Al igual que la Tierra, Júpiter exhibe a veces una luz auroral alrededor de las regiones polares cuando las partículas de su enorme magnetosfera interactúan con las moléculas de su atmósfera. Sin embargo, las auroras de Júpiter son mucho más intensas que las de la Tierra y, a diferencia de esta, las lunas más grandes de Júpiter también crean zonas especialmente luminosas, que suelen describirse como “manchas aurorales”.
La sonda espacial Juno de la NASA, en órbita al planeta Júpiter desde 2016, voló el 8 de noviembre de 2020 a través de un intenso haz de electrones que viajaba desde Ganimedes (la mayor luna de Júpiter) hasta su huella auroral en el planeta gigante gaseoso.
Un equipo internacional integrado, entre otros, por Vincent Hue, Thomas Greathouse y Scott Bolton, los tres del Instituto de Investigación del Sudoeste (SwRI) en San Antonio, Texas, Estados Unidos, ha utilizado datos recolectados por la Juno para estudiar la población de partículas que viajan a lo largo de la línea de campo magnético que conecta Ganimedes con Júpiter.
El análisis revela que esas manchas aurorales son aún más complejas de lo que se pensaba.
Cada una de las lunas más grandes de Júpiter crea sus propias auroras en los polos norte y sur del planeta. Cada huella auroral, como se las llama, está conectada magnéticamente a su respectiva luna.
Ganimedes es la única luna de nuestro sistema solar que tiene su propio campo magnético. Su pequeña magnetosfera interactúa con la magnetosfera masiva de Júpiter, creando ondas que aceleran los electrones a lo largo de las líneas de campo magnético del gigante gaseoso, que pueden ser medidas directamente por la Juno.
Dos instrumentos científicos de la Juno en los cuales el SwRI ha trabajado mucho, el JADE (Experimento de Distribuciones Aurorales de Júpiter) y el UVS (Espectrómetro Ultravioleta), proporcionaron datos clave para este estudio. También fue de gran ayuda el sensor de campo magnético de la Juno, construido en el Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA.
JADE mide los electrones que viajan a lo largo de las líneas del campo magnético, mientras que UVS capta imágenes de la huella de la mancha auroral correspondiente. De este modo, Juno es capaz tanto de medir la "lluvia" de electrones como de observar la luz ultravioleta que esa lluvia crea al chocar con Júpiter.
Las mediciones anteriores de la Juno mostraron que grandes perturbaciones magnéticas acompañaban a los haces de electrones que causan la huella auroral. Sin embargo, esta vez, la Juno no observó perturbaciones similares con el haz de electrones.
"Si nuestra interpretación es correcta, estamos ante la confirmación de una teoría de hace una década que elaboramos para explicar la morfología de las huellas aurorales", explica Bertrand Bonfond, de la Universidad de Lieja en Bélgica y coautor del estudio. Esa teoría sugiere que los electrones acelerados en ambas direcciones crean la danza de manchas múltiples de las huellas aurorales.
El nuevo estudio se titula “A Comprehensive Set of Juno In Situ and Remote Sensing Observations of the Ganymede Auroral Footprint”. Y se ha publicado en la revista académica Geophysical Research Letters.
Fuente: NCYT de Amazings
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