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17 de enero de 2021

ASTRONOMÍA - ¿Qué nos depara el nuevo ciclo del Sol?














El Sol en su mínimo (diciembre de 2019) y máximo (abril 2014) más recientes NASA/SDO/Joy NG

Pese a que se creía que tendría una actividad escasa en su nuevo ciclo que comenzó hace un año, nuevas predicciones apuntan a una actividad solar muy intensa que alcanzaría su máximo en julio de 2025

El astrónomo Rafael Bachiller nos descubre en esta serie los fenómenos más espectaculares del Cosmos. Temas de palpitante investigación, aventuras astronómicas y novedades científicas sobre el Universo analizadas en profundidad.

Se pensaba que el Sol tendría una actividad escasa en su nuevo ciclo que comenzó hace un año. Pero nuevas predicciones apuntan a una actividad solar muy intensa que alcanzaría su máximo en julio de 2025.

MANCHAS Y ACTIVIDAD SOLAR

El Sol es una gigantesca bola de gas en ebullición sometida a un intenso campo magnético. En los lugares de la superficie solar con mayor actividad magnética se forman grandes manchas oscuras que pueden llegar a tener el tamaño de nuestro planeta. Las manchas solares aparecen, crecen, cambian de aspecto, disminuyen de tamaño y desaparecen, por término medio, al cabo de unas dos semanas. Suelen aparecer por parejas, presentando cada mancha de la pareja polaridad opuesta, formando así los polos de un gigantesco imán cuya intensidad magnética puede llegar a ser diez veces superior a la del campo magnético terrestre.

El número de manchas solares (conocido como número de Wolf) es una medida de la actividad de nuestra estrella. Este número varía de manera periódica, siguiendo un ciclo de 11 años aproximadamente. Al principio de un ciclo, la superficie solar está limpia de manchas (mínimo solar), poco a poco comienzan a aparecer manchas a altas latitudes solares que, a continuación, se multiplican y se extienden hacia las regiones ecuatoriales, hasta que se alcanza el máximo solar.

CICLOS MAGNÉTICOS

Este ciclo aparente de 11 años es, realmente, la mitad del ciclo magnético total del Sol (o ciclo de Hale) que dura 22 años. Y es que, a lo largo de 11 años, la orientación del campo magnético solar va cambiando gradualmente y hace que se invierta entre los hemisferios norte y sur. Tras un ciclo completo de 22 años, la orientación del campo magnético solar vuelve a ser el mismo que en el inicio.

Hay medidas directas del número de manchas solares desde el siglo XVII. Y, además, este número ha podido ser inferido por métodos indirectos (por ejemplo, midiendo los anillos de los troncos de los árboles) a los últimos 11.000 años, formando así una de las bases de datos más completas de la historia de la astronomía.

Estudiar la evolución de las manchas solares es de suma importancia pues su número va asociado a las erupciones solares. Cuando el ciclo de las manchas alcanza su máximo, el Sol se encuentra en su mayor actividad, y es entonces cuando se desencadenan las mayores tormentas solares que, si vienen dirigidas hacia la Tierra, pueden dañar los sistemas de alta tecnología de los que tanto dependemos.


Manchas solares en ciclos anteriores y predichas para el ciclo 25S. McIntosh/RB

EL SOL YA HA DESPERTADO

Durante el año 2019 pasamos por un período de mínimo solar particularmente tranquilo, el Sol no tuvo ni una mancha durante 274 días. Se cerraba así el denominado 'Ciclo Solar 24'. Y con la llegada de las primeras manchas a altas latitudes, en diciembre de ese mismo año, entrábamos en el Ciclo 25. El Sol ya está despierto.

Durante el año 2020 el número medio de manchas solares ha sido de 7,8 por día, pero en los últimos meses del año, el número medio de machas superó las 30.

Varios grupos internacionales de expertos estuvieron estudiando el comportamiento del Sol durante los últimos años para realizar predicciones de la actividad durante este Ciclo 25. Todos esos grupos llegaron a conclusiones similares: el máximo debería alcanzarse en julio de 2025 con un total de 115 manchas. Esta predicción era muy similar a los datos del Ciclo 24 que, a su vez, fue el ciclo de menor actividad durante los últimos 100 años.
NUEVA PREDICCIÓN

Sin embargo, un nuevo trabajo coordinado por Scott McIntosh (NCAR, EEUU), tras analizar datos de las manchas solares de los últimos 270 años, llega a una predicción radicalmente diferente. Según este equipo, la debilidad del Ciclo 24, augura que el nuevo ciclo será particularmente activo. El número de manchas predicho para julio de 2025 superaría el de 200, es decir, prácticamente el doble que el de 115 estimado previamente.

Este nuevo estudio está basado en un método diferente de extrapolación. McIntosh se basa en el comportamiento de las bandas de manchas según se desplazan desde latitudes altas hacia el ecuador y en el evento de 'terminación' que tiene lugar en ese momento final. Según el investigador, observando los tiempos entre terminaciones en cada ciclo, a lo largo los 270 años estudiados, se puede deducir cómo será el próximo ciclo. Concretamente, cuanto más corto es el tiempo entre terminaciones, más intenso parece ser el ciclo solar siguiente.

Sin embargo, el modelo de McIntosh no cuenta con el consenso de los físicos solares. La validez del método solo podrá comprobarse a lo largo de los meses próximos, pues si la actividad va a ser tan intensa, esta debería comenzar a manifestarse desde ya mismo. De hecho, los datos existentes a día de hoy indican que el número de manchas solares en este Ciclo 25 es un 80 % superior al del periodo equivalente del Ciclo 24, pero estos datos se refieren a un intervalo de tiempo relativamente corto. Es muy pronto aún para validar las nuevas predicciones.

El debate suscitado por este trabajo ilustra las dificultades de la predicción de la actividad solar. Hay muchos métodos diferentes para realizar estas extrapolaciones, unos basados simplemente en el comportamiento reciente de las manchas y otros basados en modelos que tratan de simular los fenómenos físicos del Sol.

Estos últimos, que parecen ser más fiables a día de hoy, necesitan conocer el valor del campo magnético en los polos solares. Y es que, según algunos investigadores, el campo magnético polar determinaría la actividad solar del siguiente ciclo. Este valor de muy difícil de medir en la actualidad, pero la sonda europea Solar Orbiter (en la que España desempeña un importante papel [https://bit.ly/39gbHMQ]) debería proporcionar imágenes de los polos solares en el año 2025, durante el máximo, lo que podría contribuir enormemente a refinar los modelos de predicción de actividad.

TECNOLOGÍA VULNERABLE

La actividad de nuestra sociedad, tanto en tierra como en el espacio, se ha hecho muy dependiente de delicados sistemas tecnológicos y, por tanto, muy vulnerable ante las tormentas solares. Las partículas de las erupciones solares, cuando se eyectan en la dirección de nuestro planeta, pueden dañar los sistemas de comunicaciones, las redes de distribución eléctrica y muchos otros equipos tecnológicos.

Para poder llevar a cabo trabajos de planificación en empresas eléctricas y aeroespaciales, la monitorización continuada del Sol y el desarrollo de métodos fiables de predicción es, por tanto, de vital importancia.

McIntosh y colaboradores han publicado sus resultados en la revista Solar Physics. El manuscrito de su artículo titulado "Overlapping Magnetic Activity Cycles and the Sunspot Number: Forecasting Sunspot Cycle 25 Amplitude" puede ser consultado aquí.

Rafael Bachiller es director del Observatorio Astronómico Nacional (Instituto Geográfico Nacional) y académico de la Real Academia de Doctores de España.

24 de septiembre de 2020

Una cavidad hace resonar las ondas sobre las manchas solares


Recreación artística de ondas atrapadas en la cavidad resonante, entre la superficie de una mancha solar (imagen inferior obtenida con GREGOR Fabry-Pérot Interferometer) y la región de transición (imagen superior, cortesía de NASA/SDO y AIA). / Gabriel Pérez Díaz, SMM (IAC)

Hace décadas que los astrónomos debaten sobre las ondas magnéticas que se agitan por encima de las manchas solares. Ahora investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias han zanjado el asunto al confirmar la existencia de una cavidad resonante donde se confinan y refuerzan estas ondas.

Las manchas solares son regiones oscuras que a menudo aparecen sobre la superficie del Sol. Están formadas por fuertes concentraciones de campo magnético y pueden exhibir un tamaño comparable al de la Tierra o incluso muy superior. Desde finales de los años 60 se conoce la presencia de oscilaciones en la atmósfera de estas manchas, que se han interpretado como una manifestación de ondas magnéticas.

Después de décadas de debate, se confirma la existencia de una cavidad resonante sobre las manchas solares, donde quedan parcialmente atrapadas las ondas magnéticas y determinadas frecuencias se ven reforzadas

Estas ondas han captado el interés de los científicos, ya que pueden transportar energía desde las capas interiores del Sol hacia las regiones más externas de su atmósfera. Por tanto, se trata de uno de los mecanismos propuestos para explicar las altas temperaturas de las capas externas del Sol, una de las grandes incógnitas de la física solar: ¿por qué la temperatura de la corona solar, aunque esté más lejos de la fuente de calor, es mayor que la de la superficie de nuestra estrella?

Ahora un equipo internacional de investigadores, liderado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha confirmado la existencia de una cavidad resonante sobre las manchas solares. Las ondas se encuentran parcialmente atrapadas en esa región de la atmósfera solar sobre las manchas, dando lugar a la existencia de resonancias.

Estos resultados, publicados recientemente en dos artículos en las revistas Nature Astronomy y The Astrophysical Journal Letters, zanjan el debate de varias décadas sobre la naturaleza de las ondas en las regiones activas del Sol, donde el campo magnético es particularmente fuerte y aparecen con frecuencia las manchas solares.

"El fenómeno es similar al que se produce en el interior de un instrumento musical de viento o en la cuerda de una guitarra: al estar las ondas confinadas en una cavidad, determinadas frecuencias se ven reforzadas”, señala Tobías Felipe, investigador del IAC y principal autor de ambos artículos.

“En el caso del Sol –continúa–, la fuerte variación de la temperatura que existe cerca de su superficie y en una zona conocida como región de transición es lo que produce que las ondas sean reflejadas y queden encerradas en esta cavidad resonante".

Simulaciones en un supercomputador
Para este trabajo se han desarrollado simulaciones numéricas en el superordenador Teide-HPC, una infraestructura gestionada por el Instituto Tecnológico y de Energías Renovables, en Tenerife.

El hallazgo también proporciona una nueva aplicación para poder inferir las propiedades de la atmósfera solar a partir del análisis de sus oscilaciones

"Gracias a las simulaciones, hemos podido evaluar multitud de modelos que nos han permitido identificar cuáles son las mejores medidas observacionales para confirmar la presencia de la cavidad resonante y descartar aquellas cuya interpretación puede ser discutible", explica Christoph Kuckein, investigador del Instituto Leibniz de Astrofísica de Potsdam y coautor del estudio.

"Las observaciones en alta resolución tomadas en los telescopios solares del Observatorio del Teide (GREGOR y VTT) también nos permiten ver en detalle las fluctuaciones de la velocidad y la temperatura en varias capas de la atmósfera solar, y los datos concuerdan perfectamente con las predicciones de las simulaciones numéricas", añade Sergio González Manrique, investigador recientemente incorporado al IAC.

Además de esclarecer un enigma que se ha mantenido durante varias décadas, este hallazgo proporciona una nueva aplicación para poder inferir las propiedades de la atmósfera solar a partir del análisis de sus oscilaciones. "Estos trabajos futuros se beneficiarán de los datos obtenidos con la siguiente generación de telescopios solares, como el Telescopio Solar Europeo, que se instalará en La Palma", concluye Felipe.


Fuente: IAC, SINC
Derechos: Creative Commons.

31 de mayo de 2018

Imagen del Sol y la región activa 2712



Imagen del Sol tomada la tarde del martes, 30 de mayo de 2018, desde Oro Valley en el estado de Arizona, Estados Unidos. Cerca del centro del disco se puede ver la región activa 2712. Tambien se puede ver una prominencia solar en la zona inferior-izquierda. La captura se obtuvo con una cámara DMK41.

Crédito: Ron Cottrell

Fuentes: universo hoy

8 de octubre de 2016

El pronóstico de tormentas solares podría evitar un desastre energético

Interacción entre el viento solar y el campo magnético Tierra. Crédito: Darren De Zeeuw.

A partir de la próxima semana, las previsiones de los efectos de las tormentas solares por primera vez ayudarán a proteger la red eléctrica y los satélites de comunicaciones regionales, gracias a una nueva herramienta desarrollada por investigadores de la Universidad de Michigan (UM) y la Universidad Rice.

Las tormentas solares son torrentes de partículas cargadas y campos electromagnéticos provenientes del sol que afectan el campo magnético del planeta. Alteraciones mayores pueden enviar corrientes dañinas a las líneas de energía, obstaculizando las operaciones y poniendo en riesgo caros transformadores. También pueden dañar los satélites.

Hoy en día, los científicos saben que cuando una tormenta se dirige hacia nosotros, es imposible predecir qué región de la Tierra será más afectada. Así, las empresas de servicios públicos y los operadores de satélites no siempre pueden limitar los daños a sus sistemas mediante el corte de componentes clave.

Eso cambiará el 1 de octubre, cuando el Centro de Predicción del Clima Espacial de la de Administración Oceánica y Atmosférica Nacional (NOAA) comience a utilizar un nuevo modelo de pronóstico geoespacial que puede dar datos únicos de cada parcela de 350 millas cuadradas en la Tierra, y hasta 45 minutos antes del arribo de una tormenta solar.

“Esta es la primera vez que las empresas de servicios públicos tendrán un pronóstico regional de los efectos del clima espacial con cualquier tiempo de espera”, dijo Dan Welling, asistente de investigación científica en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo. “En comparación con la predicción del tiempo atmosférico, esto suena como un paso trivial, pero en términos de tiempo en el espacio, es un gran paso”.

Los seres humanos no han experimentado una tormenta solar catastrófica desde la instalación de redes eléctricas y el lanzamiento de satélites. Una poderosa tormenta geomagnética solar, fenómeno conocido como Evento Carrington, golpeó la Tierra en septiembre de 1859 causando interrupciones significativas, pero en ese tiempo sólo había cables de telégrafo. Estos siguieron recibiendo mensajes aún después de ser desconectados e incluso algunos prendieron fuego al papel.

Si un evento similar ocurriera hoy “realmente sería un desastre mucho peor que un huracán importante”, dijo Gabor Toth, profesor de investigación en el Departamento de Clima y Ciencias del Espacio e Ingeniería de la UM y uno de los desarrolladores del modelo.

Los cortes de energía podrían durar meses o más, ya que podría tomar mucho tiempo para reemplazar los transformadores eléctricos dañados. Eso es mucho tiempo en las sociedades que dependen de la electricidad para los elementos esenciales como la comida, el calor, el agua y la comunicación.

“El modelo de Geoespacio nos ayudará a proporcionar una mejor información a la Corporación de Confiabilidad Eléctrica de América del Norte, y a través de ellos, a los operadores de la red cuyas decisiones afectan a más de 334 millones de personas en los EE.UU. y Canadá”, dijo Howard Singer, director científico de meteorología espacial en el Centro de Predicción. “Nuestros pronósticos se pueden utilizar para proporcionar, por primera vez, la información regional procesable necesaria para reducir el riesgo de clima espacial extremo”.

Científicos han estimado que hay hasta un 12% de posibilidades de que la Tierra sea golpeada por una tormenta solar extrema en la próxima década. En 2012, un Efecto Carrington cruzó la órbita de la Tierra a sólo una semana de impacto. Desde entonces, se han tomado medidas importantes. En junio del 2014, la Comisión Federal Reguladora de Energía comenzó a requerir a los servicios públicos prepararse para las tormentas solares. Y en 2015, la Casa Blanca dio a conocer un plan de acción sobre meteorología espacial.

El clima espacial extremo puede ocurrir en cualquier momento, pero históricamente las tormentas más fuertes tienden a producirse durante la fase de declive del ciclo de actividad de 22 años del Sol.

Fuente: Universidad de Michigan

7 de agosto de 2016

Una erupcion solar mas grande que la Tierra



Una enorme franja de gas caliente estalla y se eleva desde el Sol, guiada por un bucle gigante de magnetismo invisible.

Esta sorprendente imagen fue capturada el 27 de julio de 1999 por el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO). La Tierra se ha superimpuesto para facilitar la comparación, mostrando que el bucle de gas, o prominencia, mide de extremo a extremo unas 35 veces el diámetro de nuestro planeta.

Una prominencia es una erupción de gas que asciende desde la superficie del Sol. Las prominencias son generadas por los campos magnéticos formados en el interior del Sol y estallan atravesando su superficie hasta desplegarse en la atmósfera solar.

El Sol está compuesto principalmente por plasma, un gas cargado de electrones e iones. Debido a su carga eléctrica, los iones responden a los campos magnéticos. Así, cuando los bucles magnéticos alcanzan la atmósfera solar, grandes caudales de plasma se ven atraídos por ellos, dando lugar a las prominencias, que pueden prolongarse durante semanas o meses.

No es común observar prominencias tan espectaculares como esta, aunque se detectan algunas cada año. Cuando empiezan a colapsar, la mayoría del gas escapa por las líneas del campo magnético para regresar al Sol. No obstante, en ocasiones se vuelven inestables y liberan energía en el espacio. Estas prominencias eruptivas expulsan una enorme cantidad de plasma, a la que los astrofísicos llaman ‘eyección de masa coronal’. Las erupciones solares también se asocian con las eyecciones de masa coronal.

Si este plasma llega a la Tierra, puede perturbar el funcionamiento de satélites, las redes eléctricas y las comunicaciones. También provoca el brillo de la aurora en el cielo polar.

Capturado por el telescopio ultravioleta de SOHO, esta imagen muestra helio ionizado a unos 70.000 ºC.

Aquí puede consultarse una versión de la imagen sin la Tierra en comparación.

Fuentes: ESA

5 de mayo de 2016

Desde América -TRÁNSITO DE MERCURIO DEL 9 DE MAYO DE 2016



El próximo 9 de mayo, las manchas solares que eventualmente sean visibles en el disco solar estarán acompañadas por una pequeña silueta planetaria, mucho más oscura: a lo largo de más de siete horas, los habitantes de la Tierra podremos observar el tránsito de Mercurio por delante del Sol.


"El evento en su totalidad será visible desde la mayor parte de Sudamérica, Europa occidental y el este de Norteamérica. Para el resto del continente americano, el tránsito comenzará antes de la salida del Sol."

Los tránsitos de Mercurio y Venus son un fenómeno astronómico bastante infrecuente. En el caso de Mercurio, se produce un promedio de 13 tránsitos cada siglo. El último tránsito de Mercurio ocurrió en 2006. En comparación, los tránsitos de Venus ocurren en pares (los últimos fueron en 2004 y 2012), con intervalos de más de un siglo hasta el siguiente par.

El mapa muestra las zonas desde las que se podrá observar el tránsito de Mercurio del 9 de mayo de 2016. El evento en su totalidad será visible desde la mayor parte de Sudamérica, el este de Norteamérica y España. Para el resto del continente americano, el tránsito comenzará antes de la salida del Sol, por lo que no serán visibles el primer y segundo contactos. Créditos de la imagen: Ricardo J. Tohmé.

La órbita de Mercurio se encuentra inclinada unos 7° con respecto a la de nuestro planeta, por lo que Mercurio intersecta el plano de la órbita terrestre, denominado eclíptica, en dos puntos o nodos, uno alrededor del 8 de mayo (nodo descendente) y el 10 de noviembre (nodo ascendente).

Los tránsitos ocurren cuando Mercurio está cruzando uno de esos nodos y además se encuentra en conjunción inferior, es decir, cuando las posiciones del Sol, Mercurio y la Tierra describen una línea recta en el espacio, con los tres cuerpos en ese orden.


Actualmente, todos los tránsitos de Mercurio ocurren alrededor del 8 de mayo o el 10 de noviembre. Dado que la órbita de Mercurio está inclinada unos 7° con respecto a la de la Tierra, el planeta intersecta la eclíptica en dos puntos o nodos durante esas fechas. Si además Mercurio se encuentra en conjunción inferior en ese momento, se producirá un tránsito. Créditos de la imagen: ESO / Ricardo J. Tohmé.

Otro factor con importantes consecuencias en las características de los tránsitos de Mercurio es su elevada excentricidad orbital, que hace que la distancia entre el planeta y el Sol varíe de 46 a 70 millones de kilómetros. Durante su perihelio, la velocidad orbital de Mercurio (59 kilómetros por segundo) es casi un 50% más rápida que en su afelio (38,9 kilómetros por segundo).

Esto hace que la probabilidad de que se produzca un tránsito durante noviembre sea casi dos veces mayor que durante mayo, cuando Mercurio está cerca de su afelio. Al desplazarse más lentamente en su órbita, resulta menos probable que Mercurio cruce el nodo descendente durante una conjunción inferior.

La velocidad orbital variable, sumada a las diferentes trayectorias aparentes de Mercurio a través del disco solar, hacen que la duración de cada tránsito sea diferente, pudiendo extenderse hasta unas 9 horas.

Las etapas de un tránsito de Mercurio
Los principales eventos a observar durante un tránsito de Mercurio son denominados contactos. Se trata de cuatro momentos en los que las circunferencias de los discos de Mercurio y el Sol son tangentes entre sí, es decir, están en contacto en un solo punto. Estas etapas son análogas a los que pueden observarse en un eclipse anular de Sol:

  • Primer contacto (I): Marca el inicio del tránsito, cuando el disco del planeta “toca” por primera vez el limbo solar. Resulta difícil determinar el momento exacto en que esto ocurre, pero pocos segundos después, el planeta puede ser percibido como una pequeña muesca en el limbo perfectamente circular del Sol.
  • Segundo contacto (II): Es el momento en que el disco oscuro del planeta cruza por completo el limbo solar, y a partir de entonces resulta visible en su totalidad por delante del Sol. Durante las horas siguientes, la silueta del planeta atraviesa lentamente el brillante disco solar.
  • Tránsito máximo: El instante en que los centros del Sol y de Mercurio están separados por la menor distancia angular.
  • Tercer contacto (III): El planeta vuelve a “tocar” el lado opuesto del limbo solar luego de haber atravesado su disco.
  • Cuarto contacto (IV): El disco del planeta finalmente “sale” del disco solar por completo, dando por finalizado el tránsito y volviéndose nuevamente invisible.
Los contactos I y II definen la denominada fase de ingreso, y los contactos III y IV conforman la fase de egreso del tránsito.

El diagrama muestra las etapas de un tránsito planetario a través del disco del Sol. Los tamaños no están a escala. Créditos de la imagen: Ricardo J. Tohmé.

Las observaciones de los contactos I y IV siempre tendrán un pequeño margen de error, ya que Mercurio sólo es visible luego del contacto I y antes del contacto IV. 

Sin embargo, si se cuenta con un filtro solar H-alfa (hidrógeno alfa), el planeta puede resultar visible antes de ingresar al disco solar, al pasar por delante de alguna prominencia solar o la cromósfera, antes y después de los contactos I y IV respectivamente.

El efecto de la “gota negra”, observado durante el contacto II del tránsito de Venus de junio de 2004. Créditos de la imagen: Juan Carlos Casado.
Justo después del contacto II, y de nuevo justo antes del contacto III, es probable que se observe el efecto óptico denominado “gota negra”: en ese momento, una pequeña “lágrima” negra parece conectar el disco de Mercurio con el limbo del Sol, lo que dificulta determinar con precisión el momento exacto de ambos contactos.


Observando el tránsito de Mercurio

El siguiente gráfico muestra los tiempos de cada uno de los cuatro contactos y el momento de tránsito máximo. Todos los horarios están expresados en Tiempo Universal (TU).

Créditos de las predicciones: Fred Espenak, GSFC/NASA.

Es importante aclarar que los tiempos de contacto son geocéntricos, es decir, están calculados para un observador hipotético situado en el centro de la Tierra. De todas formas, los tiempos de contacto locales no diferirán en más de 2 minutos para cualquier ubicación del planeta desde donde sea visible el tránsito. 

Esto se debe al efecto del paralaje: el disco de Mercurio puede variar hasta casi 16 segundos de arco su posición en el firmamento, dependiendo de la localización geográfica exacta del observador.

En la siguiente tabla ofrecemos la conversión a los horarios locales para distintos países de Latinoamérica, en los que el tránsito de Mercurio comenzará poco antes o poco después de la salida del Sol:


Argentina,
Brasil, Chile,
Uruguay
(GMT-3)
Venezuela,
Bolivia,
Paraguay
(GMT-4)
Colombia,
Ecuador,
Perú,
México
(GMT-5)
Contacto I08:12:1907:12:1906:12:19
Contacto II08:15:3107:15:3106:15:31
Máximo eclipse11:57:2610:57:2609:57:26
Contacto III15:39:1414:39:1413:39:14
Contacto IV15:42:2614:42:2613:42:26
Si deseas calcular con exactitud los horarios en los que se producirá cada uno de los contactos desde tu ubicación particular, te recomendamos hacer click aquí para usar el mapa interactivo creado por el astrónomo francés Xavier M. Jubier.

Desde la perspectiva de nuestro planeta, el diámetro aparente de Mercurio (de unos 12,1 segundos de arco) será unas 158 veces menor al del Sol. Por eso, es recomendable usar un telescopio con un aumento entre 50x y 100x para observar el evento. 

En términos generales, los requerimientos visuales y fotográficos son similares a los necesarios para observar manchas solares y eclipses parciales de Sol: el telescopio debe contar con los filtros adecuados para permitir una observación segura.

Advertencia
Mirar directamente al Sol puede provocar daños inmediatos, indoloros e irreversibles a los ojos, pudiendo incluso causar ceguera permanente.
Cuando se observa un tránsito de Mercurio, debe usarse la protección adecuada, como un filtro de soldador de densidad 14, o preferiblemente, un filtro solar Baader

En caso de no contar con ellos, es imprescindible emplear técnicas de observación solar indirecta, como la proyección de la imagen del Sol en una superficie plana. Si tienes dudas al respecto, te recomendamos acudir al planetario o asociación astronómica de tu ciudad para obtener asesoramiento al respecto.

Los astrónomos aficionados más avanzados pueden contribuir cronometrando los cuatro contactos con el limbo solar durante el ingreso y el egreso de Mercurio. Las técnicas de observación y el equipamiento necesario son similares a los utilizados en las ocultaciones lunares.


Fuentes: Astronomia OnlineFred Espenak, GSFC/NASA | Xavier M. Jubier

30 de abril de 2016

Conferencia “Propagación de ondas en el viento solar”


El Observatorio Astronómico de Quito invita a la Comunidad Politécnica y a la ciudadanía en general a la conferencia “Propagación de ondas en el viento solar”.

Las ondas cinéticas Alfvén representan un tema importante en el estudio de la Física de plasmas espaciales, dado que se piensa que juegan un papel importante en el decaimiento energético en el plasma del viento solar a escalas cinéticas. 
En esta charla, presentamos los resultados de simulaciones híbridas Vlasov-Maxwell, utilizadas en el análisis detallado de las características de este tipo de ondas a escalas cinético-protónicas. 
En particular, regímenes lineales y no lineales de propagación se estudiaron en una situación de una sola onda, focalizándonos en procesos físicos como Landau damping e interacciones de onda-partículas.

El expositor es el Dr. Christian Vásconez, Investigador del Observatorio Astronómico de Quito, quien obtuvo su Doctorado en Física de Plasmas en la Universidad de Calabria, Italia, y su pregrado en Física en la Escuela Politécnica Nacional, Ecuador.

La conferencia será dictada el jueves 05 de mayo de 2016 a las 11:00am, en el Hemiciclo Politécnico de la Escuela Politécnica Nacional.

La entrada es libre y gratuita.


Para mayor información dirigirse a:

OBSERVATORIO ASTRONÓMICO DE QUITO
Av. Gran Colombia S/N y Av. Diez de Agosto
Interior del parque "La Alameda"

TELÉFONOS: 022 570765 – 022 583451 
ext. 100

E - MAIL: observatorio.astronomico@epn.edu.ec

23 de abril de 2016

Un satélite de la NASA capta una erupción solar de cinco veces el tamaño de la Tierra

http://www.nasa.gov/sites/default/files/thumbnails/image/20160417-m6-flare-flare-crop.gif

Se pueden observar a simple vista las llamaradas que desprendió
Fue una erupción de nivel medio que se originó en una mancha solar
Un satélite de la NASA ha captado unas espectaculares imágenes de una erupción solar en las que se pueden observar a simple vista las llamaradas que desprendió, ha informado la agencia espacial estadounidense.
Según la NASA, se trató de una erupción de nivel medio que se originó en una mancha solar (una región del Sol que tiene una temperatura más baja que sus alrededores) de cinco veces el tamaño de la Tierra.

El observatorio de dinámicas solares de la NASA pudo registrar las imágenes a través de un satélite, pero la mancha solar en la que tuvo lugar la erupción ha quedado fuera del ángulo de visión desde la Tierra a causa de la rotación solar.

Las erupciones solares son grandes estallidos de radiación que brotan del Sol cuando los campos magnéticos del astro se rompen y liberan energía. La erupción registrada por el satélite el pasado 17 de abril es de clase M6.7, lo que se corresponde con una décima parte del tamaño de las llamaradas más intensas.


Fuentes: Rtve.es

28 de marzo de 2016

Hallan en Colombia primer registro de tormenta solar ocurrida en 1859

El Evento Carrington ocurrió el primero de septiembre de 1859. (Foto: Archivo)
Conocida como el Evento Carrington, esta fue la tormenta solar más potente registrada hasta el momento en el mundo. Investigadores colombianos encontraron el primer registro histórico del fenómeno en la Catedral de San Jerónimo de Montería, en Córdoba.
“El hallazgo representa el fenómeno de este tipo más alejado de las zonas polares, en donde típicamente tienen lugar las auroras que se produjeron por la actividad solar de la época”, afirma el profesor Santiago Vargas, del Observatorio Astronómico del Universidad Nacional de Colombia, uno de los investigadores del estudio.

Santiago Vargas, profesor del Observatorio Astronómico del U.N. (Foto: Nicolás Bojacá)

El Evento Carrington ocurrió el primero de septiembre de 1859, el astrónomo inglés Richard Carrington fue quien observó un enorme destello de luz sobre la superficie de nuestra estrella.

Otros registros de este fenómeno fueron reportados al norte de Panamá, por esto, en busca de rastros de la actividad auroral cerca al Ecuador, los investigadores, entre ellos Freddy Moreno, director del Centro de Estudios Astrofísicos del Gimnasio Campestre y su estudiante Sergio Cristancho, recorrieron el norte de la costa colombiana para obtener nuevo reportes.

Después de visitar decenas de lugares, el libro bautismal de la Catedral de Montería conserva una descripción del evento de 1859 e incluye algunas imágenes de las auroras pintadas a mano.


El registro histórico fue encontrado en el libro bautismal de la catedral de Montería. 
(Foto: Archivo)


El hallazgo incluye la descripción de la aurora negra. (Foto: Archivo)

El documento histórico describe el fenómeno de las auroras con mucho detalle, como lenguas de fuego en forma de ‘S’ y cortinas que se mueven de un lado a otro.

“Todas las características fenomenológicas que tiene una aurora están descritas en ese texto, incluyendo la aurora negra, que en lugar de ser brillante se ve como un hueco en el firmamento y aún se está estudiando porque no hay certeza de cómo se genera”, añade el docente Vargas.

Con los resultados de la investigación, publicada recientemente en la revista científicaAdvances in Space Research, también busca dar explicación a la presencia de las auroras en Colombia.

Según los investigadores, a diferencia del eje de rotación de la Tierra, el eje geomagnético, que se encuentra en la dirección Norte - Sur y está un poco inclinado, se mueve constantemente, por ello el Polo Norte algunas veces está más abajo y otras más arriba.

“Encontramos que en 1859 fue el momento en el cual el eje geomagnético estaba en el punto de más baja latitud, por esto la acción de la aurora llegó más abajo, lo que permitió observarla cerca al Ecuador”, añade el profesor.

Para aquella época, la tormenta solar no tuvo consecuencias nefastas sobre el planeta porque aún no se había desarrollado una tecnología satelital, sin embargo, la red de telégrafos se vino abajo.

“Por un momento imaginemos tener una tormenta solar con esa magnitud hoy en día, con los miles de satélites que tenemos orbitando en la Tierra y la cantidad de redes de distribución eléctrica y de telecomunicaciones, sería desastroso desde el punto de vista tecnológico”, puntualizó.

Una tormenta solar de este tipo haría que la tecnología se retrase. Por esto, los investigadores esperan seguir avanzando en estudios sobre el eje geomagnético de la Tierra y en la búsqueda de fenómenos similares que hayan ocurrido en latitudes más bajas, para determinar cuándo sucederá de nuevo un fenómeno de estas dimensiones.

“Derrama las auroras de su invencible luz”

Los autores plantean una posible curiosidad histórica que relaciona este evento solar con el himno de Colombia.

Se sabe que Rafael Núñez, presidente de Colombia por cuatro periodos, también fue gobernador de Panamá y observó las auroras. Una exploración minuciosa en documentos históricos y escritos suyos revela que al menos en tres de sus poemas utiliza la palabra “aurora”.

Rafael Núñez es además conocido por ser compositor del himno de Colombia y una de sus estrofas contiene la frase “...derrama las auroras, de su invencible luz”.

“Las personas asocian las auroras con el alba, pero el alba sucede de abajo hacia arriba, por el contrario las auroras se perciben como cortinas de luz que se mueven de arriba hacia abajo como “derramándose”, sostiene la investigación.

Según los expertos es al menos sugestivo especular sobre la posibilidad de que el himno de Colombia contenga una referencia directa de la mayor tormenta solar de la que existe registro.(Por: Fin/VC/dmh/APBL)

N.° 365

18 de mayo de 2015

Sol




Por: Carolina N. Coronel
        para Astronomía Argentina
                AstroCiencias Ecuador



 

Buenas tardes astronómicos! Tenemos bastantes nubes en la ciudad de Buenos Aires, agradable la temperatura y vamos a compartir con ustedes una imagen del SDO (Solar Dynamics Observatory).

El Observatorio Dinámico Solar (SDO por sus siglas en inglés) es quien observa el sol constantemente, y tomó esta serie de imágenes de un “solar flare” (llamarada solar) bastante significante; el cual se observa como un flash de luz a la izquierda. El mismo fue capturado el 5 de Mayo de 2015 a las 6:11 pm EDT (Eastern Time), 5:11 pm GMT-3 (Horario Argentina).

Cada una de las imágenes nos muestra el sol en diferentes longitudes de onda, en particular la extrema luz ultravioleta que resalta las diferentes temperaturas del material presente en el sol. Comparando cada una de las imágenes, los científicos tratan de entender el movimiento de la materia solar y energía durante la llamarada.

Los “solar flares” son poderosas explosiones de radiación. La radiación más peligrosa no logra atravesar la atmósfera terrestre, pero sin embargo, cuando es lo suficientemente poderosa e intensa puede llegar a afectar la capa en las que viajan las señales de los GPS y comunicaciones.

Esta llamarada solar es clasificada particularmente como tipo X2,7. Las clases X denotan a los “solar flares” más potentes, mientras que el número que le sigue provee información de la fuerza. Un tipo X2 es el doble de intensa que un tipo X1, mientras que la X3 es el triple de la X1 y así sucesivamente.

Hablando un poco de la misión SDO, fue lanzada el 11 de Febrero de 2010. Esta misión se encarga de darle una mirada de cerca al sol, el cual es un recurso de todo el “clima” espacial. Este clima no solamente afecta nuestras vidas, sino que también a la Tierra misma y a todo lo que se encuentra en su atmósfera como astronautas, satélites e incluso otros planetas.

El sol, nuestra estrella, es aún un gran misterio para todos los científicos. SDO nos ayudará a entender de dónde viene la energía del sol, cómo trabaja su interior y cómo la energía es almacenada y liberada en la atmósfera solar; sí, el sol tiene atmósfera propia. Entendiendo el sol y su funcionamiento podemos entonces predecir cuándo ocurrirán estas llamaradas y dar las precauciones correspondientes para poder proteger a nuestros astronautas y satélites flotando alrededor de nuestro planeta.

SDO colecta datos todos los días, con los cuales cada 36 segundos podría llenar un CD. Este satélite no es un satélite cualquiera. Más allá de la cantidad de datos que obtiene, la mayoría de los satélites tienen un sistema de tierra compartido en nuestro planeta, donde envían los datos e imágenes; y un sistema de grabación donde se guardan estos archivos. SDO no posee este sistema de grabación y está recolectando datos todo el tiempo; por este motivo, se creó una estación terrena propia para él. Para que esto sea posible, se lo colocó en una órbita geosincrónica (GEO), lo que significa que orbita alrededor de la Tierra a su misma velocidad, por lo que la posición siempre será la misma, justo por encima de su estación terrena en Nuevo México para su constante comunicación.

Agradecemos la imagen a la NASA y les dejamos el link para más información: 
http://www.nasa.gov/mission_pages/sdo/overview/index.html

Esperamos que les haya gustado!

Saludos estelares y cielos despejados!

4 de febrero de 2015

La actividad del Sol en el siglo XVIII fue similar a la actual

Las manchas solares, como las que se ven en el centro de esta imagen, informan de la actividad del Sol. / NASA/SDO

Contar las manchas solares a lo largo del tiempo ayuda a conocer la actividad de nuestra estrella, pero los dos índices que emplean los científicos discrepan para fechas anteriores a 1885. Ahora un equipo internacional de investigadores ha tratado de armonizar los resultados históricos y ha descubierto que, en contra de lo que se pudiera pensar, la actividad solar en nuestros días es muy parecida a la que hubo en otras épocas, como en el siglo de las luces.

Los científicos llevan contando las manchas solares desde 1610 con pequeños telescopios. Así se ha comprobado que la actividad del Sol se dispara cada once años, según aumenta periódicamente el número de manchas más oscuras y frías que el resto de su superficie. Cuantas más manchas aparecen, más luminosas son las zonas que las rodean, y nuestra estrella brilla más.

Pero los ciclos de once años no tienen siempre la misma intensidad. Los picos más intensos de luminosidad en el Sol se produjeron en el siglo XX, al que los expertos han denominado ‘el máximo moderno’. Sin embargo, un equipo internacional de científicos ha revisado los datos históricos y ha comprobado que también hubo valores elevados en otras épocas.

"La correcta estimación de la actividad solar es crucial para descartar el papel del Sol en el calentamiento global”, destacan los científicos

“Ha sido toda una sorpresa comprobar que en el siglo XVIII los niveles de actividad solar fueron prácticamente iguales a los actuales”, destaca José M. Vaquero, investigador de la Universidad de Extremadura y coautor del trabajo, una revisión del número de manchas solares registradas en los últimos 400 años.

Los resultados, que publica la revista Space Science Reviews, también revelan que en otros periodos ocurrió lo contrario, como en el mínimo de Maunder (1645-1715), cuando prácticamente desaparecieron las manchas y la actividad solar se redujo drásticamente.

“Una correcta estimación de la actividad pasada y presente del Sol, nuestra principal fuente de luz y calor, es crucial para entender numerosos fenómenos que ocurren en la Tierra, especialmente para descartar el papel del Sol en el calentamiento global”, destaca Vaquero, “pero nos enfrentamos al problema de que existen dos índices o formas de calcular la actividad solar histórica, y sus datos no coinciden a la hora de describir lo que sucedió antes del siglo XX”.

Discrepancia entre índices europeo y americano

El primer índice es el International Sunspot Number o número de Wolf, ideado por el astrónomo suizo Rudolf Wolf en 1849. Actualmente es el método que sigue el Observatorio Real de Bélgica, ayudado por una red de más de medio centenar de otros observatorios astronómicos, la mayoría no profesionales. La segunda versión se denominaGroup Sunspot Number, y fue creada por los científicos estadounidenses Douglas V. Hoyt y K.H. Schatten en 1998.

“Desafortunadamente, estas dos series sólo coinciden en el periodo más moderno, desde 1885 aproximadamente”, señala Vaquero. “En los periodos anteriores, el índice americano muestra un nivel de actividad solar mucho más bajo que el europeo; y esto introduce confusiones y contradicciones cuando el número de manchas solares se usa en investigaciones modernas sobre la dínamo solar o el forzamiento del Sol en el sistema climático terrestre, por ejemplo”.

Variación del número de manchas solares desde 1700 en ciclos de once años. / Royal Observatory of Belgium/SILSO graphics

El estudio histórico de las manchas solares ha servido para detectar varios errores en las dos versiones. Sus autores, de centros como el propio Observatorio Real de Bélgica, la Universidad de Stanford y el Observatorio Solar Nacional de EE UU, también han podido corregir algunas de las incidencias detectadas.

Para realizar la investigación, desde España se ha aportado la información del catálogo de manchas solares del Observatorio de la Universidad de Valencia, elaborado entre 1920 y 1928 antes de su incendio, y los datos del Observatorio Astronómico de Madrid recogidos entre 1876 y 1986.

Fuentes: SINC

27 de enero de 2015

Los primeros 100 millones Imágenes en órbita de la NASA SDO





El 6 de julio de 2011, AIA observó, por primera vez en la historia, un cometa de zambullirse en la corona del Sol. El cometa (probablemente sólo de 10 a 50 metros de diámetro en primera; en comparación con el diámetro solar de 1,4 millones de kilómetros) era apenas visible contra el resplandor de la corona de fondo, pero mejoras de imagen (se muestra en las inserciones) reveló la cola irregularmente brillante de . los moribundos cometa

28 de octubre de 2014

Tormenta solar de 1859

Aurora boreal.

La tormenta solar de 1859, conocida también como evento Carrington por el astrónomo inglés Richard Carrington, primero en observarla, es considerada la tormenta solar más potente registrada en la historia. En el año 1859 se produjo una gran eyección de masa coronal o fulguración solar. 
A partir del 28 de agosto, se observaron auroras que llegaban al sur hasta el Caribe. El pico de intensidad fue el 1 y 2 de septiembre, y provocó el fallo de los sistemas de telégrafo en toda Europa y América del Norte. 
Los primeros indicios de este incidente se detectaron a partir del 28 de agosto de 1859 cuando por toda Norte América se vieron auroras boreales. Se vieron intensas cortinas de luz, desde Maine hasta Florida. Incluso en Cuba los capitanes de barco registraron en los cuadernos de bitácora la aparición de luces cobrizas cerca del cenit
En aquella época los cables del telégrafo, invento que había empezado a funcionar en 1843 en los Estados Unidos, sufrieron cortes y cortocircuitos que provocaron numerosos incendios, tanto en Europa como en Norteamérica. 
Se observaron auroras en zonas de latitud media, como Roma o Madrid (latitud 40°25′08″N), incluso en zonas de baja latitud como La Habana y las islas Hawái, entre otras.

En las Islas Baleares encontramos una referencia en el Diario de Menorca.

Anteayer a hora avanzada de la noche vio una persona fidedigna dos auroras boreales, que si bien eran más diminutas que la que vimos años atrás no dejaron de causar un efecto maravilloso

J. Hospitaler, Diario de Menorca - Año 2 Número 237       (04/09/1859)
Fue la interacción más violenta que nunca se ha registrado entre la actividad solar y la Tierra. La acción del viento solar sobre la Tierra el año 1859 fue, con diferencia, la más intensa de la que se tiene constancia. El día 28 de agosto aparecieron numerosas manchas solares, y entre los días 28 de agosto y 2 de septiembre se declararon numerosas áreas con fulguraciones.

El 1 de septiembre el Sol emitió una inmensa llamarada, con un área de fulguración asociada que durante un minuto emitió el doble de energía de la que es habitual. Sólo diecisiete horas y cuarenta minutos después, la eyección llegó a la Tierra con partículas de carga magnética muy intensa. El campo magnético terrestre se deformó completamente y esto permitió la entrada de partículas solares hasta la alta atmósfera, donde provocaron extensas auroras boreales e interrupciones en las redes de telégrafo, que entonces estaba todavía muy poco desarrollado.


La interacción del viento solar con la magnetosfera de la Tierra. Las distancias no están a escala.

La fulguración de Carrington
A veces, se habla de la fulguración de Carrington debido a que este científico hacía unos bocetos de un grupo de manchas solares el jueves primero de septiembre debido a la dimensión de las regiones oscuras, cuando, a las 11:18, se dio cuenta de un intenso estallido de luz blanca que parecía salir de dos puntos del grupo de manchas. 

Quiso compartir el espectáculo con alguien pero no había nadie más en el observatorio. Diecisiete horas más tarde una segunda oleada de auroras boreales convirtió la noche en día en toda Norte América hasta Panamá
Algunos ejemplos ilustran la magnitud de este hecho: se podía leer el periódico bajo la luz entre roja y verdosa de las auroras, mientras que los mineros de oro de las Montañas Rocosas se levantaron y merendaron de madrugada, creían que el Sol salía detrás de una cortina de nubes. A la sazón había muy pocos aparatos eléctricos, pero los pocos que había dejaron de funcionar, por ejemplo, los sistemas telegráficos dejaron de funcionar en Europa y Norte América.

Imagen del Sol donde pueden verse en la parte inferior unas manchas solares.




Si la *tormenta de Carrington no tuvo consecuencias brutales fue debido a que nuestra civilización tecnológica todavía estaba en sus inicios: si se diese hoy los satélites artificiales dejarían de funcionar, las comunicaciones de radio se interrumpirían y los apagones eléctricos tendrían proporciones continentales y los servicios quedarían interrumpidos durante semanas. Según los registros obtenidos de las muestras de hielo una fulguración solar de esta magnitud no se ha producido en los últimos 500 años, aunque se producen tormentas solares relativamente fuertes cada cincuenta años, la última el 13 de noviembre de 1960 (53 años).

El ciclo de actividad solar
La aparición de manchas solares, la actividad magnética, y otros datos relacionados con estos fenómenos siguen un ciclo que dura 11 años. El ciclo actual empezó el mes de enero de 2008, tras la pausa actual, llevarán unos cinco años la actividad solar será cada vez mayor. En los últimos 11 años han explotado en la superficie del Sol unas 13.000 nubes de plasma y unas 21.000 fulguraciones solares.

Se podría decir que las tormentas solares son similares a las tormentas terrestres a una escala superior, aunque, en el caso de las solares los gases del viento solar van acompañados de campos magnéticos que les dan forma y proporcionan energía. Como se da en el caso de las tormentas eléctricas son explosiones de partículas de altas energías e intensos rayos X debido de los cambios del campo magnético.

En el proceso de fusión nuclear, que origina la energía del Sol, hay una pérdida de masa del 0,7 %, que se convierte en energía tal y como expresa la conocida fórmula de Einstein: 




Cuando un gramo de hidrógeno se transforma por fusión nuclear en 0,993 gramos de helio, se liberan 50.000 kWh de energía.[cita requerida] Esta energía se transmite primero por radiación dentro de una capa esférica —zona radiante— de 500.000 km de grueso y después se transmite por convección a través de otra capa esférica de 200.000 km—zona convectiva

Esta capa de convección es como un líquido en ebullición: por esto el Sol presenta con fuerte ampliación óptica una superficie granulada correspondiente a la cumbre de las células convectivas. La estructura granulada cambia de forma rápidamente (como cambia la superficie del agua hirviendo) y una unidad de la granulación se ve aparecer y desaparecer en diez o quince minutos. 
Con estas dos clases de transporte, la energía producida al núcleo solar ya puede escapar del Sol y radiar en todas direcciones.

La mayoría de estas tormentas producen auroras boreales en las regiones árticas que comparadas con los fenómenos meteorológicos parecerían un pequeño aguacero, pero a veces, el Sol es capaz de crear un auténtico vendaval.

Nadie vivo hoy ha experimentado una tormenta de estas proporciones, pero Kenneth G. McCracken de la Universidad de Maryland descubrió en los núcleos de muestras de hielo de la Antártida y Groenlandia aumentos bruscos de nitratos, que ya se conocía que correspondían a intensas ráfagas de viento solar. La anomalía de nitratos de 1859 es la mayor en 500 años y equivale a la suma de episodios más importantes en los últimos 40 años. 


Causas
La gran tormenta de 1859 fue precedida de la aparición, en el Sol, de un grupo numeroso de manchas solares cercanas al ecuador solar, casi en el momento de máxima actividad del ciclo solar, de una magnitud tan grande que se podían ver a simple vista, con una protección adecuada. En el momento de la eyección de masa coronal el grupo de manchas estaba frente a la Tierra, aunque no parece que sea necesaria tanta puntería, cuando la materia coronal llega a la órbita terrestre abarca una extensión de 50 millones de kilómetros, miles de veces la dimensión de la Tierra.

La intensa fulguración de 1859 liberó dos eyecciones de materia coronal: la primera tardó entre 40 y 60 horas para llegar a la Tierra (tiempo habitual) mientras la segunda, liberada por el Sol antes de que se llenase el vacío dejado por la primera, solamente tardó unas 17 horas para llegar a la Tierra. 

La primera eyección iba acompañada de un intenso campo magnético helicoidal, según los datos de los magnetómetros de la época. Esta primera etapa quedó registrada en los magnetómetros de superficie como un inicio brusco de actividad, pero no tuvo otros efectos. Al principio apuntaba al norte, pero después de 15 h en lugar de reforzar el campo terrestre se oponía al campo mencionado. 
Esta oposición liberó gran cantidad de energía, que comenzó a interrumpir las comunicaciones telegráficas y formar auroras boreales, hasta pasados uno o dos días, en que, una vez que el plasma pasó más allá de la Tierra, dejó que el campo magnético de la Tierra volviese a la normalidad.

La fulguración de Carrington del primero de septiembre debió tener temperaturas de 50 megakelvin, por lo que es probable que no sólo emitiera radiación visible, sino también radiación gamma y rayos X. No hay noticia de la observación de una fulguración solar más brillante. La radiación solar sólo tarda unos 8 minutos y medio en llegar a la Tierra y si hubiera habido aparatos de radio y de onda corta en ese tiempo deberían de haber quedado inutilizados. La energía de los rayos X calentaron la atmósfera alta de la Tierra, lo que produjo su expansión entre decenas y cientos de kilómetros.

Como ya se ha mencionado se produjo una segunda ráfaga de viento solar. En el momento del impacto con la Tierra de esta segunda fulguración el campo magnético del plasma apuntaba hacia el sur, con lo que el caos geomagnético no tardó en manifestarse: la magnetosfera terrestre que suele estar a unos 60.000 km de la Tierra fue comprimido hasta llegar a unos 7.000, hasta alcanzar, quizá, la estratosfera

Cuando el cinturón de radiación de Van Allen desapareció temporalmente gran cantidad de protones y electrones se descargaron hacia la atmósfera, lo que podría haber sido la causa de las auroras boreales observadas.

La fulguración solar y la fuerte eyección de materia coronal aceleraron los protones hasta energías de 30 millones de electronvoltios si no aun mayores, lo que hizo que estas partículas entrasen, en el ártico, hasta unos 50 kilómetros de la superficie terrestre y que estas partículas depositasen una cantidad extra de energía en la ionosfera que, según Brian C. Thomas de la Universidad de Washburn desencadenó una reducción del ozono estratosférico de un 5%, y que tardó unos 4 años para recuperar lo que se había perdido. 

Una gran "lluvia" de neutrones pudo abarcar la superficie de la Tierra, pero, debido a que en aquel tiempo no había detectores, no se pudo registrar, y parece no tuvo consecuencias para la salud.

Mientras las auroras se extendían desde las latitudes altas, que les son propias, hasta otras más bajas, las corrientes eléctricas de la ionosfera y de las mismas auroras indujeron corrientes intensas a través de los continentes, y que entraron en los circuitos de telégrafo y que llegaron a quemar algunas estaciones y produjeron electrocuciones


Tormentas solares y la Era de las comunicaciones
Una tormenta solar de esta magnitud tendría graves consecuencias para la civilización actual. Los rayos cósmicos erosionan los paneles solares de los satélites artificiales y reducen su capacidad para generar electricidad. 

Muchos satélites de comunicaciones, por ejemplo la ANIK E1 y la E2 en 1994 y Telstar 401 de 1997 han resultado dañados por este motivo. Un caso un poco diferente se debe a la expansión de la atmósfera por los rayos X que produjo daños al Asko japonés el 14 de julio de 2000.

Los satélites artificiales han sido diseñados específicamente para evitar las calamidades del clima espacial, pero las redes eléctricas son incluso más frágiles. Los grandes transformadores están conectados a tierra y, por tanto, pueden ser susceptibles de ser dañados por las corrientes continuas inducidas por las perturbaciones geomagnéticas y aunque los transformadores evitasen la destrucción de los núcleos magnéticos se podrían cargar durante la mitad del ciclo de corriente alterna, lo que distorsionaría la forma de las ondas de 50 o 60 Hertz.

En el año 1859, el invento del telégrafo se había producido 15 años atrás y la infraestructura eléctrica estaba realmente en su infancia. La tormenta solar de 1994 causó errores en dos satélites de comunicaciones, afectando a los periódicos, las redes de televisión y el servicio de radio en Canadá. Otras tormentas han afectado sistemas desde servicios móviles y señales de TV hasta sistemas GPS y redes de electricidad. 

En marzo de 1989, una tormenta solar mucho menos intensa que la perfecta tormenta espacial de 1859, provocó que la planta hidroeléctrica de Quebec (Canadá) se detuviera durante más de nueve horas; los daños y la pérdida de ingresos resultante se estiman en cientos de millones de dólares.

Como señala una página web de la Universidad George Washington "la meteorología espacial, que es el resultado de los rayos X y de partículas de alta energía del Sol que interactúan de manera compleja con la Tierra, atmósfera y campo magnético, a menudo afectan a los modernos sistemas tecnológicos negativamente (por ejemplo, satélites, la red eléctrica, la radio), causando pérdidas económicas y sociales en las latitudes altas de la Tierra, como el norte de Estados Unidos, Canadá, Escandinavia y Rusia, que están en particular riesgo porque los campos magnéticos convergen en estas regiones "



Fuentes: Wikipedia