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25 de junio de 2017

Las erupciones solares golpean la Tierra como estornudos impredecibles

Las eyecciones de masa corporal (CME) son enormes explosiones de plasma solar y campos magnéticos de la atmósfera del Sol que pueden llegar a la Tierra. NASA
  • Científicos británicos estudia las eyecciones de masa coronal
  • Muestran una estructura más parecida a nubes que a burbujas
  • Representan una amenaza para nuestro planeta
Los movimientos de las eyecciones de masa coronal (CME) procedentes del Sol resultan mucho más difíciles de predecir ya que muestran una estructura más parecida a nubes que a burbujas.

Un estudio de científicos de la Universidad de Reading ha revelado que las CME están más influenciadas por el viento solar, a través del cual pasan para llegar a la Tierra, haciendo que sus movimientos sean mucho más difíciles de predecir que si fueran únicas entidades parecidas a burbujas como se pensaba anteriormente.

Las CME son enormes explosiones de plasma solar y campos magnéticos de la atmósfera del Sol que pueden llegar a la Tierra en uno a tres días. Un impacto directo podría tener consecuencias catastróficas, ya que las CME son capaces de dañar satélites, destruyendo dispositivos electrónicos y potencialmente exponiendo a personas a gran altitud, como astronautas y tripulantes de aviación y pasajeros, a radiación causante de cáncer. Ocurren con frecuencia, pero predecir cuáles afectarán a la Tierra y con qué probabilidad será difícil.

El profesor Mathew Owens asegura en un comunicado: "Hasta ahora, se ha asumido que las CME se mueven como burbujas a través del espacio y responden a las fuerzas como objetos únicos. Hemos encontrado que son más como una nube de polvo o estornudo en expansión. Esto significa que tratar de predecir la forma y el movimiento de las CME a medida que pasan a través del viento solar se hace extremadamente difícil, por lo tanto, si queremos protegernos de las erupciones solares, necesitamos entender más sobre el viento solar".

Comportamiento de los CME

El nuevo estudio, publicado en Nature Scientific Reports, examina en detalle por primera vez cómo se comportan los CME a medida que avanzan en el espacio y cómo interactúan con fuerzas externas como el viento solar.

Los científicos de Reading tomaron una sección transversal de un CME para examinar su estructura más de cerca. Encontraron que una CME alcanza rápidamente el punto en el cual la velocidad de su expansión excede la velocidad a la cual la información puede viajar dentro de la CME. En este punto, deja de ser una estructura coherente, por lo que cualquier distorsión a una parte de la nube causada por fuerzas externas no la afecta en su conjunto.
Amenaza para la Tierra

Los científicos están constantemente monitorizando el sol para rastrear el viento solar y el clima espacial extremo. El equipo de Reading recomienda que la información sobre el viento solar se debe incorporar en las observaciones de CME para asegurar que somos plenamente conscientes de la amenaza que representan a la Tierra.

Un estudio previo realizado por científicos de la Universidad de Reading descubrió que un cambio en la actividad solar, que se espera que ocurra a mediados del siglo, podría hacernos más vulnerables a las CME, así como concentrar la aurora boreal alrededor de los polos.

Fuentes: RTVE

15 de octubre de 2016

Obama pide a Estados Unidos que se prepare ante una gran tormenta solar

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en un acto electoral en Ohio. AFP
  • Mediante una orden ejecutiva requiere que se elabore un protocolo de actuación
  • Advierte de sus efectos en la red de energía, la aviación y las comunicaciones
El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, ha solicitado a las autoridades del país, a través de una orden ejecutiva presidencial, preparar a EEUU para una posible gran tormenta solar, según informa la web de la Casa Blanca.

En este sentido, el presidente norteamericano ha solicitado a la nación estar prevenida ante posibles eventos de clima espacial, tales como "fenómenos meteorológicos espaciales, en forma de erupciones solares, las partículas energéticas solares, y las perturbaciones geomagnéticas que se producen regularmente".

Así, ha indicado que algunos de estos fenómenos pueden provocar "efectos mensurables en los sistemas críticos de infraestructura y tecnologías, como el Sistema de Posicionamiento Global (GPS), las operaciones de satélites y la comunicación, la aviación, y la red de energía eléctrica".


Una erupción solar







Asimismo, la orden apunta que dichos fenómenos meteorológicos extremos "podrían degradar significativamente la infraestructura y desactivar una gran parte de la red de energía eléctrica, lo que se convertiría en una serie de fracasos que afectarían a servicios clave tales como el abastecimiento de agua, salud y transporte".

Igualmente, el presidente ha indicado que "el éxito de la preparación para los eventos del clima espacial se conseguirá a través del esfuerzo de toda la nación y que requiere la colaboración entre los gobiernos, los gestores de emergencias, los círculos académicos, los medios de comunicación, la industria de seguros sin fines de lucro y el sector privado".

Por último, la orden matiza que el concepto de "'clima espacial' se refiere a las variaciones en el entorno espacial entre el Sol y la Tierra (y en todo el sistema solar) que pueden afectar a las tecnologías en el espacio y en la Tierra" y que "los principales tipos de fenómenos meteorológicos espaciales son las erupciones solares, las partículas energéticas solares, y las perturbaciones geomagnéticas".

Así, ha añadido que "una 'llamarada solar' significa un breve estallido de energía intenso cerca o sobre la superficie del Sol que se asocia típicamente con las manchas solares".



Fuentes: Rtve.es

8 de octubre de 2016

El pronóstico de tormentas solares podría evitar un desastre energético

Interacción entre el viento solar y el campo magnético Tierra. Crédito: Darren De Zeeuw.

A partir de la próxima semana, las previsiones de los efectos de las tormentas solares por primera vez ayudarán a proteger la red eléctrica y los satélites de comunicaciones regionales, gracias a una nueva herramienta desarrollada por investigadores de la Universidad de Michigan (UM) y la Universidad Rice.

Las tormentas solares son torrentes de partículas cargadas y campos electromagnéticos provenientes del sol que afectan el campo magnético del planeta. Alteraciones mayores pueden enviar corrientes dañinas a las líneas de energía, obstaculizando las operaciones y poniendo en riesgo caros transformadores. También pueden dañar los satélites.

Hoy en día, los científicos saben que cuando una tormenta se dirige hacia nosotros, es imposible predecir qué región de la Tierra será más afectada. Así, las empresas de servicios públicos y los operadores de satélites no siempre pueden limitar los daños a sus sistemas mediante el corte de componentes clave.

Eso cambiará el 1 de octubre, cuando el Centro de Predicción del Clima Espacial de la de Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) comience a utilizar un nuevo modelo de pronóstico geoespacial que puede dar datos únicos de cada parcela de 350 millas cuadradas en la Tierra, y hasta 45 minutos antes del arribo de una tormenta solar.

“Esta es la primera vez que las empresas de servicios públicos tendrán un pronóstico regional de los efectos del clima espacial con cualquier tiempo de espera”, dijo Dan Welling, asistente de investigación científica en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo. “En comparación con la predicción del tiempo atmosférico, esto suena como un paso trivial, pero en términos de tiempo en el espacio, es un gran paso”.

Los seres humanos no han experimentado una tormenta solar catastrófica desde la instalación de redes eléctricas y el lanzamiento de satélites. Una poderosa tormenta geomagnética solar, fenómeno conocido como Evento Carrington, golpeó la Tierra en septiembre de 1859 causando interrupciones significativas, pero en ese tiempo sólo había cables de telégrafo. Estos siguieron recibiendo mensajes aún después de ser desconectados e incluso algunos prendieron fuego al papel.

Si un evento similar ocurriera hoy “realmente sería un desastre mucho peor que un huracán importante”, dijo Gabor Toth, profesor de investigación en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo.

Los cortes de energía podrían durar meses o más, ya que podría tomar mucho tiempo para reemplazar los transformadores eléctricos dañados. Eso es mucho tiempo en las sociedades que dependen de la electricidad para los elementos esenciales como la comida, el calor, el agua y la comunicación.

“El modelo de Geoespacio nos ayudará a proporcionar una mejor información a la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte, y a través de ellos, a los operadores de la red cuyas decisiones afectan a más de 334 millones de personas en los EE.UU. y Canadá”, dijo Howard Singer, director científico de meteorología espacial en el Centro de Predicción. “Nuestros pronósticos se pueden utilizar para proporcionar, por primera vez, la información regional procesable necesaria para reducir el riesgo de clima espacial extremo”.

Científicos han estimado que hay hasta un 12% de posibilidades de que la Tierra sea golpeada por una tormenta solar extrema en la próxima década. En 2012, un Efecto Carrington cruzó la órbita de la Tierra a sólo una semana de impacto. Desde entonces, se han tomado medidas importantes. En junio del 2014, la Comisión Federal Reguladora de Energía comenzó a requerir a los servicios públicos prepararse para las tormentas solares. Y en 2015, la Casa Blanca dio a conocer un plan de acción sobre meteorología espacial.

El clima espacial extremo puede ocurrir en cualquier momento, pero históricamente las tormentas más fuertes tienden a producirse durante la fase de declive del ciclo de actividad de 22 años del Sol.

Fuente: Universidad de Michigan

26 de septiembre de 2016

La Tierra será destruida por el Sol, según astrofísica

Según la experta Jilliam Scudder, no sé conoce con certeza que le ocurrirá al planeta a medida que el Sol aumente su brillo en los próximos 1 000 millones de años. Foto Referencial: Pixabay 

El exceso de calor que proviene del Sol hacia la Tierra podría ser determinante para la destrucción del planeta. En unos 3 500 millones de años, el agua de los océanos se hervirá y hará que el orbe se convierta en un lugar “insoportablemente caliente como Venus”, aseguró la astrofísica Jilliam Scudder, en una entrevista al portal web Business Insider, el pasado martes 20 de septiembre de 2016. 

Según la astrofísica, no sé conoce con certeza qué le ocurrirá al planeta a medida que el Sol aumente su brillo en los próximos 1.000 millones de años. Pese a ello, la teoría más cercana es que, efectivamente, el calor que provenga de la estrella logrará que se evapore más agua del planeta y, por tanto, exista una mayor concentración en la atmósfera. 

Eso significaría que se generará un efecto invernadero que será capaz de atrapar más calor y acelerar la evaporación del líquido vital. Asimismo, con el aumento de la energía solar, la radiación también sufrirá cambios bruscos al punto que dentro de 3 500 años tendrá niveles de más del 40% que la actual. 

Anteriormente, según un equipo internacional de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, se difundió otra forma, poco probable, que el 'Astro Rey' pueda terminar con el planeta. A decir de los científicos, el Sol podría emitir llamaradas capaces de devastar planetas cercanos como Mercurio, Venus y la propia Tierra. 

Esto a razón de que existen estrellas en el universo que pueden experimentar erupciones de grandes proporciones. Una erupción solar podría devastar al planeta en cuestión de segundos.

Fuentes: El Comercio 

14 de agosto de 2016

La tormenta solar que estuvo a punto de provocar una guerra atómica

Una llamarada solar similar a esta, de 2012, colapsó en 1967 los sistemas de detección de misiles de Estados Unidos - SOHO

En mayo de 1967 varios radares de defensa antimisiles estadounidenses dejaron de funcionar. De forma inmediata, Estados Unidos puso a una flota de bombarderos atómicos en estado de «lanzamiento inmediato»
Fue el 23 de mayo de 1967, en plena guerra fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Varios radares de defensa norteamericanos, especialmente diseñados para detectar misiles soviéticos en pleno vuelo, dejaron de funcionar al mismo tiempo ese día, hecho que fue interpretado como un bloqueo intencionado por parte del enemigo. El alto mando consideró el suceso como un acto de guerra y puso toda una flota de aviones equipados con armas nucleares en estado de «lanzamiento inmediato».

Pero la crisis logró evitarse. Afortunadamente para todos, las Fuerzas Aéreas norteamericanas ya disponían de un incipiente programa de observación solar, y se dieron cuenta a tiempo de que los radares de defensa se habían bloqueado debido a una gran llamarada emitida por el Sol.

El «incidente» acaba de hacerse público en un estudio publicado en «Space Weather» por parte de un grupo de físicos y antiguos oficiales, ya retirados, de las Fuerzas Aéreas norteamericanas. Y en el artículo se describe con todo detalle lo cerca que estuvo Estados Unidos de lanzar un ataque nuclear contra la Unión Soviética. Hoy en día, toda una flota de observatorios espaciales vigila al Sol minuto a minuto, avisando de cualquier llamarada. Pero no era así en los años sesenta del pasado siglo.

Los militares norteamericanos, en efecto, empezaron a monitorizar la actividad solar a finales de la pasada década de los 50, utilizando para ello telescopios terrestres. Y no fue hasta los años sesenta cuando los servicios meteorológicos de las Fuerzas Aéreas empezaron a fijarse en las llamaradas solares, erupciones masivas de radiación en la atmósfera del Sol que, cuando alcanzan la Tierra, pueden provocar cortes en las comunicaciones y los sistemas informáticos.

En 1967, las predicciones de actividad solar llegaban diariamente al Comando de Defensa Aeroespacial de Norte América (NORAD), en boletines que resumían los datos de una serie de observatorios instalados tanto en los Estados Unidos como en otros lugares del mundo.

Y el 18 de mayo de ese año apareció en el Sol un grupo inusualmente grande de manchas solares, zonas oscuras y más frías que el resto y que suelen preceder a una actividad intensa. Los científicos, de hecho, avisaron de que se podría producir en los días siguientes una llamarada mayor que las demás.

Efectivamente, los observatorios de Nuevo México y Colorado observaron un destello que fue visible a simple vista, mientras que un radio observatorio solar en Massachusetts informó que el Sol estaba emitiendo niveles sin precedentes de ondas de radio.

Los radares se desconectan

Durante el día siguiente y a medida en que el brote se desarrollaba, los radares de tres emplazamientos de misiles balísticos del Early Warning System (Sistema de Alerta Temprana), situados en la estación de las Fuerzas Aéreas de Claro, en Alaska, en a base aérea de Thule, en Groenlandia y en Fylingdales, en el Reino Unido, dejaron de funcionar casi al mismo tiempo.

Y aunque había más de un indicio disponible para darse cuenta de que las averías eran achacables a la inusitada actividad solar, saltaron todas lasalarmas ante un posible ataque nuclear por parte de la Unión Soviética. El protocolo se aplicó de inmediato y Estados Unidos se dispuso a contraatacarde inmediato.

En realidad, los tres emplazamientos militares afectados se encontraban a plena luz del sol. Y la afluencia repentina de las ondas de radio solares fueron las responsables del colapso de los sistemas, explican los autores del estudio. Por supuesto, en cuanto las emisiones solares cesaron, el supuesto «bloqueo» de los soviéticos desapareció.

Los autores del estudio explican que la información procedente del NORAD llegó justo a tiempo a manos del alto mando para que éste detuviera las acciones militares. Delores Knipp, físico espacial en la Universidad de Colorado en Boulder y autor principal del artículo, subraya que ese día, la información sobre la tormenta solar llegó con toda seguridad a manos de las más altas instancias del Gobierno, incluso probablemente a las del propio presidente Johnson.

Llamarada solar

Tras el impacto inicial de la llamarada solar, sus efectos se dejaron sentir en la Tierra durante más de una semana.Auroras boreales, que normalmente solo pueden apreciarse cerca del Polo Norte, fueron vistas incluso más al sur de Nuevo México. Según los firmantes del estudio, lo único que evitó el desastre nuclear ese día fue el correcto diagnóstico de la actividad solar llevada a cabo por los militares.

En última instancia, la tormenta llevó a los Estados Unidos a reconocer el clima espacial como una preocupación operacional más a tener en cuenta, y a construir un sistema de predicción del clima espacial más sólido y capaz, según explica el coronel retirado Arnold Snyder, uno de los «hombres del tiempo» solar del NORAD, y que estaba de servicio ese día.

Fuentes: ABC