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11 de septiembre de 2019

El Hubble observa un enjambre de estrellas en una galaxia enana



Esta imagen, obtenida por el Telescopio Espacial Hubble, muestra un enjambre de estrellas en una galaxia enana conocida como UGC 685, la cual yace a una distancia de alrededor de 15 millones de años luz, en la constelación de Piscis.

Este tipo de galaxias contienen muy pocas estrellas en comparación con galaxias grandes, como la Vía Láctea, y sus estructuras no están bien definidas. UGC 685 posee un par de guarderías estelares, visibles de color azul a la izquierda del centro galáctico.

Esta imagen fue obtenida como parte del programa LEGUS (Legacy ExtraGalactic UV Survey), el cual tiene como objetivo realizar observaciones en luz ultravioleta de galaxias con regiones de formación estelar.

Fuentes: NASA / ESA / Hubble / LEGUS

29 de marzo de 2017

NuSTAR Observa una Desconcertante Fusión de Dos Galaxias

Imagen del sistema Was 49. Image Credit: DCT/NRL

Un agujero negro supermasivo en el interior de una pequeña galaxia desafía las teorías de los científicos sobre lo que ocurre cuando dos galaxias se convierten en una sola.

Was 49 es el nombre de un sistema que consiste en una galaxia de disco grande, conocida como Was 49a, fusionándose con una galaxia enana llamada Was 49b. La galaxia enana gira dentro del disco de la galaxia más grande, aproximadamente a 26.000 años luz de su centro. Gracias a la misión NuSTAR de la NASA, los científicos han descubierto que la galaxia enana es tan luminosa en rayos X de alta energía, que debe albergar un agujero negro supermasivo mucho más grande y poderoso de lo que se esperaba.

"Se trata de un sistema completamente único y va en contra de lo que sabemos de las fusiones de galaxias", dijo Nathan Secrest, autor principal del estudio y estudiante posdoctoral en el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos en Washington.

Los datos de NuSTAR y Sloan Digital Sky Survey, sugieren que la masa del agujero negro de la galaxia enana es enorme, comparada con otras galaxias de tamaño similar.

"No pensábamos que las galaxias enanas albergaban agujeros negros de este tamaño", dijo Secrest. "Este agujero negro podría ser cientos de veces más masivo de lo que se espera en una galaxia de ese tamaño, dependiendo de cómo se desarrolló la galaxia en relación con otras galaxias."

El agujero negro de la galaxia enana es el motor de un núcleo galáctico activo (AGN), un fenómeno cósmico en el que la radiación de alta energía emerge como un agujero negro que devora el gas y el polvo. Este particular AGN parece estar cubierto por una estructura en forma de rosca de gas y polvo. Las misiones Chandra y Swift de la NASA se utilizaron para analizar estas emisiones de rayos X.

Normalmente, cuando dos galaxias empiezan a fusionarse, el agujero negro central de la galaxia más grande se convierte en gas activo y voraz, y arroja rayos X de alta energía a medida que la materia se convierte en energía. Esto se debe a que, a medida que las galaxias se acercan, sus interacciones gravitacionales crean un par que canaliza el gas en el agujero negro central de la galaxia más grande. Pero en este caso, la galaxia más pequeña alberga un AGN más luminoso con un agujero negro supermasivo más activo, y el agujero negro central de la galaxia más grande es relativamente tranquilo.

"Este estudio es importante porque puede dar una nueva perspectiva de cómo los agujeros negros supermasivos se forman y crecen en tales sistemas", dijo Secrest. "Al examinar sistemas de este tipo, podemos encontrar pistas sobre cómo se formó el agujero negro supermasivo de nuestra propia galaxia".
Fuentes: NASA EN ESPAÑOL

6 de julio de 2014

El universo



Representación artística de la Vía Láctea
Crédito: NASA















 


Representación artística del Sistema Solar
Crédito: NASA









¿Dónde estamos?

Nuestro pequeño planeta, inmerso en el espacio, que gira alrededor de una estrella común, se encuentra en el brazo (brazo de Orión) de una enorme galaxia espiral, la Vía Láctea, una más de las innumerables que se encuentran distribuidas por el universo. Cerca de la Tierra se encuentran otros planetas, planetas enanos, satélites, asteroides y cometas, todos ellos orbitando nuestro Sol, atrapados por su potente fuerza de atracción gravitatoria, formando lo que llamamos el Sistema Solar.


Alrededor de nuestro sistema estelar, a miles de años luz de distancia, se encuentran millones y millones de estrellas de todo tipo, enanas, supergigantes, agujeros negros, púlsares, estrellas múltiples ...; hay lugares donde nacen las estrellas y otros donde quedan los restos de las muertes de otras, como las nebulosas; y existen lugares donde parecen congregarse las estrellas, como los cúmulos. Todo este impresionante conjunto forma nuestra galaxia, la Vía Láctea. Se piensa que nuestra galaxia puede albergar unos 100.000 millones de estrellas.

La Vía Láctea se encuentra en un grupo de galaxias, el llamado Grupo Local, formado por unas 30 galaxias, divididas en 3 grandes grupos, uno por cada galaxia masiva del grupo:

- El Sistema de Andrómeda, que lo integran la propia Andrómeda (M31), M32, M110, NGC 147, NGC 185, Andrómeda I, Andrómeda II, Andrómeda III y Andrómeda IV.

- El Sistema de la Vía Láctea, integrado por la Vía Láctea, Enana de Sagitario, Gran Nube de Magallanes, Pequeña Nube de Magallanes, Enana de Ursa Minor, Enana de Draco, Enana de Carina, Enana de Sextans, Enana de Sculptor, Enana de Formas, Leo I, Leo II y Enana de Tucana.

- El Sistema del Triángulo, integrado por M33 y Enana de Piscis.




Galaxia NGC 4038-4039
Crédito: NASA , ESA , and the Hubble Heritage Team ( STScI / AURA )- ESA /Hubble Collaboration


















Galaxia espiral del Triángulo (M33)
Crédito: NASA 
















A su vez, este cúmulo de galaxias, queda integrado dentro del Supercúmulo de Virgo, el cual está formado por unos 10 grupos o cúmulos de galaxias. Se estima que pueden existir unos 10 millones de supercúmulos en el universo.

Cómo comenzó

Se cree que todo comenzó hace unos 15.000 millones de años, cuando todo el material del universo se encontraba concentrado en un solo punto. Las investigaciones indican que hubo una gran explosión, el llamado Big Bang, y desató el inicio de la formación del universo. En los primeros instantes de la explosión el universo se convierte en una inmensa bola de fuego que aumenta de tamaño a muchísima velocidad y con una temperatura de miles de millones de grados. Aproximadamente un minuto después de la explosión, el universo se ha convertido en un enorme reactor termonuclear y se comienzan a formar los primeros núcleos de helio a partir de los de hidrógeno. Es necesario que transcurran miles de años para que la temperatura descienda lo suficiente para que se puedan formar los átomos, es entonces cuando la materia comienza a agruparse por la fuerza de la gravedad y surgen las primeras estrellas. Se necesitarán aún miles de millones de años para que, gracias a la formación de inmensas nubes de gas, compuestas primordialmente de hidrógeno y helio, y por su propia gravitación, comiencen a aparecer las primeras galaxias.


Evolución del universo y de las galaxias
Crédito: NASA, ESA y A. Feild (STScl)




Galaxias espirales, NGC 2207 y 2163 interactuando
Crédito: NASA, ESA, Hubble Heritage Team (STScl) 

No se conoce la forma exacta del mecanismo de la formación de una estrella, pero de alguna manera el gas se empieza a aglutinar en diferentes puntos bajo el efecto de su propia gravedad, formando nubes cada vez más densas. Un núcleo denso, que podría ser unas 60 veces mayor que el sol, la protoestrella, empieza a formase rodeado por un halo de gas. Debido al aumento de presión, cada vez mayor, y tras unos 50.000 años, el centro de la protoestrella se vuelve tan caliente que da principio la combustión nuclear y se inicia la transformación de átomos de hidrógeno en átomos de helio. Ha nacido una estrella.

La fuerza de expansión de la energía liberada en esta transformación contrarresta la fuerza de la gravedad de la estrella, lo que impide que se colapse totalmente y se estabilice. Al cabo de unos 10 millones de años se acaba el hidrógeno del núcleo. Al no existir una fuerza que contrarreste a la gravedad, éste se contrae y calienta aún más. Al mismo tiempo, el hidrógeno restante, en una corteza exterior, continúa fusionándose y se convierte en helio; la estrella se expande hasta llegar a ser una gigante roja. El núcleo se calienta al grado de poder convertir, por fusión, el helio en carbono. En fusiones sucesivas, el carbono da origen a elementos mas pesados, hasta llegar al hierro. Al llegar a éste ya no se genera más energía por fusión nuclear, y la parte media de la estrella se desintegra en forma catastrófica por efecto de su propia gravedad. El colapso libera energía hacia las partes exteriores y origina la explosión mas violenta que se conoce en el universo: la supernova.


Supernova 1994D en Galaxia NGC 4526 (abajo-izquierda)
Crédito: NASA, ESA, The Hubble Key Project Team, and The High-Z Supernova Search Team 





Después de la explosión, la supernova despide ondas de choque y nubes de gas. A partir de este gas se forma una nueva generación de estrellas, enriquecidas con elementos creados en las fusiones de la vieja estrella y elementos mas pesados creados en la tremenda explosión, y en el caso el Sol, de planetas en los que puede evolucionar la vida. Así, cada átomo de nuestro mundo se fusionó en el núcleo incandescente de una estrella gigante, que al explotar esparció los elementos necesarios para la formación de estrellas y planetas. Fue la primera generación de estrellas, estrellas gigantes, las cuales han desaparecido casi en su totalidad, y vivimos gracias a su legado. No todas las estrellas de la primera generación fueron así, pero estas son las que hicieron posible la creación de los planetas y de nosotros mismos.

De la supernova solo sobrevive el núcleo, de una extraordinaria densidad y de pocos kilómetros de diámetro. La enorme presión generada logra triturar absolutamente todo hasta convertirlo en neutrones, los que se concentran y compactan. Ha nacido una estrella de neutrones, la cual gira hasta 30 veces por segundo y emite señales de radio que se concentran en los polos magnéticos. Al barrer el espacio como el haz de la luz de un faro, los radioastrónomos captan esas señales en forma de pulsaciones, por ello, en su descubrimiento se los llamó púlsares.

Si la masa inicial es de 50 veces la del Sol, en vez de convertirse en una supernova, la inmensa fuerza de la gravedad hará que la estrella implosione sin remedio hasta convertirla en un agujero negro, donde ni siquiera la luz es capaz de escapar al intenso campo gravitatorio y donde el espacio y el tiempo se funden y contraen.



Visión artística de un agujero negro
Crédito: NASA, G. Bacon (STScl) 


Nuestro sistema

Durante la formación de una estrella como el Sol, los fragmentos de una nube de gas llegan a tardar un millón de años en contraerse hasta el tamaño del sistema solar. A medida que la nube se compacta, la liberación de energía gravitacional calienta el núcleo, el cual comienza a resplandecer. Un millón de años después de la condensación de la nube original, el Sol medía la mitad de su diámetro actual y su brillantez era de una vez y media la de la actual. En su núcleo se inician las reacciones termonucleares. La rotación obtenida al contraerse, aplanó la nube original y la cambió a un disco plano. El polvo y el gas del disco se aglutinaron en la periferia hasta formar protoplanetas.

30 millones de años después, el Sol alcanzó un estado semejante al que tiene ahora. Se inicia la transformación de hidrógeno en helio. Los protoplanetas crecieron lo suficiente para lograr atraer casi todas las partículas circundantes y convertirse así en planetas. El sistema se estabiliza y transcurren unos 4.600 millones de años así.

El hidrógeno de nuestra estrella se consumirá en unos 4.000 millones de años más. En ese momento, la combustión del hidrógeno se extenderá a las capas exteriores, las cuales se expandirán, como una gigante roja, absorbiendo en ese proceso a todos los planetas interiores. El helio que quedaba en el núcleo también se agotará, haciendo que el núcleo se contraiga y se caliente más, aunque no lo suficiente como para quemar elementos mas pesados. Las capas superiores del hidrógeno sin quemar se expandirán y formarán una nebulosa planetaria, y las capas inferiores darán lugar a una estrella enana blanca. Con el tiempo, la enana blanca se enfriará hasta convertirse en una enana negra, fría y densa, que no irradiará energía y será invisible.




Nebulosa Planetaria
Crédito: NASA, Raghvendra Sahai, John Trauger (JPL), and the WFPC2 Science Team 



















Visión artística de una enana blanca, Sirio B
Crédito: NASA, ESA y G. Bacon (STScl) 











Nacimiento de un planeta

De una forma similar a las estrellas se forman los planetas, pues se forman a partir de las mismas nubes de gas y polvo, con la diferencia de que se trata de objetos en los que no se desarrollan procesos de fusión nuclear. El comienzo de su creación parte de los discos de gas y polvo que se han observado alrededor de algunas estrellas recién formadas, discos en los que las partículas se atraen unas a otras y se fusionan en objetos que cada vez tienen un mayor tamaño. Con el incremento de masa, se aumenta cada vez más rápidamente su fuerza de atracción sobre los objetos circundantes, terminando por "limpiar" la vecindad de su órbita.



Anillo de polvo alrededor de Fomalhaut. Estas observaciones se consideran la evidencia de la presencia de un planeta gigante modelando la densidad de polvo en el anillo de material observado.
Crédito: NASA , ESA , P. Kalas and J. Graham (University of California, Berkeley) and M. Clampin ( NASA /GSFC) 







Ilustración del supuesto planeta que orbita Fomalhaut por el interior del anillo, con estrellas y constelaciones de fondo, incluido el Sol en la constelación de Leo.
Crédito: NASA , ESA and A. Feild ( STScI ) 







En nuestro sistema contamos con ocho planetas, cuatro de tipo telúrico o rocosos (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) y otros cuatro de tipo joviano, esencialmente gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).

Desde el año 1955, cuando se descubrió el primer planeta extrasolar (exoplaneta) orbitando la estrella 51 Pegasi b, la cifra ha ascendido a mas de 200 planetas, que en su mayoría corresponden con planetas gigantescos del tipo joviano y en algunos casos corresponden con sistemas planetarios múltiples (mas de un planeta orbitando una misma estrella, siendo el primer sistema múltiple detectado el de Upsilom Andromedae), aunque esto es normal, pues son los más fáciles de detectar con los medios técnicos disponibles. El planeta con una masa mas parecida a nuestra Tierra es OGLE-2005-BLG-390L b, orbitando a una estrella en la constelación de Sagitario, con unas 5,5 veces la masa de la Tierra.



Visión artística del exoplaneta OGLE-2005-BLG-390L b
Crédito: NASA y ESA 











Como evolucionan las estrellas

Como será una estrella y su final depende casi en exclusiva de la masa que tenía la nube de gas que se compactó para crearla. Si la nube original no tuviera la masa suficiente para iniciar procesos termonucleares del hidrógeno, se parecerían mas a un planeta gaseoso como Júpiter. A estas estrellas se las denomina enanas marrones. Objetos con una masa inferior a 80 veces la masa de Júpiter exhiben este comportamiento.




Objeto candidato a enana marrón (B), CHXR 73 B. orbitando alrededor de una enana roja (A)
Crédito: NASA, ESA y K. Luhman (Penn State University)













Si la masa inicial está por debajo de 0,5 veces la del Sol, solo conseguirán quemar el hidrógeno, convirtiéndose en enanas blancas de helio, con una vida en torno a los 50.000 millones de años. Son los objetos más longevos del universo.

Si la masa está entre 0,5 y 10 veces la del Sol, al agotar el hidrógeno serán capaces de calentarse lo suficiente como para iniciar la combustión del helio, acabando sus días como enanas blancas de carbono y oxígeno; y formando una nebulosa planetaria. Es el caso de nuestra estrella.

Si la masa es superior a 11 veces la del Sol, evolucionan a través de todas las fases de combustión hasta llegar al hierro y agotar así toda la energía potencial nuclear de que disponen. El final de estas estrellas será el inmenso estallido de una supernova, dejando como remanente una estrella de neutrones.

Mas allá de las 50 masas solares, la gravedad es tan excesiva que no hay nada que pueda contrarrestar el colapso total de la estrella, convirtiéndose en un agujero negro.


Como acabará

Desde el gran estallido original, Big Bang, el universo se sigue expandiendo, y las últimas mediciones indican que cada vez lo hace a mayor velocidad. Al mismo tiempo, toda la materia del universo se atrae la una a la otra por efecto de la gravedad. Esta fuerza podría ser capaz de detener la expansión, incluso de invertirla, todo dependerá de la cantidad de materia que exista, y esta es la gran incógnita, pues solo somos capaces de ver aproximadamente el 1% del total. El 99% restante la materia se cree que está ubicada en los inmensos halos que rodean a las galaxias, pero no la podemos ver ni medir, a esta materia es a la que se denomina materia oscura.



Posibles escenarios para el universo
Crédito: NASA y A. Feild (STScl) 


Dependiendo de la cantidad de materia total se vierten dos hipótesis:

La primera se basa en que la masa total existente no será suficiente para detener la expansión, abocando al universo a una expansión infinita, en la que las estrellas terminarán por consumir el total del combustible disponible y se terminarán apagando. Se trata de un universo oscuro, frío y yelmo. Se trata del Big Rip o Gran Desgarramiento, en la que la gravedad se llega a hacer tan débil que primero los sistemas solares perderían su cohesión, se difuminarían las estrellas y los planetas y al final terminarían destruyéndose los átomos, llegando el fin del tiempo, el cual se ha estimado en unos 35.000 millones de años.

La segunda es todo lo contrario. Si la masa disponible en el universo es suficiente para detener la expansión e invertirla, donde el universo volvería a comprimirse hasta colapsarse en una singularidad dentro de unos 20.000 millones de años, se trata del Big Crunch o la Gran Implosión. Este colapso podría volver a originar un nuevo Big Bang. 



Fuentes: El cielo del mes

25 de julio de 2013

Por qué el universo tiene menos galaxias enanas de las que debería

La imagen muestra la galaxia enana NGC 3738 situada en la constelación de Ursa Major, a unos 12 millones de años luz del Sol. Crédito de la imagen: ESA/Hubble & NASA

Matías se asoma por la ventana y observa. Gira y dispara la pregunta: “¿Y el sol?”. “Se fue a dormir”, contesta su mamá pensando una explicación que satisfaga la curiosidad de sus tres años. “Hizo noche”, dice a medio camino entre la afirmación y la pregunta, y vuelve a interrogar mirando al cielo: “¿Y la luna? En estas frases, el pequeño parece resumir –con su simpleza infantil– las inquietudes que, desde el hombre más primitivo a nuestros días, motivaron a la humanidad a observar el cielo en busca de respuestas a múltiples interrogantes.

Esa búsqueda continúa y adquiere características cada vez más complejas, a medida que los astrónomos van encontrando algunas explicaciones. Uno de los problemas actuales que intenta resolver la Astronomía y que lleva más de una década sin solución, radica en que los modelos teóricos predicen la existencia de miles de galaxias enanas en el universo, pero las observaciones astronómicas sólo visualizan algunas decenas. Esta contradicción quedó establecida en 1999 como el “problema de las galaxias faltantes”.

Alejandro Benítez-Llambay y Mario Abadi, científicos del Instituto de Astronomía Teórica y Experimental (UNC-Conicet) y el Observatorio Astronómico de Córdoba (UNC), junto a colegas de Alemania, Israel, Canadá y España, propusieron una innovadora explicación.

En pocas palabras, los astrónomos plantean que durante su desarrollo, estas galaxias enanas atravesaron zonas de alta densidad de polvo y gas en el universo, en ese proceso perdieron el gas que necesitaban para formar estrellas, y eso detuvo su crecimiento. ¿Cómo perdieron su gas? “Por la fricción que se da entre dos medios gaseosos que se mueven uno a través del otro”, explica Benítez-Llambay.




Galaxias en la mira

Por definición, las galaxias poseen mil millones de estrellas aproximadamente. Las “enanas”, en cambio, apenas cuentan entre diez y cien millones de astros en su interior. El trabajo de los científicos argentinos se enfocó sobre estas últimas, particularmente aquellas que se encuentran desparramadas en el universo y sin relación gravitacional con la Vía Láctea.

El estudio implicó fabricar un universo virtual. En una supercomputadora ubicada en España, se simuló la evolución de un sector del universo, desde el Big Bang hasta la actualidad, algo así como 13.700 millones de años. El software que debió resolver las ecuaciones trabajó varios meses. La idea fue “comprimir” toda la vida del universo y poder mirarla bajo el formato de animación.

Ello les permitió observar que si bien el universo surgió de un punto inicial donde la distribución de la materia era homogénea, con el tiempo comenzaron a aparecer pequeñas irregularidades o “grumos”, donde la fuerza de gravitación (atracción) fue mayor que la de expansión. Estas singularidades fueron aislándose y tornándose más densas. Así fueron formándose las estrellas y luego las galaxias.

El dato es que las galaxias se fueron formando en una región privilegiada, de alta densidad. Algunas de ellas, aisladas y todavía en fases embrionarias, atravesaron esa zona de alta concentración de polvo y gas, y “la fricción generó un efecto túnel de viento que le sopló todo el gas”, explica Mario Abadi.

“Si se observa en detalle (la simulación), se ven las galaxias y una especie de colas, como los cometas. Dejaron una estela. Pasaron de largo por esta zona de alta densidad y todo su material les fue robado. A largo plazo, la consecuencia es que estas galaxias quedaron despojadas de todo el gas, el combustible necesario para crear estrellas. No se pudieron formar los astros y quedó lo que llamo ‘galaxias frustadas’, porque nunca llegaron a convertirse en tales”, agrega.

Esto explicaría por qué teóricamente se espera la existencia de cierto número de galaxias y en realidad sólo se ven unas pocas.

Hasta el presente, la hipótesis de los científicos del IATE no había sido explorada. “Se había pensado en fenómenos similares, pero en regiones del universo con una densidad muchísimo más elevada, en los cúmulos de galaxias, donde existen miles de galaxias que interactúan entre sí y están en constante movimiento”, aclara Abadi. De hecho, él junto a colegas de Inglaterra fueron uno de los equipos que había estudiado este fenómeno en los cúmulos de galaxias.
 
Fuente: Agencia Iberoamericana para la difusión de la ciencia y la tecnología (dicyt)