Dos de los mayores telescopios del mundo han estado monitorizando la actividad volcánica de Io, una luna de Júpiter. El telescopio Keck II y el Gemini North han utilizado el infrarrojo cercano para obtener las imágenes a más alta resolución del espectro termal de la luna.
Durante 29 meses han conseguido seguir con detenimiento la actividad de 48 volcanes de Io, consiguiendo captar hasta media docena de erupciones en una sola noche.
Dos de los mayores telescopios del mundo han estado monitorizando la actividad volcánica de Io, una luna de Júpiter. El telescopio Keck II y el Gemini North han utilizado el infrarrojo cercano para obtener las imágenes a más alta resolución del espectro termal de la luna.
Durante 29 meses han conseguido seguir con detenimiento la actividad de 48 volcanes de Io, consiguiendo captar hasta media docena de erupciones en una sola noche.
Este logro tecnológico se ha conseguido gracias a una técnica conocida como óptica adaptativala cual consigue eliminar las perturbaciones que la atmósfera de nuestro planeta produce sobre las imágenes obtenidas por los telescopios. Sin esta técnica Io no deja de ser una mera mancha borrosa en los aparatos más potentes situados en superficie, aplicándola se ha conseguido una resolución de unos pocos cientos de kilómetros en un pequeño cuerpo de apenas 3.600 kilómetros de diámetro.
Diferentes imágenes de Io en distintas longitudes de onda. Las señales más brillantes corresponden con las erupciones más potentes (Universidad de Berkeley)
Mapa de Io donde se localiza cada una de las erupciones, el tamaño del círculo se corresponde con la intensidad de la erupción (UC Berkeley)
El volcán conocido como Loki Patera es el lugar que se ha mostrado más activo durante los dos años de seguimiento. Aumentando su brillo en un factor de 10 cada pocos meses. Se cree que Loki Patera es un masivo lago de lava, las emisiones de calor captadas por los telescopios parecen viajar por el lago como si fueran ondas.
Otro objetivo sorpresa fue Kurdalagon Patera, este volcán entro en erupción por dos veces en la primavera de 2015, coincidiendo con el aumento de brillo de una extensa nube de material que orbitaba Júpiter por esas fechas.
Las observaciones continúan a día de hoy, siendo más precisas que las obtenidas por la sonda Galileo. Las posibilidades que se abren para el estudio del sistema solar son infinitas, algo impensable hace solo unos pocos años…
Fuente: Daily Galaxy