Cervantes ya luce en el cielo



La Unión Astronómica Internacional aprobó ayer designar con el nombre del universal escritor español una estrella en la constelación Ara (El altar)
A solo 49,8 años luz de nuestro planeta, la estrella Cervantes ilumina el firmamento. Hasta ayer, su designación técnica era mu Arae. Pero la Unión Astronómica Internacional (IAU,por sus siglas en inglés) la acaba de rebautizar con el nombre de nuesto escritor más universal después de que en la votación online «NameExoWorlds», puesta en marcha este pasado verano para renombrar a los sistemas planetarios hallados en los últimos años, 38.503 personas votasen a favor del literato complutense. Mu Arae, a partir de ahora, es Cervantes. Y los cuatro planetas que orbitan a su alrededor –como no podía ser de otra manera– son Dulcinea, Rocinante, Quijote y Sancho.




Esta victoria astronómica no ha sido la única conseguida por una propuesta española. El planeta en torno a la estrella Edasich (iota Draconis b) se llamará a partir de ahora Hypatia, a propuesta de la asociación cultural homónima de la Facultad de Ciencias Físicas de la Universidad Complutense de Madrid.

El presidente de la Sociedad Española de Astronomía, Javier Gorgas, está encantado con el éxito de la iniciativa presentada a la IAU por su institución, junto con el Planetario de Pamplona y la colaboración del Instituto Cervantes. «Es la primera vez que la gente de la calle puede poner nombre a estrellas y planetas. Desde hacía siglos no se hacía. La nomenclatura de las estrellas más brillantes, las que se ven a simple vista en el cielo, procede hasta ahora del latín o del árabe, como Sirio o Fomalhaut. Los planetas de nuestro Sistema Solar tienen denominaciones mitológocas clásicas (Venus, Marte, Júpiter...). Como hay cientos de miles de estrellas, para identificarlas, se les asigna una especie de DNI, un número de un inmenso catálogo en el que solo unas pocas, las más brillantes, tenían también un nombre propio», explica Gorgas a ABC.


La respuesta de la gente ha sido "fantástica", comenta a este diario Benjamín Montesinos, investigador del Centro de Astrobiología del CSIC y representante en nuestro país de la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés). "Se quería unir Ciencia y Cultura, aprovechando que en 2016 se cumple el cuarto centenario de la muerte de Cervantes", cuenta el investigador. Por ello se mandó una propuesta a la IAU en la que se explicaba "que Cervantes debía ser el nombre de la estrella sobre la que orbitan cuatro planetas; Quijote, en una órbita algo excéntrica, como corresponde a su carácter; su fiel compañero Rocinante, en el centro de la escena; el bueno de Sancho, su ingenioso escudero, moviéndose lentamente por las ínsulas exteriores del sistema; y Dulcinea, cerca del corazón del escritor".

La IAU aprobó la iniciativa y dejó la decisión final en manos de los ciudadanos. «Casi 40.000 personas votaron a favor, todo un éxito. Los astrónomos españoles teníamos la espinita clavada de que Shakespeare tenía un asteroide con su nombre y los satélites de Urano, Titania y Oberón, son personajes de «El Sueño de una noche de Verano», cuenta emocionado este divulgador de la Astronomía a ABC.

Y no es para menos. Otros nombres competían contra el español. Desde la vecina Portugal se había propuesto para la estrella el nombre de Lusitania y Grecia quería el de un pequeño pueblo de la costa helena, Riza. Pero al final, Cervantes ganó el pulso al conseguir el 69% de todos los votos para ese sistema planetario. Además, nuestro país fue el tercero que con más entusiasmo votó, solo superado por India y Estados Unidos.



Muy parecido al Sol


La constelación a la que pertenece Cervantes es la de Ara (el Altar), a 49,8 años luz, «lo que en astronomía es como decir que está aquí al lado», dice Gorgas, que continúa explicando que Cervantes «es muy parecido a nuestro sol, una inmensa bola de hidrógeno y helio con reacciones nucleares; con una masa parecida pero mas brillante, el doble de luminoso, y una temperatura en superficie cercana a los 6.000 grados. Tiene también una edad muy aproximada a la de nuestro sol, 6.000 millones de años y se encuentra igualmente en su fase de madurez, con unos 5.000 millones de años de vida por delante», detalla el presidente de la SEA.

Cervantes se puede ver a simple vista «pero el único problema es que está en el hemisferio sur», lamenta Gorgas. Aunque para que no cunda el desánimo, confirma que sí se ve desde Canarias y, por supuesto, desde toda Sudamérica, donde con sus votos también han contribuido de manera notable a que Cervantes brille en el firmamento. Para quienes pretendan identificarla, Montesinos da unas pistas. «Está cerca de la constelación de Escorpión, no muy alta, cerca del horizonte. Se ve en el verano».

Ocultos a nuestra vista permanecerán los planetas que orbitan alrededor de Cervantes. De ellos sabemos poco, que Dulcinea tiene aproximadamente 10 veces el tamaño de la Tierra, que es posiblemente rocoso y que al estar tan cerca de la estrella, su «año» dura 9,6 días. De Rocinante conocemos que es gaseoso y 160 veces más masivo que la Tierra; al estar a una distancia de Cervantes similar a la que mantiene la Tierra con el sol, su año dura 310,5 días. Quijote es también gaseoso, 540 veces más masivo que la Tierra y su año dura 643,3 días. Y en los confines de este sistema planetario se encuentra el colosal Sancho, con casi dos veces la masa de nuestro gigantesco Júpiter y 570 veces más grande que la Tierra; también es un planeta gaseoso y su año dura 4205,8 días, es decir 11,5 años terrestres.

Franja de habitabilidad

Pero lo que hace aún más interesante a este sistema planetario es que Quijote está en la zona de habitabilidad de su estrella. Este planeta es gaseoso y no puede albergar vida, pero si tuviese lunas, lo que aún no se sabe, podría haber agua líquida en ellas.

Hasta hace 20 años, no conocíamos más que nuestro sistema planetario. En 1995 se descubrió el primer planeta alrededor de una estrella, 51 Pegasi, pero «ahora conocemos estrellas a 50 años luz y 2.000 planetas extrasolares o exoplanetas. La meta es encontrar planetas que se parezcan en masa a nuestra tierra y estén situados a una distancia de la estrella tal que si hubiese agua estuviese en estado líquido. Los primeros que se encontraron eran gaseosos y pegados a su astro, sin posibilidad de vida», concluye Montesinos. Si los planetas que Cervantes ilumina a 50 años luz de la Tierra contienen vida o algo parecido es algo que aún llevará mucho tiempo saber. Lo que de momento es incuestionable es que la estrella de Cervantes se impone en el firmamento al pequeño asteroide al que da nombre el también genial Shakespeare.


Fuentes: ABC

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