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24 de abril de 2021

Los rayos pudieron encender la ‘chispa’ de la vida


Los rayos crean fulguritas que contienen fósforo en una forma que puede disolverse en agua y concentrarse en lagos volcánicos. De este modo, este elemento puede formar biomoléculas que ayudan a formar vida. / Lucy Entwisle

Uno de los ingredientes fundamentales para el origen de la vida fue el fósforo procedente de los meteoritos que impactaron sobre la Tierra primitiva. Según un nuevo estudio, los relámpagos pudieron ser una fuente alternativa a la formación de fósforo a través de un mecanismo que pudo repetirse en otros planetas similares al nuestro.

La vida pudo surgir en la Tierra gracias a un cóctel de nutrientes esenciales hace unos 3.500 millones de años. Uno de esos ingredientes fue el fósforo, que ahora es el segundo mineral más abundante en el cuerpo humano y un componente clave de las estructuras celulares básicas.

El fósforo forma la columna vertebral de la doble hélice del ADN y el ARN, y es una parte importante de la membrana celular que recubre las células

Benjamin L. Hess
“Este elemento forma la columna vertebral de la doble hélice del ADN y el ARN, y es una parte importante de la membrana celular que recubre las células”, concreta a SINC Benjamin L. Hess, investigador en el departamento de Ciencias Terrestres y Planetarias de la Universidad de Yale en EE UU y primer autor de un estudio que sugiere una nueva vía para la aparición de este elemento en la Tierra primitiva.

En sus inicios, la mayor parte del fósforo reactivo o biodisponible que se encontraba en nuestro planeta estaba encerrado en minerales insolubles (que no podían ser disueltos) que no permitían la producción de moléculas orgánicas de fósforo. Un mineral que sí lo pudo generar fue la schreibersita, que era soluble y que fue transportada en los meteoritos que cayeron en la Tierra hace miles de millones de años.

En un trabajo publicado en la revista Nature Communications, Hess y su equipo de científicos proponen ahora otro proceso de formación del fósforo, además de los impactos de los meteoritos: los rayos. Estos pudieron crear minerales que contenían schreibersita y, por tanto, fósforo.

Los investigadores llegaron a esta conclusión al analizar los más de 60 gramos de este mineral en una roca vidriosa llamada fulgurita y creada por un rayo sobre suelos arcillosos de EE UU y conservada en el departamento de Geología del Wheaton College. “Esperamos que esto también sucediera en la Tierra primitiva”, subraya el científico.

Fulgurita hallada en las excavaciones de Glen Ellyn, en el Estado de Illinois en EE UU y analizada por el equipo de investigación. / Dr. Stephen Moshier deL Wheaton College

Lo que esconden los minerales creados por los rayos
Aunque este elemento no es el único ingrediente para la vida, los investigadores consideran que los rayos pudieron proporcionar suficiente fósforo como para crear vida. Usando un conjunto de técnicas espectroscópicas, el grupo de investigación estimó la cantidad de schreibersita que pudo ser creada en el interior de las rocas vidriosas a cada impacto de los rayos.

Los científicos determinaron que se pudieron producir a partir de este mecanismo de rayos entre 110 y 11.000 kilos de fósforo cada año

 
Así, los científicos determinaron que se pudieron producir de esta manera entre 110 y 11.000 kilos de fósforo cada año.

Esta cantidad pudo no solo ser suficiente para generar potencialmente las primeras formas de vida, sino que pudo exceder incluso la de los impactos de meteoritos. “Creemos que en las áreas tropicales, donde los rayos son muy frecuentes, pudo haber suficiente fósforo proporcionado por estos para que se formara la vida”, afirma a SINC Hess.

Gracias a las simulaciones de modelos del clima de la Tierra primitiva, se cree que los impactos de meteoritos comenzaron a disminuir después de que la Luna se formara hace 4.500 millones de años. Fue ahí cuando el número de rayos y el fósforo que suministraron superaron a los meteoritos, hace unos 3.500 millones de años, un momento que coincide con el origen de la vida.

Al igual que este mecanismo pudo contribuir a la formación de vida en nuestro planeta, los científicos sugieren que este proceso pudo producirse también en otros planetas. “Este mecanismo pudo también ayudar a que se forme vida en otros planetas similares a la Tierra donde hubo pocos o ningún meteorito que proporcionara el fósforo necesario”, concluye el investigador.

Fuentes: SINC

24 de septiembre de 2020

Estos son los lugares del espacio donde hay fosfano


En el centro, estrella CW Leonis o IRC +10216 captada en ultravioleta por el Galaxy Evolution Explorer de la NASA. Científicos españoles confirmaron por primera vez la presencia de fosfano fuera del sistema solar en el viento de esta estrella. / NASA/JPL-Caltech

La aparición en Venus de esta molécula asociada a la vida en la Tierra, también llamada fosfina, ha causado un gran revuelo científico y mediático, pero hace décadas que se conoce su presencia en las atmósferas de Júpiter y Saturno, e incluso se ha encontrado en algunas estrellas. Investigadores del CSIC fueron los primeros en detectarla fuera de nuestro sistema solar. Ahora valoran para SINC el nuevo descubrimiento.

El fósforo (designado con el símbolo P en la tabla periódica) guarda una estrecha relación con la vida por tratarse de un elemento biogénico primario, es decir, está presente en todas las formas de vida conocidas. Sin embargo, se sabe poco sobre su evolución química en el cosmos.

Tan sólo se han detectado seis moléculas con fósforo en el espacio (PN, PO, C2P, CP y HCP son cinco de ellas, las dos últimas identificadas por científicos españoles) y entre ellas se encuentra la fosfina, oficialmente denominada fosfano (PH3), que es el hidruro estable del fósforo.

Se conoce desde hace décadas que el fosfano está presente en las atmósferas de Saturno y Júpiter, en los dos gigantes gaseosos, donde esta molécula se forma en las capas profundas y es arrastrada hacia las superiores. El investigador Juan R. Pardo del CSIC es uno de los que lo ha analizado, con datos del antiguo Observatorio Submilimétrico Caltech de Hawái.

Detección de fosfina en la atmósfera de Júpiter. / Pardo et al./Icarus 2017

Si salimos fuera del sistema solar, únicamente se ha detectado fosfina en los vientos de algunas estrellas evolucionadas (gigantes rojas que pulsan de forma periódica eyectando parte de su masa durante el proceso), pero aún no está claro su mecanismo de formación en estas regiones.

De hecho, después de alguna búsqueda y detección tentativa, científicos del CSIC fuimos los primeros en confirmar la presencia de fosfina circunestelar, en concreto en la estrella CW Leonis (IRC +10216), situada en la constelación de Leo.
Posible reserva de fósforo en cometas

Además, el fosfano es uno de los candidatos a ser la principal reserva de fósforo en cometas, aunque, de momento, todavía no se ha conseguido probar su existencia en este tipo de objetos.

Respecto a la reciente detección de fosfina en las nubes de Venus, con la publicación esta semana del nuevo estudio, se añade una pieza más al puzzle de la evolución química del fósforo en el universo.

Que la fuente de fosfano sean microorganismos es sugerente, pero resulta más probable que mecanismos químicos o geoquímicos sean los responsables

A diferencia de las atmósferas de Jupiter y Saturno, que tienen un carácter reductor donde la presencia de fosfina está favorecida, Venus cuenta con una atmósfera ácida de carácter oxidante y un gas como este debería reaccionar rápido y sobrevivir tan sólo un corto período de tiempo.

Pero ahí aparece. La pregunta entonces es ¿qué mecanismo es capaz de producir PH3 de forma suficientemente rápida como para contrarrestar su velocidad de destrucción y mantener una abundancia como la observada?

Por el momento no hay respuesta. La posibilidad de que microorganismos sean la fuente de fosfano es muy sugerente, pero resulta más probable que mecanismos de tipo químico o geoquímico aún no identificados sean los responsables de la presencia de este gas en la atmósfera de nuestro planeta vecino.

Fuente: SINC
Derechos: Creative Commons.

ANÁLISIS ¿De verdad Venus podría albergar vida?

Imagen compuesta de Venus a partir de datos de la nave espacial Magallanes de la NASA y del Pioneer Venus Orbiter.

La fosfina encontrada en el planeta no debería ser estable en su atmósfera, donde se oxidaría rápidamente a menos que, como en la Tierra, haya un suministro nuevo constante. Entonces, ¿por qué los autores del estudio la buscaban en un entorno tan poco prometedor? ¿Están seguros de haberla encontrado?

El planeta hermano de la Tierra, Venus, no ha sido considerado prioritario a la hora de buscar vida extraterrestre. Se cree que la temperatura de su superficie, de alrededor de 450 °C, es hostil incluso para los microorganismos más resistentes, y su atmósfera densa, sulfurosa y ácida ha mantenido la superficie casi completamente libre de naves espaciales visitantes.

Solo hemos podido echar un breve vistazo a su paisaje árido desde los dos módulos de aterrizaje rusos que llegaron a la superficie de Venus en la década de 1980. Por lo tanto, no es de extrañar que un informe publicado en Nature Astronomy sobre que los niveles superiores de la atmósfera de Venus contienen una molécula que es una posible señal de vida haya supuesto una especie de shock.

La molécula en cuestión es PH₃ (fosfina). Se trata de un gas tóxico altamente reactivo, inflamable y extremadamente maloliente, que se encuentra, entre otros lugares, en el estiércol de pingüino y en las entrañas de tejones y peces.

Está presente en la atmósfera de la Tierra solo en pequeñas cantidades, menos de unas pocas partes por billón, porque es rápidamente destruido por el proceso de oxidación. No obstante, el hecho de que esta molécula esté presente en nuestra atmósfera oxidante se debe a que es producida continuamente por microbios. Por lo tanto, se propone que la fosfina en la atmósfera de un planeta rocoso sea una señal sólida para la vida.

Leyendo entre líneas el informe, parece que el equipo no esperaba encontrar fosfina. De hecho, parecían estar buscando activamente su ausencia

No debería ser estable en la atmósfera de un planeta como Venus, donde se oxidaría rápidamente a menos que, como en la Tierra, haya un suministro nuevo constante. Entonces, ¿por qué los autores del estudio buscaban fosfina en un entorno tan poco prometedor? ¿Están seguros de haberla encontrado?

Leyendo entre líneas el informe, parece que el equipo no esperaba encontrar fosfina. De hecho, parecían estar buscando activamente su ausencia. Venus debía suministrar la “atmósfera de base” de un planeta rocoso, libre de una biofirma de fosfina. Los científicos que investigan exoplanetas rocosos podrían comparar las atmósferas de estos cuerpos con las de Venus, para identificar cualquier posible firma biológica de fosfina.

Trabajo de detective

Entonces, encontrar una concentración global de la molécula alrededor de 1 000 veces mayor que la de la Tierra fue algo sorprendente. De hecho, hizo que los autores realizaran una de las disecciones forenses más detalladas de sus propios datos que he visto.

El primer conjunto de datos se consiguió en junio de 2017 utilizando el telescopio de James Clerk Maxwell (JCMT) en Hawai e indicó de manera inequívoca la presencia de fosfina, por lo que se registró un segundo conjunto de datos, utilizando un instrumento diferente en un telescopio diferente.

Estas observaciones fueron tomadas en marzo de 2019, a mayor resolución espectral, utilizando el Atacama Large Millimeter Array(ALMA) en Chile. Los dos conjuntos de datos eran casi indistinguibles. La fosfina está presente en la atmósfera de Venus, con una distribución irregular en las latitudes medias, disminuyendo hacia los polos.


Pero, ¿de dónde ha salido? La materia prima para la fosfina es el fósforo, un elemento con una química bien conocida que sustenta muchas reacciones químicas posibles. El fósforo en la atmósfera de Venus fue medido por las sondas Vega (de la extinta Unión Soviética) y se encontró que se presenta como la molécula oxidada P₄O₆.

Al tratar de explicar la presencia de fosfina, la astrónoma Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff y su equipo, utilizaron los datos de Vega y modelaron casi 100 reacciones químicas diferentes en la atmósfera para ver si podían recrear la fosfina que habían encontrado.

A pesar de hacerlo en condiciones variables (presión, temperatura, concentración de reactivo), encontraron que ninguno era viable. Incluso consideraron reacciones bajo la superficie, pero Venus tendría que tener una actividad volcánica al menos doscientas veces mayor que la de la Tierra para producir suficiente fosfina de esta manera.



Los autores no afirman haber encontrado evidencia de vida, solo de “química anómala e inexplicable”. Pero, como Holmes le dijo a Watson: “Una vez que eliminas lo imposible, lo que quede, por improbable que sea, debe ser la verdad”

¿Qué tal un meteorito que lleva la sustancia a Venus? También lo consideraron, pero encontraron que no permitiría las cantidades de fosfina que indican los datos. Además, no hay evidencia de un gran impacto reciente que pueda haber aumentado las concentraciones de fósforo atmosférico. El equipo también consideró si las reacciones con los rayos o el viento solar podrían crear fosfina en la atmósfera, pero descubrió que de esta manera solo se producirían cantidades insignificantes.

¿Dónde nos deja eso entonces? La fosfina está presente en la atmósfera de Venus en concentraciones muy por encima del nivel que puede explicarse por procesos no biológicos. ¿Significa eso que hay microbios presentes en la atmósfera de Venus, navegando a través de las nubes en gotas de aerosol, una trampa para moscas de Venus a microescala?
¿Evidencias de vida? Solo de “química anómala e inexplicable”

Los autores no afirman haber encontrado evidencia de vida, solo de “química anómala e inexplicable”. Pero, como Sherlock Holmes le dijo al Dr. Watson: “Una vez que eliminas lo imposible, lo que quede, por improbable que sea, debe ser la verdad”.

La presencia de metano como señal biológica en la atmósfera de Marte todavía es objeto de acalorados debates. Puede ser que los astrobiólogos que buscan vida más allá de la Tierra ahora tengan una señal biológica atmosférica añadida sobre la cual discutir.

La Agencia Espacial Europea está considerando actualmente una misión a Venus que determinaría su historia geológica y tectónica, incluida la observación de posibles gases volcánicos. Esto ofrecería una mejor idea de los compuestos que hay en la atmósfera de Venus. El nuevo estudio debería impulsar esta misión.



Fuente: TC, SINC
Derechos: Creative Commons.

26 de junio de 2019

Descubren dos planetas potencialmente habitables alrededor de una estrella cercana

Recreación artística del sistema de la Estrella de Teegarden, mostrando también nuestro sistema solar. Crédito: Universidad de Göttingen

Situada a una distancia de solo 12,5 años luz, en la constelación de Aries, con un radio siete veces menor que el solar y con un 8% de la masa del Sol, la Estrella de Teegarden es una de las enanas rojas más pequeñas que se conocen. A pesar de su proximidad, es tan tenue (1.500 veces más débil que el Sol) que no fue identificada hasta el año 2003.
Los planetas Teegarden b y Teegarden c tienen masas similares a la Tierra y podrían albergar agua líquida en sus superficies


Ahora, un equipo internacional de investigadores ha descubierto dos pequeños planetas terrestres, denominados Teegarden b y c, alrededor de esta estrella. Los planetas tienen masas similares a la Tierra y sus temperaturas podrían ser lo suficientemente suaves como para albergar agua líquida en sus superficies.

El estudio se publica en la revista Astronomy & Astrophysics y lo lideran científicos de la Universidad de Göttingen (Alemania), pero también participan investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), el Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), el Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) y el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).

Las observaciones que han permitido descubrir estos dos exoplanetas han sido realizadas con el instrumento CARMENES (Calar Alto High-Resolution Search for M dwarfs with Exoearths with Near-infrared and optical Échelle Spectrographs), un espectrógrafo óptico y de infrarrojo cercano de alta resolución construido en colaboración con once instituciones de investigación españolas y alemanas. Está instalado en el telescopio de 3,5m del Centro Astronómico Hispano Alemán de Calar Alto, en Almería.

“Hemos estado observando esta estrella con el instrumento CARMENES desde el inicio de la campaña de observaciones hace tres años, con el fin de medir su movimiento con gran precisión”, explica Mathias Zechmeister, investigador postdoctoral de la Universidad de Göttingen (Alemania) y autor principal del artículo.


Técnica Doppler para descubrir exoplanetas

El método utilizado para la detección de los planetas es conocido como técnica Doppler. Cuando un planeta se mueve en su órbita alrededor de una estrella, provoca en esta un pequeño movimiento de acercamiento y alejamiento que induce un efecto sutil de desplazamiento Doppler en la luz observada procedente de la estrella.

La sensibilidad del instrumento CARMENES es tal que puede llegar a medir este desplazamiento con una gran precisión. Aunque los planetas pequeños producen desplazamientos también diminutos en la luz de la estrella, estos son más fáciles de detectar en estrellas enanas rojas como la de Teegarden porque el movimiento que provoca el planeta es mayor y se repite con más frecuencia.

La Estrella de Teegarden, una de las enanas rojas más pequeñas que se conocen, está situada a una distancia de 12,5 años luz

“CARMENES es el primer espectrómetro de alta precisión en funcionamiento diseñado específicamente para encontrar planetas utilizando esta ventaja de la enana roja”, añade Zechmeister. La temperatura de la Estrella de Teegarden es de unos 2600º C, mucho menor que los 5500º C del Sol, por lo que irradia la mayor parte de su energía en longitudes de onda rojas e infrarrojas, convirtiéndola en un blanco ideal para CARMENES.

"La estrella de Teegarden es la más pequeña y más fría alrededor de la que se ha detectado algún planeta con el método Doppler", comenta José Antonio Caballero, coautor del estudio e investigador del CAB.

Las mediciones Doppler de la Estrella de Teegarden mostraron la presencia de, al menos, estos dos nuevos exoplanetas. Los datos indican que el planeta Teegarden b, situado a una distancia de la estrella del 2,5% de la distancia Tierra-Sol, tiene una masa similar a la de la Tierra y un periodo orbital de 4,9 días. El planeta Teegarden c es también similar al nuestro en términos de masa, completando su órbita en 11,4 días y distando de la estrella un 4,5% de la distancia Tierra-Sol.
 


Dado que la Estrella de Teegarden irradia mucha menos energía que el Sol, las temperaturas en estos planetas deberían ser templadas y por eso podrían, en principio, albergar agua líquida en su superficie, especialmente el más exterior, Teegarden c. Este tipo de planetas son el objetivo principal para futuras búsquedas de vida más allá de nuestro sistema solar.
Consorcio CARMENES y ayuda de otros telescopios
A diferencia de los descubrimientos anteriores de CARMENES, en los que se combinaban mediciones de varios instrumentos, como en el caso de la Estrella de Barnard b, todas las mediciones Doppler de alta precisión y las observaciones de seguimiento utilizadas para este hallazgo han sido obtenidas por el consorcio CARMENES.
Las observaciones se han realizado, entre otros,  con el Telescopio de Calar Alto, el Observatorio de Sierra Nevada y el Telescopio Joan Oró-Montsec

Varios grupos dentro del consorcio usaron telescopios más pequeños para monitorear los cambios en el brillo de la estrella a fin de descartar explicaciones alternativas tales como manchas estelares u otras características de la superficie. Las actividades de seguimiento incluyeron campañas fotométricas intensivas en el Telescopio de Calar Alto de 1,23 m, el Observatorio de Sierra Nevada y el Telescopio Joan Oró-Montsec, entre otros.
“Este descubrimiento es un gran éxito para el proyecto CARMENES, que fue diseñado específicamente para buscar planetas alrededor de las estrellas menos masivas”, dice Ignasi Ribas, coautor del estudio e investigador del IEEC en el Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC). Los nuevos planetas son el décimo y undécimo en el recuento de los descubrimientos de exoplanetas hechos con CARMENES.

“Los dos planetas pueden ser parte de un sistema más grande”, dice Stefan Dreizler, catedrático de la Universidad de Goettingen y coautor del estudio, y añade: “Las estrellas de muy baja masa parecen tener sistemas planetarios densamente poblados”. Más datos pueden revelar un sistema aún más rico.

“La característica única de nuestro instrumento, que le permite observar simultáneamente en el visible y en el infrarrojo cercano, es fundamental para confirmar la naturaleza de las señales detectadas con ambos canales como debido a la presencia de planetas en órbita, ya que en este caso, la amplitud de la señal no depende del canal con que se mida, al contrario de lo que pasa cuando la señal se debe a variabilidad intrínseca de la estrella”, señala Pedro Amado, científico del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA) e investigador adjunto principal de CARMENES.

Por su parte, el IAC también ha participado muy activamente en las campañas fotométricas de la estrella. Estas se han llevado a cabo con instrumentos como Muscat2, instalado en el Telescopio Carlos Sánchez, del Observatorio del Teide (Tenerife), y con infraestructuras de la red de telescopios de Las Cumbres Observatory, entre otras.

Tránsitos en el sistema solar vistos desde Teegarden

“Estos estudios nos han permitido descartar que la señal de los planetas fuera debida a la actividad de la estrella y, en el caso de estos dos nuevos planetas, no pudimos detectar sus tránsitos”, comenta el coautor Víctor Sánchez Béjar, investigador del IAC . Para poder utilizar el método del tránsito, los planetas deben pasar por delante del disco estelar y atenuar la luz procedente de la estrella durante un instante. Esta alineación fortuita solo ocurre para una fracción muy reducida de sistemas planetarios.

Curiosamente, el sistema de la estrella de Teegarden está situado en un lugar especial en el cielo: desde esta estrella, se podrían ver los planetas de nuestro sistema solar pasando por delante del Sol y, dentro de unos pocos años, la Tierra sería visible como un planeta en tránsito para cualquiera que pudiera estar mirando.
Ilustración de la zona habitable para diferentes estrellas. Crédito: Chester Harman, Planets: PHL @ UPR Arecibo, NASA/JPL

Fuente: SINC, IEEC, ICE-CSIC, CAB (INTA-CSIC), IAC

6 de junio de 2018

Las tenebrosas consecuencias que no te cuentan de vivir y morir en Marte

Investigadores alertan sobre los riesgos de fundar una colonia permanente en este planeta. Tener hijos y vivir en comunidades supondría unos riesgos biológicos y morales muy importantes

Fotograma de «The Martian». Marte es un desierto helado, reseco, sin oxígeno, con poca gravedad y barrido por la radiación - Twentieth Century Fox | Vídeo: ¿Qué pasaría si viviéramos en el espacio?

Muchos han propuesto hacer las maletas para ir a Marte o a la Luna para evitar el apocalíptico futuro que parece esperarle a nuestro planeta. Mentes preclaras, como las del mismísimo Stephen Hawking, creían que la supervivencia a largo plazo de la humanidad pasaba por el espacio. Las naves y colonias espaciales eran para él un «seguro de vida» ante el riesgo de que caiga un gran asteroide en la Tierra o que el ser humano no pueda resolver importantes problemas, como el crecimiento demográfico descontrolado, la contaminación o el agotamiento de los recursos naturales. En esta línea, el magnate Jeff Bezos ha propuesto recientemente llevar la industria a la Luna, a pesar de que en la actualidad el coste de enviar un mero kilogramo allí y traerlo de vuelta tiene un coste astronómico.

Puede que la tecnología sufra una revolución increíble en las próximas décadas o siglos y que estos sueños se hagan realidad. Pero todavía así cabe una pregunta: ¿realmente querríamos vivir en Marte o en la Luna, en vez de en nuestro planeta azul? ¿Qué retos éticos y biológicos habría que afrontar? ¿Habría libertad y democracia en estas colonias espaciales? Un artículo recientemente publicado en la revista «Futures» se ha planteado estas cuestiones. Los autores, biólogos y filósofos de las Universidades de Rzeszow (Polonia) y Florida (EE.UU), y del Laboratorio Nacional de Biociencias (Brasil), concluyen que Marte pondrá a prueba la moral, la cultura y la propia naturaleza de la especie humana. Destacan, además, que allí será extremadamente difícil lograr algo fundamental tanto para el ser humano como para la colonización: la fundación de una familia.

«La reproducción en Marte sería necesaria para la superviviencia de la colonia y la expansión subsiguiente», escriben los autores del estudio en el artículo. En un principio, subrayan, sería clave que hubiera migración desde la Tierra, pero llegado un punto sería necesario que esto solo fuera una fuente complementaria. «Por desgracia, esta tarea plantea unos retos titánicos», prevén.

Las consecuencias de vivir en hipogravedad

Los más inmediatos son los biológicos. «Durante el viaje, los astronautas pueden padecer cinetosis, dolores de cabeza y de cuerpo, problemas genitourinarios (...) pérdida muscular y ósea, inmunosupresión, e incluso ceguera temporal», escriben los autores. La microgravedad, además, altera el sistema nervioso, la audición, la visión, y provoca cambios en el sistema cardiovascular. ¿Cómo podría lidiar con todo esto una mujer embarazada? ¿Afectaría un viaje de meses a una mujer que quisiera quedarse embarazada en Marte, tiempo después?


El astronauta Scott Kelly, durante su misión en la Estación Espacial Internacional, en 2015. Desde su salida de la Tierra, los colonos marcianos no volverían a disfrutar de la gravedad terrestre - NASA

Sobre todo porque, «(vivir en) una colonia marciana no facilitará la recuperación del astronauta a un estado de salud óptimo (...). La gravedad de Marte es 0,38 veces la terrestre, lo que indica que los astronautas permanecerán en hipogravedad durante toda su misión, o durante toda su vida». Por tanto, prosiguen los autores: «Asumimos que la mayoría de los astronautas jamás se recuperarán a un estado de salud similar al anterior al viaje, y que tendrán que adaptarse a nuevos parámetros de salud y bienestar». Es decir, a vivir con serias limitaciones físicas.

Embarazo en un entorno radiactivo

Todo esto sin contar con factores aún más peligrosos, como la necesidad de suministrar oxígeno de forma artificial o la posible exposición crónica a elevadas dosis de radiación, debido a la falta de escudo magnético en Marte. Otros investigadores han averiguado que solo un viaje de seis meses hasta Marte haría que los astronautas recibieran dosis de radiación de 300 milisieverts, 15 veces más que el límite de radiación anual permitido para trabajadores de centrales nucleares.

Los autores del estudio subrayan que no se conoce todavía cómo estos factores afectarían al embarazo. Por este motivo insisten en la necesidad de hacer más investigaciones en el espacio, por ejemplo en la Estación Espacial Internacional, para analizar los efectos de estas adversidades sobre los embriones y las madres.

También destacan que la edad de las madres marcianas puede convertirse en un problema, dado que las astronautas femeninas suelen comenzar ese trabajo con 32 años. Por eso, sugieren explorar lacriopreservación de gametos y embriones para facilitar la reproducción en el espacio de personas más mayores. Esto sería especialmente importante, porque recuerdan que la escasa gravedad también podría afectar a la producción de gametos y a la fertilidad.

Teniendo en cuenta estas dificultades y la complejidad y el peligro de vivir en una planeta extraño, los investigadores creen que «el proceso de tener niños puede ser apabullante», por lo que creen que para las familias será indispensable contar con apoyo de psicólogos, además de una sólida red de cuidados médicos.

¿Valores humanos en Marte?

Aparte de poner a prueba la biología, los investigadores creen que Marte pondrá a prueba las leyes y los principios morales terrestres. Allí, la dureza de las condiciones, el hecho de vivir en pequeñas colonias con un número limitado de compañeros y de hacerlo muy lejos de la Tierra, podrían cambiar los valores humanos. Creen que esto podría afectar a uno de los principios más fundamentales de la civilización occidental: el valor de la vida. ¿Podría ser que el interés de la comunidad prevaleciera sobre el del individuo?

Marte es un medio extremadamente hostil en el que los humanos podrían vivir dentro de colonias. Los investigadores prevén que esto transformará la moral y la ética humanas - Twentieth Century Fox

«Un ambiente hostil y con una población pequeña podría resultar en la elevación del valor del grupo sobre el valor del individuo», escriben los autores. Esto, según sostienen, podría modificar la mentalidad en lo relacionado con el aborto, la eutanasia de personas con enfermedades terminales o incluso en el sacrificio de personas por el bien de toda la comunidad. Por ejemplo, adelantan que la política de aborto en el espacio será más liberal que en la Tierra porque, por ejemplo, «el nacimiento de niños discapacitados sería muy perjudicial para la colonia».

También predicen que la libertad sexual se verá restringida. «Sospechamos que la práctica de asesoramiento genético, la selección cuidadosa de pareja o la restricción de derechos reproductivospodrían ser una estrategia necesaria para evitar la aparición de rasgos incompatibles con la vida en Marte durante las próximas generaciones». Esto, que indican que no debe confundirse con la eugenesia (la mejora de la calidad genética de la especie por medio de la reproducción selectiva), debe tener en cuenta sobre todo el valor del mestizaje y la importancia de impedir la consanguineidad.

¿Podría llegar este tipo de mentalidad a coartar la libertad de los individuos e instaurar un regimen antidemocrático? Los investigadores no contestan a esta pregunta, y reconocen que no se puede predecir qué podría ocurrir, puesto que no hay precedentes.

Una filosofía y una religión marcianas

Sí que prevén que los valores morales marcianos evolucionarán de forma distinta a los terrestres. Por eso, adelantan, una educación marciana será fundamental: Señalan que una estrategia podría ser «crear una «religión» marciana que dé sentido al hecho de vivir en Marte, promover la integración y la aceptación de la ciencia y la tecnología, potenciar el comportamiento altruista y conciliar los conceptos culturales y morales de astronautas de distintos orígenes». Las posibles desviaciones éticas de estos principios resultan espeluznantes.

Este futuro marciano, más bien distópico, no parece inmediato. La tecnología necesaria no ha sido desarrollada todavía y falta mucho para que se puedan hacer viajes numerosos, seguros y viables económicamente. Esto es importante, porque varios estudios han explicado que el tamaño mínimo de una colonia permanente está en los 500 individuos, para evitar los problemas de la consanguineidad. Otros tienen en cuenta la aparición de catástrofes o enfermedades, y sitúan esta cifra en un mínimo de 5.000 individuos. Dada la dureza del desierto radiactivo y frío que es Marte, este tamaño mínimo podría ser incluso mayor.

«Es muy improbable que una colonia humana en Marte llegue a ese número en las décadas siguientes a las primeras misiones (previstas como pronto para la década de los treinta)», escriben.

Si se pudiera colonizar Marte, los autores discuten que podría llegar un punto en que apareciera una nueva humanidad o incluso una nueva especie. Esto sería una prueba de la capacidad del hombre de dejar la Tierra y explorar el Universo. Pero las dificultades son enormes. Parece que uno de los retos será que al abandonar la Tierra el humano no deje de identificarse en un espejo.

Fuentes: ABC

18 de febrero de 2017

Hallan en Ceres ingredientes esenciales para la vida

El planeta enano Ceres - Archivo

Los científicos no descartan que este pequeño mundo pudiera albergar algún tipo de organismo primitivo en el pasado

Ceres, el mayor de los cuerpos del Cinturón de Asteroides, un anillo de rocas de todos los tamaños situado entre Marte y Júpiter, alberga algunos de los ingredientes imprescindibles para la vida. Un grupo internacional de científicos acaba de anunciarlo en la revista «Science», un descubrimiento crucial llevado a cabo a partir de los datos de la sonda Dawn de la NASA, que orbita el planeta enano desde la primavera de 2015. Los investigadores están convencidos de que los compuestos orgánicos se formaron en el interior de ese pequeño mundo, y que no llegaron al mismo por el impacto de asteroides o cometas. El hallazgo abre la posibilidad de que algún tipo de organismo primitivo se desarrollara allí alguna vez y amplía la lista de lugares del Sistema Solar que pudieron albergar vida.

El equipo dirigido por Maria Cristina De Sanctis, del Instituto Nacional de Astrofísica de Italia, utilizó el espectrómetro cartográfico de luz visible e infrarrojo de la nave espacial para observar la superficie de Ceres cerca de un cráter llamado Ernutet, de 50 km de diámetro y situado en el hemisferio norte del planeta enano. El instrumento detectó una concentración inusualmente alta de materia orgánica, componentes basados en el carbono que podrían ser parte de la química que crea la vida. Aunque los datos no son suficientes para determinar exactamente cuáles son los compuestos moleculares presentes, estos coinciden con minerales similares al alquitrán, como las asfaltitas.

Los científicos creen que la distribución y características de estos elementos hacen poco probable que se depositaran allí por el impacto de una fuente externa, como un cometa o un asteroide. Además, el calor extremo producido por un choque tan brutal habría sido suficiente para destruir esos compuestos. Como Ceres alberga una gran cantidad de agua (incluso sugieren que pudo contener un océano subterráneo y que quizás se mantenga hoy en día bajo ciertas condiciones) y podría haber retenido calor interno de su período de formación, hace 4.500 millones de años, en los albores del Sistema Solar, los científicos creen que los compuestos orgánicos se debieron desarrollar en el interior del cuerpo planetario.

Un señal «muy fuerte»

«La firma que se ha identificado en Ceres es muy fuerte, aunque limitada en extensión, y muy diferente de otras firmas asignadas a orgánicos en otros objetos del Sistema Solar», dice De Sanctis a ABC. Los científicos de Dawn continuarán estudiando el planeta enano para identificar cómo esos materiales pudieron ser transportados desde su interior a la superficie.

Pero el aspecto más intrigante de la investigación es la posibilidad de que Ceres pudiera haber albergado algún tipo de vida en el pasado. «Tiene los ingredientes clave para ello (N, C, H, O) y además una química muy interesante, pero no podemos afirmarlo. Simplemente, no lo sabemos», explica la investigadora.

En un comentario que acompaña al estudio en «Science», Michael Küppers, científico planetario del Centro Europeo de Astronomía Espacial de la Agencia Espacial Europea (ESA) en Madrid, tampoco descarta que algún tipo de vida primitiva pudiera haberse desarrollado en el planeta enano. De esta forma, Ceres se une a la apasionante lista de lugares del Sistema Solar que pudieron albergar vida. 

«El más destacado es Marte, pero la situación de Ceres es más similar a la de algunos de los satélites de Júpiter y Saturno, como Europa o Encelado», explica a ABC. «Lo que hace que Ceres sea tan interesante, a mi juicio, es que es más fácil de ser alcanzado por misiones espaciales que los satélites de los planetas gigantes, que están más lejos y en un ambiente con mucha radiación», prosigue. El problema de cómo investigar un océano potencial a varios kilómetros por debajo de la superficie sigue siendo difícil para todos esos objetos, por supuesto, pero «quizás el radar puede ser una solución».

Fuentes: ABC

13 de septiembre de 2016

Hallar vida en otros planetas, objetivo de la astrofísica en los próximos 20 años

El amanecer sobre el océano Atlántico en la Tierra, en una imagen tomada desde la Estación Espacial Internacional. AFP
  • En los últimos años se han hallado unos 5.000 planetas fuera del Sistema Solar
  • El astrónomo japonés Suku Tsuneta apuesta por comunicarse con otros mundos
  • "Ir a Marte es factible pero viajar fuera del Sistema Solar temo que es imposible"
El reto más importante de la astrofísica en los próximos veinte años será encontrar planetas que tengan atmósfera y las condiciones necesarias para albergar vida. Al menos eso es lo que piensa el vicepresidente de la Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón (JAXA), Suku Tsuneta.

"Hace veinte años, los científicos estudiábamos los agujeros negros, el origen del universo... Hoy tenemos una idea bastante buena de todo ello y lo que interesa ahora es saber si los planetas de otras estrellas y sistemas pueden albergar formas de vida", cuenta Tsuneta en una entrevista con Efe.

Este astrónomo japonés, que también es director general del Instituto de Ciencia Espacial y Astronáutica (ISAS) de JAXA, se encuentra de visita en España y este martes dará una conferencia en el ciclo de astrofísica y cosmología de la Fundación BBVA.

Tsuneta ha explicado que gracias al desarrollo de la tecnología telescópica, en los últimos años se han localizado cerca de 5.000 planetas fuera de nuestro Sistema Solar.

"Cuando dispongamos de telescopios espaciales más avanzados, podremos saber si esos planetas tienen oxígeno, dióxido de carbono, metano, ozono...etc, los llamados biomarcadores, que son los componentes necesarios para crear un entorno favorable al desarrollo de algún tipo de vida", ha afirmado, algo que podría ocurrir en las próximas dos décadas.

Viajar más allá del Sistema Solar, imposible hoy por hoy

El objetivo, según Tsuneta, no es sólo saber qué hay más allá de nuestra galaxia, sino incluso intentar comunicarse con los planetas que pudieran albergar vida.

"Ir a Marte es factible pero viajar fuera del Sistema Solar me temo que es imposible. Simplemente porque la velocidad de las naves se basa en la velocidad de la luz y, aún así, se tardarían diez o veinte años en llegar al planeta más cercano a nuestra galaxia".

Sin embargo, lo que sí es viable es intentar comunicarse con los planetas que albergasen vida enviando señales de radio. "Es algo que, de hecho, ya se está haciendo gracias al proyecto SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre por sus siglas en inglés), una iniciativa impulsada por la NASA hace varias décadas y que trata de localizar vida extraterrestre inteligente".

"Hace 20 años, la gente no se tomaba la detección de señales espaciales en serio pero la situación ha cambiado. Ahora sabemos que es probable que haya planetas que albergan vida, así que la actividad de SETI tiene ya más relevancia. Ya no es ciencia ficción y podría ser algo muy importante", ha advertido.

Explorar el Sistema Solar

Respecto al envío de misiones tripuladas fuera del Sistema Solar, Tsuneta tiene sus "dudas". "Desde que Galileo fabricó su propio telescopio hasta la actualidad, el ser humano no ha dejado de estudiar el espacio y de hacer ciencia, y eso es bueno".

"Es importante viajar por el Sistema Solar para obtener respuestas. Debemos analizar la composición de la Luna, los planetas, los asteroides, etc, y para ello, enviamos misiones como Philae (que ha aterrizado en un cometa), o el Hayabusa (sonda japonesa que analizará otro asteroide)....son proyectos de la fase de exploración que es la más importante, algo comparable a la expansión española del siglo XVI que le permitió dominar el globo. Es una actitud esencial para descubrir el nuevo mundo", subraya.

Sin embargo, "si desde el punto de vista científico, enviar una sonda es una buena forma de obtener información, enviar hombres es una cuestión de orgullo, y de factores políticos que resulta demasiado cara. Como científico puro tengo mis dudas de la utilidad de enviar hombres a Marte y más allá".

Fuentes: Rtve.es, EFE

14 de agosto de 2016

Venus pudo haber sido habitable mientras la vida se desarrollaba en la Tierra

Venus pudo albergar vida hasta hace 715 millones de años - EFE

Un equipo de investigadores ha simulado cuatro escenarios del planeta hace millones de años, cuando las condiciones eran muy similares a las de nuestro globo

Actualmente es impensable que Venus, el planeta más caliente del sistema solar, albergue vida. Sus temperaturas extremadamente elevadas, así como sus volcanes activos y una atmosfera que es principalmente de dióxido de carbono, hacen imposible que sea un lugar habitable.

Sin embargo, hubo una época en la que en este planeta pudieron darse lascondiciones necesarias para la vida. Un equipo internacional de investigadores, liderado por expertos de la NASA, ha creado una serie de simulaciones de Venus hace miles de millones de años que apuntan a que este planeta pudo ser habitable.

El grupo liderado por Michael Way ha simulado hasta cuatro escenarios de Venus en el pasado, que varían según factores como la duración del día o la cantidad de luz solar recibida. En su evolución a lo largo de billones de años, el grupo de investigación comprobó cómo uno de los modelos no solo registraba temperaturas moderadas, sino hasta densas capas de nubes que podrían haber protegido al planeta de la agresiva radiación del sol, condiciones que se podrían haber dado hasta hace 715 millones de años.

La investigación comenzó a partir de la idea de que Venus y la Tierra fueron similares hace miles de millones de años, cuando la atmósfera de nuestro planeta también estaba formada, sobre todo, por dióxido de carbono. Ya en 2010, científicos habían señalado las similitudes de tamaño, densidad y composición entre ambos satélites.

«Ambos planetas probablemente disfrutaron de océanos de agua líquida caliente en contacto con rocas y con moléculas orgánicas que experimentaron una evolución química en esos océanos», comenta David Grinspoon, del Instituto de Ciencia Planetaria en Tucson, en Arizona, para el medio New Scientist. «Hasta donde entendemos en la actualidad, esos son los requisitos para el origen de la vida ».

«Es uno de los grandes misterios sobre Venus. ¿Cómo ha llegado tan diferente de la Tierra cuando parece probable que hayan originado de manera tan parecida?», añade.

El trabajo no ha podido avanzar hacia los motivos por los que Venus ha pasado de ser ese planeta que se ve en las simulaciones a lo que es actualmente. Según los expertos, la velocidad a la que el planeta giraba sobre su eje podría haber tenido algo que ver con ello. En este sentido, han seañalado que la aceleración de la rotación afectó levemente al aumento de las temperaturas, según destacan los patrones climáticos. Hoy en día, Venus tarda en girar sobre sí mismo 243 días terrestres, un periodo más largo que su órbita: 225 días.


Fuentes: ABC

26 de junio de 2016

Marte y los satélites de Júpiter son los mejores candidatos a albergar vida en el Sistema Solar

Imagen de Júpiter y sus satélites. NASA
  • Astrobiólogos del CSIC creen que puede haber vida en el subsuelo marciano 
  • Existen evidencias de que cuevas de ese planeta albergan agua líquida
  • Entre los satélites de Júpiter, Europa es el que más condiciones reúne
El subsuelo de Marte y los satélites de Júpiter son los principales candidatos de los científicos para albergar vida en el Sistema Solar, según han destacado investigadores del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).

En una rueda de prensa al concluir la decimocuarta edición de la Escuela Internacional de Astrobiología "Josep Comas i Solá" en Santander, el director del Centro de Astrobiología del CSIC, José Miguel Mas Hesse, ha explicado las investigaciones que se llevan a cabo en algunos lugares de la Tierra por sus condiciones similares a ciertos planetas para conocer como ha evolucionado la vida.

En España, ha destacado las que se lleva a cabo en Riotinto (Huelva), con unas condiciones extremas similares a las que se pueden encontrar en Marte y donde se ha localizado vida a más de 600 metros bajo tierra. Esto lleva a pensar a los científicos que si Marte tuvo agua y desarrolló vida, ésta puede haberse mantenido en su subsuelo. De hecho, Mas Hesse ha recordado que existen evidencias de que cuevas de ese planeta albergan agua líquida y, por lo tanto, podrían acoger vida.

En este sentido, Ricardo Amils, miembro del Departamento de Planetología y Habitabilidad del CSIC, ha detallado que la vida que se ha encontrado en el subsuelo de Riotinto, son metabolismos unicelulares que se han penetrado por las fisuras de la roja y ha logrado desarrollarse a gran profundidad.

"Esto es muy positivo para nosotros porque, si alguna vez hubo vida en la superficie marciana, que probablemente ya se habría esterilizado a lo largo de los años, pudo haber migrado hacia el interior e incluso estar todavía activa, con lo cual la podríamos encontrar", ha puntualizado Mas Hesse.

"Semillas de vida" en cometas

El director del Centro de Astrobiología del CSIC ha abundado en que una de las hipótesis que se baraja es que "buena parte" de las "semillas de la vida" que llegaron a la Tierra lo hizo en cometas, que "si chocaron contra este planeta también lo hicieron contra Marte y contra todos los demás planetas".

Entre esos planetas que se baraja que puedan albergar vida, para Carlos Briones, miembro del Departamento de Evolución Molecular del CSIC, un candidato "muy bueno" es Europa, uno de los satélites de Júpiter, con su "enorme" océano bajo una capa de hielo de 20 kilómetros, que se cree que podría ser "rico" en sales y moléculas. "No tenemos ninguna evidencia, pero sería en principio un buen laboratorio para que la vida haya emergido ahí", ha aclarado Briones, quien también ha señalado como candidatos a otros satélites de Júpiter.

Ha destacado Ganímedes con sus capas de hielo y agua líquida en los que podría haber vida, al igual que en Titán que por su composición "se puede parecer a como era la Tierra en su origen" y al que se ha referido como una "especie de laboratorio de química prebiótica".
"Probablemente no haya vida ahora, pero si tenemos paciencia y esperamos unos cientos de millones de años y volvemos a Titán probablemente haya vida allí", ha apuntado Briones.

Estos serían los candidatos dentro del Sistema Solar, mientras que fuera, Mas Hesse ha detallado que se conocen unos 3.000 planetas, de los que se cree que un centenar podrían tener características "análogas" a las de la Tierra, aunque todavía no se ha localizado ninguno, ha puntualizado.

Fuentes: Rtve.es

10 de marzo de 2015

No es ruido, es un planeta «habitable»

Queen Mary U.
Ilustración del exoplaneta Gliese 581d


Investigadores insisten en la existencia de la primera supertierra descubierta en zona habitable, rechazada por otros estudios


Se llama Gliese 581d y orbita alrededor de la estrella del mismo nombre (sin la última letra), una enana roja situada a 20 años luz de la Tierra, junto a otros cinco mundos, algunos de ellos también muy interesantes. El planeta extrasolar fue descubierto en 2009 por investigadores de la Universidad Queen Mary de Londres y la de Hertfordshire, quienes lo presentaron como la primera supertierra hallada en zona habitable, es decir, un mundo de un tamaño algo superior al nuestro que se encuentra a la distancia adecuada de su estrella como para contener agua líquida en su superficie, una condición indispensable para la existencia de vida tal y como la conocemos.

El candidato a planeta fue descubierto usando un espectrómetro que mide la «oscilación», pequeños cambios en la longitud de onda de la luz emitida por una estrella, causados cuando un planeta orbita a su alrededor. Sin embargo, un informe publicado el pasado año en la revista Science desestimó la existencia de este planeta, considerando que lo que veían los astrónomos no era más que «actividad estelar disfrazada de planeta». A su juicio, el supuesto mundo era en realidad ruido en los datos causado por manchas estelares.

Los «padres» del «d» no se han achantado, insisten en que su planeta existe y aseguran que las conclusiones de sus colegas han sido provocadas por un análisis inadecuado de los datos. La técnica estadística utilizada en la investigación de 2014 para dar cuenta de la actividad estelar es, según explican, «simplemente insuficiente» para identificar planetas pequeños como Gliese 581d.

A su entender, ese método ha funcionado en el pasado en la identificación de los planetas más grandes debido a que su efecto sobre la estrella era demasiado importante como para negar los errores en los resultados. Sin embargo, hace que sea casi imposible encontrar las señales de planetas más pequeños dentro del ruido provocado por la propia variabilidad estelar. 


«Siempre ha estado ahí»

Utilizando un modelo más preciso en los datos existentes, los investigadores están convencidos de que la señal de GJ 581d es real, a pesar de la variabilidad estelar. «La existencia (o no) de GJ 581d es significativa porque fue el primer planeta similar a la Tierra descubierto en la zona «Ricitos de oro» (la zona habitable, ni muy caliente, ni muy fría, como en el cuento infantil) alrededor de otra estrella (donde el agua puede existir en forma líquida) y es un caso de referencia para la técnica de Doppler», explica Guillem Anglada-Escudé, autor principal del artículo.

«Siempre hay discusiones entre los científicos acerca de la manera en que interpretamos los datos, pero estoy seguro de que 581d ha estado en órbita alrededor de Gliese 581 todo el tiempo», añade el investigador. «En cualquier caso, la fuerza de su declaración era demasiado fuerte. Si su forma de tratar los datos fuera correcta, entonces algunos proyectos de búsqueda de planetas en observatorios terrestres tendrían que ser revisados significativamente, ya que están destinados a detectar planetas aún más pequeños. Uno tiene que tener más cuidado con este tipo de reclamaciones», advierte.

La estrella Gliese 581 es una fuente de hallazgos para los cazadores de planetas, pero también una fuente de polémica. En 2010, astrónomos de las Universidades de California y Santa Cruz y del Instituto Carnegie de Washington anunciaron el descubrimiento del primer planeta «realmente habitable» fuera de nuestro Sistema Solar, el planeta «g», otro de los seis mundos conocidos del sistema. Como ha ocurrido con su hermano «d», el «g» también fue puesto en duda apenas unas semanas después de ser anunciado oficalmente, pero, también de la misma forma, el equipo descubridor volvió para aportar nuevos datos que parecían confirmar su existencia. Sin duda, Gliese no dejará de dar sorpresas. 



Fuentes: ABC.es

4 de abril de 2014

Encélado, el mejor candidato para estudiar si podría haber vida en el Sistema Solar

Tres sobrevuelos de la sonda ‘Cassini’ confirman la existencia de un océano en contacto con la superficie rocosa en Encélado, una luna de Saturno. El hallazgo lo convierte en uno de los mundos cercanos con mejores condiciones para estudiar si es posible la vida en otros planetas

Los géiseres de Encélado, fotografiados por Cassini en plena actividad. / NASA

Encélado, una de las numerosas lunas de Saturno, vuelve a reclamar sus 15 minutos de fama astronómica. Este frío satélite, de apenas 500 kilómetros de diámetro, cuenta con un mar bajo su cáscara de hielo. Un océano de agua de ocho kilómetros de profundidad que se aposenta sobre una superficie rocosa, un escenario inédito que proporciona unas condiciones únicas en el Sistema Solar para que se dieran las reacciones químicas necesarias para obtener la chispa de la vida. Las mediciones proporcionadas por la sonda Cassini en tres vuelos junto a Encélado confirman que este satélite merece más atención por parte de los planetólogos.

La existencia de ese mar se venía deduciendo desde que en 2005 Cassini fotografiara unossorprendentes géiseres liberando vapor en el polo sur de este satélite. La espectacular fotografía y las mediciones posteriores indicaban que debajo de la gruesa capa de hielo podía haber una bolsa de agua líquida. Más tarde, el análisis de los materiales liberados en sus géiseres, que contenían compuestos salados y orgánicos de carbono, proporcionó nuevos indicios. Ahora, la existencia de ese mar queda ratificada por estas nuevas mediciones gravitacionales de Cassini, publicadas en el último número de Science. Con un extra importantísimo: el agua está en contacto con la superficie rocosa del planeta —no con hielo, como en otros lugares— lo que puede dar mucho juego a la química.

Esta luna superaría ahora en interés a otras tan atractivas como Europa y Titán
El hallazgo se consigue cruzando datos muy sofisticados sobre la atracción que la gravedad de Encélado provoca en Cassini al sobrevolar este satélite. “Estos sobrevuelos gravitacionales se produjeron entre abril de 2010 y mayo de 2012. Dos de ellos en el hemisferio sur, mientras que el otro alcanzó latitudes más al norte. Los tres encuentros, todos a bajas altitudes, fueron diseñados con el fin de detectar la asimetría de la gravedad entre los hemisferios del satélite”, detalla paraMateria Marzia Parisi, responsable del análisis de los datos de Cassini para este hallazgo.

El sistema es tan sensible que es capaz de detectar que, bajo una gruesa capa de entre 30 y 40 kilómetros de profundidad, se encuentra un océano que cubre el polo sur del satélite, sobre una superficie similar a la que cubre Andalucía. No sólo eso: en estos paseos a menos de 100 kilómetros de esta luna se pudo calcular que ese mar está asentado sobre la superficie rocosa de Encélado. “Los sobrevuelos perciben una perturbación gravitacional que no se corresponde con lo que sería un cuerpo de roca y hielo, hay algo más pesado que no se explica por la topografía, como serían unas montañas”, explica la planetóloga Luisa Lara, del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC). “Es un análisis muy fino y muy firme para ser tan preciso”, recalca.

“La gran depresión observada en el polo sur, en comparación con la densidad del hielo, sólo puede explicarse por la presencia de una capa más densa debajo de la superficie de hielo, un mar en las profundidades”, confirma a esta redacción el autor principal del estudio, el italiano Luciano Iess, de la Universidad de la Sapienza de Roma. A la confirmación de lo que ya se sabía, la existencia de agua, se suma un dato que se podía suponer y que es crucial: el contacto con roca.

Recreación del interior de Encélado según el hallazgo proporcionado por Cassini.






“La interacción entre los silicatos de la roca y el agua podría generar reacciones químicas, algo que no sucedería si el agua estuviera en contacto tan sólo con el hielo. Y las reacciones químicas son cruciales para que surja la vida”, aventura Iess, en referencia a otros cuerpos como Europa, la luna de Júpiter, pero cuyos mares bailan en el hielo, aunque también dispara gigantescos géiseres hacia el exterior.

“La presencia de agua en estado líquido siempre sugiere la habitabilidad del cuerpo en cuestión”, continúa el investigador. ”Aunque la gran distancia del Sol hace del sistema de Saturno un ambiente muy duro para que surja la vida, debemos tener en cuenta que hay organismos muy simples que pueblan las regiones polares de la Tierra y que son conocidos por sobrevivir en condiciones comparables a las de Encélado, donde la temperatura de la superficie de -180° “, señala Iess.

Un ejemplo de lo que explica este planetólogo son las investigaciones que equipos de varios países están realizando en lagos subglaciales de la Antártida, bajo kilómetros de hielo, en los que estarían hallando nuevas formas de vida extremófilas capaces de resistir y progresar en condiciones tan duras. De ahí que, si es posible en la Tierra, algunos astrobiólogos deduzcan que también puede ocurrir en otros mundos helados como Encélado o Europa.

El chispazo de la vida
No obstante, en la ecuación para la vida falta una fuente de energía para que prendiera el chispazo. “Esta luna de Saturno es tan pequeña que la presencia de una fuente de energía interna capaz de fundir el hielo es muy poco probable. El calentamiento inesperado de la región del polo sur del satélite debe venir de las mareas causadas por Saturno, flexionando, frotando y calentando el hielo”, apunta Iess. Las observaciones de Cassinihan permitido comprobar que estas mareas multiplican la fuerza de los géiseres y generan una energía térmica excepcional en la región polar de Encélado.

Juego visual que sirve para ilustrar el tamaño de Encélado frente a dimensiones de la Tierra.




“Estos dos factores, agua y calor, añadido al hecho de que hay sales y compuestos orgánicos en la composición de los géiseres y en las fracturas del hielo por las que los chorros salen, constituyen de hecho una condición potencialmente favorable para la aparición de la vida”, insiste Iess. El investigador italiano no está sólo en su deducción: esta misma semana, la revistaAstrobiology publica un artículo del reconocido experto Chris McKay, especialista en ciencias planetarias de la NASA, en el que apuesta por Encélado como el candidato número uno en el que volcar los esfuerzos para estudiar las condiciones para la vida.

Consultado por Materia a partir de su artículo y el publicado en Science, McKay se reafirma en su percepción: “Es otra evidencia independiente de la existencia de un importante cuerpo de agua líquida bajo la superficie de Encélado. Tanto el análisis químico como el de la gravedad indican que el agua está en contacto con la roca. Y esto importante porque el agua pura no es por sí habitable. 
Tiene que haber energía química, sales y otros componentes que pueden surgir del agua interactuando con la roca”.
“La presencia de agua, calor y compuestos orgánicos son condiciones favorables para la aparición de la vida”, explica Iess
Dentro del Sistema Solar, los principales candidatos a ser habitables —con condiciones para propiciar la vida— son Marte, Europa y Titán (otra luna de Saturno). 

McKay asegura que Encélado es el aspirante mejor colocado de ese póker: “Hay tres cosas que le hacen tan bueno para la habitabilidad y la toma de muestras: cuenta con compuestos orgánicos, una fuente de calor activo para producir líquido y su corteza delgada y con poca gravedad que permite que se pueda filtrar hacia el espacio contenido de su interior”. Es lo que sucede con las rayas de tigre que hay sobre el mar de Encélado, unas grietas más calientes por las que se disparan los géiseres.

Europa, por ejemplo, también cuenta con mares bajo el hielo, pero es casi imposible tomar muestras, como explica Luisa Lara: “Europa es muy atractiva pero está muy cerca de Júpiter, que rebota el viento solar y literalmente freiría casi cualquier aparato. Además, habría que ver cómo penetrar su capa de hielo, que a esas temperaturas es fría como el diamante. Imagina si será dura, que hay quien fantaseó con romperla con explosiones nucleares”, asegura Lara.

Sin embargo, Encélado es accesible en todos los sentidos. Por su parte, según explica la planetóloga, Titán tiene todos los ingredientes necesarios para ser habitable, salvo el agua, lo que debería relegar su interés. Y Marte es el planeta de moda, no necesita más atenciones, pero esta pequeña y fría luna de Saturno sí, según creen tanto Lara como McKay. Ambos han formado parte del equipo de preparación de una misión conjunta de la ESA y la NASA para visitar Titán y Encélado, llamada TandEM, que de momento se encuentra aparcada en un cajón a la espera de mejores momentos económicos.


Fuentes: Materia