Imagen que confirma el impacto del 10 de septiembre de 2012 en Júpiter. Crédito: George Hall.
Un brillante destello fue detectado en Júpiter la mañana del 10 de septiembre de 2012, y los astrónomos esperaban ver más tarde una “cicatriz” producto del impacto que entregaría más información sobre el objeto que se estrelló contra el planeta de gas gigante. ¿Fue un cometa, asteroide o un meteoro más pequeño? Sin embargo, por desgracia, no apareció una cicatriz ni un campo de escombros en la cara de Júpiter y la naturaleza de esa explosión puede seguir siendo un misterio.
“Al realizar mediciones espectroscópicas del campo de escombros esperamos ser capaces de determinar la naturaleza del impactador”, dijo Franck Marchis, astrónomo de SETI, a Universe Today en un correo electrónico. “Sin un campo de escombros es prácticamente imposible, dado que el bólido se consumió en la atmósfera superior. Un día podremos ser capaces de registrar un espectro del meteoro mismo (durante el impacto), pero actualmente no tenemos esa capacidad”.
El primero en detectar el destello fue Dan Petersen, un astrónomo aficionado de Racine, Wisconsin, quien lo observó cuando estaba mirando a través de un telescopio, pero no estaba registrando sus observaciones. Publicó su avistamiento en el foro de la Asociación de Observadores Lunares y Planetarios (Association of Lunar & Planetary Observers, ALPO) en internet, informando de la explosión, que ocurrió en el borde sur del cinturón –de nubes- ecuatorial norte de Júpiter.
El astrofotógrafo George Hall de Dallas, Texas estaba registrando un video de Júpiter en ese momento, aunque en realidad él mismo no estaba observando el planeta. Cuando escuchó sobre el avistamiento de Petersen, Hall revisó su video y notó que había capturado el destello a las 6:35 a.m. CDT.
Muchos astrónomos esperaban el día siguiente, cuando la región de impacto sería visible nuevamente, para buscar un campo de escombros, ya que la explosión se veía muy similar a un impacto que ocurrió en junio de 2010 que dejó una marca de impacto que fue visible durante varias horas.
Sin embargo, el astrónomo Mike Wong de la Universidad de California, Berkeley, estimó la cantidad de energía liberada por esta bola de fuego. Comopublicó en su blog, él predijo “que este evento es demasiado pequeño para crear una cicatriz de impacto visible”.
Terminó teniendo razón.
Dado que no hubo una cicatriz de impacto, los telescopios espaciales como el Hubble no fueron activados para observar el planeta.
No obstante, algunos telescopios basados en tierra, como el Infrared Telescope Facility (IRTF) de la NASA, echaron un vistazo. El astrónomo Glenn Orton, científico sénior del Laboratorio de Propulsión a Chorro usó el telescopio IRTF de 3 metros para observar Júpiter en el infrarrojo cercano, pero no obtuvo resultados al buscar restos o una cicatriz.
Observaciones de Júpiter usando el telescopio IRTF y la cámara SpeX. El círculo negro indica la ubicación del destello observado el 10 de septiembre de 2012. Crédito: G. Orton, JPL.
Orton fue citado en un artículo de ABC diciendo que cree que el culpable pudo ser un cometa congelado.
“La mayoría de las cosas en esta parte del Sistema Solar son conocidas como cometas de la familia de Júpiter”, dijo Orton. “Son bolas de hielo que se asientan y han comenzado a coorbitar alrededor de Júpiter”.
Pero Marchis dijo que dado que el objeto parece no haber ingresado a la parte interior de la atmósfera del planeta, la observación infrarroja confirma que probablemente fue un meteoro.
Y otro científico, Dr. Tony Phillips, astrónomo y la persona detrás de Space Weather, fue entrevistado en Science Friday de NPR y dijo que la explosión fue posiblemente un pequeño asteroide que golpeó Júpiter, pero añadió que “probablemente nunca estaremos seguros”.
Pero fuera lo que fuese, el evento demuestra cuán diferente es la astronomía actual de lo que era hace unos pocos años atrás.
“Lo que es notable en la actualidad es que los astrónomos aficionados pueden detectar tales eventos, y usando herramientas de comunicación modernas, el mundo de astrónomos se entera instantáneamente”, dijo Marchis. “Nuestro sistema solar está lleno de estos eventos temporales (impactos, volcanes, tormentas), su detección temprana y monitoreo es una gran oportunidad para caracterizar esos planetas y satélites, luces en el área de esos cuerpos que no se pueden ver cuando están en estado de calma”.
Pero también hay algunos disidentes. Una pequeña cantidad de mensajes en el foro de la comunidad astronómica decían que, dado que no hubo una cicatriz visible, el suceso en realidad no ocurrió, y que Hall y Petersen sólo estuvieron ‘viendo cosas’. Esto pudo haber sido alimentado por una discrepancia inicial entre las horas de los informes de Hall y Petersen, pero fue resuelto cuando Petersen descubrió que su reloj estaba 26 segundos adelantado. Otros plantearon diferentes ideas sobre lo que pudo haber sido, desde la luz proveniente de una de las lunas de Júpiter, Adrastea, que estaba entrando al extremo este de Júpiter en ese momento hasta otras ideas más descabelladas que involucraban naves espaciales extraterrestres.
No obstante, la mayoría de los astrónomos está de acuerdo en que el evento ocurrió.
“Ya que dos observadores informaron del mismo evento casi al mismo tiempo no me parece que podamos discutir sobre la autenticidad del evento”, dijo Marchis, señalando que en el pasado han ocurrido sucesos como este, sin dejar cicatrices de impacto. “Varios eventos fueron observados en 1981 y 2010 donde tampoco hubo una cicatriz. Podemos simplemente asumir que el impactador era demasiado pequeño para alcanzar la parte interior de la atmósfera de Júpiter. Se consumió antes de alcanzar la capa más baja debido a que era relativamente pequeño”.
Phillips mencionó que hace años, los astrónomos se mostraban escépticos de que impactos como este ocurrieran en la actualidad en el Sistema Solar, pero todo cambió cuando el cometa Shoemaker-Levy 9 impactó Júpiter en 1994, y con cientos de telescopios observando el evento, incluyendo el Telescopio Espacial Hubble, “observamos cómo se veía el impacto de un cometa, y analizamos su huella química”, dijo Phillips.
Pero en este caso, los astrónomos muy probablemente nunca sabrán lo que causó el destello en Júpiter el 10 de septiembre de 2012. Pero no te preocupes; esta no será la última vez que algo como esto ocurra. Marchis dijo en un comentario en su blog que con base en las observaciones actuales, se estima que 50 meteoros como este –o aún más energéticos- podrían ser vistos en Júpiter cada año. Simplemente no tenemos la fortuna de captar a la mayoría de ellos justo en el momento en que ocurren los impactos.
Y si te gusta el tema de ver explosiones en otros mundos, Júpiter no es el único lugar donde eso sucede. Todos los planetas y lunas son golpeados ocasionalmente, como lo pueden atestiguar los cráteres de impacto en los cuerpos rocosos. El mejor lugar para ver esto ocurrir puede ser la Luna. Si tienes un telescopio lo bastante grande, puedes unirte a un grupo dirigido por el Centro de Vuelo Espacial Marshall que ha estado observando el oscuro terreno de la Luna. Han observado más de 260 explosiones en los últimos 7 años.
Marchis dijo que una red de astrónomos aficionados observando Júpiter que esté mejor organizada es importante.
“Creo que es importante organizar una red de pequeños telescopios que monitoreen Júpiter de manera continua durante un largo periodo de tiempo para ser capaces de estimar el flujo de meteoros en la parte exterior del Sistema Solar, ayudándonos a calcular mejor la edad de la superficie de los satélites helados de Júpiter y Saturno”, dijo en un correo. “Es algo que podríamos hacer combinando el esfuerzo de astrónomos aficionados y profesionales”.
Fuente: Universe Today
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