La razón de la increíble fuerza de El Niño «Godzilla»

Comparación de las anomalías en el Pacífico en 2015 y el famoso El Niño de 1997 - JPL/NASA
Muchas partes del mundo deben prepararse para un clima poco predecible e inusual en los próximos meses
El actual El Niño es una muestra evidente de cuánto necesitan aprender los científicos de este fenómeno que se repite con intensidad variable en periodos de tiempo que oscilan entre tres y siete años. El Niño-Oscilación Sur (ENSO, por sus siglas en inglés) es un fenómeno acoplado entre el océano y la atmósfera por el que el calentamiento episódico del agua del mar en la costa de Perú (El Niño) se relaciona con fluctuaciones en la presión atmosférica entre el Pacífico oriental y occidental (Oscilación Sur), como describió en 1969 Sir Jacob Bjerknes. Esas interacciones se escapan a las predicciones de los científicos, que saben muy bien que no hay dos Niños iguales.

Cuando comenzó a “gestarse” en 2014 este Niño actual, al que algunos han puesto el apelativo de “Godzilla”, se desarrolló como muchos otros. Hubo un debilitamiento de los vientos alisios del Este que normalmente fluyen de Sur América hacia Asia, llevando el calor y la humedad hacia el Oeste. Pero en 2014, el calentamiento en el Ecuador fue menos pronunciado que en la mayoría de los años en que se presenta El Niño, y las ráfagas de viento del Oeste no aparecieron como de costumbre. A mediados del año pasado, el esperado El Niño había desaparecido completamente.

Por qué desapareció y por qué el calentamiento del Pacífico reapareció espectacularmente 12 meses más tarde, prometiendo un Niño muy virulento (“Godzilla”) son preguntas sin respuesta para investigadores y meteorólogos. Pero el renacer misterioso de El Niño es una buena oportunidad para que los investigadores puedan combinar modelos y observaciones que permitan averiguar qué ha sucedido y tal vez para mejorar los sistemas de predicción.


Las predicciones se hacen aún más difíciles porque el comportamiento del ENSO puede variar como consecuencia del cambio climático. Y es que el calentamiento de los océanos, con aguas superficiales más cálidas, hace más fácil el inicio de El Niño, por lo que los investigadores esperan que los eventos se vuelven más frecuentes. El año pasado, un estudio sugería que al final de siglo, las apariciones extremas de El Niño, como como la de 1997-98, se producirá dos veces más a menudo que en las últimas décadas.

De hecho, El Niño que se espera amenaza con ser uno de los más extremos del registro de este fenómeno, y los brotes de viento del oeste a principios de octubre favorecieron el calentamiento de esta corriente oceánica. Como resultado, los analistas advierten que muchas partes del mundo deben prepararse para un clima poco predecible e inusual en los próximos meses.

La influencia de las nubes

Un estudio publicado en Nature Geoscience esta semana aporta datos para ayudar a entender y poder hacer predicciones. Y sugiere que la influencia de las nubes en la circulación atmosférica da cuenta de más de la mitad de la fuerza de los eventos El Niño y La Niña (la hermana fría de El Niño). Los resultados indican que la incorporación de cambios en la dinámica de las nubes en los modelos climáticos puede mejorar la comprensión de la respuesta al cambio climático de El Niño-Oscilación Sur (ENSO).

ENSO es la fuente más importante de la variabilidad del clima en escalas de tiempo de tres a siete años. Sin embargo, la importancia relativa de los procesos atmosféricos y oceánicos y las interacciones entre los dos no está clara. Una investigación liderada por el instituto Max Plank de Meterología ha comparado simulaciones de modelos climáticos que incluyen las interacciones entre las nubes y la circulación atmosférica con otros modelos climáticos que no tienen en cuenta estas interacciones. Sus conclusiones indican que la variabilidad en las temperaturas superficiales del mar asociadas a ENSO es dos veces más fuerte en las simulaciones que incluyen las interacciones entre nubes y circulación atmosférica.

Según la investigación, las nubes potencian los vientos de oeste a este, en contra de la circulación atmosférica normal (de este a oeste). Estos vientos del oeste favorecerían un mayor calentamiento del Pacífico oriental, un proceso de amplificación que se denomina “retroalimentación de Bjerknes”, y que explica cómo un evento ENSO crece en magnitud. Esta observación explicaría también por qué las precipitaciones (que disipan las nubes y el calor) debilitan el fenómeno de El Niño, como ocurrió en febrero pasado.

Estos resultados, aseguran los investigadores, también son importantes para la comprensión de los posibles impactos del cambio climático sobre El Niño. En los modelos anteriores no hay consenso respecto a cambios en la frecuencia o la amplitud, pero sugieren que los eventos extremos de El Niño serán más frecuentan con el calentamiento climático, mientras que la evidencia del Plioceno temprano, cuando las temperaturas eran más altas que en la actualidad, sugieren condiciones relativamente tranquilas en el Pacífico, con un fenómeno del Niño estable.

El calentamiento del Pacífico fue descrito por primera vez a finales de 1880 por un capitán de la armada peruana que advirtió una inusualmente cálida “corriente del Niño”, llamada así porque aparecía en la época de Navidad. Durante mucho tiempo, se pensó que El Niño era un fenómeno local de Perú y Ecuador. Pero las campañas de medición durante el año Geofísico Internacional 1957-58, que coincidió con un episodio mayor de El Niño, revelaron que el fenómeno se extiende al océano Pacífico entero. Desde entonces, la investigación sobre El Niño y La Niña ha mostrado cómo las condiciones en el océano y la atmósfera se refuerzan mutuamente para producir el calentamiento y enfriamiento que lo alimenta.


Fuentes: ABC

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