El pronóstico de tormentas solares podría evitar un desastre energético

Interacción entre el viento solar y el campo magnético Tierra. Crédito: Darren De Zeeuw.

A partir de la próxima semana, las previsiones de los efectos de las tormentas solares por primera vez ayudarán a proteger la red eléctrica y los satélites de comunicaciones regionales, gracias a una nueva herramienta desarrollada por investigadores de la Universidad de Michigan (UM) y la Universidad Rice.

Las tormentas solares son torrentes de partículas cargadas y campos electromagnéticos provenientes del sol que afectan el campo magnético del planeta. Alteraciones mayores pueden enviar corrientes dañinas a las líneas de energía, obstaculizando las operaciones y poniendo en riesgo caros transformadores. También pueden dañar los satélites.

Hoy en día, los científicos saben que cuando una tormenta se dirige hacia nosotros, es imposible predecir qué región de la Tierra será más afectada. Así, las empresas de servicios públicos y los operadores de satélites no siempre pueden limitar los daños a sus sistemas mediante el corte de componentes clave.

Eso cambiará el 1 de octubre, cuando el Centro de Predicción del Clima Espacial de la de Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) comience a utilizar un nuevo modelo de pronóstico geoespacial que puede dar datos únicos de cada parcela de 350 millas cuadradas en la Tierra, y hasta 45 minutos antes del arribo de una tormenta solar.

“Esta es la primera vez que las empresas de servicios públicos tendrán un pronóstico regional de los efectos del clima espacial con cualquier tiempo de espera”, dijo Dan Welling, asistente de investigación científica en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo. “En comparación con la predicción del tiempo atmosférico, esto suena como un paso trivial, pero en términos de tiempo en el espacio, es un gran paso”.

Los seres humanos no han experimentado una tormenta solar catastrófica desde la instalación de redes eléctricas y el lanzamiento de satélites. Una poderosa tormenta geomagnética solar, fenómeno conocido como Evento Carrington, golpeó la Tierra en septiembre de 1859 causando interrupciones significativas, pero en ese tiempo sólo había cables de telégrafo. Estos siguieron recibiendo mensajes aún después de ser desconectados e incluso algunos prendieron fuego al papel.

Si un evento similar ocurriera hoy “realmente sería un desastre mucho peor que un huracán importante”, dijo Gabor Toth, profesor de investigación en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo.

Los cortes de energía podrían durar meses o más, ya que podría tomar mucho tiempo para reemplazar los transformadores eléctricos dañados. Eso es mucho tiempo en las sociedades que dependen de la electricidad para los elementos esenciales como la comida, el calor, el agua y la comunicación.

“El modelo de Geoespacio nos ayudará a proporcionar una mejor información a la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte, y a través de ellos, a los operadores de la red cuyas decisiones afectan a más de 334 millones de personas en los EE.UU. y Canadá”, dijo Howard Singer, director científico de meteorología espacial en el Centro de Predicción. “Nuestros pronósticos se pueden utilizar para proporcionar, por primera vez, la información regional procesable necesaria para reducir el riesgo de clima espacial extremo”.

Científicos han estimado que hay hasta un 12% de posibilidades de que la Tierra sea golpeada por una tormenta solar extrema en la próxima década. En 2012, un Efecto Carrington cruzó la órbita de la Tierra a sólo una semana de impacto. Desde entonces, se han tomado medidas importantes. En junio del 2014, la Comisión Federal Reguladora de Energía comenzó a requerir a los servicios públicos prepararse para las tormentas solares. Y en 2015, la Casa Blanca dio a conocer un plan de acción sobre meteorología espacial.

El clima espacial extremo puede ocurrir en cualquier momento, pero históricamente las tormentas más fuertes tienden a producirse durante la fase de declive del ciclo de actividad de 22 años del Sol.

Fuente: Universidad de Michigan

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