Los nuevos hallazgos indican que este objeto, el más grande de cinturón de asteroides, no es una roca espacial estéril como se pensaba, sino un mundo oceánico que puede haber estado geológicamente activo en un pasado reciente e incluso en la actualidad.
“Ceres alberga una vasta reserva de líquido, al menos a escala regional, no se necesita que este se encuentre globalmente para que sea considerado un mundo ‘oceánico’. Lo relevante es que actualmente tiene líquido dentro”, subraya a Sinc una de las coautoras, Julie Castillo Rogez, investigadora del laboratorio JPL en el Instituto Tecnológico de California (EE UU).
Según Castillo, “es un descubrimiento importante porque es el cuerpo más pequeño en el que se ha encontrado líquido que no es una luna helada (como las de Júpiter o Saturno) –destaca–. Es decir, no se beneficia como ellas del calentamiento de las mareas producido por la interacción gravitacional con un planeta gigante. Por tanto, si un objeto como Ceres puede conservar líquido hasta hoy, se abre la posibilidad de que muchos otros planetas enanos también lo hagan”.
La investigadora explica que tres de los papers ofrecen imágenes de alta resolución, observaciones infrarrojas y de gravedad de este cuerpo rico en hielo, “con nueva información sobre cómo se comporta su corteza helada en respuesta a un impacto, identificando características comunes con formaciones de la Tierra –como los pingos o colinas de hielo de regiones polares formadas por agua subterránea congelada y presurizada– así como otras similares encontradas en Marte”.
Misterio de los puntos brillantes resuelto
En concreto, los estudios se han centrado en el cráter Occator, de unos 92 km de ancho y creado hace 20 millones de años, hogar de las famosas y ya no tan misteriosas áreas brillantes de Ceres. Los científicos ya habían descubierto que eran costras salinas producidas tras la evaporación de un líquido filtrado desde el subsuelo hasta la superficie, durante el propio impacto que creó el cráter como a través de fisuras posteriormente.
En concreto, los estudios se han centrado en el cráter Occator, de unos 92 km de ancho y creado hace 20 millones de años, hogar de las famosas y ya no tan misteriosas áreas brillantes de Ceres. Los científicos ya habían descubierto que eran costras salinas producidas tras la evaporación de un líquido filtrado desde el subsuelo hasta la superficie, durante el propio impacto que creó el cráter como a través de fisuras posteriormente.
Esquema de la formación de las brillantes costras salinas del cráter Occator. / A. Nathues et al./Nature Astronomy
“En los otros cuatro artículos se presentan evidencias de es líquido en profundidad expresadas en forma de evaporitas (sales formadas a partir de una salmuera después de que el agua se evapora), y se confirma la existencia de hidrohalita, una sal hidratada cuya vida en la superficie de Ceres es corta, unos miles de años”, apunta Castillo.
Por tanto, las áreas brillantes (denominadadas 'faculas', como Cerealia Facula), son relativamente jóvenes, con áreas formadas hace menos de dos millones de años, y los científicos no descartan que la actividad geológica que impulsa estas formaciones salinas continúe hoy en día.
Puntos o zonas brillantes dentro del cráter Occator (a la derecha de la imagen). / NASA/JPL-Caltech/UCLA/MPS/DLR/IDA
La investigadora considera que el siguiente paso natural en la exploración de Ceres es conocer mejor el medio ambiente del depósito líquido que se esconde en las profundidades de este planeta enano.
"En particular, nos gustaría saber si es apto para la vida –apunta Castillo–, por ejemplo, ¿hace suficiente calor?, ¿tiene la química adecuada?. Para descubrirlo, una futura misión necesitaría aterrizar y estudiar las sales en las fáculas, ya sea llevando instrumentos que midan la composición de la sal, entre otros factores, o trayendo directamente una muestra de estas sales a la Tierra”.
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