Desde las regiones ecuatoriales, donde ciertamente se halla la República del Ecuador (con Riobamba en su centro) se puede contemplar todo el firmamento. Ahora bien, hay que hacer constar dos salvedades.
La primera salvedad es que no todo se ve a la vez. En un momento concreto solo se ve la mitad del cielo, porque la otra mitad queda oculta bajo el suelo. Si en una época del año se ve una parte del firmamento a medianoche, hay que esperar medio año para que a esa misma hora se divise la región diametralmente opuesta. Dicho de otro modo: si desde un lugar ecuatorial se observa todas las noches del año a la misma hora (digamos que a medianoche), entonces de jornada en jornada se va viendo cómo el cielo va cambiando y pasando delante de quien observe, de manera que al cabo de un año, en el curso de esas observaciones diarias, habrá desfilado ante la vista toda la bóveda celeste entera.
La segunda advertencia se refiere a las regiones polares del cielo. Todo el firmamento va pasando poco a poco de noche en noche, pero este giro se verifica alrededor de los polos celestes, que permanecen clavados en el horizonte al norte y al sur. Como siempre hay obstáculos en el horizonte, la región exacta y estricta que rodea los polos celestes no se llega a observar. Por tanto, costará ver la estrella Polar al norte (véase la imagen adjunta), o la estrella sigma del Octante al Sur. Las zonas ecuatoriales de la Tierra cuentan con el privilegio de ofrecer a sus habitantes el firmamento entero, salvo esas pequeñas zonas prohibidas en los polos.
Fuentes: El Séptimo Cielo
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