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24 de julio de 2020

Una lluvia de meteoritos gigantes bombardeó la Tierra y la Luna hace 800 millones de años

La ilustración muestra el bombardeo de una lluvia de asteroides sobre el sistema Tierra-Luna - Murayama/Osaka Univ
Fue provocada por la rotura de un gran asteroide de cerca de 100 km de diámetro en millones de fragmentos de todos los tamaños
Un equipo de investigadores de la universidad japonesa de Osaka ha estudiado a fondo 59 cráteres lunares de más de 20 km de diámetro y ha llegado a una sorprendente conclusión: todos ellos se formaron después de que un gran asteroide de más de 100 km de diámetro se desintegrara hace unos 800 millones de años, «regando» con sus fragmentos tanto la Luna como la Tierra. Los resultados de este trabajo se acaban de publicar en Nature Communications.

El análisis de los científicos, basado en los datos de las cámaras de la sonda lunar Kaguya, de la agencia espacial japonesa JAXA, indica que por lo menos 4 ó 5 por 10 elevado a la 16 fragmentos del asteroide terminaron cayendo sobre nuestro planeta y su satélite natural. Un número enorme de rocas cuyos efectos combinados fueron entre 30 y 60 veces mayores que los del impacto de Chicxulub, que hace 65 millones de años, durante el Cretácico, provocó en la Tierra la extinción masiva de cerca del 70% de las especies vivas, entre ellas los dinosaurios.

Se cree que aquél asteroide tenía entre 10 y 15 km de diámetro, y la probabilidad de que una roca de esas dimensiones golpee la Tierra se ha estimado en una vez cada 100 millones de años. Algo, sin embargo, que resulta difícil de comprobar en nuestro planeta, donde la gran mayoría de los cráteres de más de 600 millones de años de antigüedad han sido borrados por la erosión, el vulcanismo y otros procesos geológicos. Por eso, para estimar cuántos impactos de grandes meteoritos ha habido en el pasado de la Tierra, los investigadores decidieron fijarse en la Luna, que casi no tiene erosión y donde los cráteres pueden perdurar durante tiempos enormes.

De este modo, los científicos estudiaron las edades de formación de 59 grandes cráteres lunares de más de 20 km de diámetro, y examinaron también el número, la distribución y la densidad de los cráteres secundarios más pequeños (entre 100 metros y un km), formados por la eyección de materiales de los 59 cráteres principales.

Uno de ellos fue Copérnico, un enorme cráter de 93 km de diámetro y que cuenta por lo menos con 860 cráteres secundarios. Examinando la densidad y la distribución de esos pequeños cráteres, los investigadores pudieron determinar su edad. Utilizando el mismo método, los científicos hallaron que 8 de los 59 cráteres analizados se formaron al mismo tiempo, algo que no se sabía y que tiene profundas implicaciones también para la Tierra.

El estudio demuestra que hace unos 800 millones de años, que es la edad de los 8 cráteres coetáneos, tanto la Luna como la Tierra fueron golpeadas por una auténtica «lluvia de meteoritos gigantes», causada por la rotura de un asteroide mucho mayor.

Según los investigadores resulta muy probable, dadas las características de las distintas familias de asteroides conocidas, que el cuerpo principal, de unos 100 km de diámetro, fuera un pariente del asteroide del tipo C Eulalia, «padre» de toda una pila de escombros cercanos a la Tierra y que sería muy capaz de provocar una lluvia de asteroides similar sobre nuestro planeta.

A partir de estas consideraciones, los investigadores concluyeron que la disrupción de un asteroide de 100 km hace unos 800 millones de años tuvo las siguientes consecuencias: algunos de los fragmentos resultantes cayeron sobre los planetas terrestres y el Sol; otros se quedaron formando «familias», como sucede con Eulalia; y los restantes pasaron a ser asteroides cercanos a la Tierra.

Fuentes: ABC

30 de abril de 2020

Ecuador confirma caída de meteorito; SCAN verificó ausencia de radioactividad

SCAN verificó ausencia de radioactividad en el meteorito que cayó en El Empalme, Guayas. Fotos: SCAN

Las imágenes de personas manipulando con sus manos un cuerpo rocoso se hicieron vírales la noche del miércoles 22 de abril del 2020 en redes sociales. En videos, moradores del recinto Los Naranjos, en El Empalme, Guayas, narraban que el objeto había caído del cielo. 

La mañana de este jueves 23 de abril el Gobierno de Ecuador confirmó que se trató de un meteorito. “La Policía acordonó el área y la SCAN evidenció que el cuerpo no es radiactivo, lo que nos tranquiliza, por el bienestar de los pobladores”, dijo entrevistado por EL COMERCIO Rodrigo Salas, subsecretario de Control y Aplicaciones Nucleares (SCAN) del Ministerio de Energía y Recursos Naturales No Renovables de Ecuador.

Ingeniero del SCAN con el identificador portátil de radionucleidos.

“La Policia nos llamó; ellos habían acordonado el área. Siempre que cae un meteorito la gente lo manipula o se lleva fragmentos para tener un recuerdo, pero si es radiactivo puede ser muy peligroso, requiere analizarse el tipo de radioactividad”. 

La Subsecretaría desplazó hasta el lugar un identificador portátil de radionucleidos para evaluar la dosis de radiación. “Afortunadamente se evidenció que no es radiactivo. Criminalística se llevó el meteorito; nuestra preocupación es la gente, saber si había un problema”.

Perito policial que recogió el objeto para llevarlo a Criminalística.

Según la información oficial, el ingeniero químico Holger Naranjo, de la Subsecretaría, identificó el objeto espacial en un agujero de 60 centímetros de diámetro y 30 centímetros de profundidad. El meteorito, de 20 cm de alto y 17 cm de ancho, arrojó 0,9 de radiación, lo cual, según el perito, es normal y “no representa ningún riesgo para la vida”, reza en un parte policial.

Registro de medición de radiación del objeto espacial.

La caída del cuerpo celeste coincidió con la lluvia de estrellas Líridas, uno de los 38 grupos de lluvias de estrellas que se observan a simple vista, que tenía previsto alcanzar su máxima intensidad la noche de este miércoles 22 de abril.

La caída del cuerpo celeste (meteorito) se produjo sobre las 00:45 en la parroquia Guayas de El Empalme, según un parte policial de la Sub Zona Guayas de la Policía.

El sector sufrió varios cortes del fluido eléctrico, lo que en un primer momento hizo especular a los habitantes de la zona rural con la caída de un objeto volador no identificado.




Para Ronnie Nader, director de operaciones espaciales de la Agencia Espacial Civil Ecuatoriana (AECE), el objeto no tiene las características de este tipo de cuerpo espacial.

«De lo que puedo ver en las redes sociales, que es la única información que existe, la geometría y la textura son incompatibles con los efectos de reentrada atmosférica, lo que significa que no sería un meteorito», señaló a Efe el responsable de la AECE.

El que fuera el primer astronauta ecuatoriano apuntó a que podría tratarse de «un fenómeno geológico, resultado de alguna explosión local», que debería analizarse para detectar su procedencia.

Y recuerda que en Perú, hace algunos años, cayó una roca similar al objeto reportado en El Empalme, lo que causó problemas a la población ya que estos cuerpos tienen minerales y gases tóxicos, por lo que se recomienda una cuidadosa manipulación.

En las grabaciones del suceso se puede observar a personas trasladando el supuesto meteorito en un vehículo.

Al respecto, Nader sugirió que la roca fuera conducida a un laboratorio de investigación geológico.

«Tal vez es algo que cayó del cielo, pero está metido dentro de esa masa que se ve en las redes, pero esa masa es incompatible con la de un meteorito», insistió.

Esta no es la primera vez que sucede un avistamiento similar, en marzo del 2008, cuatro rocas envueltas en llamas cayeron en el cantón Daule, también en la provincia del Guayas.

Los cuerpos habrían conformado un meteorito que se desintegró, de acuerdo con las investigaciones del Observatorio Astronómico de Quito.

Entre el 16 y 25 de abril se produce la conocida como lluvia de estrellas Líridas, cuya máxima actividad tuvo lugar en la noche del miércoles.

Se trata de un fenómeno con una actividad media de 18 meteoros por hora, y una velocidad de 49 kilómetros por segundo durante varios días, informó el Observatorio Astronómico de Quito en su página de Facebook.

La entidad precisa que «los meteoros de las Líridas, son fragmentos del cometa C/1861 G1 (Thatcher), de largo período, que orbita alrededor del Sol una vez cada 415 años».



Mira el meteorito que cayó en Ecuador y que provocó conmoción entre sus habitante
¿Qué pasó?

Luego de difundirse en redes sociales múltiples fotos y videos, finalmente la Subsecretaria de Control y Aplicaciones Nucleares de Ecuador (SCAN) confirmó la caída de un pequeño meteorito en la provincia costera de Guayas.

En declaraciones con la prensa, el subsecretario de ese despacho, Rodrigo Sala, confirmó los detalles del objeto espacial que cayó a suelo ecuatoriano.


El meteorito, que cayó la noche del miércoles en la zona de El Empalme, tiene una dimensión de 20 cm de alto y 17 cm de ancho, emitiendo una radiación de 0.9, y que ocasionó un agujero de 60 cm de diámetro y 30 cm de profundidad, a causa de la caída.


Horas antes el suministro de electricidad presentaba problemas

De acuerdo a medios ecuatorianos, vecinos señalaron que el objeto iluminó el cielo por un largo tiempo y horas después descubrieron que se trataba de una roca espacial. Además, tras sufrir cortes eléctricos, los vecinos de esa zona llegaron a pensar que se trataba de un OVNI.
No es la primera vez que ocurre

El diario La Opinión recordó la caída de cuatro rocas envueltas en llamas en cantón Daule, también provincia del Guayas, en el año 2008.

En ese momento, los científicos señalaron que se trató de un meteorito que se desintegró.

Por otra parte, grupos astronómicos ya habían advertido la presencia de un fenómeno espacial para el día 16 de abril que se denominaba lluvia de Estrellas Líridas, que consiste en una actividad media de 18 meteoros por hora, y una velocidad de 49 kilómetros por segundos que orbita alrededor del Sol una vez cada 415 años.








 




 

 


Fuentes: El Universo, El Comercio, Teleamazonas, Meganoticias

19 de marzo de 2019

La mayor bola de fuego desde Chelyabinsk explota en el mar de Bering sin previo aviso


El asteroide de varios metros impactó contra la atmósfera en diciembre con una energía diez veces mayor que la bomba atómica de Hiroshima
Recreación de una bola de fuega - Archivo
Un sistema de detección de infrasonidos desplegado durante la Guerra Fría para vigilar ensayos nucleares descubre el estallido de un meteoro que había pasado inadvertido
Imagen de la bola de fuego que se vio sobre Cheliábinsk (Rusia), un objeto algo mayor que el que produjo el impacto sobre el mar de Bering. En vídeo, varios momentos previos al impacto del meteorito.UNIVERSIDAD DE VIRGINIA | REUTERS

Una gran bola de fuego impactó en la atmósfera de la Tierra el pasado diciembre provocando la mayor explosión desde el meteorito de Chelyabinsk en Rusia hace seis años y la segunda más grande en 30 años. Sin embargo, el evento pasó desapercibido para la opinión pública al producirse sobre el mar de Bering, frente a la península rusa de Kamchatka, sin previo aviso. Satélites militares estadounidenses y redes de sismógrafos recogieron el impacto, que ahora ha sido dado a conocer por científicos de la NASA en la Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria en The Woodlands, cerca de Houston, Texas (EE.UU.).

Todos los días, entre 1.000 y 10.000 toneladas de material llegan a la Tierra desde el espacio. La cantidad es grande, pero cae muy repartida y la Tierra está prácticamente deshabitada. Solo el 1% del planeta está poblado, así que es normal que no percibamos que están lloviendo piedras. En nuestra experiencia, de toda esta materia solo quedan los destellos que producen cuando se desintegran contra la atmósfera en forma de estrellas fugaces.

Pero de vez en cuando llega una roca mayor con potencial catastrófico. En 2013, un meteoro explotó sobre la región rusa de Cheliabinsk liberando 30 veces más energía que la bomba atómica de Hiroshima. Aquel fue el mayor impacto registrado del siglo y dejó cristales rotos y algunos heridos leves. Hace unos días, según informaba Newscientist, Peter Brown, de la Universidad de Ontario Occidental (Canadá), anunció que el pasado mes de diciembre otro gran impacto, provocado por un objeto de 10 metros de diámetro, sacudió la Tierra, pero lo hizo en una región tan remota que nadie lo vio.

El estallido del meteoro en la atmósfera se produjo sobre el mar de Bering, cerca de la península de Kamchatka, y liberó 10 veces más energía que la bomba de Hiroshima. El descubrimiento de aquel estallido ha sido posible meses después gracias a un sistema de monitorización global de infrasonidos, indetectables para el oído humano, desplegado por todo el mundo durante la Guerra Fría para vigilar pruebas nucleares secretas.

El descubrimiento de este gran impacto vuelve a llamar la atención sobre la dificultad para detectar objetos de pocos metros de diámetro que, si caen o estallan sobre una población, pueden tener consecuencias catastróficas. La NASA tiene un mandato del Congreso para identificar el 90% de los asteroides con órbitas cercanas a la Tierra de 140 metros de diámetro o más. Hace 15 años se estimaba que sería posible tener listo ese catálogo para 2020, pero con la tecnología actual es probable que sean necesarias tres décadas más.

Josep María Trigo, investigador del Instituto de Ciencias del Espacio (CSIC) y del Institut d'Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), explica que pese a que la mayoría de objetos de ese tamaño son todavía desconocidos, "para esas dimensiones de 10 metros ya existen diversos proyectos de seguimiento que pueden localizarlos con unos pocos días de antelación”. El telescopio Joan Oró del Observatori Astronòmic del Montsec, que contribuye a diversos programas internacionales de monitorización de asteroides, colabora en este tipo de búsquedas internacionales. Trigo recuerda cómo en 2008 “el asteroide 2008TC3 fue, con 4 metros de diámetro, el primer asteroide de ese tamaño en ruta de colisión directa con la Tierra detectado con un margen de unas veinte horas”.

Salvador Sánchez, director del Observatorio Astronómico de Mallorca y miembro de uno de los equipos que más objetos con órbitas cercanas a la Tierra ha descubierto en el mundo, plantea que este tipo de impactos son relativamente frecuentes. “Son metralla ligera que la Tierra recibe cada mes. En EE UU registran gran cantidad de estos objetos en el momento, pero no dicen nada porque caen en el mar o en los polos y los rusos, aunque igual no con tanta precisión, también los detectan, pero no dicen nada”, señala. “La Tierra es un planeta hostil y los asteroides que llegan se desintegran al entrar en la atmósfera o rebotan”, continúa. Después de muchos años detectando objetos de mayor tamaño, Sánchez explica que ahora cuentan con un sistema de telescopios que observa de forma continua un sector del cielo 24 horas al día (sistema conocido como ojo de dios) para captar la llegada de objetos de menor tamaño y poder calcular sus órbitas en el momento.

Además de este tipo de proyectos terrestres, en EE UU ya se está analizando la posibilidad de construir un telescopio bautizado como NeoCam que sería lanzado al espacio para completar con precisión el catálogo de los asteroides de más de 140 metros. Entre los más pequeños ya ha sido posible detectar con solo ocho horas de margen el impacto de un asteroide de poco más de tres metros de diámetro. La proeza fue posible gracias al observatorio Catalina Sky Survey situado en Arizona el 7 de octubre de 2008. Poco después, el centro para el estudio de NEO (objetos cercanos a la Tierra, de sus siglas en inglés) del Jet Propulsion Laboratory de la NASA calculó su órbita y el lugar probable donde caería. Con esos datos, fue posible encontrar fragmentos del objeto en Botsuana, justo donde los científicos habían predicho.

INFRASONIDOS PARA CAZAR ASTEROIDES

D. M.

Nadie presenció el estallido del último gran meteoro en el extremo oriental ruso, pero meses después ha sido posible reconstruir cómo ocurrió gracias a una red de vigilancia instalada por la Organización del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBTO, por sus siglas en inglés) para hacer cumplir los acuerdos de no proliferación nuclear durante la Guerra Fría. Se trata de 45 estaciones distribuidas por el mundo capaces de detectar ondas sonoras demasiado débiles para que el oído humano las capte y que viajan mucho más lejos y mucho más rápido que las frecuencias habituales.

En ocasiones, estas ondas pueden dar varias vueltas al mundo y eso hace que sean tan interesantes para saber si se ha producido un suceso de gran intensidad energética en algún lugar del mundo por escondido que esté. A partir de los sonidos registrados, los científicos son capaces de saber si es una explosión en un lugar fijo, como un test nuclear, o una en movimiento, como la que produce un meteoro. También se puede calcular la energía liberada, el tamaño del asteroide o su velocidad.


Fuentes: El Pais, ABC

8 de noviembre de 2018

Siete evidencias científicas sobre las bolas de fuego que están apareciendo en el cielo



La semana pasada, algunos grandes fragmentos del cometa Encke han creado varios de estos fenómenos. Dos expertos explican si esto supone algún riesgo en algún caso y con qué frecuencia los fragmentos pueden llegar a la superficie
La madrugada del pasado domingo, 4 de noviembre, apareció una impresionante bola de fuego en los cielos del sureste de Castilla-La Mancha. El fenómeno pudo verse desde lugares tan distantes como Almería, Albacete y Sierra Nevada, y en algunos puntos el destello fue tan intenso que por un momento pareció que se hacía de día. Unas 24 horas antes se registró un fenómeno similar, cuando se detectó otro intenso destello en Toledo. En aquella misma noche, algo parecido se observó en varias cámaras situadas muy lejos de allí, en los estados de Arkansas y Alabama (Estados Unidos).



En España, estos fenómenos fueron captados por varios observatorios adscritos al Proyecto SMART (siglas en inglés de «Spectroscopy of Meteoroids in the Atmosphere with Robotic Technologies»), cuya finalidad es monitorizar continuamente el cielo para estudiar el impacto contra la atmósfera terrestre de rocas procedentes del espacio.

José María Madiedo, profesor de la Universidad de Huelva e investigador principal de este proyecto ha explicado a ABC que las bolas de fuego registradas están causadas por la entrada en la atmósfera de varios fragmentos o meteoroides procedentes del cometa Encke. Este científico, junto a Miquel Serra-Ricart, investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), han explicado cuándo esas bolas de fuego suponen un peligro real y con qué frecuencia las rocas espaciales impactan contra la Tierra y se convierten en meteoritos o bien amenazan con destruir ciudades enteras.


1. ¿Por qué están apareciendo?
Bola de fuego avistada desde Almería durante el pasado 4 de noviembre - Observatorio de Calar Alto

Las bolas de fuego observadas las últimas noches forman parte del mismo fenómeno que origina la lluvia de estrellas de las Táuridas. Tal como ha explicado José María Madiedo, esta se origina cuando la Tierra atraviesa un enjambre o corriente de meteoroides –grupo de restos y pequeños fragmentos– formada tras el paso del cometa Encke.

Cada año por las mismas fechas la Tierra atraviesa varios enjambres de meteoroides dejados por distintos cuerpos progenitores, ya sean estos cometas o asteroides. Por ese motivo, cada año ocurren lluvias de estrellas por las mismas fechas –por ejemplo, las Perseidas ocurren en agosto–. Y, por ello también, esta semana han aparecido a la vez varias bolas de fuego.


2. ¿Qué son esos meteoroides?
El bólido de Cheliabinsk (Rusia). Una roca de hasta 20 metros estalló en la atmósfera en el año 2013. No fue detectada con antelación - ABC

Hemos dicho que las bolas de fuego provienen de la entrada en la atmósfera de fragmentos o meteoroides procedentes del cometa Encke. Pero, ¿qué son concretamente estos meteoroides?

Se trata de partículas sólidas o rocas que tienen un tamaño que oscila entre unos pocos micrómetros y el metro de diámetro. Proceden de asteroides, cometas, satélites o planetas. Se estima que cada año llegan a nuestro planeta entre 40.000 y 80.000 toneladas de estas partículas.


Velocidades de hasta 260.000 km/h

Estas impactan contra nuestra atmósfera a velocidades comprendidas entre los 20 y los 72 km/s (es decir, de 72.000 a 259.200 km/h) de forma que la fricción dispara su temperatura hasta llegar a los miles de grados centígrados.

Esto provoca que entren en ignición y que se desencadenen una serie de procesos químicos y físicos, como la ablación térmica, a alturas que suelen estar entre los 80 y 100 kilómetros. Es entonces cuando se generan unas estelas luminosas que reciben el nombre de meteoros, y que también se conocen con el nombre de estrellas fugaces.

La mayoría de los meteoros son causados por meteoroides que tienen tamaños similares a los de una piedra o un grano de arena, y que pesan menos de uno o dos gramos.

Imagen captada por la sonda Cassini en las cercanías de Saturno de un cometa de tipo Centauro - NASA

Normalmente, la desintegración de las partículas o la deceleración de los cuerpos más grandes provoca que el proceso de ablación, por el cual emiten su intenso brillo, acabe antes de que toquen tierra.

Bólidos y bolas de fuego

Cuando en vez de partículas entran fragmentos más grandes, a veces auténticas rocas y bloques, el brillo en el cielo es mucho mayor. Si este supera al del planeta Venus, por la noche, el fenómeno recibe el nombre de bola de fuego. Si el objeto estalla en el aire, pasa a llamarse bólido.

Si el meteoroide es lo suficientemente grande y consigue sobrevivir a su paso por la atmósfera, éste impacta con la Tierra en forma de meteorito.

Curiosamente, el proceso de frenado en la atmósfera permite que la mayoría de los meteoritos llegue al suelo a temperatura ambiente. Esto puede ocurrir incluso con los meteoritos más pesados, por lo que muchas veces no generan grandes cráteres de impacto.

El bólido de Cheliábinsk

Hay que tener en cuenta que un fragmento de tamaño importante puede atravesar todas estas etapas. Algo así pasó con el bólido de Cheliábinsk. El 15 de febrero de 2013 una roca de 17 a 20 metros de diámetro atravesó la atmósfera a unos 19 km/s, y estalló a 30 kilómetros de altura, liberando una energía equivalente a 500 kilotones, unas 30 veces más que la bomba atómica de Hiroshima. No pudo ser detectada con antelación a causa de su «pequeño» tamaño.




La explosión generó un brillo mayor que el del Sol y una potente onda de choque que dañó puertas, ventanas y cristales de multitud de edificios. Resultaron heridas leves unas 1.500 personas y se recuperaron unos 5.000 kilogramos de materiales procedentes del bólido. Entre otros, se localizó un pedazo de 650 kilogramos en el fondo del lago Chebarku.


¿De dónde vienen?

José María Madiedo ha señalado que «en la mayoría de los casos se desconoce cuál es el cuerpo progenitor –cometa o asteroide– de los meteoroides». Muchas de estas partículas, señala, quedan en el espacio y se ven muy influidas por la gravedad de Júpiter –el planeta que acumula el 70% de la masa de todos los planetas del Sistema Solar–. Por ello resulta muy difícil trazar su origen.

Cada día ocurren miles de meteoros y bolas de fuego en la atmósfera, sobre todo en las regiones deshabitadas y en los océanos, que cubren la mayor extensión del planeta. Muchos de estos quedan enmascarados por la luz del día. Siempre se cumple la regla de que cuanto mayores son los meteoroides más infrecuentes resultan.


3. ¿Por qué se estudian los meteoros?

Los meteoros son más conocidos por el nombre de estrellas fugaces. No son estrellas, sino partículas muy pequeñas ardiendo en la atmósfera - ABC

José María Madiedo ha dicho que estudiar los meteoros tiene interés porque «al analizarlos podemos averiguar la composición que tienen los cuerpos del Sistema Solar de los que proceden». Ha añadido que «también permite establecer las condiciones fisicoquímicas que existían en la nube de material a partir de la cual se formó nuestro sistema planetario». Además, estudiar los impactos «nos ayuda a hacernos una idea de cuál es el peligro de que caigan objetos mayores».

Su estudio también proporciona valiosas claves sobre los mecanismos químicos que condujeron a aparición de la vida en nuestro planeta, dado que se piensa que los meteoroides aportaron parte de las moléculas necesarias para que ésta pudiese surgir.


4. ¿Son un peligro para las naves espaciales?
Impacto en el cristal blindado de la cúpula, a bordo de la EEI - ESA/NASA

Para el científico de la Universidad de Huelva, los meteoroides son un peligro para las naves espaciales: «Son partículas que viajan a velocidades muy altas y que, por tanto, tienen una energía cinética muy grande. Una partícula tan grande como un grano de arena puede producir un cráter en una superficie metálica», ha detallado.

Los satélites y las naves van protegidos con escudos para amortiguar los impactos de las más partículas más pequeñas, que son también las más abundantes. Sin embargo, las mayores pueden provocar daños de importancia. De hecho, una partícula de basura espacial golpeó contra uno de los cristales blindadosde la Estación Espacial Internacional (EEI) hace un par de años. Un objeto mayor podría haber comprometido la seguridad de la nave.

5. Y, ¿qué son los meteoritos?
Meteorito de 12 centímetros de largo hallado en Siberia - H. Raab/Wikimedia Commons

Cuando los meteoroides son lo suficientemente resistentes y grandes, pueden llegar a impactar contra la superficie y a convertirse en un pedazo más de nuestro planeta. Son los llamados meteoritos.

Según datos de la American Meteor Society, cada día caen entre 10 y 50 meteoritos en la Tierra, aunque solo de 2 a 12 de estos suelen ser detectados por la población, ya que la mayoría cae en océanos y zonas despobladas. En principio, cada kilómetro cuadrado del planeta recibe la visita de un meteorito una vez cada 50.000 años.

Los meteoritos pueden tener una masa que va de los gramos a las toneladas. El mayor es el meteorito de Hoba, que fue hallado en Sudáfrica en 1920 y que alcanza los 54.000 kilogramos. Como pasa con el resto de partículas del espacio, cuanto mayores sean más infrecuentes resultan.


Lititas y sideritas

El 94% de los meteoritos encontrados son rocosos y reciben el nombre de lititas. Estas se subdividen en condritas (86%) y acondritas (8%). El 5% de los meteoritos son metálicos y se llaman sideritas, mientras que el 1% tienen una composición mixta y se llaman litosideritas.

El 99,8% por ciento de los meteoritos provienen del cinturón de asteroides o cinturón principal, un anillo de material rocoso situado entre las órbitas de Marte y Júpiter. Allí existen unos pocos asteroides grandes, unos 200 millones de cuerpos de más de un kilómetro y miles de millones de objetos más pequeños. Todos ellos están rodeados por incontables motas de polvo.

Los científicos han detectado meteoritos que provienen de Vesta, el tercer mayor cuerpo del cinturón de asteroides. También han podido trazar el origen de meteoritos procedentes de Marte y de la Luna.


6. ¿Puede caer en la Tierra algo más peligroso?
Los cometas y asteroides descubiertos no suponen un riesgo inminente, pero se desconoce una gran cantidad de ellos - ABC

Los asteroides y los cometas pueden dejar rastros de restos que entran en la atmósfera y generan meteoros y meteoritos. Pero, ¿qué son estos cuerpos progenitores?

Ambos son restos pequeños generados a la vez que nacieron los planetas del Sistema Solar. Los asteroides son objetos metálicos, rocosos o helados cuyo tamaño oscila entre el metro y los cientos de kilómetros de diámetro que viajan por el espacio. Los cometas son cuerpos más frágiles y menos pesados compuestos de hielo, polvo apelmazado y gases congelados. Su cuerpo puede alcanzar las decenas de kilómetros y la acción del viento solar sobre ello genera enormes colas de gases ionizados que pueden medir millones de kilómetros y que pueden ser visibles desde la Tierra.

¿En algún momento alguno de estos grandes objetos, progenitores de los meteoroides y meteoritos, podría impactar contra la Tierra? La respuesta es que podría ocurrir en cualquier momento, pero que es muy improbable.

Madiedo explica que, «ninguno de los cometas y asteroides clasificados y catalogados supone un riesgo de colisión en los próximos 100 años». Sin embargo, apunta a que el peligro también puede venir de objetos no encontrados hasta ahora.


Los objetos no descubiertos todavía

Además, recuerda a que «las órbitas de estos cuerpos puede ir cambiando con el tiempo», a causa de la influencia gravitatoria de Júpiter, lo que puede cambiar los riesgos de colisión pasados esos 100 años. Además, las colisiones de cuerpos que se producen regularmente en el cinturón de asteroides puede provocar cambios abruptos en las trayectorias de algunos de estos objetos.

Por último, señala que algunos científicos consideran que en las afueras del Sistema Solar, en el cinturón de Kuiper y la nube de Oort, puede haber objetos no descubiertos hasta ahora que se aproximen cada mucho tiempo al interior del Sistema Solar y que supongan un riesgo de impacto.

Por todo esto, señala la importancia de catalogar y sguir estos objetos de forma continua.


¿Cuándo ocurrirá?

Al igual que hay erupciones volcánicas y terremotos, cada cierto tiempo se produce el impacto de un asteroide o cometa de tamaño importante. Buena prueba de ello es el impacto que acabó con los dinosaurios. Por fortuna, los mayores impactos son extremadamente raros. Con todo, las frecuencias de impacto son las siguientes:

-Objetos de unos dos metros de diámetro: uno al año.

-Similares al de Cheliabinsk (unos 20 m de diámetro): uno cada 15 años.

-De 100 metros: uno cada 5.000 años (similar al que provocó el evento Tunguska, que arrasó 2.000 kilómetros cuadrados de tundra en Siberia y que derribó a ciudadanos, carruajes y caballos a más de 500 kilómetros de distancia).

-De un kilómetro de diámetro: uno cada medio millón de años.

-De cinco kilómetros de diámetro: uno cada 20 millones de años.

-De 10 kilómetros de diámetro (como el que produjo la extinción de los dinosaurios): uno cada 66 millones de años.

7. Los asteroides asesinos de ciudades
Un impacto como el de la imagen acabaría con la vida en la Tierra. Por suerte, este tipo de eventos son muy infrecuentes - ABC

Tal como ha explicado Miquel Serra-Ricart, «la mayoría de los objetos mayores de un kilómetro ya se han detectado», pero «todavía desconocemos muchos cuyo tamaño está entre el kilómetro y los 150 metros». Estos son lo suficientemente pequeños como para ser difíciles de detectar pero a la vez tienen un poder destructivo muy considerable.

Según ha dicho, los cercanos al kilómetro podrían provocar daños a escala planetaria, pero son más infrecuentes. Los situados en las decenas y los cientos de metros, sin embargo, son más abundantes, y están en la categoría de «city killers»,ya que tienen la capacidad de arrasar ciudades enteras si caen en el lugar adecuado.

En estos casos, «lo que realmente hace daño es la onda de presión que genera. Es una bomba, que presiona de forma súbita el aire», ha explicado Serra-Ricart.

Pero, ¿qué hay ahí fuera? En la actualidad se considera que solo se conocen el uno por ciento de todos los asteroides del Sistema Solar, aunque por suerte ya se ha descubierto el 90 por ciento de los cuerpos más masivos. En total, hasta septiembre de 2018 se han descubierto 779.736 asteroides, y cada mes se descubren 2.000 más.




Objetos cercanos a la Tierra

La situación cambia cuando algunos de estos asteroides y cometas son empujados por la gravedad del Sol y se acercan a menos de 1,3 Unidades Astronómicas (UAs) de la Tierra (una UA es la distancia que hay entre el Sol y nuestro planeta). Entonces entran en la categoría de «Near Earth Object» (NEO), u objetos próximos a la Tierra. Hasta enero de 2018 se conocían 18.819 NEOs, y cada mes se detectan unos 150 más.

Los asteroides que miden más de 150 metros de largo y se acercan a 7,5 millones de kilómetros de la Tierra (en comparación, la distancia mínima a la que se encuentran la Tierra y Marte es de 53 millones de kilómetros), se convierten en asteroides potencialmente peligrosos (PHAs, en inglés). Por término medio, solo el cuatro por ciento de los NEOs son además objetos potencialmente peligrosos. Hasta septiembre de 2018 se conocían 1.929 PHAs.


Órbitas de cerca de mil PHAs en el Sistema Solar interior. El trazo de las órbitas exagera su tamaño e importancia - NASA/JPL-CaltechPor si acaso, los astrónomos están en todo momento rastreando el cielo en busca de objetos brillantes que pudieran ser asteroides o cometas con rumbo a la Tierra. Este trabajo es desempeñado por múltiples observatorios terrestres y espaciales, como Pan-STARRS 1, Catalina Sky Survey, Spacewatch , LINEAR, De Cam Neo Survey o NEOWISE.

Además, los científicos tratan de asesorar a los gobiernos para prepararse en caso de grandes contingencias.

Sin embargo, según Serra-Ricart, con los medios actuales no se puede predecir la mayoría de los impactos de objetos de decenas de metros, aunque por suerte se trate de eventos poco frecuentes.

En cuanto a los mayores impactos, provocados por rocas de un kilómetro de largo, cree que actualmente no se podría hacer nada para evitarlo. Sin embargo, aboga por resolver problemas terrenales, como redistribuir la riqueza y combatir la pobreza, antes que hacer las inversiones que harían falta para evitarlo. «Sí que apostaría por invertir más recursos en tener controlada a la población de NEOs», ha opinado.

En ese momento, la NASA prepara la misión DART («Double Asteroid Redirection Test») para probar la tecnología de los impactadores cinéticos, cuyo fin es desviar asteroides de su trayectoria para evitar choques contra la Tierra.



Fuentes: ABC

21 de enero de 2018

Meteorito en Míchigan

El pasado 17 de enero, a las 1:09 horas UT (20:09 hora local del día 16) un espectacular bólido fue observado en el firmamento del estado de Míchigan (EE.UU.). Según el USGS (Servicio Geológico de los Estados Unidos) este cuerpo chocó contra la superficie terrestre a unos 8 kilómetros al oeste-suroeste de la localidad de New Haven ocasionando un terremoto de intensidad 2 (ver artículo "M 2.0 Meteorite - 0km N of Walled Lake, Michigan"). No hay reportado ningún daño por parte de las autoridades.







Por otro lado y según datos publicados por la American Meteor Society se estima que el cuerpo entró a 45.000 kilómetros por hora en nuestra atmósfera (Ver artículo "Bright Fireball spotted over Michigan").

Aquí os compartimos algunos vídeos de este espectacular fenómeno. Podéis descubrir la diferencia entre meteoro, meteorito y meteroide en el siguiente artículo "Meteoritos: 
Cuerpos menores del Sistema Solar".

Fuentes: astrofisicayfisica

21 de septiembre de 2017

El lugar más caliente que haya existido jamás sobre la Tierra

El cráter de Mistastin, en Labrador (Canadá) - Wikipedia
El impacto de un meteorito hace casi 40 millones de años subió la temperatura de las rocas a 2.370ºC en lo que ahora es Canadá
Hace 40 millones de años, un meteorito impactó en lo que ahora es Canadá, provocando la temperatura más alta jamás registrada en la superficie de la Tierra: unos infernales 2.370ºC. Esa es la conclusión de un equipo internacional de científicos tras analizar las rocas de un gigantesco cráter de 28 km localizado en Labrador. La pista se la han dado unas piedras utilizadas en joyería que compiten con los diamantes y que solo pueden formarse con un calor extremo.

Los investigadores saben desde hace tiempo que la Tierra fue bombardeada regularmente por meteoritos y otros objetos espaciales durante sus años de formación. Y algunas de esas colisiones dejaron cráteres que han sobrevivido hasta nuestros días. Uno de ellos es el del lago Mistastin, en Labrador, Canadá, cuyas grandes dimensiones sugieren que la roca que lo creó hace unos 40 millones de años era de un tamaño más que considerable.

La mayoría de los cráteres no revelan demasiado sobre el objeto que los causó, porque este se evapora durante el impacto. De igual forma, la mayor parte del material golpeado también desaparece. Por este motivo, a los científicos les ha resultado difícil aprender más sobre la naturaleza de las rocas espaciales y las condiciones que ocurrieron cuando golpearon la Tierra, explican en Phys.org. Una cosa que los científicos saben, sin embargo, es que cuando se producen estas colisiones colosales, una gran cantidad de energía se libera en forma de calor. Ahora, el equipo de Nicholas Timms, de la Universidad de Curtin, en Perth, Australia, ha sido capaz de medir el calor producido cuando el objeto golpeó el suelo en Canadá.

Según explican en la revista Earth and Planetary Science Letters, el equipo encontró evidencias de circonio, un mineral común, transformado en circonia cúbica, también llamada circonita o zirconita, una gema muy parecida al diamante. Resulta que hacen falta temperaturas de 2.370ºC para que esto ocurra, por lo que el calor generado por el impacto tuvo que ser ese por lo menos. Es la más alta jamás encontrada de forma natural en la superficie de la Tierra. Los científicos ya sospechaban que estos impactos podían alcanzar los 2.000ºC, pero había que probarlo. «Nadie había considerado utilizar circonio como registrador de las temperaturas de impacto», dice Timms a New Scientist. «Esta es la primera vez que tenemos una indicación de que rocas reales pueden ponerse tan calientes».

Fuentes: ABC

30 de junio de 2017

¿Por qué el 30 de junio se celebra el Día del Asteroide?

Los astrónomos aseguran que "el peligro de impacto es real" y la tecnología e investigación son las únicas vías para evitarlo. | Foto: NASA

La fecha fue elegida para recordar el "evento Tunguska", cuando un asteroide impactó violentamente en Siberia el 30 de junio de 1908.

El viernes 30 de junio se celebrará por primera vez, oficialmente, el Día Internacional del Asteroide, que pretende concientizar el peligro del impacto de los asteroides en la Tierra según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

La iniciativa, además, pretende sensibilizar sobre la importancia de seguir invirtiendo para estudiar y rastrear estos cuerpos celestes, que de los más de 750.000 que existen en el sistema solar, 1.800 tienen órbitas "cercanas" a la Tierra, y según astrónomos "el peligro de impacto es real".

La fecha elegida recuerda el "evento Tunguska", cuando un asteroide impactó violentamente en Siberia el 30 de junio de 1908, causando graves incendios de árboles en un área de 2.150 kilómetros cuadrados, rompiendo ventanas y haciendo caer a personas a 400 kilómetros de distancia.

Tras el "evento Tunguska" las noches eran tan brillantes en partes de Rusia y Europa que se podía leer tras la puesta de sol sin necesidad de luz artificial.



Para conmemorar el Día Internacional del Asteroide se celebrarán actos este viernes en decenas de lugares del mundo, donde habrá charlas y talleres para aumentar la concienciación del público sobre el peligro del impacto de los asteroides en nuestro planeta, informó el astrofísico y uno de los coordinadores del Día del Asteroide en España, Josep María Trigo.

En el marco de la conmemoración, un grupo de astrónomos del Observatorio de Turín, Italia, alertó la necesidad de seguir rastreando el curso del asteroide Apofis, una mole rocosa de 370 metros de largo que pasará solo a 30.000 kilómetros de distancia del planeta, por lo que la gravedad de la Tierra influirá en el curso de esta roca y no se descarta la posibilidad de que choque contra la Tierra.

La decisión de aprobar el Día del Asteroide fue tomada durante el 71 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, que fue respaldada por la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre (COPUOS), durante su 59 período de sesiones en junio de 2016. Aunque se celebra desde 2015, es en 2017 cuando este Día se conmemora oficialmente por primera vez.

Fuentes: telesurtv

FELIZ DIA DEL ASTEROIDE










FELIZ DIA DEL ASTEROIDE

Cita con Rama se publicó en 1973 y es, evidentemente, pura ficción. Sin embargo, el relato es sugestivo: la capacidad del espacio exterior para comprometer la vida en este planeta es tan cierta como lo eran, hace 66 millones de años, los dinosaurios.



Por eso cada año, el 30 de junio se celebra el Día del Asteroide con la intención de crear conciencia sobre este problema y debatir sobre las posibilidades que tenemos para proteger a la Tierra. Desde este año, además, está reconocido por la ONU.

El espacio es un lugar maravilloso, pero, como la noche, también es oscuro y alberga horrores. No está de más recordarlo, al menos una vez al año.


Imágenes | Jay Huang

Fuentes: xataka

Tunguska: la explosión de 12 megatones que nos recuerda que el espacio está lleno de maravillas, pero también de horrores



El 30 de junio de 1908 una explosión del tamaño de una bomba H destruyó millones de árboles en decenas de kilómetros a la redonda. Así entró Tunguska, una remota región siberiana, en los libros de historia.

La explosión fue tan salvaje que se llegó a hablar de antimateria en 1965 o incluso de un diminuto agujero negro en 1973 . Pero esas no son, ni de lejos, las explicaciones más "interesantes". Se ha hablado de ovnis estrellándose por accidente o, atención, de una prueba de concepto del famoso "rayo de la muerte" de Nikola Tesla.


¿Qué pasó en Tunguska?


Sin embargo, la realidad es mucho más prosaica y, hoy por hoy, los científicos discuten si se trataba de un asteroide pequeño o del fragmento de un cometa. Porque ni en 1921 (cuando se envió la primera expedición al lugar), ni en ninguna de las expediciones posteriores se ha encontrado algo parecido a un cráter.

¿Cómo sabemos entonces que ocurrió algo en Tunguska esa mañana de junio? Pues porque se enteró todo el mundo: los sismógrafos de toda Asia y toda Europa captaron la explosión; el Observatorio de Greenwich captó variaciones en la presión atmosférica por la cantidad de aire puesto en circulación; y, para rematar, el polvo en suspensión hizo que en el norte de Eurasia la noche fuera tan brillantes que parecía de día.

Es decir, algo pasó en aquellas deshabitadas tierras del Óblast de Irkutsk, de eso no hay duda. La teoría más aceptada es que ese pequeño meteorito originó una explosión termonuclear a unos 8 kilómetros de altitud y con una potencia de 12 megatones. Todo lo de después fue muerte y destrucción.


¿Podría repetirse?

La respuesta corta es sí. De hecho eventos como el del Mediterráneo Oriental, el de Vitim o incluso el de Cheliábinskmuestran que es posible que se repita. La respuesta larga es que se trata de algo poco probable. No sólo porque este tipo de eventos sean ya de por sí algo bastante raro, sino porque (como en todos estos casos) cuando se producen, se suelen dar en zonas despobladas.
  • No es casualidad: la inmensamayoría de la superficie de la Tierra está despoblada. No obstante, no debemos bajar la guardia. Hace un par de años, la gente de Microsiervos rescataba un texto de Arthur C. Clarkedonde imaginaba qué pasaría si Tunguska ocurría en el corazón de Europa:
  • A las 9.46 (meridiano Greenwich) de la mañana del 11 de septiembre, en el verano excepcionalmente hermoso del año 2077, la mayor parte de los habitantes de Europa vieron aparecer en el cielo oriental una deslumbrante bola ígnea. En cuestión de segundos se tornó más brillante que el Sol y al desplazarse en el cielo -al principio en completo silencio– iba dejando detrás una ondulante columna de polvo y humo.
  • En algún punto sobre Austria comenzó a desintegrarse produciendo una serie de explosiones, tan violentas que más de un millón de personas quedaron con los oídos dañados para siempre. Fueron las afortunadas.
  • Desplazándose a cincuenta kilómetros por segundo, un millón de toneladas de roca y metal cayó sobre las llanuras del norte de Italia y destruyó con una llamarada de segundos la labor de siglos. Las ciudades de Padua y Verona fueron barridas de la faz de la Tierra; y las últimas glorias de Venecia se hundieron para siempre en el mar cuando las aguas del Adriático avanzaron atronadoras hacia tierra después de aquel golpe fulminante venido del cielo.
  • Seiscientas mil personas murieron, y el daño material se calculó en más de un trillón de dólares
Feliz día del Asteroide


Cita con Rama se publicó en 1973 y es, evidentemente, pura ficción. Sin embargo, el relato es sugestivo: la capacidad del espacio exterior para comprometer la vida en este planeta es tan cierta como lo eran, hace 66 millones de años, los dinosaurios.

Por eso cada año, el 30 de junio se celebra el Día del Asteroide con la intención de crear conciencia sobre este problema y debatir sobre las posibilidades que tenemos para proteger a la Tierra. Desde este año, además, está reconocido por la ONU.

El espacio es un lugar maravilloso, pero, como la noche, también es oscuro y alberga horrores. No está de más recordarlo, al menos una vez al año.


Imágenes | Jay Huang

Fuentes: xataka

Los astrónomos recuerdan, sin ser alarmistas, que "el peligro de impacto de un asteroide es real"

La fecha elegida recuerda el "evento Tunguska", cuando un asteroide impactó violentamente en Siberia el 30 de junio de 1908. THINKSTOCK
  • 1.800 de ellos tienen órbitas "cercanas" a la Tierra
  • Este viernes 30 de junio se celebra el Día del Asteroide
  • La iniciativa quiere fomentar el estudio de estos cuerpos celestes
De los más de 750.000 asteroides que hay en nuestro sistema solar, 1.800 tienen -en términos astronómicos- órbitas "cercanas" a la Tierra, por lo que, sin ser alarmistas, "el peligro de impacto es real", señalan a Efe astrónomos, que aseguran que tecnología e investigación son las únicas vías para evitarlo.






Este viernes 30 de junio se celebra en todo el mundo el Día del Asteroide, una iniciativa que tiene detrás a científicos, astronautas o músicos -como el guitarrista de Queen y astrofísico, Brian May- y que pretende, entre otras cosas, sensibilizar sobre la importancia de seguir invirtiendo para estudiar y rastrear estos cuerpos celestes.

La fecha elegida recuerda el "evento Tunguska", cuando un asteroide impactó violentamente en Siberia el 30 de junio de 1908 causando graves daños y arrasando 100 kilómetros de masa forestal.

Para conmemorarlo se celebran actos en decenas de lugares del mundo, entre ellos Madrid, Barcelona, Granada, Castellón, Canarias o Baleares, donde habrá charlas y talleres, relata a Efe Josep María Trigo, astrofísico y uno de los coordinadores del Día del Asteroide en España. El objetivo es aumentar la concienciación del público sobre el peligro del impacto de los asteroides en nuestro planeta.

Y es que de los 750.000 asteroides de los que se tiene constancia en nuestro sistema solar, unos 16.000 están catalogados como NEOs (objetos próximos a la Tierra), lo que implica que sus órbitas pasan cerca -siempre en términos astronómicos- de la órbita terrestre.

De estos 16.000 objetos rocosos, unos 875 tienen más de un kilómetro de diámetro, detalla Trigo, líder del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias del Instituto de Ciencias del Espacio, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Asteroides Potencialmente Peligrosos (PHAs)
Hay otra catalogación, los Asteroides Potencialmente Peligrosos (conocidos como PHAs), todavía más cercanos a la Tierra. De estos se conocen 1.800, con órbitas cercanas a la Tierra de unos 7,5 millones de kilómetros y con diámetros de más de 150 metros, explica Trigo, también asociado al Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña.

La última vez que se detectó un PHAs fue en abril de este año, el "2014 JO25", de unos 650 metros y que en su máximo acercamiento a la Tierra estuvo a 1,8 millones de kilómetros -desde 2004 no pasaba un asteroide de este tamaño o mayor "tan cerca" de la Tierra, informó en su día la NASA, que señaló que el próximo encuentro conocido de un asteroide de tamaño comparable no se producirá hasta 2027-.

Todos estos asteroides los rastrea el Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA en California, pero más difícil es evitar su impacto. Misiones como AIDA (The Asteroid Impact & Deflection Assessment) es lo que pretenden, pero una de sus patas está en "espera".

NASA y Agencia Espacial Europea (ESA)
Se trata de un proyecto de dos partes, una de la NASA y otra de la Agencia Espacial Europea (ESA), que en su último consejo ministerial -diciembre de 2016- no logró reunir por parte de los países miembros el dinero suficiente para financiar su desarrollo.

La misión europea se llama AIM (Asteroid Impact Mission) y la estadounidense DART (Double Asteroid Redirection Test): el objetivo era llegar a Didymos, un sistema binario de asteroides; la parte de la NASA incluye una nave que impactará con uno de los asteroides, impacto que AIM observaría en directo para transmitir los datos.

La ESA insiste en que quiere tener un programa de protección planetaria que estudie la posibilidad de desviar la trayectoria de asteroides, por eso trabaja en una versión simplificada de AIM y más barata, que de ser apoyada por los países se podría lanzar en 2022.

"La ESA quiere hacer esa misión, pero falta que los países decidan financiarla; seguimos trabajando sin tregua para que sea así, pero habrá que esperar a 2019 -próxima ministerial- para conocer la decisión", afirma a Efe Adriano Campo Bagatin, de la Universidad de Alicante y uno de los participantes en AIDA.

El 90% de la investigación, en EE.UU.
Para Bagatin, en cuanto a la inversión, hay dos realidades muy diferentes: la de EEUU, donde hay una inversión razonable en este campo -el 90% de los esfuerzos para descubrir asteroides potencialmente peligrosos se han realizado allí- y la del resto del mundo, incluyendo a Europa, que "no termina de tomarse en serio el asunto y prefiere esperar a que los norteamericanos hagan todo".

Así, el Día del Asteroide, apoyado por la ONU, es una oportunidad para informar y sensibilizar al público general sobre el riesgo que pueden representar y sobre la posibilidad de avanzar hacia una estrategia de mitigación de "la única catástrofe natural quizás evitable con los medios actuales", resume este investigador.

Fuentes. RTVE