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31 de diciembre de 2019

El 2019 cierra una década devastadora para el planeta



Con este 2019 finaliza una década marcada por aumentos de la temperatura excepcionales, retroceso de los glaciares y subidas del nivel del mar sin precedentes en toda la Tierra, según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Estos fenómenos son exacerbados por las emisiones de gases de efecto invernadero debido a la actividad humana.
COP25: 3 claves del polémico nuevo acuerdo por el clima (y por qué dicen que fracasó)

“Casi con toda certeza, las temperaturas medias del quinquenio (2015-2019) y de la década (2010-2019) serán las más elevadas de las que se tiene constancia”, indica el estudio.

Este año la temperatura media mundial (en el periodo de enero a octubre) estuvo aproximadamente 1,1 °C por encima de los niveles preindustriales.



Las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzaron un nuevo máximo histórico de 407,8 partes por millón en 2018 y en 2019 no dejaron de aumentar. Foto: Archivo

Entre las olas de calor más significativas estuvieron dos grandes eventos que ocurrieron en Europa en junio y julio. En Sudamérica, asimismo, se registraron altas temperaturas en enero y principios de febrero.

Los incendios fueron también grandes “protagonistas”, ya que el 2019 tuvo un promedio de estos eventos superior al de otros años en varias regiones de mayor altitud, incluida Siberia (Rusia) y Alaska (EE. UU.); en el pasado eran raros. Las emisiones de CO2 de incendios forestales en el Ártico fueron las más altas en 17 años.

El número de incendios reportados en la región Amazónica de Brasil fue solo ligeramente superior al promedio de 10 años, pero la actividad total de incendios en América del Sur fue la más alta desde 2010, con Bolivia y Venezuela entre los países con más flagelos. 

En Australia, un verano seco contribuyó a numerosos incendios de larga duración.

A esto se suma que la actividad mundial de ciclones tropicales en 2019 (hasta el 17 de noviembre) fue ligeramente superior a la media.

El hemisferio norte tuvo 66 ciclones tropicales, en comparación con el promedio en esta época del año (56). La temporada del hemisferio sur también estuvo por encima del promedio con 27 ciclones, la mayor cantidad desde la temporada 2008-2009.





Los incendios también fueron grandes “protagonistas”, ya que el 2019 tuvo un promedio de estos superior al de otros años. Hubo preocupación por incendios en la Amazonía brasileña. Foto: Archivo

Además, las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzaron un nuevo máximo histórico de 407,8 partes por millón en 2018, y en 2019 no dejaron de aumentar. Ese gas permanece en la atmósfera durante siglos.

Según el estudio de la OMM, la subida del nivel del mar se aceleró a causa del derretimiento del hielo en Groenlandia y la Antártida.

A pesar de todos estos hechos ambientales negativos registrados, los países no lograron grandes acuerdos en la gran cumbre ambiental COP25 realizada en el pasado 15 de diciembre en Madrid, España. Aunque se acordó aumentar la ‘ambición climática’ en 2020 y cumplir el Acuerdo de París para evitar que la temperatura suba.

Sin embargo, sus críticos aseguran que fue un consenso ‘débil’, pues no se incluyó una mayor regulación de los mercados de carbono.

Fuentes: El Universo

19 de diciembre de 2019

Huracanes de nueva generación: ¿hay que ampliar la escala?

El huracán Dorian visto desde la Estación Espacial Internacional el 2 de septiembre de 2019. / NASA
Se pronostican fenómenos cada vez más catastróficos
La virulencia del huracán Dorian, con vientos que llegaron a los 295 kilómetros por hora, ha avivado el debate sobre si hay que actualizar la clasificación con nuevos niveles por encima del 5. Aunque los modelos predicen que, con la crisis climática, los eventos extremos serán más intensos, los meteorólogos muestran cautela.
 Los huracanes devastadores en el Atlántico, de momento, son una rara avis. Solo el 7 % de los 243 colosos de este tipo observados desde que comenzaron las mediciones por satélite en 1983 han alcanzado la categoría 5, la más catastrófica de la escala de Saffir-Simpson. 







Lo recuerda el meteorólogo Jeff Masters en un artículo publicado en Scientific American.

El huracán Dorian es uno de ellos. Con vientos que alcanzaron los 295 kilómetros por hora, causó gran devastación en las Bahamas, en concreto en las islas Ábaco y Gran Bahama el pasado mes de septiembre. Aunque sus valores encajan dentro de la categoría 5 –que abarca huracanes con vientos, como mínimo, de 252 km/h–, su virulencia ha provocado que expertos como Masters y otros meteorólogos pidan que se revise la clasificación y se amplíe.

Aunque Dorian encaja en la categoría 5, su virulencia ha provocado que se pida una revisión de la clasificación
La decisión correspondería al Centro Nacional de Huracanes, con sede en Miami (EEUU), cuyos expertos, a priori, no consideran que sea necesario añadir un nuevo nivel. “La categoría 5 en la escala de Saffir-Simpson ya incluye “daño catastrófico” del viento, por lo que no está claro que sea necesaria otra categoría, incluso aunque las tormentas se hicieran más fuertes”, explica a Sinc Dennis Feltgen, meteorólogo y responsable de Comunicación del organismo.

Lo primero que hay que tener en cuenta cuando hablamos de un huracán es que nos estamos refiriendo a un ciclón tropical cuyos vientos superan los 117 km/h y que se genera y desarrolla en el océano Atlántico o en el Pacífico oriental. En el Pacífico occidental los huracanes se llaman tifones. Por debajo de esas velocidades están las tormentas y depresiones tropicales.

Para clasificar los huracanes según la velocidad del viento contamos con la escala de Saffir-Simpson, diseñada por el ingeniero Herbert Saffir y por el director del Centro Nacional de Huracanes, Robert Simpson, en 1969. Pero esta escala se limita a medir el daño potencial del viento. Para cuantificar otros impactos asociados a estos eventos extremos, como marejadas ciclónicas, lluvias o tornados, se emplean otras herramientas.

“La mayoría de las muertes en los ciclones tropicales no son fruto del viento, sino del agua –por marejadas ciclónicas, lluvias, inundaciones y olas peligrosas–, que causa el 90 % de las muertes por estos ciclones en Estados Unidos”, afirma Feltgen. “Por lo tanto, no queremos enfatizar mucho el peligro del viento poniendo demasiado peso en la categoría”, añade.

Un toque de atención hacia la emergencia climática

Más allá del viento, lo cierto es que cincuenta años después de que se diseñara la escala las condiciones climatológicas hoy son diferentes a las registradas a finales de la década de los 60. La crisis climática como consecuencia del aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero ha traído aparejada un aumento de la temperatura de la superficie global de casi 1 ºC respecto al promedio del período de referencia que utiliza la NASA (de 1951 a 1980).

Y los pronósticos no son nada halagüeños. Los diferentes modelos que manejan los expertos reflejan eventos extremos cada vez más intensos fruto de este incremento de las temperaturas y eso incluye a los ciclones tropicales, como muestra una investigación publicada en Science.

Desde AEMET creen que tendría sentido incluir nuevas categorías para concienciar sobre estos nuevos huracanes ultraintensos, cada vez más probables
Teniendo en cuenta estas circunstancias, desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) entienden que haya voces que quieran ampliar la escala. “Desafortunadamente, el calentamiento global está haciendo que los huracanes tan intensos como el Dorian sean más probables”, señala a Sinc un portavoz de AEMET.

Desde el punto de vista de la comunicación del cambio climático, desde AEMET consideran que tendría sentido ampliar la clasificación e incluir una categoría 6 e incluso una categoría 7 “para llamar la atención sobre este nuevo tipo de huracanes catastróficos ultraintensos, que probablemente se volverán cada vez más comunes en las próximas décadas”.

Sin embargo, admiten que la actual categoría 5 ya contempla la máxima alerta en cuanto a la seguridad pública debido a su poder catastrófico, por lo que técnicamente no sería esencial modificarla.

Falta que se confirme la tendencia

Otros expertos abogan por revisar la escala cuando realmente se observe una tendencia de huracanes cuyos vientos se salgan de los valores que comprende. “Si las futuras intensidades de los huracanes se alejan significativamente de las anteriores, es posible que debamos considerar la posibilidad de revisarla”, apunta a Sinc Karthik Balaguru, investigador del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (EEUU).

Una opinión que comparte José Miguel Viñas, meteorólogo de MeteoRed y responsable de Divulgameteo. “Es cierto que parece detectarse ya una tendencia a tener un mayor número de ciclones tropicales de categorías 3, 4 y 5, pero todavía no hay suficientes evidencias de que los de categoría 5 vayan a ser mucho más frecuentes a partir de ahora”, puntualiza a Sinc.

Solo en el caso de que se detectara esa tendencia y fueran más frecuentes huracanes con vientos sostenidos alrededor de su ojo de unos 280 km/h, según Viñas tendría sentido plantearse incluir en la clasificación a los fenómenos de categoría 6.

Si aumentaran las intensidades de estos colosos, además de ampliar la escala, Balaguru apuesta por modificarla para que tenga en cuenta factores que actualmente no mide, como marejadas ciclónicas y precipitaciones que tienen mayor potencial destructivo que el viento.

Daños causados por el huracán Sandy en 2012, el más mortífero de su temporada. / Library of Congress

El objetivo: evitar confusión en la población

Los meteorólogos también analizan cómo afectaría al público estos hipotéticos cambios en la clasificación. Aunque, como hemos visto, una ampliación de las categorías podría ser una forma de concienciar a la ciudadanía de los efectos del cambio climático, también podría conseguir el efecto contrario.

“Si agregar una nueva categoría le da a la gente la impresión errónea, por ejemplo de que una categoría inferior es menos dañina, sería un posible efecto no deseado”, advierte a Sinc Taoyong Peng, responsable del programa de Ciclón Tropical de la Organización Meteorológica Mundial.

En Estados Unidos, la población está muy familiarizada con las actuales categorías y modificarlas podría hacer que bajara la guardia
En países como Estados Unidos, la población está muy familiarizada con las actuales categorías y modificarlas podría provocar que bajara la guardia, infravalorando los riesgos si se añaden más números. “Lo último que queremos es crear confusión, por lo que planeamos recabar datos de las ciencias sociales y del comportamiento antes de realizar cambios en la escala”, recalca el meteorólogo del Centro Nacional de Huracanes.

Además de los huracanes, ¿habría que revisar las clasificaciones de otros eventos extremos que también podrían ser más virulentos en los próximos años, como los tornados? De nuevo, los expertos piden esperar a tener suficientes evidencias de este aumento en la intensidad para revisar la clasificación que, en el caso de los tornados, se recoge en la escala Fujita Mejorada.





Esta herramienta –que empezó a utilizarse en 2007–, es una actualización de la anterior. “En la escala actual están mejor ajustados algunos rangos de velocidad del viento con el nivel de destrozos que provoca el fenómeno”, detalla Viñas.

Ya sean tornados o huracanes, de momento, habrá que esperar para comprobar si el potencial destructivo de estos colosos se sale de las escalas o si, al menos por ahora, se pueden contener.
A mayor lentitud, mayor devastación

Además del viento del huracán, su potencial destructivo tiene que ver con su velocidad de movimiento: cuanto más lentamente se desplazan, más daños provocan a su paso. Y es algo que está ocurriendo con más frecuencia, como revela un estudio de Nature.

El autor comparó datos de huracanes ocurridos en todo el mundo entre 1949 y 2016, y concluyó que la velocidad de desplazamiento de estos fenómenos había disminuido un 10 % de media en ese período. Desde la Organización Meteorológica Mundial confirman a Sinc que las observaciones en los dos últimos años muestran cómo los ciclones tropicales más fuertes se mueven más lentamente, “aunque estadísticamente no es una tendencia evidente”, matiza el responsable del programa de Ciclón Tropical del organismo.

Lo que preocupa a los expertos es que esta tendencia se confirme, dado su potencial devastador. “Los huracanes de movimiento más lento serán mucho más dañinos. Pueden provocar lluvias más fuertes, someter a las edificaciones a fuertes presiones de viento durante más tiempo y provocar marejadas ciclónicas durante múltiples ciclos de marea alta que provocarán mayores inundaciones”, alerta a Sinc el meteorólogo Jeff Masters.

Fuente: SINC

¿Por qué molesta tanto Greta Thunberg?

Greta Thunberg a las puertas del Parlamento Sueco. / Wikimedia Commons
La joven activista sueca, que participará en la COP25 en Madrid, despierta rechazo en algunas personas, no siempre negacionistas del cambio climático. Su edad, su género y su síndrome de Asperger se suman a un incómodo mensaje: que tanto nuestro modo de vida como el sistema deben cambiar si queremos frenar las emisiones que amenazan el medioambiente.
En el estrado, una niña. Frente a ella, representantes de todos los países del mundo, periodistas, políticos y empresarios. Comienza a hablar: “[Vengo] a deciros que los adultos debéis cambiar vuestros modos. No tengo una agenda oculta. Estoy luchando por mi futuro. […] Todo esto está pasando delante de vuestros ojos y aun así actuamos como si tuviéramos todo el tiempo que quisiéramos. […] Los adultos decís que nos queréis, pero os reto, por favor, a que vuestras acciones reflejen vuestras palabras. Gracias”.

Si ha imaginado a Greta Thunberg pronunciando estas palabras en algún congreso sobre el clima, se equivoca. Este duro discurso fue pronunciado por la activista Severn Cullis-Suzuki, de entonces doce años, durante la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (Brasil) de 1992. La joven canadiense, sin embargo, no sufrió las críticas que hoy recibe su homóloga sueca. Si no ha oído hablar de su intervención es porque, como mucho, fue ignorada.

“Mentalmente inestable”, “niña petulante” y “mesías profundamente perturbada” son algunos de los insultos que ha recibido
Cierto es que Cullis-Suzuki, al contrario que Greta, vivía en un mundo sin internet. Aun así cabe preguntarse por qué la sueca cosecha, a sus 16 años, ataques feroces que superan a los recibidos por Al Gore hace más de un decenio. En el caso de Thunberg, muchas de las críticas van más allá de su discurso, llegan al terreno personal e incluso hacen diana en su condición de asperger. “La mascota internacional del alarmismo climático”, “mentalmente inestable”, “niña petulante” y “mesías profundamente perturbada” son solo algunos ejemplos.

Los principales sospechosos de tanta tirria son los negacionistas, que rechazan que el cambio climático tenga lugar o que sea debido a la acción del ser humano. Se trata de una postura
con poco apoyo entre los españoles –que están entre los ciudadanos más preocupados por este tema–, pero con bastantes adeptos en países como EE UU, Reino Unido y Noruega.

El perfil del negacionista: hombre y conservador

“Desquicia a los negacionistas, sobre todo hombres de EE UU, porque sus tácticas no funcionan con ella, que pasa de lo que dicen los demás”, explica a SINC el divulgador ambiental Andreu Escrivà.

No son pocos los estudios y encuestas que han intentado trazar un “perfil del negacionista climático”, que tiende a ser hombre y conservador. Esto ha llevado a algunos investigadores a analizar la posible relación entre negacionismo y misoginia. El sociólogo de la Universidad Chalmers (Suecia) Martin Hultman es uno de ellos.

“Hay tres grupos de negacionistas climáticos: CEO de industrias extractivas, políticos financiados por ellas y hombres conservadores”, resume Hultman a SINC. “Cuando una mujer presenta resultados que implican que estos individuos, negocios, ideologías y estructuras necesitan cambiar, no es de extrañar que intenten matar al mensajero”.
“Desquicia a los negacionistas porque sus tácticas no funcionan con ella, que pasa de lo que dicen los demás”, explica el divulgador Andreu Escrivà

Hultman se refiere a un tipo de mentalidad que “no ve la naturaleza como algo vulnerable que puede ser destruido” sino como algo a explotar porque “el crecimiento económico es más importante que la supervivencia de la humanidad”.

Las encuestas muestran, explica Hultman, que esta forma de pensar es más frecuente en hombres conservadores, que aceptan los argumentos negacionistas con mayor frecuencia. De hecho, un estudio de 2016 señaló que un motivo por el que ellos son menos respetuosos con el medioambiente es porque perciben su defensa como una actitud femenina.

“Muchos ven a Greta como una evangelizadora que te dice cómo tienes que vivir tú, un señor de 40 años de un país desarrollado, y no habla de China o India, que tienen un crecimiento brutal en emisiones de CO2”, comenta Escrivà, que reflexiona: “¿De verdad pensamos que una adolescente tiene que dar todos los discursos para todas las cuestiones? Ya hace bastante con dar un toque de atención a los que vivimos en una sociedad occidental”.
Adultos vs. niños
Negacionistas y misóginos aparte, Escrivà considera que los 16 años de Greta suponen un choque generacional que puede ser contraproducente para transmitir su mensaje. “Me parece positivo revindicar el futuro, pero se les dice a los mayores que son culpables, cuando hay mucha gente que no lo es, y eso te galvaniza contra el mensaje. Una cosa es que dé lecciones a un rapero que va en avión privado y otra, que le diga qué hacer a gente cuya vida ya es difícil”.

La psicoterapeuta de la Universidad de Bath (Reino Unido) Caroline Hickman ha analizado por qué algunos adultos denostan a la juventud activista. “Muchos proyectan sus propios miedos y ansiedades en ella, y la rechazan de manera insconsciente como una forma de librarse de ellos”, dice.

Considera que es un ejemplo de niños que se comportan como adultos y adultos que lo hacen como niños: “Estos ataques son rabietas infantiles de adultos que no tienen la madurez psicológica necesaria para contener sus respuestas emocionales. En cuanto a los que insultan a Greta, cree que “hacen bullying para intentar recuperar un poder que sienten que han perdido”.
En defensa de la neurodiversidad
“Parece una niña muy feliz”, se burló el presidente de los EE UU Donald Trump a través de Twitter tras el discurso de Greta en la ONU. El político hacía caso omiso al hecho de que la joven activista se expresa de forma normal para una persona con síndrome de Asperger, quien respondió añadiendo dicha descripción a su perfil.

El neurobiólogo de la Universidad de Salamanca especializado en autismo José Ramón Alonso considera que uno de los motivos del rechazo a Greta puede ser nuestra falta de costumbre a ver pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) en la esfera pública.
Su popularidad visibiliza la aportación que hacen a nuestro mundo las personas asperger, afirma el neurobiólogo José Ramón Alonso


“Son personas que tienen problemas para transmitir emociones con el lenguaje corporal y el tono de voz, y les cuesta mucho adaptarse a situaciones distintas”, explica Alonso. “No estamos acostumbrados a que alguien tenga expresiones poco ajustadas a una situación, y es injusto que se lo pidamos a ella”.

El investigador considera que su popularidad puede ser positiva para visibilizar no solo la crisis climática, sino también “la aportación que pueden hacer a nuestro mundo las personas con TEA”. Esto siempre y cuando vaya acompañada de una “educación”. “Si no, volveremos a la discriminación y los prejuicios, y a decirle a las familias que sus hijos están mal educados”.

¿Puede ser el síndrome de Asperger, tal y como Greta afirma, un “superpoder” en la lucha contra el cambio climático? “Es verdad que [las personas asperger] se centran en un tema que para ellos es de importancia suma y a veces no saben transmitirlo o sacarle partido. Su atención a los detalles es clave, aunque luego tengan mayores dificultades en la interacción social”.

A esto añade el hecho de que los demás adolescentes suelen estar “muy pendientes de las jerarquías”. “[Los asperger] eso lo entienden menos y dicen las cosas con una crudeza y sinceridad que en muchos casos es un valor positivo”.

En este sentido, parte de las críticas a Greta recaen en sus padres por permitir que una adolescente con síndrome de Asperger se convierta en activista. “Conozco a una madre que decía que su hijo iba a ser un ‘autista moderno’”, dice Alonso, “en vez de recortar sus posibilidades”.

Por todo ello defiende que debemos ser mejores con ellos y darles su espacio. “Hay personas diferentes y la solución no puede ser la talla única. Es responsabilidad nuestra hacerles un sitio, valorarlos y entenderlos.”.

Una verdad incómoda
Por muchos factores que puedan contribuir al rechazo de Greta, solo sirven de excusa para repudiar su mensaje. Este aboga por cambios en nuestro modo de vida y en el propio sistema y, encima, con emergencia. “Dice que hay que ponerse las pilas y que cada uno debe hacer lo que pueda para frenar esto. Eso a mucha gente no le gusta porque nadie quiere cambiar sus hábitos”, explica el catedrático de Física Aplicada en la Universidad de Alcalá Antonio Ruiz de Elvira Serra.
“A mucha gente no le gusta porque nadie quiere cambiar sus hábitos”, explica Antonio Ruiz de Elvira 


“Cuando confrontas a la gente con decisiones reales que tiene al alcance de su mano para luchar contra el cambio climático, la incomodas muchísimo”, dice Escrivà. “Me impactó cuando Greta fue a The Daily Show, dijo una parrafada muy bien dicha y el público empezó a aplaudir”, recuerda. “Pensé que si fueran capaces de traducir sus palabras a un nivel de recorte de emisiones en su vida diaria no iban a aplaudir, y menos en EE UU, que es el país con una mayor huella ecológica por persona”.

Un estudio de 2017 exploró cómo las recomendaciones para reducir las emisiones suelen obviar las acciones más efectivas. “Reciclar, mantener la temperatura justa e instalar LED es lo que menos cuenta. Lo que más es la energía renovable, disminuir el consumo de carne y dejar el coche y el avión”, explica el divulgador. “Son cosas que pican mucho más y la gente, cuando entiende eso, alucina”.

“Aislar la casa y dejar el coche es complicado y no todos pueden, pero podemos demostrar a políticos y empresas que se han apuntado a patrocinar la COP25 que no les compramos sus productos si no cambian”, dice Ruiz de Elvira. “Esto es un mensaje que les llega… ¡no veas cómo!”, añade sobre los motivos por los que el mensaje de Greta “pincha” a tantos.

Cuidado con las soluciones mágicas
Escrivà tiene clara su principal crítica a Greta: “Perpetúa una cosmovisión en la que hay una solución mágica que los políticos no están aplicando, pero que podrían hacerlo si escucharan a los científicos”.

El divulgador considera que presuponer que la actuación contra el cambio climático no despega por culpa de la falta de información es “muy simplista” y defiende que los políticos “llevan mucho tiempo escuchando a los científicos”. Asegura que la inacción política “responde a intereses, cortoplacismo, inercias, miedo a asumir el coste político, dificultades para cambiar nuestro modo de vida y a que la ciudadanía no quiere”.
“Estamos con Greta, pero externalizamos nuestro activismo ambiental a base de likes a ella y pensamos que con eso ya somos verdes”. Esto “nos desapega de los cambios reales que debemos incorporar y promover, porque la acción debe ser colectiva, no solo de los políticos”.
La joven sueca lleva a cabo acciones difícilmente imitables por los demás, que no tenemos acceso al barco de los Grimaldi


Escrivà lamenta que la joven activista no ejemplifique ese cambio de valores, ya que lleva a cabo acciones difícilmente imitables por el resto de la población, que no puede depender de que los Grimaldi le dejen un barco para ir desde Reino Unido a Nueva York, ni de que unos navegantes la lleven en catamarán desde Salt Ponds hasta Lisboa.

“El cambio real no es venir de cualquier forma a España. Es preguntarse: ¿necesito ir a Madrid? ¿No doy mejor ejemplo a mucha gente si voy a una reunión tan importante como la COP25 por videoconferencia?”.

Por eso, teme que esa hiperperfección lleve a mucha gente, incapaz de prescindir de los plásticos o el coche de la noche a la mañana, a tirar la toalla. “Me importa más que el 80 % de la población occidental reduzca un 50 % el uso de plásticos o los vuelos que una pequeña élite del 5 % lo haga todo bien, porque eso desmoraliza”.

También teme que gritar “que viene el lobo” cause rechazo contra la causa cuando, en diez años, “no se haya acabado” el mundo. “Habrá más sequías, huracanes y alguna especie invasora más, pero no será Mad Max. En cuarenta años ya veremos”.
El nuevo negacionismo es no hacer nada
“Chirría que una adolescente con una calidad de vida extraordinaria diga que le han robado el futuro. No nos han robado el futuro: nos han dejado un mundo destrozado, hay que reconstruirlo y exigir responsabilidades, pero a millones de niños les están robando el presente”, asegura Escrivà.

“No todo es cambio climático, el mundo es complejo y me parece peligroso cualquier mensaje que tienda a simplificarlo”, añade en referencia a las empresas que se “suben al carro” de la sostenibilidad pero “no al de los derechos de los trabajadores”.
“Las empresas que producen gases de efecto invernadero fabrican el cemento y acero de tu casa y el petróleo de tu coche”, recuerda Escrivà


La consecuencia de dichas soluciones mágicas y de, en palabras de Escrivà, pensar que las empresas son malas per se, es caer en el nuevo negacionismo: el negacionismo de soluciones. En otras palabras, no hacer nada hasta que lo hagan los gobiernos y las corporaciones.

“Las cien empresas que producen el 70 % de los gases de efecto invernadero del mundo no lo hacen porque tengan un botón que emite CO2, sino porque fabrican el cemento y acero de tu casa y el petróleo de tu coche”.

El problema, según el divulgador, es que “si todo el mundo espera a que alguien haga algo, entonces nadie hace nada”. Considera que “siempre vamos a encontrar vías para autojustificarnos y no bajar nuestro consumo”, y por eso “debemos darnos el menor número de excusas” para mantener la inacción. “Si en tu esquema mental tú eres el bueno y los otros los malos, para qué vas a hacer algo”.

Por todo ello, Escrivà ve a Greta como un “ariete” que abre las puertas, pero que debe ir acompañado del resto del ejército para que sirva de algo. “Es un activador de la conversación, pero creo que ya ha jugado su papel”.

Su mejor legado, afirma, “sería que dejáramos de hablar de lo que hace y hubiera una conversación más allá, de cómo nos afecta el cambio de paisaje, de si estamos dispuestos a dejar el avión y el coche”. Todo eso, mientras apoyamos a las Gretas de nuestro alrededor.

Conflictos de intereses

En Mercaderes de la duda, los historiadores de la ciencia Naomi Oreskes y Erik M. Conway cuentan cómo un lado oscuro de la comunidad científica, apoyado por políticos y empresarios, ocultó al público hechos como la relación entre tabaco y cáncer… y el calentamiento global causado por la actividad humana.

“Hay petroleras que han asesinado, corrompido gobiernos, sobornado, destrozado países y ocultado datos. Algunas empresas han sido extremadamente nocivas para la civilización”, asegura Escrivà. Por eso resulta casi irónico que, desde el principio, Greta haya sido acusada de bailar al son de intereses ocultos.

“Es evidente que una niña de 16 años no se va sola a EE UU ni habla en la ONU, pero detrás de cualquier movimiento organizado hay dinero, intereses, gente buena y mala”, dice Escrivà. “Me hace gracia que digan que es una marioneta, como si tanta gente no hubiera estado a sueldo de las petroleras, tantas investigaciones se hubieran hecho como se han hecho y tantos opinólogos tuvieran sesgos e intereses”.

Por eso mismo pide no caer en la “disonancia cognitiva” de pensar que estas empresas “van a cambiar porque una joven sueca les diga que les han robado su futuro”. La investigadora Katharine Hayhoe defiende que la mejor forma de combatir el cambio climático es hablando de él. Eso es algo que, de momento, Greta sí ha conseguido.

Fuente: SINC

11 de septiembre de 2019

Un Satélite Captura Cuatro Ciclones Tropicales Desde el Espacio

Imagen de la cadena de ciclones tropicales alineados en todo el hemisferio occidental el 4 de Septiembre de 2019. Créditos: NASA Earth Observatory/Joshua Stevens; NOAA/Kathryn Hansen.

El 4 de Septiembre de 2019, una cadena suelta de ciclones tropicales se alineó en todo el hemisferio occidental. En el momento de esta imagen (17:10 GMT), el huracán Juliette en el Pacífico oriental y el huracán Dorian en el Atlántico eran tormentas de categoría 2.

Mientras tanto, la tormenta tropical Fernando con vientos sostenidos de más de 70 km/h recientemente había tocado tierra en el noreste de México. Gabrielle se convirtió en una tormenta tropical el 4 de Septiembre sobre el Atlántico oriental, con vientos de 80 km/h justo en el momento de captación de esta imagen.

Los nombres de los cuatro ciclones tropicales alineados en todo el hemisferio occidental el 4 de Septiembre de 2019. Créditos: NASA Earth Observatory/Joshua Stevens; NOAA/Kathryn Hansen

Los datos para la imagen simulada en color natural se obtuvieron con el satélite GOES-16. El GOES-16 es operado por el NOAA; la NASA ayuda a desarrollar y lanzar la serie de satélites GOES.

28 de agosto de 2019

El mapa de la NASA que muestra todos los incendios activos del mundo

El mapa muestra todos los incendios y los cambios térmicos más relevantes. / NASA

Sudamérica y África, los continentes más afectados

El último mapa de la NASA, al que puedes acceder a partir de este enlace, revela que el mundo está literalmente llamas. Ya sea por la acción humana, o por cuestiones relacionadas con la agricultura y la ganadería, las bandas térmicas instaladas por la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio en distintos rincones del planeta han detectado que el fuego está presente de forma constante en cada uno de los siete continentes que componen la Tierra.

A través de puntos rojos superpuestos sobre el mapa, la NASA designa aquellas regiones que han sufrido incendios o cambios drásticos en las temperaturas en las últimas horas, días y semanas. Gracias a una línea del tiempo, incorporada en la zona inferior del mapa, el usuario puede descubrir cada uno de los fuegos que tienen lugar en las distintas zonas del mapa e incluso consultar su evolución a lo largo de los días.

África y Sudamérica, los continentes más afectados

Tal y como recoge este mapa, África y Sudamérica son los continentes más afectados por el fuego. Sin embargo, la NASA explica en su página web que la mayoría de fuegos registrados en estas regiones son probablemente incendios agrícolas. Es decir, incendios establecidos deliberadamente por los agricultores para administrar la Tierra.

En su publicación, la administración espacial explica que, a menudo, los agricultores usan el fuego para devolver los nutrientes al suelo y limpiarlo de plantas no deseadas. A pesar de que ayudan a mejorar tanto los cultivos como el pasto, los incendios también producen humo, que degrada la calidad del aire y afecta directamente a la calidad de los cultivos.

Europa, el menos afectado

En el lado opuesto destaca Europa. El 'viejo continente' es, tal y como demuestran las imágenes de la NASA, la región menos afectada por los incendios. En el caso de España, 2018 ha sido el verano meteorológico con menos incendios de la última década. Según datos facilitados por el Ministerio para la Transición Ecológica, la superficie forestal quemada en el país entre el 1 de enero al 26 de agosto fue de 18.572 hectáreas.

Europa, la región menos afectada. / NASA

Por lo tanto, este año se han quemado un 80% menos de hectáreas que en 2017.De hecho, en lo que va de año tan solo ha habido tres grandes incendios, la cifra más baja del periodo y extremadamente inferior a la media de la década, que se sitúa en 15 grandes incendios. En lo que respecta a incendios totales, el Ministerio determina que se han registrado un total de 4.804 hasta el momento, una cifra que se sitúa muy lejos de la media de 9.292.

Incendios en el Ártico: los mapas que muestran qué tan graves son y cuáles son sus causas
Incendios incontrolados están arrasando partes del Ártico, con amplias regiones de Siberia, Alaska, Groenlandia y Canadá envueltas en llamas y humo.

Las imágenes satelitales muestran cómo columnas de humo de los incendios, muchos ocasionados por tormentas secas y tiempo cálido, se pueden ver desde el espacio.

Aunque los incendios son típicos en esta época del año, las altas temperaturas récord de este verano y vientos intensos han agravado particularmente la situación.

El fuego se encuentra ahora a "niveles sin precedentes", afirma Mark Parrington, un experto en incendios incontrolados del Servicio de Monitoreo Atmosférico Coperinicus (CAMS, por sus siglas en inglés).
  • Incendios en el Ártico: la oleada de calor que alimenta el fuego en varias zonas de esta región (y por qué no se hacen muchos esfuerzos para combatirlo)
¿Qué regiones están afectadas?

El este de Rusia y Alaska, tanto dentro como fuera del círculo polar ártico, han quedado particularmente afectadas.

La Agencia Forestal Federal de Rusia informa que más de 2,7 millones de hectáreas de bosques remotos están actualmente en llamas a lo largo de seis regiones siberianas y del este del país.

Sin embargo, la organización ambientalista Greenpeace Rusia asegura que hasta 3,3 millones de hectáreas están incendiándose, un área más extensa que Bélgica.



El esmog ha resultado en que varias regiones declaren estado de emergencia y el humo se ha esparcido a las principales ciudades como Novosibirsk, bloqueando el sol y provocando dificultades para respirar.

El humo de los incendios siberianos se ha extendido hasta Alaska y partes de la costa occidental de Canadá.

En Alaska, dese el 31 de julio, 105 grandes incendios han quemado más de 700.000 hectáreas.
  • El país que se está calentando dos veces más rápido que el resto del mundo


La mayoría de las llamaradas fueron causadas por rayos, según el Centro de Coordinación de Agencias de Alaska.

Groenlandia también le hace frente a un incendio en Qeqqata Kommunia, cerca del sendero del círculo polar ártico, que es popular con excursionistas.

La región atraviesa una ola de calor, lo que significa que el hielo marítimo se ha estado derritiendo a un ritmo rápido.


La región ártica de Canadá también está sufriendo.

Un amplio incendio incontrolado en los Territorios Noroccidentales, dentro del círculo polar ártico, ha quemado por lo menos 45.000 hectáreas, según la agencia de Recursos Naturales y Medio Ambiente de los Territorios Noroccidentales, aunque se cree que el área afectada es mayor.

¿Cuál ha sido el impacto?

Los incendios incontrolados no sólo han afectado la superficie. Están expulsando contaminantes dañinos y gases tóxicos a la atmósfera.

El humo espeso es visible en las imágenes satelitales y se destacan de entre las nubes comunes y corrientes a través de vastas áreas de Ártico.

La NASA ha rastreado los megatones de partículas dañinas en ese humo y hacia donde se han dirigido.

Las imágenes satelitales abajo a la izquierda señalan los incendios como puntos rojos. El globo a la derecha muestra la concentración de partículas de carbón negro -u hollín- expulsado al aire por los incendios.



Este hollín puede ser dañino para humanos y animales cuando penetra en los pulmones y el torrente sanguíneo.

También tiene consecuencias para el calentamiento global. Los científicos de la NASA indican que el hollín absorbe la luz solar y calienta la atmósfera.

Si cae sobre el hielo o la nieve, reduce la capacidad de reflejar el calor y termina atrapándolo, acelerando el proceso de derretimiento.



Los incendios también contribuyen a exacerbar la crisis climática al despedir dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera.

Se estima que estos emitieron 100 megatones de CO2 entre el 1 de junio y 21 de julio, casi el equivalente a la generación total de carbono de Bélgica en 2017, según CAMS.



"Es poco usual ver incendios de esta escala y duración en latitudes tan altas en junio", explicó Mark Parrington de CAMS.

"Pero las temperaturas en el Ártico se han ido incrementando a un ritmo mucho más rápido que el promedio global, y las condiciones más cálidas alientan a las llamas a crecer y persistir una vez encendidas".

Un suelo extremadamente seco y temperaturas más calientes que el promedio, combinado con la chispa de los rayos de tormentas y vientos fuertes, han hecho que los incendios se propaguen agresivamente.

La quemazón ha sido sostenida por el suelo de los bosques, que consiste de turba expuesta, descongelada y seca, una sustancia con un alto contenido de carbón.
Análisis de Jonathan Amos, corresponsal de Ciencia de la BBC

Los satélites globales ahora están rastreando una extensión de nuevos y continuos incendios incontrolados dentro del círculo polar ártico. Las condiciones se cuajaron en junio, el junio más caliente de la historia desde que empezaron las mediciones.

Los incendios están arrojando copiosos volúmenes de dióxido de carbono y metano que estaba contenido en el suelo hasta durante miles de años.

Los científicos afirman que lo que estamos viendo es la evidencia de el tipo de retroalimentación que enfrentamos en un mundo más caliente, donde las altas concentraciones de gases invernadero generan más calentamiento, que a su vez engendra las condiciones que causan mayor liberación de carbono a la atmósfera.

Muchas de las partículas sólidas producidas por estos fuegos llegarán finalmente a depositarse sobre las superficies heladas más al norte, oscureciéndolas y, así, acelerando su derretimiento.

Es todo parte del proceso de amplificación
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¿Qué se está haciendo para combatir los incendios?

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó al ejército que ayudara a combatir las llamas que arrasan Siberia y otras regiones en el este.

En partes de las repúblicas de Burayatia y Sajá-Yakutia se ha declarado estado de emergencia. Diez aviones y diez helicópteros con equipos contra incendios fueron desplegados a estas zonas.

El ejército ruso ha sido llamado a ayudar a combatir los incendios.

Muchos residentes han criticado a las autoridades rusas por no hacer lo suficiente para combatir los incendios.

Cientos de miles de personas firmaron un petición llamando a acción más enérgica, después de que las autoridades rusas anunciaran que no planeaban combatir las llamas en las zonas remotas deshabitadas porque no eran una amenaza directa a la gente.

Los hashtags #apaguenlosincendiossiberianos y #salvenelbosquesiberiano son tendencia en Twitter.

Algunos arguyen que el incendio de la catedral de Notre Dame de París recibió más atención de los medios que los incendios forestales.

"¿Recuerdan la extensión de las noticias sobre el incendio de Notre Dame? Ahora es el momento de hacer lo mismo con los incendios forestales siberianos", escribió un usuario de Twitter.

Otro expresó: "No nos olvidemos que la naturaleza no es menos importante que la historia. Numerosos animales han perdido sus hogares y muchos de ellos probablemente están muertos. El sólo pensar en esto es doloroso".

A este artículo contribuyeron Rosie Blunt, Dominic Bailey y Lucy Rodgers. El diseño es de Irene de la Torre Arenas y Debie Loizou.

Los últimos 20 días el mundo ha puesto su atención en los incendios del amazonas brasilero. Con más de 74.000 incendios registrados en el país y el 50% de estos concentrados precisamente en el bioma amazónico, lo que sucede en Brasil ha despertado una alerta mundial por el cambio climático. Sin embargo, no es lo único que debería preocuparnos. El norte del planeta también está ardiendo.

Incendios en el Amazonas: los grandes fuegos que se registran en África (y por qué no son comparables con los de Brasil)
A simple vista, África pareciera estar mucho peor.
  • Los incendios en la Amazonía han cobrado desde hace días una dimensión internacional.
Los líderes del G7 (Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Canadá, Reino Unido e Italia) reunidos en Francia acordaron el lunes crear un fondo de US$22 millones para ayudar a combatir las llamas, una iniciativa que fue rechazada en principio por el gobierno de Brasil, que les recomendó utilizar este dinero para "reforestar Europa".

Pero mientras continúa el forcejeo entre los políticos y el intercambio de insultos velados, y las llamas siguen avanzando sobre la Amazonía brasileña y boliviana, otros incendios -y de mayores proporciones- están ocurriendo en otra parte del mundo.
  • Brasil rechazará la ayuda de US$22 millones del G7 para detener los incendios en la Amazonía
Imágenes satelitales publicadas por la NASA la semana pasada muestran un número más elevado de incendios en Angola y República Democrática del Congo(RDC).

Diversos titulares acompañados por mapas han comenzado a aparecer en medios internacionales para dar relevancia a estos fuegos ignorados.

Un artículo publicado por Bloomberg apunta a que, en tan solo dos días, se produjeron en Angola aproximadamente tres veces más incendios forestales que en Brasil.

Los datos satelitales de Weather Source tomados en un lapso de 48 horas muestran 6.902 incendios en dicho país, 3.395 en la RDC, mientras que 2.127 en Brasil en 48 horas.

¿Pero cuán válida es esta comparación? ¿Son estos incendios, como parecen mostrar "los hechos", tan o más peligrosos para el planeta como los que afectan a la selva amazónica?

Usuales versus inusuales
Los expertos no desestiman la importancia de esta región para el clima: la Cuenca del Congo es la mayor de África, y la segunda mayor del mundo después de la del Amazonas.

El problema de la deforestación en África está causado mayormente por la industria maderera y no por las prácticas agrícolas, dice McClean.

Tal es así que esta selva de 3,3 millones de kilómetros cuadrados -que incluye territorios en RDC, República del Congo, Gabón, Camerún y África Central- es considerada como el "segundo pulmón" de la Tierra.
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Al igual que la Amazonía, los bosques de la Cuenca del Congo son un santuario de biodiversidad y constituyen una herramienta esencial en la lucha contra el cambio climático por las cantidades significativas de CO2 que absorben.

Sin embargo, según explican expertos, los incendios en una y otra región no son equiparables.

"No creo que se trate de una comparación válida", le dice a BBC Mundo Denis McClean, portavoz de la Agencia de Naciones Unidas para la prevención de desastres (UNISDR).

"Para empezar, no se puede decir con precisión a partir de las imágenes satelitales cuál es la naturaleza de esos fuegos o cuán grandes o pequeños son".

Más importante aún es que esos fuegos no son inusuales en esta época del año en África, añade.

Es común ver esta cantidad de focos de fuego "en grandes áreas, porque son un método de agricultura tradicional para muchas comunidades campesinas de bajos ingresos".

Bolivia también continúa tratando de contener los incendios.

McClean hace referencia al método conocido como tala y quema que los campesinos en África emplean desde hace siglos para renovar las tierras de cultivo.

"Es como si uno mirase las imágenes satelitales de Irlanda en verano", dice McClean, de origen irlandés.

"Nosotros hacemos muchas fogatas en esa época, y si lo ves desde el espacio, te preguntarías qué está pasando, cuando en realidad son fuegos iniciados deliberadamente y controlados por humanos, no incendios forestales".

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Por otro lado, mientras que los incendios en la Amazonía, iniciados probablemente también de forma deliberada, parecen estar fuera de control, este no es el caso de África.

"Yo no he visto ninguna evidencia de que estén fuera de control. No hay nada que parezca inusual en torno a los incendios en este momento", señala McClean, quien quiere dejar en claro los riesgos para la salud de los incendios forestales, que generan cerca de 300.000 muertes prematuras por año en todo el mundo.

En opinión de Alex Orenstein, científico de datos y geógrafo basado actualmente en Senegal, quien ha trabajado con distintas ONG y agencias de la ONU, se trata también de dos situaciones muy distintas.

Además de que parecen haberse iniciado de formas diferentes, las imágenes de África muestran que muchos incendios no están localizados en la selva "sino en zonas de pastizales", algo que, como explicó anteriormente McClean, es usual en esta época del año.

Y el "impacto de la deforestación" no es igual en ambos terrenos, en "términos de la cantidad de oxígeno que liberan y el carbono que secuestran", agrega el científico.

Fuentes: BBC
https://www.bbc.com/mundo/noticias-49237121
https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-49484650

26 de junio de 2019

El cambio climático se come los glaciares del Himalaya




Cerca de dos tercios de los glaciares en la cordillera del Himalaya de Hindu Kush corren el riesgo de derretirse en el año 2100, a menos que se revierta los efectos del cambio climático, como las emisiones de carbono, según un nuevo informe publicado este lunes.

Incluso si se logra el objetivo del Acuerdo de París de reducir los efectos del cambio climático y obtener una ganancia de 1.5 grados centígrados, una tercera parte de los glaciares de la región desaparecería, advierte la Evaluación del Himalaya del Hindu Kush.

La región del Himalaya del Hindu Kush se conoce comúnmente como el «tercer polo» del mundo por sus vastos campos de hielo. Es una fuente vital de agua para 250 millones de personas que viven en la cordillera, así como para otros 1.65 millones que viven en el río Amu Dayra.

«Esta es la crisis climática de la que no se ha oído hablar», dijo Philippus Wester, del Centro Internacional para el Desarrollo Integrado de las Montañas (ICIMOD), con sede en Nepal, quien dirigió el informe, según se detalló en un comunicado que acompaña su publicación.

«El calentamiento global va por buen camino para transformar las frías cumbres montañosas cubiertas por glaciares de la HKH que atraviesan ocho países en rocas desnudas en poco menos de un siglo», dijo usando un acrónimo de la región.

El estudio advierte que los impactos ambientales incluirán un empeoramiento de la calidad del aire y un salto en los fenómenos meteorológicos extremos, pero los mayores impactos se verán en los flujos de los ríos y en los cambios en el sistema de clima monzónico que trae lluvias torrenciales.

Los glaciares del Hindu Kush Himalaya alimentan 10 de los sistemas fluviales más importantes del mundo, incluidos los ríos Ganges, Indo, Irrawaddy, Mekong y Amarillo.

«Entre ahora y 2080, las condiciones ambientales económicas y sociales establecidas en el informe podrían ir cuesta abajo», dijo en un comunicado.


«Debido a que muchos de los desastres y los cambios repentinos se llevarán a cabo a través de las fronteras de los países, el conflicto entre las naciones podría estallar fácilmente. Pero el futuro no tiene que ser sombrío si los gobiernos trabajan juntos para cambiar la tendencia contra el derretimiento de los glaciares y sus numerosos impactos»,



Desde el año 2000 los glaciares del Himalaya han perdido casi medio metro de hielo al año, el doble que en el periodo de 1975 a 2000. El estudio, que ha combinado las imágenes –ahora desclasificadas– de un satélite espía estadounidense durante la Guerra Fría con imágenes actuales de la NASA, indica que los glaciares han perdido una cuarta parte de su masa en los últimos 40 años.

Changri Nup, un glaciar cubierto de detritos en la región del Everest. / Josh Maurer

La pérdida de hielo se ha acelerado desde el año 2000 en los glaciares del Himalaya, unas montañas consideradas el “tercer polo” al albergar unos 600.000 millones de toneladas de hielo. Cada año cerca de medio metro de hielo se derrite debido al aumento de las temperaturas, que se han incrementado de 1 ºC en algunos lugares.
Las montañas del Himalaya son consideradas el “tercer polo” al albergar unos 600.000 millones de toneladas de hielo


Un estudio, publicado hoy en la revista Science Advances, presenta esta imagen del Himalaya después de analizar los cambios de los últimos 40 años en la región gracias a las imágenes obtenidas por el satélite espía estadounidense KH-9 Hexagon, conocido como Big Bird, realizadas durante la Guerra Fría y desclasificadas en 2011; y otras, más actuales, proporcionadas por la NASA en India, China, Nepal y Bután.

“Esta es la imagen más clara hasta la fecha de lo rápido que se están derritiendo los glaciares del Himalaya en este intervalo de tiempo, y por qué razones”, indica Joshua Maurer, primer autor del trabajo e investigador en el Lamont-Doherty Earth Observatory de la Columbia University (EE UU).

El equipo de científicos analizó 650 glaciares del Himalaya, que representan el 55 % del volumen total de hielo de la región, en una superficie de 2.000 kilómetros de oeste a este, y estimó que, de la masa de hielo total presente en la zona en 1975, el 87 % se mantuvo en 2000 y el 72% en 2016. Es decir, que los glaciares del Himalaya habrían perdido en las últimas cuatro décadas una cuarta parte de su masa.

Los resultados se obtuvieron gracias a la creación de un sistema automatizado que convirtió las imágenes de la cinta espía en modelos 3D. Estos mostraron las alteraciones de altitud a lo largo del tiempo. Los datos se compararon después con las imágenes obtenidas a partir del 2000 con satélites más sofisticados, que transmiten directamente los cambios de altitud.

Imagen obtenida por un satélite espía estadounidense sobre la región de Khumbu desde el programa desclasificado HEXAGON KH-9. Así es como se veían los glaciares que rodeaban el Everest en 1976. / Josh Maurer / LDEO

Las consecuencias del deshielo
Según el estudio, 1975 a 2000, los glaciares de la región perdieron un promedio de unos 25 cm de hielo al año debido a un ligero ascenso de temperaturas. La tendencia se intensificó en los años 90 hasta que en la década de los años 2000, la pérdida de hielo se aceleró y alcanzó los 50 cm al año.
El deshielo de los últimos años representaría una pérdida anual de 8.000 millones de toneladas de agua, el equivalente a 3,2 millones de piscinas olímpicas

El deshielo de los últimos años representaría una pérdida anual de 8.000 millones de toneladas de agua, el equivalente a 3,2 millones de piscinas olímpicas. Pero los glaciares no se derriten de manera uniforme. Los científicos observaron que el deshielo se produce principalmente a altitudes más bajas, donde en algunas zonas se han registrado hasta cinco metros de pérdida de hielo al año.

El derretimiento podría afectar a unos 800 millones de personas, que dependen de la escorrentía estacional para la irrigación, la energía hidroeléctrica y el agua potable. En la actualidad, se está produciendo una importante escorrentía, pero a medida que los glaciares pierdan masa se reducirá en las próximas décadas. Esto provocará escasez de agua.

Además del aumento de temperaturas, el trabajo sugiere que los cambios en la precipitación, que disminuye en algunas zonas y aumenta en otras, podrían estar influyendo en la zona.

Los científicos añaden otro factor: la quema cada vez mayor, por parte de los países asiáticos, de combustibles fósiles y biomasa que envían hollín a la atmósfera. Gran parte de esta ceniza aterriza en superficies glaciares nevadas, donde absorbe la energía solar y acelera el deshielo.

Concepción artística del satélite KH-9 HEXAGON. / National Reconnaissance Office