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22 de marzo de 2022

Los pterosaurios ya volaban en el hemisferio sur en el amanecer de estos reptiles

Hace 200 millones de años tres Pachagnathus acosan a un Yelaphomte que se oculta en el tronco de una conífera. / Reconstrucción realizada por el paleoartista Jorge Blanco

Al noroeste de Argentina, un equipo de paleontólogos ha identificado los restos de dos nuevas especies de pterosaurios, las más antiguas halladas hasta el momento en el hemisferio sur. La investigación demuestra que, en sus orígenes, estos animales extintos estaban más distribuidos por el mundo de lo que se pensaba hasta ahora.

Hace más de 205 millones de años, los pterosaurios estaban también en los cielos del hemisferio sur, sobrevolando las cabezas de antiguos dinosaurios carnívoros y herbívoros gigantes, tortugas y pequeños antecesores de los mamíferos.

Estos nuevos hallazgos proporcionan evidencia de una distribución global más amplia y una diversidad mayor de pterosaurios casi desde el comienzo de su historia evolutiva

Ricardo Martínez, Universidad Nacional de San Juan
 
Un equipo de científicos argentinos acaba de extender las ramas del árbol genealógico de estos reptiles voladores al identificar en el país sudamericano los restos fósiles pertenecientes a dos nuevas especies: Yelaphomte praderioi y Pachagnathus benitoi. Los resultados se publican en la revista Papers in Palaeontology.

“Nuestro descubrimiento demuestra que en el Triásico, aún en el amanecer de estos animales, los pterosaurios vivían y ya estaban diversificados en el hemisferio sur”, explica a SINC el paleontólogo Ricardo Martínez, investigador de la Universidad Nacional de San Juan en Argentina y autor principal del trabajo.

Todavía se debate el momento de la aparición de estos parientes alados y lejanos de los dinosaurios. Hasta el momento, la hipótesis imperante indica que se habrían originado en el hemisferio norte. Los fósiles de pterosaurios más antiguos conocidos han sido hallados en los Alpes, en Groenlandia y en EE UU. La nueva investigación, aunque no la contradice, pone dudas al respecto.


 Pterosaurios (Reptiles voladores Prehistóricos)

“Estos nuevos hallazgos proporcionan evidencia de una distribución global más amplia y una diversidad significativamente mayor de pterosaurios casi desde el comienzo de su historia evolutiva”, indica Martínez.


El pterosaurio Pachagnathus benitoi medía aproximadamente 1 metro de largo. Su característica más llamativa era la de poseer al menos cinco pares de dientes muy largos. / Jorge Blanco

Emperadores del aire

Los pterosaurios (o “lagartos alados”, en griego) fueron los primeros vertebrados en desarrollar la capacidad de volar. Se adaptaron a los cielos mucho antes de la aparición de las aves. Fueron los reyes de los aires durante más de 160 millones de años.

Estos reptiles voladores vivieron desde finales del Triásico (hace más de 200 millones de años) hasta el final del Cretácico. Es decir, se extinguieron con gran parte de los dinosaurios hace unos 66 millones de años.

Eran animales increíblemente diversos: desde pequeñas especies insectívoras hasta los animales voladores más grandes que han existido, con formas de vida comparable a las de las cigüeñas modernas.

Eran animales increíblemente diversos: desde pequeñas especies insectívoras hasta los animales voladores más grandes que han existido, con formas de vida comparable a las de las cigüeñas modernas. Los individuos de especies como Quetzalcoatlus y Hatzegopteryx eran altos como jirafas.

Lejos de las representaciones erróneas en películas y libros como Viaje al centro de la Tierra (1864) de Julio Verne o El mundo perdido (1912) de Arthur Conan Doyle, los pterosaurios eran voladores rápidos y hábiles; no torpes como se pensaba hasta hace unas décadas. Algunos vivían en bandadas y lucían llamativas crestas en la cabeza.

Conquistaron todos los continentes y hábitats. Se han encontrado restos en todos los continentes, incluida la Antártida. Y están llenos de misterios: aún se desconoce cómo y por qué aprendieron a volar.

El primer fósil de pterosaurio identificado fue un esqueleto completo y exquisitamente conservado, hallado en algún momento entre 1767 y 1784 al norte de Baviera, hoy Alemania. El naturalista francés Georges Cuvier lo llamó en 1809 Pterodactylus, que significa dedo alado.


Yelaphomte praderioi era un pterosuario pequeño. Habría tenido una llamativa cresta. / Jorge Blanco.

Escasos fósiles encontrados

En las últimas décadas los paleontólogos están conociendo más sobre estos curiosos animales. Después del interés inicial que despertaron en la literatura fantástica, los pterosaurios fueron dejados de lado durante gran parte del siglo XX por científicos que prefirieron dedicar su tiempo a la búsqueda de animales prehistóricos más llamativos como dinosaurios de aspecto feroz y de tamaños extraordinarios.

Además, otro factor fue determinante para este “olvido”: el descubrimiento de material bien preservado de pterosaurios es algo inusual. A diferencia de los dinosaurios, estos reptiles voladores dejaron solo escasos y fragmentarios fósiles, en especial porque sus huesos eran delgados y huecos, por ende, frágiles.
 

A diferencia de los dinosaurios, estos reptiles voladores dejaron solo escasos y fragmentarios fósiles, en especial porque sus huesos eran delgados y huecos,


Y no solo eso. “Los pterosaurios tienen una característica importante que dificulta mucho el trabajo científico: tienen muy poco tejido óseo”, cuenta el paleontólogo Ignacio A. Cerda, del Instituto de Investigaciones en Paleobiología y Geología, Universidad Nacional de Río Negro.

Hasta la fecha se han identificado más de 100 especies de pterosaurios, una pequeña fracción en comparación con los dinosaurios conocidos.

Los fósiles de las dos nuevas especies identificadas fueron encontrados en campañas realizadas en 2012 y 2014 en la Formación Quebrada del Barro, ubicada en la provincia de San Juan (noroeste de Argentina). “El descubrimiento de nuevas especies aporta al conocimiento de la biodiversidad en la historia evolutiva en la Tierra”, explica la paleontóloga Cecilia Apaldetti.

Al estudiar los fragmentos fósiles, los investigadores también determinaron que estos pterosaurios habitaron y evolucionaron en ambientes terrestres en lugar de ambientes marinos donde se han encontrado otros especímenes.

“A escala mundial, la gran mayoría de hallazgos de fósiles de pterosaurios se realizaron en zonas que alguna vez fueron costas o grandes lagunas”, agrega esta investigadora del CONICET y del Museo de Ciencias Naturales de San Juan. “En cambio, estas especies vivieron en un hábitat continental donde imperaba un clima semiárido, con vegetación mayormente concentradas a la vera de ríos”. 

Nuevos miembros de la familia

Yelaphomte praderioi era un pterosaurio pequeño que no debe haber medido más de 25 cm de largo de la cabeza a la cola. Su cráneo medía 7 cm. Su nombre deriva del Allentiac –lengua nativa hablada por el pueblo Huarpe de la provincia de San Juan: “yelap” (bestia) y “homtec” (aire), es decir, “bestia del aire”–.

El nombre específico “praderioi” honra a Ángel Praderio, miembro del equipo que descubrió el nuevo ejemplar en una de las campañas financiadas por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Provincia de San Juan.

El nombre específico “benitoi” honra a Benito Leyes, habitante del pequeño pueblo de Balde de Leyes, que encontró los primeros fósiles



“Su característica más importante es la presencia de una cresta prominente en el premaxilar”, detalla Martínez. “Suponemos que a pesar de su pequeño tamaño era un adulto por el grado de osificación de las suturas de los huesos del rostro, aunque no se puede estar seguro”.

Pachagnathus benitoi, en cambio, era un pterosaurio más grande: tenía un cráneo de unos 35 a 40 cm y medía aproximadamente un metro de largo. Su característica más llamativa era la de poseer al menos cinco pares de dientes muy largos.

El nombre del género proviene del aimara, lengua nativa americana hablada por el pueblo aimara de los Andes: “Pacha” (tierra), en referencia al entorno interior en el que vivían las nuevas especies, y “gnathus” (mandíbulas) en latín. El nombre específico “benitoi” honra a Benito Leyes, habitante del pequeño pueblo de Balde de Leyes, que encontró los primeros fósiles en la localidad y guio a los paleontólogos al sitio.

“Su rostro debe haber sido muy estrecho y no sabemos con certeza si tuvo cresta, pero suponemos que sí”, agrega el paleontólogo argentino, conocido por el hallazgo de dinosaurios como Eoraptor, Eodromaeus, Panphagia, Sanjuansaurus y Adeopapposaurus, entre otros.

   
A diferencia de los fósiles de dinosaurios, los restos de los pterosaurios son muy escasos y fragmentarios. / Ricardo Martínez

Fenómeno global hace 200 millones de años

A mediados del Triásico, la gran masa terrestre conocida como Pangea comenzó a fracturarse. Con el tiempo, este supercontinente se dividió en Laurasia (América del Norte y Eurasia) en el norte y Gondwana (América del Sur, África, India, Antártida y Australia) en el sur. Un nuevo océano, llamado Tetis, se expandió entre ellos.
La presencia de los restos de estos pterosaurios en el registro fósil al sur de Gondwana evidencia lo rápido que se produjo la diversificación y la distribución de estos reptiles voladores



La presencia de los restos de estos pterosaurios en el registro fósil al sur de Gondwana, sostienen los científicos, evidencia lo rápido que se produjo la diversificación y la distribución de estos reptiles voladores, sin importa dónde se originaran.

“Demuestra que los pterosaurios fueron un fenómeno global desde sus inicios”, señala el paleontólogo Brian Andres de la Universidad de Sheffield en Inglaterra, quien asesoró en la investigación.

Hace entre unos 202 y 210 millones de años, Yelaphomte praderioi y Pachagnathus benitoi convivían con una variada fauna: dinosaurios carnívoros como Lucianovenator bonoi y herbívoros enormes como Ingentia prima, ambos descubiertos también por Martínez y Apaldetti.

Por la zona rondaban además cinodontes o pequeños antecesores de los mamíferos; tortugas (Waluchelys cavitesta); y esfenodontes herbívoros gigantes (Sphenotitan leyesi), antecesores de los cocodrilos.

“Somos solo dos paleontólogos en San Juan para estudiar semejante yacimiento”, dice Apaldetti, quien pasó de examinar fémures de metros de largo de dinosaurios herbívoros a analizar estos fósiles más frágiles, livianos y que caben en la palma de una mano.

La esperanza de hallar más restos en el campo, la pelea por conseguir financiación para realizar tomografías computadas en Inglaterra, las complicaciones que trajo la pandemia de la covid-19 y la aparición de otros fósiles hicieron que se alargaran los tiempos de publicación de esta investigación.

“Es un yacimiento único”, afirma esta paleontóloga argentina. “Seguirá dando sorpresa durante muchos años”.

Referencia:

Ricardo N. Martínez, et al. "The dawn of the flying reptiles: first Triassic record in the southern hemisphere" Papers in Palaeontology

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

15 de junio de 2021

Paleontología - Los peores enemigos de los mamíferos en tiempos de los dinosaurios

Los animales de los primeros linajes de mamíferos, como este gran Gobiconodon de Mongolia, arrinconaron a los ancestros de los mamíferos modernos en la época de los dinosaurios. (Imagen: Corbin Rainbolt).

Una nueva investigación sugiere que, en tiempos de los dinosaurios, los principales enemigos de los antepasados de los mamíferos actuales no eran los dinosaurios como se ha venido creyendo tradicionalmente.

El equipo que ha realizado el estudio, y que incluye a Elsa Panciroli, de la Universidad de Oxford, y Gemma Benevento, de la de Birmingham, ambas instituciones en el Reino Unido, ha llegado a la conclusión de que no fueron los dinosaurios, sino muy posiblemente otros mamíferos, los principales competidores de los ancestros de los mamíferos modernos antes y después de la extinción masiva de los dinosaurios.

La mayoría de las especies de mamíferos actuales tienen su origen en grupos que se expandieron de forma explosiva hace 66 millones de años, cuando una extinción masiva acabó con todos los dinosaurios no aviares. Tradicionalmente se pensaba que, antes de la extinción, los mamíferos vivían a la sombra de los dinosaurios. Se supone que la presencia de los dinosaurios les impedía ocupar los nichos que ya ocupaban esas bestias, lo que hizo que los mamíferos fueran relativamente pequeños y no estuvieran especializados en términos de dieta y estilo de vida. Por eso, se ha venido dando por hecho que los dinosaurios no aviares eran quienes les impedían prosperar. Y que solo prosperaron cuando la desaparición de los dinosaurios dejó vacantes esos nichos.

En el nuevo estudio se utilizaron métodos estadísticos para analizar el grado de limitación de los distintos grupos de mamíferos en su evolución antes y después de la extinción masiva que acabó con los dinosaurios y con otras formas de vida. Estos métodos estadísticos permitieron al equipo de Panciroli y Benevento identificar el punto en el que la evolución dejó de producir nuevos rasgos y comenzó a producir rasgos que ya habían evolucionado de manera independiente en otros linajes. Esto permitió a los investigadores identificar los "límites" evolutivos impuestos a los distintos grupos de mamíferos, mostrando dónde quedaban excluidos de los distintos nichos por la competencia con otros animales. Los resultados sugieren que no fueron los dinosaurios los que mantuvieron arrinconados durante aquella época a los ancestros de los mamíferos actuales, sino otros mamíferos, concretamente los parientes evolutivos más cercanos de los ancestros de los actuales mamíferos.

En el estudio se analizó la anatomía de todos los tipos de mamíferos que convivían con los dinosaurios, incluidos los ancestros de los grupos modernos. Midiendo la frecuencia con la que aparecían nuevos rasgos, como cambios en el tamaño y la forma de sus dientes y huesos, y el patrón y el momento de su aparición antes y después de la extinción masiva, los investigadores determinaron que los mamíferos de los que descienden los modernos estaban más limitados durante la época de los dinosaurios que sus parientes evolutivos cercanos. Esto significa que mientras, en su evolución, sus parientes exploraban tamaños corporales más grandes, dietas diferentes y formas de vida novedosas, como trepar y planear acciones futuras, los antepasados de los mamíferos modernos quedaban marginados, sin mayores perspectivas que las de seguir poseyendo cuerpos pequeños y tener hábitos generalistas.

El estudio se titula “Mammaliaform extinctions as a driver of the morphological radiation of Cenozoic mammals”. Y se ha publicado en la revista académica Current Biology. 

24 de febrero de 2021

Paleontología - Hallan, por casualidad, los restos de un celacanto del tamaño de un tiburón blanco

Este es un ejemplo del aspecto que habría tenido el fósil completo de celacanto. El de la imagen vivió en el Jurásico y fue encontrado en Alemania - David Martill, University of Portsmouth

Pertenece a una especie desconocida y es el mayor pez de este tipo encontrado hasta ahora

Restos fósiles de un enorme pez de más de cinco metros de longitud, el tamaño de un tiburón blanco, han sido descubiertos por pura casualidad por un equipo de investigadores de la Universidad de Portsmouth mientras trataban de identificar un gran hueso en una colección privada de Londres.

Los investigadores, que se dieron cuenta de que se trataba del pulmón fósil de un enorme pez, determinaron que se trata de una especie hasta ahora desconocida del orden de los celacantos, peces pulmonados cuyos restos más antiguos tienen cerca de 400 millones de años, que convivieron después con los dinosaurios, sobreviviendo a su extinción, y que se creían desaparecidos hasta que un ejemplar vivo fue encontrado en 1938 en las costas de Sudáfrica.

El pulmón, de 66 millones de años de antigüedad, perteneció al hasta ahora mayor ejemplar hallado entre todas las especies de celacanto. En un artículo recién publicado en Cretaceous Research, los investigadores señalan que compartió el mundo con los dinosaurios en un momento en que ya estaban cerca de extinguirse.

Cuestión de suerte

El descubrimiento fue puramente fortuito, y se produjo cuando al profesor David Martill, paleontólogo de la Escuela de Medio Ambiente, Geografía y Geociencias de la Universidad de Portsmouth, se le pidió que identificara un gran hueso perteneciente a una colección privada en Londres.

El coleccionista había comprado el espécimen pensando que el hueso en cuestión podía ser parte del cráneo de un pterosaurio, un reptil volador que prosperó en el Jurásico y que vivió hasta la gran extinción del Cretácico, cuando un asteroide de 10 kilómetros chocó contra la Tierra y terminó con el reinado de los dinosaurios y acabó con cerca del 75% de todas las formas de vida de la Tierra. Pero Martill descubrió que en realidad no se trataba de un único hueso, sino que estaba compuesto por muchas placas óseas muy delgadas.

«Esas placas –explica el científico– estaban dispuestas en forma de barril, pero con las tablas en círculos en vez que de arriba a abajo. Y solo un animal tiene tal estructura, y ese es el celacanto: habíamos encontrado un pulmón huesudo de este pez de aspecto extraordinario y extraño». «El coleccionista –prosigue Martill– quedó muy decepcionado por no tener un cráneo de pterosaurio, pero mis colegas y yo estábamos emocionados porque nunca se había encontrado un celacanto en los depósitos de fosfato de Marruecos, de donde era este fósil, ¡y este era un ejemplo enorme!».

Para identificar el fósil, Martill buscó la ayuda del destacado paleontólogo brasileño Paulo Brito, de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, que lleva más de 20 años estudiando celacantos y que quedó muy sorprendido por el tamaño de este nuevo espécimen.

El fósil había quedado incrustado en un bloque de fosfato, revestido con yeso y recubierto por una placa de laca, lo que hizo que los huesos se volvieran marrones. Fue encontrado en Marruecos junto a un pterodáctilo que prueba que vivió en el Cretácico, hace unos 66 millones de años.

Más largo que una tabla de surf

El tamaño anormal del pulmón permitió a los científicos darse cuenta de que habían encontrado un celacanto sorprendentemente grande. Calcularon que podía haber medido más de cinco metros, mucho mayor que los celacantos actuales, cuya longitud máxima no supera los dos metros. En realidad, tenía el mismo tamaño que los tiburones blancos de la actualidad.

«Solo teníamos un pulmón –explica Martill–, aunque enorme, por lo que nuestras conclusiones necesitaron de una serie de cálculos bastante complejos. Fue asombroso deducir que este pez en particular era realmente grande, bastante más largo que una tabla de surf y probablemente el mayor celacanto descubierto hasta ahora».

Los celacantos aparecieron por primera vez en la Tierra hace unos 400 millones de años, 200 millones de años antes que los primeros dinosaurios, y han conseguido sobrevivir hasta la actualidad. Ahora, el fósil será devuelto a Marruecos, que lo añadirá a las colecciones del Departamento de Geología de la Universidad Hassan II, en Casablanca.

Fuentes: ABC

23 de enero de 2021

Los paleoclimatólogos de la NAU son los autores de un nuevo e importante estudio que muestra que el calentamiento global ha invertido 6.500 años de enfriamiento



En los últimos 150 años, el calentamiento global ha más que deshecho el enfriamiento global que ocurrió durante los últimos seis milenios, según un importante estudio publicado el 30 de junio en Nature Research's Scientific Data , “La temperatura media global de la superficie del Holoceno, un enfoque de reconstrucción de múltiples métodos . " Los hallazgos muestran que el enfriamiento global a escala milenaria comenzó hace aproximadamente 6.500 años cuando la temperatura global promedio a largo plazo alcanzó un máximo de aproximadamente 0,7 grados C más cálida que a mediados del siglo XIX. Desde entonces, la aceleración de las emisiones de gases de efecto invernadero ha contribuido a que las temperaturas medias mundiales superen ahora 1 grado C por encima de mediados del siglo XIX.

Cuatro investigadores de la Escuela de la Tierra y la Sostenibilidad (SES) de la Universidad del Norte de Arizona dirigieron el estudio, con el profesor Darrell Kaufman de Regents como autor principal y el profesor asociado Nicholas McKay como coautor, junto con los profesores asistentes de investigación Cody Routson y Michael Erb . El equipo trabajó en colaboración con científicos de instituciones de investigación de todo el mundo para reconstruir la temperatura media global durante la época del Holoceno, el período posterior a la Edad de Hielo, que comenzó hace unos 12.000 años.

"Antes del calentamiento global, había un enfriamiento global", dijo Kaufman. “Trabajos anteriores han demostrado de manera convincente que el mundo se enfrió de forma natural y lenta durante al menos 1.000 años antes de mediados del siglo XIX, cuando la temperatura media global invirtió el curso junto con la acumulación de gases de efecto invernadero. Este estudio, basado en una nueva e importante recopilación de datos paleoclimáticos publicados anteriormente, combinados con nuevos análisis estadísticos, muestra con más confianza que nunca que el enfriamiento global a escala milenaria comenzó hace aproximadamente 6.500 años ”.

A principios de este año, un grupo internacional de 93 científicos del paleoclima de 23 países, también liderado por Kaufman, McKay, Routson y Erb, publicó el conjunto de datos del paleoclima más completo jamás compilado durante los últimos 12.000 años, comprimiendo 1.319 registros de datos basados ​​en muestras tomadas. de 679 sitios en todo el mundo. En cada sitio, los investigadores analizaron evidencia ecológica, geoquímica y biofísica de archivos marinos y terrestres, como depósitos lacustres, sedimentos marinos, turba y hielo de glaciares, para inferir cambios de temperatura pasados. Innumerables científicos que trabajaron en todo el mundo durante muchas décadas realizaron la investigación básica que contribuye a la base de datos global.

“La tasa de enfriamiento que siguió al pico de calor fue sutil, solo alrededor de 0.1 ° C cada 1,000 años. Este enfriamiento parece estar impulsado por ciclos lentos en la órbita de la Tierra, que redujeron la cantidad de luz solar de verano en el hemisferio norte, culminando en la 'Pequeña Edad de Hielo' de los últimos siglos ”, dijo Erb, quien analizó las reconstrucciones de temperatura.

Desde mediados de los 19 º siglo, el calentamiento global ha subido a alrededor de 1 ° C, lo que sugiere que la temperatura media global de la última década (2010-2019) era más cálido que en cualquier momento durante el período post-glacial presente.

McKay, quien desarrolló algunos de los enfoques estadísticos para sintetizar datos de todo el mundo, señala que las décadas individuales no se resuelven en la reconstrucción de la temperatura de 12.000 años de duración, lo que dificulta su comparación con cualquier década reciente.

“Por otro lado, esta última década probablemente fue más fría que las temperaturas promedio durante el resto de este siglo y más allá, que es muy probable que continúen superando 1 ° C por encima de las temperaturas preindustriales”, dijo McKay.

“Es posible que la última vez que la temperatura global promedio sostenida estuvo 1 ° C por encima del siglo XIX fue antes de la última Edad de Hielo, hace unos 125.000 años, cuando el nivel del mar era unos 20 pies más alto que el actual”, dijo Kaufman.

Lea más sobre una versión anterior de la base de datos para vincular el calentamiento del Ártico con una reducción de las precipitaciones en latitudes medias.

"Investigar los patrones de cambios naturales de temperatura en el espacio y el tiempo nos ayuda a comprender y cuantificar los procesos que causan el cambio climático, lo cual es importante a medida que nos preparamos para la gama completa de cambios climáticos futuros debidos tanto a causas humanas como naturales", dijo Routson. . “Nuestro clima futuro dependerá en gran medida de la influencia de los factores humanos, especialmente la acumulación de gases de efecto invernadero. Sin embargo, el clima futuro también estará influenciado por factores naturales, y se verá complicado por la variabilidad natural dentro del sistema climático. Las proyecciones futuras del cambio climático mejorarán si se tienen en cuenta mejor los factores antropogénicos y naturales ".

La reconstrucción de la temperatura global pasada es el resultado de varios proyectos de investigación de la NAU destinados a comprender las causas y los efectos de la variabilidad climática natural, trabajo que fue financiado con más de $ 1.2 millones en subvenciones de la National Science Foundation. Recientemente, el equipo recibió otros $ 678,000 en subvenciones de la NSF para trabajos relacionados que se extienden hasta 2023.

Crédito de la imagen: Victor O. Leshyk, Northern Arizona University
Fuentes: Northern Arizona University

17 de enero de 2021

Paleoclimatología - Cuando el efecto invernadero estuvo a punto de exterminar a casi toda la vida de la Tierra



Durante mucho tiempo se ha supuesto que el detonante de la extinción masiva del Pérmico-Triásico fue la actividad volcánica a enorme escala que desencadenó en lo que hoy es Siberia, pero se desconocía la secuencia exacta de acontecimientos que condujo a la extinción

La historia de la Tierra incluye extinciones masivas que resultan inimaginables para el Ser Humano. La más famosa es la ocurrida hace unos 66 millones de años, cuando un impacto de asteroide marcó el fin de la era de los dinosaurios. Sin embargo, mucho antes, hace 252 millones de años, en la frontera entre los períodos Pérmico y Triásico, la Tierra sufrió una extinción masiva mucho peor, que exterminó aproximadamente a las tres cuartas partes de todas las especies en tierra y alrededor del 95 por ciento de todas las especies en el mar. Durante mucho tiempo se ha supuesto que el detonante de la extinción masiva del Pérmico-Triásico fue la actividad volcánica a enorme escala que en aquella época se desencadenó en lo que hoy es Siberia, pero la secuencia exacta de acontecimientos que condujo a la extinción ha sido durante mucho tiempo tema de debate y de desacuerdos.

Ahora, el equipo internacional de Hana Jurikova, del Centro Alemán de Investigación en Geociencias (GFZ), proporciona por primera vez una reconstrucción aparentemente concluyente de los acontecimientos clave que condujeron a la megacatástrofe, y se confirma que el efecto invernadero fue el componente clave.

Jurikova y sus colegas estudiaron las tasas de ciertos isótopos en las conchas calcáreas de fósiles de braquiópodos (organismos similares a las almejas) y con ello determinaron la tasa de acidificación oceánica en la frontera entre el Pérmico y el Triásico. Debido a que el pH del mar y el dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera están estrechamente acoplados, el equipo fue capaz de reconstruir los cambios en la concentración de CO2 en la atmósfera al inicio de la extinción.

Luego los autores del estudio utilizaron un innovador modelo geoquímico para estudiar los efectos de la descomunal inyección de CO2 en el medioambiente.



Ilustración que muestra el inicio de la extinción masiva del Pérmico-Triásico y que se basa en las conclusiones del estudio de Jurikova et al. (2020). (Imagen: Dawid Adam Iurino / PaleoFactory, Sapienza University of Rome)


Sus hallazgos mostraron que las erupciones volcánicas desencadenadas en una región que hoy en día es conocida como las Traps Siberianas liberaron inmensas cantidades de CO2 en la atmósfera. El exceso de CO2 perduró varios milenios y condujo a un fuerte efecto invernadero en el mundo del Pérmico tardío, causando un calentamiento y una acidificación marítima extremos. Los dramáticos cambios en la meteorización o erosión química en la tierra alteraron la productividad y el ciclo de los nutrientes en el mar, y finalmente condujeron a una vasta desoxigenación de las aguas oceánicas. Los múltiples factores de estrés ambiental resultantes se combinaron de manera demoledora, con el resultado de la aniquilación total de muchas especies de animales y plantas.

El estudio, titulado “Permian-Triassic mass extinction pulses driven by major marine carbon cycle perturbations”, se publicó en la revista académica Nature Geoscience. 


19 de enero de 2020

Confirmado: el impacto de un asteroide acabó con los dinosaurios

Solo el impacto de un asteroide hace 66 millones de años pudo provocar la extinción masiva de los dinosaurios. / Pixabay

La comunidad científica ha debatido una y otra vez desde hace décadas la causa de la extinción de los dinosaurios no solo por la colisión de un asteroide, sino también por la actividad volcánica. Un nuevo estudio pone fin a este debate y rechaza el vulcanismo como detonante de la extinción del 70 % de las especies a finales del Cretácico.

Hace 66 millones de años, un asteroide de 10 km de diámetro impactó en la península de Yucatán en México y acabó con la mayoría de las especies de nuestro planeta al emitir una gran cantidad de material fundido y gases a la atmósfera y provocando lluvia ácida, acidificación de las aguas superficiales de los océanos y un calentamiento repentino que duró años. A esto le siguió un invierno nuclear durante décadas.

La actividad volcánica y el calentamiento asociado se produjeron antes y después del impacto y no durante las extinciones
Sin embargo, los científicos no siempre han estado de acuerdo sobre el origen de esta extinción masiva. Una parte de la comunidad investigadora ha apoyado que la intensa actividad volcánica producida por el impacto en el área llamada traps de Decán en India también contribuyó a desaparición de la fauna. Los expertos discuten así si el vulcanismo se produjo a finales del Cretácico, coincidiendo con el evento de extinción conocido como K-Pg, o durante el Paleógeno inicial.   
“El hecho de que hubiera dos eventos de importancia planetaria que coinciden más o menos en el tiempo ha creado este debate sobre cuál de los dos mecanismos provocó las extinciones: si el vulcanismo pudo debilitar a los ecosistemas y el impacto de un meteorito dio la última puntilla o si fue únicamente el meteorito”, aclara Laia Alegret, coautora del estudio que publica ahora Science y paleontóloga en la Universidad de Zaragoza.

Tras décadas de controversia, el nuevo trabajo cierra el debate al demostrar que la actividad volcánica no desempeñó un papel directo en la desaparición masiva de los dinosaurios. Según el equipo liderado por la Universidad de Yale (EE UU), el único causante fue el asteroide.

“Los volcanes pueden provocar extinciones masivas porque liberan muchos gases, como el SO2 y el CO2, que pueden alterar el clima y acidificar el planeta”, explica Pincelli Hull, autor principal del trabajo y profesor de geología y geofísica en la universidad estadounidense. Sin embargo, la actividad volcánica y el calentamiento asociado se produjeron antes y después del impacto y no durante las extinciones.

La nueva investigación muestra que únicamente el impacto del asteroide coincidió con las desapariciones. Posteriormente, nuevas fases volcánicas ralentizaron la recuperación de los ecosistemas.

La investigadora de la Universidad de Zaragoza, Laia Alegret. / UNIZAR

Por qué no afectó el vulcanismo

“La actividad volcánica en el Cretácico causó un evento de calentamiento global gradual de unos 2 ºC, pero no una extinción masiva”, apunta Michael Henehan, antes en la Universidad de Yale. “Varias especies se movieron hacia los polos norte y sur, pero lo hicieron mucho antes del impacto del asteroide”, detalla el experto.

“Mucha gente ha especulado que los volcanes fueron importantes para el K-Pg, y estamos diciendo que no lo fueron”, recalca Hull
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron sondeos y afloramientos de todos los océanos y latitudes, combinaron registros climáticos, bióticos y del ciclo del carbono, obtenidos a partir de sedimentos y fósiles marinos como dientes de pez y conchas, y los compararon con diversos escenarios de erupciones volcánicas e impacto.

El resultado fue la creación de la reconstrucción más detallada de la temperatura global de aquel periodo. “Los modelos que mejor se ajustaron a nuestra curva de la temperatura son aquellos en los que la principal fase del vulcanismo se produjo a finales del Cretácico y que terminó 200.000 años antes de las extinciones y del impacto del asteroide”, añade Alegret.

Los investigadores demuestran de este modo que la mayor parte de la liberación de gas ocurrió mucho antes del impacto del asteroide, y que este fue el único impulsor de la extinción.

“Mucha gente ha especulado que los volcanes fueron importantes para el K-Pg, y estamos diciendo que no lo fueron”, recalca Hull. Además, los científicos rechazan la hipótesis de que se produjeran erupciones masivas en la región de Decán en India después de la extinción porque “no hay un evento de calentamiento que coincida”.

“La extinción de K-Pg alteró profundamente el ciclo global del carbono. Estos cambios pudieron permitir que el océano absorba una enorme cantidad de CO2 en escalas de tiempo prolongadas, tal vez ocultando los efectos del calentamiento del vulcanismo tras el evento”, concluye Donald Penman, coautor del trabajo e investigador postdoctoral en Yale.

Fuentes: Agencia Sinc

15 de octubre de 2016

Un cometa, 'sospechoso' de causar un calentamiento global en la Tierra que duró 150.000 años

La teoría del impacto de un cometa podría explicar el calentamiento global que sufrió la Tierra hace 56 millones de años. THINKSTOCK
  • Ocurrió en el Paleoceno-Eoceno, hace 56 millones de años, según un estudio
  • La acumulación de CO2 hizo subir entre 5 y 9ºC la temperatura del planeta
La vida en la Tierra ha dado pasos a golpe de meteorito, y una nueva evidencia de la influencia de rocas extraterrestres en nuestro planeta así lo atestigua. El impacto de un cometa pudo desatar el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno (MTPE), un rápido calentamiento de la Tierra causado por una acumulación de CO2 en la atmósfera hace 56 millones de años.

Clasificando muestras de sedimentos de ese período de tiempo, los investigadores del Instituto Politécnico Rensselaer descubrieron evidencias de este evento en la forma de las microtectitas -diminutas esferas vidriosas oscuras normalmente formados por impactos extraterrestres-. La investigación se publica en la revista Science.

Estas microtectitas, halladas en Nueva Jersey y en el fondo marino del Atlántico, indican que un cometa o alguna otra roca espacial pudo haber impactado en la Tierra hace 56 millones de años, aproximadamente diez millones de años después del impacto de un asteroide que condenó a los dinosaurios a la extinción.

Tal impacto repentino, según los científicos, pudo haber desencadenado un período particularmente cálido, sin hielo, en un período en el que aparecieron por primera vez importantes grupos de mamíferos, incluyendo el linaje de primates que condujo a la aparición del ser humano. Algunas especies desaparecieron y otras huyeron a los polos mientras el nivel del mar era mucho mayor que el actual.

Rápida acumulación de CO2

Las microtectitas son generalmente esféricas, o en forma de lágrima, y se forman por un impacto lo suficientemente potente como para fundir y vaporizar el área objetivo, lanzando material expulsado fundido a la atmósfera. Algunos microtectitas de las muestras contenían "cuarzo deformado," evidencia definitiva de su origen, y exhibieron microcráteres o fueron sinterizadas en conjunto, evidencia de la velocidad a la que viajaban a medida que se solidificaron y golpearon el suelo.

Estas microtectitas se excavaron a partir de una capa geológica que marca el inicio de la época del Eoceno, hace 56 millones de años, y procedentes de tres lugares en el sur de Nueva Jersey y un emplazamiento submarino al este de Florida.

Ese hito coincidió con el comienzo de un evento de calentamiento global, el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno (MTPE), asociado a una acumulación de CO2 atmosférico. La liberación de dióxido de carbono se produjo en 5.000 o 20.000 años, el período de calentamiento duró más de 100.000 años y la temparatura global subió entre cinco y nueve grados centígrados.

Un cometa habría sido el 'disparador'

Aunque este hecho es conocido, no se había determinado hasta ahora la fuente de tal cúmulo de dióxido de carbono atmosférico, y se sabe poco acerca de la secuencia exacta de los eventos, como por ejemplo la rapidez con que el CO2 entró en la atmósfera, la rapidez con la que las temperaturas empezaron a subir y el tiempo que transcurrió hasta llegar a una alta temperatura global.

Sin embargo, los investigadores señalan que no han encontrado la ubicación de un cráter vinculado a este fenómeno, si bien la evidencia geológica sugiere que el objeto era un cometa.

Una pista se encuentra en un cambio repentino en la relación de isótopos de carbono (átomos que contienen un número de neutrones desiguales a los protones en su núcleo) en ciertos fósiles de la época, los foraminíferos, o "forams", que producen una cáscara cuya química es representativa de los isótopos de carbono atmosféricos y oceánicos.

Las evidencias halladas informan de que la atmósfera cambió, en particular por la adición de carbono de una fuente empobrecida en carbono-13. "Un impacto de un cometa puede haber contribuido al aumento de carbono en la atmósfera, pero es demasiado poco para explicar el conjunto del evento. Es más probable que actuara como un disparador para liberaciones de carbono adicionales de otras fuentes", explica Morgan Schaller.

Un aviso para los tiempos modernos

Este período de máximo térmico de hace 56 millones de años podría ser un anticipo de lo que nos espera ahora que las emisiones de carbono "son muchomás importantes que las que se produjeron durante el MTPE", recuerda la Universidad de Columbia en un comunicado a la luz de esta investigación.

"Las consecuencias podrían ser aún más drásticas para muchas formas de vida que no tienen tiempo para evolucionar o desplazarse" ante un fenómeno de calentamiento global, subrayan.

Un estudio publicado a principios de este año concluyó que las emisiones de CO2, el principal gas responsable del efecto invernadero, resultante de la combustión de fuentes de energía fósiles, envían a la atmósfera diez veces más dióxido de carbono que las fuerzas naturales que causaron el calentamiento del planeta hace 56 millones de años.

Fuentes: Rtve.es