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24 de abril de 2021

Dos nuevas especies de búhos chillones descubiertas en la selva amazónica


Búho chillón de Alagoas. / Gustavo Malacco

Gracias a sus chillidos, dos nuevas especies de búhos han podido ser identificadas por un equipo internacional de científicos en la selva amazónica. A pesar de su reciente hallazgo, estas aves ya se encuentran en peligro de extinción por los incendios de los bosques del Amazonas y la fragmentación de su hábitat.

La selva amazónica esconde criaturas desconocidas, muy difíciles de detectar sobre todo si son nocturnas. En un nuevo artículo publicado en la revista Zootaxa, un equipo de investigadores ha descrito dos nuevas especies de búhos chillones Xingu y de Alagoas. que viven en los bosques del Amazonas y el Atlántico, que ya se encuentran en peligro crítico de extinción.

Los científicos compararon los cantos de las aves y encontraron que había variaciones en los sonidos que hacían

 
“Los búhos chillones son un grupo bien conocido en comparación con otros tipos de organismos en estas áreas”, asegura John Bates, del Field Museum de Chicago y uno de los autores del estudio. “Pero cuando comienzas a escucharlos y a compararlos a través de la geografía, resulta que hay cosas que no se habían apreciado. Por eso se describen estas nuevas especies”, agrega.

Los búhos chillones recién descubiertos son parientes de los búhos chillones del este, comunes en EE UU. “Son búhos bonitos, probablemente de entre 12 y 15 cm de longitud, con mechones de plumas en la cabeza”, describe Bates. “Algunos son marrones, otros grises y otros una mezcla”. Hasta este estudio, las nuevas especies se habían agrupado junto con el búho chillón de vientre leonado y el búho chillón de cabeza negra, ambos distribuidos por toda Sudamérica.

Los investigadores comenzaron a descubrir diferencias entre las especies de búhos tras años de trabajo de campo en la selva amazónica, así como en la selva atlántica que se extiende a lo largo de la parte oriental de Brasil y los países circundantes. Los búhos que buscaban los investigadores viven en los árboles, a menudo a 30 metros del suelo. Eso hace que estudiarlos sea difícil. Pero tenían un arma secreta para detectarlos: los chillidos.

El búho chillón de Xingu. / Kleiton Silva

“Grabábamos sus llamadas y luego las escuchábamos. Los búhos son territoriales y, cuando escuchaban las grabaciones, salían a defender su territorio”, señalan los autores. Compararon los cantos de las aves y encontraron que había variaciones en los sonidos que hacían, señal de que se trataba de diferentes especies.

También examinaron la apariencia física de las aves y tomaron muestras de tejido para poder estudiar su ADN. En total, se analizaron 252 especímenes, 83 grabaciones en cinta y 49 muestras.
Aves en peligro crítico

La combinación de variación genética, diferencias físicas y vocalizaciones únicas llevó al equipo a describir dos nuevas especies: el búho chillón Xingu y el búho chillón de Alagoas.

 El búho chillón de Xingu es endémico del área del Amazonas más severamente quemada por los incendios sin precedentes de 2019
Jason Weckstein

Si bien los búhos son nuevos para la ciencia, ya están en peligro de desaparecer para siempre. “Las dos nuevas especies están amenazadas por la deforestación”, dice Jason Weckstein, de la Universidad de Drexel (EE UU).

“El búho chillón de Xingu es endémico del área del Amazonas más severamente quemada por los incendios sin precedentes de 2019; y el búho chillón de Alagoas debe considerarse en peligro crítico dada la extensa fragmentación del bosque de la pequeña área donde se encuentra”, apunta Weckstein.

Fuentes: SINC

27 de enero de 2015

Inventario de anfibios suma 5 especies más en Ecuador

Habían pasado seis meses desde que el entonces estudiante universitario de biología Juan Pablo Reyes-Puig había recorrido el bosque. Eran jornadas nocturnas desde las seis de la tarde hasta la una de la mañana en las que bordeaba desfiladeros empinados cortados por riachuelos y ríos caudalosos del flanco oriental del Tungurahua.

Reyes-Puig quería documentar los efectos de la erupción del volcán en la fauna como parte de su tesis. Seguía trochas naturales abiertas por mamíferos como el oso de anteojos cuando en diciembre del 2007 se topó sobre un helecho con una rana en medio de cedros y podocarpus.

Su color blanquecino tierra que resaltaba sobre el follaje captó su atención. Tras siete años de análisis y comparaciones se determinó que era una nueva variedad de anfibio.

La bautizaron como Pristimantis punzan, en honor al sitio Punzan del cantón Baños (Tungurahua), donde habita. Pero no sería la única especie nueva que Reyes-Puig y su equipo encontraron. Los hallazgos siguieron en el 2008 y con el apoyo de otros científicos como Mario Yánez-Muñoz, director del Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales, la labor de campo terminó en descripciones de tres nuevas especies de anfibios de las que recién se conocen detalles con la publicación de su información en diciembre pasado en revistas científicas del exterior.

Junto con la Pristimantis punzan se describieron dos especies más: Pristimantis marcoreyesi y Pristimantis puruscafeum. A estas tres se suman otras dos encontradas en los bosques del Parque Nacional Sangay y en la cordillera del Cóndor: Pristimantis roni y Pristimantis paquishae, en su orden, cuya descripción también fue aceptada y publicada en diciembre pasado.

A estas cinco ranas terrestres recién descritas para la ciencia y endémicas del país se suman otras doce especies publicadas durante el 2014. De estas 17, quince son nuevas y dos no se habían registrado en el país.

“En el Ecuador todavía estamos lejos de tener un inventario completo de diversidad biológica. Hay estimaciones que dicen que hemos inventariado no más del 10% de las plantas y animales que existen. Seguramente va a haber muchas especies que se extingan antes de ser descritas”, dice Luis Coloma, investigador del Centro Jambato de Conservación de Anfibios.

El especialista agrega que el país alberga una alta biodiversidad, pero no ha existido una tradición histórica de investigación. A ello se suman las amenazas que enfrentan las especies de anfibios. “La principal sigue siendo la destrucción del hábitat debido a distintas actividades humanas (...). Otras son la contaminación asociada a pesticidas y plaguicidas, actividades mineras y la extracción y transporte del petróleo. Finalmente, el cambio climático y la introducción de especies exóticas, algunas de las cuales son patógenas, amenazan a muchas especies de anfibios”, asegura Juan Manuel Guayasamín, director del Centro de Investigación de la Biodiversidad y el Cambio Climático (BioCamb), de la Universidad Tecnológica Indoamérica con sede en Quito.

La reducida área de extensión donde habitan ciertos anfibios y su amplia distribución a nivel nacional provocan que la mayor parte del hábitat de estas especies esté fuera del Sistema Nacional de Áreas Protegidas, dice Coloma.


De las cinco nuevas descritas en diciembre, cuatro viven en zonas no protegidas. 
Hay iniciativas que cuentan con el apoyo de organizaciones no gubernamentales como la Fundación Ecominga, que busca conservar áreas en la cuenca alta del río Pastaza, donde viven tres de las nuevas especies de ranas descritas, para que sirvan de conexión entre los parques nacionales Sangay y Llanganates. Yánez-Muñoz dice que solo en la última década se han descrito alrededor de 60 nuevas especies de anfibios en el país: “La revisión de colecciones de los museos, las nuevas técnicas moleculares y el acceso a reservas que antes eran remotas han facilitado. Solo en el caso de las ranas pristimantis se estima que habría 150 especies nuevas por identificar y describir”. 
El Museo Ecuatoriano de Ciencias Naturales incluye 15 mil ejemplares de anfibios y reptiles, muchos de estos aún no están descritos. En el país hay 547 especies de anfibios de los que el 31% está en una categoría de amenaza. 
Coloma indica que el porcentaje podría ser de más del 50%, debido a que se desconoce el estado de conservación del 27% de estas especies: “De aquellas con datos insuficientes muchas estarían en categorías de amenaza”, dice. Las características particulares de cada especie frente a las que se le parecen es un indicador para considerarla como una nueva variedad. 
Aunque las cinco cuya descripción se difundió recientemente poseen una función común, la de una reproducción directa, es decir, no ponen renacuajos sino huevos de los cuales salen las crías. 


Fuentes : El Universo