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22 de abril de 2017

Galaxias Noticias La formación estelar masiva de la galaxia NGC 4536


Las galaxias con brote estelar (starburst galaxies en inglés) contienen una o muchas regiones donde las estrellas se forman a un ritmo acelerado, lo que provoca que las reservas de gas de la galaxia se agoten rápidamente.

NGC 4536 es una galaxia de este tipo. En esta imagen, tomada por el Telescopio Espacial Hubble, se muestran las regiones de la galaxia que presentan la mayor actividad de formación estelar. NGC 4536 está ubicada a 50 millones de años luz de distancia en la constelación de Virgo.

Existen diferentes factores que pueden provocar el aumento de la formación estelar. Obligadamente se necesita un suministro masivo de gas, el cual se puede obtener de múltiples formas: por ejemplo, a través de una galaxia que se acercó lo suficiente para que el gas sea extraído gravitacionalmente. También se puede adquirir a través de colisiones galácticas.

Las estrellas que nacen en estos entornos extremos ricos en gas, viven rápido y mueren jóvenes, alcanzado temperaturas elevadas y agotando sus suministros de gas rápidamente. Estas estrellas también emiten grandes cantidades de luz ultravioleta, ionizando el hidrógeno circundante, produciendo nubes de hidrógeno ionizado conocidas en astronomía como regiones HII.

Crédito: NASA / ESA / Hubble

La búsqueda de sobrevivientes en una explosión de supernova



Un grupo de astrónomos ha utilizado el Telescopio Espacial Hubble para estudiar el remanente de una supernova ‘tipo la’, conocido como SNR 0509-68.7 o N103B (visible en la zona superior). Este remanente de supernova está ubicado en la Gran Nube de Magallanes a 160.000 años luz de distancia de la Tierra. A diferencia de otros remanentes de supernovas, N103B no tiene una forma esférica. Los astrónomos piensan que esto se debe a que parte del material expulsado durante la explosión, se encontró con una densa nube de material interestelar que impidió la expansión.

Los astrónomos estiman que la gran luminosidad de una explosión de supernova tipo la ocurre en sistemas binarios, en el cual al menos una de las estrellas es una enana blanca. Existen dos teorías que explican cómo estos sistemas binarios se convierten en supernovas, y esta imagen de N103B podría ayudar a los científicos a confirmar una de las dos teorías.

La primera teoría propone que las dos estrellas en el sistema son enanas blancas. Una supernova tipo la podría producirse si ocurre una fusión entre ambas.

La segunda teoría propone que solamente una de las estrellas del sistema es una enana blanca, mientras que su acompañante es una estrella común. En esta teoría el material de la estrella común es transferido a la enana blanca hasta que su masa alcanza un límite, provocando una explosión. En este escenario, la teoría indica que la estrella común debe sobrevivir al estallido en cierta forma. Sin embargo, hasta ahora no se ha encontrado material residual alrededor de ninguna supernova tipo la.

Los astrónomos observaron el remanente de supernova N103B en búsqueda de una posible estrella sobreviviente. Hicieron observaciones en H-alfa, para resaltar las regiones de gas ionizado por la radiación de estrellas cercanas. Se esperó encontrar una estrella en el centro de la explosión, para poder finalizar el largo debate sobre el origen de las supernovas tipo la.

Las observaciones revelaron la existencia de una estrella candidata que cumple con los requisitos en cuanto a la temperatura, luminosidad y distancia del centro de la explosión de la supernova. Dicha estrella tiene una masa similar al Sol, pero está rodeada de una capa de material caliente, el cual pudo haberse desprendido de una de las estrellas del sistema que existió antes del estallido.

Aunque esta estrella es una candidata razonable para ser considerada como la sobreviviente de N103B, aún se necesitan más estudios y una confirmación espectroscópica, por lo que la búsqueda aún continúa.

Fuente: http://www.spacetelescope.org/news/heic1707/

11 de marzo de 2017

Esto es lo último que se tragó el gran agujero negro de nuestra galaxia

El telescopio espacial Hubble sondeó la luz de los cuásares para obtener información sobre la velocidad y dirección del gas- NASA, ESA, Z. Levy (STScI);

En el centro de nuestra galaxia descansa un gigantesco agujero negro llamado Sagitario A* que lleva mucho tiempo a régimen. El telescopio espacial Hubble de la NASA ha descubierto que ese descomunal pozo cósmico se tomó su última gran cena hace unos 6 millones de años, cuando se tragó una gran nube de gas intelestelar. Después del banquete, el hinchado agujero negro no debió de hacer una buena digestión porque «eructó» una colosal burbuja de gas que pesa el equivalente de millones de soles. Ahora ondula por encima y por debajo del centro de nuestra galaxia.

Esas inmensas estructuras, conocidas como burbujas de Fermi, fueron descubiertas por primera vez en 2010 por el telescopio espacial de rayos gamma Fermi, de la NASA. Sin embargo, recientes observaciones del Hubble de la burbuja más al norte han ayudado a los astrónomos a determinar una edad más precisa de las mismas y de cómo se formaron. Lo explican en la revista «The Astrophysical Journal».

«Por primera vez, hemos rastreado el movimiento del gas frío a través de una de las burbujas, lo que nos permitió cartografiar la velocidad del gas y calcular cuándo se formaron las burbujas», explica Rongmon Bordoloi, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge (EE.UU.). «Lo que encontramos es un evento muy fuerte y energético, que ocurrió hace entre 6 millones y 9 millones de años. Puede haber sido una nube de gas cayendo en el agujero negro, que disparó chorros de materia, formando los lóbulos gemelos de gas caliente vistos en las observaciones de rayos X y de rayos gamma. Desde entonces, el agujero negro solo ha comido 'tentempiés'».

23.000 años luz

Un agujero negro es una región densa, compacta del espacio con un campo gravitatorio tan intenso que ni la materia ni la luz pueden escapar. El agujero negro supermasivo en el centro de nuestra galaxia ha comprimido la masa de 4,5 millones de estrellas similares al Sol en una región muy pequeña del espacio.

El material que se acerca demasiado a un agujero negro está atrapado en su poderosa gravedad y se arremolina hasta que finalmente cae en él. Parte de la materia, sin embargo, se pone tan caliente que escapa a través del eje de rotación del agujero negro, creando un flujo de salida que se extiende por encima y por debajo del plano de la galaxia.

Las conclusiones del equipo se basan en las observaciones del Espectrógrafo de Orígenes Cósmicos (COS) del Hubble, que analiza la luz ultravioleta de 47 cuásares, núcleos brillantes de galaxias activas distantes. El instrumento comprobó que la temperatura dentro de la burbuja más al norte, que se extiende 23.000 años luz por encima de la Vía Láctea, es de aproximadamente 9.800ºC. Puede parecer muy elevada, pero en realidad es bastante fría, ya que esas burbujas suelen contener gas supercaliente cercano a los 10 millones de grados centígrados. Además, el gas más frío viaja a 3 millones de km por hora, formando una masa de alrededor de 2 millones de soles. Dentro de la nube de gas, también identificaron silicio y carbono, restos fósiles de la evolución estelar.

Fuentes: ABC

22 de enero de 2017

El Hubble detecta una sombra producida por un posible exoplaneta



El Telescopio Espacial Hubble ha detectado una enorme sombra recorriendo el disco de polvo alrededor de una estrella cercana. Los astrónomos piensan que la sombra está siendo producida indirectamente por un exoplaneta, al perturbar gravitacionalmente todo el material a su alrededor, creando una deformación e inclinación de la región interna del disco, la cual bloquea la luz de la estrella, proyectado una sombra sobre las regiones externas.

Este hipotético exoplaneta orbita alrededor de la estrella TW Hydrae, la cual se ubica a 192 años luz de distancia en la constelación de Hidra. La estrella tiene apenas 8 millones de años de edad y es un poco menos masiva que el Sol. Los científicos hicieron el descubrimiento al analizar observaciones realizadas por el Hubble a lo largo de 18 años.

De acuerdo a los científicos, la inclinación de la zona interna del disco es la mejor explicación para las sombras proyectadas en las regiones exteriores. Crédito: NASA / ESA / A. Feild (STScI)

En un inicio, los astrónomos pensaron que la sombra era una estructura inherente al disco, cuyo diámetro es de alrededor de 66.000 millones de kilómetros, pero esta idea fue descartada debido a que la sombra se movía demasiado rápido. De acuerdo a los cálculos, al material de las regiones externas del disco le tomaría siglos completar una sola órbita, mientras que el objeto oculto en el disco tarda 16 años en orbitar a TW Hydrae.

Se estima que el posible exoplaneta yace a una distancia de alrededor de 160 millones de kilómetros de TW Hydrae, casi la distancia que hay entre la Tierra y el Sol. También se estimó que el exoplaneta tendría que tener una masa similar a la de Júpiter para poder realizar las perturbaciones gravitacionales que el Hubble ha observado.

Fuente: http://hubblesite.org/news_release/news/2017-03

15 de enero de 2017

El Hubble Observa un Agujero Negro Desconcertante

Image Credit: ESA/NASA/Hubble
La hermosa galaxia espiral visible en el centro de la imagen es conocida como RX J1140.1 + 0307, una galaxia en la constelación de Virgo fotografiada por el Telescopio Espacial Hubble de la NASA/ESA, y que presenta un interesante rompecabezas. A primera vista, esta galaxia parece ser una galaxia espiral normal, al igual que la Vía Láctea, pero las primeras apariencias engañan!

La Vía Láctea, como la mayoría de las grandes galaxias, tiene un agujero negro supermasivo en su centro, pero algunas galaxias poseen agujeros negros de masa intermedia más ligeros. RX J1140.1 + 0307 es una galaxia de ese tipo, de hecho, su agujero negro central posee una de las masas más bajas de los agujeros negros conocidos en cualquier núcleo galáctico luminoso. Lo que desconcierta a los científicos acerca de esta galaxia en particular es que los cálculos no suman. Con una masa tan relativamente baja para un agujero negro central, los modelos para la emisión no pueden explicar el espectro observado. Tiene que haber otros mecanismos en juego en las interacciones entre las partes interior y exterior del disco de acreción que rodea el agujero negro.

7 de agosto de 2016

Una enana blanca azota a una enana roja con un rayo misterioso heic1616

Reproducción simulada del exótico sistema estelar binario AR Scorpii. Créditos: M. Garlick/University of Warwick, ESA/Hubble

Gracias al telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA y a otros telescopios tanto en tierra como en el espacio, los astrónomos han descubierto un nuevo y extraño tipo de estrella binaria: el sistema AR Scorpii alberga una enana blanca que gira a toda velocidad, energizando electrones hasta casi la velocidad de la luz. Estas partículas liberan fuertes haces de radiación que azotan a una enana roja cercana, haciendo que todo el sistema pulse cada 1,97 minutos, con radiaciones que van de la banda ultravioleta a la de radio.


En mayo de 2015, un grupo de astrónomos aficionados de Alemania, Bélgica y Reino Unido descubrió un sistema estelar con un comportamiento nunca antes visto. Gracias a un gran número de telescopios terrestres y espaciales, incluyendo el telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA [1], y a observaciones dirigidas por la Universidad de Warwick (Reino Unido), estos científicos han podido desvelar la verdadera naturaleza de este sistema, que había sido mal identificado previamente.

El sistema estelar AR Scorpii se halla en la constelación de Escorpio, a 380 años luz de la Tierra. Comprende una enana blanca [2] del mismo tamaño que nuestra Tierra pero con una masa 200.000 veces mayor, que rota a gran velocidad, y su compañera: una enana roja fría con un tercio de la masa del Sol [3]. Ambas se orbitan mutuamente cada 3,6 horas, en una danza cósmica precisa como un reloj.

Este sistema binario muestra un comportamiento singular, ya que el fuerte magnetismo y la rápida rotación de la enana blanca hace que los electrones se aceleren hasta casi la velocidad de la luz. Al ser expulsadas al espacio, estas partículas altamente energizadas liberan haces de radiación (parecidos a los que emitiría un faro) que azotan la cara de la fría enana roja, haciendo que el sistema entero se ilumine y se oscurezca cada 1,97 minutos. Estos potentes pulsos incluyen radiación a frecuencias de radio, nunca antes detectadas en un sistema formado por enanas blancas.

Tom Marsh, del Grupo de astrofísica de la Universidad de Warwick e investigador responsable del proyecto, explica: “El sistema AR Scorpii fue descubierto hace más de 40 años, pero su verdadera naturaleza no se desveló hasta que comenzamos a observarlo en junio de 2015. A medida que avanzábamos, nos dimos cuenta de que estábamos ante algo extraordinario”.

Las propiedades observadas en AR Scorpii son únicas y enigmáticas. La radiación en un amplio rango de frecuencias indica la existencia de emisiones de electrones aceleradas en campos magnéticos, algo que puede explicar la rápida rotación de la enana blanca. En cambio, el origen de los electrones en sí es todo un misterio, ya que no sabemos a ciencia cierta si tienen que ver con la enana blanca o con su fría compañera.

AR Scorpii se observó por primera vez a principios de los años setenta y la fluctuación regular en su brillo, cada 3,6 horas, hizo que se clasificase erróneamente como una única estrella variable [4]. Ahora, gracias al esfuerzo conjunto de profesionales y aficionados a la astronomía, se ha desvelado la verdadera causa de la luminosidad periódica de AR Scorpii. Aunque ya se había observado un comportamiento pulsante similar en estrellas de neutrones (unos de los objetos más densos del Universo), nunca se había detectado en enanas blancas.

Boris Gänsicke, de la misma universidad y coautor del nuevo estudio, concluye: “Sabemos de las estrellas de neutrones pulsantes desde hace casi cincuenta años, y ciertas teorías predecían que las enanas blancas podrían tener un comportamiento similar. Es realmente emocionante haber descubierto este sistema y ha sido un fantástico ejemplo de colaboración entre astrónomos aficionados y académicos”.

Notas

[1] Las observaciones sobre las que se basa el estudio fueron realizadas con el telescopio VLT del Observatorio Europeo Austral (ESO) en Chile; los telescopios William Herschel e Isaac Newton del Grupo de Telescopios Isaac Newton, situados en la isla de La Palma, en España; el conjunto Australia Telescope Compact Array del Observatorio Paul Wild en Narrabri, Australia; el telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA; y el satélite Swift de la NASA.

[2] Las enanas blancas se forman al final del ciclo vital de estrellas con masas hasta ocho veces mayores que la del Sol. Una vez agotada la fusión del hidrógeno en el núcleo de una estrella, los cambios internos provocan una fuerte expansión, que da lugar a una gigante roja, seguida de una contracción y de la expulsión de las capas externas de la estrella en forma de grandes nubes de polvo y gas. Lo que queda es una enana blanca, del tamaño de la Tierra pero 200.000 veces más densa. Una cucharada de la materia que forma una enana blanca pesaría lo mismo que un elefante aquí, en la Tierra.

[3] Esta enana roja es una estrella de tipo M. Estas estrellas son las más comunes en el sistema de clasificación de Harvard, que utiliza letras para agrupar las estrellas según sus características espectrales.

[4] Una estrella variable es aquella cuyo brillo fluctúa visto desde la Tierra. Estas fluctuaciones pueden deberse a cambios en las propiedades intrínsecas de la estrella. Por ejemplo, hay estrellas que se expanden y contraen de forma evidente. También pueden deberse a que otro objeto eclipse la estrella periódicamente. Como las fluctuaciones regulares observadas en el brillo de AR Scorpii se producían cuando las dos estrellas se orbitaban mutuamente y una bloqueaba parte de la luz de la otra, este sistema se confundió con una sola estrella variable.


Fuentes: ESA

25 de julio de 2016

El espacio la ultima frontera



Hace cincuenta años, el capitán Kirk y la tripulación de la nave estelar Enterprise comenzaron su viaje al espacio: la última frontera. Ahora que la última entrega de la saga Star Trek llega a los cines, es el telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA quien explora nuevas fronteras, observando lejanas galaxias en el cúmulo Abell S1063 dentro del programa Frontier Fields.

El espacio, la última frontera. Estos son los relatos del telescopio espacial Hubble, que continúa su misión de exploración de mundos desconocidos, hasta alcanzar lugares donde ningún otro telescopio ha podido llegar.

El último objetivo de la misión Hubble es el lejano cúmulo de galaxias Abell S1063, que podría albergar miles de millones de mundos desconocidos.

Esta vista del cúmulo, que aparece en el centro de la imagen, lo muestra tal y como era hace 4.000 millones de años. No obstante, Abell S1063 nos permite remontarnos aún más atrás, hasta alcanzar épocas a las que ningún otro telescopio ha podido llegar. La gran masa del cúmulo distorsiona y magnifica la luz de las galaxias situadas detrás, debido a un efecto denominado lente gravitacional. Así, Hubble puede ver galaxias que, de lo contrario, resultarían demasiado tenues para su observación, permitiéndonos buscar y estudiar la primera generación de galaxias en el Universo. Como diría un famoso vulcano: “¡Fascinante!”

Los primeros resultados de los datos sobre Abell S1063 prometen nuevos descubrimientos de envergadura. De hecho, ya se ha conseguido observar una galaxia tal y como era tan solo mil millones de años tras el Big Bang.

Los astrónomos también han identificado por detrás del cúmulo dieciséis galaxias cuya luz se ve distorsionada por él, haciendo que su imagen aparezca multiplicada en el firmamento. Esto ayudará a los astrónomos a mejorar sus modelos de distribución tanto de materia común como de materia oscura en el cúmulo de galaxias, dado que es la gravedad la que provoca estos efectos de distorsión. Estos modelos resultan clave para comprender la misteriosa naturaleza de la materia oscura.

Abell S1063 no es el único cúmulo en curvar la luz de las galaxias situadas por detrás, ni constituye la única lente cósmica gigante que se está estudiando gracias a Hubble. Dentro del programa Frontier Fields ya se han observado otros tres cúmulos y en los próximos años se observarán dos más, ofreciendo a los astrónomos información fundamental sobre su funcionamiento y qué se encuentra dentro y más allá de ellos[1].

Los datos recopilados en anteriores cúmulos de galaxias han sido estudiados por equipos de todo el mundo, permitiendo realizar importantes descubrimientos, como galaxias que existían apenas cientos de millones de años tras el Big Bang (heic1523) o la primera aparición predicha de una supernova con lente gravitacional (heic1525).

Esta colaboración internacional a gran escala habría llenado de orgullo a Gene Roddenberry, el padre de Star Trek. En el mundo de ficción creado por Roddenberry, una variopinta tripulación trabajaba codo a codo para explorar el Universo de forma pacífica. Este es un sueño que el programa Hubble ha conseguido hacer realidad en parte, ya que en él colaboran la Agencia Espacial Europea (ESA), con la participación de 22 Estados miembros, y la NASA, para manejar uno de los instrumentos científicos más sofisticados del mundo. Por no hablar de los innumerables equipos internacionales que cruzan todo tipo de fronteras para lograr sus objetivos científicos.


Fuentes: ESA

26 de junio de 2016

El cúmulo globular NGC 6496: hogar de estrellas ricas en metales



Esta imagen tomada por el Telescopio Espacial Hubble muestra al cúmulo Globular NGC 6496. Las estrellas que le dan la forma esférica a este espectacular cúmulo contienen más metales que otras estrellas encontradas en cúmulos similares. Curiosamente, en astronomía, los elementos más pesados que el helio y el hidrógeno son conocidos como metales.

Un puñado de estas estrellas con elevada metalicidad son también estrellas variables, esto quiere decir que su brillo fluctúa con el tiempo. NGC 6496 es hogar de un grupo de estrellas pulsantes gigantes de periodos variables prolongados, cuyo brillo puede tardar alrededor de mil años para cambiar, o incluso más. NGC 6496 también es hogar de estrellas binarias eclipsantes de periodos cortos, las cuales sufren una disminución del brillo cuando son eclipsadas por una compañera estelar.

La naturaleza de la variabilidad de estas estrellas puede proporcionar información importante acerca de la masa, el radio, la temperatura, la composición y evolución; aportándole a los astrónomos mediciones que serían difíciles, e incluso imposibles de obtener a través de otros métodos.

Fuentes: NASA / ESA / Hubble

NGC 1854: uno de los 60 cúmulos globulares de la Gran Nube de Magallanes



Esta imagen tomada por el Telescopio Espacial Hubble muestra al cúmulo globular NGC 1854, un grupo de estrellas blancas y azules ubicadas en la constelación de Dorado en el cielo sur. NGC 1854 está ubicado a 135.000 años luz de distancia en la Gran Nube de Magallanes, la cual es uno de nuestros vecinos cósmicos más cercanos y una galaxia satélite de la Vía Láctea.

La Gran Nube de Magallanes es una vigorosa formadora de estrellas. Es rica en gas y polvo, y es hogar de alrededor de 60 cúmulos globulares y 700 cúmulos abiertos. Estos cúmulos son frecuentemente objetos de estudio para los astrónomos, debido a que la Gran Nube de Magallanes y su hermana menor, la Pequeña Nube de Magallanes, son los únicos sistemas conocidos que contienen cúmulos en todas las etapas de la evolución estelar. 

El Hubble es usado frecuentemente para estudiar dichos cúmulos debido a la alta resolución de sus cámaras que pueden fotografiar estrellas individualmente, incluso en los núcleos densamente poblados de los cúmulos, revelando sus masas, tamaños y etapas en las que han evolucionado.

Fuentes: ESA / Hubble / NASA

20 de junio de 2016

Estrellas esparcidas en la constelación de Sagitario



Esta impresionante imagen fue tomada por el Telescopio Espacial Hubble de la NASA. Muestra un paisaje de la Vía Láctea repleto de estrellas en la constelación de Sagitario. Se pueden ver varias estrellas azules esparcidas a lo largo de la imagen, contrastando con un fondo de estrellas rojas. Es posible que todas estas estrellas azules se hayan formado al mismo tiempo en la misma nube molecular.

El color de las estrellas puede revelar muchos secretos. Matices rojos indican una estrella más fría que el Sol, ya sea que esté en la etapa final de su vida o que sea menos masiva. Estas estrellas de baja masa son conocidas como enanas rojas, y se piensa que son el tipo de estrella más común en la Vía Láctea. Por otro lado, un color azul brillante indica que la estrella es muy caliente y joven, o que es mucho más masiva que el Sol.

La masa de una estrella decide su futuro: las estrellas más masivas se consumen rápidamente, mueren jóvenes después de varias decenas de millones de años. Las estrellas como el Sol tienden a llevar un estilo de vida más sedentario, viven por más tiempo, brillando a lo largo de diez mil millones de años aproximadamente. Lo opuesto ocurre con las estrellas más pequeñas: consumen su combustible lentamente y se piensa que pueden llegar a vivir por varios billones de años, mucho más tiempo que la edad actual del Universo.

Crédito: ESA / NASA / Hubble

11 de junio de 2016

Una joven estrella bajo un velo dorado

A golden veil cloaks a newborn star

La protoestrella de la imagen se encuentra en plena efervescencia, intentando abrirse paso al Universo que la rodea como un polluelo a punto de romper el cascarón.

Un velo dorado de luz rodea a este joven objeto estelar conocido únicamente como IRAS 14568-6304. Está expulsando gas a velocidades supersónicas, lo que, con el tiempo, acabará perforando la nube circundante y permitirá que se vea fácilmente desde el Universo exterior.

Las estrellas nacen en el interior de densas nubes de polvo y gas. Esta nube en concreto se conoce como Complejo de nubes moleculares Circinus. Se encuentra a 2.280 años luz de distancia y tiene unos 180 años luz de diámetro. Si nuestros ojos fueran capaces de captar el leve brillo infrarrojo del gas de la nube, ocuparía en el firmamento más de 70 veces el tamaño de la luna llena. Además, contiene gas suficiente para dar lugar a 250.000 estrellas como nuestro Sol.

IRAS 14568-6304 fue descubierta por el Satélite Astronómico de Infrarrojos, o IRAS, lanzado en 1983 dentro de un proyecto conjunto de Estados Unidos, Reino Unido y Países Bajos para realizar el primer estudio por infrarrojos de la totalidad del cielo desde el espacio.

Esta imagen fue tomada por el telescopio espacial Hubble de la NASA/ESA. Se trata de una combinación de tan solo dos longitudes de onda: la luz visible (azul) y la infrarroja (anaranjada). La franja oscura que atraviesa la imagen es la nube molecular Circinus, tan densa que oscurece las nubes que se encuentran por debajo.

A longitudes de ondas de infrarrojos más largas, esta oscuridad se encuentra llena de estrellas en forma de puntos profundamente incrustados y que algún día “brotarán” como ahora está haciendo IRAS 14568-6304.

De hecho, IRAS 14568-6304 no es más que una de las protoestrellas que proyectan gas en un cúmulo de jóvenes objetos estelares situados en esta parte de Circinus. Unidas, forman uno de los caudales más brillantes, masivos y con más energía que nunca hayan observado los astrónomos. Con los años, constituirán una hermosa y brillante nube estelar.

Fuentes: ESA

2 de junio de 2016

LA HISTORIA DEL TELESCOPIO



La invención del telescopio marcó un antes y un después en la evolución de la astronomía y la ciencia en general. Se cree que el primer telescopio fue creado por el fabricante de lentes Hans Lippershey en Holanda, durante los primeros años del siglo XVII. Según una de las historias asociadas al descubrimiento, los hijos de Lippershey jugaban con un par de lentes en su taller cuando notaron que, con cierta combinación de ellas, el tamaño de los objetos lejanos se ampliaba. Lippershey observó ese fenómeno y ofreció el invento en secreto a la corona de su país, dado su indiscutible valor estratégico.

En las demostraciones que siguieron se hallaba un amigo de Galileo Galilei, que a su regreso a Italia le comunicó con gran entusiasmo lo que había visto en ellas. Esto sucedió en noviembre de 1609, y Galileo, sin perder un momento y habiendo imaginado cómo se podría lograr el mismo efecto, comenzó a experimentar con las lentes de un amigo suyo, fabricante de anteojos. Así logró, en pocos días, reproducir el fenómeno de la amplificación de objetos lejanos, pensando de inmediato en su aplicación al estudio del firmamento.



Para montar las lentes de su primer instrumento, Galileo empleó un viejo tubo de órgano, y en la noche del 6 de enero de 1610 estrenó su telescopio al apuntarlo a la Luna, las estrellas y el planeta Júpiter, que podía verse al anochecer. Además de ser el primer hombre en ver los cráteres de la Luna, y cientos de estrellas de escasa magnitud jamás vistas antes, su descubrimiento más importante fue el de los satélites de Júpiter, cuya observación durante varios días ratificó la teoría heliocéntrica de Copérnico y le hizo escribir su famoso tratado “Sidereus Nuncius” que de inmediato circuló por toda Europa. Nacía así la astronomía moderna.

Galileo construyó varias docenas de telescopios similares, fabricados con una lente objetivo convexa, de unos tres centímetros de diámetro, y otra lente cóncava y más pequeña, llamada ocular por ser la más cercana al ojo del observador. Este tipo de telescopio, compuesto por lentes, es denominado un refractor.

Posteriormente, el alemán Johannes Kepler mejoró el instrumento de Galileo utilizando como ocular una lente convexa, lo que aumentaba considerablemente el campo del telescopio, aunque invertía la imagen aumentada. Debe aclararse que la mejora introducida por Kepler era relativa, ya que aunque proporcionaba un campo mayor, provocaba en la imagen resultante una mayor aberración esférica respecto al diseño de Galileo, que en cierta forma compensaba ese efecto.

El holandés Christiaan Huygens, a mediados del siglo XVII, trató de combatir la aberración esférica alargando la distancia focal de sus objetivos, con lo que lograba además un aumento de la imagen proporcionalmente mayor; gracias a ello pudo constatar que Saturno, el “planeta triple”, descrito anteriormente por Galileo, no era tal, sino que en realidad estaba circundado por un brillante anillo. En 1655, Huygens también descubrió a Titán, el primer satélite conocido de Saturno.

Años después el inglés Isaac Newton, que creía que la aberración esférica no podría corregirse nunca, ideó otro tipo de telescopio, el reflector, a base de espejos. El razonamiento de Newton era simple y brillante: si la luz no atravesaba ninguna lente, la aberración esférica dejaría de ser un problema. Su telescopio le valió el ingreso a la Academia de Ciencias de Inglaterra.

Simultáneamente con Newton, el francés Guillaume Cassegrain inventaba el telescopio reflector que lleva su nombre, y el escocés James Gregory ideaba otro sistema similar; por desgracia, este tipo de telescopios, conocidos actualmente como catadióptricos, requerían de espejos con superficies curvas que ningún óptico podía fabricar en esa época, y en ambos casos, recién pudieron ser construidos hacia fines del siglo XIX. La variante más popular en la actualidad es la Schmidt-Cassegrain, denominada así ya que en 1930 el astrónomo estonio Bernard Schmidt agregó al diseño del francés una lente con la que logró corregir la aberración propia de ese tipo de telescopios.


En la época de Cassegrain surgió en Inglaterra John Dollond, defensor de Newton en la controversia con Huygens sobre la aberración esférica. Para demostrar que Newton tenía razón, Dollond construyó telescopios con toda clase de lentes. Para su gran sorpresa, descubrió que combinando ciertos tipos de vidrio y de curvaturas, la aberración esférica sí podía corregirse. Así surgieron en el siglo XVIII los objetivos acromáticos y con ellos, el telescopio de Newton dejó de usarse, ya que los telescopios volvieron a ser en su mayoría refractores.

La siguiente gran mejora la logró el francés León Foucault, quien fabricó sus espejos con vidrio en lugar de metal de campana como Newton, e inventó un procedimiento químico para platearlos. De ese modo, los telescopios reflectores se volvieron prácticos y se inició una competencia contra los refractores, construyéndose instrumentos cada vez más grandes de los dos tipos. El refractor más grande terminó siendo el de Yerkes, construído a fines del siglo XIX en Estados Unidos, con poco más de un metro de diámetro.



Ya en el siglo XX, y ante la imposibilidad física de construir telescopios refractores más grandes por el elevado peso de sus lentes, los reflectores terminaron ganando la batalla. Entre los más importantes podemos citar el observatorio de Monte Wilson de 2,5 metros de diámetro, con el que Edwin Hubble descubrió la expansión del universo, y más tarde el de Monte Palomar, de 5 metros de diámetro, que fue el mayor del mundo hasta 1970.

En los últimos veinte años se han construido telescopios de hasta 8,4 metros de diámetro con espejos monolíticos, y de hasta 10 metros de diámetro con espejos segmentados, como los dos telescopios Keck instalados en Mauna Kea, Hawaii. En estos telescopios, los espejos primarios están soportados por actuadores controlados por computadoras, con lo cual puede ajustarse la curvatura de los mismos para un máximo poder de resolución (sistemas activos) y también para contrarrestar las aberraciones producidas por la turbulencia de las capas atmosféricas (sistemas adaptativos). Gracias a ello y mediante el uso de detectores electrónicos CCD (Charge Coupled Devices, dispositivos de carga acoplada) se logran, con la ayuda de computadoras para procesar las imágenes, resultados inimaginables hasta hace apenas unas décadas.



A pesar del uso de sistemas de óptica activa y adaptativa, y de la división en segmentos de los espejos primarios, la única forma de seguir aumentando el poder de resolución de los telescopios sin aumentar todavía más su diámetro es utilizar técnicas de interferometría óptica. Esto consiste en captar la luz de dos telescopios alejados entre sí, y combinarla en una pantalla común para que produzcan un patrón de interferencia. Mediante la modificación de la distancia recorrida por los haces de luz y midiendo la visibilidad del patrón de interferencia resulta posible medir, entre otras cosas, el diámetro angular de estrellas lejanas.

Por ejemplo, los cuatro reflectores de 8,2 metros que componen el observatorio europeo VLT, instalado en Cerro Paranal, Chile, pueden combinarse con otros cuatro telescopios auxiliares de 1,8 metros para formar un telescopio/interferómetro con un diámetro virtual de 100 metros. La combinación de los haces de luz procedentes de los distintos telescopios genera un patrón de interferencia que poco tiene que ver con una imagen de alta de resolución, pero a partir de diversas mediciones realizadas sobre ese patrón de interferencia es posible reconstruir una imagen de alta resolución del objeto observado usando algoritmos especializados para procesar los datos. Los astrónomos consiguen alcanzar así una resolución angular extremadamente elevada, en el orden de las milésimas de segundo de arco.

Desde hace ya varias décadas, los astrónomos cuentan también con telescopios capaces de realizar observaciones en otras regiones del espectro electromagnético además de la luz visible.

En agosto de 1931, el ingeniero estadounidense Karl Jansky detectó por primera vez las ondas de radio que emanan del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. El rápido desarrollo tecnológico del radar durante la Segunda Guerra Mundial se tradujo en un gran avance de la radioastronomía durante los años de posguerra.

La atmósfera terrestre no interfiere con la propagación de las ondas de radio generadas por fuentes astronómicas, pero los radiotelescopios son instalados en regiones alejadas de los centros urbanos a fin de reducir al mínimo la interferencia electromagnética generada por las actividades humanas.

A diferencia de las ondas de radio, la observación de fuentes astronómicas de rayos gamma, rayos X, luz ultravioleta y gran parte del espectro infrarrojo es imposible desde la superficie terrestre, ya que la atmósfera de nuestro planeta actúa como un filtro que evita que la radiación se propague en esas longitudes de onda. Esto llevó al astrofísico estadounidense Lyman Spitzer a proponer en 1946 la idea de instalar un telescopio en el espacio exterior, una década antes del lanzamiento del primer satélite artificial por la Unión Soviética.

El telescopio espacial más famoso es sin duda el Hubble, que fue puesto en órbita terrestre en 1990, y posee un espejo primario de 2,4 metros de diámetro. Si bien no fue el primer telescopio espacial, es uno de los más grandes y versátiles lanzados hasta el momento, y el único diseñado para poder ser reparado en el espacio.



Cinco misiones de servicio fueron enviadas al Hubble por la NASA. En cada una de ellas, luego de interceptar al telescopio y capturarlo mediante el brazo robótico del transbordador espacial, los astronautas pasaron varios días efectuando reparaciones, reemplazando componentes o instalando nuevos instrumentos antes de volver a desplegar al Hubble en su órbita.

La NASA planea lanzar en el año 2018 el Telescopio Espacial James Webb (JWST), que promete superar ampliamente las capacidades del Hubble, ya que su espejo primario tendrá un diámetro de 6,5 metros, y sus instrumentos estarán optimizados para realizar observaciones en longitudes de onda infrarrojas con una resolución y sensibilidad sin precedentes. Una vez ubicado en su órbita de halo alrededor del punto L2, donde se equilibran la gravedad del Sol y de la Tierra, a 1,5 millones de nuestro planeta, se espera que el Webb sea capaz de observar la luz de las primeras estrellas nacidas en nuestro universo, la evolución de las primeras galaxias y los procesos de formación estelar y planetaria.

Es evidente que gracias a la evolución tecnológica de los telescopios modernos, la astronomía ha progresado a mayor velocidad en los últimos 40 años que en los 400 años transcurridos desde la aplicación por Galileo Galilei del telescopio a la observación del cielo nocturno. Sin embargo, la curiosidad inherente a la naturaleza humana hará que el desarrollo de telescopios cada vez más potentes y capaces no se detenga, y en un futuro probablemente no muy lejano resultará posible observar a los planetas orbitando en torno a estrellas lejanas con la misma resolución con la que Galileo observó a Júpiter a través de su telescopio en 1610.

30 de abril de 2015

Descubren las primeras galaxias «fugitivas»

MASA, ESA y Hubble Heritage Team
La ilustración muestra cómo surge una «galaxia errante


Los astrónomos han visto por primera vez cómo un cúmulo estelar «escapa» de su galaxia para no volver jamás

Los astrónomos conocen ya un par de docenas de «estrellas fugitivas», e incluso han llegado a encontrar todo un cúmulo estelar «escapando» de su galaxia para no volver jamás. Pero hasta el momento nadie había logrado descubrir una galaxia entera «dándose a la fuga» del grupo del que forma parte. Ahora, un grupo de astrónomos del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian y la Universidad de Moscú han descubierto hasta once galaxias errantes, expulsadas para siempre de sus hogares y condenadas a vagar por los inmensos vacíos del espacio intergalactico.

«Estas galaxias -explica el astrónomo Igor Chilingarian, que ha dirigido la investigación- se enfrentan a un futuro muy solitario, exiliadas de los cúmulos galácticos en los que solían vivir». El trabajo se ha publicado en el último número de la revista Science.

Se considera que un objeto espacial es un «fugitivo» cuando se mueve más rápido que la velocidad de escape necesaria para abandonar para siempre el vecindario en el que se encuentra. La velocidad de escape es la que se necesita para vencer a la fuerza gravitatoria que tiende a mantener unida la materia. En el caso de una estrella errante, la velocidad necesaria para escapar de la gravedad de su galaxia ronda los 500 km./s. (más de un millón y medio de km. por hora). Pero para que una galaxia pueda escapar de la atracción de su grupo se necesita algo mucho más fuerte. De hecho, una velocidad superior s los 3.000 km. por segundo. O lo que es lo mismo, de más de nueve millones de km. por hora.

Chilingarian y el coautor del estudio, Ivan Zolotukhin, comenzaron su trabajo buscando un tipo de galaxias llamadas «elípticas compactas». Se trata de conjuntos de estrellas que son bastante más grandes que un cúmulo globular, pero no tanto como una galaxia típica. Su tamaño no suele pasar de los pocos cientos de años luz, muy poco si se compara, por ejemplo, a los 100.000 años luz que tiene la Vía Láctea, nuestra galaxia, de punta a punta. Al ser más pequeñas, estas galaxias son también más ligeras, unas mil veces más que nuestra propa galaxia.

Antes de este estudio, solo se conocían unas 30 galaxias elípticas compactas, y todas ellas residiendo en el interior de cúmulos de galaxias. Para localizar nuevo ejemplos, Chilingarian y Zolotukhin revisaron a fondo los archivos de datos del Sloan Digital Survey y del satélite Galex. Y lograron así identificar por lo menos 200 nuevas galaxias compactas elípticas previamente desconocidas. Pero lo más sorprendente fue que once de ellas estaban completamente aisladas en el espacio y se encontraban muy lejos de cualquier otra galaxia o cúmulo de galaxias.

«Las primeras elípticas compactas se encontraron dentro de cúmulos galácticos porque es allí donde se se miraba -afirma Zolotukhin- . Nosotros ampliamos la búsqueda y hallamos lo inesperado».

Encontrar estas galaxias aisladas era algo que no se esperaba porque, según la teoría, las elípticas compactas se originaron a partir de galaxias mucho mayores y se separaron de ellas a causa de interacciones de su «galaxia madre» con otras aún más grandes. Por eso, todas las galaxias compactas deberían de estar, en teoría, junto a las galaxias más grandes.

Pero los investigadores no solo hallaron esta clase de galaxias completamente aisladas, sino que además pudieron comprobar que se mueven mucho más deprisa que sus «hermanas» dentro de los cúmulos galácticos.

«Nos preguntamos cómo podríamos explicar este movimiento -afirma Chilingarian-. Y la respuesta está en una interacción clásica entre tres cuerpos».

Una estrella hiperveloz puede surgir si un sistema binario se acerca demasiado al agujero negro central de su galaxia. En estos casos, una de las dos estrellas es capturada por el monstruo espacial, mientras que la otra recibe una tremenda «patada gravitatoria» que le imprime su tremenda velocidad y que termina expulsándola de la galaxia para siempre.

De forma parecida, una galaxia elíptica compacta podría estar emparejada a una galaxia más grande. Pero cuando una tercera galaxia entra en el baile, puede hacer que la pequeña elíptica salga despedida de su sitio. Como castigo, el «intruso» es absorbido por la galaxia más grande.

El proceso, nunca observado hasta ahora, ayudará a los astrónomos a determinar con más precisión cómo se distribuyen las galaxias por el Universo.



Fuentes: ABC

27 de abril de 2015

Hubble, el telescopio de mayor impacto científico, cumple 25 años


 
  • El telescopio ha precisado la edad del Universo y descubierto la energía oscura
  • Está previsto que continúe funcionando hasta 2024, luego se desintegrará
  • Hubble ha permitido conocer galaxias muy lejanas y cómo se forman las estrellas






Ya lleva 25 años revolucionando la cosmología, y se calcula que siga haciéndolo nueve años más. El telescopio espacial Hubble es un instrumento gestionado por la NASA y la Agencia Espacial Europea que ha permitido conocer con más exactitud el origen del Universo o la existencia de la materia oscura, entre muchos otros hitos.

El astrónomo de la ESA, Pedro García Lario, ha explicado en una presentación en el ESAC en Madrid cómo empezó la vida de este observador del Universo del que ha destacado que, 25 años después, sigue siendo un "telescopio plenamente funcional, contribuyendo a la popularización de la astronomía en la sociedad".
"Hubble contribuye a popularizar la astronomía en la sociedad"
Y es que Hubble ha permitido indagar en lo más profundo del espacio sin tener el obstáculo de la atmósfera terrestre y acceder a rangos del espectro electromagnético que son inaccesibles desde la Tierra, como el infrarrojo, ha destacado García Lario.

Tras la última renovación que se le realizó en 2009, el astrónomo de la ESA ha estimado que podría seguir activo entre 2019 y 2030. Aparte, debido a que su órbita se degrada, puede que en algún momento, probablementte 2024, el telescopio entre en la atmósfera y se desintegre.

"Se planteó que pudiera bajarse a la Tierra con una misión robótica para poder exponerlo junto al telescopio de Galileo", ha revelado García Lario, pero al parecer esta posibilidad se ha quedado en idea. 


Imagen facilitada por Taschen de una de las imágenes de su libro ’Expanding Universe’ que muestra la galaxia Sothern Pinwheel a 15 millones de años luz de la Tierra.EFE


Hubble, una vida ajetreada

El Hubble se lanzó a bordo de un transbordador Discovery en 1990 y se dejó en una órbita libre a unos 600 kilómetros de la superficie terrestre. A partir de ahí se han sucedido emocionantes descubrimientos y algunos momentos de prácticamente darlo por perdido.


Aunque en unos primeros años se enfrentó a algunos retos y complicaciones -al principio tenía una aberración esférica en su lente principal-, ha ido salvando fallos, la obsolescencia de sus componentes y la rotura de algunos de sus instrumentos, gracias a las misiones con astronautas para hacer las correspondientes reparaciones y cambios.

En 2005 se iban agotando sus baterías y había que cambiar componentes; sin embargo no había presupuesto para salvar al telescopio espacial, hasta que por fin, en 2009 se consiguió resucitar. Con una óptica renovada, Hubble proporciona fotos aún más bellas del Universo. 


Tesoros científicos

Si algo han destacado los representantes de la ESA sobre Hubble es la gigantesca contribución que ha realizado a la astrofísica. El telescopio ha hecho más de un millón de observaciones, según ha destacado J. Miguel Mas Hesse, del Centro de Astrobiología (CAB).

"Hubble ha hecho más de un millón de observaciones"
Las nítidas imágenes que obtiene Hubble han revolucionado áreas como la cosmología o la física estelar. Por ejemplo, se ha podido precisar la edad del Universo, cerca de 13.700 millones de años.

También ha permitido saber, a través de la observación de supernovas lejanas, que la energía oscura supone un 25,9% del Universo. Se trata de una misteriosa propiedad del propio espacio que hace que su expansión se acelere.

El telescopio también ha sido prolífico en obtener conocimiento de la formación de nuevas estrellas. Sus imágenes de nebulosas han dado la vuelta al mundo, aparte de desvelar cómo ocurre este proceso, como la Nebulosa de Carina, la de Cabeza de Caballo, la de Orión, etc. En ellas hay zonas muy activas de creación de estrellas y también de formación de sistemas planetarios como el nuestro.


 El Hubble, en cifras

1,5 millones de dólares costó su lanzamiento
97 minutos tarda en completar una órbita
28.000 kilómetros recorre cada hora
11 toneladas pesa el telescopio
120 gigabytes de datos transmite a la semana
2,4 metros de diámetro mide su espejo primario
828 kilos pesa este espejo principal


Cronología 


El Hubble moviéndose lentamente en órbita libre lejos del transbordador espacial Discovery después de su lanzamiento.
NASA

2015 - Una estrella que explota. El telescopio espacial Hubble obtiene, por primera vez, cuatro imágenes de una estrella que explota en la distancia. Están dispuestas en un patrón en forma de cruz debido a la poderosa gravedad que tiene una galaxia en primer plano que está incrustada en un cúmulo masivo de galaxias. Además el telescopio cumple 25 años en órbita.

2014 - Desintegración de un asteroide. Hubble se convierte en el primer telescopio que observa la desintegración de un asteroide y revela el mapa del tiempo más detallado de un exoplaneta obtenido hasta el momento.

2013 - El color de un planeta. El telescopio Hubble se emplea por primera para determinar el verdadero color de un planeta que orbita otra estrella que no es es Sol y encuentra vapor de agua que entra en erupción en la superficie de la luna Europa, de Júpiter.

2012 - Galaxias después del Big Bang. El telescopio espacial toma unas imágenes de siete galaxias primitivas de una población distante que se formó hace más de 13 millones de años. Las galaxias tienen una apariencia de cuando el Universo tenía menos de 4% de su edad actual. Más avanzado 2012 Hubble encontró un objeto de tan solo 470 millones de años después del Big Bang.

2011 - Análisis de un exoplaneta. Hubble llega a su millonésima observación, que consiste en un análisis espectroscópico del exoplaneta HAT-P-7b.

2010 - El Universo en sus orígenes. Imágenes del Hubble revelan galaxias lejanas que muestran el universo tal como era cuando estaba a menos de una décima parte de su edad actual. Hubble también fotografió una evidencia nunca vista anteriormente: una colisión entre dos asteroides.

2009 - Resurrección. Misión de servicio 4. Finalmente en 2009 la NASA sale al rescate del Hubble. La misión se llevó a cabo con el transbordador Atlantis. Un Hubble con una óptica renovada sigue captando las fotografías más hermosas del universo y está listo para mantenerse en órbita durante diez años más.

2005 - Agonía por falta de presupuesto. Las baterías del Hubble se agotan. El proyecto de presupuesto presentado por el presidente de EE.UU, George W. Bush, no incluye fondos para el salvamento del telescopio espacial.

2004 - ¿El principio del fin? La NASA anunció la cancelación de misión de servicio cuatro para instalar nuevos giroscopios, baterías y sistemas de enfriamiento tras el desastre del Columbia. Parecía el principio del fin del Hubble, condenado a desintegrarse en contacto con la atmósfera.

2002 - Más potencia. La misión de servicio 3B instala una cámara de exploración más avanzada.

1999 - Misión 3. Se lleva a cabo la tercera misión de servicio. Entre otros trabajos, se instala una nueva computadora.

1997 - Misión 2. La segunda misión de reparación se llevó a cabo con el transbordador Discovery. En ella se reemplazaron dos instrumentos preexistentes (el GHRS y el FOS) por otros dos nuevos, el Espectrógrafo de Imágenes del Telescopio Espacial (STIS) y la Cámara y Espectrómetro Multi-Objeto del Infrarrojo Cercano (NICMOS). También se elevó su órbita.

1993 - El Endeavour, al rescate. El transbordador Endeavour despega con material óptico a bordo. Con el fin de corregir su aberración óptica, se le añade una serie de lentes correctivas. Es la primera misión de reparación del Hubble.

1990 - Aberración óptica. Poco después de su lanzamiento, descubren que el Hubble tiene una aberración esférica en su lente principal.

1990 - El Hubble, en órbita. El telescopio Hubble despega a bordo del transbordador Discovery.

1981 - Los bocetos del Hubble. El Space Telescope Science Institute se establece en Baltimore y comienzan a perfilarse los primeros diagramas del telescopio.

1977 - El nacimiento de un proyecto. El congreso aprueba el proyecto de la construcción y puesta en órbita de un telescopio espacial. Se llamará Hubble, en honor al astrónomo estadounidense Edwin Hubble.

Fuentes: Rtve.es

Hubble: 25 años observando el espacio

El Telescopio Espacial Hubble continúa operativo 25 años después de su lanzamiento. El instrumento, de 2,4 metros de diámetro, está optimizado para observar el universo desde el ultravioleta hasta el infrarrojo. El Hubble, del que la ESA y la NASA son las agencias espaciales responsables, ha permitido precisar la edad del Universo, conocer la existencia de la energía oscura y hallar exoplanetas, entre otros.

El brillante cúmulo estelar Westerlund 2: la imagen del 25 aniversario

Westerlund 2 es un cúmulo estelar en el hemisferio sur de la Nebulosa de Carina que contiene más de 3.000 estrellas y está a una distancia de 20.000 años luz de la Tierra. La foto que ha difundido la ESA en el 25 aniversario del telescopio Hubble es una combinación de imágenes de las distintas cámaras. Las estrellas que muestra son muy calientes, brillantes y jóvenes, de dos millones de años de edad. También hay sistemas planetarios en proceso de formación. Foto: ESA



La Nebulosa del Águila, una de las 'preferidas' por el telescopio espacial Hubble

El Hubble lleva captando desde 1995 una nebulosa que ya se ha convertido en un 'clásico' en la historia de observación de este telescopio espacial. La Nebulosa del Águila está situada dentro de la constelación de Serpens a 6.500 años luz. Contiene un grupo de jóvenes estrellas calientes (NGC6611), que se puede ver incluso con un telescopio casero de jardín, que representa cavidades y pilares que simulan una escultura de gas y polvo cósmico. Aunque esta imagen fue publicada en enero de 2015, en 2012 tanto Hubble como Herschel obtuvieron otra perspectiva de la nebulosa. Foto: NASA, ESA/Hubble and the Hubble Heritage Team



Brillantes y jóvenes estrellas de la Nebulosa Cabeza de Mono

La Nebulosa Cabeza de Mono fue vista por última vez por el telescopio Hubble en 2001, aunque esta foto fue mostrada el pasado año. También conocida como NGC 2174, esta nube de gas y polvo se encuentra a unos 6.400 años luz de distancia en la constelación de Orión y está llena de jóvenes estrellas incrustadas en rachas brillantes de gas y polvo cósmicos. Foto: NASA/ESA and the Hubble Heritage Team (STScI/AURA)



La vista más precisa de la Nebulosa Orión

Esta colorida imagen fue, en su momento (entre 2004 y 2005), la visión más nítida jamás tomada de la Nebulosa de Orión. Concretamente se observa una especie de 'caverna' de polvo y gas donde se están formando miles de estrellas. Esta nebulosa se encuentra a 1.500 años luz de distancia de la Tierra, y es la región de formación estelar más cercana a nuestro planeta. Foto: NASA, ESA, M. Robberto (Space Telescope Science Institute/ESA) and the Hubble Space Telescope Orion Treasury Project Team



La turbulenta Nebulosa Cabeza de Caballo
La Nebulosa Cabeza de Caballo, ubicada en la constelación de Orión, a unos 1.300 años luz de la Tierra, fue captada por el observatorio espacial Herschel de la ESA y el telescopio espacial Hubble de NASA/ESA con un turbulento entorno. Esta nebulosa está localizada al sur de la estrella Alnitak, la más oriental de las tres que conforman el cinturón de Orión, y forma parte del enorme complejo de la Nube Molecular de Orión. Foto: NASA, ESA & Hubble Heritage Team (AURA/STScI)



V838 Monocerotis: un fenómeno del universo que parece arte

Esta es una imagen de una estrella distante, llamada V838 Monocerotis (V838 Mon). El telescopio espacial Hubble la captó con una aureola de luz en expansión, que proviene de la estrella supergigante roja que se ve en el centro de la imagen. Foto: NASA, the Hubble Heritage Team (AURA/STScI) and ESA.

 

Reparando el Hubble

En esta imagen facilitada por la ESA se ve a dos astronautas en un momento de la reparación del telescopio espacial Hubble. Este tiene gran estabilidad y puede estar días y días fijo, lo que permite ver objetos que se formaron solo unos cientos de millones de años después del Bing Bang. Foto: EFE



Paisaje espectacular de la Nebulosa Carina

Imagen publicada el 23 de abril de 2010 de la Nebulosa Carina captada por el Hubble, en el 20 aniversario del telescopio. Esta guardería' estelar late en lo más profundo del corazón de la zona sur de la Vía Láctea y se encuentra a unos 7.500 años luz de la Tierra. Foto: NASA/ESA/M. Livio, The Hubble Heritage Team & Hubble 20th Anniversary Team (STScI)



La perfección de Saturno

Esta imagen fue captada por Hubble en noviembre de 2000. Este planeta del Sistema Solar tiene cerca de 120.000 kilómetros de diámetro, y se aplana en los polos debido a su muy rápida rotación. Foto: NASA and The Hubble Heritage Team (STScI/AURA)



La galaxia espiral NGC 1672

Estaa galaxia espiral, conocida como NGC 1672 y captada por el telescopio Hubble en 2007, muestra cúmulos de estrellas jóvenes calientes azules en sus brazos espirales, mientras que las nubes de gas de hidrógeno brillan con un rojo intenso. También se observan delicadas cortinas del polvo que oscurecen y enrojecen parcialmente la luz de las estrellas que hay detrás de ellas. Foto: NASA/ESA



El telescopio espacial Hubble en órbita libre

El telescopio espacial Hubble moviéndose lentamente en órbita libre lejos del transbordador espacial Discovery después de su lanzamiento. La foto fue tomada durante la misión de servicio 2 en 1997. Foto: NASA.



Fuentes: Rtve.es

13 de abril de 2015

Herschel y Planck encuentran el eslabon perdido de la evolucion de los cumulos de galaxias

Posibles protocúmulos



La combinación de las observaciones del Universo primitivo realizadas con los observatorios espaciales Herschel y Planck de la ESA ha permitido descubrir los que podrían ser los precursores de los grandes cúmulos de galaxias que vemos en la actualidad. 


Las galaxias como la nuestra, con sus 100.000 millones de estrellas, no están aisladas. En el Universo actual, 13.800 millones de años después del Big Bang, la mayoría de las galaxias se encuentran agrupadas en densos cúmulos de decenas, cientos o incluso miles de ellas.Sin embargo, estas agrupaciones no han existido siempre. Una de las grandes preguntas de la cosmología moderna es determinar cómo se formaron unas estructuras tan grandes en el Universo primitivo.Comprender cuándo y cómo se formaron estos cúmulos nos ayudaría a comprender mejor su proceso de evolución, y el papel que jugó la materia negra en la ordenación de estas metrópolis cósmicas.Al combinar el potencial de Herschel con el de Planck, los astrónomos han descubierto objetos en el Universo remoto, que emitieron la luz que vemos ahora 3.000 años después del Big Bang, que podrían ser los precursores de los cúmulos de galaxias actuales.




La historia del Universo

La misión Planck tenía como objetivo generar un mapa de alta precisión del fondo cósmico de microondas, la radiación ‘fósil’ del Big Bang. Para ello este satélite escaneó todo el firmamento en nueve frecuencias diferentes, desde el infrarrojo lejano a las ondas de radio, y aisló las interferencias provocadas por las galaxias y los objetos que se encontraban en primer plano.Sin embargo, las emisiones de estas fuentes en primer plano pueden ser de gran importancia para otros campos de la astronomía, y fue precisamente en los datos recogidos por Planck en las longitudes de onda más cortas donde los astrónomos han descubierto 234 fuentes brillantes cuyas características sugieren que se encontraban en el remoto Universo primitivo.Herschel observó estos mismos objetos en las longitudes de onda que van desde el infrarrojo lejano a las ondas submilimétricas, con mucha más sensibilidad y resolución angular que Planck.Herschel desveló que la gran mayoría de las fuentes descubiertas por Planck concordaban con densas concentraciones de galaxias en el Universo primitivo, y que además presentaban una intensa actividad de formación de estrellas.

Cada una de estas jóvenes galaxias estaba convirtiendo sus depósitos de polvo y gas en nuevas estrellas, a un ritmo de entre unos cientos y 1.500 masas solares anuales. 

En comparación, la tasa media de producción de estrellas en la Vía Láctea actual es de una masa como la de nuestro Sol cada año.Aunque los astrónomos todavía no hayan determinado de forma concluyente las edades y las luminosidades de muchas de estas concentraciones remotas de galaxias, hasta la fecha constituyen las mejores candidatas a ‘protocúmulos’ – los precursores de los grandes cúmulos de galaxias maduras que pueblan el Universo actual.“Ya se habían encontrado indicios de la existencia de este tipo de objetos en los datos de Herschel y de otros telescopios, pero la capacidad de Planck para escanear todo el firmamento ha revelado muchos más candidatos para este estudio”, explica Hervé Dole, del Instituto de Astrofísica Espacial de Orsay y científico principal del análisis publicado ayer en Astronomy & Astrophysics.“Todavía tenemos mucho que aprender sobre esta nueva población, lo que requerirá seguir estudiándola con otros observatorios, pero pensamos que son un eslabón perdido en la formación de las estructuras cosmológicas”. 


Fuentes: ESA

El tumultuoso corazon de la Gran Nube de Magallanes

The tumultuous heart of the Large Magellanic Cloud

Estos tempestuosos picos y turbulentas nubes salpicadas de brillantes destellos podrían parecer un fuego arrasador o el corazón de un volcán, pero se trata en realidad de un frío conglomerado de polvo, gas cósmico y estrellas.

Esta composición de las imágenes tomadas por el observatorio espacial Herschel de la ESA y por el telescopio espacial Spitzer de la NASA nos muestra las formas irregulares de la Gran Nube de Magallanes (LMC), una de las galaxias más próximas a la Vía Láctea.

Las estructuras oscuras de tonos anaranjados son grandes columnas de polvo. Las pinceladas de color verde y rojo oscuro indican las regiones donde la temperatura del polvo es especialmente baja, y las manchas blancas y azules representan las áreas con una intensa actividad de formación de estrellas. Estas bolsas de gas están siendo calentadas por los cálidos vientos que emiten las estrellas que se están formando en su interior.

Para resultar incluso menos acogedora, la Gran Nube de Magallanes alberga una gran araña cósmica – la Nebulosa de la Tarántula. Esta nube caliente de polvo y gas se puede distinguir fácilmente como la región más brillante de la imagen, cerca de la esquina inferior izquierda. Esta nebulosa ha sido estudiada en profundidad por misiones como el Telescopio Espacial NASA/ESA Hubble, que el año pasado generó un impresionante mosaico infrarrojo que revela las entrañas de este bicho cósmico con un asombroso nivel de detalle.

Éste es uno de los motivos por el que a los astrónomos les gusta explorar la LMC: está tan cerca de nosotros que podemos escoger una nebulosa en particular – como la de la Tarántula – y estudiar cómo se forman, cómo evolucionan y cómo mueren las estrellas en otras galaxias. La Gran Nube de Magallanes está formada por una mezcla de estrellas jóvenes y viejas, muchas de las cuales están dispuestas a lo largo de la ‘barra’ central de la galaxia, que cruza la imagen en diagonal partiendo de la esquina inferior izquierda.

Herschel y Spitzer son dos telescopios espaciales que exploran el Universo en las longitudes de onda del infrarrojo. En la banda de la luz visible la Gran Nube de Magallanes es completamente diferente, y mucho más pacífica, revelándose como una gran acumulación de estrellas mezcladas con varios penachos de tonos rosas y morados.

Esta imagen es una composición de los datos recogidos por los instrumentos PACS y SPIRE de Herschel y por el fotómetro MIPS de Spitzer.

Esta fotografía fue publicada por primera vez por la NASA/JPL. 


Fuentes: ESA