“Es muy buen candidato para que nos de alguna sorpresa”, dice Joan Anton Català, astrofísico y divulgador científico. “Si finalmente da un espectáculo, este ocurrirá sobre la tercera semana de mayo”.
Para medir el brillo de un cuerpo celeste se emplea la magnitud estelar. Se trata de una escala poco intuitiva ya que cuanto menor sea su valor, mayor es el brillo del objeto. Además, no sigue un aumento lineal, sino logarítmico: un punto menos equivale a dos veces y media de aumento en la intensidad luminosa. El límite en el que los cuerpos pueden verse a simple vista se encuentra en la magnitud 6.
Las primeras veces que ATLAS fue observado presentaba una magnitud 19. En estos momentos se encuentra en magnitud 8, a dos puntos de ser observado sin ayuda de aparato alguno, para lo cual deberá lograr multiplicar por cinco su brillo actual. Según las previsiones, no solo rebasaría este número, sino que podría lograr valores cercanos a 0.
Podría fragmentarse y no ser observable según se aproxima al Sol. O, por el contrario, el desprendimiento de un trozo de roca tal vez provoque una repentina liberación de partículas que incremente la luz percibida.
“Los cometas a veces pueden producir saltos de dos o tres magnitudes en su brillo”, explica Català. Y si uno no está atento, se lo pierde. Como el caso del cometa Holmes en 2007, que, en menos de 24 horas, pasó de ser un débil cuerpo de magnitud 17, a un objeto más que visible de magnitud 2,5. Por eso, “hay que seguirlos de cerca y estar muy al tanto de su evolución”, dice el científico.
El comportamiento de los cometas a veces es impredecible y acaba sorprendiendo a los astrónomos, pero se calcula que sobre el 1 de mayo sería cuando más brillaría. Lo haría tanto que se podría ver a simple vista. De hecho, ya se están publicando fotografías y vídeos con grandes y medianos telescopios que prometen un evento que podría ser extraordinario.
Qué podemos esperar del cometa Atlas
El cometa Atlas sigue su camino parabólico hacia el Sol. A medida que los cometas se acercan a él, van ganando brillo, motivo por el cual son más visibles desde nuestro planeta. Ahora bien, también hay alguna posibilidad, tal y como ha pasado en otras ocasiones, que se desintegre en su camino, algo que arruinaría todo tipo de observación. Ojalá no ocurra.
Esta es la posición en la que podemos encontrar el cometa Atlas hasta junio. Fuente: www.cometwatch.co.uk
Ahora mismo el cometa se puede observar cerca de la constelación de la Osa Mayor. Tiene magnitud 8. Aún brilla poco para verlo a simple vista, pero con unos prismáticos o un telescopio, en buenas condiciones de luz, se puede observar bien. En las primeras imágenes que se están publicando, aparece como un punto de luz difuso junto a una pequeña cola.
Saber cuánto brillará en mayo es difícil, pero todos los cálculos indican que podría ir entre magnitud 5 y magnitud -5. Para los no familiarizados con el término magnitud, cuanto más alta es la magnitud, menos brillo tiene. Una magnitud 5 sería como una de la miles de estrellas que vemos cada noche en el cielo. Una magnitud -5 sería más brillante que el planeta Venus, bien visible estos días cuando se pone el sol.
Perihelio: ¿cuándo ATLAS alcanzará el punto más cercano al Sol?
Por el momento sí se sabe con seguridad que ATLAS se localiza más allá de la órbita de Marte y que alcanzará el punto de su órbita más cercano al Sol (perihelio) el 31 de mayo. En ese instante se encontrará muy próximo a la estrella, a 37, 8 millones de kilómetros de distancia, y pasará por dentro de la órbita de Mercurio.
De ahí que aumente su luminosidad cerca del final del mes. Un cometa típicamente incrementa su brillo al aproximarse al Sol, porque, según explica Català, esto depende tanto de la luz reflejada en la roca que conforma su núcleo como del tamaño de sus colas, formadas por partículas y gases que se subliman y por componentes cargados eléctricamente.
La órbita estimada para ATLAS es de entre 5.500 y 6.000 años de duración con un recorrido similar al que describe el conocido como Gran Cometa de 1844 o C /1844 Y1. Es muy típico que el calor del Sol y su gravedad fragmenten a los cometas, por lo que ambos podrían proceder de un cuerpo que ocupaba esa órbita y se fracturó, o bien ATLAS podría descender del propio C /1844 Y1.
La última vez que ATLAS cruzó el cielo, la humanidad estaba aprendiendo a dominar el uso de los metales. Tal vez ahora vuelva para sorprendernos. De momento lo que queda es rastrear el cometa durante las próximas semanas para ver su evolución.
Quien disponga de un telescopio lo puede dirigir hacia el este de la Osa Mayor, en los límites de la constelación de Camelopardalis desde donde se desplazará para llegar, a mediados de mayo, a la constelación de Perseo.
Fuentes: Tiempo, Clarin
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