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22 de agosto de 2021

Así será nuestra colisión con Andrómeda

Las tres galaxias del cúmulo Arp 195 muestran cómo será la futura colisión de la Vía Láctea con Andrómeda - NASA

Por Viviana Flores

Una nueva y espectacular imagen del Telescopio Espacial Hubble de la colisión de tres galaxias lejanas nos muestra cómo la Vía Láctea, nuestra propia galaxia, chocará en el futuro con Andrómeda y la Galaxia del Triángulo

La imagen corresponde a Arp 195, un cúmulo formado por tres galaxias, situado a 389 años luz de la Tierra en la constelación del Lince y en el que sus miembros se 'desgarran' mutuamente en un tira y afloja gravitacional de tres vías. Un destino que los astrónomos predicen que será también el de la Vía Láctea cuando, dentro de 4.500 millones de años, cuando colisione con la vecina galaxia de Andrómeda y su galaxia satélite. La imagen fue tomada por el veterano telescopio espacial apenas dos semanas después de una avería que estuvo cerca de dejarlo permanentemente fuera de servicio a finales de junio.

La Vía Láctea es una de las tres mayores galaxias de nuestro entorno. Junto a Andrómeda y la Galaxia del Triángulo (M31 y M33), en efecto, la galaxia en la que vivimos da cuenta de una buena parte de la masa del llamado Grupo Local, una treintena de galaxias que viajan juntas a través del espacio.

Hace ya tiempo que sabemos que, debido a su enorme gravedad, Andrómeda y la Vía Láctea, los dos gigantes del grupo, están destinados a chocar algún día, algo que cambiará por completo nuestro entorno cósmico. Cuando eso suceda, dentro de unos 4.500 millones de años, las dos galaxias se unirán en una sola, aún más grande, que los astrónomos han bautizado ya como 'Lactomeda'.

Sin embargo, los movimientos tridimensionales de las galaxias dentro del Grupo Local seguían sin estar claros hasta hace poco, lo que no permitía conocer demasiados detalles sobre la futura colisión.

«Necesitábamos explorar los movimientos de las galaxias en 3D para descubrir cómo han crecido y evolucionado, y qué crea e influye en sus características y comportamiento -asegura Roeland van der Marel, del Space Telescope Science Institute en Baltimore, EE. UU y autor principal de un estudio publicado en 2019 en ' The Astrophysical Journal'-. Ahora hemos podido hacerlo utilizando el segundo paquete de datos facilitado por Gaia».

Gaia es una misión espacial europea cuyo objetivo es construir el mapa tridimensional más preciso hasta ahora de las estrellas del universo cercano y que está publicando sus datos por etapas. Para esta investigación se utilizaron los del segundo 'paquete' de información, publicado en abril de 2018.

 

Tercero en discordia

La colisión entre Andrómeda y la Vía Láctea, sin embargo, tendrá un tercer invitado: M33, la Galaxia del Triángulo, menor que las otras dos pero que aún tiene unos 60.000 años luz de diámetro (frente a los 100.000 años luz de la Vía Láctea) y entre 30.000 y 60.000 millones de estrellas (frente a los entre 200.000 y 400.000 millones de nuestra galaxia). Recientes observaciones del Telescopio Espacial Hubble, en efecto, parecen demostrar que M33 es, en realidad, una galaxia satélite de Andrómeda, aunque su tipo de 'relación' no es aún demasiado claro.

De aquellas observaciones surgieron dos posibilidades: o bien M33 se encuentra en una órbita increíblemente larga (de unos 6.000 millones de años de duración) alrededor de Andrómeda pero ya ha caído en ella en el pasado; o bien se encuentra actualmente en su primera 'caída' hacia la gran galaxia. Cada uno de estos escenarios refleja una trayectoria orbital diferente y, por tanto, una historio y un futuro que también son diferentes para cada galaxia.

El Hubble nos ha proporcionado, es cierto, la imagen más nítida de Andrómeda y M33 juntas, pero Gaia, midiendo con exactitud la posición individual y el movimiento de millones de sus estrellas, nos ha brindado una información cuyo valor no tiene precedentes.

En palabras de Mark Fardal, también del Space Telescope Science Institute y coautor de aquella investigación: «Revisamos los datos de Gaia para identificar miles de estrellas individuales en ambas galaxias y estudiamos cómo estas estrellas se movían dentro de sus hogares galácticos. Y aunque Gaia tiene como objetivo principal estudiar la Vía Láctea, es lo suficientemente poderosa como para detectar estrellas especialmente masivas y brillantes dentro de las regiones cercanas de formación de estrellas, incluso en galaxias más allá de la nuestra».

Los datos de Gaia, además, revelaron también otro dato importante: cómo las dos galaxias giran cada una alrededor de su eje de rotación. «Por primera vez -señala Roeland-, podemos medir cómo giran M31 y M33 en el cielo. Y esto nos ayudará a comprender más sobre la naturaleza de las galaxias».

Al combinar las observaciones existentes con la nueva publicación de datos de Gaia, los investigadores determinaron cómo Andrómeda y Triángulo se mueven a través del cielo, y calcularon la trayectoria orbital de cada galaxia tanto hacia atrás como hacia adelante en el tiempo a lo largo de miles de millones de años.

Los nuevos datos revelaron que cuando la Vía Láctea y Andrómeda choquen y se fusionen, es probable que tanto el momento como las consecuencias de esa interacción sean diferentes de lo esperado.

Dado que el movimiento de Andrómeda difiere un poco de las estimaciones anteriores, es probable que la galaxia dé más un golpe a la Vía Láctea. Algo que no ocurrirá dentro de 3.900 millones de años, sino dentro de 4.500 millones, unos 600 millones de años más tarde de lo previsto.

Y ahora, el Hubble nos proporciona una 'foto' de cómo podría ser ese momento.


Fuente: ABC

30 de mayo de 2021

ALMA descubre la galaxia en espiral más antigua

 Imagen de ALMA de la galaxia BRI 1335-0417 hace 12.400 millones de años. ALMA detectó emisiones de iones de carbono en la galaxia. Los brazos espirales son visibles a ambos lados del área compacta y brillante en el centro de la galaxia. Crédito: ALMA (ESO / NAOJ / NRAO), T. Tsukui & S. Iguchi

Al analizar los datos obtenidos con el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), investigadores encontraron una galaxia con una morfología en espiral, tan solo 1.400 millones de años después del Big Bang. Esta es la galaxia más antigua de su tipo jamás observada. Además, el descubrimiento de una galaxia con estructura en espiral en una etapa tan temprana entrega una pista esencial para resolver una pregunta clásica de la astronomía: «¿Cómo y cuándo se formaron las galaxias espirales?»

«Estaba emocionado porque nunca había visto una evidencia tan clara de un disco giratorio, una estructura en espiral y una estructura de masa centralizada en una galaxia distante en ninguna publicación anterior», dice Takafumi Tsukui, estudiante de posgrado en la Universidad SOKENDAI de Japón y autor principal de la investigación publicada en la revista Science. «La calidad de los datos de ALMA fue tan buena que me permitió ver detalles como si se tratara de una galaxia cercana».

La Vía Láctea, donde vivimos, es una galaxia espiral. Las galaxias espirales son objetos fundamentales en el Universo y representan hasta el 70% del número total de galaxias. Sin embargo, estudios han demostrado que la proporción de galaxias espirales disminuye rápidamente a medida que miramos hacia atrás en la historia del Universo. Entonces, ¿cuándo se formaron las galaxias espirales?

Tsukui y su supervisor Satoru Iguchi, profesor de SOKENDAI y del Observatorio Astronómico Nacional de Japón (NAOJ), notaron una galaxia llamada BRI 1335-0417 en el Archivo Científico de ALMA. La galaxia existió hace 12,4 mil millones de años y contenía una gran cantidad de polvo, oscureciendo la luz de las estrellas, y dificultando el estudio en detalle de esta galaxia con luz visible. Por otro lado, ALMA puede detectar emisiones de radio de iones de carbono en la galaxia, lo que permite a los astrónomos investigar lo que está sucediendo al interior de la galaxia.

Los investigadores encontraron una estructura en espiral que se extiende unos 15.000 años luz desde el centro de la galaxia, lo que equivale a un tercio del tamaño de la Vía Láctea. La masa total estimada de estrellas y materia interestelar en BRI 1335-0417 es aproximadamente idéntica a la de la Vía Láctea.

«Como BRI 1335-0417 es un objeto muy distante, es posible que no podamos ver el verdadero borde de la galaxia en esta observación», comenta Tsukui. «Para una galaxia que existió en el Universo temprano, BRI 1335-0417 era gigante».

Simulación hecha con una supercomputadora de la formación de galaxias espirales. Durante unos 13.500 millones de años, las pequeñas galaxias se fusionan una tras otra en una única galaxia espiral gigante. Nótese que este video fue creado en 2007 y no es una reproducción del estudio actual. Crédito: Takaaki Takeda, Sorahiko Nukatani, Takayuki Saito, Proyecto 4D2U, NAOJ

Entonces la pregunta es, ¿cómo se formó esta estructura en espiral distinta en solo 1.400 millones de años desde el Big Bang? Los investigadores consideraron múltiples causas posibles y sugirieron que podría deberse a una interacción con una pequeña galaxia. BRI 1335-0417 está formando estrellas activamente, y los investigadores encontraron que el gas en la parte exterior de la galaxia es gravitacionalmente inestable, lo que favorece la formación de estrellas. Es probable que esta situación ocurra cuando se suministra una gran cantidad de gas desde el exterior, posiblemente debido a colisiones con galaxias más pequeñas.

El destino de BRI 1335-0417 también está envuelto en misterio. Se cree que las galaxias que contienen grandes cantidades de polvo y producen activamente estrellas en el Universo antiguo son los antepasados de las galaxias elípticas gigantes del Universo actual. En ese caso, BRI 1335-0417 cambiaría en el futuro su forma de una galaxia de disco a una elíptica. O, contrariamente a la visión convencional, la galaxia puede seguir siendo una galaxia espiral durante mucho tiempo. Así, BRI 1335-0417 jugará un papel esencial en el estudio de la evolución de la forma de las galaxias a lo largo de la historia del Universo.

«Nuestro Sistema Solar se aloja en uno de los brazos espirales de la Vía Láctea», explica Iguchi. «Rastrear las raíces de la estructura en espiral nos proporcionará pistas sobre el entorno en el que nació el Sistema Solar. Espero que esta investigación avance aún más en nuestra comprensión de la historia de la formación de galaxias».


Fuentes: ALMA

26 de junio de 2019

NGC 4051: una galaxia explosiva en la constelación de la Osa Mayor



Cuando la corta vida de una estrella masiva llega a su fin, se produce una poderosa explosión de luz y material conocida como supernova. Este tipo de eventos son tan brillantes que una supernova puede competir temporalmente en brillo con toda una galaxia, para eventualmente desaparecer sin dejar rastro.

Estas estrellas explosivas producen un brillo tan intenso que cuando estallan pueden ser detectadas desde la Tierra fácilmente. En esta imagen, obtenida por el Telescopio Hubble de la NASA, se muestra a la galaxia espiral conocida como NGC 4051, la cual se ubica a 45 millones de años de distancia en la constelación de la Osa Mayor.

Desde 1983, se han detectado tres estallidos de supernova en NGC 4051: la primera en 1983 (SN 1983I), la segunda en el 2003 (SN 2003ie) y la más reciente en el 2010 (SN 2010br). Las supernovas SN 1983I y 2010br fueron catalogadas como supernova tipo Ic, las cuales se producen cuando colapsa el núcleo de una estrella masiva que ha perdido sus capas externas de hidrógeno y helio, ya sea a través de vientos estelares o por transferencia de masa a una estrella acompañante.

NGC 4051 forma parte del cúmulo galáctico conocido como Cúmulo Osa Mayor I; el cual es una subdivisión del Supercúmulo de Virgo, de cual también forma parte la Vía Láctea.

Crédito: NASA / ESA / Hubble

20 de septiembre de 2018

ASTRONOMÍA - El VLT obtiene imágenes de la galaxia espiral NGC 3981



FORS2, un instrumento instalado en el VLT (Very Large Telescope) de ESO, ha observado la galaxia espiral NGC 3981 en todo su esplendor. La imagen fue captada como parte del programa Joyas Cósmicas de ESO, que aprovecha las escasas ocasiones en las que las condiciones de observación no son adecuadas para recabar datos científicos. En lugar de permanecer inactivo, el programa Joyas Cósmicas de ESO aprovecha ese tiempo y utiliza los telescopios de ESO para captar impresionantes imágenes de los cielos del sur.

Esta maravillosa imagen muestra la resplandeciente galaxia espiral NGC 3981 suspendida en la negrura del espacio. Esta galaxia, que se encuentra en la constelación de Crater (la taza), fue fotografiada en mayo de 2018 con FORS2 (FOcal Reducer and low dispersion Spectrograph 2, reductor focal y espectrógrafo de baja dispersión 2), instalado en el VLT (Very Large Telescope) de ESO.

FORS2 está instalado en la Unidad de Telescopio 1 (Antu) del VLT, en el Observatorio Paranal de ESO, en Chile. Entre la batería de instrumentos de vanguardia montados en las cuatro unidades de telescopio del VLT, FORS2 destaca por su extrema versatilidad. Igual que una “navaja suiza”, este instrumento (además de ser capaz de producir hermosas imágenes como esta) es capaz de estudiar una gran variedad de objetos astronómicos de muy diversas maneras.

La extrema sensibilidad de FORS2 reveló brazos espirales de NGC 3981, cargados de polvo en forma de vastas corrientes y de regiones de formación estelar, y un disco prominente de jóvenes estrellas calientes. La galaxia está inclinada hacia la Tierra, permitiendo a los astrónomos observar justo en el corazón de esta galaxia y estudiar su centro luminoso, una región altamente energética que contiene un agujero negro supermasivo. También se muestran estructuras espirales periféricas de NGC 3981, algunas de las cuales parecen haber sido estirada hacia el exterior de la galaxia, probablemente debido a la influencia gravitatoria de un pasado encuentro galáctico.

NGC 3981 tiene muchos vecinos galácticos. Aproximadamente a unos 65 millones de años luz de la Tierra, la galaxia es parte del Grupo NGC 4038, que también contiene a las conocidas Galaxias Antena, que son galaxias en interacción. Este grupo forma parte de la gran Nube de Cráter, que es sí misma un componente más pequeño del Supercúmulo de Virgo, la titánica colección de galaxias que alberga nuestra propia galaxia Vía Láctea.

NGC 3981 no es el único objeto interesante de esta imagen. Además de varias estrellas en primer plano de nuestra galaxia, la Vía Láctea, FORS2 también captó un asteroide solitario atravesando el cielo: se trata de la débil línea que puede verse hacia la parte superior de la imagen. Este asteroide, sin quererlo, ha ilustrado el proceso utilizado para crear imágenes astronómicas, con las tres exposiciones diferentes de la ruta del asteroide que componen esta imagen, que se muestra en las secciones del azul, el verde y el rojo.

Fuente: https://www.eso.org

13 de septiembre de 2018

ASTRONOMÍA - Una joya galáctica



Esta maravillosa imagen muestra la resplandeciente galaxia espiral NGC 3981 suspendida en la negrura del espacio. Esta galaxia, que se encuentra en la constelación de Crater (la taza), fue fotografiada en mayo de 2018 con FORS2 (FOcal Reducer and low dispersion Spectrograph 2, reductor focal y espectrógrafo de baja dispersión 2), instalado en el VLT (Very Large Telescope) de ESO.

FORS2 está instalado en la Unidad de Telescopio 1 (Antu) del VLT, en el Observatorio Paranal de ESO, en Chile. Entre la batería de instrumentos de vanguardia montados en las cuatro unidades de telescopio del VLT, FORS2 destaca por su extrema versatilidad. Igual que una "navaja suiza", este instrumento (además de ser capaz de producir hermosas imágenes como esta) es capaz de estudiar una gran variedad de objetos astronómicos de muy diversas maneras.

La extrema sensibilidad de FORS2 reveló brazos espirales de NGC 3981, cargados de polvo en forma de vastas corrientes y de regiones de formación estelar, y un disco prominente de jóvenes estrellas calientes. La galaxia está inclinada hacia la Tierra, permitiendo a los astrónomos observar justo en el corazón de esta galaxia y estudiar su centro luminoso, una región altamente energética que contiene un agujero negro supermasivo. También se muestran estructuras espirales periféricas de NGC 3981, algunas de las cuales parecen haber sido estirada hacia el exterior de la galaxia, probablemente debido a la influencia gravitatoria de un pasado encuentro galáctico.








































(Foto: ESO)

NGC 3981 tiene muchos vecinos galácticos. Aproximadamente a unos 65 millones de años luz de la Tierra, la galaxia es parte del Grupo NGC 4038, que también contiene a las conocidas Galaxias Antena, que son galaxias en interacción. Este grupo forma parte de la gran Nube de Cráter, que es sí misma un componente más pequeño del Supercúmulo de Virgo, la titánica colección de galaxias que alberga nuestra propia galaxia Vía Láctea.

 

NGC 3981 no es el único objeto interesante de esta imagen. Además de varias estrellas en primer plano de nuestra galaxia, la Vía Láctea, FORS2 también captó un asteroide solitario atravesando el cielo: se trata de la débil línea que puede verse hacia la parte superior de la imagen. Este asteroide, sin quererlo, ha ilustrado el proceso utilizado para crear imágenes astronómicas, con las tres exposiciones diferentes de la ruta del asteroide que componen esta imagen, que se muestra en las secciones del azul, el verde y el rojo.

Esta imagen proviene del programa Joyas cósmicas de ESO, una iniciativa de divulgación que pretende producir imágenes de objetos interesantes, enigmáticos o visualmente atractivos utilizando telescopios de ESO, con un fin educativo y divulgativo. El programa hace uso de tiempo de telescopio que no puede utilizarse para observaciones científicas. En caso de que los datos obtenidos puedan ser útiles para futuras aplicaciones científicas, estas observaciones se conservan y se ponen a disposición de los astrónomos a través de los archivos científicos de ESO. 

Fuente: ESO

5 de julio de 2018

El universo



¿Dónde estamos?

Nuestro pequeño planeta, inmerso en el espacio, que gira alrededor de una estrella común, se encuentra en el brazo (brazo de Orión) de una enorme galaxia espiral, la Vía Láctea, una más de las innumerables que se encuentran distribuidas por el universo. Cerca de la Tierra se encuentran otros planetas, planetas enanos, satélites, asteroides y cometas, todos ellos orbitando nuestro Sol, atrapados por su potente fuerza de atracción gravitatoria, formando lo que llamamos el Sistema Solar. 


 
   Representación artística de la Vía Láctea        Representación artística del Sistema Solar
   Crédito: NASA

Alrededor de nuestro sistema estelar, a miles de años luz de distancia, se encuentran millones y millones de estrellas de todo tipo, enanas, supergigantes, agujeros negros, púlsares, estrellas múltiples ...; hay lugares donde nacen las estrellas y otros donde quedan los restos de las muertes de otras, como las nebulosas; y existen lugares donde parecen congregarse las estrellas, como los cúmulos. Todo este impresionante conjunto forma nuestra galaxia, la Vía Láctea. Se piensa que nuestra galaxia puede albergar unos 100.000 millones de estrellas.

La Vía Láctea se encuentra en un grupo de galaxias, el llamado Grupo Local, formado por unas 30 galaxias, divididas en 3 grandes grupos, uno por cada galaxia masiva del grupo:

- El Sistema de Andrómeda, que lo integran la propia Andrómeda (M31), M32, M110, NGC 147, NGC 185, Andrómeda I, Andrómeda II, Andrómeda III y Andrómeda IV.

- El Sistema de la Vía Láctea, integrado por la Vía Láctea, Enana de Sagitario, Gran Nube de Magallanes, Pequeña Nube de Magallanes, Enana de Ursa Minor, Enana de Draco, Enana de Carina, Enana de Sextans, Enana de Sculptor, Enana de Formas, Leo I, Leo II y Enana de Tucana.

- El Sistema del Triángulo, integrado por M33 y Enana de Piscis.

Galaxia NGC 4038-4039
Crédito: NASA , ESA , and the Hubble Heritage Team ( STScI / AURA )- ESA /Hubble Collaboration








Galaxia espiral del Triángulo (M33)
Crédito: NASA













A su vez, este cúmulo de galaxias, queda integrado dentro del Supercúmulo de Virgo, el cual está formado por unos 10 grupos o cúmulos de galaxias. Se estima que pueden existir unos 10 millones de supercúmulos en el universo.

Cómo comenzó
Se cree que todo comenzó hace unos 15.000 millones de años, cuando todo el material del universo se encontraba concentrado en un solo punto. Las investigaciones indican que hubo una gran explosión, el llamado Big Bang, y desató el inicio de la formación del universo. En los primeros instantes de la explosión el universo se convierte en una inmensa bola de fuego que aumenta de tamaño a muchísima velocidad y con una temperatura de miles de millones de grados. 
Aproximadamente un minuto después de la explosión, el universo se ha convertido en un enorme reactor termonuclear y se comienzan a formar los primeros núcleos de helio a partir de los de hidrógeno. Es necesario que transcurran miles de años para que la temperatura descienda lo suficiente para que se puedan formar los átomos, es entonces cuando la materia comienza a agruparse por la fuerza de la gravedad y surgen las primeras estrellas. Se necesitarán aún miles de millones de años para que, gracias a la formación de inmensas nubes de gas, compuestas primordialmente de hidrógeno y helio, y por su propia gravitación, comiencen a aparecer las primeras galaxias.

Evolución del universo y de las galaxias
Crédito: NASA, ESA y A. Feild (STScl)

Galaxias espirales, NGC 2207 y 2163 interactuando
Crédito: NASA, ESA, Hubble Heritage Team (STScl)

No se conoce la forma exacta del mecanismo de la formación de una estrella, pero de alguna manera el gas se empieza a aglutinar en diferentes puntos bajo el efecto de su propia gravedad, formando nubes cada vez más densas. Un núcleo denso, que podría ser unas 60 veces mayor que el sol, la protoestrella, empieza a formase rodeado por un halo de gas. Debido al aumento de presión, cada vez mayor, y tras unos 50.000 años, el centro de la protoestrella se vuelve tan caliente que da principio la combustión nuclear y se inicia la transformación de átomos de hidrógeno en átomos de helio. Ha nacido una estrella.

La fuerza de expansión de la energía liberada en esta transformación contrarresta la fuerza de la gravedad de la estrella, lo que impide que se colapse totalmente y se estabilice. Al cabo de unos 10 millones de años se acaba el hidrógeno del núcleo. Al no existir una fuerza que contrarreste a la gravedad, éste se contrae y calienta aún más. Al mismo tiempo, el hidrógeno restante, en una corteza exterior, continúa fusionándose y se convierte en helio; la estrella se expande hasta llegar a ser una gigante roja. 

El núcleo se calienta al grado de poder convertir, por fusión, el helio en carbono. En fusiones sucesivas, el carbono da origen a elementos mas pesados, hasta llegar al hierro. Al llegar a éste ya no se genera más energía por fusión nuclear, y la parte media de la estrella se desintegra en forma catastrófica por efecto de su propia gravedad. El colapso libera energía hacia las partes exteriores y origina la explosión mas violenta que se conoce en el universo: la supernova.

Supernova 1994D en Galaxia NGC 4526 (abajo-izquierda)
Crédito: NASA, ESA, The Hubble Key Project Team, and The High-Z Supernova Search Team








Después de la explosión, la supernova despide ondas de choque y nubes de gas. A partir de este gas se forma una nueva generación de estrellas, enriquecidas con elementos creados en las fusiones de la vieja estrella y elementos mas pesados creados en la tremenda explosión, y en el caso el Sol, de planetas en los que puede evolucionar la vida. Así, cada átomo de nuestro mundo se fusionó en el núcleo incandescente de una estrella gigante, que al explotar esparció los elementos necesarios para la formación de estrellas y planetas. Fue la primera generación de estrellas, estrellas gigantes, las cuales han desaparecido casi en su totalidad, y vivimos gracias a su legado. No todas las estrellas de la primera generación fueron así, pero estas son las que hicieron posible la creación de los planetas y de nosotros mismos.

De la supernova solo sobrevive el núcleo, de una extraordinaria densidad y de pocos kilómetros de diámetro. La enorme presión generada logra triturar absolutamente todo hasta convertirlo en neutrones, los que se concentran y compactan. Ha nacido una estrella de neutrones, la cual gira hasta 30 veces por segundo y emite señales de radio que se concentran en los polos magnéticos. Al barrer el espacio como el haz de la luz de un faro, los radioastrónomos captan esas señales en forma de pulsaciones, por ello, en su descubrimiento se los llamó púlsares.

Si la masa inicial es de 50 veces la del Sol, en vez de convertirse en una supernova, la inmensa fuerza de la gravedad hará que la estrella implosione sin remedio hasta convertirla en un agujero negro, donde ni siquiera la luz es capaz de escapar al intenso campo gravitatorio y donde el espacio y el tiempo se funden y contraen.

Visión artística de un agujero negro
Crédito: NASA, G. Bacon (STScl)






Nuestro sistema

Durante la formación de una estrella como el Sol, los fragmentos de una nube de gas llegan a tardar un millón de años en contraerse hasta el tamaño del sistema solar. A medida que la nube se compacta, la liberación de energía gravitacional calienta el núcleo, el cual comienza a resplandecer. Un millón de años después de la condensación de la nube original, el Sol medía la mitad de su diámetro actual y su brillantez era de una vez y media la de la actual. En su núcleo se inician las reacciones termonucleares. La rotación obtenida al contraerse, aplanó la nube original y la cambió a un disco plano. El polvo y el gas del disco se aglutinaron en la periferia hasta formar protoplanetas.

30 millones de años después, el Sol alcanzó un estado semejante al que tiene ahora. Se inicia la transformación de hidrógeno en helio. Los protoplanetas crecieron lo suficiente para lograr atraer casi todas las partículas circundantes y convertirse así en planetas. El sistema se estabiliza y transcurren unos 4.600 millones de años así.

El hidrógeno de nuestra estrella se consumirá en unos 4.000 millones de años más. En ese momento, la combustión del hidrógeno se extenderá a las capas exteriores, las cuales se expandirán, como una gigante roja, absorbiendo en ese proceso a todos los planetas interiores. El helio que quedaba en el núcleo también se agotará, haciendo que el núcleo se contraiga y se caliente más, aunque no lo suficiente como para quemar elementos mas pesados. Las capas superiores del hidrógeno sin quemar se expandirán y formarán una nebulosa planetaria, y las capas inferiores darán lugar a una estrella enana blanca. Con el tiempo, la enana blanca se enfriará hasta convertirse en una enana negra, fría y densa, que no irradiará energía y será invisible.

Nebulosa Planetaria
Crédito: NASA, Raghvendra Sahai, John Trauger (JPL), and the WFPC2 Science Team









Visión artística de una enana blanca, Sirio B
Crédito: NASA, ESA y G. Bacon (STScl)









Nacimiento de un planeta

De una forma similar a las estrellas se forman los planetas, pues se forman a partir de las mismas nubes de gas y polvo, con la diferencia de que se trata de objetos en los que no se desarrollan procesos de fusión nuclear. 

El comienzo de su creación parte de los discos de gas y polvo que se han observado alrededor de algunas estrellas recién formadas, discos en los que las partículas se atraen unas a otras y se fusionan en objetos que cada vez tienen un mayor tamaño. Con el incremento de masa, se aumenta cada vez más rápidamente su fuerza de atracción sobre los objetos circundantes, terminando por "limpiar" la vecindad de su órbita.

Anillo de polvo alrededor de Fomalhaut. Estas observaciones se consideran la evidencia de la presencia de un planeta gigante modelando la densidad de polvo en el anillo de material observado.
Crédito: NASA , ESA , P. Kalas and J. Graham (University of California, Berkeley) and M. Clampin ( NASA /GSFC)


Ilustración del supuesto planeta que orbita Fomalhaut por el interior del anillo, con estrellas y constelaciones de fondo, incluido el Sol en la constelación de Leo.
Crédito: NASA , ESA and A. Feild ( STScI )












En nuestro sistema contamos con ocho planetas, cuatro de tipo telúrico o rocosos (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) y otros cuatro de tipo joviano, esencialmente gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).

Desde el año 1955, cuando se descubrió el primer planeta extrasolar (exoplaneta) orbitando la estrella 51 Pegasi b, la cifra ha ascendido a mas de 200 planetas, que en su mayoría corresponden con planetas gigantescos del tipo joviano y en algunos casos corresponden con sistemas planetarios múltiples (mas de un planeta orbitando una misma estrella, siendo el primer sistema múltiple detectado el de Upsilom Andromedae), aunque esto es normal, pues son los más fáciles de detectar con los medios técnicos disponibles. El planeta con una masa mas parecida a nuestra Tierra es OGLE-2005-BLG-390L b, orbitando a una estrella en la constelación de Sagitario, con unas 5,5 veces la masa de la Tierra.

Visión artística del exoplaneta OGLE-2005-BLG-390L b
Crédito: NASA y ESA












Como evolucionan las estrellas

Como será una estrella y su final depende casi en exclusiva de la masa que tenía la nube de gas que se compactó para crearla. Si la nube original no tuviera la masa suficiente para iniciar procesos termonucleares del hidrógeno, se parecerían mas a un planeta gaseoso como Júpiter. A estas estrellas se las denomina enanas marrones. Objetos con una masa inferior a 80 veces la masa de Júpiter exhiben este comportamiento.

Objeto candidato a enana marrón (B), CHXR 73 B. orbitando alrededor de una enana roja (A)
Crédito: NASA, ESA y K. Luhman (Penn State University)












Si la masa inicial está por debajo de 0,5 veces la del Sol, solo conseguirán quemar el hidrógeno, convirtiéndose en enanas blancas de helio, con una vida en torno a los 50.000 millones de años. Son los objetos más longevos del universo.

Si la masa está entre 0,5 y 10 veces la del Sol, al agotar el hidrógeno serán capaces de calentarse lo suficiente como para iniciar la combustión del helio, acabando sus días como enanas blancas de carbono y oxígeno; y formando una nebulosa planetaria. Es el caso de nuestra estrella.

Si la masa es superior a 11 veces la del Sol, evolucionan a través de todas las fases de combustión hasta llegar al hierro y agotar así toda la energía potencial nuclear de que disponen. El final de estas estrellas será el inmenso estallido de una supernova, dejando como remanente una estrella de neutrones.

Más allá de las 50 masas solares, la gravedad es tan excesiva que no hay nada que pueda contrarrestar el colapso total de la estrella, convirtiéndose en un agujero negro.

Cómo acabará
Desde el gran estallido original, Big Bang, el universo se sigue expandiendo, y las últimas mediciones indican que cada vez lo hace a mayor velocidad. Al mismo tiempo, toda la materia del universo se atrae la una a la otra por efecto de la gravedad. Esta fuerza podría ser capaz de detener la expansión, incluso de invertirla, todo dependerá de la cantidad de materia que exista, y esta es la gran incógnita, pues solo somos capaces de ver aproximadamente el 1% del total. El 99% restante la materia se cree que está ubicada en los inmensos halos que rodean a las galaxias, pero no la podemos ver ni medir, a esta materia es a la que se denomina materia oscura.

Dependiendo de la cantidad de materia total se vierten dos hipótesis:

La primera se basa en que la masa total existente no será suficiente para detener la expansión, abocando al universo a una expansión infinita, en la que las estrellas terminarán por consumir el total del combustible disponible y se terminarán apagando. Se trata de un universo oscuro, frío y yelmo. Se trata del Big Rip o Gran Desgarramiento, en la que la gravedad se llega a hacer tan débil que primero los sistemas solares perderían su cohesión, se difuminarían las estrellas y los planetas y al final terminarían destruyéndose los átomos, llegando el fin del tiempo, el cual se ha estimado en unos 35.000 millones de años.

La segunda es todo lo contrario. Si la masa disponible en el universo es suficiente para detener la expansión e invertirla, donde el universo volvería a comprimirse hasta colapsarse en una singularidad dentro de unos 20.000 millones de años, se trata del Big Crunch o la Gran Implosión. Este colapso podría volver a originar un nuevo Big Bang.

Posibles escenarios para el universo
Crédito: NASA y A. Feild (STScl)

Fuentes: el cielo del mes

22 de abril de 2017

El corazón resplandeciente de la galaxia NGC 1097



Esta imagen, tomada por el Telescopio Espacial Hubble, muestra el brillante anillo que rodea el núcleo de la galaxia espiral barrada, conocida como NGC 1097. Está ubicada a 45 millones de años luz de distancia en la constelación de Fornax.

NGC 1097 es una galaxia Seyfert. En su núcleo se esconde un agujero negro supermasivo con una masa de 100 millones de masas solares. El área alrededor del agujero negro brilla debido a la radiación producida por el material que está siendo devorado por el agujero negro.

El brillante anillo alrededor del núcleo contiene regiones donde se forman estrellas a un ritmo elevado, debido al enorme flujo de material que es atraído hacia el centro galáctico. Estas regiones formadoras de estrellas brillan gracias a la emisión de nubes de hidrógeno ionizado. El anillo tiene un diámetro de alrededor de 5.000 años luz. Entre 1992 y 2003, se produjeron tres estallidos de supernova en esta galaxia.

Crédito: NASA / ESA / Hubble

23 de agosto de 2015

Observan la estructura del campo magnético de la galaxia espiral IC 342



Un estudio reciente basado en observaciones detalladas de IC 342, una galaxia cercana a la Vía Láctea, permitió detectar un campo magnético enroscado alrededor de su brazo espiral principal. El descubrimiento ayuda a explicar cómo se forman los brazos de las galaxias espirales, y muestra cómo el gas es canalizado hacia el núcleo de la galaxia, que probablemente alberga un agujero negro.

IC 342 se encuentra a unos 10 millones de años luz de la Tierra, y fue observada usando las antenas del radiotelescopio VLA, al suroeste de los Estados Unidos, y la antena de 100 metros de diámetro del radiotelescopio de Effelsberg, en Alemania. Los datos obtenidos por ambos observatorios fueron combinados mediante un proceso denominado interferometría para revelar las estructuras magnéticas de la galaxia.


Mosaico que combina una imagen óptica de la galaxia IC 342 con las observaciones realizadas mediante los radiotelescopios Effelsberg y VLA. Las líneas negras muestran la orientación de las líneas del campo magnético. Créditos de la imagen de radio: R. Beck, MPIfR – NRAO/AUI/NSF. Imagen de fondo: T.A. Rector, University of Alaska Anchorage – H. Schweiker, WIYN – NOAO/AURA/NSF.
Los resultados sorprendieron a los investigadores, ya que mostraron un enorme bucle magnético, trenzado en forma de hélice alrededor del brazo principal de la galaxia espiral. Esa característica, nunca antes observada en una galaxia, es lo suficientemente fuerte para afectar el flujo de gas a lo largo del brazo. El autor principal del estudio, el astrónomo alemán Rainer Beck, del Instituto Max Planck de Radioastronomía (MPIfR) en Bonn, Alemania, indicó que el descubrimiento “ayuda a resolver algunas preguntas significativas sobre el proceso de formación y evolución de las galaxias”.

Los científicos consideran poco probable que los brazos de una galaxia espiral puedan formarse solamente por obra de las fuerzas gravitacionales. “Esta nueva imagen de IC 342 nos indica que los campos magnéticos galácticos también tienen un rol importante en la formación de los brazos espirales”, agregó Beck.

Las observaciones también proporcionaron indicios sobre otro aspecto de la galaxia, una región central sumamente brillante, que probablemente albergue un agujero negro, y también está produciendo nuevas estrellas de manera prolífica. Mantener semejante ritmo de formación estelar requiere alimentar la zona con un flujo constante de gas desde las regiones exteriores de la galaxia hacia el centro. El equipo liderado por Beck determinó que las líneas del campo magnético en el interior de IC 342 apuntan hacia el centro de la galaxia, con lo que podrían estar actuando como soporte para el desplazamiento de ese gas hacia el núcleo.


Emisión polarizada a gran escala en las ondas de radio provenientes de la galaxia IC 342, observada en una longitud de onda de 6 centímetros. El campo visual de la imagen es de 0,75° por 0,75°, y el diámetro angular de la galaxia, de 0,5°, es comparable al de la Luna llena en el firmamento terrestre. Las líneas negras muestran la orientación de las líneas del campo magnético. Créditos: R. Beck, MPIfR / NRAO.

La estructura magnética de IC 342 fue determinada midiendo la orientación, o polarización, de las ondas de radio emitidas por la galaxia, que resulta perpendicular a la orientación del campo magnético. Se analizaron observaciones en numerosas longitudes de onda, a fin de corregir distorsiones en la polarización causadas por el paso de las ondas de radio a través de otros campos magnéticos interestelares en su trayecto hacia la Tierra.

IC 342 se encuentra en la constelación septentrional de Camelopardalis, cerca del ecuador galáctico, por lo que está parcialmente oscurecida por nubes de polvo pertenecientes a nuestra propia galaxia, la Vía Láctea. De no ser así, sería visible en el firmamento terrestre con un diámetro similar al de la Luna llena, aunque de todos modos puede ser identificada claramente usando binoculares. 


El radiotelescopio de Effelsberg posee un amplio campo visual, por lo cual pudo obtener una imagen global de la galaxia. La elevada resolución aportada por la formación de antenas del VLA, por su parte, permitió observar los detalles más sutiles. La imagen final, que muestra la estructura del campo magnético galáctico en toda su magnitud, fue producida combinando cinco imágenes del VLA, obtenidas a lo largo de 24 horas de observaciones, con 30 horas de datos aportados por Effelsberg.



Fuentes: Astronomia Online, Astronomy & Astrophysics,MPG

18 de mayo de 2015

¿Y si las galaxias murieran por estrangulación?

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Las galaxias muertas o inactivas no tienen la materia prima necesaria para producir nuevas estrella


Según un estudio publicado en «Nature» las galaxias activas que producen estrellas se consumen poco a poco y no de forma abrupta


Hay cientos de millares de millones de galaxias en la fracción observable del universo, repletas de estrellas y quién sabe de cuántos planetas. En vez de sentir vértigo por lo apabullante de estas cifras, los astrofísicos han aprendido a usar la luz que llega hasta los telescopios, después de que haya viajado miles de millones de años, para obtener mucha información acerca de las galaxias. Con ella son capaces de inferir (no siempre con mucha precisión) la masa, la velocidad, el tamaño y la composición de muchos de estos universos que surcan el «vacío». Y por eso, con el paso de los años se ha descubierto que hay galaxias activas que actúan como criaderos de estrellas, y otras «estériles» a las que solo les quedan estrellas viejas e hinchadas.

Esto despierta la duda de si a estas galaxias decrépitas la muerte les llega de forma lenta y progresiva, dulce se podría decir, o si por el contrario es más bien traumática. Para averiguarlo, los científicos siempre han estudiado la composición de hidrógeno y de metales de las galaxias, puesto que el primero es la materia prima básica para hacer estrellas, y por tanto es más abundante en galaxias activas, mientras que los segundos se van produciendo a medida que nacen nuevas estrellas. Pues bien, según un estudio publicado este miércoles en la revista «Nature», que ha analizado estas huellas dactilares de composición galáctica, parece ser que las galaxias agotan poco a poco el gas con el que crían nuevas estrellas y que por ello mueren por «estrangulación».

«Descubrimos que el contenido de metal de una galaxia muerta es mayor que el de una galaxia activa de masa similar», ha explicado Roberto Maiolino, co-autor del nuevo estudio en el que han participado la Universidad de Cambridge y el Real Observatorio de Edimburgo. Esto quiere decir, según los investigadores, que el proceso de formación de nuevas estrellas se va apagando progresivamente, lo que «es consistente con un proceso de estrangulación (agotamiento paulatino de este gas)».

En caso contrario, en el momento en que se produjera una muerte abrupta, la formacion de las estrellas se detiendría de repente, y el contenido de metales de un cadáver reciente debería ser similar al de un cadáver más antiguo. Resultado que no se ha encontrado en este estudio. 


Recoger las huellas de las galaxias

Aunque no es posible analizar la evolución de cada galaxia por separado, porque harían falta muchos millones de años de seguimiento, los investigadores han analizado los niveles de metales («metalicidad») de más de 26.000 galaxias de tamaño medio, tanto activas como muertas.


Cada galaxia tiene su propia tasa de formación de nuevas estrellas (NASA)

«Los metales son una huella muy poderosa de la historia de la formación de estrellas: cuantas más estrellas sean formadas por la galaxia, más contenido de metal encontraremos ahí», ha declarado Yingjie Peng, el director de la investigación. Sin embargo, tal como dice, aún faltan algunas piezas para entender el puzzle. «Tenemos la primera evidencia de que las galaxias son estranguladas hasta la muerte (...). Lo siguiente, es averiguar quién lo está causando».

Y aún quedan otras dudas por resolver. Por ejemplo, mientras que las galaxias que tienen forma de espiral tienen criaderos de estrellas en los brazos, las que tienen forma de lenteja (lenticulares) tienen una formación de estrellas casi nula.


Fuentes: ABC.es

19 de octubre de 2014

El Hubble Capta una Polvorienta Galaxia Espiral en Virgo

Imagen de la la galaxia espiral NGC 4206 captada por el Hubble. Image Credit:ESA/NASA/Hubble

Esta magnífica nueva imagen captada con el Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA muestra el borde de la galaxia espiral NGC 4206, situada a unos 70 millones de años luz de distancia de la Tierra en la constelación de Virgo.

EN la imagen se pueden apreciar vastas franjas de polvo, algunas de los cuales están oscureciendo el centro de la galaxia. Hacia los bordes de la galaxia, los cúmulos dispersos, de un color azulado, marcan las zonas donde están naciendo estrellas. También se pueden apreciar estrellas mucho más antiguas, más rojizas, donde la formación de estrellas es muy escasa.

NGC 4206 fue fotografiada como parte de una encuesta instantánea del Hubble de las galaxias espirales cercanas para medir el efecto que el material entre las estrellas - conocido como medio interestelar - tiene en la luz a medida que viaja a través de él. A través de su Cámara Avanzada para Inspecciones, el Hubble puede revelar información sobre el material polvoriento y el gas hidrógeno en las partes frías del medio interestelar. Los astrónomos son capaces de cartografiar la absorción y dispersión de la luz por el material - un efecto conocido como extinción - lo que hace que los objetos parezcan más rojos para nosotros, los observadores.

NGC 4206 es visible con la mayoría de los telescopios de aficionados en magnitud 13. Fue descubierta por el astrónomo británico William Herschel el 17 de abril 1784.

6 de julio de 2014

El universo



Representación artística de la Vía Láctea
Crédito: NASA















 


Representación artística del Sistema Solar
Crédito: NASA









¿Dónde estamos?

Nuestro pequeño planeta, inmerso en el espacio, que gira alrededor de una estrella común, se encuentra en el brazo (brazo de Orión) de una enorme galaxia espiral, la Vía Láctea, una más de las innumerables que se encuentran distribuidas por el universo. Cerca de la Tierra se encuentran otros planetas, planetas enanos, satélites, asteroides y cometas, todos ellos orbitando nuestro Sol, atrapados por su potente fuerza de atracción gravitatoria, formando lo que llamamos el Sistema Solar.


Alrededor de nuestro sistema estelar, a miles de años luz de distancia, se encuentran millones y millones de estrellas de todo tipo, enanas, supergigantes, agujeros negros, púlsares, estrellas múltiples ...; hay lugares donde nacen las estrellas y otros donde quedan los restos de las muertes de otras, como las nebulosas; y existen lugares donde parecen congregarse las estrellas, como los cúmulos. Todo este impresionante conjunto forma nuestra galaxia, la Vía Láctea. Se piensa que nuestra galaxia puede albergar unos 100.000 millones de estrellas.

La Vía Láctea se encuentra en un grupo de galaxias, el llamado Grupo Local, formado por unas 30 galaxias, divididas en 3 grandes grupos, uno por cada galaxia masiva del grupo:

- El Sistema de Andrómeda, que lo integran la propia Andrómeda (M31), M32, M110, NGC 147, NGC 185, Andrómeda I, Andrómeda II, Andrómeda III y Andrómeda IV.

- El Sistema de la Vía Láctea, integrado por la Vía Láctea, Enana de Sagitario, Gran Nube de Magallanes, Pequeña Nube de Magallanes, Enana de Ursa Minor, Enana de Draco, Enana de Carina, Enana de Sextans, Enana de Sculptor, Enana de Formas, Leo I, Leo II y Enana de Tucana.

- El Sistema del Triángulo, integrado por M33 y Enana de Piscis.




Galaxia NGC 4038-4039
Crédito: NASA , ESA , and the Hubble Heritage Team ( STScI / AURA )- ESA /Hubble Collaboration


















Galaxia espiral del Triángulo (M33)
Crédito: NASA 
















A su vez, este cúmulo de galaxias, queda integrado dentro del Supercúmulo de Virgo, el cual está formado por unos 10 grupos o cúmulos de galaxias. Se estima que pueden existir unos 10 millones de supercúmulos en el universo.

Cómo comenzó

Se cree que todo comenzó hace unos 15.000 millones de años, cuando todo el material del universo se encontraba concentrado en un solo punto. Las investigaciones indican que hubo una gran explosión, el llamado Big Bang, y desató el inicio de la formación del universo. En los primeros instantes de la explosión el universo se convierte en una inmensa bola de fuego que aumenta de tamaño a muchísima velocidad y con una temperatura de miles de millones de grados. Aproximadamente un minuto después de la explosión, el universo se ha convertido en un enorme reactor termonuclear y se comienzan a formar los primeros núcleos de helio a partir de los de hidrógeno. Es necesario que transcurran miles de años para que la temperatura descienda lo suficiente para que se puedan formar los átomos, es entonces cuando la materia comienza a agruparse por la fuerza de la gravedad y surgen las primeras estrellas. Se necesitarán aún miles de millones de años para que, gracias a la formación de inmensas nubes de gas, compuestas primordialmente de hidrógeno y helio, y por su propia gravitación, comiencen a aparecer las primeras galaxias.


Evolución del universo y de las galaxias
Crédito: NASA, ESA y A. Feild (STScl)




Galaxias espirales, NGC 2207 y 2163 interactuando
Crédito: NASA, ESA, Hubble Heritage Team (STScl) 

No se conoce la forma exacta del mecanismo de la formación de una estrella, pero de alguna manera el gas se empieza a aglutinar en diferentes puntos bajo el efecto de su propia gravedad, formando nubes cada vez más densas. Un núcleo denso, que podría ser unas 60 veces mayor que el sol, la protoestrella, empieza a formase rodeado por un halo de gas. Debido al aumento de presión, cada vez mayor, y tras unos 50.000 años, el centro de la protoestrella se vuelve tan caliente que da principio la combustión nuclear y se inicia la transformación de átomos de hidrógeno en átomos de helio. Ha nacido una estrella.

La fuerza de expansión de la energía liberada en esta transformación contrarresta la fuerza de la gravedad de la estrella, lo que impide que se colapse totalmente y se estabilice. Al cabo de unos 10 millones de años se acaba el hidrógeno del núcleo. Al no existir una fuerza que contrarreste a la gravedad, éste se contrae y calienta aún más. Al mismo tiempo, el hidrógeno restante, en una corteza exterior, continúa fusionándose y se convierte en helio; la estrella se expande hasta llegar a ser una gigante roja. El núcleo se calienta al grado de poder convertir, por fusión, el helio en carbono. En fusiones sucesivas, el carbono da origen a elementos mas pesados, hasta llegar al hierro. Al llegar a éste ya no se genera más energía por fusión nuclear, y la parte media de la estrella se desintegra en forma catastrófica por efecto de su propia gravedad. El colapso libera energía hacia las partes exteriores y origina la explosión mas violenta que se conoce en el universo: la supernova.


Supernova 1994D en Galaxia NGC 4526 (abajo-izquierda)
Crédito: NASA, ESA, The Hubble Key Project Team, and The High-Z Supernova Search Team 





Después de la explosión, la supernova despide ondas de choque y nubes de gas. A partir de este gas se forma una nueva generación de estrellas, enriquecidas con elementos creados en las fusiones de la vieja estrella y elementos mas pesados creados en la tremenda explosión, y en el caso el Sol, de planetas en los que puede evolucionar la vida. Así, cada átomo de nuestro mundo se fusionó en el núcleo incandescente de una estrella gigante, que al explotar esparció los elementos necesarios para la formación de estrellas y planetas. Fue la primera generación de estrellas, estrellas gigantes, las cuales han desaparecido casi en su totalidad, y vivimos gracias a su legado. No todas las estrellas de la primera generación fueron así, pero estas son las que hicieron posible la creación de los planetas y de nosotros mismos.

De la supernova solo sobrevive el núcleo, de una extraordinaria densidad y de pocos kilómetros de diámetro. La enorme presión generada logra triturar absolutamente todo hasta convertirlo en neutrones, los que se concentran y compactan. Ha nacido una estrella de neutrones, la cual gira hasta 30 veces por segundo y emite señales de radio que se concentran en los polos magnéticos. Al barrer el espacio como el haz de la luz de un faro, los radioastrónomos captan esas señales en forma de pulsaciones, por ello, en su descubrimiento se los llamó púlsares.

Si la masa inicial es de 50 veces la del Sol, en vez de convertirse en una supernova, la inmensa fuerza de la gravedad hará que la estrella implosione sin remedio hasta convertirla en un agujero negro, donde ni siquiera la luz es capaz de escapar al intenso campo gravitatorio y donde el espacio y el tiempo se funden y contraen.



Visión artística de un agujero negro
Crédito: NASA, G. Bacon (STScl) 


Nuestro sistema

Durante la formación de una estrella como el Sol, los fragmentos de una nube de gas llegan a tardar un millón de años en contraerse hasta el tamaño del sistema solar. A medida que la nube se compacta, la liberación de energía gravitacional calienta el núcleo, el cual comienza a resplandecer. Un millón de años después de la condensación de la nube original, el Sol medía la mitad de su diámetro actual y su brillantez era de una vez y media la de la actual. En su núcleo se inician las reacciones termonucleares. La rotación obtenida al contraerse, aplanó la nube original y la cambió a un disco plano. El polvo y el gas del disco se aglutinaron en la periferia hasta formar protoplanetas.

30 millones de años después, el Sol alcanzó un estado semejante al que tiene ahora. Se inicia la transformación de hidrógeno en helio. Los protoplanetas crecieron lo suficiente para lograr atraer casi todas las partículas circundantes y convertirse así en planetas. El sistema se estabiliza y transcurren unos 4.600 millones de años así.

El hidrógeno de nuestra estrella se consumirá en unos 4.000 millones de años más. En ese momento, la combustión del hidrógeno se extenderá a las capas exteriores, las cuales se expandirán, como una gigante roja, absorbiendo en ese proceso a todos los planetas interiores. El helio que quedaba en el núcleo también se agotará, haciendo que el núcleo se contraiga y se caliente más, aunque no lo suficiente como para quemar elementos mas pesados. Las capas superiores del hidrógeno sin quemar se expandirán y formarán una nebulosa planetaria, y las capas inferiores darán lugar a una estrella enana blanca. Con el tiempo, la enana blanca se enfriará hasta convertirse en una enana negra, fría y densa, que no irradiará energía y será invisible.




Nebulosa Planetaria
Crédito: NASA, Raghvendra Sahai, John Trauger (JPL), and the WFPC2 Science Team 



















Visión artística de una enana blanca, Sirio B
Crédito: NASA, ESA y G. Bacon (STScl) 











Nacimiento de un planeta

De una forma similar a las estrellas se forman los planetas, pues se forman a partir de las mismas nubes de gas y polvo, con la diferencia de que se trata de objetos en los que no se desarrollan procesos de fusión nuclear. El comienzo de su creación parte de los discos de gas y polvo que se han observado alrededor de algunas estrellas recién formadas, discos en los que las partículas se atraen unas a otras y se fusionan en objetos que cada vez tienen un mayor tamaño. Con el incremento de masa, se aumenta cada vez más rápidamente su fuerza de atracción sobre los objetos circundantes, terminando por "limpiar" la vecindad de su órbita.



Anillo de polvo alrededor de Fomalhaut. Estas observaciones se consideran la evidencia de la presencia de un planeta gigante modelando la densidad de polvo en el anillo de material observado.
Crédito: NASA , ESA , P. Kalas and J. Graham (University of California, Berkeley) and M. Clampin ( NASA /GSFC) 







Ilustración del supuesto planeta que orbita Fomalhaut por el interior del anillo, con estrellas y constelaciones de fondo, incluido el Sol en la constelación de Leo.
Crédito: NASA , ESA and A. Feild ( STScI ) 







En nuestro sistema contamos con ocho planetas, cuatro de tipo telúrico o rocosos (Mercurio, Venus, la Tierra y Marte) y otros cuatro de tipo joviano, esencialmente gaseosos (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).

Desde el año 1955, cuando se descubrió el primer planeta extrasolar (exoplaneta) orbitando la estrella 51 Pegasi b, la cifra ha ascendido a mas de 200 planetas, que en su mayoría corresponden con planetas gigantescos del tipo joviano y en algunos casos corresponden con sistemas planetarios múltiples (mas de un planeta orbitando una misma estrella, siendo el primer sistema múltiple detectado el de Upsilom Andromedae), aunque esto es normal, pues son los más fáciles de detectar con los medios técnicos disponibles. El planeta con una masa mas parecida a nuestra Tierra es OGLE-2005-BLG-390L b, orbitando a una estrella en la constelación de Sagitario, con unas 5,5 veces la masa de la Tierra.



Visión artística del exoplaneta OGLE-2005-BLG-390L b
Crédito: NASA y ESA 











Como evolucionan las estrellas

Como será una estrella y su final depende casi en exclusiva de la masa que tenía la nube de gas que se compactó para crearla. Si la nube original no tuviera la masa suficiente para iniciar procesos termonucleares del hidrógeno, se parecerían mas a un planeta gaseoso como Júpiter. A estas estrellas se las denomina enanas marrones. Objetos con una masa inferior a 80 veces la masa de Júpiter exhiben este comportamiento.




Objeto candidato a enana marrón (B), CHXR 73 B. orbitando alrededor de una enana roja (A)
Crédito: NASA, ESA y K. Luhman (Penn State University)













Si la masa inicial está por debajo de 0,5 veces la del Sol, solo conseguirán quemar el hidrógeno, convirtiéndose en enanas blancas de helio, con una vida en torno a los 50.000 millones de años. Son los objetos más longevos del universo.

Si la masa está entre 0,5 y 10 veces la del Sol, al agotar el hidrógeno serán capaces de calentarse lo suficiente como para iniciar la combustión del helio, acabando sus días como enanas blancas de carbono y oxígeno; y formando una nebulosa planetaria. Es el caso de nuestra estrella.

Si la masa es superior a 11 veces la del Sol, evolucionan a través de todas las fases de combustión hasta llegar al hierro y agotar así toda la energía potencial nuclear de que disponen. El final de estas estrellas será el inmenso estallido de una supernova, dejando como remanente una estrella de neutrones.

Mas allá de las 50 masas solares, la gravedad es tan excesiva que no hay nada que pueda contrarrestar el colapso total de la estrella, convirtiéndose en un agujero negro.


Como acabará

Desde el gran estallido original, Big Bang, el universo se sigue expandiendo, y las últimas mediciones indican que cada vez lo hace a mayor velocidad. Al mismo tiempo, toda la materia del universo se atrae la una a la otra por efecto de la gravedad. Esta fuerza podría ser capaz de detener la expansión, incluso de invertirla, todo dependerá de la cantidad de materia que exista, y esta es la gran incógnita, pues solo somos capaces de ver aproximadamente el 1% del total. El 99% restante la materia se cree que está ubicada en los inmensos halos que rodean a las galaxias, pero no la podemos ver ni medir, a esta materia es a la que se denomina materia oscura.



Posibles escenarios para el universo
Crédito: NASA y A. Feild (STScl) 


Dependiendo de la cantidad de materia total se vierten dos hipótesis:

La primera se basa en que la masa total existente no será suficiente para detener la expansión, abocando al universo a una expansión infinita, en la que las estrellas terminarán por consumir el total del combustible disponible y se terminarán apagando. Se trata de un universo oscuro, frío y yelmo. Se trata del Big Rip o Gran Desgarramiento, en la que la gravedad se llega a hacer tan débil que primero los sistemas solares perderían su cohesión, se difuminarían las estrellas y los planetas y al final terminarían destruyéndose los átomos, llegando el fin del tiempo, el cual se ha estimado en unos 35.000 millones de años.

La segunda es todo lo contrario. Si la masa disponible en el universo es suficiente para detener la expansión e invertirla, donde el universo volvería a comprimirse hasta colapsarse en una singularidad dentro de unos 20.000 millones de años, se trata del Big Crunch o la Gran Implosión. Este colapso podría volver a originar un nuevo Big Bang. 



Fuentes: El cielo del mes