Fotografía: Lorena Naranjo (tomada de Internet)
Por: Fabián Sánchez Tamariz
Desde Cuenca - ECUADOR
Con muy pocas probabilidades de salir de observación astronómica al campo buscando cielos oscuros y despejados para el amanecer de hoy viernes disfrutar del máximo de la lluvia meteórica Eta Acuáridas, estaba un tanto frustrado y ya dispuesto a quedarme en casa e intentar hacerlo desde la ciudad.
Esperaba optimistamente poder divisar desde la terraza algún rastro en el cielo de alguna estrella fugaz brillante en aquella madrugada.
La fecha en realidad era difícil para esta actividad por ser el evento astronómico en una noche entre semana, mis amigos que gustan estas experiencias no se animaron a salir por su trabajo ese día.
Pero como decía la abuela “en la viña del señor siempre ya alguien…”, hubo un amigo por allí que comparte esta locura y el entusiasmo por el cosmos que después de ver la última publicación que realicé en mi muro en Facebook sobre este evento me llamó a solicitarme detalles, había decidido ir con algunos miembros de su familia esta noche a observar la lluvia de estrellas desde el Parque Nacional El Cajas.
Al saber que no iba a salir a ningún lugar me invito, yo feliz por la oportunidad que me brindaba de realizar la observación para la cual desde hace algunas semanas me estaba preparando. Es así que salimos de Cuenca a la mejor hora, ya saben, al filo de la medianoche, sin muchas expectativas por el clima que reinaba en la región, más aun siendo víspera de Luna nueva que es más difícil encontrar cielos despejados por las lluvias características de esa época. El cielo se presentaba cubierto de nubes, había la presencia incluso de un poco de llovizna en el viaje de subida hasta Tres Cruces donde hicimos una parada para evaluar las condiciones climáticas.
El lugar estaba cubierto y la neblina impedía la observación del paisaje nocturno y peor aún, ninguna estrella era posible divisar en el cielo. Esperamos unos minutos y en vista que las condiciones persistían sin haber signos de cambio, decidimos bajar hacia el otro lado de la cordillera a probar suerte en otros lugares.
Nos dirigimos a Miguir donde con alegría pudimos divisar claros de cielo y algunas estrellas, eso significaba que muy probablemente más adelante estaría despejado. Resolvimos ir directamente a Paredones, una alta cuchilla montañosa en la estribación de la Cordillera Occidental andina que es conocido por sus ruinas arqueológicas del periodo Cañarí e Inca.
Este lugar constituye un bello mirador hacia la costa ecuatoriana que cuando está despejado se tiene visión del horizonte en 360 grados, se puede divisar Golfo de Guayaquil y la isla Puná, Puerto Bolívar, algunos pueblos pequeños de la costa ecuatoriana hasta el nevado Chimborazo, es un sitio ideal para observación astronómica.
Parecía que horas antes había caído un fuerte aguacero porque todo estaba muy mojado, la carretera muy lodosa, pero cada metro que subíamos a la montaña el cielo se iba despejando más y más, hasta que en la parte alta estaba límpido y estrellado, la Vía Láctea a lucía en todo su esplendor con Marte y Saturno en el Escorpión, y Sagitario un sueño en el centro galáctico. Mientras esperábamos las dos de la mañana por el radiante de la lluvia ya pudimos divisar algunas estrellas fugaces, unas esporádicas y también otras de las Eta Acuáridas. Aprovechamos para deleitarnos con las constelaciones visibles, allí estaban aparte de las nombradas, el Centauro, la Cruz del Sur, la Osa Mayor ya cayendo hacia el Oeste, el Triángulo de Verano, un precioso asterismo formado por las estrellas más brillantes de tres constelaciones importantes, la Lira, el Águila y el Cisne, el Barco de Argos con la Vela caía en el Sur hacia el Oeste, y Capricornio se levantaba sutilmente hacia el Este como preludio a la salida sobre el horizonte Este del radiante de la lluvia en la constelación de Acuario.
En fin, la simple vista y los binoculares sirvió para darnos un bonito paseo estelar mientras las estrellas fugaces iban en aumento.... una, dos, tres.... en coro empezaba la cuenta… 10, 11…. allá 12, otra allí 13.... seguía en aumento iniciándose el espectáculo celeste. Ya nos olvidamos de la cuenta y solo nos dedicamos a disfrutar del maravilloso regalo que la noche y el Cosmos nos brindaba, era un merecido premio a la perseverancia y entusiasmo .
Visualizamos gran cantidad de meteoritos de débil brillo y otros brillantes que con sus trazos luminosos adornaron la “inmutable” esfera celeste. También pudimos observar de rato en rato unas cuantas estrellas fugaces muy brillantes, casi pequeños bólidos que dejaron marcado el cielo con el trazo de sus estelas coloridas que perduraban unos pocos segundos.
Todo ello fue maravilloso a igual que el rico cafesito bien caliente y alguna golosina que no servimos tratando de aplacar el intenso frío que reinaba y el sueño. En fin, no se puede pedir más, las leyes de Murphy de la Astronomía fallaron esta vez y fue una experiencia sin igual.
El intenso frío y el sueño nos venció casi al rayar el alba y a eso de las 5 de la mañana decidimos regresar a la ciudad llegando cuando el horizonte ya se iluminaba sutilmente con el resplandor del nuevo día.
Gracias a la existencia, la vida y a todos quienes participamos, gracias por la buena compañía y hacer posible este nuevo encuentro con el Cosmos, nosotros y uno mismo...
Saludos, buen descanso y tengan una excelente noche y fin de semana,
Fabián
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