El equipo de Kerry Emanuel, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos, así como James P. Kossin y Gabriel A. Vecchi, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) del mismo país, ha constatado que en los últimos 30 años, el lugar donde los ciclones tropicales (huracanes y tifones) alcanzan su máxima intensidad ha estado desplazándose hacia los polos, tanto en el hemisferio norte como en el sur, a un ritmo de unos 53 kilómetros (33 millas) por década en el hemisferio norte y unos 61 kilómetros (38 millas) por década en el hemisferio sur.
Con sus devastadores vientos e inundaciones, los ciclones tropicales pueden poner en peligro especialmente a ciudades costeras no preparadas de modo adecuado para ellos. Además, las regiones en los trópicos que dependen de la lluvia de los ciclones para ayudar a reponer sus recursos hídricos podrían afrontar un riesgo de menor disponibilidad de agua a medida que las tormentas migren alejándose de ellas.
El grado de migración hacia los polos varía según la región. Donde más se da es en el norte y en el sur del Océano Pacífico, así como en el sur del Océano Índico. En cambio, no hay pruebas de que el pico de intensidad de los huracanes atlánticos se haya desplazado hacia los polos en los últimos 30 años.
Los autores del estudio están investigando aún los mecanismos atmosféricos subyacentes en este cambio, pera la tendencia concuerda con predicciones de efectos provocados por el calentamiento global.
Fuentes: Nature.com
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