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29 de octubre de 2020

Esta luna tiene más de 400 volcanes activos - Desvelan nuevas imágenes de Io, la luna repleta de volcanes más grande de Júpiter






















Io, la luna de Júpiter con más de 400 volcanes activos | ALMA

Los más de 400 volcanes de Io están teniendo un efecto notable en su atmósfera, mil millones de veces más fina que la de la Tierra.

El Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) ha obtenido imágenes de radio que muestran por primera vez el efecto directo de la actividad volcánica en la atmósfera de la luna Io de Júpiter.

Io es la luna con mayor actividad volcánica de nuestro Sistema Solar: tiene más de 400 volcanes activos que expulsan gases de azufre. Estos gases la tiñen amarillo, blanco, naranja y rojo cuando se congelan en su superficie.

A pesar de ser extremadamente fina (cerca de 1.000 millones de veces más fina que la atmósfera de la Tierra), la atmósfera de Io puede proporcionarnos información sobre la actividad volcánica de este peculiar satélite, así como su interior y todo lo que sucede debajo de su colorida corteza.

En estudios anteriores se había descubierto que la atmósfera de Io está compuesta principalmente de gas de dióxido de azufre generado por su actividad volcánica. "Sin embargo, no se sabe qué procesos impulsan las dinámicas de la atmósfera de Io", señala en un comunicado Imke de Pater, de la Universidad de California en Berkeley. "¿Es la actividad volcánica o la sublimación del gas [su transición de estado sólido a gaseoso] a partir de la superficie de hielo, cuando Io se expone a la luz del sol?", interroga.

Con el fin de distinguir los distintos procesos que dan origen a la atmósfera de Io, un equipo de astrónomos usó ALMA para obtener imágenes del satélite durante su paso por dentro y por fuera de la sombra de Júpiter (fenómeno conocido como eclipse).



"Al pasar por la sombra de Júpiter y dejar de recibir luz solar directa, Io se vuelve extremadamente fría y el gas de dióxido de azufre se condensa sobre su superficie. Durante ese período, lo único que vemos es dióxido de azufre de origen volcánico. De esa forma, podemos ver exactamente qué proporción de la atmósfera se ve afectada por la actividad volcánica", explica Statia Luszcz-Cook, de la Universidad de Columbia (Nueva York).

 

¿Por qué tiene tantos volcanes?

Gracias a la gran sensibilidad y capacidad de resolución de ALMA, por primera vez los astrónomos pudieron observar con mucha claridad las plumas de dióxido de azufre (SO2) y monóxido de azufre (SO) emanadas de los volcanes. A partir de las imágenes obtenidas, los científicos calcularon que los volcanes producen directamente cerca del 30-50 % de la atmósfera de Io.

























En las imágenes de ALMA también se observa un tercer gas proveniente de los volcanes: cloruro de potasio (KCI). "Vemos KCI en zonas volcánicas donde no se observa SO2 ni SO. Esta es una prueba fehaciente de que el magma es diferente en los distintos volcanes", comenta Statia.

Io presenta actividad volcánica debido a un proceso conocido como calentamiento gravitacional. Io describe alrededor de Júpiter una órbita que no es del todo circular y, al igual que nuestra Luna con respecto a la Tierra, siempre tiene el mismo lado mirando a Júpiter.

La atracción gravitacional de Europa y Ganímedes, otras dos lunas de Júpiter, genera muchísima fricción interna y calor, y de ese fenómeno nacen volcanes como Loki Patera, que se extiende por más de 200 kilómetros. "Al estudiar la atmósfera y la actividad volcánica de Io se aprende no solo sobre sus volcanes, sino también sobre su interior y los procesos de calentamiento gravitacional", explica Statia.

La temperatura de la atmósfera inferior de Io, en tanto, sigue siendo una incógnita. Los astrónomos esperan poder medirla en investigaciones futuras. "Para medir la temperatura de la atmósfera de Io necesitamos realizar observaciones con mayor resolución, y para eso tenemos que observarla durante más tiempo, algo que solo podremos hacer cuando Io se encuentre expuesta a la luz solar, puesto que no pasa mucho tiempo en el eclipse", señala Imke.

"Durante esas observaciones, Io giraría en decenas de grados. Tendríamos que usar software para corregir las imágenes y que no se vean borrosas, como hicimos con las imágenes de radio de Júpiter obtenidas con ALMA y el Very Large Array (VLA)".


Erupciones de 400 kilómetros en una luna de Júpiter
Hace tiempo que conocemos a Ío, el cuerpo con más vulcanismo de nuestro sistema solar. Más de 400 volcanes siembran esta luna y el origen no es otro que un “baile” entre satélites.

Superficie de Io/Foto: /NASA

Imagina un mundo de lava, una tierra en constante erupción, inyectando azufre y dióxido de carbono en la atmósfera. Prácticamente un infierno con erupciones que alcanzan los 400 kilómetros de altura. No se trata de una tierra primigenia, ni siquiera es nuestro mundo. 628 millones de kilómetros nos separan de esta tierra de fuego. 628 millones de kilómetros de helado espacio que se extienden entre nosotros y una de las muchas lunas Júpiter.


Su nombre es Ío y tiene un radio de 1821 kilómetros es aproximadamente del tamaño de la Luna. Esto lo convierte en el tercer satélite más grande de Júpiter y, por lo tanto, una de las cuatro lunas que Galileo pudo ver con su primitivo telescopio en 1610. Pero que no te engañe, porque a pesar de su modesto tamaño, es el cuerpo geológicamente más activo del Sistema Solar.

En este mundo de calderas, el agua escasea especialmente, y no porque no haya lagos, sino porque, directamente, ostenta el récord como cuerpo más seco del Sistema Solar. Ío es un satélite de extremos a quien el punto medio no parece sentarle bien, incluso su superficie baila entre un enorme rango de temperaturas que va desde los -130 grados centígrados hasta los 1600 en sus coladas de roca fundida.

Fuerzas de marea

Con estas cifras tan descomunales podríamos pensar que el interior de Ío es excepcionalmente activo y que en él los procesos de fisión nuclear superan a los de muchos planetas, sobrecalentándolo. Así es, al menos, la forma en que el interior de nuestro planeta “mantiene” su calor, pero en el caso de Ío nos estaríamos equivocando de cabo a rabo. Su secreto es otro y lejos de relacionarse con energía nuclear, tiene que ver con las mareas.

En concreto hablamos de fuerzas de marea, que un cuerpo que no experimenta la misma gravedad en todos sus puntos. Dado que la fuerza de gravedad se reduce con el cuadrado de la distancia, cuando dos objetos masivos están suficientemente cerca, como la Tierra y la Luna, el lado de la Luna que nos “mira” está experimentando más fuerza de gravedad que la cara oculta, frenando o incluso bloqueando su rotación. Esta misma fuerza es la que produce las mareas, deformando nuestros mares, haciendo que se eleven bajo la Luna (y en sus antípodas) y que su nivel baje en el resto del globo. Por eso nuestra luna no gira apenas sobre sí misma, porque sufre un acoplamiento de mareas. Algo parecido ocurre con Ío, pero la Luna no está plagada de volcanes, así que ¿Cuál es la diferencia?

Io, luna de Júpiter (fotografía de la NASA editada)/Foto: /NASA

Lo que cambia las reglas del juego es que Júpiter no solo tiene una luna, tiene muchísimas más, y en especial otras dos (Europa y Ganímedes) con propiedades muy interesantes. Como si fuera un balé perfectamente sincronizado, por cada vuelta que completa Ganímedes en torno a Júpiter, Europa da dos e Ío da cuatro. Esta relación tan perfecta se llama resonancia orbital, en concreto resonancia de Laplace, y es la clave del vulcanismo de Ío.

Gracias a esta excepcional sincronía, las fuerzas de marea que experimenta Ío alargan su órbita alejándola de la idea platónica de círculo para convertirla en una elipse. De esta forma, y simplificándolo un poco: esta regularidad hace que la gravedad de los satélites y Júpiter unan fuerzas para deformar a Ío entre todos, generando todo ese calor que lo ha convertido en un mundo de lava.

Las pateras de Ío

Sin embargo, es posible que estemos imaginando algo diferente de lo que realmente podemos encontrar en Ío. Sus volcanes no son esos conos elevados de nuestra Tierra. Si bien es cierto que cuenta con montañas más altas que el Everest, los volcanes de Ío son cráteres hundidos en la roca llamados pateras, y aunque también hay conos volcánicos, estos son infrecuentes y mucho más bajos debido a la poca densidad de su lava, que se esparce por el terreno antes de solidificarse.

Loki Patera en la superficie de Io (fotografía de la NASA)/Foto: /NASA

En Ío hay más de 400 pateras activas y teniendo menos de un 2% de nuestra masa, expulsa más lava que nuestro planeta y que desde su formación, hace 4500 millones de años, ha tenido tiempo de fundir toda su corteza y su manto aproximadamente ocho veces. Una renovación constante que le ayuda a mantener su corteza casi como nueva, sin restos apenas del impacto de meteoros que nos ayuden a inferir la edad del satélite.

Y a pesar de esta bullente actividad, el 10% de la temperatura de Ío es producida por una única patera. Concretamente la más grande de todas, con un diámetro de 202 kilómetros de pura lava llamada Loki Patera.

El color de la magia en Ío

Todo este vulcanismo proyecta al espacio multitud de gases presentes en la corteza terrestre, en especial dióxido de carbono y compuestos del azufre. Algunos superan la velocidad de escape y caen en las garras gravitatorias de Júpiter. Sin embargo, este planeta cuenta con un enorme escudo magnético que desvía a estas partículas cargadas eléctricamente. Su magnetismo las redirige a través de una suerte de autopistas invisibles llamadas líneas de campo, concentrándolas todas en los polos del planeta y haciéndolas impactar con su profunda atmósfera.

Cuando la erupción es suficientemente poderosa, estas colisiones ocurren por millones y el resultado son cortinas de luces bailando en el cielo, auroras polares en otros mundos muy alejados del nuestro. Por otro lado, si las partículas no consiguen superar la velocidad de escape de Ío, volverán a caer sobre su superficie, pintándola de rojo, blanco, gris y crema en una paleta de otro mundo.

Que no te metan cuento:
  • Aunque Galileo descubrió los principales satélites de Júpiter no les dio un nombre como tal. Hasta que llegó Simón Marius, Ío, Europa, Ganímedes, Calisto se llamaban con números romanos.
REFERENCIAS (MLA):

Fuentes: La Sextala razón

20 de noviembre de 2019

Dos Lunas de Neptuno Protagonizan un "Baile de Evasión"

Crédito de la imagen: NASA/JPL-Caltech


Crédito de la imagen: NASA/JPL-Caltech

Incluso para los estándares extremos del sistema solar exterior, las dos lunas más internas de Neptuno presentan unas extrañas órbitas entrecruzadas que no tienen precedentes.

Los expertos en dinámica orbital lo llaman un "baile de evasión" realizado por las pequeñas lunas Naiad y Thalassa. Los dos son verdaderos socios, orbitando a solo 1.850 kilómetros de distancia. Pero nunca se acercan tanto; la órbita de Naiad está inclinada y perfectamente sincronizada. Cada vez que pasa a Thalassa de con un movimiento más lento, las dos están separadas por unas 3.540 kilómetros.

En esta coreografía perpetua, Naiad gira alrededor del gigante de hielo cada siete horas, mientras que Thalassa, en la pista exterior, tarda siete horas y media. Un observador sentado en Thalassa vería a Naiad en una órbita que varía enormemente en un patrón de zigzag, pasando dos veces desde arriba y luego dos veces desde abajo. Este patrón de arriba, arriba, abajo, abajo se repite cada vez que Naiad da cuatro vueltas sobre Thalassa.

Aunque el baile puede parecer extraño, mantiene las órbitas estables, dijeron los investigadores.


Neptune Moon Dance (animation)
"Nos referimos a este patrón repetitivo como una resonancia", dijo Marina Brozovic, experta en dinámica del sistema solar en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California. "Hay muchos tipos diferentes de 'bailes' que los planetas, las lunas y los asteroides pueden seguir, pero este nunca se había visto antes".

Lejos de la atracción del Sol, los planetas gigantes del sistema solar exterior son las fuentes dominantes de gravedad, y colectivamente, cuentan con docenas y docenas de lunas. Algunas de esas lunas se formaron junto a sus planetas y nunca fueron a ninguna parte; otras fueron capturadas más tarde y luego encerradas en órbitas dictadas por sus planetas. Algunas orbitan en la dirección opuesta a la que giran sus planetas; otras intercambian órbitas entre sí como para evitar una colisión.

Neptuno tiene 14 lunas confirmadas. Neso, la más alejada, orbita en un circuito elíptico que la lleva a casi 74 millones de kilómetros del planeta y tarda 27 años en completarse.

Naiad y Thalassa son pequeñas y tienen la forma de Tic Tacs, que abarcan solo 100 kilómetros de longitud. Son dos de las siete lunas internas de Neptuno, parte de un sistema muy compacto que se entrelaza con anillos débiles.
Entonces, ¿cómo terminaron juntas, pero separadas? Se cree que el sistema satelital original se alteró cuando Neptuno capturó su luna gigante, Tritón, y que estas lunas y anillos internos se formaron a partir de los restos sobrantes.

"Sospechamos que Naiad fue pateada a su órbita inclinada por una interacción anterior con una de las otras lunas internas de Neptuno", dijo Brozovic. "Solo más tarde, después de que se estableciera su inclinación orbital, Naiad podría establecerse en esta resonancia inusual con Thalassa".

Brozovic y sus colegas descubrieron el patrón orbital inusual utilizando el análisis de las observaciones del telescopio espacial Hubble de la NASA. El trabajo también proporciona la primera pista sobre la composición interna de las lunas internas de Neptuno. Los investigadores utilizaron las observaciones para calcular su masa y, por lo tanto, sus densidades, que estaban cerca de la del hielo de agua.


Fuentes: NASA en Español, NASA Jet Propulsion Laboratory

24 de febrero de 2019

Descubren en Origen de la Luna más Pequeña de Neptuno

Concepto artístico de la pequeña luna Hipocampo que fue descubierta por el Hubble en 2013. Imge Credit: NASA, ESA and J. Olmsted (STScI)

Después de varios años de análisis de observaciones con el telescopio espacial Hubble de la NASA, por fin han encontrado una explicación para una luna misteriosa alrededor de Neptuno que fue descubierta con el Hubble en 2013.

La pequeña luna, llamada Hipocampo, está inusualmente cerca de una luna neptuniana mucho más grande llamada Proteus. Normalmente, una luna como Proteus debería haber barrido gravitacionalmente a un lado o tragarse la luna más pequeña mientras limpiaba su trayectoria orbital.

Entonces, ¿por qué existe la pequeña luna? Es probable que Hipocampo sea una pieza arrancada de la luna más grande que resultó de una colisión con un cometa hace miles de millones de años. La diminuta luna, de solo unos 34 kilómetros de ancho, es 1/1000 de la masa de Proteus (que tiene unos 418 kilómetros de ancho).

"Lo primero que notamos fue que no esperaría encontrar una luna tan pequeña justo al lado de la luna interior más grande de Neptuno", dijo Mark Showalter, del Instituto SETI en Mountain View, California. "En el pasado lejano, dada la lenta migración hacia afuera de la luna más grande, Proteus estuvo una vez donde Hipocampo está ahora".

Este escenario es compatible con las imágenes de la Voyager 2 de 1989 que muestran un gran cráter de impacto en Proteus, casi lo suficientemente grande como para haber destruido la luna. "En 1989, pensamos que el cráter era el final de la historia", dijo Showalter. "Con el Hubble, ahora sabemos que un pedacito de Proteus se quedó atrás y lo vemos hoy como Hipocampo". Las órbitas de las dos lunas están ahora a unos 12.070 kilómetros de distancia.

El sistema de satélites de Neptuno tiene una historia violenta y torturada. Hace muchos miles de millones de años, Neptuno capturó la gran luna Tritón del Cinturón de Kuiper, una gran región de objetos helados y rocosos más allá de la órbita de Neptuno. La gravedad de Tritón habría destruido el sistema satelital original de Neptuno. Tritón se instaló en una órbita circular y los escombros de las lunas neptunianas destrozadas se volvieron a unir en una segunda generación de satélites naturales. Sin embargo, el bombardeo de cometas continuó destruyendo cosas, lo que llevó al nacimiento de Hipocampo, que podría considerarse un satélite de tercera generación.

"Sobre la base de estimaciones de poblaciones de cometas, sabemos que otras lunas en el sistema solar exterior han sido golpeadas por cometas, destrozadas y reconstruidas varias veces", señaló Jack Lissauer, del Centro de Investigación Ames de la NASA, coautor de la nueva investigación. "Este par de satélites proporciona una ilustración dramática de que las lunas a veces son desgajadas por cometas".

12 de mayo de 2018

¿Y si la Tierra tuvo muchas lunas?

Lluvia de cometas trayendo el agua al planeta Tierra - Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics
  • Científicos sugieren que el planeta sufrió multitud de impactos con grandes cuerpos, lo que creó una auténtica lluvia de embriones lunares antes de la formación del actual satélite
La idea más aceptada sobre el origen de la Luna es que un objeto de tamaño similar a Marte y llamado Theia chocó contra el embrión del planeta Tierra hace unos 4.500 millones de años. El descomunal choque creó una nube de restos que con el tiempo se compactaron y formaron nuestro satélite, gracias a la gravedad. Por otro lado, se sabe que en aquella era los planetas terrestres se formaron gracias a impactos con embriones planetarios. Entonces, ¿esto no afectó a la Tierra con otras colisiones, aparte de Theia? ¿Fue el pasado todavía mucho más convulso de lo que pensamos?

Varios científicos sugieren que sí. Un estudio publicado recientemente en ArXiv y que está en revisión para ser publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society estudia qué habría ocurrido si, además de Theia, el planeta hubiera sufrido otros grandes choques. Los autores plantean la posibilidad de que la Tierra estuviera rodeada, durante 10 a 100 millones de años, por multitud de embriones de lunas (protolunas), nacidos de los grandes impactos. Las simulaciones han mostrado que es posible que estas lunas acabaran bombardeando el planeta, en una auténtica lluvia cataclísmica, que habría dejado a la Luna sola en su órbita.

Formación de un planeta por acreción-NATURE

«Las últimas etapas del crecimiento de planetas terrestres (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) se caracterizan por las colisiones gigantescas entre embriones planetarios», ha explicado a Universetoday.com Uri Malamud, primer autor del estudio e investigador en el Instituto Tecnológico Technion (Israel). «Colisiones así formaron grandes discos de restos, que pudieron convertirse en lunas. Tal como sugerimos, la tasa de los impactos y la evolución de las lunas hacen que la existencia de múltiples lunas y una lluvia de estas sean una parte inherente e inevitable de la teoría actual de formación de planetas», ha enfatizado Malamud.

Los autores revisan lo que pudo ocurrir en el eón Hádico (de Hades, o infierno), un período teóricamente acontecido hace 4.600 millones de años y hasta los 4.000 millones y que permitió el nacimiento y maduración del planeta Tierra. Sugieren que, si bien es improbable que el embrión terrestre sufriera muchos impactos de grandes objetos, como Theia, es probable que sufriera un número considerable de impactos con objetos menores pero considerables que llevaran al embrión del planeta a rodearse de una capa de pequeñas lunas.
Una lluvia de lunas

Los autores explican que estas lunas pudieron fundirse, ser expulsadas o bombardear la Tierra. En su estudio analizan precisamente la última opción. A través de simulaciones de fluidos, han considerado varios escenarios con diferentes tamaños de proto-lunas, distintos ángulos de impacto y varias velocidades de rotación de la Tierra embrionaria. Las simulaciones finalizaron con escenarios de formación de pequeñas lunas, que interaccionaron entre sí. En el ordenador, estas lunas chocaron contra la Tierra. Así, observaron que era perfectamente posible que la proto-Tierra adquiriera el período de rotación que actualmente tiene nuestro planeta: 23 horas, 56 minutos y 4,1 segundos.

Malamud sostiene que la caída de grandes cuerpos en una Tierra recién nacida generaría asimetrías en la composición de las rocas terrestres, que hoy podrían buscarse, y que incluso podría estar detrás de la formación del primer súper continente del planeta. «Este aspecto, sin embargo, es más especulativo, y es difícil poder confirmarlo, dada la evolución geológica del planeta desde tiempos tempranos», ha dicho.

Las ideas presentadas por los autores de este estudio modifican la hipótesis del Gran Impacto, según la cual la Luna se formó durante los primeros 10 o 100 millones de años del Sistema Solar, tras el impacto de Theia, puesto que incorporarían una historia convulsa de choques y desarrollo de proto-lunas.

La propuesta de Malamud no solo tiene relevancia para reconstruir el origen de nuestro planeta y del Sistema Solar, sino también para estudiar los exoplanetas y sus lunas. ¿Hay que contar con el bombardeo de proto-lunas en otros planetas terrestres?

En un futuro lejano podrá verse un impacto considerable, aunque quizás menos espectacular que los analizados por estos científicos. En el plazo de millones de años la luna Fobos se partirá y acabará estrellándose contra Marte, creando un anillo y probablemente generando nuevos impactos.

Fuentes: ABC

16 de abril de 2017

La NASA halla evidencias de posible vida microbiana en una de las lunas de Saturno

La NASA confirma que Encélado, una de las lunas de Saturno, puede albergar vida microscópica
  • Ha encontrado hidrógeno molecular en columnas de vapor de Encélado
  • "No vimos microbios, pero vimos su comida", asegura el director del trabajo
  • La NASA ha vuelto a observar géiseres emanando de Europa, luna de Júpiter





La NASA ha detectado la presencia de hidrógeno molecular en Encélado, una de las lunas de Saturno, lo que podría significar la existencia de microorganismos vivos en este satélite del Sistema Solar. Esta sustancia fue detectada por la sonda Cassini en 2015 en los chorros de vapor que emanan de gigantescas grietas en la región sur de Encélado desde el océano que hay bajo su superficie helada.

"El hidrógeno encontrado tiene casi todos los ingredientes que necesitarías para soportar la vida en la Tierra", ha explicado en una conferencia de prensa Linda Spilker, una de las científicas de la sonda espacial internacional Cassini, que orbita Saturno desde 2004, según recoge Efe.

Este descubrimiento, publicado este jueves en la revista Science, hace de este satélite el lugar más allá de la Tierra donde los científicos han encontrados evidencias directas de una posible fuente de vida, subraya Reuters.

"No vimos los microbios, pero vimos su comida", ha resumido el director del estudio, Hunter Waite, del Southwest Research Institute de San Antonio (EE.UU.) en declaraciones a esta revista científica.

El trabajo de investigadores de la misión Cassini indica que el gas hidrógeno que potencialmente podría proporcionar una fuente de energía química para la vida, se encuentra en el océano helado de Encélado.

La presencia de hidrógeno en el océano de esa luna de Saturno significa que los microbios -si es que existen- podrían utilizarlo para obtener energía combinándolo con dióxido de carbono disuelto en el agua.



Condiciones de habitabilidad en la luna de Saturno

El pequeño y helado Encédalo experimenta reacciones hidrotermales similares a las de la Tierra y tiene una presencia de hidrógeno que podría sugerir que en esa luna se dan condiciones de habitabilidad, según el mismo informe.

Para el autor principal del estudio, Hunter Waite, y sus colegas ese hidrógeno solo puede proceder de las reacciones hidrotermales entre las rocas calientes y el agua del océano que hay bajo la superficie congelada del satélite.

En la Tierra, ese mismo proceso proporciona energía a ecosistemas enteros que se encuentran alrededor de fuentes hidrotermales, recuerda el estudio.

Así, los autores escriben que "la presencia de hidrógeno en las columnas (de gas) de Encélado podría, por lo tanto, sugerir la existencia de temperaturas y fuentes de energía química necesarias para que en el interior de esa luna se den condiciones de habitabilidad".

Los investigadores creen que el vapor y las partículas por las que la nave Cassini pasó durante su vuelo cercano a Encédalo contenían hasta un volumen de 1,4 por ciento de hidrógeno, y del 0,8 por ciento de dióxido de carbono.

Ambos ingredientes son fundamentales para que se dé un proceso conocido como "metanogénesis", una reacción que en la Tierra mantiene vivos a los microbios en ambientes oscuros y submarinos.

Más cerca de saber "si realmente estamos solos o no en el Universo"

"Esto es lo más cercano que hemos estado, hasta ahora, a la identificación de un lugar con ingredientes necesarios para un entorno habitable", ha dicho Thomas Zurbuchen, administrador asociado de la misión científica de la agencia aeroespacial de EEUU (NASA). Zurbuchen ha añadido que estos resultados acercan a la Humanidad a responder "si realmente estamos solos o no en el Universo".

Cassini, un proyecto conjunto de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la italiana (ASI), va a ser ahora puesta en un curso por una zona no explorada entre Saturno y sus anillos para que, a los 122.000 kilómetros por hora a que vuela, entre en la atmósfera gaseosa de ese planeta en septiembre próximo y se desintegre.

Por otro lado, la NASA ha destacado que el Telescopio Espacial Hubble, que sigue una órbita circular alrededor de la Tierra a 593 kilómetros sobre el nivel del mar, en el exterior de la atmósfera, descubrió un géiser de agua en erupción en la parte más cálida de Europa, una de las lunas de Júpiter.

Esta es la segunda vez que se observa dicho fenómeno en este punto exacto, lo que significa, según los investigadores, que podría resultar ser una característica de la superficie.

"Esto es significativo porque el resto del planeta no es fácil de predecir o entender y esto está sucediendo por segunda vez en el lugar más cálido de Europa", ha añadido Mary Voytek, astrobiología de la NASA.

ANTECEDENTE 
Cassini detecta procesos hidrotermales en la luna Encelado de Saturno
En 2015, durante la inmersión más profunda de la nave Cassini en la columna que emana de las grietas en la región polar sur de la luna saturniana Encelado, los instrumentos detectaron hidrógeno molecular.


Cassini detecta procesos hidrotermales en la luna Encelado de Saturno

Los resultados se detallan en un artículo publicado en 'Science' por Hunter Waite y sus colegas del 'Southwest Research Institute', en San Antonio, Estados Unidos, que continúan demostrando que la única fuente plausible de este hidrógeno son las reacciones hidrotermales entre las rocas calientes y el agua en el océano bajo la superficie helada de la luna. Cassini detecta procesos hidrotermales en la luna Encelado de Saturno
Durante análisis posteriores, Waite y su equipo dedujeron las concentraciones de especies volátiles en el océano sub-superficial de Encélado a partir de las abundancias de la columna. 
En la Tierra, el mismo proceso proporciona energía para ecosistemas enteros alrededor de los respiraderos hidrotermales. 

 Los investigadores sugieren que el material de vapor y partículas a través del que Cassini voló contenía hasta un 1,4 por ciento en volumen de hidrógeno molecular y hasta un 0,8 por ciento de volumen de dióxido de carbono, ingredientes críticos para un proceso conocido como metanogénesis, una reacción que sostiene a los microbios en la profundidad de la tierra. ...

Fuentes: Rtve, Europapress

9 de abril de 2017

El Júpiter más grande y brillante de todo el año

Júpiter es, después del Sol, el mayor cuerpo celeste del sistema solar, con una masa casi dos veces y media la de los demás planetas juntos. NASA
  • La Tierra se sitúa entre el Sol y Júpiter, que queda opuesto a la estrella
  • Casi al mismo tiempo, Júpiter se hallará en su punto más cercano a la Tierra
  • Además, el planeta gigante quedará muy cerca de la Luna llena
El planeta Júpiter se verá desde la Tierra más grande y brillante de lo que es habitual a partir del próximo sábado, situación que se prolongará durante varios días. Según la Agencia Espacial Europea (ESA), se debe a la especial conjunción en el universo entre las posiciones que ocupan la Tierra, el Sol, la Luna y el propio Júpiter.

El 7 de abril la Tierra se situará entre el Sol y Júpiter, por lo que el planeta gigante quedará opuesto a nuestra estrella, en un fenómeno que los astrónomos denominan "oposición" y que se produce cada 13 meses aproximadamente. Casi al mismo tiempo, el 8 de abril de este año, Júpiter se hallará en su punto más cercano a la Tierra, a 666 millones de kilómetros, por lo que se verá más grande y brillante. Pocos días después, Júpiter quedará muy cerca de la Luna llena, lo que permitirá disfrutar de otra espectacular vista del cielo nocturno.
Basta usar unos buenos prismáticos para poder contemplar el disco de Júpiter y sus cuatro satélites más grandes: Io, Europa, Ganímedes y Calisto.


Júpiter brilla más que cualquier otra estrella por la tarde-noche y solo es superado por Venus, que es quien domina el cielo antes de la puesta del Sol. Basta usar unos buenos prismáticos para poder contemplar el disco de Júpiter y sus cuatro satélites más grandes: Io, Europa, Ganímedes y Calisto. Por ello, durante los próximos días se podrá ver con facilidad cómo cambian las posiciones de estas lunas si se observan durante distintas horas.

Además, los astrónomos profesionales y aficionados que cuenten con telescopios de calidad tendrán la oportunidad de ver el planeta con unos detalles sin precedentes durante el fenómeno de "oposición".


Fuentes: RTVE

11 de junio de 2016

CÓMO SE PRODUCEN LAS FASES LUNARES



La Luna es un cuerpo opaco, que brilla al reflejar la luz del Sol. A medida que se mueve en su órbita alrededor de la Tierra, la Luna presenta siempre la misma cara hacia nuestro planeta, por lo que desde la Tierra, sólo puede apreciarse la parte de su hemisferio iluminado que mira hacia nuestro planeta.

Las fases lunares se producen como consecuencia del cambio de las posiciones relativas de la Tierra, la Luna y el Sol. El porcentaje de la superficie lunar iluminada por el Sol que podemos ver desde la Tierra va cambiando a lo largo de un ciclo que se repite periódicamente cada 29 días, 12 horas, 43 minutos y 12 segundos. Conocido como mes sinódico, se trata del período que transcurre entre dos mismas fases consecutivas de la Luna.



Cuando la Luna está en conjunción (es decir, ubicada a lo largo de una línea recta con el Sol y la Tierra en cada uno de sus extremos), se encuentra en la fase conocida como Luna nueva, la posición 1 en el gráfico de arriba, en la que su lado oscuro mira directamente hacia la Tierra. Su proximidad al Sol en el firmamento terrestre durante esta fase impide su observación directa.

En los días anteriores y posteriores a una Luna nueva, además de la fase menguante o creciente, es posible observar también con un brillo tenue la porción no iluminada del disco lunar. Esto se debe a la luz del Sol que nuestro planeta refleja sobre el hemisferio lunar oscuro; este fenómeno se denomina “luz cenicienta”.

En esta imagen obtenida desde la Estación Espacial Internacional el 31 de julio de 2011, la Luna en fase menguante muestra su hemisferio oscuro brillando tenuemente gracias a la luz cenicienta reflejada por nuestro planeta. Créditos: NASA.






Durante los días que siguen a la Luna nueva, se suceden fases crecientes (posición 2 en el gráfico de arriba) en las que el porcentaje iluminado de la cara visible de la Luna aumenta progresivamente, hasta llegar a la fase conocida como cuarto creciente (posición 3), en la cual puede verse el 50% del hemisferio lunar iluminado.

Las fases crecientes continúan aumentando (posición 4) hasta que una semana más tarde la Tierra se encuentra ubicada a lo largo de una línea recta con la Luna y el Sol en cada uno de sus extremos. Esto hace que desde nuestro planeta pueda verse la totalidad del hemisferio lunar iluminado. Esta fase se denomina Luna llena (posición 5).

Durante los días que siguen a la Luna llena, se suceden fases menguantes (posición 6) en las que el porcentaje iluminado de la cara visible de la Luna disminuye progresivamente, hasta llegar a la fase conocida como cuarto menguante (posición 7), en la cual nuevamente puede verse el 50% del hemisferio lunar iluminado.

Las fases menguantes continúan avanzando (posición 8) hasta que una semana más tarde la Luna se encuentra otra vez entre la Tierra y el Sol, de nuevo en la fase de Luna nueva (posición 1).

15 de marzo de 2016

EL GIGANTE JUPITER y sus LUNAS



Fotografía por: Guillermo Enrique Bulnes Fabricante: Canon PS,SX50 1200m




Muy Buenas noches mi gente, como les informe anteriormente este pasado 8 de Marzo se llevo a cabo como a las 5 de la tarde un hermoso atardecer en la ceiba, justo en ese momento un fenómeno astral (Eclipse de Sol) se estaba realizando en Indonesia, Océano Pacifico, también la noche ayer y hoy 8 de marzo el GIGANTE JÚPITER es visible desde cualquier parte del mundo siempre y cuando las condiciones meteorológicas sean favorables para su observación lo mas maravilloso es que después del eclipse de sol, este iluminismo sus 4 lunas los los capte varias imágenes y un corto vídeo con mi objetivo Canon PS,SX50 1200mm, y estas fueron las 5 mejores que las quiero compartir con ustedes, si tiene un objetivo de largo alcance enfoque hacia el cenit 90° y encontraras al GIGANTE JÚPITER y sus LUNAS, y no se les olvide que este próximo 12 podremos observar una Super LUNA junto al Coloso JÚPITER y el próximo 23 de Marzo a las 3:39 am dara inicio otro fenómeno astronómico que no te los puede perder es el primer eclipse de luna de 2016 y La Ceiba, Honduras tendrá ese privilegio de poder obsérvalo a simple vista

Fotos: Guillermo Enrique Bulnes Tiempo de Exposición: 1/8, Apertura: F6.5, Iso: 1600




Imagenes captadas del GIGANTE JUPITER y sus cuatro lunas desde LA CEIBA, HONDURAS C.A.despues del 1er Eclipse de Sol que fue visto en Indonesia Isla del Oceano Pacifico y este proximo 23 de Marzo a las 3:39 el 1er. Eclipse de Luna visto en todo America especialmente LA CEIBA,
Foto: Guillermo Enrique Bulnes
Fabricante: Canon PS,SX50 1200m



Enfocando a Jupiter
Telescopio Celestron 120XLT de 1000mm de distancia focal con Ocular de 10mm mas Multiplicador (Barlow) de 2X

Camara: Canon T4i
Propietario: Jetemy Santiso


























Fuentes: Guillermo Enrique Bulnes