del equilibrio en los océanos y la agricultura.

Algunos ejemplos famosos son el dodo o la paloma migratoria, ambos animales extintos debido a la caza indiscriminada. En 1871 había unos 136 millones de palomas, en 1885, sólo 14 años más tarde, apenas quedaban algunos reductos aquí y allá. La última murió, en cautividad, en 1914 en el zoo de Cincinnati. Junto a ella, curiosamente, por poco desaparecen otras dos especies más, dos clases de piojos parásitos que la utilizaban como huésped.

En la actualidad, 77430 especies se encuentran en peligro de extinción, 22784 de ellas seriamente amenazas, el principal motivo, según recoge la International Union of Conservation of Nature (IUCN) con un 85% de los casos, se debe a cambios en el hábitat de la especie en cuestión.




Animales ya extintos

¿Puede evitarse?


A este ritmo, los primeros problemas severos podrían comenzar en apenas un par de generaciones, si no antes. Un ejemplo: si mueren insectos implicados en la polinización (como las abejas), estas acaban por extinguirse o por reproducirse de manera más dificultosa, si eso ocurre, nuestra alimentación y la de otras tantas especies se complica.


El principal punto de complejidad en todo el asunto es que nunca hay una relación directa entre una acción y las consecuencias, sino que cada una repercute de varias maneras distintas y estas a su vez en otras tantas, muchas veces entrelazadas. Las extinciones masivas se producen, a menudo, por una simple reacción en cadena.

¿Seremos los humanos víctimas de una extinción provocada por nosotros mismos? Es una pregunta muy compleja, parece que sí, que podríamos, en parte por el nivel de inteligencia de la especie y por la capacidad de adaptación. La pregunta, quizá, no es si podemos sobrevivir, sino si merecerá la pena vivir en un mundo al que le faltan el 85% de sus especies.



Fuentes: Gizmodo
Imagen: Mike Beauregard/Flickr

27 de enero de 2015

Inventario de anfibios suma 5 especies más en Ecuador

Habían pasado seis meses desde que el entonces estudiante universitario de biología Juan Pablo Reyes-Puig había recorrido el bosque. Eran jornadas nocturnas desde las seis de la tarde hasta la una de la mañana en las que bordeaba desfiladeros empinados cortados por riachuelos y ríos caudalosos del flanco oriental del Tungurahua.

Reyes-Puig quería documentar los efectos de la erupción del volcán en la fauna como parte de su tesis. Seguía trochas naturales abiertas por mamíferos como el oso de anteojos cuando en diciembre del 2007 se topó sobre un helecho con una rana en medio de cedros y podocarpus.

Su color blanquecino tierra que resaltaba sobre el follaje captó su atención. Tras siete años de análisis y comparaciones se determinó que era una nueva variedad de anfibio.

La bautizaron como Pristimantis punzan, en honor al sitio Punzan del cantón Baños (Tungurahua), donde habita. Pero no sería la única especie nueva que Reyes-Puig y su equipo encontraron. Los hallazgos siguieron en el 2008 y con el apoyo de otros científicos como Mario Yánez-Muñoz, director del Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales, la labor de campo terminó en descripciones de tres nuevas especies de anfibios de las que recién se conocen detalles con la publicación de su información en diciembre pasado en revistas científicas del exterior.

Junto con la Pristimantis punzan se describieron dos especies más: Pristimantis marcoreyesi y Pristimantis puruscafeum. A estas tres se suman otras dos encontradas en los bosques del Parque Nacional Sangay y en la cordillera del Cóndor: Pristimantis roni y Pristimantis paquishae, en su orden, cuya descripción también fue aceptada y publicada en diciembre pasado.

A estas cinco ranas terrestres recién descritas para la ciencia y endémicas del país se suman otras doce especies publicadas durante el 2014. De estas 17, quince son nuevas y dos no se habían registrado en el país.

“En el Ecuador todavía estamos lejos de tener un inventario completo de diversidad biológica. Hay estimaciones que dicen que hemos inventariado no más del 10% de las plantas y animales que existen. Seguramente va a haber muchas especies que se extingan antes de ser descritas”, dice Luis Coloma, investigador del Centro Jambato de Conservación de Anfibios.

El especialista agrega que el país alberga una alta biodiversidad, pero no ha existido una tradición histórica de investigación. A ello se suman las amenazas que enfrentan las especies de anfibios. “La principal sigue siendo la destrucción del hábitat debido a distintas actividades humanas (...). Otras son la contaminación asociada a pesticidas y plaguicidas, actividades mineras y la extracción y transporte del petróleo. Finalmente, el cambio climático y la introducción de especies exóticas, algunas de las cuales son patógenas, amenazan a muchas especies de anfibios”, asegura Juan Manuel Guayasamín, director del Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Cambio Climático (BioCamb), de la Universidad Tecnológica Indoamérica con sede en Quito.

La reducida área de extensión donde habitan ciertos anfibios y su amplia distribución a nivel nacional provocan que la mayor parte del hábitat de estas especies esté fuera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, dice Coloma.


De las cinco nuevas descritas en diciembre, cuatro viven en zonas no protegidas. 
Hay iniciativas que cuentan con el apoyo de organizaciones no gubernamentales como la Fundación Ecominga, que busca conservar áreas en la cuenca alta del río Pastaza, donde viven tres de las nuevas especies de ranas descritas, para que sirvan de conexión entre los parques nacionales Sangay y Llanganates. Yánez-Muñoz dice que solo en la última década se han descrito alrededor de 60 nuevas especies de anfibios en el país: “La revisión de colecciones de los museos, las nuevas técnicas moleculares y el acceso a reservas que antes eran remotas han facilitado. Solo en el caso de las ranas pristimantis se estima que habría 150 especies nuevas por identificar y describir”. 
El Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales incluye 15 mil ejemplares de anfibios y reptiles, muchos de estos aún no están descritos. En el país hay 547 especies de anfibios de los que el 31% está en una categoría de amenaza. 
Coloma indica que el porcentaje podría ser de más del 50%, debido a que se desconoce el estado de conservación del 27% de estas especies: “De aquellas con datos insuficientes muchas estarían en categorías de amenaza”, dice. Las características particulares de cada especie frente a las que se le parecen es un indicador para considerarla como una nueva variedad. 
Aunque las cinco cuya descripción se difundió recientemente poseen una función común, la de una reproducción directa, es decir, no ponen renacuajos sino huevos de los cuales salen las crías. 


Fuentes : El Universo

En fotos: algunas de las especies descubiertas en Ecuador hasta el 2014

Científicos ecuatorianos anunciaron el descubrimiento de 35 nuevas especies en Ecuador, tras cinco años de investigación y compilación. 
Aquí, la rana cohete de Yasuní o "Hyloxalus yasuni"
Foto: FaunaWebEcuador Santiago Ron)

La mayoría de las especies descubiertas son anfibios y reptiles, como esta lagartija de palo gargantirrojas (Enyalioides rubrigularis). Pero también hay una planta desconocida hasta el momento. Los hallazgos de los científicos fueron publicados en unas 40 revistas académicas internacionales.
Foto: FaunaWebEcuador Omar Torres C

La más reciente publicación académica que registró estos hallazgos fue la revista especializada ZooKeys. Los científicos hallaron cuatro nuevas especies de ranas arbóreas. El nombre de una de ellas, "Hypsiboas alfaroi" (en la foto), está dedicado al expresidente ecuatoriano Eloy Alfaro.
Foto: FaunaWebEcuador Santiago Ron)

Unos 40 investigadores ecuatorianos de entidades como la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), el Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales y la Escuela Politécnica Nacional participaron en la investigación, cuenta Omar Torres, profesor de la PUCE. Aquí, la ranita shiwiar o "Dendropsophus shiwiarum".
Foto: FaunaWebEcuador Santiago Ron)

El proyecto de investigación, denominado "Arca de Noé", contó con financiamiento del Estado ecuatoriano e incluyó áreas de los Andes de Ecuador y del Parque Nacional Yasuní, en la selva de la Amazonía. Entre las especies descubiertas figura esta Anolis de Otonga o "Anolis otongae".
Foto: FaunaWebEcuador Omar Torres C

Los expertos ecuatorianos creen que aún hay bastantes especies por descubrir en Ecuador. Por eso, planean lanzar una nueva fase de investigación que abarque más ampliamente el territorio ecuatoriano. Aquí, la rana de casco de Cannatella o "Osteocephalus cannatellai"
Foto: FaunaWebEcuador Santiago Ron)

"Ecuador, a pesar de ser un país megadiverso, ha sido muy poco explorado en términos biológicos. Aún hay mucho por conocer", le dice a BBC Mundo Santiago Ron, docente de la Escuela de Ciencias Biológicas de la PUCE. Una de las "nuevas" especies es este cutín de la Candelaria o "Pristimantis bellae".
Foto: FaunaWebEcuador Santiago Ron)

Santiago Ron afirma que en la investigación sobre estas nuevas especies se utilizaron técnicas de análisis genético. Aquí, una Anolis del Podocarpus o "Anolis podocarpus".
Foto: FaunaWebEcuador Santiago Ron)

"Ahora que estamos haciendo estos estudios genéticos se nos está revelando toda la biodiversidad oculta", le dice Ron a BBC Mundo. En la imagen, la rana cohete de Pastaza o "Hyloxalus italoi"
Foto: FaunaWebEcuador Santiago Ron)

Para el avance del proyecto "Arca de Noé" se espera contar con investigadores de diversas universidades que trabajen en la elaboración de un inventario de la riqueza biológica de Ecuador. Aquí, la rana bullanguera de Puyango o "Engystomops puyango".
Foto: aunaWebEcuador Santiago Ron


Fuentes: Terra

14 de mayo de 2013

Rinoceronte negro, adiós: otro mamífero extinto por la caza indiscriminada

http://mexico.cnn.com/media/2011/11/18/rinocerontes-caza-ilegal-especies-02.jpg
 Desapareció oficialmente del planeta y ahora queda sólo un tipo de esta especie: el blanco.

La última víctima de la caza sistemática es el rinoceronte negro, declarado oficialmente extinto ayer, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

Era una de las dos especies de rinoceronte de la sabana africana, la otra es el rinoceronte blanco. Tenía una longitud de 3 a 3,8 metros de largo, una altura hasta la cruz de 1,4 a 1,7 metros y un peso de 800 a 1350 kg. Se alimentaba de ramas, tallos, hojas.

Con dos cuernos de marfil, siendo el anterior más largo, y pudiendo alcanzar de 0,5 a 1,3 metros. El pequeño puede medir de 2 a 55 cm. Los rinocerontes tienen el labio prénsil muy movible para poder agarrar las plantas de las que se alimentan y arrancarlas. 




Si bien se llevan a cabo varios programas de conservación, el 25% de los mamíferos están en peligro de extinción. El presidente de la UICN, Simon Stuart, expresó: "Los seres humanos somos los guardianes de la Tierra y tenemos la responsabilidad de proteger las especies que comparten nuestro medio ambiente".

  

"Tanto en el caso del rinoceronte negro occidental como del rinoceronte blanco del norte, la situación podría haber sido muy diferente de haberse aplicado las medidas de conservación sugeridas. Estas medidas deben reforzarse ahora, especialmente en lo tocante a la gestión de los hábitats, a efectos de mejorar el rendimiento reproductivo y evitar la extinción de otros rinocerontes, como en el caso del rinoceronte de Java"
, agregó. 



Fuentes : diarioveloz.com