Puede que la tecnologÃa sufra una revolución increÃble en las próximas décadas o siglos y que estos sueños se hagan realidad. Pero todavÃa asà cabe una pregunta: ¿realmente querrÃamos vivir en Marte o en la Luna, en vez de en nuestro planeta azul? ¿Qué retos éticos y biológicos habrÃa que afrontar? ¿HabrÃa libertad y democracia en estas colonias espaciales? Un artÃculo recientemente publicado en la revista «Futures» se ha planteado estas cuestiones. Los autores, biólogos y filósofos de las Universidades de Rzeszow (Polonia) y Florida (EE.UU), y del Laboratorio Nacional de Biociencias (Brasil), concluyen que Marte pondrá a prueba la moral, la cultura y la propia naturaleza de la especie humana. Destacan, además, que allà será extremadamente difÃcil lograr algo fundamental tanto para el ser humano como para la colonización: la fundación de una familia.
«La reproducción en Marte serÃa necesaria para la superviviencia de la colonia y la expansión subsiguiente», escriben los autores del estudio en el artÃculo. En un principio, subrayan, serÃa clave que hubiera migración desde la Tierra, pero llegado un punto serÃa necesario que esto solo fuera una fuente complementaria. «Por desgracia, esta tarea plantea unos retos titánicos», prevén.
Las consecuencias de vivir en hipogravedad
Los más inmediatos son los biológicos. «Durante el viaje, los astronautas pueden padecer cinetosis, dolores de cabeza y de cuerpo, problemas genitourinarios (...) pérdida muscular y ósea, inmunosupresión, e incluso ceguera temporal», escriben los autores. La microgravedad, además, altera el sistema nervioso, la audición, la visión, y provoca cambios en el sistema cardiovascular. ¿Cómo podrÃa lidiar con todo esto una mujer embarazada? ¿AfectarÃa un viaje de meses a una mujer que quisiera quedarse embarazada en Marte, tiempo después?
Embarazo en un entorno radiactivo
Todo esto sin contar con factores aún más peligrosos, como la necesidad de suministrar oxÃgeno de forma artificial o la posible exposición crónica a elevadas dosis de radiación, debido a la falta de escudo magnético en Marte. Otros investigadores han averiguado que solo un viaje de seis meses hasta Marte harÃa que los astronautas recibieran dosis de radiación de 300 milisieverts, 15 veces más que el lÃmite de radiación anual permitido para trabajadores de centrales nucleares.
Los autores del estudio subrayan que no se conoce todavÃa cómo estos factores afectarÃan al embarazo. Por este motivo insisten en la necesidad de hacer más investigaciones en el espacio, por ejemplo en la Estación Espacial Internacional, para analizar los efectos de estas adversidades sobre los embriones y las madres.
También destacan que la edad de las madres marcianas puede convertirse en un problema, dado que las astronautas femeninas suelen comenzar ese trabajo con 32 años. Por eso, sugieren explorar lacriopreservación de gametos y embriones para facilitar la reproducción en el espacio de personas más mayores. Esto serÃa especialmente importante, porque recuerdan que la escasa gravedad también podrÃa afectar a la producción de gametos y a la fertilidad.
Teniendo en cuenta estas dificultades y la complejidad y el peligro de vivir en una planeta extraño, los investigadores creen que «el proceso de tener niños puede ser apabullante», por lo que creen que para las familias será indispensable contar con apoyo de psicólogos, además de una sólida red de cuidados médicos.
¿Valores humanos en Marte?
Aparte de poner a prueba la biologÃa, los investigadores creen que Marte pondrá a prueba las leyes y los principios morales terrestres. AllÃ, la dureza de las condiciones, el hecho de vivir en pequeñas colonias con un número limitado de compañeros y de hacerlo muy lejos de la Tierra, podrÃan cambiar los valores humanos. Creen que esto podrÃa afectar a uno de los principios más fundamentales de la civilización occidental: el valor de la vida. ¿PodrÃa ser que el interés de la comunidad prevaleciera sobre el del individuo?
También predicen que la libertad sexual se verá restringida. «Sospechamos que la práctica de asesoramiento genético, la selección cuidadosa de pareja o la restricción de derechos reproductivospodrÃan ser una estrategia necesaria para evitar la aparición de rasgos incompatibles con la vida en Marte durante las próximas generaciones». Esto, que indican que no debe confundirse con la eugenesia (la mejora de la calidad genética de la especie por medio de la reproducción selectiva), debe tener en cuenta sobre todo el valor del mestizaje y la importancia de impedir la consanguineidad.
¿PodrÃa llegar este tipo de mentalidad a coartar la libertad de los individuos e instaurar un regimen antidemocrático? Los investigadores no contestan a esta pregunta, y reconocen que no se puede predecir qué podrÃa ocurrir, puesto que no hay precedentes.
Una filosofÃa y una religión marcianas
Sà que prevén que los valores morales marcianos evolucionarán de forma distinta a los terrestres. Por eso, adelantan, una educación marciana será fundamental: Señalan que una estrategia podrÃa ser «crear una «religión» marciana que dé sentido al hecho de vivir en Marte, promover la integración y la aceptación de la ciencia y la tecnologÃa, potenciar el comportamiento altruista y conciliar los conceptos culturales y morales de astronautas de distintos orÃgenes». Las posibles desviaciones éticas de estos principios resultan espeluznantes.
Este futuro marciano, más bien distópico, no parece inmediato. La tecnologÃa necesaria no ha sido desarrollada todavÃa y falta mucho para que se puedan hacer viajes numerosos, seguros y viables económicamente. Esto es importante, porque varios estudios han explicado que el tamaño mÃnimo de una colonia permanente está en los 500 individuos, para evitar los problemas de la consanguineidad. Otros tienen en cuenta la aparición de catástrofes o enfermedades, y sitúan esta cifra en un mÃnimo de 5.000 individuos. Dada la dureza del desierto radiactivo y frÃo que es Marte, este tamaño mÃnimo podrÃa ser incluso mayor.
«Es muy improbable que una colonia humana en Marte llegue a ese número en las décadas siguientes a las primeras misiones (previstas como pronto para la década de los treinta)», escriben.
Si se pudiera colonizar Marte, los autores discuten que podrÃa llegar un punto en que apareciera una nueva humanidad o incluso una nueva especie. Esto serÃa una prueba de la capacidad del hombre de dejar la Tierra y explorar el Universo. Pero las dificultades son enormes. Parece que uno de los retos será que al abandonar la Tierra el humano no deje de identificarse en un espejo.
Fuentes: ABC
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