En un nuevo estudio, basado en simulaciones por ordenador, se ha intentado deducir y recrear lo que los astrónomos deberían detectar cuando observen lo bastante detalladamente las atmósferas de las superTierras.
La investigación realizada por Bruce Fegley de la Universidad de Washington en San Luis, Misuri, Katharina Lodders de la Fundación Nacional de Ciencia (NSF), y Laura Schaefer, ahora en la Universidad de Harvard en Cambridge, Massachusetts, las tres instituciones en Estados Unidos, muestra que los planetas de tipo rocoso como la Tierra y tan calientes como esos exoplanetas descritos, podrían tener atmósferas compuestas en buena parte de dióxido de carbono y vapor de agua, con cantidades pequeñas y variables de otros gases que podrían servir para distinguir una composición planetaria de otra.
Las superTierras que el equipo ha utilizado como referencia se cree que tienen temperaturas superficiales que van desde 270 a 1700 grados centígrados (520 a 3.090 grados Fahrenheit). La Tierra, en cambio, tiene una temperatura media superficial de alrededor de 15 grados centígrados (59 grados Fahrenheit), mientras que un horno común de cocina puede alcanzar unos 230 grados centígrados (450 grados Fahrenheit).
Planeta extrasolar CoRoT-7b.
Los resultados de estos cálculos indican que las atmósferas de los dos modelos de superTierras estarían dominadas, a lo largo de una amplia franja de temperaturas, por vapor de agua procedente en parte de minerales hidratados, así como por dióxido de carbono procedente en buena parte de rocas carbonatadas.
La principal diferencia entre los modelos es que en planetas con una composición como la de la Tierra antes que la corteza continental se formara, el ambiente es más reductor, lo que significa que contiene gases que podrían oxidarse si el oxígeno estuviera presente. A temperaturas por debajo de aproximadamente 730 grados centígrados (1.346 grados Fahrenheit) la atmósfera de los planetas de esa clase contienen, por ejemplo, metano y amoníaco. A temperaturas superiores a esos 730 grados, el dióxido de azufre podría entrar en la atmósfera.
El gas más característico de las rocas calientes, sin embargo, es el monóxido de silicio, el cual se puede encontrar en las atmósferas de ambos tipos de planetas a temperaturas de 1.430 grados centígrados (2.600 grados Fahrenheit) o superiores. Las eventuales oscilaciones meteorológicas en esos planetas podrían hacer que, de vez en cuando, en esas atmósferas tan exóticas el monóxido de silicio y otros componentes de rocas, se condensasen y cayeran a la superficie en forma de lluvia, o más exactamente, como granizo integrado por guijarros.
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