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8 de noviembre de 2013

Los mundos más ricos en carbono que la Tierra carecen de océanos

Esta recreación artística muestra los destinos muy distintos de dos planetas iguales en todo excepto por el hecho de que en uno abunda mucho más el carbono que en el otro. El de la izquierda, hecho mayormente de rocas a base de silicatos, ha evolucionado hasta poseer océanos de agua líquida en su superficie, siendo por ello muy parecido a la Tierra. El de la derecha es mucho más rico en carbono, y debido a ello su evolución geoquímica lo ha convertido en un inmenso desierto, sin una gota de agua. Este preciado líquido parece ser un ingrediente imprescindible para la vida, por lo que todo apunta a que un planeta muy rico en carbono está condenado a no poder desarrollar vida en él. (Imagen: NASA/JPL-Caltech)

Los planetas bastante más ricos en carbono que la Tierra, incluyendo los definidos como planetas diamantinos, probablemente carezcan de mares debido a su naturaleza geoquímica, según las conclusiones a las que se ha llegado en una investigación reciente, financiada por la NASA.

El Sol es una estrella pobre en carbono, y por tanto la Tierra, que se formó de la misma nebulosa de la que surgió el Sol, está hecha en buena parte de silicatos, no de carbono. En cambio, las estrellas con mucho más carbono que el Sol presumiblemente deben contar a su alrededor con planetas muy ricos en carbono, y que quizá incluso poseen capas de carbono en su forma de diamante.

Mediante cálculos con modelos digitales sobre la geoquímica de esta clase de sistemas planetarios, el equipo de Torrence Johnson del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA, en Pasadena, California, ha determinado que tales sistemas carecen de provisiones de hielo de agua que permitan abastecer a planetas y hagan posible la existencia de océanos en la superficie de aquellos que reúnan las condiciones adecuadas de temperatura y presión para la presencia de agua líquida.

En nuestro sistema solar, en cambio, el hielo de agua es abundante. La mera caída de cometas a la Tierra, durante una época del pasado lejano en la que las colisiones entre cuerpos celestes fueron muchísimo más frecuentes que hoy en día, pudo bastar para abastecer de agua la superficie de nuestro mundo.

Según los cálculos del nuevo estudio, en los sistemas solares con mucho más carbono que el nuestro, ese carbono extra impediría, durante el proceso de formación de astros, que el oxígeno se combinase con el hidrógeno para formar agua.

Resulta irónico que el carbono, el elemento principal para la vida, si se vuelve tan abundante como en esos planetas, no solo no aumente las probabilidades de surgimiento de vida sino que las reduzca, tal como razona Jonathan Lunine de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York, del equipo de investigación.

Por tanto, los planetas diamantinos con masa y fuerza de gravedad similares a las de la Tierra, por muy fascinantes que nos parezcan a los humanos dado el valor que para nosotros tienen los diamantes que tanto escasean en la Tierra, serán, si es que existen, mundos desérticos sin una gota de agua y desprovistos por completo de vida, nada que ver con el paraíso biológico que es la Tierra.


Fuentes : NASA/JPL-Caltech

12 de octubre de 2013

Producción de aminoácidos en las superficies de lunas heladas

Los científicos han descubierto una "fábrica cósmica" para la producción de los componentes básicos de la vida, los aminoácidos, según la investigación.

Un nuevo estudio respalda la teoría de que cuando un cometa impacta contra un planeta, crea una onda de choque capaz de generar moléculas precursoras de aminoácidos. La acción de la onda de choque también genera calor, que puede entonces transformar estas moléculas en aminoácidos. Estos bloques de construcción esenciales pueden también ser producidos si un meteorito rocoso impacta contra un planeta cuya superficie es de hielo.

La abundancia de hielo sobre las superficies de Encélado y Europa, lunas que orbitan a Saturno y a Júpiter respectivamente, podrían ofrecer un ambiente propicio para la producción de aminoácidos, cuando los meteoritos impactan contra su superficie, tal como argumentan los autores de este nuevo estudio. Este hallazgo subraya además la importancia de las futuras misiones espaciales a estas lunas para buscar en ellas signos de vida.

El equipo de investigación, integrado por científicos del Imperial College de Londres, la Universidad de Kent en el Reino Unido y el Laboratorio Nacional Estadounidense Lawrence Livermore en California, hizo su descubrimiento al recrear el impacto de un cometa recurriendo para ello a disparar proyectiles mediante un artefacto, instalado en la Universidad de Kent, que utiliza gas comprimido para propulsar proyectiles a velocidades de 7,15 kilómetros por segundo a fin de que impacten contra blancos hechos de mezclas de hielo, las cuales tienen una composición similar a la de los cometas.




Cada vez hay más indicios de que el impacto de cometas contra astros que reúnan ciertas condiciones puede provocar en ellos reacciones químicas complejas, algunas capaces de hacer aparecer aminoácidos. (Imagen: Recreación artística por Jorge Munnshe en NCYT de Amazings)






El impacto resultante creado aminoácidos tales como glicina y D-y L-alanina. 


Autor : Colin Smith 

Fuentes : Imperial College Londres

¿Cuánto tiempo va a seguir siendo habitable la Tierra?

"En 5000 millones de años la Tierra será absorbida por el Sol. Lejos de casa, inalterados por tan remotos acontecimientos, Los Voyager, portadores de la memoria de un mundo ya extinguido, continuarán navegando por el Espacio"  Carl Sagan

En su definición clásica, la zona de habitabilidad en torno a una estrella es el área en la que un planeta en órbita de esa estrella puede tener agua líquida en su superficie (Figura 1): demasiado lejos de la estrella, el agua en superficie se congela; demasiado cerca, el calor transforma el agua líquida en vapor y se escapa al espacio. Las zonas de habitabilidad no son estáticas: la luminosidad de las estrellas aumenta a medida que su composición evoluciona, empujando la zona de habitabilidad hacia el exterior del sistema. Por ejemplo, la zona de habitabilidad de la Tierra se aleja del Sol a una velocidad aproximada de 1 metro por año.

El cálculo de la posición y duración de la zona de habitabilidad en torno a estrellas depende de multitud de factores, y no tiene una solución única y sencilla. El elemento fundamental es la composición, el volumen y la dinámica de la atmósfera. De hecho, los modelos numéricos actuales permiten fabricar en teoría un planeta habitable en la órbita de Venus, y un planeta no habitable en la órbita de la Tierra. Dos nuevos trabajos reanalizan este viejo problema.


Figura 1: Zona de habitabilidad en torno a estrellas según su temperatura. (NASA/Misión Kepler/D. Berry)

La primera investigación, firmada por Andrew Rushby (University of East Anglia) y sus colaboradores, sugiere que el tiempo total de la Tierra dentro de la zona de habitabilidad del Sol debe ser de entre 6300 y 7800 millones de años, lo que implica que a nuestro planeta aún le queda aproximadamente un 30% de su vida como mundo habitable. Es decir, que la Tierra dejará de ser habitable dentro de unos 1750 millones de años. Según los cálculos del equipo de Rushby, Venus fue habitable durante 1300 millones de años al principio de su historia. El caso de Marte lo tratan únicamente de forma marginal, limitándose a señalar que su baja presión atmosférica y su escasa energía interna no serán suficientes para promover condiciones habitables en la superficie marciana cuando el límite exterior de la zona de habitabilidad del Sol alcance su órbita. Sin embargo, estos resultados, y en realidad el concepto clásico de zona de habitabilidad, son incapaces de explicar la multitud de evidencias que prueban sin lugar a dudas la existencia de agua líquida sobre la superficie de Marte en el pasado (Figura 2).
 

Figura 2: Sedimentos rocosos depositados por corrientes rápidas de agua en Marte (izquierda, imagen del rover Curiosity) y en la Tierra (derecha). (NASA/JPL)

El método de Rushby y colaboradores también permite identificar planetas fuera del Sistema Solar con largos periodos de habitabilidad, que serían, en principio, los lugares más propicios para buscar vida. De hecho, sus resultados confirman que algunos planetas tienen un tiempo de residencia extraordinariamente prolongado dentro de las zonas de habitabilidad de sus estrellas, llegando hasta 42000 millones de años en el caso de planetas formados cerca del límite exterior de la zona de habitabilidad de estrellas poco masivas y muy longevas.
El segundo trabajo, liderado por Sean McMahon, de la Universidad de Aberdeen, intenta extender el concepto de zona de habitabilidad para planetas alrededor de una estrella a la subsuperficie de esos planetas. De hecho, la vida en la Tierra no está restringida a la superficie, y en realidad la corteza está habitada hasta a varios kilómetros de profundidad (Figura 3). Además, la energía interna de los planetas puede contribuir a mantener el agua en estado líquido en sus subsuperficies, posibilitando que sean habitables en órbitas alrededor de sus estrellas bastante alejadas de los límites convencionales de las zonas de habitabilidad.


Figura 3: Testigos extraídos a gran profundidad en Death Valley (California), para verificar la existencia de comunidades microbianas subterráneas.
(“Life Underground”/R. Friese/J. Amend)


McMahon y sus colaboradores enfatizan el hecho de que el ejemplo de nuestro Sistema Solar sugiere que la mayoría de planetas en el Universo deben estar fuera de los límites clásicos de la zona de habitabilidad de sus estrellas. Además, la habitabilidad de las superficies planetarias puede verse seriamente comprometida por la radiación cósmica y estelar, y por la presencia de atmósferas corrosivas (como en el caso de Venus, Figura 4), mientras que la subsuperficie se encontraría siempre protegida. Por lo tanto, concluyen, los entornos habitables en planetas extrasolares deben ser mucho más comunes bajo las superficies planetarias. Y esto genera un problema para su identificación, ya que esas posibles biosferas situadas a kilómetros de profundidad en planetas extrasolares tendrán muy limitada su capacidad para producir indicadores biológicos de su presencia que nosotros podamos detectar. En definitiva, los planetas con superficies habitadas pueden ser escasos, pero su identificación podría ser inmediata; por el contrario, los planetas habitados en sus subsuperficies deben ser mucho más numerosos, pero también mucho más difíciles de identificar. En cualquiera de los dos casos, la química atmosférica se perfila como el objetivo principal a investigar en la búsqueda de planetas habitados. 

Figura 4: Presiones y temperaturas en la superficie de Venus. (UCAR)



Autor: Alberto González Fairén
Fuentes :  espacial.org

11 de octubre de 2013

La presencia de agua en un asteroide apunta a posibles exoplanetas habitables

Ilustración artística de la imagen obtenida por Warwick y Cambridge del asteroide rico en aguaAFP PHOTO / Mark A. Garlick / University of Warwick / University of Cambridge

- Agua y rocas son dos componentes claves para hacer habitable un planeta
- El cuerpo detectado tiene un 26% de masa de agua, la Tierra un 0,02 %
- Es la primera muestra de agua en material rocoso fuera del sistema solar


Los equipos de astrónomos de las universidades británicas de Cambridge y Warwick han encontrado losrestos destrozados de un asteroide cuya superficie presenta grandes cantidades de aguaque orbitan una estrella agotada o una enana blanca.

Los nuevos resultados de la investigación se consiguieron mediante los telescopios espaciales Hubble y Keck y de la NASA y suponen el primer hallazgo de agua y de una superficie rocosa, juntos, más allá del sistema solar.

El hecho de que sean dos "componentes clave" para hacer habitable un planeta indica que la estrella GD 61 y su sistema planetario, situado a unos 150 años luz de distancia, tenía al final de su vida potencial para contener exoplanetas similares a la Tierra, señalan los autores del descubrimiento, publicado en la revista 'Science'.

El asteroide analizado tiene un 26% de masa de agua, muy similar a Ceres, el asteroide más grande del cinturón principal de nuestro sistema solar. Ambos son mucho más ricos en agua en comparación con la Tierra.

Nuestro planeta, de hecho, es esencialmente un planeta "seco", con sólo el 0,02% de su masa con agua superficial, puesto que los océanos llegaron mucho después de que se formara, más probable cuando los asteroides ricos en agua en el sistema solar se estrellaron contra nuestro planeta.

Una "prueba de confianza"

El nuevo hallazgo muestra que un "sistema de suministro" de la misma agua podría haber ocurrido en este distante moribundo sistema solar de la estrella, ya que las últimas pruebas apuntan a que contiene un tipo similar de agua rica cuyo primer asteroide habría llevado agua a la Tierra.

Los astrónomos dicen que se trata de la primera "prueba de confianza" de agua en material rocoso planetario en cualquier sistema planetario extrasolar.

Todos los planetas rocosos se forman por la acumulación de asteroides, creciendo hasta su tamaño completo, por lo que los asteroides son esencialmente los " bloques de construcción" de los planetas.

"El hallazgo de agua en un asteroide de gran tamaño significa que los bloques de construcción de planetas habitables existían, y tal vez todavía existen, en el sistema de GD 61, y es probable que también en torno a un gran número de estrellas madre similares", ha explicado el autor principal Jay Farihi, del Instituto de Astronomía de Cambridge.

"Estos componentes ricos en agua y los planetas terrestres que construyen pueden, de hecho, ser comunes, pues un sistema no puede crear cosas tan grandes como los asteroides y evitar la construcción de planetas. GD 61 tenía los ingredientes para ofrecer un montón de agua a sus superficies", según subraya Farihi.


Fuentes : EUROPA PRESS, Rtve.es

13 de julio de 2013

Reino Unido se lanza a la búsqueda de inteligencia extraterrestre

ISAN El telescopio Lovell en el observatorio Jodrell Bank

"El nuevo programa empleará uno de los equipos telescópicos más avanzados del mundo para detectar señales más allá de la Tierra"

La red de investigación Seti (Searchfor Extra TerrestrialIntelligence) del Reino Unido ha lanzado un nuevo programa de búsqueda de vida inteligente más allá de la Tierra, en el que se empleará el uso de nuevas tecnologías, como algunos de los telescopios e interferómetros más avanzados del mundo, para detectar señales y determinar la posible existencia de civilizaciones en otros planetas.

Actualmente, el proyecto Seti opera en su mayoría en los Estados Unidos y es financiado por inversores privados. Por ello, un grupo de astrónomos de once instituciones británicas ha planteado la idea de lanzar una red de investigación paralela en Reino Unido, que cubrirá un amplio espectro de temas como los posibles métodos para la detección de señales, el desafío lingüístico de descifrar los mensajes, la probabilidad de que una civilización extraterrestre interactúe con la Tierra y la longevidad de las civilizaciones.

“Esperamos que la creación de este programa anime a la gente a interesarse por la labor de la comunidad de astrónomos de Reino Unido. No sé si los extraterrestres están ahí fuera, pero estoy desesperado por saberlo”, comentó Alan Penny, el coordinador del programa.

La red utilizará el conjunto de radiotelescopios e interferómetros británicos eMerlin, así como la red de sensores multipropósito LOFAR (Array de Baja Frecuencia), que es capaz de estudiar grandes áreas del cielo simultáneamente. Además, las técnicas de análisis de datos de Seti se realizarán sin tener que interferir en el trabajo científico principal de los telescopios. 


Ovnis en tránsito

El astrónomo Duncan Forgan, del Observatorio Real de Edimburgo y miembro de este nuevo programa, está estudiando la posibilidad de detectar grandes estructuras construidas por civilizaciones que orbitan otras estrellas. “Si una nave extraterrestre se acerca a una estrella, los futuros telescopios podrán detectarla”, destacó. El método planteado es el mismo que se emplea para detectar planetas extrasolares e implica reconocer los momentos en que el objeto no identificado produce una sombra en la luz de las estrellas. Para ello se emplearán las versiones más avanzadas del telescopio Kepler de la NASA o los telescopios del Observatorio Europeo del Sur (ESO).

“La primera propuesta para buscar señales de radio de civilizaciones extraterrestres en realidad estaba inspirado en la construcción del telescopio Lovell en el observatorio Jodrell Bank”, recuerda Tim OŽBrien investigador de este observatorio de la Universidad de Manchester.

Entre 1998 y 2003 los científicos de esta universidad participaron en el proyecto Fénix, auspiciado por Seti, buscando señales en un millar de estrellas cercanas. "En ese momento el equipo necesario para tamizar los datos era caro y poco común, pero ahora nuestros telescopios modernos son potencialmente capaces de realizar este tipo de observaciones como una cuestión de rutina", destacó O'Brien.


 Telescopio Lovell


«Media oreja abierta»

La matriz de e-MERLIN, que incluye el Telescopio Lovell, está conectada por fibras ópticas y se extiende sobre 217 kilometros de Jodrell Bank a Cambridge. Este enfoque multi-telescopio ofrece potencial para distinguir las verdaderas señales extraterrestres de la interferencia generada en la Tierra, un problema clave para todos los proyectos Seti de radio.

"Hay miles de millones de planetas ahí fuera. Sería una negligencia nuestra por no tener por los menos media oreja abierta a cualquier señal que pueda ser enviada hacia nosotros", puntualiza un entusiasta O'Brien, quien considera que esta proyecto constituye el impulso necesario para esclarecer la existencia de búsqueda de vida inteligente en otras partes del universo. 




Fuentes : ABC.es

29 de junio de 2013

El impacto que trajo la vida a la Tierra (y los que casi se la llevan)

NASA
La teoría de la panspermia defiende que la vida pudo llegar en una roca espacial


Cobra fuerza la teoría de la panspermia, que dice que los elementos básicos para la vida llegaron del espacio a bordo de cometas o asteroides


Hace 65 millones de años un asteroide de unos 10 km de diámetro llegó del espacio y se precipitó contra la Tierra. Ese cataclismo acabó con los grandes dinosaurios y puso la vida en jaque, aunque algunos científicos creen que fue gracias a ese colosal y destructivo impacto que el hombre está en el planeta, ya que de esta forma los mamíferos tuvieron una oportunidad de expandirse por el mundo.

La cicatriz del asteroide aún persiste en la península del Yucatán en México, un cráter de unos 300 km de diámetro. La explosión fue tal, que una ingente cantidad de rocas fundidas salieron despedidas incluso fuera de la atmósfera terrestre, llegando a la mitad de la distancia entre la Tierra y la Luna, y volvieron a caer por decenas de miles, incendiando gran parte del planeta.

Pero lo peor de todo no fue el impacto, sino sus consecuencias. Una descomunal columna de humo, polvo y cenizas, como si de cientos de volcanes activos se trataran, se elevó a decenas de km, rodeando todo el planeta. Durante meses o tal vez durante años, el Sol se hizo invisible. El frío se apoderó del planeta, las plantas no podían hacer la fotosíntesis y comenzaron a morir, de igual forma los herbívoros y los carnívoros. 


El peligro continúa

Aún tenemos sobre nosotros el peligro de impacto de grandes asteroides. Esencialmente los llamados NEOS, cometas y asteroides cuyas órbitas se aproximan o se cruzan peligrosamente con la nuestra.

Los asteroides Atón cruzan la órbita de la Tierra y se internan en la de Venus e incluso en la de Mercurio. Otro grupo de asteroides son los denominados Apolo, cuyas órbitas cruzan la nuestra y el planeta Venus. Los asteroides Amor se localizan en la órbita de Marte, pero algunos de ellos pueden aproximarse a la Tierra. La mayor parte de estos asteroides son conocidos y sus órbitas han sido calculadas. De momento, ninguno de ellos lleva una trayectoria de caída sobre la Tierra.

Pero los asteroides no solo se almacenan en estos lugares, sino en otros muchos del Sistema Solar: entre Marte y Júpiter se cuentan por decenas de miles, es el cinturón principal de asteroides. Cualquier impacto entre ellos los desviaría de sus órbitas para llegar a cualquier lugar del Sistema Solar. El cinturón de Kuiper es un lejano conglomerado de asteroides en las proximidades de Plutón. Mucho más allá, a mitad de distancia entre el Sol y la estrella más cercana (entre 1 y 2 años luz), se encuentra un verdadero ejército de cometas y asteroides, cuyo conjunto se llama la Nube de Oort, que se cuentan por millones y que rodean a todo el Sistema Solar como si de una pompa gigante se tratara. En ocasiones y por motivos desconocidas, decenas de ellos caen hacia el Sistema Solar interior. Algunas investigaciones apuntan a que la fuerza de gravedad de estrellas cercanas hace vibrar a la nube, alterando las órbitas de cometas y asteroides.

Esta Nube de Oort se ha observado alrededor de otras estrellas y los científicos piensan que son los escombros o los desechos de la formación de sistemas solares.

Se está trabajando en programas espaciales para desviar asteroides. Uno de ellos, el europeo, consiste en enterrar una importante cantidad de explosivos bajo la superficie del asteroide y desviarlo. Otro, el norteamericano, en acercar una nave que con su fuerza gravitatoria desviaría el asteroide. Un tercero, el ruso, en hacer explotar un artefacto en las proximidades del asteroide, como si de un gran soplo se tratara para desviarlo. 


El gran choque que formó la Luna

Lo que le ocurrió a la Tierra hace 65 millones de años no fue nada comparado con el mayor impacto sufrido por nuestro planeta. Cuando la Tierra se formó y aún no era un planeta sólido, hace unos 4.600 millones de años, ríos de material incandescente aún circulaban por la ardiente superficie. El acontecimiento es hasta la fecha la mayor catástrofe planetaria registrada en nuestro Sistema Solar. Esta teoría data de 1974.

Un planeta del tamaño de Marte chocó contra la Tierra a una velocidad de 40.000 km/h. El impacto fundió la Tierra por completo y parte de aquel planeta se unió con la Tierra para aumentar el tamaño del nuestro y fundir sus núcleos metálicos. El hipotético planeta es denominado Theia, madre de la diosa lunar en la mitología griega.

Pero una ingente cantidad de material fundido saltó al espacio, para volver a unirse y formar la Luna. Los cálculos indican que no solo hubo un encuentro, sino dos, hasta la total destrucción de Theia. La Tierra inclinó su eje y la Luna lo estabilizó, al mismo tiempo que ralentizaba los días a medida que pasaba el tiempo. Tras el impacto, la duración del día era de 5 horas y Theia convertida en nuestra Luna, solo estaba a 20.000 km, 20 veces más cerca que en la actualidad. Un impacto que produjo más beneficios que perjuicios, teniendo en cuenta que la vida aún no existía en la Tierra.



El origen de la vida

Nuestro planeta se enfrió con el tiempo y aparecieron las estaciones. Una atmósfera, el agua y temperaturas agradables posibilitaron la aparición de la vida, enigma aún sin resolver. La teoría de la panspermia, que es la más utilizada para determinar el origen de la vida, dice que la esta vino desde otros lugares del Cosmos, tal vez sobre cometas y asteroides que chocaron contra la Tierra y contenían, como se sabe en la actualidad, elementos básicos para la formación de la vida. El químico Svante August Arrhenius usa por primera vez la palabra panspermia para referirse al origen de la vida fuera de nuestro planeta en 1908.

Unos 1.200 millones de años tras aquel imponente impacto, la vida surgió y se extendió rápidamente sobre la Tierra. Podría parecer paradójico que el impacto de un asteroide o cometa no destruya los elementos esenciales para la vida que pudiera llevar consigo, debido al calor y la presión del propio impacto. La NASA ha estudiado el caso y realizado pruebas, sometiendo a aminoácidos, agua y otros elementos que llevan los cometas a temperaturas y presiones altísimas simulando el impacto.

Pero por increíble que parezca, no solamente los aminoácidos no quedaron destruidos, sino que estos comenzaron a formar péptidos, cuya misión entre otras es unir a los aminoácidos en proteínas. Los cometas están formados esencialmente de agua, hielo seco, sodio, metano, magnesio, silicatos, hierro y amoníaco. Durante las primeras etapas de la formación del Sistema Solar, millones de cometas impactaban sobre los planetas. La mayoría de ellos no presentaban condiciones favorables para acoger la vida, pero la Tierra y Marte sí.

Los cometas no deben ser propiedad exclusiva del Sistema Solar. De hecho, recibimos cometas de otras estrellas y nosotros lanzamos cometas más allá del Sistema Solar. Si la teoría de la panspermia es cierta, y cada vez toma mayor fuerza, podríamos hablar de millones de espermatozoides, cometas, cayendo sobre grandes óvulos que serían planetas cuyas condiciones son favorables para la vida. No siempre los planetas o satélites son fertilizados. Miles de cometas cayeron sobre Mercurio y la Luna, que contienen millones de cráteres de impacto, pero todo parece indicar que no sirvió de nada. No obstante, en Mercurio y la Luna hay hielo, ¿podrá existir vida en esos concretos lugares? 


La pócima secreta

Se han encontrado bacterias extremófilas a 40 km de altura, soportando condiciones infernales como la radiación ultravioleta del Sol, pero ningún científico es capaz de saber si proceden de nuestro planeta o han sido depositadas allí por el paso cercano de algún cometa.

Podríamos concluir diciendo que la vida no surge por sí misma en ningún lugar del Universo, sino que necesita de unas condiciones adecuadas existentes en ciertos planetas y unas moléculas básicas que contienen los cometas, combinados en esos ambientes selectos del Universo como la Tierra.

A pesar de todo ello, no sabemos qué es lo que hace que surja la vida, que se cree, en definitiva. Si usted hace este experimento; mezclar los siguientes elementos: Oxígeno (60%), Carbono (18%), Hidrógeno (10%), Nitrógeno (3%), estos cuatro últimos mayoritariamente en forma de agua; Calcio (1.5%), Fósforo (1%), Potasio (0.25%), Azufre (0.25%), Sodio (0.15%), Cloro (0.15%), Magnesio (0.05%), y Hierro (0.006%), y otros de proporciones ínfimas, que son los elementos fundamentales del cuerpo humano, no creará vida. Debe de haber algo capaz de dar conciencia a la combinación de todos estos elementos.


Fuentes : ABC.es (Miguel Gilarte Fernández es presidente de la Asociación Astronómica de España y director del Observatorio Astronómico de Almadén de la Plata.)

13 de marzo de 2013

ANÁLISIS DE ROCA RECOGIDOS POR CURIOSITY - La NASA concluye que Marte pudo albergar microbios


Foto: NASA

La NASA ha anunciado este martes que Marte tuvo condiciones adecuadas para la vida, según los primeros análisis realizados a la muestra de rocarecogida por el rover Curiosity. Según ha señalado el científico jefe del programa de exploración, Michael Meyer, el planeta rojo "pudo albergar microbios vivos".

Concretamente, los científicos han identificado azufre, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, fósforo y carbono --algunos de ellos esenciales para la vida-- en las muestras de la roca taladrada por Curiosity en la superficie marciana. Los expertos han indicado que la roca perforada fue elegida porque estaba junto a un antiguo lecho de un arroyo.

"Una cuestión fundamental de la misión del rover era conseguir información acerca de si Marte habría tenido, en un pasado, un ambiente habitable. Ahora sabemos que la respuesta es sí", ha señalado Meyer, durante la rueda de prensa ofrecida por todo el equipo de la misión.

Las claves para este entorno habitable provienen de los datos devueltos por el análisis de muestras del Curiosity (el instrumento SAM) y los instrumentos de Química y Mineralogía (CheMin). Los datos indican que el área de la bahía de Yellowknife, que está explorando el vehículo de la NASA, fue un río o un lago intermitente que podría haber proporcionado la energía química y otras condiciones favorables para los microbios.

La roca se compone de grano fino que contiene minerales de arcilla, minerales de sulfato y otros productos químicos. Este ambiente húmedo, a diferencia de algunos otros en Marte, no es extremadamente ácido o salado. En este sentido, el investigador principal del instrumento CheMin, David Blake, ha indicado que "los minerales de arcilla constituyen al menos el 20 por ciento de la composición de la muestra analizada".

Estos minerales de arcilla son un producto de la reacción de agua relativamente dulce con minerales ígneos, también presentes en el sedimento. La reacción podría haber tenido lugar dentro del depósito sedimentario, durante el transporte de los sedimentos, o en la región de origen de los sedimentos. La presencia de sulfato de calcio junto con la arcilla sugiere que el suelo es neutro o ligeramente alcalino.

Los científicos se han sorprendido al encontrar esta sustancias químicas que proporcionan a la superficie de Marte la energía suficiente para que muchos microbios que existen en la Tierra puedan vivir.

"La gama de ingredientes químicos que se ha identificado en la muestra es impresionante, y sugiere maridajes tales como sulfatos y sulfuros que indican una fuente de energía química posible para micro-organismos", ha apuntado el investigador principal de SAM, Paul Mahaffy.

Ante estos resultados, los científicos planean trabajar con Curiosity en la Bahía Yellowknife antes de que el rover continúe con su calendario establecido y se desplace, en un largo viaje, hasta el montículo central del cráter Gale, el Monte Sharp.




Fuentes : EFE