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24 de septiembre de 2020

Estos son los lugares del espacio donde hay fosfano


En el centro, estrella CW Leonis o IRC +10216 captada en ultravioleta por el Galaxy Evolution Explorer de la NASA. Científicos españoles confirmaron por primera vez la presencia de fosfano fuera del sistema solar en el viento de esta estrella. / NASA/JPL-Caltech

La aparición en Venus de esta molécula asociada a la vida en la Tierra, también llamada fosfina, ha causado un gran revuelo científico y mediático, pero hace décadas que se conoce su presencia en las atmósferas de Júpiter y Saturno, e incluso se ha encontrado en algunas estrellas. Investigadores del CSIC fueron los primeros en detectarla fuera de nuestro sistema solar. Ahora valoran para SINC el nuevo descubrimiento.

El fósforo (designado con el símbolo P en la tabla periódica) guarda una estrecha relación con la vida por tratarse de un elemento biogénico primario, es decir, está presente en todas las formas de vida conocidas. Sin embargo, se sabe poco sobre su evolución química en el cosmos.

Tan sólo se han detectado seis moléculas con fósforo en el espacio (PN, PO, C2P, CP y HCP son cinco de ellas, las dos últimas identificadas por científicos españoles) y entre ellas se encuentra la fosfina, oficialmente denominada fosfano (PH3), que es el hidruro estable del fósforo.

Se conoce desde hace décadas que el fosfano está presente en las atmósferas de Saturno y Júpiter, en los dos gigantes gaseosos, donde esta molécula se forma en las capas profundas y es arrastrada hacia las superiores. El investigador Juan R. Pardo del CSIC es uno de los que lo ha analizado, con datos del antiguo Observatorio Submilimétrico Caltech de Hawái.

Detección de fosfina en la atmósfera de Júpiter. / Pardo et al./Icarus 2017

Si salimos fuera del sistema solar, únicamente se ha detectado fosfina en los vientos de algunas estrellas evolucionadas (gigantes rojas que pulsan de forma periódica eyectando parte de su masa durante el proceso), pero aún no está claro su mecanismo de formación en estas regiones.

De hecho, después de alguna búsqueda y detección tentativa, científicos del CSIC fuimos los primeros en confirmar la presencia de fosfina circunestelar, en concreto en la estrella CW Leonis (IRC +10216), situada en la constelación de Leo.
Posible reserva de fósforo en cometas

Además, el fosfano es uno de los candidatos a ser la principal reserva de fósforo en cometas, aunque, de momento, todavía no se ha conseguido probar su existencia en este tipo de objetos.

Respecto a la reciente detección de fosfina en las nubes de Venus, con la publicación esta semana del nuevo estudio, se añade una pieza más al puzzle de la evolución química del fósforo en el universo.

Que la fuente de fosfano sean microorganismos es sugerente, pero resulta más probable que mecanismos químicos o geoquímicos sean los responsables

A diferencia de las atmósferas de Jupiter y Saturno, que tienen un carácter reductor donde la presencia de fosfina está favorecida, Venus cuenta con una atmósfera ácida de carácter oxidante y un gas como este debería reaccionar rápido y sobrevivir tan sólo un corto período de tiempo.

Pero ahí aparece. La pregunta entonces es ¿qué mecanismo es capaz de producir PH3 de forma suficientemente rápida como para contrarrestar su velocidad de destrucción y mantener una abundancia como la observada?

Por el momento no hay respuesta. La posibilidad de que microorganismos sean la fuente de fosfano es muy sugerente, pero resulta más probable que mecanismos de tipo químico o geoquímico aún no identificados sean los responsables de la presencia de este gas en la atmósfera de nuestro planeta vecino.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

Una cavidad hace resonar las ondas sobre las manchas solares


Recreación artística de ondas atrapadas en la cavidad resonante, entre la superficie de una mancha solar (imagen inferior obtenida con GREGOR Fabry-Pérot Interferometer) y la región de transición (imagen superior, cortesía de NASA/SDO y AIA). / Gabriel Pérez Díaz, SMM (IAC)

Hace décadas que los astrónomos debaten sobre las ondas magnéticas que se agitan por encima de las manchas solares. Ahora investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias han zanjado el asunto al confirmar la existencia de una cavidad resonante donde se confinan y refuerzan estas ondas.

Las manchas solares son regiones oscuras que a menudo aparecen sobre la superficie del Sol. Están formadas por fuertes concentraciones de campo magnético y pueden exhibir un tamaño comparable al de la Tierra o incluso muy superior. Desde finales de los años 60 se conoce la presencia de oscilaciones en la atmósfera de estas manchas, que se han interpretado como una manifestación de ondas magnéticas.

Después de décadas de debate, se confirma la existencia de una cavidad resonante sobre las manchas solares, donde quedan parcialmente atrapadas las ondas magnéticas y determinadas frecuencias se ven reforzadas

Estas ondas han captado el interés de los científicos, ya que pueden transportar energía desde las capas interiores del Sol hacia las regiones más externas de su atmósfera. Por tanto, se trata de uno de los mecanismos propuestos para explicar las altas temperaturas de las capas externas del Sol, una de las grandes incógnitas de la física solar: ¿por qué la temperatura de la corona solar, aunque esté más lejos de la fuente de calor, es mayor que la de la superficie de nuestra estrella?

Ahora un equipo internacional de investigadores, liderado por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), ha confirmado la existencia de una cavidad resonante sobre las manchas solares. Las ondas se encuentran parcialmente atrapadas en esa región de la atmósfera solar sobre las manchas, dando lugar a la existencia de resonancias.

Estos resultados, publicados recientemente en dos artículos en las revistas Nature Astronomy y The Astrophysical Journal Letters, zanjan el debate de varias décadas sobre la naturaleza de las ondas en las regiones activas del Sol, donde el campo magnético es particularmente fuerte y aparecen con frecuencia las manchas solares.

"El fenómeno es similar al que se produce en el interior de un instrumento musical de viento o en la cuerda de una guitarra: al estar las ondas confinadas en una cavidad, determinadas frecuencias se ven reforzadas”, señala Tobías Felipe, investigador del IAC y principal autor de ambos artículos.

“En el caso del Sol –continúa–, la fuerte variación de la temperatura que existe cerca de su superficie y en una zona conocida como región de transición es lo que produce que las ondas sean reflejadas y queden encerradas en esta cavidad resonante".

Simulaciones en un supercomputador
Para este trabajo se han desarrollado simulaciones numéricas en el superordenador Teide-HPC, una infraestructura gestionada por el Instituto Tecnológico y de Energías Renovables, en Tenerife.

El hallazgo también proporciona una nueva aplicación para poder inferir las propiedades de la atmósfera solar a partir del análisis de sus oscilaciones

"Gracias a las simulaciones, hemos podido evaluar multitud de modelos que nos han permitido identificar cuáles son las mejores medidas observacionales para confirmar la presencia de la cavidad resonante y descartar aquellas cuya interpretación puede ser discutible", explica Christoph Kuckein, investigador del Instituto Leibniz de Astrofísica de Potsdam y coautor del estudio.

"Las observaciones en alta resolución tomadas en los telescopios solares del Observatorio del Teide (GREGOR y VTT) también nos permiten ver en detalle las fluctuaciones de la velocidad y la temperatura en varias capas de la atmósfera solar, y los datos concuerdan perfectamente con las predicciones de las simulaciones numéricas", añade Sergio González Manrique, investigador recientemente incorporado al IAC.

Además de esclarecer un enigma que se ha mantenido durante varias décadas, este hallazgo proporciona una nueva aplicación para poder inferir las propiedades de la atmósfera solar a partir del análisis de sus oscilaciones. "Estos trabajos futuros se beneficiarán de los datos obtenidos con la siguiente generación de telescopios solares, como el Telescopio Solar Europeo, que se instalará en La Palma", concluye Felipe.


Fuente: IAC, SINC
Derechos: Creative Commons.

3 de julio de 2020

Agujero negro más masivo del universo es 34 mil millones de veces más grande que el Sol

Un enorme hoyo negro fue descubierto en el universo, así lo reveló un estudio que señala que este voraz inquilino del espacio “come” el equivalente a un sol diario y hasta el momento es 34 mil millones de veces más grande que uno de los soles que devora.

Un enorme hoyo negro fue descubierto en el universo, así lo reveló un estudio que señala que este voraz inquilino del espacio “come” el equivalente a un sol diario y hasta el momento es 34 mil millones de veces más grande que uno de los soles que devora.

Así es el voraz hoyo negro

Una reciente investigación dirigida por la Universidad Nacional de Australia y publicada por la Universidad de Oxford ha revelado que en el universo se encuentra un enorme hoyo negro, el cual es un devorador de soles que crece cada vez más.

El hoyo negro, come soles en esta representación gráfica. Foto Foto: @MarGomezH

De acuerdo con los recientes hallazgos, el agujero negro fue descubierto en 2018, sin embargo, en una investigación reciente, los científicos descubrieron que el hoyo negro es cada vez más masivo y que más rápido crece en el Universo.

La comunidad científica no esperaba en la actualidad este tamaño pues se cree que este objeto es 34 mil millones de veces la masa del Sol y “come” el equivalente a un Sol todos los días.

Este hoyo negro gigante, conocido como ‘J2157’, al momento de ser descubierto en 2018, se determinó que tenía solo mil 200 millones de años, menos del 10% de su edad actual. Lo que sorprendió en las nuevas revelaciones, es que está oculto, dentro de la galaxia Holm 15A, a unos 700 millones de años luz de la Tierra. Esta galaxia es conocida por ser gigante también.

El enorme hoyo negro mide 34 mil millones de veces el tamaño de un Sol. El enorme hoyo negro se encuentra a 700 millones de años luz de la Tierra. Foto: @MarGomezH
Así se percataron del enorme hoyo negro

El equipo, formado también por investigadores de la Universidad de Arizona, utilizó el Very Large Telescope (VLT) de ESO en Chile para medir con precisión la masa del agujero negro.

Pudieron estimar su masa después de capturar imágenes de estrellas alrededor del agujero y mediante un modelo para determinar su tamaño y descubrieron que además de ser el más grande del universo encontrado hasta ahora, es entre 4-9 veces más grande de lo esperado.

Descubrieron este hoyo negro gigante debido a las estrellas que devoraba. Foto: @MarGomezH

Científicos de diversas universidades del mundo se han interesado por este gigante hoyo negro, no solo por el poder destructivo que tiene sino por la forma en cómo ha crecido solo en 2 años desde que fue descubierto.

Según la Nasa, Un agujero negro es una región finita del espacio en cuyo interior existe una concentración de masa lo suficientemente elevada como para generar un campo gravitatorio tal que ninguna partícula material, ni siquiera la luz, puede escapar de ella. Es decir, que a su paso, devora todo lo que encuentra y hasta el momento es imposible saber cuál es el destino de un planeta o galaxia que cae en éstos.

La Nasa ha explicado las propiedades de los hoyos negros en el espacio. Foto: Nasa / @MarGomezH

En nuestra Vía Láctea, se encuentra un hoyo negro llamado Sagitario A, el cual es 8 mil veces menor a este agujero negro gigante, conocido como ‘J2157’. Sin embargo, no es para alarmarse, pues la comunidad científica cree que muchas, si no todas las galaxias, albergan un agujero negro supermasivo en su centro.

Fuentes: geociencias

4 de enero de 2020

El Universo podría estar lleno de «grietas» en el espacio-tiempo, y los científicos las están buscando

Representación de las llamadas «cuerdas cósmicas» - Archivo
Llamadas «cuerdas cósmicas», serían sutiles líneas de energía que se extienden a través del espacio, imperfecciones en el espacio-tiempo que proceden de la época del Big Bang
El Universo en que vivimos podrá estar repleto de «grietas espacio-temporales», aunque actualmente no podemos verlas con nuestros telescopios. Esa es la principal conclusión de un estudio llevado a cabo por investigadores del Departamento de Física de la Universidad McGill, en Montreal, y que acaba de publicarse en arXiv.org.

Las grietas, si es que realmente existen, se habrían formado muy poco después del Big Bang, cuando el Universo empezaba ya a enfriarse y pasaba de ser una nube de plasma ardiente a algo más parecido a lo que vemos hoy. Según las teorías actuales, ese gran enfriamiento, o «transición de fase», como lo llaman los físicos, comenzó antes en unos lugares que en otros. De modo que las «burbujas» más frías se formaron y se fueron extendiendo por el espacio hasta encontrarse con otras burbujas. Al final, todo el espacio hizo la misma transición y el viejo Universo desapareció.


Sin embargo, el viejo estado de alta energía anterior podría haber sobrevivido en las zonas fronterizas de esas burbujas frías en expansión, dando lugar a grietas en la estructura misma del espacio-tiempo. Grietas que no permitieron que las burbujas encajaran a la perfección. Algunos físicos creen que sería posible, aún en la actualidad, encontrar evidencias de esos « defectos de fábrica», conocidos como «cuerdas cósmicas». Y el mejor lugar para hacerlo sería el fondo cósmico de microondas (CMB por sus siglas en inglés), el calor residual del Big Bang que aún hoy permea todo el Universo. Sin embargo, según los autores del trabajo, la evidencia sería demasiado débil como para que nuestros instrumentos pudieran detectarla.

Desde luego, según explica Óscar Hernández, coautor de la investigación, las cuerdas cósmicas son objetos realmente difíciles de imaginar, aunque tienen análogos en nuestro propio mundo. «¿Ha caminado alguna vez sobre un lago helado? -explica Hernández a la revista Live Science- ¿Ha notado grietas en el hielo del lago? Aún así sigue siendo sólido. No hay nada que temer, pero las grietas están ahí».

Pues resulta que las grietas del lago se forman, también, a través de un proceso de transición de fase similar al de las cuerdas cósmicas. «El hielo -prosigue el investigador- es agua que ha pasado por una transición de fase. Las moléculas de agua eran libres de moverse como un fluido, pero de repente, en algún lugar, empezaron a formar cristales... losas de hielo que forman mosaicos, a menudo hexagonales. Y ahora imagine que tenemos azulejos hexagonales perfectos y que formamos con ellos un mosaico sobre el lago. Si otra persona empezara a hacer lo mismo en la orilla opuesta, no habría prácticamente ninguna posibilidad de que sus fichas se alinearan con las nuestras».

De este modo, los puntos de unión imperfectos forman largas grietas sobre la superficie de un lago helado. Y, si la física subyacente es correcta, lo mismo sucede donde las burbujas frías y en expansión del Universo se cruzaron: no encajaron y formaron largas cuerdas cósmicas.

Líneas de energía a través del espacio

Según la Física, en el espacio existen campos que determinan el comportamiento de las partículas fundamentales y de sus fuerzas asociadas. Y Hernández y sus colegas creen que esos campos se formaron gracias a las primeras transiciones de fase del Universo.

En palabras del investigador, «en cierto sentido, un campo relacionado con una partícula debe elegir una dirección para enfriarse y congelarse. Y dado que el Universo es realmente grande, podría suceder que el mismo campo eligiera diferentes direcciones en diferentes partes del Universo. Ahora bien, si ese campo obedece a ciertas condiciones... entonces, cuando el Universo se haya enfriado, habrá líneas de discontinuidad, líneas de energía que no han podido enfriarse».

En la actualidad, esos puntos de encuentro tendrían la apariencia líneas de energía infinitamente delgadas a través del espacio. Por otra parte, opina Hernández, encontrar esas cuerdas cósmicas sería todo un problema, porque serían la prueba definitiva de que la Física es algo mucho más grande y complejo de lo que permiten los modelos actuales.

Hacia un nuevo Modelo Estandar

En la actualidad, la teoría más avanzada y mejor probada sobre las partículas que hay en el Universo y las fuerzas que las gobiernan es el Modelo Estándar, que incluye a todas las partículas fundamentales y a todas (que sepamos) las fuerzas de la Naturaleza.

Sin embargo, la inmensa mayoría de los físicos sabe que el Modelo Estándar resulta incompleto, ya que no nos dice nada sobre cuestiones como la energía o la materia oscuras, ni tampoco resuelve el problema de la inexplicable ausencia de antimateria, por no hablar de la cuestión pendiente de la gravedad, la única de las cuatro fuerzas fundamentales conocidas que no ha podido ser cuantificada.

Así las cosas, no resulta extraño que muchos científicos busquen activamente otras soluciones y modelos. «Muchas extensiones del Modelo Estándar -explica Hernández- llevan de forma natural a las cuerdas cósmicas nacidas justo después de la inflación. De modo que tenemos un objeto cuya existencia está predicha por varios modelos. Si finalmente ese objeto (las cuerdas cósmicas) no existe, todos esos modelos se descartarán. Pero si existe, oh Dios mío, la gente será feliz».

A la caza de las cuerdas cósmicas

Desde 2017 numerosos grupos de investigadores han tratado de detectar cuerdas cósmicas en el CMB, aunque por ahora todos esos esfuerzos han sido en vano. Según dijo el propio Hernández ese mismo año, la mejor baza para conseguirlo sería utilizar una red neuronal, un poderoso software capaz de enontrar patrones que a los humanos se nos escapan.

Sin embargo, en su presente artículo, Hernández muestra que, en realidad, resulta casi imposible proporcionar a la red neuronal datos lo suficientemente limpios como para que consiga detectar las cuerdas. De hecho, otras fuentes de microondas más brillantes oscurecen el CMB y resultan muy difíciles de separar de los datos que revelarían la presencia de las tan deseadas estructuras.

Aunque eso no significa que todo esté perdido. De hecho, existe un nuevo método, basado en la medición de la expansión del Universo en algunas de sus partes más antiguas. El método, llamado «mapeo de intensidad de 21 centímetros», no consiste en estudiar los movimientos de galaxias individuales o en imágenes más o menos precisas del CMB, sino que se basa en mediciones de la velocidad a la que los átomos de hidrógeno se alejan de la Tierra, en promedio, en todas las partes del espacio profundo.

Los mejores observatorios para el mapeo de 21 cm (llamado así porque el hidrógeno emite energía electromagnética con una longitud de onda de 21 cm) aún no están en línea. Pero cuando lleguen, escriben los autores, tendremos la posibilidad de conseguir evidencias más claras de cuerdas cósmicas. Y a partir de ahí, según Hernández, la caza puede volver a empezar.

Fuentes: ABC

23 de diciembre de 2019

Astronomía y Astrofísica - Rosalía de Castro ya está en el firmamento de las estrellas

Una estrella llevará el nombre de Rosalía de Castro. / IAU
Desde ahora el nombre oficial de la estrella HD 149143 será Rosalía de Castro y su planeta HD 149143 b se llamará Río Sar. Este es el resultado en España de la votación organizada por la Unión Astronómica Internacional.
Como parte de las actividades de celebración de su centenario, la Unión Astronómica Internacional (IAU) realizó una votación online el pasado mes de octubre para elegir el nombre de una estrella y su planeta. Bajo el nombre de NameExoWorlds, se asignó a cada país, más de 110 en total, un sistema formado por una estrella y el planeta que la orbita para que se les diera nombre mediante participación ciudadana. En el caso de España, se votó entre una docena de propuestas a través de la web www.nombraexoplanetas.es, con un total de 34.179 votos.

La pareja de nombres ganadores obtuvo 13.413 votos, más de un 39% del total

Desde ahora, la estrella HD 149143 y su planeta HD 149143 b se llamarán oficialmente ‘Rosalía de Castro’ y ‘Río Sar’, respectivamente. La propuesta partió de la Agrupación Astronómica Coruñesa IO, desde la que apostaron por llevar al cielo el nombre de la escritora gallega y el del río que da nombre a su obra más destacada en castellano, En las orillas del Sar. Esta pareja de nombres obtuvo exactamente 13.413 votos, más de un 39% del total.

Por detrás quedaron la opción de Tirant y Carmesina, con más de 5.600 votos, y los nombres de Diego e Isabel, los amantes de Teruel, con más de 4.500 apoyos. Los nombres de ‘Rosalía de Castro’ y ‘Río Sar’ se unen a los de Cervantes, Quijote, Rocinante, Sancho y Dulcinea, que también se eligieron por votación y son desde 2015 las denominaciones oficiales de la estrella Mu Arae y sus cuatro planetas.

Una estrella amarilla y un planeta gigante gaseoso

El sistema ‘Rosalía de Castro’ y ‘Río Sar’ se encuentra en la constelación de Ofiuco (el encantador de serpientes). La estrella, hasta ahora conocida como HD 149143, forma parte del catálogo Henry Draper de estrellas, una colección de datos estelares compilado a principios del s. XX por la astrónoma Annie Jump Cannon y sus colaboradores del Observatorio de Harvard (EEUU).

Se trata de una estrella amarilla enana, similar a nuestro Sol, y se encuentra a 240 años-luz de la Tierra. Es un poco más masiva que nuestro Sol (su masa es 1.21 veces la de nuestra estrella) y su radio es también mayor (1.49 veces el radio del Sol).

Rosalía de Castro es una estrella amarilla enana similar a nuestro Sol

El exoplaneta HD 149143 b, desde ahora ‘Río Sar’, fue descubierto en 2005 desde el Observatorio de la Alta Provenza (Francia) con la técnica de espectroscopia Doppler o método de velocidad radial. Se trata de un planeta de tipo gigante gaseoso, y su masa es, como mínimo, 1.33 veces la de Júpiter. Se encuentra muy cerca de su estrella y completa una órbita alrededor de ella en tan sólo cuatro días, por lo que su temperatura superficial es muy elevada. Es lo que se conoce como un planeta de tipo júpiter caliente.

Cientos de miles de votos en todo el mundo

El proyecto NameExoWorlds abarca más de 110 conjuntos de exoplanetas y estrellas anfitrionas, asignados a países diferentes. Cada uno de ellos ha organizado una campaña nacional y se estima que en total han participado más de 780.000 personas en todo el mundo.

El resultado de los nombres elegidos por cada país se hacen públicos hoy, 17 de diciembre, en una rueda de prensa de la IAU en París (Francia). Además de Rosalía de Castro y Río Sar, algunos de los nuevos nombres de estrellas y planetas son los perros mitológicos Bran y Tuiren, elegidos por Irlanda, las ubicaciones de Wadirum y Petra por Jordania, y los ríos Nakambé y Mouhoun de Burkina Faso.

Fuentes: Sinc

27 de octubre de 2019

Astrofísica - Observan inesperados flujos opuestos alrededor de un agujero negro


Representación artística del centro de la galaxia NGC 1068, que alberga un agujero negro supermasivo activo oculto dentro de una espesa nube de polvo y gas con forma de donut. ALMA descubrió dos flujos de gas alrededor del agujero negro que giran en sentido opuesto. Los colores de esta imagen corresponden al movimiento del gas: el material representado en azul se desplaza hacia nosotros, mientras que lo que aparece en rojo se aleja. Créditos: NRAO/AUI/NSF, S. Dagnello.

En el centro de una galaxia conocida como NGC 1068 se esconde un agujero negro supermasivo rodeado de una densa nube de polvo y gas con forma de donut. Al usar el Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) para estudiar esta nube en detalle, un equipo de astrónomos hizo un inesperado hallazgo que podría explicar por qué los agujeros negros supermasivos crecieron tan rápido en el Universo primitivo.

“Gracias a la espectacular resolución de ALMA, pudimos determinar el movimiento del gas en las órbitas internas alrededor del agujero negro”, celebra Violette Impellizzeri, del Observatorio Radioastronómico Nacional de Estados Unidos (NRAO), quien trabaja actualmente en ALMA, en Chile, y es la autora principal de un artículo publicado en la revista The Astrophysical Journal. “Para nuestra sorpresa, encontramos dos discos de gas que giran en sentidos opuestos”.

Los agujeros negros supermasivos ya existían cuando el Universo era joven, tan solo 1.000 millones de años después del Big Bang. Lo que no acaban de entender los astrónomos es cómo estos objetos tan peculiares, con masas que superan en miles de millones de veces la masa de nuestro Sol, tuvieron tiempo para crecer tanto. El nuevo hallazgo hecho con ALMA podría darles una pista. “Los flujos de gas que giran en sentidos contrarios son inestables, y eso significa que las nubes fluyen hacia el agujero negro más rápido que en los discos que giran en un solo sentido”, explicar Impellizzeri. “Eso podría explicar por qué un agujero negro crece tan rápido”.

NGC 1068 (también conocida como Messier 77) es una galaxia espiral situada a unos 47 millones de años luz de la Tierra, en dirección de la constelación de Cetus. En su centro hay un núcleo galáctico activo, un agujero negro supermasivo que se está alimentando a partir de un delgado disco giratorio de polvo y gas, conocido como disco de acreción.







Imagen obtenida con ALMA que muestra dos discos de gas moviéndose en sentidos opuestos alrededor del agujero negro de la galaxia NGC 1068. (Foto: ALMA (ESO/NAOJ/NRAO), V. Impellizzeri; NRAO/AUI/NSF, S. Dagnello)


En observaciones anteriores de ALMA se había revelado que el agujero negro está tragando material y escupiendo gas a una velocidad increíble. Es posible que el gas expulsado del disco de acreción contribuya a mantener la zona que rodea el agujero negro oculta a la vista de los telescopios ópticos.

Impellizzeri y su equipo usaron la extraordinaria capacidad de zoom de ALMA para observar el gas molecular que rodea el agujero negro y, para su sorpresa, encontraron dos discos de gas que giran en sentidos opuestos. El disco interno tiene se extiende por unos 2 a 4 años luz y sigue la rotación de la galaxia, mientras que el externo (también conocido como toroide), abarca entre 4 y 22 años luz y gira en sentido contrario.

“No esperábamos ver esto, porque el gas que fluye hacia un agujero negro normalmente gira a su alrededor en un solo sentido”, comenta Impellizzeri. “Algo debe de haber alterado el flujo, porque es imposible que parte del disco haya empezado a girar al revés por sí solo”.

La rotación contraria no es un fenómeno tan raro en el espacio. “Es un fenómeno que se observa en las galaxias, generalmente a miles de años luz del centro galáctico”, explica Jack Gallimore, de la Universidad Bucknell (Lewisburg, Pennsylvania, EE. UU.) y coautor del artículo. “La rotación contraria siempre es el resultado de una colisión o interacción entre dos galaxias. Lo notorio de este hallazgo es que se observa a escala mucho menor, a decenas de años luz del agujero negro central, en vez de miles de años luz”.

Los astrónomos creen que el flujo reverso de NGC 1068 puede ser el resultado de nubes de gas expulsadas de la galaxia huésped, o bien de una pequeña galaxia en órbita contraria que, a su paso, capturó el disco.

Por el momento, el disco externo parece describir una órbita estable alrededor del disco interno. “Eso cambiará cuando el disco externo empiece a fluir hacia el disco interno, cosa que podría pasar al cabo de algunas órbitas o de unos cientos de miles de años. Los flujos de gas giratorios entrarán en colisión y se volverán inestables, y los discos probablemente colapsarán en un evento luminoso a medida que el gas molecular caiga dentro del agujero negro. Desafortunadamente, ya no estaremos aquí para presenciar ese espectáculo pirotécnico”, concluye Gallimore. 

22 de mayo de 2019

Astrofísica - Un vals estelar con final dramático

La nebulosa infrarroja de J005311.
(c) Vasilii Gvaramadse / Universidad de Moscú

Investigadores de la Universidad de Bonn identifican una fusión extremadamente rara de dos enanas blancas
Los astrónomos de la Universidad de Bonn y sus colegas de Moscú han identificado un objeto celeste inusual. Es muy probable que sea el producto de la fusión de dos estrellas que murieron hace mucho tiempo. Después de miles de millones de años dando vueltas entre sí, las llamadas enanas blancas se fusionaron y se levantaron de entre los muertos. En un futuro cercano, sus vidas podrían finalmente terminar, con una gran explosión. Los investigadores ahora están presentando sus hallazgos en la revista Nature.

El producto de fusión extremadamente raro fue descubierto por científicos de la Universidad de Moscú. En las imágenes realizadas por el satélite WISE (campo de exploración de infrarrojos de campo amplio) encontraron una nebulosa de gas con una estrella brillante en el centro. Sorprendentemente, sin embargo, la nebulosa emitió casi exclusivamente radiación infrarroja y ninguna luz visible. "Nuestros colegas en Moscú se dieron cuenta de que esto ya argumentaba un origen inusual", explica el Dr. Götz Gräfener, del Instituto Argelander de Astronomía (AIfA) de la Universidad de Bonn.

En Bonn, se analizó el espectro de la radiación emitida por la nebulosa y su estrella central. De esta manera, los investigadores de AIfA pudieron demostrar que el enigmático objeto celeste no contenía hidrógeno ni helio, una característica típica de los interiores de las enanas blancas. Las estrellas como nuestro Sol generan su energía a través de la quema de hidrógeno, la fusión nuclear del hidrógeno. Cuando se consume el hidrógeno, continúan quemando helio. Sin embargo, no pueden fusionar elementos más pesados: su masa es insuficiente para producir las altas temperaturas necesarias. Una vez que se ha consumido todo el helio, dejan de quemarse y enfriarse y se convierten en las llamadas enanas blancas.

Por lo general, su vida ha terminado en este punto. Pero no para J005311: así es como los científicos nombraron su nuevo hallazgo en la constelación de Casiopea, a 10.000 años luz de la Tierra. "Suponemos que dos enanas blancas se formaron allí cerca muchos miles de millones de años", explica el Dr. Norbert Langer, de AIfA. "Se giraron en círculos, creando distorsiones exóticas del espacio-tiempo, llamadas ondas gravitacionales". En el proceso, gradualmente perdieron energía. A cambio, la distancia entre ellos se redujo cada vez más hasta que finalmente se fusionaron.

La nebulosa infrarroja de J005311:
WISE Imágenes de infrarrojos de 22 micrones a diferentes escalas de intensidad (paneles a y b) en comparación con una imagen alfa IPHAS H óptica donde la nebulosa no es visible (panel c). (c) Vasilii Gvaramadse / Universidad de Moscú

Sólo cinco de estos objetos en la Vía Láctea.

Ahora su masa total era suficiente para fusionar elementos más pesados ​​que el hidrógeno o el helio. El horno estelar comenzó a arder de nuevo. "Tal evento es extremadamente raro", subraya Gräfener. "Probablemente no haya ni media docena de objetos de este tipo en la Vía Láctea, y hemos descubierto uno de ellos".

Un golpe de suerte extremo. Sin embargo, los investigadores están convencidos de que tienen razón con su interpretación. Por un lado, la estrella en el centro de la nebulosa brilla 40,000 veces más brillante que el sol, mucho más brillante que una sola enana blanca. Además, los espectros indican que J005311 tiene un viento estelar extremadamente fuerte; esta es la corriente de material que emana de la superficie estelar. Su motor es la radiación generada durante el proceso de combustión. Solo que, a una velocidad de 16,000 kilómetros por segundo, el viento de J005311 es tan rápido que este factor por sí solo no es suficiente para explicarlo. Sin embargo, se espera que las enanas blancas fusionadas tengan un campo magnético giratorio muy fuerte. "Nuestras simulaciones muestran que este campo actúa como una turbina, que además acelera el viento estelar", dice Gräfener.

Lamentablemente, el resurgimiento de J005311 no durará mucho. En solo unos pocos miles de años, la estrella habrá transformado todos los elementos en hierro y se desvanecerá nuevamente. Debido a que su masa ha aumentado a más de 1,4 veces la masa del Sol en el proceso de fusión, sufrirá un destino excepcional. La estrella colapsará bajo la influencia de su propia gravedad. Al mismo tiempo, los electrones y protones que acumulan su materia se fusionarán en neutrones. La estrella de neutrones resultante tiene solo una fracción de su tamaño anterior, midiendo solo unos pocos kilómetros de diámetro, mientras que pesa más que todo el sistema solar.

J005311, sin embargo, no se irá sin un saludo final. Su colapso será acompañado por una gran explosión, llamada explosión de supernova.

Publicación: Vasilii V. Gvaramadze, Götz Gräfener, Norbert Langer, Olga V. Maryeva, Alexei Y. Kniazev, Alexander S. Moskvitin y Olga I. Spiridonova: un producto masivo de fusión de enanas blancas antes del colapso final; Naturaleza

Fuentes: Universidad de bonn

13 de septiembre de 2018

ASTROFÍSICA - Fuertes vientos inhiben el nacimiento de estrellas en una galaxia lejana

Interpretación artística de un flujo expulsado de gas molecular de una galaxia incubadora de estrellas. Crédito: NRAO / AUI / NSF, D. Berry






Hasta ahora, los astrónomos habían sido incapaces de observar directamente estos intensos chorros en los comienzos del Universo primitivo




Gracias al Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA), y con la ayuda de un lente gravitacional, un equipo de astrónomos detectó el “viento” galáctico molecular más distante observado a la fecha, correspondiente a una época en que el Universo tenía solo 1.000 millones de años. Al observar el flujo de moléculas de hidroxilo (OH) –que delatan la presencia de gas incubador de estrellas en las galaxias–, los investigadores revelaron cómo algunas galaxias del Universo primitivo inhiben un frenesí de nacimiento estelar.

Algunas galaxias, como la Vía Láctea y Andrómeda, fabrican estrellas a un ritmo relativamente lento y constante, a razón de una estrella por año, aproximadamente. Las galaxias con brotes de formación estelar, en tanto, pueden producir cientos o incluso miles de estrellas por año. Sin embargo, no son capaces de mantener ese ritmo ad eternum.

Para evitar consumirse rápidamente en una llamarada espectacular, algunas galaxias ponen frenos al proceso de formación estelar eyectando, al menos en forma temporal, grandes cantidades de gas hacia sus halos en expansión, donde el gas se dispersa por completo o bien vuelve a fluir lentamente hacia la galaxia para volver a alimentar nuevos brotes de formación estelar.

Sin embargo, hasta ahora los astrónomos habían sido incapaces de observar directamente estos intensos chorros en los comienzos del Universo primitivo, donde estos mecanismos son fundamentales para evitar que las galaxias crezcan demasiado rápido y en exceso.

Las nuevas observaciones realizadas con ALMA muestran, por primera vez, un fuerte “viento” de moléculas en una galaxia observada en un período en que el Universo tenía solo 1.000 millones de años. Este hallazgo aporta información nueva sobre cómo algunas galaxias del Universo primitivo autorregularon su crecimiento para continuar fabricando estrellas posteriormente.

La imagen de ALMA (en el círculo) muestra las moléculas de hidroxilo (OH)/ Crédito: ALMA (ESO / NAOJ / NRAO), Spilker; NRAO / AUI / NSF, S. Dagnello; AURA / NSF

“Las galaxias son monstruos complicados y caóticos, y creemos que estos chorros y vientos son elementos fundamentales de sus procesos de formación y evolución que regulan su capacidad para crecer”, afirma Justin Spilker, astrónomo de la Universidad de Texas, en Austin, y autor principal de un artículo publicado en la revista Science.

Los astrónomos observaron vientos con el mismo tamaño, velocidad y masa en galaxias cercanas con brotes de formación estelar, pero el chorro observado con ALMA el más distante que se haya observado a la fecha con tamaña claridad en el Universo primitivo.

La galaxia, conocida como SPT2319-55, está a más de 12.000 millones de años luz de nosotros, y fue descubierta por el Telescopio del Polo Sur, de la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos.

ALMA pudo observar un objeto tan distante gracias al lente gravitacional provocado por otra galaxia situada casi en pleno eje de visión entre la Tierra y SPT2319-55. El lente gravitacional (donde la luz es doblada por la gravedad) amplifica la luz de la galaxia de fondo y hace que se vea más brillante. Esto permite a los astrónomos observarla con más detalle de lo que podrían normalmente. Los astrónomos usan programas informáticos especiales para “deshacer” el efecto del lente gravitacional y reconstituir con precisión la imagen del objeto más distante.

La visión amplificada por el lente gravitacional reveló un fuerte “viento” de gas incubador de estrellas saliendo de la galaxia a casi 800 kilómetros por segundo. No se trata de una brisa suave y constante, sino de erupciones aisladas que expulsan gas a la misma velocidad a la que este se transformaría en nuevas estrellas.

La existencia del chorro fue delatada por la radiación emitida en longitudes de onda milimétricas por una molécula llamada hidroxilo (OH), vista como una línea de absorción, es decir, la sombra de una señal de OH en la brillante luz infrarroja de la galaxia.

A medida que se forman nuevas estrellas, el polvo que las rodea emite un intenso brillo infrarrojo. Sin embargo, la galaxia también genera viento que, en parte, sopla en nuestra dirección. Cuando la luz infrarroja pasa por el viento en su camino hacia la Tierra, las moléculas de OH absorben parte de la luz infrarroja a una longitud de onda bien específica que ALMA puede observar.

“Esa es la absorción característica que detectamos, y a partir de ahí también podemos determinar la velocidad del viento y hacernos una idea aproximada de la cantidad de material contenido en el chorro”, explica Spilker. ALMA es capaz de detectar esta luz infrarroja debido a que, a causa de la expansión del Universo, esta se estira y alcanza longitudes de onda milimétricas antes de llegar a la Tierra.

Según los investigadores, los vientos moleculares son un mecanismo eficiente que tienen las galaxias para autorregular su crecimiento. Estos vientos probablemente son el resultado del efecto de todas las supernovas que explotan en lugares donde hay mucha actividad de formación estelar, o bien de la gran cantidad de energía que se libera cuando parte del gas de la galaxia fluye hacia el agujero negro supermasivo presente en su centro.

“Por ahora hemos observado solo una galaxia a tamaña distancia cósmica, y nos gustaría saber si también hay este tipo de vientos en otras galaxias para entender qué comunes son”, concluye Spilker. “Si se generan prácticamente en todas las galaxias, sabremos que estos vientos moleculares son una forma común de autorregulación del crecimiento de las galaxias”.

“Esta observación de ALMA demuestra cómo la naturaleza junto con una tecnología fántastica nos pueden dar información sobre objetos astronómicos distantes”, dijo Joe Pesce, Director del Programa NSF para NRAO / ALMA, “y el rango de frecuencia de ALMA permitió detectar el desplazamiento hacia el rojo espectral característico de esta importante molécula”.

Fuente: OBSERVATORIO ALMA/DICYT

11 de junio de 2018

EXPOSICIÓN CIENCIA LAB - EN CUENCA, ECUADOR

Este miércoles 13 de junio a partir de las 19:00 te invitamos a visitar la exposición Ciencia Lab del Departamento de Astronomía y Astrofísica de las Catalinas. 

Tnlgo Pablo Tenesaca CCACC

10 de enero de 2018

Logran medir la edad del Universo con una onda gravitacional

NGC4993, la galaxia que alberga ele vento de onda gravitacional GW170817 que se ha utilizado para medir al edad del Universo - NASA/ESA

El mismo evento que permitió ver por primera vez la fusión de dos estrellas de neutrones confirma que el Cosmos tiene entre 11.900 y 15.700 millones de años

La detección directa de las ondas gravitacionales, esas perturbaciones en el espacio-tiempo que se mueven a la velocidad de la luz por todo el Cosmos, han supuesto una revolución en el mundo de la astrofísica. No solo han confirmado el modelo predicho por Albert Einstein, sino que además han proporcionado información sobre la formación masiva de estrellas, las explosiones de rayos gamma, la naturaleza de las estrellas de neutrones e incluso el origen de elementos muy pesados, como el oro. Y ahora han dado un nuevo chivatazo. Una sola de estas débiles ondas ha sido capaz de decirnos la edad del Universo: entre 11.900 y 15.700 millones de años.

No es que no la supiéramos de antenamo. Según los datos de la sonda Planck de la Agencia Espacial Europea (ESA), nuestro querido Cosmos tiene 13.820 millones de años. Esa indiscreción se conoce desde hace tiempo gracias a las observaciones de la radiación cósmica de fondo de microondas (CMBR) y los movimientos de las galaxias, pero esta nueva herramienta viene a confirmar los cálculos previos.

Los astrónomos del Centro de astrofísica Harvard-Smithsonian (CfA), autores del nuevo hallazgo, fueron miembros de un equipo de 1.314 científicos de todo el mundo que lograron la primera imagen de la fusión de un par de estrellas de neutrones después de la detección de las ondas gravitacionales que había generado.

El análisis de las ondas gravitacionales de ese evento, el quinto descubierto pero en gran medida único, permitió conocer la distancia a la que se encuentra su fuente, la galaxia anfitriona NGC4993, situada a unos 140 millones de años luz. Saber lo lejos que está y lo rápido que se está moviendo respecto a nosotros permite a los científicos calcular el tiempo transcurrido desde que comenzó la expansión: la edad del universo: entre 11.900 y 15.700 millones de años debido a las incertidumbres experimentales.

La edad derivada de este evento único es consistente con las estimaciones de décadas de observaciones basadas en métodos estadísticos que utilizan otras dos fuentes: la radiación cósmica de fondo de microondas (CMBR) y los movimientos de las galaxias. El primero se basa en el mapeo de la muy débil distribución de la luz que data de unos cuatrocientos mil años después del Big Bang; el último implica un análisis estadístico de las distancias y los movimientos de decenas de miles de galaxias en tiempos relativamente recientes.

Resultado intrigante

Según los autores del estudio, el hecho de que este único evento de ondas gravitacionales permita determinar una edad para el Universo es notable, y no es posible con cada detección de ondas gravitacionales. En este caso, había una identificación óptica de la fuente (de modo que se podía medir una velocidad), que además no era demasiado distante ni demasiado débil. Con una gran muestra estadística de eventos de ondas gravitacionales de todos los tipos, el rango actual de valores para la antigüedad del Cosmos se reducirá.

El nuevo resultado es intrigante por otra razón. Aunque tanto las mediciones CMBR como las de galaxias son bastante precisas, parecen estar en desacuerdo entre sí aproximadamente al nivel del diez por ciento. Este desacuerdo podría ser solo un error de observación, pero algunos astrónomos sospechan que podría ser una diferencia real que refleja algo que falta actualmente en nuestra imagen del proceso de expansión cósmica, tal vez relacionado con el hecho de que el CMBR surge de una época del tiempo cósmico muy diferente de la que los datos de la galaxia. Este tercer método, el de las ondas gravitacionales, pueden ayudar a resolver el rompecabezas.

Fuentes: ABC

19 de octubre de 2017

Observan por primera vez luz y ondas gravitacionales de un evento cósmico

Recreación de dos estrellas de neutrones en el momento en que explotan formando una kilonova EFE
  • Las señales localizadas son el resultado de la fusión de dos estrellas de neutrones
  • Stephen Hawking lo celebra como el "primer peldaño" hacia un nuevo método 
  • Según los científicos, es una observación única en la Astrofísica

Un equipo internacional ha anunciado este lunes que ha logrado observar a través de su luz y sus ondas gravitacionales, de manera simultánea, la fusión de dos estrellas de neutrones, lo que abre "el inicio de una nueva era" en la observación del Universo.

Estas observaciones, realizadas el pasado 17 de agosto, "sugieren" que las señales localizadas son el resultado de la fusión de dos estrellas de neutrones, un evento llamado kilonovas, cuya existencia se postuló hace 30 años, pero esta es la primera observación confirmada.

"Lo que hace este descubrimiento aún más excitante es que los científicos fueron capaces de detectar por primera vez la emisión de luz, es decir, radiación electromagnética",ha declarado en una rueda de prensa en Washington France Córdova, directora del Foro Nacional de Ciencia.

El anuncio, que ha sido realizado durante la Conferencia Astrofísica de Ondas Gravitacionales que se celebra en la ciudad estadounidense de Baton Rouge (Luisiana), ha confirmado que se trata de la primera vez que los astrónomos han podido observar en el mismo evento ondas gravitacionales y radiación electromagnética (luz).

Los observatorios de ondas gravitacionales Ligo, en EE.UU, y Virgo, en Italia, detectaron el pasado agosto el quinto evento de ondas, pero unos segundo más tarde varios observatorios espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA) individuaron un estallido de rayos gamma corto que fue seguido por telescopios del Observatorio Austral Europeo (ESO).


Emitidas a unos 130 millones de años luz

Se estima que las ondas gravitacionales detectadas en agosto fueron emitidas a unos 130 millones de años luz de distancia, lo que lo convierte tanto el evento de ondas gravitacionales como la explosión de rayos gamma más cercanos detectados hasta ahora.

"Hay ocasiones excepcionales en las que, quienes nos dedicamos a la ciencia, tenemos la oportunidad de presenciar el principio de una nueva era", "¡esta es una de ellas!", según las astrónoma del Instituto Nacional de Astrofísica Elena Pian, autora principal de uno de los artículos sobre el tema que publica la revista Nature.

"La ondas gravitacionales sólo pueden ser generadas por los eventos astronómicos más espectaculares, como el choque de dos agujeros negros", explicó Córdova, quien ha añadadido que este descubrimiento es una prueba de lo que el ser humano puede hacer cuando va "más allá" de su conocimiento "en busca de respuestas".

Durante el anuncio, el director ejecutivo del LIGO, Dave Reitze,ha explicado que durante el evento se pudo ver la dispersión de oro y platino, lo que sirvió para descubrir que estos elementos "son generados por este tipo de colisiones".

"Este antiguo reloj de mi abuelo está compuesto por oro que posiblemente fue creado hace miles de millones de años. ¡Es un descubrimiento asombroso!", ha comentado Reitze.

.Para el científico del proyecto Integral de la ESA, Erik Kuulkers, "se trata de un descubrimiento histórico, ya que por primera vez se nos muestra la liberación tanto de ondas gravitacionales como de luz extremadamente energética procedentes de una misma fuente cósmica", según un comunicado.

Las existencia de las ondas gravitacionales fue predicha a comienzos del siglo pasado por Albert Einstein, pero su detección no se produjo hasta 2015, un hecho que ha sido distinguido este año con el Premio Nobel del Física.

Hasta la anunciada, la última ola de ondas gravitacionales, la cuarta a lo largo de la historia, fue avistada el pasado 14 de agosto, fruto de la colaboración científica entre LIGO y VIRGO, y contó con la participación del Grupo de Relatividad y Gravitación de la Universidad de Baleares (UIB) y de un equipo de la Universidad de Valencia.


Revolución astrofísica: observa la fusión de dos estrellas de neutrones 
La astrofísica mundial acaba de entrar en una nueva era. Por primera vez en la historia, los científicos han podido observar la fusión de dos estrellas de neutrones. Telescopios en varios puntos de la Tierra y satélites contemplaron el fenómeno cósmico completo: cómo se acercaban las estrellas y empezaban a girar una en torno a la otra, cada vez más rápido, hasta producirse la colisión conocida como kilonova. Se calcula que las ondas gravitacionales y la luz resultantes de la fusión, que llega… 

Un Fenómeno NUNCA VISTO Deja Perplejos a los Astrónomos 
Astrónomos de todo el mundo han confirmado algo jamás visto en el universo, la explosión de una kilonova vista en luz visible que se detectó a la vez que sus ondas gravitacionales, uno de los descubrimientos astronómicos más increíbles del año que vuelve a dar la razón a Albert Einstein…

Hawking celebra el nuevo método

El físico británico Stephen Hawking ha celebrado este lunes la primera detección de luz y ondas gravitacionales producidas por la fusión de dos estrellas de neutrones, un avance que considera "el primer peldaño de una escalera" que promete llevar hacia un nuevo método para medir distancias en el cosmos.

"Una nueva ventana de observación hacia el Universo suele traer sorpresas que no se pueden anticipar. Todavía nos estamos frotando los ojos, o más bien los oídos, porque acabamos de despertarnos con el sonido de las ondas gravitacionales", ha expresado el profesor de la Universidad de Cambridge a la BBC.

Al combinar información procedente de ondas gravitacionales y de la luz captada por telescopios, los investigadores han podido aplicar por primera vez una técnica para medir el ritmo de la expansión del Universo que fue propuesta en 1986 por el profesor de la Universidad de Cardiff Bernard Schutz.

"Esto marca el inicio de una era en la astronomía con 'mensajeros múltiples'. Es como ser capaces de ver y oír por primera vez", señaló en un comunicado de la Universidad de Warwick Andrew Levan, que ha colaborado en el análisis de los datos observados.

Samantha Oates, de la misma universidad, ha asegurado por su parte que este descubrimiento "responde a tres cuestiones que han intrigado a los astrónomos durante décadas: Qué ocurre cuando se fusionan dos estrellas de neutrones, qué provoca los estallidos de rayos gamma de corta duración y de dónde surgen los elementos pesados como el oro".

"Este es un nuevo capítulo en la astrofísica. Esperamos que en los próximos años se detectarán muchos más eventos como este", dijo el físico Danny Steeghs.

Para Cosimo Inserra, de la Universidad de Southampton, "las observaciones ópticas que se han hecho de esta fuente de ondas gravitacionales han revelado un evento astronómico que nunca había sido observado.

"La naturaleza nos ha ofrecido su regalo más deslumbrante. Las primeras señales de ondas gravitacionales provenientes de la colisión de estrellas de neutrones son una llave que nos ha permitido desbloquear la puerta hacia la respuesta de diversos misterios", añade por su parte la directora del Instituto de Investigación Gravitacional de la Universidad de Glasgow, Sheila Rowan.


Fuentes: RTVE

3 de octubre de 2017

Nobel de Física 2017 por detectar las ondas gravitacionales








Rainer Weiss, Barry C. Barish, y Kip S. Thorne, de la colaboración LIGO/VIRGO - Nobel Prize


Los investigadores Rainer Weiss, Barry C. Barish, y Kip S. Thorne, de la colaboración LIGO/VIRGO han sido galardonados con el Premio Nobel de Física 2017 por la detección de las ondas gravitacionales, unas ondulaciones en el tejido del espaciotiempo predichas por primera vez por Albert Einstein hace cien años. El Instituto Karolinska de Estocolmo acaba de anunciar el galardón.

Estas ondas gravitacionales fueron observadas por primera vez el 14 de septiembre de 2015, las ondas gravitacionales fueron observaron por primera vez, provocadas por la colisión entre dos agujeros negros hace 1.300 millones de años. La señal era extremadamente débil cuando llegó a la Tierra, pero era la promesa de una revolución en el campo de la astrofísica. Las ondas gravitacionales suponían una forma completamente nueva de observar los eventos más violentos en el espacio y de probar los límites de nuestro conocimiento.




LIGO (Laser Interferometer Gravitational-wave Observatory), es un proyecto colaborativo con más de mil investigadores de más de veinte países, entre ellos algunos españoles. La Real Academia Sueca de Cienciasconsidera que los galardonados con el Nobel han sido, con su «entusiasmo y determinación, valiosísimos para el éxito de LIGO». «Los pioneros Weiss y Thorne, junto con Barish (Instituto de Tecnología de California), el científico y líder que llevó el proyecto a su fin, se aseguraron de que cuatro décadas de esfuerzo hicieran que finalmente se observaran las ondas gravitacionales», explican.


A mediados de los años setenta, el alemán Rainer Weiss, del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ya había analizado posibles fuentes de ruido de fondo que perturbarían las mediciones, y también habían diseñado un detector, un interferómetro láser, que superaría ese ruido. Desde el principio, tanto Kip Thorne como Weiss estaban firmemente convencidos de que las ondas gravitacionales podían ser detectadas y producir una revolución en nuestro conocimiento del universo.

Las ondas gravitatorias se propagan a la velocidad de la luz, llenando el universo, como Albert Einstein describió en su teoría general de la relatividad. Siempre se crean cuando una masa se acelera, como cuando un par de agujeros negros giran uno alrededor de otro como un par de patinadores sobre hielo. Einstein estaba convencido de que nunca sería posible medirlas, pero no ha sido así. El logro del proyecto LIGO fue el uso de un par de gigantescos interferómetros láser para medir un cambio miles de veces menor que un núcleo atómico, justo en el momento en el que la onda gravitacional pasaba por la Tierra.

Hasta ahora todos los tipos de radiación electromagnética y partículas, como rayos cósmicos o neutrinos, se han utilizado para explorar el universo. Sin embargo, las ondas gravitacionales son testimonio directo de las interrupciones en el espacio-tiempo en sí. «Esto es algo completamente nuevo y diferente, abriendo mundos no vistos. Una gran cantidad de descubrimientos aguarda a aquellos que logran capturar las ondas e interpretar su mensaje», auguran desde el Karolinska.

Los investigadores británicos David J. Thoules, F. Duncan M. Haldane y J. Michael Kosterlitz ganaron el Premio Nobel de Física el pasado año por sus descubrimientos sobre las fases topológicas de la materia, un fenómeno cuántico que ocurre en ciertas agrupaciones de átomos.






Fuentes ABC

29 de septiembre de 2017

Conjeturas sobre el tiempo galáctico

Los astrónomos profesionales estiman que el Sol (y por tanto el Sistema solar completo) se desplaza por el Espacio galáctico inter-estelar (el de la galaxia) a una velocidad de 800.000 kilómetros por hora. Esto equivale a 222 km cada segundo. La Tierra se traslada a 30 km/s en torno al Sol, pero si ni siquiera percibimos la traslación de la Tierra, mucho menos la del Sol y la del Sistema solar, el barrio planetario.

El Sol es sólo una de las miles de millones de estrellas (farolas) que componen la galaxia (la ciudad cósmica salpicada de farolas), la cual tiene su centro, su único punto fijo y punto común a todas las estrellas, y la galaxia gira en torno a su propio centro. Sin embargo eso no significa que todas las estrellas orbiten d i r e c t a m e n t e en torno al centro galáctico; así mismo todos los astros del Sistema solar no orbitan directamente en torno al Sol, como las lunas (de la Tierra, de Júpiter y de Saturno). Por eso muchas estrellas, como la propia Sol, pueden orbitar en torno a otra estrella más masiva, de modo que la velocidad de esta y su sistema es mayor que la de Sol y su sistema. Así cada estrella es un centro que gira en torno a otro centro hasta que una de ellas es la que gira directamente en torno al centro de la galaxia.

Pero al final (sea directamente o dando vueltas a otra estrella), cualquier estrella da una órbita al centro galáctico.


El hecho de que las estrellas giren en torno al centro galáctico se debe a que la galaxia es un cuerpo compacto que gira en torno a su propio centro, como la Tierra en torno a su núcleo mientras “nos arrastra” a todos.

La cifra más manejada por los expertos como periodo de rotación de la galaxia (un giro en torno a su centro) es de 225 millones de años. Sin embargo el año es una unidad demasiado pequeña para expresar el periodo de rotación de algo como la galaxia, pues es como si usáramos el milímetro para medir las distancias entre ciudades o milésimas para expresar nuestra edad. Hay que medirlo usando la unidad acorde a la dimensión de la galaxia. Así, no es que la galaxia tarde 225 millones de años en completar su rotación sino que:

durante una rotación de la galaxia la Tierra da 225 millones de órbitas al Sol (y Neptuno da 1.363.636), y el Sol (y las demás estrellas) dan una órbita al centro galáctico

 

¿Y cómo podemos expresarlo en términos de tiempo galáctico?

Tratándose de una rotación (de la galaxia) en torno a su centro, y viendo que la Tierra también gira en torno a su centro y a eso lo llamamos “día terrestre”, al periodo de una rotación de la galaxia podemos llamarlo Día Galáctico.



Por tanto, cada órbita de la Tierra en torno a Sol representa la 225 millonésima parte de un Día Galáctico. Podemos verlo proporcionalmente en el periodo de un día terrestre, que dura 86.400 segundos:

86.400 segundos-día / 225.000.000 partes = 0,000384 de segundo, la 225.000.000ª parte del día terrestre

Es un periodo demasiado pequeño para que lo comprendamos, aunque por otro lado de esta forma podemos crear la estructura del día galáctico de una forma que nos es familiar, con la misma estructura del día terrestre, de 86.400 segundos (24 partes u horas galácticas de 60 partes o minutos galácticos de 60 partes o segundos galácticos):

225 millones de años / 86.400 parte = 2.604 años -> Segundo Galáctico

Pero también podemos considerar a la rotación de la galaxia como un Año Galáctico, y así con un estructura de 365 días galácticos, pues al fin y al cabo el Sol da órbitas al centro del sistema galáctico como la Tierra las da en torno al Sol, centro del sistema solar.

225.000.000 años / 365,2422 partes o días = 616.040 años -> Día Galáctico, 365ª parte del Año galáctico

Día Galáctico / 24 partes u horas = 25.668 años -> Hora Galáctica (periodo aproximado al del Ciclo Maya de 25.627 años)

Hora Galáctica / 60 partes o minutos = 428 años (6 Días precesionales) -> Minuto Galáctico

Por tanto, un segundo galáctico:

Minuto Galáctico / 60 partes o segundos = 7 años -> Segundo Galáctico


Así, lo llamemos Día Galáctico o Año Galáctico podemos usarlo para expresar la edad del Universo. Los expertos la estiman en años como 13.700 millones, lo que realmente significa que si en el inicio del Universo hubiera existido la galaxia Vía Láctea, el Sol y la Tierra, el planeta habría dado 13.700 millones de órbitas al Sol, y la galaxia habría dado unas 61 rotaciones sobre sí misma:

13.700.000.000 años / 225.000.000 años = 60,8 rotaciones Vía Láctea


Es decir que el Universo tiene unos 61 Años galácticos, edad del Universo expresada en rotaciones de la Vía Láctea.


Fuentes: Asteromia