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19 de diciembre de 2019

Huracanes de nueva generación: ¿hay que ampliar la escala?

El huracán Dorian visto desde la Estación Espacial Internacional el 2 de septiembre de 2019. / NASA
Se pronostican fenómenos cada vez más catastróficos
La virulencia del huracán Dorian, con vientos que llegaron a los 295 kilómetros por hora, ha avivado el debate sobre si hay que actualizar la clasificación con nuevos niveles por encima del 5. Aunque los modelos predicen que, con la crisis climática, los eventos extremos serán más intensos, los meteorólogos muestran cautela.
 Los huracanes devastadores en el Atlántico, de momento, son una rara avis. Solo el 7 % de los 243 colosos de este tipo observados desde que comenzaron las mediciones por satélite en 1983 han alcanzado la categoría 5, la más catastrófica de la escala de Saffir-Simpson. 







Lo recuerda el meteorólogo Jeff Masters en un artículo publicado en Scientific American.

El huracán Dorian es uno de ellos. Con vientos que alcanzaron los 295 kilómetros por hora, causó gran devastación en las Bahamas, en concreto en las islas Ábaco y Gran Bahama el pasado mes de septiembre. Aunque sus valores encajan dentro de la categoría 5 –que abarca huracanes con vientos, como mínimo, de 252 km/h–, su virulencia ha provocado que expertos como Masters y otros meteorólogos pidan que se revise la clasificación y se amplíe.

Aunque Dorian encaja en la categoría 5, su virulencia ha provocado que se pida una revisión de la clasificación
La decisión correspondería al Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami (EEUU), cuyos expertos, a priori, no consideran que sea necesario añadir un nuevo nivel. “La categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson ya incluye “daño catastrófico” del viento, por lo que no está claro que sea necesaria otra categoría, incluso aunque las tormentas se hicieran más fuertes”, explica a Sinc Dennis Feltgen, meteorólogo y responsable de Comunicación del organismo.

Lo primero que hay que tener en cuenta cuando hablamos de un huracán es que nos estamos refiriendo a un ciclón tropical cuyos vientos superan los 117 km/h y que se genera y desarrolla en el océano Atlántico o en el Pacífico oriental. En el Pacífico occidental los huracanes se llaman tifones. Por debajo de esas velocidades están las tormentas y depresiones tropicales.

Para clasificar los huracanes según la velocidad del viento contamos con la escala de Saffir-Simpson, diseñada por el ingeniero Herbert Saffir y por el director del Centro Nacional de Huracanes, Robert Simpson, en 1969. Pero esta escala se limita a medir el daño potencial del viento. Para cuantificar otros impactos asociados a estos eventos extremos, como marejadas ciclónicas, lluvias o tornados, se emplean otras herramientas.

“La mayoría de las muertes en los ciclones tropicales no son fruto del viento, sino del agua –por marejadas ciclónicas, lluvias, inundaciones y olas peligrosas–, que causa el 90 % de las muertes por estos ciclones en Estados Unidos”, afirma Feltgen. “Por lo tanto, no queremos enfatizar mucho el peligro del viento poniendo demasiado peso en la categoría”, añade.

Un toque de atención hacia la emergencia climática

Más allá del viento, lo cierto es que cincuenta años después de que se diseñara la escala las condiciones climatológicas hoy son diferentes a las registradas a finales de la década de los 60. La crisis climática como consecuencia del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero ha traído aparejada un aumento de la temperatura de la superficie global de casi 1 ºC respecto al promedio del período de referencia que utiliza la NASA (de 1951 a 1980).

Y los pronósticos no son nada halagüeños. Los diferentes modelos que manejan los expertos reflejan eventos extremos cada vez más intensos fruto de este incremento de las temperaturas y eso incluye a los ciclones tropicales, como muestra una investigación publicada en Science.

Desde AEMET creen que tendría sentido incluir nuevas categorías para concienciar sobre estos nuevos huracanes ultraintensos, cada vez más probables
Teniendo en cuenta estas circunstancias, desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) entienden que haya voces que quieran ampliar la escala. “Desafortunadamente, el calentamiento global está haciendo que los huracanes tan intensos como el Dorian sean más probables”, señala a Sinc un portavoz de AEMET.

Desde el punto de vista de la comunicación del cambio climático, desde AEMET consideran que tendría sentido ampliar la clasificación e incluir una categoría 6 e incluso una categoría 7 “para llamar la atención sobre este nuevo tipo de huracanes catastróficos ultraintensos, que probablemente se volverán cada vez más comunes en las próximas décadas”.

Sin embargo, admiten que la actual categoría 5 ya contempla la máxima alerta en cuanto a la seguridad pública debido a su poder catastrófico, por lo que técnicamente no sería esencial modificarla.

Falta que se confirme la tendencia

Otros expertos abogan por revisar la escala cuando realmente se observe una tendencia de huracanes cuyos vientos se salgan de los valores que comprende. “Si las futuras intensidades de los huracanes se alejan significativamente de las anteriores, es posible que debamos considerar la posibilidad de revisarla”, apunta a Sinc Karthik Balaguru, investigador del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (EEUU).

Una opinión que comparte José Miguel Viñas, meteorólogo de MeteoRed y responsable de Divulgameteo. “Es cierto que parece detectarse ya una tendencia a tener un mayor número de ciclones tropicales de categorías 3, 4 y 5, pero todavía no hay suficientes evidencias de que los de categoría 5 vayan a ser mucho más frecuentes a partir de ahora”, puntualiza a Sinc.

Solo en el caso de que se detectara esa tendencia y fueran más frecuentes huracanes con vientos sostenidos alrededor de su ojo de unos 280 km/h, según Viñas tendría sentido plantearse incluir en la clasificación a los fenómenos de categoría 6.

Si aumentaran las intensidades de estos colosos, además de ampliar la escala, Balaguru apuesta por modificarla para que tenga en cuenta factores que actualmente no mide, como marejadas ciclónicas y precipitaciones que tienen mayor potencial destructivo que el viento.

Daños causados por el huracán Sandy en 2012, el más mortífero de su temporada. / Library of Congress

El objetivo: evitar confusión en la población

Los meteorólogos también analizan cómo afectaría al público estos hipotéticos cambios en la clasificación. Aunque, como hemos visto, una ampliación de las categorías podría ser una forma de concienciar a la ciudadanía de los efectos del cambio climático, también podría conseguir el efecto contrario.

“Si agregar una nueva categoría le da a la gente la impresión errónea, por ejemplo de que una categoría inferior es menos dañina, sería un posible efecto no deseado”, advierte a Sinc Taoyong Peng, responsable del programa de Ciclón Tropical de la Organización Meteorológica Mundial.

En Estados Unidos, la población está muy familiarizada con las actuales categorías y modificarlas podría hacer que bajara la guardia
En países como Estados Unidos, la población está muy familiarizada con las actuales categorías y modificarlas podría provocar que bajara la guardia, infravalorando los riesgos si se añaden más números. “Lo último que queremos es crear confusión, por lo que planeamos recabar datos de las ciencias sociales y del comportamiento antes de realizar cambios en la escala”, recalca el meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes.

Además de los huracanes, ¿habría que revisar las clasificaciones de otros eventos extremos que también podrían ser más virulentos en los próximos años, como los tornados? De nuevo, los expertos piden esperar a tener suficientes evidencias de este aumento en la intensidad para revisar la clasificación que, en el caso de los tornados, se recoge en la escala Fujita Mejorada.





Esta herramienta –que empezó a utilizarse en 2007–, es una actualización de la anterior. “En la escala actual están mejor ajustados algunos rangos de velocidad del viento con el nivel de destrozos que provoca el fenómeno”, detalla Viñas.

Ya sean tornados o huracanes, de momento, habrá que esperar para comprobar si el potencial destructivo de estos colosos se sale de las escalas o si, al menos por ahora, se pueden contener.
A mayor lentitud, mayor devastación

Además del viento del huracán, su potencial destructivo tiene que ver con su velocidad de movimiento: cuanto más lentamente se desplazan, más daños provocan a su paso. Y es algo que está ocurriendo con más frecuencia, como revela un estudio de Nature.

El autor comparó datos de huracanes ocurridos en todo el mundo entre 1949 y 2016, y concluyó que la velocidad de desplazamiento de estos fenómenos había disminuido un 10 % de media en ese período. Desde la Organización Meteorológica Mundial confirman a Sinc que las observaciones en los dos últimos años muestran cómo los ciclones tropicales más fuertes se mueven más lentamente, “aunque estadísticamente no es una tendencia evidente”, matiza el responsable del programa de Ciclón Tropical del organismo.

Lo que preocupa a los expertos es que esta tendencia se confirme, dado su potencial devastador. “Los huracanes de movimiento más lento serán mucho más dañinos. Pueden provocar lluvias más fuertes, someter a las edificaciones a fuertes presiones de viento durante más tiempo y provocar marejadas ciclónicas durante múltiples ciclos de marea alta que provocarán mayores inundaciones”, alerta a Sinc el meteorólogo Jeff Masters.

Fuente: SINC

11 de septiembre de 2019

Un Satélite Captura Cuatro Ciclones Tropicales Desde el Espacio

Imagen de la cadena de ciclones tropicales alineados en todo el hemisferio occidental el 4 de Septiembre de 2019. Créditos: NASA Earth Observatory/Joshua Stevens; NOAA/Kathryn Hansen.

El 4 de Septiembre de 2019, una cadena suelta de ciclones tropicales se alineó en todo el hemisferio occidental. En el momento de esta imagen (17:10 GMT), el huracán Juliette en el Pacífico oriental y el huracán Dorian en el Atlántico eran tormentas de categoría 2.

Mientras tanto, la tormenta tropical Fernando con vientos sostenidos de más de 70 km/h recientemente había tocado tierra en el noreste de México. Gabrielle se convirtió en una tormenta tropical el 4 de Septiembre sobre el Atlántico oriental, con vientos de 80 km/h justo en el momento de captación de esta imagen.

Los nombres de los cuatro ciclones tropicales alineados en todo el hemisferio occidental el 4 de Septiembre de 2019. Créditos: NASA Earth Observatory/Joshua Stevens; NOAA/Kathryn Hansen

Los datos para la imagen simulada en color natural se obtuvieron con el satélite GOES-16. El GOES-16 es operado por el NOAA; la NASA ayuda a desarrollar y lanzar la serie de satélites GOES.

21 de julio de 2018

La Sonda Espacial Mars Express Capta una Tormenta de Polvo en Marte



La cámara estéreo de alta resolución a bordo de Mars Express de la ESA capturó en abril de este año la formación de este impresionante frente de nubes de polvo, visibles en la mitad derecha de la imagen, cerca del casquete septentrional marciano.

Se trata de una de las pequeñas tormentas de polvo locales observadas en los últimos meses en Marte, que en estos momentos está experimentando una temporada particularmente intensa. A finales de mayo se produjo otra mucho mayor en el sureste que, en pocas semanas, acabó convirtiéndose en una tormenta de polvo global, extendida por todo el planeta.

La intensidad de este último evento hizo que apenas llegase luz del Sol a la superficie del Planeta Rojo, una situación extrema que ha impedido al rover Opportunity de la NASA recargar sus baterías y entrar en contacto con la Tierra: tras 15 años de operaciones, permanece en modo de hibernación desde mediados de junio.

Durante el verano austral marciano, cuando el planeta se encuentra más cerca del Sol a lo largo de su órbita elíptica, son comunes las tormentas de polvo. La mayor iluminación solar provoca fuertes contrastes de temperatura, lo que se traduce en movimientos de aire que levantan con facilidad las partículas de polvo de la superficie, algunas de las cuales miden hasta 0,01 mm.

Las tormentas de polvo marcianas son impresionantes, tanto visualmente, como vemos en esta imagen, como en términos de intensidad y duración de los eventos globales, aunque en general son más débiles que los huracanes terrestres. Marte tiene una presión atmosférica mucho menor (de menos de una centésima parte de la presión atmosférica en la superficie terrestre) y las tormentas marcianas presentan vientos con menos de la mitad de velocidad que los vientos huracanados de la Tierra.

Cinco orbitadores de la ESA y la NASA están monitorizando la actual tormenta, mientras que el robot Curiosity de la NASA ha estado observándola gracias a su batería de energía nuclear. Comprender mejor cómo se forman y evolucionan las tormentas globales será fundamental para las futuras misiones a Marte alimentadas por energía solar.

Esta imagen en color se ha creado con datos del canal de nadir, el campo de visión perpendicular a la superficie de Marte, y los canales de color de la cámara estéreo de alta resolución. La resolución topográfica es de unos 16 m/píxel y las imágenes están centradas a unos 78° N, 106° E.

Image Credit: ESA/DLR


24 de junio de 2018

La peor tormenta en Marte ya abarca todo el planeta

  • Si ocurriera en la Tierra, sería más grande que América del Norte y Rusia juntas. Ha impedido el funcionamiento del rover Opportunity, pero el Curiosity sigue en marcha
Autorretrato del rover Curiosity durante la tormenta en el cráter Gale de Marte - NASA / JPL-Caltech

Es cada vez peor. La espectacular tormenta de polvo que ha sumido en la oscuridad gran parte de Marte en la últimas dos semanas ha crecido en tamaño y ya es oficialmente «global». El fenómeno provocó que el histórico rover Opportunity de la NASA suspendiera sus operaciones científicas, pero otro robot explorador llegado en 2012, Curiosity, que actualmente estudia el suelo de un lugar conocido como cráter Gale, no se verá afectado por el polvo. El motivo es que si bien su viejo compañero no puede funcionar sin luz solar-que no recibe por la tormenta-, el más moderno tiene una batería de energía nuclear que funciona día y noche. Incluso ha podido hacerse un selfie en la tempestad.

Aunque Curiosity está en el otro lado del planeta con respecto a Opportunity, que transita por el Valle de la Perseverancia, el polvo ha aumentado constantemente sobre él, más del doble durante el fin de semana. El «tau», el índice que mide la opacidad de la neblina, está ahora por encima de 8.0 en el cráter Gale, el más alto que la misión haya registrado. La última vez que fue medido sobre Opportunity estaba cerca de 11, lo suficiente para que el rover activo más viejo de Marte (lleva quince años en el Planeta rojo) no pueda hacer mediciones precisas. Si se tiene en cuenta que una tormenta a la que Opportunity sobrevivió a duras penas en 2007 alcanzó un tau de 5,5, las cosas no pintan muy bien para el veterano.

Pero los científicos de la NASA también ven el lado positivo de las cosas. Según explican, Curiosity ofrece una posibilidad sin precedentes para responder algunas preguntas. ¿Por qué algunas tormentas de polvo marciano duran meses y se vuelven masivas, mientras que otras se mantienen pequeñas y duran solo una semana? «No tenemos ni idea», reconoce Scott D. Guzewich, científico atmosférico del Centro Goddard de Vuelo Espacial de la NASA en Greenbelt, Maryland, que lidera la investigación de la tormenta de polvo de Curiosity.

Curiosity, además de una flota de naves espaciales en la órbita de Marte, permitirá a los científicos por primera vez recoger una gran cantidad de información sobre el polvo tanto desde la superficie como desde el espacio. La última tormenta de magnitud global que envolvió a Marte fue en 2007, cinco años antes de que Curiosity aterrizara allí. Las fotos diarias capturadas por su cámara MastCam muestran que el cielo se vuelve más brillante. Esta pared de neblina que obstruye el sol es de seis a ocho veces más gruesa de lo normal en esta época.

Los ingenieros de Curiosity en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California, no creen que la creciente tormenta de polvo suponga un gran riesgo para los instrumentos del rover. El impacto más grande es para las cámaras del rover, que requieren un tiempo de exposición adicional debido a la poca luz.

Cuando sucede en la Tierra

Las tormentas de polvo marcianas son comunes, especialmente durante la primavera y el verano del hemisferio sur, cuando el planeta está más cerca del sol. A medida que la atmósfera se calienta, los vientos generados por mayores contrastes en la temperatura de la superficie en diferentes lugares movilizan partículas de polvo del tamaño de granos de talco en polvo. El dióxido de carbono congelado en el casquete polar de invierno se evapora, espesando la atmósfera y aumentando la presión de la superficie. Esto mejora el proceso al ayudar a suspender las partículas de polvo en el aire. En algunos casos, las nubes de polvo alcanzan hasta 60 kilómetros o más de altura.

Aunque son comunes, las tormentas de polvo marcianas suelen permanecer contenidas en un área local. Por el contrario, la tormenta actual, si ocurriera en la Tierra, es más grande que América del Norte y Rusia juntas.

La tormenta de polvo puede parecer exótica para algunos terrícolas, pero no es exclusiva de Marte. La Tierra también tiene tormentas de polvo en regiones desérticas como el norte de África, el Medio Oriente y el suroeste de los Estados Unidos. Sin embargo, las condiciones aquí (una atmósfera más gruesa, una gravedad mas fuerte y una cubierta vegetal) impiden que se propaguen globalmente.

Fuentes: ABC

12 de febrero de 2017


El astronauta Andreas Mogensen ha capturado en video por primera vez este extraño fenómeno meteorológico. ESA

  • Reportadas por los pilotos de aviación, su existencia lleva años debatiéndose
  • Un video grabado desde la Estación Espacial muestra este fenómeno eléctrico
  • Han sido llamadas "espectros rojos", "chorros azules", "duendes" o "elfos"
Su existencia llevaba años debatiéndose: huidizas descargas eléctricas en la alta atmósfera con nombres peculiares como "espectros rojos", "chorros azules", "duendes" o "elfos". Aunque habían sido reportadas por pilotos de aviación, resultan difíciles de estudiar, ya que se producen por encima de las tormentas eléctricas.

Durante su misión en la Estación Espacial Internacional (EEI) en 2015, el astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Andreas Mogensen estuvo encargado de fotografiar este tipo de tormentas con la cámara más sensible del complejo orbital en busca de estos breves fenómenos.

Ahora, el Instituto Nacional del Espacio de Dinamarca ha publicado los resultados, que confirman la aparición de numerosos destellos azules de longitud kilométrica a unos 18 kilómetros de altitud, incluyendo un chorro azul pulsante que llegó a alcanzar 40 kilómetros. Un video grabado por Andreas mientras sobrevolaba la Bahía de Bengala desde la EEI, a 28.800 km/h, muestra por primera vez claramente estos fenómenos eléctricos.




Los satélites habían probado estos eventos, pero su ángulo de visión no es ideal para recopilar datos sobre la escala de los chorros azules y descargas azules más pequeñas. Por el contrario, la órbita inferior de la Estación Espacial Internacional está idealmente ubicada para capturar estos fenómenos. 

Andreas apuntó hacia las torres de nubes -pilares de nubes que se extienden hacia la atmósfera superior- y grabó un video de 160 segundos mostrando 245 destellos azules desde la parte superior de una de esas torres que derivó de la tormenta de la Bahía de Bengala. 

Parte poco comprendida de nuestra atmósfera 

Las descargas azules y los chorros son ejemplos de una parte poco comprendida de nuestra atmósfera. Las tormentas eléctricas llegan a la estratosfera y tienen implicaciones sobre cómo nuestra atmósfera nos protege de la radiación. 

Este experimento confirma que la Estación Espacial es una base adecuada para observar estos fenómenos. Como seguimiento, se está preparando el Monitor de Interacciones Atmosférico-Espaciales para su lanzamiento a finales de este año, para su instalación fuera del laboratorio Columbus de la Estación Espacial, con el fin de monitorear continuamente las tormentas para recopilar información sobre tales "eventos luminosos transitorios". 

Andreas concluye: "No todos los días captamos un nuevo fenómeno meteorológico en vídeo, por lo que estoy muy satisfecho con el resultado, pero aún más para que los investigadores puedan investigar estas intrigantes tormentas con más detalle pronto".


Fuentes: Rtve.

8 de octubre de 2016

El Huracán Matthew Captado Por las Cámaras de la ISS

Las cámaras situadas en el exterior de la Estación Espacial Internacional capturaron estas impresionantes imágenes del gran huracán Matthew el 3 de Octubre a las 20:15 GMT, cuando la ISS sobrevolaba la tormenta a una altitud de 402 kilómetros. Con vientos que alcanzaron más de 225 kilómetros por hora lo han convertido en un huracán de categoría 4. Se esperaba que Matthew pase sobre el oeste de Haití y el este de Cuba el 4 Octubre, antes de llegar al norte de las Bahamas el 5 de Octubre y posiblemente pueda alcanzar la costa este de los Estados Unidos a finales de semana.



Este otro vídeo es una animación creada a partir de datos recogidos por el satélite GOES-Este del NOAA del 2 al 4 de Octubre, donde se muestra la evolución del huracán Matthew moviéndose a través del Mar del Caribe y tocando tierra al oeste de Haití a primeras horas del 4 de Octubre.



Fuentes: NASA EN ESPAÑOL

30 de julio de 2016

Las tormentas más inmensas del Sistema Solar


Dejan en ridículo a los huracanes, ciclones y tifones de la Tierra. Se forman en planetas gigantes y sus vientos pueden llegar a ser supersónicos. Las más intensas se originan en el Sol y podrían acabar de golpe con los sistemas eléctricos

Las más pequeñas: los huracanes

Imagen de satélite del temido huracán Patricia, de categoría 5 y formado en 2015- Jeff Schmaltz/NASA

El Sistema Solar es un lugar extraordinario. Está habitado por planetas que llevan los nombres de poderosos dioses, como Júpiter, Saturno o Neptuno, y la naturaleza parece empeñada en hacer justicia a nombres tan rimbombantes. Cuando no están sacudidos por extraordinarios fenómenos meteorológicos, los planetas experimentan fuerzas asombrosas y curiosas que nos recuerdan lo afortunados que somos por vivir en la Tierra.

Ni siquiera el mismo Sol, del que dependen todos los planetas, está tranquilo. En el pasado era una fuente furiosa de radiación y fuego capaz de arrasar planetas enteros, y aún hoy en día estalla con cierta frecuencia y libera al espacio energías descomunales.


Por eso, el Sistema Solar es un lugar donde es frecuente que haya poderosas tormentas. Desde la pequeña Tierra, con sus favorables condiciones, a gigantes gaseosos, todos aquellos planetas en los que hay atmósferaexperimentan la formación de vórtices, depresiones en las que los vientos se aceleran y los gases se sacuden. Y eso sin contar con la furiosa estrella que los alumbra; un Sol que a veces estalla en súpertormentas de plasma y radiación.


Vapor y viento frío

La Tierra, normalmente considerada como un edén para la vida en el que las temperaturas son suaves y las condiciones estables, está a salvo de la furia de los «dioses».

El 23 de octubre de 2015, el océano Pacífico fue testigo de ello. Unacombinación explosiva de agua oceánica caliente y vientos capaces de elevar el vapor hasta cotas superiores, se convirtieron en aquella fecha en el combustible para un monstruo: el huracán Patricia.

El poderosísimo huracán Patricia perdió fuerza al llegar a tierra- NASA

Pronto alcanzó la máxima categoría en la escala Saffir-Simpson, la 5, en la que se incluyen a los huracanes «catastróficos» capaces de derribar árboles y postes de luz, llevarse los tejados y tirar muros y dejar zonas enteras inhabitables durante semanas o meses. Las tormentas entran en esta categoría cuando sus vientos superan los 250 kilómetros por hora, pero Patricia llegó a los 325.

Además, según la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) se convirtió en el huracán más intenso nunca registrado en el Pacífico Norte oriental y en las cuencas del Atlántico Norte. Con todo, la longitud máxima de la tormenta osciló entre los 2.000 y los 3.000 kilómetros.

Si bien es cierto que el registro de grandes huracanes, tifones y ciclones es muy incompleto y que no se remonta a muchos años atrás, Patricia parece ser una de las mayores tormentas que se han podido ver por el planeta al menos en la era actual.

Comparativa de los tamaños de los planetas del Sistema Solar. De izquierda a derecha: Júpiter, Urano, Saturno, Tierra, Marte, Mercurio, Venus y Neptuno- Planetary Lunar Institute

Pero, ¿es Patricia la mayor tormenta que ha sufrido el Sistema Solar? La respuesta puede empezar a intuirse si se echa un vistazo al tamaño de los demás planetas que pueblan el vecindario de la Tierra.


Neptuno: la oscura tormenta

Comparativa entre el Gran Punto Oscuro de Neptuno y la Tierra- NASA

Puede que el huracán Patricia fuera inmenso y que amenazara con ser catastrófico en la Tierra, con sus 2.000 o 3.000 kilómetros de longitud, pero en la escala del Sistema Solar no resulta impresionante en absoluto.

Tan solo hay que ir al más pequeño de los planetas gaseosos, Neptuno, para encontrarse una tormenta que lo supera con creces. Se trata del Gran Punto Oscuro, una depresión cuya longitud osciló entre los 6.600 y los 13.000 kilómetros y que, grosso modo, tuvo un tamaño comparable al de la Tierra entera, según la NASA.


El Gran Punto Oscuro, fotografiado por la Voyager 2 en 1989- NASA/JPL



Fue descubierta en 1989 gracias a la Voyager 2, y desde el principio se consideró que estaba acompañada por el «Scooter», una formación brillante en la base de la parte oscura.

Solo cinco años después, el Hubble no pudo encontrarla y se consideró que se había desvanecido. Pero en su lugar, se encontró otro punto oscuro en el hemisferio Norte de Neptuno,al que, con el tiempo, se incorporaron nuevos puntos oscuros.

Pero, ¿qué son estas tormentas en Neptuno? Según se cree, las tormentas oscuras son como agujeros en las partes bajas de la atmósfera y que tienen capacidad para permanecer estables durante meses, formando estructuras de tipo vórtice. Parecen estar asociadas a nubes más claras, compuestas de metano y formadas en capas más altas, que a su vez parecen adquirir forma cuando el gas asciende y se congela en las capas más altas, formando cristales.

Aunque son estables, los vórtices oscuros parecen disiparse cuando se acercan al ecuador y a través de mecanismos aún desconocidos. El último de ellos fue descubierto en mayo de este año, y por primera vez desde el año 2000. Gracias al telescopio Hubble, la NASA confirmó el hallazgo de un nuevo vértice oscuro en el hemisferio sur de Neptuno.


Vientos supersónicos

Gracias a estas grandes tormentas, Neptuno es el lugar donde se han medido, de forma indirecta, los vientos más rápidos del Sistema Solar. En teoría, alcanzan velocidades de hasta 2.000 kilómetros por hora, muy lejos de los 350 del huracán Patricia.



El rugido de Júpiter

Imagen de la Gran Mancha Roja tomada por la Voyager 1 en 1979- NASA/JPL

Si el sonido de las tormentas en la Tierra puede ser aterrador, ¿cómo será enJúpiter donde la gravedad es 2,5 veces superior a la terrestre y donde los vientos pueden llegar a los 640 kilómetros por hora?

En el interior de la Gran Mancha Roja, que recientemente fue noticia cuando se descubrió su papel como fuente de calor de la atmósfera del planeta, seguramente sea ensordecedor.

Se trata de una gran tormenta que mide entre 3 y 3,5 veces más que el diámetro de la Tierra. Por lo que sabemos, podría ser «eterna», porque ha estado ahí desde hace al menos 150 años, aunque ya en el siglo XVII los astrónomos a hablaban de un punto rojo en Júpiter.

Está formada por una masa giratoria de nubes que están más altas que el gas de los alrededores. Pero, por algún motivo, en las últimas décadas ha comenzado a encoger.


Proyección cilíndrica de la atmósfera de Júpiter, con la Gran Mancha Roja a la derecha- ASA, ESA, A. Simon (GSFC), M. Wong (UC Berkeley), and G. Orton (JPL-Caltech)

En algunos momentos su forma ovalada ha pasado a ser más circular, y a veces aparecen filamentos de gas en el interior del vórtice. El origen de su color parece estar en la presencia de compuestos de azufre o fósforo, y parece formarse a causa de la condensación de amoniaco en las capas más bajas de la atmósfera.



El hexágono del caos en Saturno

Tormenta blanca formada en Saturno, en 2010- NASA/JPL

Incluso la Gran Mancha Roja del gigantesco Júpiter palidece ante una tormenta que amenazó con atravesar de lado a lado a Saturno. Ocurrió en diciembre de 2010 y duró hasta agosto de 2011. Se formaron claras y brillantes nubes a partir de un enorme vórtice y seis meses después se observó una intensa liberación de energía y de gas de etileno.

Apenas tres semanas después de la erupción de la tormenta, ya medía cerca de 9.700 kilómetros de alto y casi 18.000 de largo.


La tormenta fue evolucionando y aumentando su longitud. En 2011 se desvaneció- NASA/JPL

En otras ocasiones, se han registrado tormentas similares pero de menor tamaño, caracterizadas por vientos muy rápidos, de hasta 550 kilómetros por hora y normalmente más cercanas al polo norte del planeta. Parecen ocurrir con una periodicidad de 20 o 30 años.

Imagen tomada por la nave Cassini en 2012 de la tormenta hexagonal- NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Aparte de estas, el polo Norte de Saturno está habitado por una gigantesca tormenta hexagonal, cuyo ojo del huracán mide, él solo, 2.000 kilómetros de ancho. Alrededor de él, se forman y circulan vórtices gigantescos que giran en sentido contrario al del vórtice principal.



Súpertormentas solares

Representación de una eyección de masa coronal y de una llamarada solar ocurridas el 31 de agosto de 2012- NASA Goddard Space Flight Center

Richard Carrington apenas tenía 33 años cuando contempló un evento que le cambió la vida. Era un astrónomo aficionado a dibujar las manchas solares que veía proyectadas en una pantalla que recogía la luz a través de un telescopio. Pero el 1 de septiembre de 1859, pudo ver cómo el Sol cambiaba.

Primero dos destellos luminosos aparecieron sobre un grupo de apelmazadas manchas solares. Los destellos crecieron rápidamente y adquirieron una forma curvada. Asombrado y con el pulso latiendo con fuerza, salió corriendo para buscar a algún testigo de aquel extraño espectáculo.

Justo antes del amanecer del día siguiente, los cielos de la Tierra despertaron con una sinfonía de colores rojos, verdes y morados. Las auroras boreales eran tan intensas que los periódicos podían leerse al amanecer como si fuera de día, tal como recoge la NASA. Este fenómeno, que suele darse cerca de los polos, por ser estas las regiones en las que el campo magnético es más fino, en esta ocasión llegó a latitudes tropicales, y pudo verse en Cuba, Bahamas o Jamaica.

Los telégrafos se estropeaban, y los operarios sufrían descargas. El papel se chamuscaba y, aunque se desconectara el suministro de electricidad, los aparatos podían seguir transmitiendo.

Esto, que la historia luego conoció como evento Carrington, fue la primera observación de una súpertormenta solar, una potentísima erupción que hoy en día pondría en apuros a una Tierra extremadamente dependiente de aparatos eléctricos.
Llamaradas

Aquel fenómeno fue causado por una Eyección de Masa Coronal (CME en inglés). Se trata de un fenómeno habitual en el Sol durante ciertos momentos de su vida, (durante los máximos de actividad solar, que se alcanzan cada 11 años) en los que su campo magnético se sacude y libera la tensión en ciertos puntos. Cuando eso ocurre, el plasma solar se libera de la superficie ysale despedido hacia el espacio, a unas velocidades que pueden ir desde los 20 kilómetros a los 3.200 por segundo.

Esta energía y esta materia pueden tardar en llegar a la Tierra normalmente unos cuatro días, pero durante el evento de Carrington apenas necesitaron unas 17,6 horas.





Normalmente, las CMEs ocurren a la vez que otro fenómeno, el de las llamaradas solares. Pero ambos tienen distintos efectos y naturaleza. Cuando el campo magnético libera en un punto la energía solar, se produce unintenso destello capaz de liberar cantidades abismales de energía, es lo que se conoce como llamarada solar. Estas llamaradas viajan a la velocidad de la luz y tardan ocho minutos en llegar a la Tierra. Son precisamente las que Carrington pudo ver en la pantalla situada bajo su telescopio.

Mientras que una llamarada puede afectar a las ondas de radio y a la pérdida de los sistemas de comunicación y navegación, las CMEs pueden crear auroras y provocar distorsiones magnéticas que pueden generar corrientes eléctricas y sobrecargas en redes de suministro o incluso destruir aparatos.

De momento, los científicos no pueden prevenir cuándo va a ocurrir una de estas súpertormentas, pero al menos pueden observarlas y avisar a las compañías eléctricas para que traten de evitar la sobrecarga de sus sistemas. Parece que hay que seguir atento al tiempo que hace ahí fuera.



Fuentes: ABC

17 de mayo de 2014

La actividad del Sol provoca relámpagos en la Tierra

Los rayos de las tormentas pueden estar causados por las partículas de alta energía que salen disparadas a gran velocidad de nuestra estrella

La humanidad ha observado siempre el resplandor de los relámpagosen el cielo con una mezcla de fascinación y temor. Atribuidos por algunas culturas a las cólera de los dioses, poco a poco la ciencia ha ido desentrañando su auténtico origen. Hasta ahora, sabíamos que existen dos factores relevantes para esta descarga de energía: el agua o las pequeñas partículas de hielo dentro de las nubes (hidrometeoros) y el chorro de electrones provocado por los rayos cósmicos procedentes del espacio exterior. Ahora, científicos de la Universidad de Reading, en Berkshire, Reino Unido, han descubierto nuevas pruebas que sugieren que los relámpagos en la Tierra también se activan por las partículas energéticas del Sol. Estos expertos hallaron una relación entre el aumento de la actividad de tormentas en nuestro planeta y las corrientes de partículas de alta energía aceleradas por el viento solar.

Los investigadores del Departamento de Meteorología de Reading encontraron un incremento sustancial y significativo en las tasas derayos a través de Europa durante un máximo de 40 días después de la llegada de vientos solares de alta velocidad, que pueden viajar a más de un millón de millas por hora, en la atmósfera de la Tierra, según publica la revista Environmental Research Letters.




NATIONAL GEOGRAPHIC
Impresionante tormenta con aparato eléctrico


Aunque el mecanismo exacto que causa estos cambios sigue siendo desconocido, estos expertos proponen que las propiedades eléctricas del aire resultan de alguna manera alteradas conforme las partículas cargadas entrantes del viento solar chocan con nuestra atmósfera. Los resultados podrían ser de utilidad para los meteorólogos, ya que estas corrientes de viento solar giran con el Sol, más allá de la Tierra, a intervalos regulares, lo que acelera las partículas en la atmósfera terrestre.

A medida que estos flujos puedan rastrearse con naves espaciales, se abrirá la posibilidad de predecir la severidad de los fenómenos meteorológicos peligrosos con muchas semanas de antelación. "Hemos encontrado evidencia de que la alta velocidad de los flujos de viento solar pueden aumentar las tasas de relámpagos. Esto puede ser un aumento de un rayo o un incremento en la magnitud de los rayos, elevandóla por encima del umbral de detección de los instrumentos de medición", señala Chris Scott, autor principal del estudio.

"Se creía que los rayos cósmicos, las partículas minúsculas de todo el Universo aceleradas a casi la velocidad de la luz por la explosión de estrellas, juegan un papel en el tormentoso clima de la Tierra, pero nuestro trabajo proporciona nueva evidencia de que de forma similar, aunque de menor energía, las partículas creadas por nuestro propio Sol también afectan a los rayos", agrega.

Tormenta sobre Reino Unido

Para llegar a sus resultados, los investigadores analizaron datos de relámpagos sobre Reino Unido entre 2000 y 2005, que se obtuvieron a partir del sistema de detección de rayos de la Oficina Meteorológica del país. Se restringieron los datos a cualquier evento que se produjo dentro de un radio de 500 kilómetros desde el centro de Inglaterra y se comparó el registro de la caída de rayos con datos del Explorador de la NASA 'Advanced Composition Explorer' (ACE), que se encuentra entre el Sol y la Tierra y mide las características de los vientos solares.

Después de la llegada de un viento solar a la Tierra, los investigadores mostraron que hubo un promedio de 422 impactos de rayos en todo Reino Unido en los siguientes 40 días en comparación con un promedio de 321 impactos de rayos en los 40 días antes de la llegada del viento solar. La tasa de caída de rayos alcanzó su punto máximo entre los 12 y 18 días después de la llegada del viento solar.

Cada 27 días

El viento solar se compone de un flujo constante de partículas energéticas, principalmente electrones y protones, que son impulsados por la atmósfera del Sol en torno a un millón de millas por hora. Las corrientes de partículas pueden variar en densidad, temperatura y velocidad y azotar a su paso por la Tierra cada 27 días más o menos, de acuerdo con el tiempo que tarda el Sol en hacer una rotación completa en relación con la Tierra.

El campo magnético de la Tierra proporciona una defensa robusta contra el viento solar, desviando las partículas energéticas de todo el planeta, pero si una rápida corriente solar se pone al día con una corriente solar lenta, genera una mejora tanto en el material como en el campo magnético asociado. En estos casos, las partículas energéticas pueden tener las energías suficientes para penetrar hacia abajo en las regiones de nubes de formación de la atmósfera de la Tierra y, posteriormente, afectar al clima.

"Proponemos que estas partículas, aunque no tienen energías suficientes para alcanzar el suelo y ser detectadas allí, electrifican la atmósferaa medida que chocan con ella, alterando las propiedades eléctricas del aire y, por lo tanto, influyendo en la tasa o la intensidad a la que se produce un rayo", resume Scott.


Fuentes: ABC.es

6 de febrero de 2014

Un nuevo temporal de viento y lluvia golpea la costa atlántica europea

Inundaciones, destrucción y miles de hogares sin electricidad. Son algunas de las consecuencias del temporal de lluvia y viento que sacude la costa atlántica europea.

En el Reino Unido, el Gobierno ha aprobado una ayuda de unos 90 millones de euros para la reconstrucción de las zonas más castigadas.

En España, además de daños materiales, varias personas han resultado heridas en la cornisa cantábrica.

Las olas siguen golpeando con fuerza el litoral. El fin de semana pasado una boya oceanográfica de la Universidad de Oviedo registró una ola de casi 21 metros de altura. La bravura del mar impidió el miércoles la búsqueda del joven engullido por las olas el domingo en Galicia.




A partir de este jueves, una nueva borrasca atlántica próxima a las costas de Galicia dará lugar a otro temporal en el norte de España. El miércoles, un helicóptero francés rescató a los 12 ocupantes del carguero español que se partió en dos a la altura de Anglet, cerca del puerto francés de Bayona. Las autoridades descartan un riesgo de contaminación importante ya que el barco iba vacío. En sus depósitos llevaba en torno a 80 toneladas de combustible.




Fuentes: Euronews

3 de febrero de 2014

El Atlántico siempre golpea dos veces


Después de la gigantesca tormenta Hércules a principios de enero, este mes de febrero también ha comenzado con una marea excepcionalmente alta y con el océano Atlántico empujado por los fuertes vientos de otra tormenta instalada frente a la costa de Irlanda.

El temporal ha dejado impresionantes imágenes a lo largo de toda la costa Atlántica europea que los internautas han compartido en las redes sociales.


En imágenes: borrasca atlántica azota costa europea 

Una nueva borrasca atlántica y marea alta han causado estragos a lo largo de la costa atlántica de Europa desde Portugal a Irlanda y el Reino Unido.



Fuentes: Euronews

24 de junio de 2013

Desentrañan el funcionamiento de 'La gran mancha blanca de Saturno'

Fotografía de la gran mancha blanca de SaturnoCarolyn Porco / CICLOPS / NASAJPL-CaltechSSI
 
Investigadores del Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) han desentrañado, por primera vez, el funcionamiento de la mayor tormenta desarrollada en el sistema solar: la Gran Mancha Blanca de Saturno. 

El estudio de este fenómeno permite conocer mejor los modelos empleados en el estudio de la meteorología y del comportamiento de la atmósfera terrestre en un medio ambiente imposible de simular en un laboratorio.

-Es la mayor tormenta del sistema solar
-El estudio ha sido realizado con imágenes de la nave espacial Cassini
-Permite conocer mejor, entre otros, el comportamiento de la meteorología
-Científicos de la Universidad del País Vasco han llevado a cabo la investigación


Este trabajo se ha publicado en la revista Nature Geosciences, la revista especializa en geofísica, meteorología y ciencias planetarias del grupo Nature, que tiene el mayor índice de impacto en este campo, ha informado la UPV/EHU en un comunicado.

El artículo está liderado por Enrique García Melendo, investigador de la Fundació Observatori Esteve Duran-Institut de Ciències de l'Espai, mientras que el Grupo de Ciencias Planetarias está liderado por el catedrático de la escuela de Ingenieros de la UPV/EHU, Agustín Sánchez Lavega.

La investigación se ha realizado a través de las imágenes enviadas por la nave espacial Cassini de las agencias espaciales norteamericana (NASA) y europea (ESA); los modelos de ordenador de la tormenta, y el examen de sus nubes.



Tormenta de enormes proporciones

Aproximadamente una vez cada año de Saturno, equivalente a unos 30 años de la Tierra, se produce en el planeta de los anillos una tormenta de enormes proporciones que afecta al aspecto de su atmósfera a escala global y se denomina Gran Mancha Blanca debido al aspecto que presenta.

La primera observación de una de estas tormentas fue posible en 1876 y la analizada en esta investigación, la Gran Mancha Blanca de 2010, es la sexta que ha podido ser observada.

En esa ocasión la nave espacial Cassini pudo obtener imágenes de muy alta resolución de la gran estructura meteorológica que permaneció activa más de siete meses.

Durante ese tiempo generó una amalgama de nubes blancas que se expandieron hasta formar un anillo nuboso y turbulento con una extensión de miles de millones de kilómetros cuadrados y vientos de 500 kilómetros por hora.

El Grupo de Ciencias Planetarias presentó hace dos años un primer estudio de dicha tormenta que fue portada en la revista Nature del 7 de julio de 2011 y el nuevo trabajo desvela "secretos ocultos" del fenómeno a través del estudio de "la cabeza" o "foco" de la Gran Mancha Blanca.

Entre ellos, que el foco de la tormenta es profundo, unos 300 kilómetros por encima de las nubes visibles y que la tormenta transporta ingentes cantidades de gas húmedo en vapor de agua a las capas más altas del planeta formando nubes visibles, y liberando enormes cantidades de energía



Fuentes : RTVE.es / EFE 

28 de mayo de 2013

Antes y después del tornado

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Después del tornado. (Foto: CNES/Astrium/Spot Image)
 
Los satélites Pléiades, construidos por Astrium, han capturado esta imagen de Moore, Oklahoma, donde claramente aparece la destrucción causada por el tornado que azotó la región el pasado día 20 de Mayo de 2013. Al comparar con una imagen adquirida el dia 29 de Abril de 2013, es fácil ver que elementos como edificios, árboles, autos y en general todo lo que había en la zona ha sido completamente destruido al paso del tornado. Fuerzas de ayuda usarán este tipo de imágenes para evaluar la situación y coordinar esfuerzos.


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Antes del tornado. (Foto: CNES/Astrium/Spot Image)

La constelación Pléiades, operada por Astrium Services, se compone de dos satélites idénticos trabajando juntos para proveer una capacidad de revisita diaria, que se convierte en una ayuda inestimable en casos de desastres y crisis. Uno de los dos satélites pasa por encima de la zona afectada cada día, suministrando imágenes de inteligencia a los primeros equipos de rescate y planificadores en el terreno. Trabajando en fase con los Pléiades, está el satélite SPOT-6, también construido por Astrium y operado por Astrium Services. Pronto, el SPOT-6 también será acompañado por su propio gemelo. Con esta constelación de 4 satélites, Astrium Services será capaz de capturar en imagen cualquier área de la Tierra dos veces al día, suministrando información a equipos de rescate y otros más rápido que nunca. 


Fuente: Astrium

16 de mayo de 2013

Arranca la temporada de huracanes en el Pacífico oriental


Alvin es el primer huracán de la temporada de hurcanaes en el Pacífico Oriental. Esta primera gran perturbación amenaza, sin demasiado riesgo, a la costa pacífica de México.



Fuentes : El tiempo Rtve.es