Climatología - El Atlántico se está parando y puede exponernos a fenómenos extremos


El ritmo de la corriente atlántica que calienta el norte de Europa con aguas del golfo de México es el más bajo en mil años

Filomena nos dejó tiritando mientras Grecia jugueteaba con la primavera. De los -35ºC de Vega de Liordes a los 23ºC de Atenas en el arranque de enero de 2021. Las tornas se cambiaron semanas después. Ninguno de estos fenómenos, en sí mismos, son atribuibles a la emergencia climática. Los cambios de patrón en el tiempo, año tras año, sí. Miremos al Altántico.

Tal y como explicábamos mientras la meseta se cubría de nieve, una de las proyecciones del futuro climático apunta a fenómenos extremos más frecuentes. La oceanógrafa y física del clima Anna Cabré, que trabaja para la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), recuerda hemos alterado irremediablemente algunas de las piezas de este equilibrio térmico, como Groenlandia. Otra es el océano Atlántico.


Recreación de la corriente AMOC desde el Golfo | NASA

Filomenas concretas al margen, un estudio publicado esta semana en Nature Geosciences viene a sumar evidencia sobre un fenómeno preocupante: el Atlántico se está parando. En concreto, la corriente AMOC (cuyo motor es la Corriente del Golfo) que, como una correa, nos trae aguas cálidas desde el golfo de México hasta las costas europeas. La que nos protege, justamente, de algunos de estos fenómenos.

El ritmo de la corriente se ha ralentizado un 15 % desde mediados del siglo pasado.

Su velocidad ha descendido tanto que está en su punto más débil de los últimos mil años. El nuevo estudio, de equipos del Instituto Postdam (Alemania), de la Universidad de Maynooth (Irlanda) y del University College de Londres (Reino Unido), han tirado de huellas del pasado, antes de que se pudieran medir con precisión las corrientes del Atlántico.

Que se frene, lo cual no sería nuevo, es importante. Para la física y meteoróloga Isabel Moreno, la corriente transporta calor hacia el norte, siendo fundamental para entender el clima en Europa. De hecho, “algunos estudios ligan etapas frías en esta zona del planeta con una corriente de retorno del Atlántico Norte más debilitada”.

Puede deberse a la emergencia climática

“Cuando la superficie del océano se calienta, el calor penetra en las capas más profundas, por lo que todo el océano se está calentando”, también explica a Newtral.es el oceanógrafo Cheng Lijing (Instituto de Física Atmosférica de Pekín), autor de otro estudio. “Las corrientes se alteran”. O, paradójicamente, se enfrían. Y aquí es cuando empieza El día de mañana.

¿Va a congelarse Europa? No lo sabemos. Pero seguro que no como en la película. Los modelos no señalan con precisión tal cosa. Sí que gozamos de datos del pasado. Investigaciones anteriores ya señalaban a que la corriente se había ralentizado un 15 % desde mediados del siglo pasado.


Los autores del nuevo estudio tienden a vincular el cambio actual con el calentamiento del planeta. El derretimiento de los hielos árticos favorece la inyección de agua dulce y el cambio de acidez de los mares. Si bien la ‘dulcificación’ “se limita principalmente a las regiones polares o subpolares”, el Atlántico norte, precisa Cheng, ajeno al trabajo de sus colegas de Europa.


 

Para el investigador chino, “algunas simulaciones dan indicaciones de que el derretimiento de la capa de hielo de Groenlandia provocará una desaceleración de AMOC (y corriente del Golfo). Esta es un área de investigación candente y creo que no hay una conclusión definitiva sobre esto”.

En Europa, una mayor desaceleración del AMOC podría implicar eventos climáticos más extremos, como “un cambio en la trayectoria de las tormentas invernales que vienen del Atlántico, posiblemente intensificándolos”, apunta desde Potsdam Stefan Rahmstorf del Instituto para la Investigación del Impacto Climático PIK.

Esa desaceleración de la corriente oceánica desde mediados del siglo XX cuadra con el calentamiento global causado por los humanos, pero hasta ahora falta una imagen sólida sobre su desarrollo a largo plazo.

No una edad de hielo, pero sí fenómenos extremos

“Es cierto que uno de los puntos que pueden ir a más frío, en los modelos de proyección del clima futuro, es el Atlántico norte”, precisa Cabré. De ahí a una glaciación dista mucho. “Sí puede bajar la temperatura, pero eso afectaría a más al clima de Reino Unido o Escandinavia”. Y no compensaría para bien el calentamiento derivado del carbono.

Otra cosa es que se favorezca la intensidad y trayectoria de las tormentas que nos entran por el Atlántico. Asociado a este fenómeno o no –el clima es un sistema complejo, con muchos factores–, se observan indicios de patrones anómalos en las borrascas que terminan en ciclones o huracanes, por estas latitudes.

Por su parte, Rahmstorf sentencia que “si continuamos impulsando el calentamiento global, el sistema de la corriente del Golfo se debilitará aún más, entre un 34 % y un 45 % para 2100, según la última generación de modelos climáticos”. Esto podría acercarnos “peligrosamente al punto de inflexión en el que el flujo se vuelve inestable”.

Otros estudios encontraron posibles consecuencias como olas de calor extremas o una disminución de las lluvias de verano. Pero eso es lo que se estudia ahora. Los científicos también tienen como objetivo resolver qué componentes y vías de la AMOC han cambiado cómo y por qué razones.

“Con el final de la pequeña edad de hielo alrededor de 1850, las corrientes oceánicas comenzaron a declinar, con un segundo descenso más drástico desde mediados del siglo XX”, dice Rahmstorf. Este estudio viene a sumar más evidencia a lo que el Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en la Cumbre del Clima de Madrid: la corriente se está parando respecto al al periodo 1850-1900.

Fuentes: Rewtral

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