15 de febrero de 2014

Casi cien mil nuevas fuentes cósmicas de rayos X

Mapa con las nuevas fuentes cósmicas de rayos X. La concentración de fuentes a lo largo del plano de nuestra galaxia y hacia su centro se puede ver claramente. Los colores más azules muestran fuentes de rayos X con niveles más altos de energía, mientras que los colores más rojos denotan fuentes con niveles de energía más bajos. (Imagen: Phil Evans / Universidad de Leicester)

En ocho años de observaciones, el satélite astronómico Swift, de la NASA en colaboración con instituciones del Reino Unido e Italia, ha reunido información suficiente como para permitir que un equipo internacional de investigación, dirigido desde la Universidad de Leicester en el Reino Unido, haya confeccionado un enorme catálogo de las fuentes cósmicas de rayos X conocidas en el universo. El catálogo contiene unas 150.000 fuentes de rayos X de alta energía (esencialmente estrellas y galaxias), de las cuales hay casi 100.000 previamente desconocidas y de las cuales ahora se conoce su existencia y su ubicación.

Las estrellas y las galaxias emiten rayos X debido a que los electrones en ellas se mueven a velocidades extremadamente altas, ya sea porque están muy calientes (a más de un millón de grados), o porque los aceleran potentísimos campos magnéticos. La causa última suele ser la gravedad; el gas puede comprimirse y calentarse de manera tremenda a medida que se acerca a un agujero negro, una estrella de neutrones o una enana blanca. También puede ocurrirle esto cuando está atrapado en los turbulentos campos magnéticos de estrellas como nuestro Sol.

Es previsible que la mayoría de las fuentes de rayos X descubiertas en los datos del Swift por el equipo de Phil Evans, de la Universidad de Leicester, señalen la presencia de agujeros negros supermasivos en los centros de las grandes galaxias observadas a varios millones de años-luz de la Tierra, pero el catálogo también contiene objetos con actividad temporal (las ráfagas de corta duración de rayos X) que pueden corresponder a supernovas o a erupciones solares de estrellas.


Fuentes: University of Leicester

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