Astronautas regresan con nuevas formas de vida

(Foto: ESA–M. Fincke)


No todos los días los astronautas pueden decir que han regresado a la Tierra con nuevas formas de vida, pero cuando los que participaron en el curso de entrenamiento subterráneo CAVES de la ESA volvieron a la superficie, trajeron consigo un tipo especial de cochinilla.

Como parte del programa de entrenamiento CAVES, un equipo de astronautas de cada una de las agencias que participan en el programa de la Estación Espacial Internacional pasó una semana bajo tierra para aprender a trabajar en un equipo multicultural en condiciones extremas.

Durante las seis jornadas que permanecieron en el interior de un sistema de cuevas de Cerdeña, Italia, los astronautas llevaron a cabo un intenso programa de investigación científica que incluía disciplinas como la meteorología, la topografía, la geología o la catalogación de vida subterránea.

“Cada año exploramos la zona para preparar la misión de entrenamiento”, explica Loredana Bessone, diseñadora del curso de entrenamiento y responsable del proyecto. “Este año, descubrimos un pequeño charco en el que habitaban unos crustáceos muy interesantes”.

Los astronautas pusieron cebos cerca del charco y en otros lugares de la cueva para atraer e identificar tantas formas de vida como fuese posible. El astronauta de la ESA Andreas Mogensen recuerda que “pusimos cuatro trampas en zonas predefinidas, y teníamos otras dos trampas portátiles para poner en sitios de especial interés”.

Normalmente, los espeleólogos dejan el cebo durante tres semanas, pero como el programa de entrenamiento CAVES sólo dura una, el responsable del programa de recogida de muestras biológicas, Paolo Marcia, tuvo que diseñar un menú muy especial para atraer a la fauna subterránea: “Preparé un cebo con un olor particularmente intenso, a base de hígado y de queso podrido”.

Tras tres o cuatro días, los astronautas recogieron varios especímenes de las especies menos comunes y los preservaron en alcohol para su estudio en la superficie.

“Estábamos preocupados por no haber recogido suficientes muestras de vida subterránea, así que pedí a los astronautas que regresaran al charco el último día y… ¡Bingo!”, explica Laura Sanna, directora de las operaciones científicas.

“Con la ayuda de los astronautas, comparamos los especímenes con una lista de especies conocidas”, explica Jo de Waele, coordinador científico.

El análisis molecular confirma que las muestras recogidas pertenecen a una nueva especie de crustáceos. Con apenas 8 milímetros de longitud, estos animales pertenecen al suborden de los isópodos terrestres, conocidos comúnmente como cochinillas.


La mayoría de los crustáceos, como los cangrejos, las gambas o las langostas, viven en el agua. Las cochinillas son el único grupo de crustáceos adaptado completamente a la vida fuera del agua.

Se piensa que los antepasados de los isópodos terrestres evolucionaron a partir de formas de vida acuáticas, adaptándose para vivir fuera del agua. Sorprendentemente, los astronautas han descubierto una especie que ha vuelto al medio acuático, completando un ciclo evolutivo.

“Este descubrimiento es muy importante, porque se pensaba que las únicas cochinillas acuáticas conocidas eran las formas primitivas a partir de las que habían evolucionado las cochinillas terrestres. Ahora está claro que estos animales han evolucionado para volver a vivir en el agua”, explica el especialista en isópodos Stefano Taiti.

“Nuestra forma de ver el proceso evolutivo de los isópodos terrestres ha cambiado completamente”.

“Este descubrimiento también confirma la teoría de que la evolución no es un proceso unidireccional; las especies pueden evolucionar para volver a vivir en hábitats que habían abandonado”.

“Esto demuestra que CAVES ofrece un programa científico realmente interesante, a la vez que cumple su principal objetivo: entrenar a equipos de astronautas en un entorno análogo al espacio sin salir de la Tierra”, afirma Loredana.


Fuente: ESA

No hay comentarios:

Publicar un comentario