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30 de julio de 2016

Las tormentas más inmensas del Sistema Solar


Dejan en ridículo a los huracanes, ciclones y tifones de la Tierra. Se forman en planetas gigantes y sus vientos pueden llegar a ser supersónicos. Las más intensas se originan en el Sol y podrían acabar de golpe con los sistemas eléctricos

Las más pequeñas: los huracanes

Imagen de satélite del temido huracán Patricia, de categoría 5 y formado en 2015- Jeff Schmaltz/NASA

El Sistema Solar es un lugar extraordinario. Está habitado por planetas que llevan los nombres de poderosos dioses, como Júpiter, Saturno o Neptuno, y la naturaleza parece empeñada en hacer justicia a nombres tan rimbombantes. Cuando no están sacudidos por extraordinarios fenómenos meteorológicos, los planetas experimentan fuerzas asombrosas y curiosas que nos recuerdan lo afortunados que somos por vivir en la Tierra.

Ni siquiera el mismo Sol, del que dependen todos los planetas, está tranquilo. En el pasado era una fuente furiosa de radiación y fuego capaz de arrasar planetas enteros, y aún hoy en día estalla con cierta frecuencia y libera al espacio energías descomunales.


Por eso, el Sistema Solar es un lugar donde es frecuente que haya poderosas tormentas. Desde la pequeña Tierra, con sus favorables condiciones, a gigantes gaseosos, todos aquellos planetas en los que hay atmósferaexperimentan la formación de vórtices, depresiones en las que los vientos se aceleran y los gases se sacuden. Y eso sin contar con la furiosa estrella que los alumbra; un Sol que a veces estalla en súpertormentas de plasma y radiación.


Vapor y viento frío

La Tierra, normalmente considerada como un edén para la vida en el que las temperaturas son suaves y las condiciones estables, está a salvo de la furia de los «dioses».

El 23 de octubre de 2015, el océano Pacífico fue testigo de ello. Unacombinación explosiva de agua oceánica caliente y vientos capaces de elevar el vapor hasta cotas superiores, se convirtieron en aquella fecha en el combustible para un monstruo: el huracán Patricia.

El poderosísimo huracán Patricia perdió fuerza al llegar a tierra- NASA

Pronto alcanzó la máxima categoría en la escala Saffir-Simpson, la 5, en la que se incluyen a los huracanes «catastróficos» capaces de derribar árboles y postes de luz, llevarse los tejados y tirar muros y dejar zonas enteras inhabitables durante semanas o meses. Las tormentas entran en esta categoría cuando sus vientos superan los 250 kilómetros por hora, pero Patricia llegó a los 325.

Además, según la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) se convirtió en el huracán más intenso nunca registrado en el Pacífico Norte oriental y en las cuencas del Atlántico Norte. Con todo, la longitud máxima de la tormenta osciló entre los 2.000 y los 3.000 kilómetros.

Si bien es cierto que el registro de grandes huracanes, tifones y ciclones es muy incompleto y que no se remonta a muchos años atrás, Patricia parece ser una de las mayores tormentas que se han podido ver por el planeta al menos en la era actual.

Comparativa de los tamaños de los planetas del Sistema Solar. De izquierda a derecha: Júpiter, Urano, Saturno, Tierra, Marte, Mercurio, Venus y Neptuno- Planetary Lunar Institute

Pero, ¿es Patricia la mayor tormenta que ha sufrido el Sistema Solar? La respuesta puede empezar a intuirse si se echa un vistazo al tamaño de los demás planetas que pueblan el vecindario de la Tierra.


Neptuno: la oscura tormenta

Comparativa entre el Gran Punto Oscuro de Neptuno y la Tierra- NASA

Puede que el huracán Patricia fuera inmenso y que amenazara con ser catastrófico en la Tierra, con sus 2.000 o 3.000 kilómetros de longitud, pero en la escala del Sistema Solar no resulta impresionante en absoluto.

Tan solo hay que ir al más pequeño de los planetas gaseosos, Neptuno, para encontrarse una tormenta que lo supera con creces. Se trata del Gran Punto Oscuro, una depresión cuya longitud osciló entre los 6.600 y los 13.000 kilómetros y que, grosso modo, tuvo un tamaño comparable al de la Tierra entera, según la NASA.


El Gran Punto Oscuro, fotografiado por la Voyager 2 en 1989- NASA/JPL



Fue descubierta en 1989 gracias a la Voyager 2, y desde el principio se consideró que estaba acompañada por el «Scooter», una formación brillante en la base de la parte oscura.

Solo cinco años después, el Hubble no pudo encontrarla y se consideró que se había desvanecido. Pero en su lugar, se encontró otro punto oscuro en el hemisferio Norte de Neptuno,al que, con el tiempo, se incorporaron nuevos puntos oscuros.

Pero, ¿qué son estas tormentas en Neptuno? Según se cree, las tormentas oscuras son como agujeros en las partes bajas de la atmósfera y que tienen capacidad para permanecer estables durante meses, formando estructuras de tipo vórtice. Parecen estar asociadas a nubes más claras, compuestas de metano y formadas en capas más altas, que a su vez parecen adquirir forma cuando el gas asciende y se congela en las capas más altas, formando cristales.

Aunque son estables, los vórtices oscuros parecen disiparse cuando se acercan al ecuador y a través de mecanismos aún desconocidos. El último de ellos fue descubierto en mayo de este año, y por primera vez desde el año 2000. Gracias al telescopio Hubble, la NASA confirmó el hallazgo de un nuevo vértice oscuro en el hemisferio sur de Neptuno.


Vientos supersónicos

Gracias a estas grandes tormentas, Neptuno es el lugar donde se han medido, de forma indirecta, los vientos más rápidos del Sistema Solar. En teoría, alcanzan velocidades de hasta 2.000 kilómetros por hora, muy lejos de los 350 del huracán Patricia.



El rugido de Júpiter

Imagen de la Gran Mancha Roja tomada por la Voyager 1 en 1979- NASA/JPL

Si el sonido de las tormentas en la Tierra puede ser aterrador, ¿cómo será enJúpiter donde la gravedad es 2,5 veces superior a la terrestre y donde los vientos pueden llegar a los 640 kilómetros por hora?

En el interior de la Gran Mancha Roja, que recientemente fue noticia cuando se descubrió su papel como fuente de calor de la atmósfera del planeta, seguramente sea ensordecedor.

Se trata de una gran tormenta que mide entre 3 y 3,5 veces más que el diámetro de la Tierra. Por lo que sabemos, podría ser «eterna», porque ha estado ahí desde hace al menos 150 años, aunque ya en el siglo XVII los astrónomos a hablaban de un punto rojo en Júpiter.

Está formada por una masa giratoria de nubes que están más altas que el gas de los alrededores. Pero, por algún motivo, en las últimas décadas ha comenzado a encoger.


Proyección cilíndrica de la atmósfera de Júpiter, con la Gran Mancha Roja a la derecha- ASA, ESA, A. Simon (GSFC), M. Wong (UC Berkeley), and G. Orton (JPL-Caltech)

En algunos momentos su forma ovalada ha pasado a ser más circular, y a veces aparecen filamentos de gas en el interior del vórtice. El origen de su color parece estar en la presencia de compuestos de azufre o fósforo, y parece formarse a causa de la condensación de amoniaco en las capas más bajas de la atmósfera.



El hexágono del caos en Saturno

Tormenta blanca formada en Saturno, en 2010- NASA/JPL

Incluso la Gran Mancha Roja del gigantesco Júpiter palidece ante una tormenta que amenazó con atravesar de lado a lado a Saturno. Ocurrió en diciembre de 2010 y duró hasta agosto de 2011. Se formaron claras y brillantes nubes a partir de un enorme vórtice y seis meses después se observó una intensa liberación de energía y de gas de etileno.

Apenas tres semanas después de la erupción de la tormenta, ya medía cerca de 9.700 kilómetros de alto y casi 18.000 de largo.


La tormenta fue evolucionando y aumentando su longitud. En 2011 se desvaneció- NASA/JPL

En otras ocasiones, se han registrado tormentas similares pero de menor tamaño, caracterizadas por vientos muy rápidos, de hasta 550 kilómetros por hora y normalmente más cercanas al polo norte del planeta. Parecen ocurrir con una periodicidad de 20 o 30 años.

Imagen tomada por la nave Cassini en 2012 de la tormenta hexagonal- NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute

Aparte de estas, el polo Norte de Saturno está habitado por una gigantesca tormenta hexagonal, cuyo ojo del huracán mide, él solo, 2.000 kilómetros de ancho. Alrededor de él, se forman y circulan vórtices gigantescos que giran en sentido contrario al del vórtice principal.



Súpertormentas solares

Representación de una eyección de masa coronal y de una llamarada solar ocurridas el 31 de agosto de 2012- NASA Goddard Space Flight Center

Richard Carrington apenas tenía 33 años cuando contempló un evento que le cambió la vida. Era un astrónomo aficionado a dibujar las manchas solares que veía proyectadas en una pantalla que recogía la luz a través de un telescopio. Pero el 1 de septiembre de 1859, pudo ver cómo el Sol cambiaba.

Primero dos destellos luminosos aparecieron sobre un grupo de apelmazadas manchas solares. Los destellos crecieron rápidamente y adquirieron una forma curvada. Asombrado y con el pulso latiendo con fuerza, salió corriendo para buscar a algún testigo de aquel extraño espectáculo.

Justo antes del amanecer del día siguiente, los cielos de la Tierra despertaron con una sinfonía de colores rojos, verdes y morados. Las auroras boreales eran tan intensas que los periódicos podían leerse al amanecer como si fuera de día, tal como recoge la NASA. Este fenómeno, que suele darse cerca de los polos, por ser estas las regiones en las que el campo magnético es más fino, en esta ocasión llegó a latitudes tropicales, y pudo verse en Cuba, Bahamas o Jamaica.

Los telégrafos se estropeaban, y los operarios sufrían descargas. El papel se chamuscaba y, aunque se desconectara el suministro de electricidad, los aparatos podían seguir transmitiendo.

Esto, que la historia luego conoció como evento Carrington, fue la primera observación de una súpertormenta solar, una potentísima erupción que hoy en día pondría en apuros a una Tierra extremadamente dependiente de aparatos eléctricos.
Llamaradas

Aquel fenómeno fue causado por una Eyección de Masa Coronal (CME en inglés). Se trata de un fenómeno habitual en el Sol durante ciertos momentos de su vida, (durante los máximos de actividad solar, que se alcanzan cada 11 años) en los que su campo magnético se sacude y libera la tensión en ciertos puntos. Cuando eso ocurre, el plasma solar se libera de la superficie ysale despedido hacia el espacio, a unas velocidades que pueden ir desde los 20 kilómetros a los 3.200 por segundo.

Esta energía y esta materia pueden tardar en llegar a la Tierra normalmente unos cuatro días, pero durante el evento de Carrington apenas necesitaron unas 17,6 horas.





Normalmente, las CMEs ocurren a la vez que otro fenómeno, el de las llamaradas solares. Pero ambos tienen distintos efectos y naturaleza. Cuando el campo magnético libera en un punto la energía solar, se produce unintenso destello capaz de liberar cantidades abismales de energía, es lo que se conoce como llamarada solar. Estas llamaradas viajan a la velocidad de la luz y tardan ocho minutos en llegar a la Tierra. Son precisamente las que Carrington pudo ver en la pantalla situada bajo su telescopio.

Mientras que una llamarada puede afectar a las ondas de radio y a la pérdida de los sistemas de comunicación y navegación, las CMEs pueden crear auroras y provocar distorsiones magnéticas que pueden generar corrientes eléctricas y sobrecargas en redes de suministro o incluso destruir aparatos.

De momento, los científicos no pueden prevenir cuándo va a ocurrir una de estas súpertormentas, pero al menos pueden observarlas y avisar a las compañías eléctricas para que traten de evitar la sobrecarga de sus sistemas. Parece que hay que seguir atento al tiempo que hace ahí fuera.



Fuentes: ABC

15 de octubre de 2014

Fotografías desde el Espacio


Alexander Gerst: "Es la cosa más asombrosa que he hecho en mi vida"
El astronauta de la ESA Alexander Gerst, que dio su primer paseo fuera de la Estación Espacial Internacional, compartió esta foto en las redes sociales con el comentario: "Esta ha sido la cosa más asombrosa que he hecho en mi vida. El módulo de bomba que llevo tiene una masa de 400 kg que podía moverse con mi dedo meñique ". Gerst pasó seis horas y 13 minutos con el astronauta de la NASA Reid Wiseman el martes 7 de octubre de 2014. Foto: ESA/NASA



Reid Wiseman, antes de su primera caminata espacial
El astronauta de la NASA, Reid Wiseman, comprueba su traje espacial antes de dar su primera caminata espacial de la Expedición 41 fuera de la Estación Espacial Internacional. Foto: REUTERS/Alexander Gerst/NASA/ESA



La Tierra vista por Wiseman
Imagen de la Tierra con las piernas y el traje espacial de Reid Wiseman y la Estación Espacial Internacional en primer plano. Foto: ESA



La región de Darfur (Sudán) desde el espacio
Imagen obtenida por el satélite coreano Kompsat-2 el 8 de febrero de 2013 y difundida esta semana, que refleja un área en la región de Darfur (Sudán), al sur de la ciudad de Nyala. El río Wadi Nyala fluye diagonalmente, rodeado de parcelas agrícolas y hacia el norte, se puede ver la línea recta de la vía férrea. La ciudad de Nyala se ubica en el noroeste y fue anteriormente un campamento nómada, pero vivió un auge en su actividad comercial con la llegada del ferrocarril en la década de los 50. Foto: KARI/ESA



Polvorienta galaxia en la constelación de Virgo
Esta polvorienta galaxia espiral, llamada NGC 4206, está situada a unos 70 millones de años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de Virgo. Ha sido captada por el Telescopio Espacial Hubble de la NASA. Foto: ESA/Hubble & NASA



Súper tifón en el Mar de Filipinas
Este es el súper tifón Vongfong, en el Mar de Filipinas. La imagen tomada por el espectroradiómetro que va a bordo del satélite Aqua de la NASA capturó esta vista de súper tifón Vongfong en el Mar de Filipinas.. Foto: AFP PHOTO / ESA



Rosetta, cada vez más cerca del cometa 67P
Esta foto está compuesta por cuatro imágenes del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, el cual persigue la sonda Rosetta de la Agencia Espacial Europea para estudiar sus orígenes. En este montaje se puede ver una región de actividad. Foto: ESA/Rosetta/NAVCAM.



Satélite para prevenir los desastres metereológicos
El cohete H-2A japonés, que lleva el satélite meteorológico Himawari-8 partió desde una plataforma de lanzamiento en el Centro Espacial Tanegashima, en el suroeste de Japón. Tiene previsto mejorar la precisión de los pronósticos relacionados con los desastres naturales. Foto: AFP PHOTO/Jiji.



El otoño en los Grandes Lagos
Pocos días después del solsticio de otoño así se veían los Grandes Lagos en América del norte, en una imagen captada por el satélite Terra de la NASA el 26 de septiembre. Foto: Jeff Schmaltz/NASA GSFC/Mike Carlowicz.



La Vía Láctea desde la Estación Espacial Internacional
Esta es otra de las imágenes captadas por el astronauta de la NASA Reid Wiseman desde la Estación Espacial Internacional. En este caso, es la Vía Láctea. Foto: NASA/Reid Wiseman


Fuentes : Rtve.es

25 de septiembre de 2014

Un huracan cosmico

A cosmic hurricane

El planeta gigante Saturno es básicamente una esfera gigantesca de gas en rotación, muy distinta del planeta sólido en que vivimos. Pero la Tierra y Saturno sí que tienen algo en común: el clima. Y eso que en el gigante gaseoso el clima es de los más extraños del Sistema Solar. Basta contemplar la tormenta giratoria que muestra esta vista obtenida por Cassini.

Este fenómeno llamado el hexágono es un potente chorro de seis lados, de unos 30.000 kilómetros de diámetro, situado en el polo Norte de Saturno. Sus vientos, de 320 Km/h, rodean una tormenta gigante que ocupa el corazón de la región, y que gira en sentido contrario del reloj.

Es una zona increíblemente turbulenta: alrededor de la tormenta central, y girando en sentido contrario a ella, rotan numerosos vórtices más pequeños. En la Tierra un huracán puede durar una semana o más, pero el hexágono lleva décadas activo y no muestra indicios de amainar.

Esta imagen en falso color del hexágono fue tomada con filtros ultravioletas, visibles e infrarrojos, para resaltar las distintas regiones.

El centro oscuro de la imagen muestra la gran tormenta central y su ojo, que es hasta 50 veces mayor que el de un huracán terrestre. Los pequeños vórtices aparecen como manchas de tono rojizo-rosado. Hacia la derecha, abajo, hay una tormenta blanquecina de forma ovalada mayor que todas las demás; este es el mayor de los vórtices, con un diámetro de unos 3.500 kilómetros, el doble que el mayor de los huracanes registrado en la Tierra.

La región azul más oscura, dentro del hexágono, estás cubierta por una bruma de partículas pequeñas, mientras que en la región azul pálido dominan las partículas mayores. Lo que causa esta división es el chorro hexagonal, que funciona como barrera –las partículas mayores no pueden entrar en el hexágono desde fuera-.

Estas partículas de mayor tamaño se generan cuando la luz solar brilla sobre la atmósfera de Saturno, un fenómeno relativamente reciente que empezó en el hemisferio Norte con la primavera en el hemisferio Norte, en agosto de 2009.

Cassini seguirá observando los cambios en el hexágono, investigando su contenido, forma y comportamiento, a medida que el verano llega al hemisferio Norte de Saturno, en 2017.

La misión Cassini/Huygens es una colaboración de la NASA, la ESA y la Agencia Espacial Italiana ASI.


Fuentes: ESA

20 de mayo de 2014

La actividad de los ciclones tropicales está migrando hacia los polos

El tifón Francisco y el supertifón Lekima el 23 de octubre de 2013. (Imagen: Tim Olander y Rick Kohrs, SSEC/CIMSS/UW-Madison, basándose en datos de la Agencia Meteorológica Japonesa)

Los ciclones tropicales, a menudo poderosos y destructivos, están alcanzando ahora su pico de intensidad más lejos del ecuador y más cerca de los polos, según un nuevo análisis de la migración progresiva de los ciclones que se viene registrando en décadas recientes.

El equipo de Kerry Emanuel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos, así como James P. Kossin y Gabriel A. Vecchi, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) del mismo país, ha constatado que en los últimos 30 años, el lugar donde los ciclones tropicales (huracanes y tifones) alcanzan su máxima intensidad ha estado desplazándose hacia los polos, tanto en el hemisferio norte como en el sur, a un ritmo de unos 53 kilómetros (33 millas) por década en el hemisferio norte y unos 61 kilómetros (38 millas) por década en el hemisferio sur.


A medida que los ciclones tropicales se mueven hacia latitudes más altas, algunas regiones más cercanas al ecuador podrían experimentar un riesgo menor, mientras que las poblaciones e infraestructuras costeras de los trópicos en dirección hacia los polos podrían experimentar un riesgo superior.

Con sus devastadores vientos e inundaciones, los ciclones tropicales pueden poner en peligro especialmente a ciudades costeras no preparadas de modo adecuado para ellos. Además, las regiones en los trópicos que dependen de la lluvia de los ciclones para ayudar a reponer sus recursos hídricos podrían afrontar un riesgo de menor disponibilidad de agua a medida que las tormentas migren alejándose de ellas.

El grado de migración hacia los polos varía según la región. Donde más se da es en el norte y en el sur del Océano Pacífico, así como en el sur del Océano Índico. En cambio, no hay pruebas de que el pico de intensidad de los huracanes atlánticos se haya desplazado hacia los polos en los últimos 30 años.

Los autores del estudio están investigando aún los mecanismos atmosféricos subyacentes en este cambio, pera la tendencia concuerda con predicciones de efectos provocados por el calentamiento global.



Fuentes: Nature.com

16 de mayo de 2013

Arranca la temporada de huracanes en el Pacífico oriental


Alvin es el primer huracán de la temporada de hurcanaes en el Pacífico Oriental. Esta primera gran perturbación amenaza, sin demasiado riesgo, a la costa pacífica de México.



Fuentes : El tiempo Rtve.es