Hace poco los cimientos de la cosmologĂa temblaron tras el anuncio de que el telescopio de microondas BICEP2, instalado en el Polo Sur, habĂa localizado huellas de algo denominado ondas gravitacionales primordiales.
Estas ondas podrĂan ser una prueba que confirmarĂa la teorĂa conocida como la inflaciĂłn cĂłsmica. Para los que estudian el Big Bang es una buena noticia.
Paul McNamara, cientĂfico de la ESA en la misiĂłn LISA:
“BICEP 2 ha encontrado la firma de las ondas gravitacionales primordiales. Para mĂ esta es una de las grandes cuestiones sin respuesta de la toda la ciencia. ¿Hubo inflaciĂłn? Y si la hubo, ¿vienen de ahĂ las ondas gravitacionales? Parece que la respuesta es que sĂ”.
Einstein ya predijo que las ondas gravitacionales, una especie de ondas en el espacio-tiempo – tenĂan que existir. Los descubrimientos en el Polo Sur parecen confirmar su teorĂa.
El anuncio tuvo lugar meses antes de la publicación en otoño de los datos de polarización del satélite Planck de la Agencia Espacial Europea. Tanto BICEP2 como Planck estudiaron la radiación reliquia del Big Bang conocida como fondo cósmico de microondas.
“El anuncio de BICEP2 fue sorprendente. No sĂłlo para los equipos del Planck, sino para todos los grupos de trabajo. Fue sorprendente por la enorme fuerza de la señal que encontraron”, cuenta Jan Tauber, del proyecto Planck.
La cuestiĂłn ahora es si las ondas gravitacionales proceden realmente de los primeros instantes del universo, del periodo conocido como inflaciĂłn, o vienen de otro lugar.
“Por supuesto, todos los experimentos quieren ser los primeros y en ese sentido fue un poco decepcionante. Pero si las mediciones del BICEP2 fueran correctas, podrĂamos medirlo y presentar el descubrimiento. Digo que “si”, en condicional, porque aĂşn hay algunos interrogantes sobre las mediciones del BICEP que deben ser respondidas”, dice Tauber.
El motivo de esta emociĂłn en el mundo de la cosmologĂa es porque las ondas gravitacionales podrĂan enseñarnos mucho sobre el universo.
Con el interferĂłmetro Virgo, en el Observatorio Gravitacional Europeo cerca de la ciudad italiana de Pisa, los cientĂficos intentan detectar estas ondas.
“Estamos aquĂ, cerca de este tĂşnel que tiene tres kilĂłmetros de longitud. Tenemos dos tĂşneles, perpendiculares el uno del otro, y en cada uno de ellos hay una luz que brilla y que va desde el edificio central hasta el final de la torre. AllĂ se refleja la luz y vuelve al edificio central. El objetivo de esta enorme infraestructura es detectar ondas gravitacionales”.
En teorĂa, si una onda pasara por la Tierra estirarĂa los tĂşneles, cambiando el tiempo que tarda la luz en recorrer su camino entre los espejos. Y eso puede ser detectado.
Giovanni Losurdo, lĂder del proyecto VIRGO, nos da más detalles:
“Este es el nĂşcleo del detector, es el lugar donde los dos rayos láser brillan combinados y son detectados justo aquĂ. Éste es el lugar en el que vemos si una onda gravitacional ha pasado por nuestro detector. No es algo muy grande, en realidad el nivel de estiramiento es muy muy pequeño. Es del tamaño de una milĂ©sima parte de un protĂłn”.
Estudiar el universo con las ondas gravitacionales proporcionarĂa muchĂsima informaciĂłn nueva. La mayorĂa procedente de catástrofes, como colisiones de agujeros negros, cuyas ondas son completamente diferentes a las de la radiaciĂłn electromagnĂ©tica. Es como poner sonido a nuestra imagen del Universo.
“Las frecuencias de coalescencia de estrellas compactas entran en el campo de la audio frecuencia, es decir, que las podrĂamos escuchar. Cuando se detectaron y se grabaron esas señales las podĂamos oĂr”, explica Jean-Yves Vinet, portavoz del proyecto VIRGO.
Pero para capturar la vibración de una onda gravitacional los espejos del observatorio tienen que estar completamente estáticos. En nuestra Tierra, siempre en movimiento, no es algo fácil de conseguir.
“Luchamos contra las fluctuaciones tĂ©rmicas, los ruidos sĂsmicos y obviamente contra los camiones y los ferrocarriles. ¡Es la tĂpica misiĂłn del director!”, dice Federico Ferrini.
Una de las formas de evitar los ruidos de la Tierra es realizar los experimentos en el espacio. La misión de laESA, LISA, prevista para dentro de 20 años, colocará espejos ampliamente separados para mejorar la sensibilidad de las mediciones.
“LISA es la Antena Espacial de InterferometrĂa Láser. Es una constelaciĂłn de tres satĂ©lites que están a una distancia de un millĂłn de kilĂłmetros. Medimos la distancia entre dos de los brazos, muy parecida a la de la Tierra, y comparando la longitud de los brazos medimos las señales de las ondas gravitacionales”, explica Paul McNamara.
El trĂo de satĂ©lites, conectados por un rayo láser perfectamente alineado, seguirá a la Tierra a una distancia calculada para equilibrar las fuerzas gravitacionales.
“Cuando LISA sea lanzada y estĂ© operativa será la mayor constelaciĂłn artificial creada por el hombre, en el sentido de que los millones de kilĂłmetros que separan los satĂ©lites será como dos veces y media la distancia a la Luna. Medimos la distancia entre los satĂ©lites en picĂłmetros, que es una centĂ©sima parte del tamaño de un átomo, sobre un millĂłn de kilĂłmetros”.
La misiĂłn tiene como objetivo demostrar este concepto el año que viene y se espera que el observatorio LISAestĂ© listo para 2034. Estamos a preparados para escuchar la sinfonĂa cĂłsmica de las estrellas de neutrones hasta los primeros ecos del Big Bang.
Fuentes: euronews
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