3 de enero de 2019

Ocho historias legendarias que puedes leer en las constelaciones

Las constelaciones recogen fragmentos de la cultura sumeria, griega o egipcia y llegaron a ponerle nombre a una película de Tim Burton, por ejemplo
Susanna Hislop y Hannah Waldron cuentan e ilustran los relatos con los que nuestros antepasados le daban forma al cielo nocturno en «Atlas de las Constelaciones» (Errata Naturae)
Le recomendamos que, cuando caiga la noche, levante la vista hacia el cielo. La luz que llega a sus pupilas ha viajado durante mucho tiempo por el oscuro espacio hasta llegar a su retina, en ese preciso instante. Una retina hecha de átomos que fueron fabricados en miles de estrellas que ya han muerto. Pero ahí arriba, hay otras estrellas titilando. Algunas muy alegremente, como Sirio, y otras más tímidamente, como Polaris. Es una lástima, pero si su visión nocturna se lo permitiera, podría captar los colores de las estrellas, azules, rojas, amarillas, o los tonos del fondo.

Aun así, hay mucho que ver en el cielo blanco y negro, cada noche. Quizás por ello, Thomas Carlyle escribió: «¿Por qué nadie me enseñó las constelaciones, para hacerme sentir como en mi casa en los cielos estrellados que, siempre sobre nuestras cabezas, hoy apenas conozco?».

Susanna Hislop y Hannah Waldron tratan de ponerle fin a este desconocimiento con su « Atlas de las Constelaciones» (Errata Naturae). En un libro preciosamente ilustrado por Waldron, Hislop recuerda muchas de las maravillosas historias que nuestros ancestros escribieron en las constelaciones y asterismos, y que reflejan sus distintos modos de entender el mundo.

Del «Almagesto» a los telescopios

Muchas de ellas llegaron hasta nosotros gracias al trabajo del astrónomo Claudio Ptolomeo, quien, en el año 150 a.C., compuso un tratado que agrupó todo el conocimiento grecolatino en la materia y que creó un catálogo con más de 1.000 estrellas agrupadas en 48 constelaciones, basado sobre todo en las observaciones de Hiparco de Nicea. Esta obra, llamada Math matik Syntaxis, se conservó en manuscritos árabes y pasó a llamarse Almagesto.

«Nunca sabremos de qué forma las historias relatadas miles y miles de años atrás por nuestros ancestros –mientras observaban la vasta oscuridad sobre sus cabezas desde montañas, desiertos o las polvorientas calles de antiguas ciudades–, se transformaron en las leyendas que Ptolomeo identificó de manera tan precisa en su Almagesto», escribe Susanna Hislop. «Ni cómo los animales, dioses y héroes que fueron venerados en Asiria, Babilonia o el Antiguo Egipto se abrieron camino a través de los mares y los siglos hasta permear la esencia de la Grecia clásica».

Tampoco se sabe por completo cómo adquirieron sus nombres romanos y cómo evolucionaron después. «Los árabes, los monjes medievales, los viajeros intrépidos del siglo XVI y los astrónomos de la Ilustración con sus telescopios, todos retocaron las historias siderales del pasado», continúa Hislop en «Atlas de las Constelaciones».

Más allá del occidente del mundo, el resto de culturas tenía su propia visión del cielo nocturno. «Los antiguos chinos tenían un sistema astronómico igualmente complejo y totalmente distinto, mientras que universos completos de mitos indígenas, tan a menudo ignorados por los colonizadores, han comenzado desde hace poco a contarse fuera de las culturas que los inventaron».

Las 88 constelaciones actuales

Durante el siglo XX los telescopios y la ciencia transformaron nuestra forma de ver las estrellas, con el descubrimiento de miles de estos objetos y de cientos de galaxias. Ya en 1922, la Unión Astronómica Internacional fijó 88 constelaciones formales, y las definió después como áreas de la esfera celeste ubicadas de manera precisa, para diferenciarlas de los asterismos, simples patrones unidos por líneas imaginarias.

En la actualidad, los instrumentos permiten observar las estrellas y las galaxias más jóvenes del Universo, cuya luz ha tardado miles de millones de años en llegar hasta nosotros. Hemos descubierto que casi todas las estrellas que vemos albergan sistemas solares de varios planetas. Paradójicamente, el progreso y el crecimiento de las ciudades están iluminando las noches y haciendo cada vez más difícil poder ver el cielo nocturno. Hasta tal punto que varios investigadores han alertado de que en el futuro será casi imposible ver la Vía Láctea, o sobrecogerse y asombrarse ante la belleza de las estrellas, tal como la humanidad lleva milenios haciendo. Por eso, le animamos, de nuevo, a disfrutar del cielo.

La forma más sencilla de encontrar las constelaciones y objetos que comentaremos es usar mapas estelares o aplicaciones astronómicas para su móvil, como Google Skymap, Mapa estelar, Star Walk 2, Vortex o Night Sky. Sobre todo porque algunas constelaciones o asterismos aparecen en invierno pero no en verano, o viceversa.

1. Andrómeda, la doncella encadenada
«Perseo liberando a Andrómeda», de Peter Paul Rubens




La luz de las estrellas que puede ver ha viajado durante años, siglos o milenios hasta llegar a sus ojos. Así que, de alguna forma, mirar a las estrellas es mirar al pasado. Uno muy reciente para ellas, porque las estrellas pueden vivir miles de millones de años y no se inmutan con el paso de nuestras eras. Así que no es cierto que las estrellas que vemos hayan muerto, como se suele decir.

Pero ahí arriba, hay mucho más que estrellas. Hay una luz mortecina, apenas visible, que acaba de recorrer (cuando la mira) 2.537 millones de años luz. Se trata de Andrómeda, una constelación que alberga una galaxia también conocida como M31 y que es el objeto más lejano que el ojo humano puede divisar. ¿La ve? Pues cada segundo que pasa está 300.000 kilómetros más cerca de usted. Quizás ahora no lo note, pero en 3.000 millones años Andrómeda comenzará a fusionarse con la Vía Láctea.


Constelación de Andrómeda. En el centro está M31, la galaxia del mismo nombre


Según escribe Susanna Hislop, en diciembre puede verse a Andrómeda, sobre las ocho de la noche, siendo acechada por Ceto, un enloquecido monstruo de los océanos con forma de pez dragón, serpiente marina o enorme ballena, tratando de abalanzarse sobre ella. Parece querer saltar sobre la eclíptica, y solo se interponen los peces gemelos de Piscis.

El sacrificio de la doncella

Andrómeda, una doncella encadenada a las rocas de Jope (también conocida como Jaffa, ahora parte de Tel-Aviv), lleva en su nombre la palabra medha, que en sánscrito designaba tanto el animal para el sacrificio ritual como a la víctima.

Parece ser que Andrómeda gritó hacia la mar y que llamó la atención de los pequeños y brillantes ojos de Perseo. De forma que este caballero fue a rescatar a una desnuda Andrómeda a lomos de un enorme caballo blanco. Los astrónomos árabes, sin embargo, no parecieron disfrutar de este cuento, porque transformaron a Andrómeda en una foca pequeña y regordeta.

Quizás quisieron olvidar que la pobre Andrómeda fue encadenada por un colérico Poseidón, como castigo a la arrogancia de su madre, Casiopea, una reina etíope tan obsesionada con su belleza que se consideraba más hermosa que las Nereidas, las ninfas del mar.

2. Orión, el cazador estelado
La constelación de Orión en «Atlas de las Constelaciones» - Errata Naturae



¿Conoce la historia del cazador, Orión? Lleva un cinturón donde se forman no solo estrellas sino sistemas planetarios completos. Está formado por las estrellas Alnitak, Alnilam y Mintaka. La primera está a 800 años luz y es 100.000 veces más luminosa que el Sol, la segunda está a 1.370 años luz y es 375.000 veces más luminosa. Mintaka, por su parte, está a 915 años luz y es 90.000 veces más luminosa que el Sol. En realidad es un sistema doble formado por dos estrellas.

Constelación de Orión



La historia de Orión es también la de Shen, el cazador que, por casualidad, los chinos también ven en esa constelación. Los inuit también ven cazadores nocturnos persiguiendo una presa y los maoríes la canoa de Tamarereti, su ancestro mítico. Allí es también donde Thor proyectó el pie congelado de Aurvandil después de cortárselo.

En el hombro derecho brilla Betelgeuse, una supergigante roja que le dio su nombre a la película «Beetlejuice», de Tim Burton. La más luminosa es la llamada «estrella brillante del pie izquierdo», como la llamó Ptlomoeo, y que los árabes llamaron rijil (pie) y que hoy conocemos como Rigel, una supergigante blanco-azulada cuyo diámetro es 73 veces mayor al del Sol.

Parece ser que este cazador estelado desciende del gran héroe sumerio Uru An-na (luz del cielo), quien se enfrentó a Gud an-na (el toro del cielo), y a quien hoy conocemos como Gilgamesh (el equivalente sumerio de Hércules). Por eso Orión es representado como un hombre vestido con piel de león y blandiendo un garrote contra Taurus, una constelación situada por encima de él, a su derecha.

3. La Osa Mayor
La Osa Mayor en el catálogo de Hevelius




La Osa Mayor es, junto a Orión, la constelación más reconocible. Quizás porque es una de las que realmente tienen una forma parecida a lo que alude su nombre. Una de las cosas más interesantes de la Osa Mayor es que al unir los puntos del extremo del cazo que forma, y que corresponden con las estrellas Merak y Dubhe, podemos encontrar fácilmente la Estrella Polar o Polaris: un apagado objeto que prácticamente se encuentre sobre el polo norte y que nos marca ese punto cardinal.

Truco para localizar la Estrella Polar usando la constelación de la Osa Mayor - YOUTUBE/MISTER &amp




Esta constelación también se conoce como «la Sartén» (en Holanda), «el Arado» (en Inglaterra), «el Carro» (en España) y «el Gran Cazo», (en Estados Unidos). Pero, volvamos a la osa. ¿Por qué acabaría uno de estos animales en el cielo?

La triste historia de Calisto

La culpa la tiene Zeus, el rey de los dioses del Olimpo y su dispersa vida, tal como narra Susanna Hislop en «Atlas de las Constelaciones». Este dios tenía una esposa, que también era su hermana, y que se llamaba Hera. También tenía una hija ilegítima de nombre Artemisa, que era la diosa de la caza, de los leones, de los ciervos y de todo lo salvaje.

Esta recorría la naturaleza armada con su arco y sus flechas, seguida de un leal y casto grupo de ninfas vírgenes, entre las que estaba Calisto. Parece ser que un día, un taimado Zeus se acercó a Calisto disfrazado de Artemisa, que trataba de convertir una rama en una flecha, y le arrebató en un instante su castidad y su inocencia.

Después de este encuentro, Calisto tuvo un hijo, de nombre Árcade, quien fue criado por su abuelo, Licaón, un rey cruel y arrogante. Pero, cuando la celosa esposa de Zeus, Hera, se enteró de lo ocurrido, hizo que un espeso pelaje castaño brotara de la fina piel de la hermosa Calisto. También dobló su columna y sus extremidades hasta transformarla en una osa.

Y quiso el destino, o quizás fue otra travesura de Zeus, que un cazador, de nombre Árcade, se encontrara con la osa en mitad del bosque, sin saber que era su madre. Árcade tensó el arco, mientras la osa parecía querer comunicarse con él. Pero algo ocurrió antes de que pudiera soltar la cuerda.

4. La Osa Menor
La Osa Mayor y la Osa Menor y su relación con la Estrella Polar





Como hemos dicho, Árcade se encontró con su madre, la que fuera una hermosa ninfa, de nombre Calisto, convertida en osa. Cuando estaba a punto de disparar su flecha, Zeus intervino para evitar la muerte de su pobre víctima. ¿Cómo lo hizo? Convirtió en oso a Árcade para que pudiera entender los gemidos de Calisto. Además, para que ambos no se se arañaran con sus garras, les cogió de la cola y los hizo girar para lanzarlos al cielo (por eso La Osa Mayor y la Osa Menor tienen colas largas, a diferencia del resto de osos).

Pero la historia no acaba aquí. Una enfurecida y vengativa Hera (una vez más) acudió al palacio de su hermano, Poseidón, rey de los mares, y le persuadió para que ni Árcade ni Calisto pudieran bañarse alguna vez en las aguas celestiales. Por eso ni la Osa Mayor ni la Osa Menor se sumergen en el agua bajo la línea del horizonte (en el hemisferio norte).

Este vínculo tan estrecho entre Árcade y Calisto es el motivo por el cual la Osa Mayor señala la Estrella Polar, a la vez que esta es la última estrella de la «cola» de la Osa Menor.

Por eso no sorprende que los griegos se orientaran guiándose por la Osa Mayor, pero que los fenicios usaran la Osa Menor. De todas formas hay que tener en cuenta que hay un fenómeno, conocido como precesión de los equinnocios, por el cual el eje de rotación del planeta cambia (traza un cono completo una vez cada 26.000 años). Por tanto, la posición de las estrellas cambia aproximadametne un grado cada 72 años. Así que la Estrella Polar no siempre ha estado en el mismo lugar del cielo.

5. Sagitario, el corazón oscuro
Sagitario, en el catálogo de Hevelius




Las riñas de Zeus y Hera no pueden rivalizar con el poder que se esconde en el interior de laconstelación de Sagitario. Ahí existe un auténtico pozo negro con la masa de 4,3 millones de soles y cuya gravedad es tan intensa que se traga la luz. Se trata de Sagitario A*, un agujero negro supermasivo situado en el centro de la Vía Láctea, a 26.000 años luz de la Tierra.

Esta fuente de rayos X engulle polvo, gas y estrellas enteras, y al hacerlo emite chorros de energía tan intensos que son capaces de generar nuevas estrellas y planetas.

Sagitario es también conocido como «La Tetera», porque de su pico parece brotar un humillo blanquecino que no es otra cosa que la luz de millones de estrellas de la Vía Láctea.

«La Tetera», asterismo de la constelación de Sagitario«La Tetera», asterismo de la constelación de Sagitario



La constelación hace referencia a una criatura silvestre y a un seguidor de Pan, desde los tiempos de los sumerios. 

Para algunos, Sagitario era un fauno (una criatura mitad hombre mitad cabra con rostro humano) armado con un arco, aunque también se identificó con un centauro. 

Hoy se le puede ver apuntando una flecha hacia su derecha, donde se encuentra una desafiante constelación de Escorpión.

Para los griegos, en esta constelación se encontraba Croto, un sátiro que inventó el tiro con arco y el aplauso. Croto era hijo de Eufema y esta era nodriza de las nueve musas (Clío, Talía, Erato, Euterpe, Polimnia, Clíope, Terpsícore, Melpómene y Urania).

Parece ser que las musas cantaban y Croto se sentaba a escucharlas, embelesado. Por ello, este se acostumbró a golpear sus manos cuando finalizaban las musas, produciendo un sonido que hoy interpreteamos como un aplauso. A la muerte de Croto, unas agradecidas musas le pidieron a Zeus que lo colocara en las estrellas. Incluso llevó allí su corona, que se le solía caer cuando jugaba, y que quedó a los pies del arquero o Sagitario y que hoy se conoce como Corona Austral.

6. El Escorpión, el heraldo de la oscuridad
La constelación de El Escorpión - Till Credner





El Escorpión es heraldo del invierno y la oscuridad, siempre asociado con el mal. Su aguijón ponzoñoso mató a Orión. Para los sumerios era Girtab, un escorpión venenoso y para los egipcios una serpiente. Pero al viajar hacia el sur, otras culturas le veían como una entidad más benévola. Los indios bakair del sur de Brasil veían en El Escorpión una madre llevando a un bebé en la espalda.

Escorpión es una constelación alargada que finaliza en dos brazos, donde estarían las pinzas. En el centro, parece tener su corazón en una estrella rojiza que se llama Cor Scorpii (el corazón del escorpión), una ardiente estrella supergigante roja con un diámetro 400 veces mayor al del Sol, que, para el pueblo tuhoe, de Nueva Zelanda, es Rehua, la jefa de todas las estrellas, una divinidad que puede sanar a los enfermos y curar a los ciegos.

Para los astrónomos occidentales esta estrella es Antares que, para algunos significa «el rival de Ares» y para otros es el equivalente de Ares» (el dios griego de la guerra que se llamaba Marte en la tradición romana).

La mitología de El Escorpión está muy vinculada a la de Orión. Una de las historias cuenta que Orión, un gigante y un cazador, dijo que mataría a cada animal de la Tierra. Artemisa, diosa de la caza pero también protectora de todas las criaturas, envió a un escorpión para luchar contra Orión, quien acabó muriendo. Zeus, quien presenció el combate, envió al ganador a las estrellas. Después, Artemisa le pidió que hiciera lo mismo con Orión, para recordarle a los mortales la importancia de moderar su orgullo.

7. La Cruz del Sur, el ancla de la galaxia
Constelación de La Cruz del Sur




Una de las constelaciones más fáciles de reconocer es también la más pequeña. Se trata de la Cruz del Sur, una constelación útil para determinar la posición de ese punto cardinal y que, quizás por ello, aparece en banderas de países como Australia, Nueva Zelanda, Samoa o Brasil.

Detectarla es también encontrar el plano en el que se encuentra la Vía Láctea, una banda lechosa y difusa con varios brazos formada por la presencia de miles de millones de estrellas distantes. De hecho, para los maoríes de Nueva Zelanda, esta constelación se llama Te Punga, el ancla de la Vía Láctea.

Constelación de La Cruz del Sur. La flecha verde señala la estrella Acrux





Según escribió Dante en «La Divina Comedia» sus cuatro estrellas representan las virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, el coraje y la templanza. Para los tswana de Botswana, se representa con dos jirafas (Dithutlwa): las estrellas Acrux y Mimosa son la hembra, y Gacrux y Crucis el macho.

En su interor se encuentra la nebulosa Saco de Carbón, una nube de gas y polvo estelar situada a 400 años luz de la Tierra que engendrará planetas y que, para los aborígenes australianos, es la cabeza del malvado Emu.

8. Casiopea, la reina etíope
Una de las representaciones de Casiopea, sentada en su trono




¿Recuerda a la pobre Andrómeda, encadenada a las rocas de Jaffa, y rescatada por Perseo, a lomos de su caballo blanco? Todo ocurrió porque Casiopea, la esposa del rey etíope Cefeo, estaba convencida de que tanta era su belleza que no tenía nada que envidiar a la de las ninfas del mar, las Nereidas.

Poseidón, rey de los mares, se enojó, y envió a Ceto, una bestia marina, a castigarla y a sembrar la destrucción en toda Etiopía. La reina, asustada, entregó a su hija para sacrificarla ante Ceto y restaurar el honor de Poseidón. Y así fue como una desnuda Andrómeda acabó encadenada.

Constelación de Casiopea




Pero Perseo, que regresaba de acabar con la pérfida Medusa, oyó los lamentos de Andrómeda y acabó perdidamente enamorado. Perseo, que era un tipo muy pragmático, usó la cabeza de la Medusa para convertir a Ceto en un coral, así que pudo salvar a Andrómeda y después casarse con ella.

Poseidón, todavía enfadado, decidió castigar a Casiopea. Así que la proyectó a los cielos atada a una silla en una posición en la cual la cabeza de la reina siempre queda boca abajo, a medida que la constelación gira en el cielo. Para algunos, Casiopea quedó sometida a tortura por la eternidad. Pero en otras representaciones aparece sosteniendo un espejo, como símbolo de su vanidad, o sosteniendo una hoja de palma.

En el interior de Casiopea se puede encontrar, entre otras muchas cosas, el cúmulo M103, un objeto situado a 8.000 o 9.500 años luz. También puede encontrarse un objeto llamado Cassiopeia A (Cas A), un remanente de supernova y la fuente astronómica de radio más brillante fuera del sistema solar a frecuencias superiores a 1 GHz.


Fuentes: ABC

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