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22 de enero de 2017

Buscando señales de vida en el sistema planetario Wolf 1061



Un grupo de astrónomos de la Universidad Estatal de San Francisco (en California, Estados Unidos), ha realizado un estudio para buscar señales de vida en un sistema planetario ubicado a tan solo 14 años luz de distancia de la Tierra. Los resultados serán publicados en la próxima edición de Astrophysical Journal.

El sistema, conocido como Wolf 1061, alberga una estrella enana roja y tres exoplanetas: Wolf 1061b, Wolf 1061c y Wolf 1061d. No es solamente su cercanía con la Tierra lo que hace de este sistema un objetivo interesante para los astrónomos. Uno de sus exoplanetas, Wolf 1061c, es un planeta rocoso ubicado en la zona habitable, con una masa 4 veces mayor a la de la Tierra. Es el tercer planeta potencialmente habitable más cercano a la Tierra, después de Marte y el exoplaneta Próxima Centauri b.

Cuando los científicos buscan planetas que puedan albergar vida, se concentran en aquellos que tengan condiciones y propiedades similares a la Tierra: planetas rocosos ubicados en órbitas dentro de la zona habitable, donde la temperatura es la adecuada para que la vida se pueda sostener.

El sistema Wolf 1061, con sus exoplanetas: Wolf 1061b, Wolf 1061c y Wolf 1061d.

Wolf 1061c se localiza en la región más interna de la zona habitable, con una órbita que presenta grandes variaciones en la distancia con su estrella. Esto significa que el planeta podría tener una atmósfera similar a Venus, experimentando cambios en el clima más súbitos y extremos que los que se producen en la Tierra.

Los científicos se preguntan si podría existir vida en Wolf 1061c a pesar de su probable clima caótico y extremo. En los próximos años, una nueva generación de telescopios, como el Telescopio Espacial James Webb, serán capaces de detectar los componentes atmosféricos en los exoplanetas, ayudando a responder la antigua pregunta de si estamos solos en el Universo.

Fuente: http://news.sfsu.edu/

15 de enero de 2017

Los Secretos Ocultos de las Nubes de Orión



La nube molecular Orión A observada por VISTA. Image Credit: ESO/VISION survey

Esta espectacular nueva imagen es uno de los mosaicos más grandes en alta resolución en infrarrojo cercano de la nube molecular de Orión A, la fábrica de estrellas masivas conocida más cercana, a unos 1.350 años luz de la Tierra. Fue tomada con el telescopio de rastreo infrarrojo VISTA, instalado en el Observatorio Paranal de ESO, en el norte de Chile, y revela la presencia de numerosas estrellas jóvenes y de otros objetos que, de otra manera, permanecerían ocultos en las profundidades de las nubes de polvo.

La nueva imagen del sondeo VISION (VIenna Survey In Orion) es un montaje de imágenes tomadas en la parte del infrarrojo cercano del espectro por el telescopio de rastreo VISTA en el Observatorio Paranal de ESO, en Chile. Cubre la totalidad de la nube molecular de Orión A, una de las dos nubes moleculares gigantes del Complejo Molecular de la nube de Orión (OMC, Orion Molecular Complex). Orión A se extiende aproximadamente ocho grados hacia el sur en la familiar zona de Orión conocida como la espada.

VISTA es el telescopio de sondeo más grande del mundo, cuenta con un gran campo de visión y está dotado con detectores infrarrojos muy sensibles, características que lo hacen ideal para la obtención de imágenes en infrarrojo profundas y de alta calidad, requeridas por este ambicioso estudio.

El sondeo VISION ha dado lugar a un catálogo que contiene casi 800.000 estrellas individuales identificadas, objetos estelares jóvenes y galaxias lejanas, lo que representa la información más profunda y la mayor cobertura alcanzadas hasta ahora por ningún estudio en esta región del cielo.

VISTA puede ver la luz que el ojo humano no puede, permitiendo a los astrónomos identificar muchos objetos escondidos en esta guardería estelar. Las estrellas muy jóvenes que no pueden verse en imágenes de luz visible se revelan cuando se observan a longitudes de onda infrarrojas, más largas, donde el polvo que las envuelve es más transparente.

La nueva imagen representa un paso hacia un conocimiento completo de los procesos de formación de estrellas en Orión A, tanto para estrellas de baja masa como para estrellas masivas. El objeto más espectacular es la gloriosa nebulosa de Orión, también llamada Messier 42, hacia la izquierda de la imagen. Esta región forma parte de la espada de la famosa y brillante constelación de Orión (el cazador). El catálogo de VISTA cubre tanto objetos conocidos como nuevos descubrimientos. Estos incluyen cinco nuevos candidatos a objeto estelar joven y diez candidatos a cúmulos de galaxias.

En otras partes de la imagen, podemos mirar en el interior de la nubes moleculares oscuras de Orión A y descubrir muchos tesoros ocultos, incluyendo discos de material que podrían dar origen a nuevas estrellas (discos pre-estelares), nebulosidades asociadas a estrellas recién nacidas (objetos Herbig-Haro), pequeños cúmulos de estrellas e incluso cúmulos de galaxias más allá de la Vía Láctea. El sondeo VISION permite estudiar de forma sistemática las fases evolutivas más tempranas de estrellas jóvenes en el interior de nubes moleculares cercanas.

Esta imagen de Orión A, con un nivel de detalle impresionante, establece una nueva base observacional para continuar los estudios sobre formación de estrellas y de cúmulos y pone de relieve, una vez más, las capacidades del telescopio VISTA para obtener imágenes de amplias áreas del cielo de forma rápida y profunda en la parte infrarroja del espectro.

4 de diciembre de 2016

Descubren que los océanos cósmicos son la cuna de las galaxias gigantes

MRC 1138-262, apodada Spiderweb (telaraña), es una supergalaxia que está formándose dentro de una nube de gas frío. CAB

  • Astrónomos profundizan en la formación de supergalaxias en el universo primitivo
  • Comprueban que este proceso no es exactamente como hasta ahora se pensaba
  • Han llegado a la conclusión de que se originan por la condensación de gas frío
Un equipo internacional de científicos, encabezado por el Centro de Astrobiología (CAB, CSICINTA), abre la puerta a estudiar cómo se formaron las supergalaxias en el universo primitivo. Las mayores galaxias que existen en el universo, enormes esferas llenas de estrellas, parecen surgir en los océanos cósmicos de gas frío.

Este hallazgo, que un grupo internacional de astrónomos liderados por el Centro de Astrobiología ha publicado en el último número de la revista Science, apunta a que, en el universo primitivo, la formación de supergalaxias es un proceso que dista bastante de lo estudiado en el universo más cercano.

Hasta ahora, se pensaba que las supergalaxias se formaron a partir de otras pequeñas que se fundieron unas con otras.


La agrupación de cientos o miles de galaxias da como resultado agregados llamados cúmulos, cuyo centro lo ocupan las supergalaxias. “Pensábamos que, en las etapas iniciales del universo, estas galaxias enormes se formaron a partir de otras pequeñas que se fundieron unas con otras bajo la acción de su propia gravedad, tal y como ocurre en el universo próximo. 
Sin embargo, hemos visto que todo es mucho más complicado”, señala el investigador del Centro de Astrobiología y autor principal del trabajo, Bjorn Emonts.

Como 100.000 millones de Soles
Los astrónomos han estudiado un cúmulo situado a 10.000 millones de años luz de la Tierra utilizando el conjunto de radiotelescopios ATCA (Australia Telescope Compact Array), en Australia, y el VLA (Very Large Array), en los Estados Unidos. En el centro de este cúmulo se encuentra MRC 1138-262, apodada Spiderweb (telaraña), una supergalaxia que está formándose inmersa en una enorme nube de gas frío.

“Este océano cósmico contiene aproximadamente 100.000 millones de veces la masa del Sol y está compuesto en su mayoría por moléculas de hidrógeno, la materia prima de la que se forman estrellas y galaxias”, precisa Montserrat Villar-Martín, científica del CAB y coautora del estudio.

Pero, en lugar de observar directamente el hidrógeno, los investigadores lo han detectado a través de un gas trazador –en este caso, el monóxido de carbono–,más fácil de localizar. “Esperábamos detectar el gas frío en las galaxias fusionándose”, comenta el coautor Helmut Dannerbauer, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que, en 2014, reveló que Spiderweb está rodeada de gran cantidad de galaxias ocultas tras gruesas capas de polvo.

De dónde proviene el gas frío es todavía un rompecabezas para la comunidad científica.


Las observaciones han revelado, por el contrario, que la mayor parte del gas frío no se encuentra ahí, sino que ocupa el vasto espacio entre las galaxias. Los astrónomos ahora piensan que la supergalaxia se ha originado directamente por la condensación de ese océano cósmico de gas frío.
Búsqueda de sistemas similares
“Ahora sabemos cómo y dónde buscar los depósitos gigantes de gas frío que originan las galaxias más grandes en el universo. A partir de este momento, podremos utilizar la más avanzada tecnología astronómica para encontrar sistemas similares”, agrega Villar-Martín.

De dónde proviene el gas frío es todavía un rompecabezas para la comunidad científica. “El monóxido de carbono que detectamos es un subproducto de estrellas ya desaparecidas, una forma de reciclaje cósmico, pero no podemos asegurar con certeza el origen del gas o cómo se acumula en el núcleo del cúmulo”, explica Bjorn Emonts, y agrega que, "para averiguarlo, tendremos que profundizar aún más en la historia del universo”.


Fuentes: Rtve.es

7 de junio de 2015

Astrónomos calculan cuánto pesa la Vía Láctea

efe
Una imágen cedida por la Nasa de la Vía Láctea 


Científicos utilizan estrellas que orbitan alrededor de nuestra galaxia con la finalidad de obtener mediciones de alta precisión

Un equipo internacional de científicos, dirigido por el investigador de la Universidad de Columbia Andreas Küpper, utiliza estrellas que orbitan alrededor de la Vía Láctea, en una estructura de flujo similar, para pesarla con alta precisión.

En un nuevo estudio publicado en la revista «The Astrophysical Journal», el equipo demuestra que tales corrientes, producidas por la disolución de los cúmulos globulares, se pueden utilizar para medir no sólo el peso de nuestra galaxia, sino también para usarlas como varas de cálculo para determinar la ubicación del Sol dentro de la Vía Láctea.

«Los cúmulos globulares son grupos compactos de miles a varios millones de estrellas que nacieron juntos cuando el universo era aún muy joven», dijo Küpper. El científico agregó que estos cúmulos orbitan alrededor de la Vía Láctea y lentamente se desintegran en el transcurso de miles de millones de años, dejando una huella única. Estas corrientes estelares sobresalen del resto de las estrellas en el cielo, ya que son densas y coherentes.
Un amplio catálogo de estrellas

Los investigadores utilizaron datos del Sloan Digital Sky Survey, que escaneó el cielo del hemisferio norte durante unos 10 años para crear un amplio catálogo de estrellas en el cielo. La corriente que puso a prueba la nueva técnica fue producida por un cúmulo globular llamado Palomar 5, y ya había sido descubierto en 2001 por encima del disco galáctico.

Eduardo Balbinot, coautor del estudio de la Universidad de Surrey en Inglaterra, volvió a analizar los datos de Sloan y detectó menos densidad en la corriente de Palomar 5. «Encontramos variaciones muy pronunciadas y regularmente espaciadas a lo largo de la corriente... Tales variaciones no podían ser resultado del azar», dijo Balbinot.

Son estos cambios los que permiten a los investigadores obtener la precisión sin precedentes de su medición. Utilizando la supercomputadora Yeti de la Universidad de Columbia, crearon varios millones de modelos de corriente en diferentes materializaciones de la Vía Láctea.

A partir de estos modelos y de comparar el patrón de maniobra de los modelos con las observaciones, fueron capaces de inferir que la masa de la Vía Láctea en un radio de 60.000 años luz debe ser 210.000 millones de veces la masa del Sol con una incertidumbre de sólo el 20 por ciento. El patrón único de los cambios de densidad ayudó significativamente a descartar los modelos de la Vía Láctea que eran demasiado pesados o livianos.

«Un avance importante en este trabajo fue el uso de herramientas estadísticas robustas - las mismos que se usan para estudiar los cambios en el genoma y empleadas por los motores de búsqueda de Internet para clasificar los sitios web», explicó Ana Bonaca, coautora de la Universidad de Yale. Este enfoque riguroso ayudó en el logro de la alta precisión en el pesaje de la Vía Láctea, según la investigadora.



Fuentes: ABC.es

11 de agosto de 2014

En Teruel, dos telescopios únicos en el mundo permitirán ver las estrellas

En la cima de Teruel, en el Pico del Buitre, se sitúan estos dos telescopios con un campo de visión 36 veces la luna llena. Este titán, todavía en obras, contará con la cámara con más píxeles del mundo, 1200 millones.



Fuentes: Rtve.es

26 de marzo de 2014

FORMADOS POR HIELO DE AGUA. Un asteroide con anillos sorprende a los astrónomos

Foto: ESO/L. CALÇADA/NICK RISINGERC

Hasta ahora, los sistemas de anillos eran considerados un rasgo exclusivo de los planetas gigantes, como Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Sin embargo, un estudio internacional, en el que han participado investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha detectado dentro del Sistema Solar un objeto con dos anillos, probablemente formados por hielo de agua.

Los resultados del trabajo, publicado en la revista 'Nature', sugieren que los anillos podrían ser estructuras más comunes de lo que se pensaba hasta el momento.

Cariclo, nombre que ha recibido este asteroide en castellano, presenta un diámetro de unos 250 kilómetros y se encuentra situado entre Saturno y Urano. Sus dos anillos, de gran densidad y separados por una zona estrecha y oscura, tienen 7 y 5 kilómetros de anchura respectivamente.

El hallazgo ha sido posible gracias a la observación, desde ocho enclaves distintos, del paso de Cariclo por delante de una estrella (fenómeno conocido como ocultación) en junio de 2013. "Pensábamos que lo que habíamos detectado alrededor de Cariclo durante la ocultación se debía a material que este planeta menor pudiera expulsar a chorros, como hacen los cometas, ya que presenta algunas propiedades y una órbita similar a la de los cometas", ha explicado el investigador del CSIC, José Luis Ortiz.

"Sin embargo, tras dar muchas vueltas, vimos que el material se
distribuía en forma de elipse alrededor de Cariclo, formando un anillo como el de Saturno", ha aclarado.

ANILLOS DE HIELO DE AGUA

Esta conclusión permitió, además, explicar otros fenómenos extraños que se habían observado años antes. Cariclo es el mayor de una población de objetos conocidos como centauros, que se distribuyen en una extensa región entre Júpiter y Neptuno y que comparten características tanto con los cometas como con los asteroides.

Entre 1997 y 2008 Cariclo mostró un, hasta el momento, inexplicable descenso de brillo acompañado de la desaparición de la señal que indica la presencia de hielo.

"Creemos que el hielo de agua no se encuentra en la superficie de Cariclo, sino en su sistema de anillos. Cuando no se detectó el hielo fue precisamente en un periodo en el que los anillos se hallaban de canto, de forma que apenas se veían porque son muy finos", ha aclarado Ortiz.

Del mismo modo, el científico René Duffard ha señalado que "los anillos de Saturno están formados por hielo de agua en un gran porcentaje, así que los de Cariclo serían una versión pequeña de ellos".

Según el estudio, la posición de los anillos de Cariclo indica que, o bien se trata de un sistema formado recientemente, o bien que existe un cuerpo (lo que suele conocerse como satélite pastor) aún no detectado que contribuye a que los anillos permanezcan confinados.

El origen de los anillos, creen los astrónomos, podría estar relacionado con la existencia de satélites que pudieron impactar y generar un disco de escombros en torno a Cariclo. "Aunque el hallazgo de anillos en un planeta menor parece apuntar a que se trata de estructuras más comunes de lo que se pensaba, por ahora Cariclo constituye un objeto
excepcional", ha concluido Duffard.


Fuentes: EUROPA PRESS

Astrónomos australianos verifican en supernovas que la Ley de Gravedad de Newton es constante



- La fuerza de la gravedad no ha cambiado en los últimos 9.000 millones de años
- Los resultados coinciden con los del Lunar Laser Ranging de la NASA

Astrónomos australianos han combinado todas las observaciones de supernovas hasta la fecha, para determinar que la fuerza de la gravedad no ha cambiado en los últimos 9.000 millones de años. Así se señala en un estudio publicado este mes por laAstronomical Society of Australia.

La constante gravitacional de Newton, conocido como G, describe la fuerza de atracción entre dos objetos, junto con la separación entre ellos y sus masas. Anteriormente se había sugerido que G podría haber estado cambiando lentamente a lo largo de los 13.800 millones de años desde el Big Bang.

Si G hubiera ido disminuyendo con el tiempo, por ejemplo, esto significaría que la distancia de la Tierra al Sol era un poco más grande en el pasado, lo que significa que experimentaríamos estaciones más largas ahora en comparación con épocas muy anteriores en la historia de la Tierra.

Pero los investigadores de la Universidad de Tecnología Swinburne en Melbourne han analizado la luz emitida por 580 explosiones de supernovas en el Universo cercano y lejano y han demostrado que la fuerza de gravedad no ha cambiado.

Composición de la NASA de la supernova SN 1006, que se produjo en el 1006. NASA





Las supernovas permiten estudiar la gravedad
"Mirar hacia atrás en el tiempo cósmico para averiguar cómo las leyes de la física pueden haber cambiado no es nuevo", ha dicho el profesor Jeremy Mould. "Pero la cosmología de la supernova ahora nos permite hacer esto con la gravedad".

El profesor Mould y su estudiante de doctorado Syed Uddin han asumido que las explosiones de supernovas ocurren cuando una enana blanca alcanza una masa crítica o después de chocar con otras estrellas.

"Esta masa crítica depende de la constante G de Newton y nos permite controlar miles de millones de años de tiempo cósmico y no solo unas décadas, como ocurrió en en los estudios anteriores", ha dicho el profesor de Mould.

A pesar de estos muy diferentes lapsos de tiempo, sus resultados coinciden con los hallazgos de la Lunar Laser Ranging Experiment, que ha estado midiendo la distancia entre la Tierra y la Luna desde las misiones Apolo de la NASA en la década de 1960 y que ha sido capaz de controlar las posibles variaciones en G con muy alta precisión.

"Nuestro análisis cosmológico complementa los esfuerzos experimentales para describir y restringir las leyes de la física de una manera nueva y con el tiempo cósmico", ha afirmado Uddin.


Fuentes: Rtve.es