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28 de septiembre de 2018

METEOROLOGÍA - Agosto 2018, el más caluroso de la historia. Sí, es el cambio climático




El pasado mes de agosto fue el cuarto más caluroso de la historia.

El espesor de la capa de hielo en ambos polos, estuvo por debajo de la media. El norte de Europa, Australia y el sur de África, ivieron un agosto especialmente seco. Varias regiones de China y la India sufrieron inundaciones. Un tifón mortal causó estragos en Japón y Corea; y Hawai fue azotada por un tifón tropical.





Agosto fue mucho más húmedo que la media en el sur de Europa. En Italia, 11 excursionistas murieron a causa del desbordamiento de un rio.

Mientras tanto, el calor extremo y la sequía severa de la primavera y el verano provocaron una disminución de las cosechas en el norte de Europa, con la consiguiente falta de pasto para el ganado.

El periodo entre abril y agosto ha sido el más cálido de la historia en Europa

El mes de agosto de este año ha sido el tercero con temperaturas excepcionalmente altas.



Los expertos ven en el tiempo de agosto nuevas pruebas del calentamiento
Las olas de calor han llegado a todo el hemisferio norte y de ellas no se han librado algunas grandes ciudades, como Moscú, donde su población ha debido adaptarse a las circunstancias (Vyacheslav Prokofyev / Getty)

Europa ha registrado su agosto más cálido desde que se generalizaron las mediciones meteorológicas en la segunda mitad del siglo XIX. La temperatura media fue el mes pasado 0,35ºC por encima del promedio de los meses de agosto en el período 1981-2010, según informó la Organización Meteorológica Mundial. El mes de agosto coronó un prolongado período de calor en casi toda Europa, en el que no faltaron sequías, olas de calor e incendios forestales.

Agosto ha sido el tercer mes del año 2018 en que se han batido los récords de temperaturas mensuales en Europa (después de abril y mayo). A nivel mundial, ha sido el cuarto agosto más caluroso en la historia de los registros instrumentales. Tanto los servicios meteorológicos mundiales como los expertos ratifican que las altas temperaturas que se vienen registrando en toda Europa a lo largo de este verano son una evidencia más del cambio climático. ¿Es este verano caluroso una consecuencia del calentamiento global del planeta?


“El cambio climático contribuye a intensificar el calor propio del verano”, sentencia Manola Brunet, presidenta de la Comisión de Climatología de la OMM -y profesora de Climatología de Universitat Rovira i Virgili, quien alude a los estudios de atribución rápida que han relacionado el calor extremo en el norte de Europa entre mayo y mitad de julio con el calentamiento causado por el hombre. “El cambio climático ha quintuplicado la posibilidad de que se produzcan olas de calor como las observadas este verano; dicho de otra manera, si el cambio climático no fuera una realidad, las olas de calor que se han producido en el hemisferio norte no hubieran tenido la misma intensidad”, añade Brunet.
Europa ha tenido su agosto más cálido desde que se iniciaron sus registros
La mayoría de países nórdicos y bálticos experimentaron su verano más caluroso, tras una primavera cálida y seca. En el faro de Makkaur, en el extremo septentrional de Noruega, a más de 70º de latitud Norte, el 18 de julio la mínima fue de 25,2ºC, lo que podría describirse como la paradoja de “una noche tórrida en pleno Ártico”, señala el profesor Javier Martín Vide, catedrático de Geografía de la UB.

“Las condiciones climáticas en 2018 se vieron aumentadas por un calentamiento a largo plazo como telón de fondo”, según han señalado los institutos meteorológicos de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia, Estonia, Letonia y Lituania en un artículo citado por la OMM. Los récords de temperaturas del verano han tenido una triple causa: “un persistente bloqueo del sistema de alta presiones, la sequía y una temperatura que aumenta gradualmente”, añaden.


“Nuestra sociedad debe prepararse para un cambio de clima, con anomalías más persistentes que pueden incluir olas de calor, inundaciones o fenómenos extremos. Ello exige una alerta temprana sobre estos sucesos, planificar la adaptación en la sociedad y reducir las emisiones” de gases invernadero, añaden estos institutos.

“Indudablemente, las altas temperaturas del verano se relacionan con el cambio climático”, contesta sin pensárselo Ana Casals, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología. “España ha registrado el segundo agosto más caluroso desde 1965. Pero es como si no lo hubiéramos notado porque nos estamos acostumbrando a las altas temperaturas”, añade. No se han hecho, sin embargo, estudios sobre atribución en el caso de España.


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En España

Cambio climático (Raúl Camañas)

El año 2018 comenzó con una débil tendencia al enfriamiento, debido a que regían las condiciones impuestas por La Niña (situación inversa a las de El Niño, fenómeno climático natural que consiste en un calentamiento en el Pacífico Ecuatorial con incidencia en gran parte del planeta). Pero este enfriamiento no fue suficiente para revertir el calentamiento a largo plazo. “El aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero ha acabado superponiéndose al efecto de enfriamiento de La Niña, y está dando como resultado un año muy cálido”, dice Brunet.

Los expertos sospechan que el cambio climático pueden estar afectando también a las condiciones de circulación general atmosférica (de las que dependen acontecimientos específicos, como las olas de calor, olas de frío o lluvia intensa...). El calor en el Norte de Europa y la inusual humedad al Sur puede deberse a este debilitamiento de la corriente del chorro ( cinturón que normalmente aísla el Ártico) que ha desplazado las bajas presiones y la inestabilidad hacia el sur. El cambio climático no anula los factores que rigen la dinámica atmosférica, sino que se suma a éstos y los intensifica, de manera que incrementa las temperaturas altas o las precipitaciones intensas, añade Brunet.

“Un solo episodio como el de la ola de calor del julio y agosto pasados (y la sequía) es difícil atribuirlo al cambio climático. Pero la repetición cada vez más frecuente de este riesgo climático así como su mayor intensidad y duración están en línea con el calentamiento global”, señala Javier Martín Vide. Este experto destaca que “el cambio climático ya es perceptible en la evolución de los registros térmicos, en particular, en las medias y en la mayor frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor”. No obstante, ve “difícil demostrar estadísticamente que una sola de ellas, como la recientemente ocurrida, sea una manifestación directa del calentamiento global”.

"Sin este fenómeno no se hubieran producido las olas de calor habidas en Europa”   Manola Brunet Climatóloga 
El verano del 2018 podría insertarse en un panorama futuoro cada vez más habitual. Así lo indica Marc Prohom, jefe del área de Climatologia del Servei Meteorològic de Catalunya. “Todos los modelos climáticos con proyecciones sobre el clima futuro coinciden en reproducir un planeta con períodos de temperatura excepcionalmente elevada cada vez más habituales e intensos”, expone Prohom. Catalunya, al ser una región mediterránea, “es una de las áreas más proclives a que las olas de calor se hagan más frecuentes. Lo que hasta ahora ha sido una excepción, en el futuro puede convertirse en una normalidad”, añade Prohom.

Martín Vide sostiene que el panorama actual nos ha de alertar sobre la necesidad de adaptar el sistema socioeconómico a un mayor grado de riesgo de olas de calor, “con el fin de reducir sus efectos económicos negativos y, en particular, los riesgos sobre la salud”. “No podemos quedarnos boquiabiertos con la sorpresa de los registros extremos, sino que hemos de pedir que las administraciones actúen en la buena dirección, en la de la transición energética y ecológica”. También Manola Brunet recuerda que la solución es una reducción de las emisiones de gases invernadero. “Si no, estamos expuestos a que las condiciones de calor extremas acaben siendo las condiciones del verano en el futuro”.


Sucesos extremos en el planeta


En el Norte de Europa. El mes de agosto coronó un prolongado período de calor en casi toda Europa, especialmente en sus zonas septentrionales, en el que no faltaron sequías, olas de calor e incendios forestales. El Reino Unido registró su verano más cálido (junto con los de los años 2006, 2003 y 1976). Alemania y Francia han vivido el segundo verano con temperaturas más altas.

Situación especialmente anómala en Escandinavia. La mayoría de países escandinavos bálticos vivieron su verano más caluroso tras una primavera cálida y seca. Las temperaturas máximas fueron excepcionales, por encima de los 30º C e incluso de los 33ºC. Los récords se extendieron en Suecia, donde se dieron graves incendios forestales. En cambio, en Islandia el tiempo fue muy húmedo, debido a un sistema de bloqueo de alta presión que persistió en la región nórdica y báltica y que desvió la lluvia hacia Islandia. En Finlandia, entre junio y agosto la temperatura fue dos grados más cálida de lo habitual, según el Instituto Meteorológico de Finlandia. En este país un verano tan cálido ocurre cada 20 a 30 años.

Deshielo del Ártico. La extensión del hielo ártico este agosto alcanza los 5,61 millones de km2, 1,59 millones de km2 por debajo del promedio (en el período 1981-2010). El mes pasado ha sido el séptimo mes de agosto con menor extensión helada desde que se vienen haciendo registros por satélite desde 1979. La extensión del hielo marino se mantuvo baja a lo largo de los mares costeros del océano Ártico a excepción del Mar de Siberia Oriental (más difícilmente franqueable para la navegación). Sin embargo, la Ruta del Mar del Norte era prácticamente navegable. Algunas áreas del ártico aún pueden retroceder más hacia el norte antes de que termine la temporada de derretimiento en septiembre. Además, el Paso del Noroeste (por Canadá) todavía estaba obstruido con hielo, y continúa así este mes de septiembre.


Fuegos mortales en Grecia. España y Portugal vivieron intensas olas de calor en agosto. En Grecia fuertes incendios, avivados por las altas temperaturas y los fuertes vientos, acabaron con la vida de 91 personas cerca de Atenas el 24 de julio. En cambio, en España, un verano húmedo ha tenido efectos beneficiosos: desde el 1 de enero hasta el 2 de septiembre se han registrado 5.117 incendios, que han quemado un total de 19.899 hectáreas, un 77,24% menos que el año pasado en el mismo periodo del 2017. Es el año con menos incendios y hectáreas de la última década.



Mínimas cálidas en EE.UU. Éste ha sido su cuarto verano más cálido con temperaturas por encima de la media en la mayor parte de la nación. De promedio, la temperatura mínima nocturna fue excepcionalmente alta este verano. Fue incluso más elevada que la del récord anterior, que databa del 2016. En general, desde que comenzaron los registros en 1895, las temperaturas mínimas de la noche en verano han ido incrementándose a un ritmo dos veces superior al de las diurnas. En California se produjeron grandes y destructivos incendios. La provincia de la Colombia Británica (Canadá) declaró el estado de emergencia por un incendio que acabó con más de 1.300 hectáreas.

Muertes en Japón. El 23 de julio, el observatorio de Kumagaya registró la temperatura más alta de este país (41,1°C). El número de muertes causadas por el calor llegó a 133 en el mes de julio, el peor balance desde el 2008. Los ancianos y las personas con asma y enfermedades cardiacas sufrieron especialmente la canícula.

Desbordamiento de un lago glaciar en China. La rotura de un glaciar provocó el desbordamiento del lago glacial de Xinjiang. El deshielo liberó unos 35 millones de metros cúbicos de agua y fango que provocó un alud de fango sobre las carreteras, aunque no hubo muertos ni heridos.

India: 400 muertes. Las lluvias sobre Kerala durante el monzón del suroeste (1 de junio a 19 de agosto de 2018) fueron excepcionalmente intensas. Kerala registró 2.346,6 l/m2, un 42% más de lo normal y ocasionó las peores inundaciones en décadas con un balance de 400 muertos.

24 de junio de 2018

¿Cuál es la diferencia entre solsticio y equinoccio?



La Tierra, en su órbita alrededor del Sol - Fotolia | Vídeo: Así se ve el solsticio desde el espacio

Las estaciones son una de las formas más claras que tiene la naturaleza de decirnos que pertenecemos a algo mucho más grande que nosotros mismos. Están determinadas por cuatro posiciones de la Tierra en su órbita alrededor del Sol que se conocen con el nombre de solsticios y equinoccios. El solsticio de invierno, el equinoccio de primavera, el solsticio de verano -que comienza este jueves, 21 de junio, a las 12.07 hora peninsular española (11.00 UT)- y el equinoccio de otoño.

Pero, ¿por qué hoy celebramos un solsticio y no un equinoccio? Por la sencilla razón de que la órbita de la Tierra no es exactamente circular, sino ovalada o elíptica. Por eso, tiene dos ejes, uno mayor y otro menor, de tal manera que dos veces al año la Tierra pasa por los extremos del eje mayor, y otras dos veces por los del eje menor.

El punto de la órbita de la Tierra que coincide con uno de los extremos del eje mayor recibe el nombre de solsticio: uno coincide con el inicio del verano y el otro con el inicio del invierno. El solsticio de verano también es el día que tiene la noche más corta del año, y el de invierno tiene la noche más larga del año.

De la misma forma, los puntos de la órbita en los que la Tierra coincide con los extremos del eje menor se llaman equinoccios. También son dos, que coinciden con el inicio de la primavera y el otoño. Los equinoccios son los días del año en los que el día y la noche duran lo mismo.

Desde el equinoccio de primavera hasta el solsticio de verano la duración de la noche es cada vez menor, y hay cada vez más horas de luz. A partir del solsticio de verano las horas de luz se van reduciendo, hasta que en el equinoccio de otoño se igualan las horas de luz y de oscuridad, y en el solsticio de invierno se alcanza el máximo de horas de oscuridad.

Hay que tener en cuenta que los solsticios y los equinoccios son distintos en el hemisferio norte y en el sur, ya que mientras en uno es verano, en el otro es invierno y al revés, y lo mismo sucede con los equinoccios.

Fuentes: ABC

Así se ve el solsticio desde el espacio


  • Observa cómo cambia de estación el planeta Tierra desde el espacio

La Tierra en una imagen real del Solsticio de verano del año 2011, el eje de la tierra está declinado respecto al sol +23º 27' - NASA

Las estaciones de suceden porque la Tierra se mueve de manera continua alrededor del Sol. En función de la distancia que nuestro planeta tenga con la estrella podemos hablar de primavera o verano, otoño e invierno.

En la imágen inferior podemos ver cómo el 20 de marzo y el 20 de septiembre, el eje de la tierra es una línea recta de norte a sur, y se dice que el Sol se encuentra directamente encima del ecuador. Sin embargo, el 21 de diciembre, el Sol reside directamente sobre el Trópico de Capricornio, y la luz del sol se extiende sobre el Hemisferio Sur. El 21 de junio, el Sol se encuentra sobre el Trópico de Cáncer, extendiendo más luz del sol en el norte.










Fuentes: ABC

12 de mayo de 2018

¿Y si la Tierra tuvo muchas lunas?

Lluvia de cometas trayendo el agua al planeta Tierra - Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics
  • Científicos sugieren que el planeta sufrió multitud de impactos con grandes cuerpos, lo que creó una auténtica lluvia de embriones lunares antes de la formación del actual satélite
La idea más aceptada sobre el origen de la Luna es que un objeto de tamaño similar a Marte y llamado Theia chocó contra el embrión del planeta Tierra hace unos 4.500 millones de años. El descomunal choque creó una nube de restos que con el tiempo se compactaron y formaron nuestro satélite, gracias a la gravedad. Por otro lado, se sabe que en aquella era los planetas terrestres se formaron gracias a impactos con embriones planetarios. Entonces, ¿esto no afectó a la Tierra con otras colisiones, aparte de Theia? ¿Fue el pasado todavía mucho más convulso de lo que pensamos?

Varios científicos sugieren que sí. Un estudio publicado recientemente en ArXiv y que está en revisión para ser publicado en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society estudia qué habría ocurrido si, además de Theia, el planeta hubiera sufrido otros grandes choques. Los autores plantean la posibilidad de que la Tierra estuviera rodeada, durante 10 a 100 millones de años, por multitud de embriones de lunas (protolunas), nacidos de los grandes impactos. Las simulaciones han mostrado que es posible que estas lunas acabaran bombardeando el planeta, en una auténtica lluvia cataclísmica, que habría dejado a la Luna sola en su órbita.

Formación de un planeta por acreción-NATURE

«Las últimas etapas del crecimiento de planetas terrestres (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) se caracterizan por las colisiones gigantescas entre embriones planetarios», ha explicado a Universetoday.com Uri Malamud, primer autor del estudio e investigador en el Instituto Tecnológico Technion (Israel). «Colisiones así formaron grandes discos de restos, que pudieron convertirse en lunas. Tal como sugerimos, la tasa de los impactos y la evolución de las lunas hacen que la existencia de múltiples lunas y una lluvia de estas sean una parte inherente e inevitable de la teoría actual de formación de planetas», ha enfatizado Malamud.

Los autores revisan lo que pudo ocurrir en el eón Hádico (de Hades, o infierno), un período teóricamente acontecido hace 4.600 millones de años y hasta los 4.000 millones y que permitió el nacimiento y maduración del planeta Tierra. Sugieren que, si bien es improbable que el embrión terrestre sufriera muchos impactos de grandes objetos, como Theia, es probable que sufriera un número considerable de impactos con objetos menores pero considerables que llevaran al embrión del planeta a rodearse de una capa de pequeñas lunas.
Una lluvia de lunas

Los autores explican que estas lunas pudieron fundirse, ser expulsadas o bombardear la Tierra. En su estudio analizan precisamente la última opción. A través de simulaciones de fluidos, han considerado varios escenarios con diferentes tamaños de proto-lunas, distintos ángulos de impacto y varias velocidades de rotación de la Tierra embrionaria. Las simulaciones finalizaron con escenarios de formación de pequeñas lunas, que interaccionaron entre sí. En el ordenador, estas lunas chocaron contra la Tierra. Así, observaron que era perfectamente posible que la proto-Tierra adquiriera el período de rotación que actualmente tiene nuestro planeta: 23 horas, 56 minutos y 4,1 segundos.

Malamud sostiene que la caída de grandes cuerpos en una Tierra recién nacida generaría asimetrías en la composición de las rocas terrestres, que hoy podrían buscarse, y que incluso podría estar detrás de la formación del primer súper continente del planeta. «Este aspecto, sin embargo, es más especulativo, y es difícil poder confirmarlo, dada la evolución geológica del planeta desde tiempos tempranos», ha dicho.

Las ideas presentadas por los autores de este estudio modifican la hipótesis del Gran Impacto, según la cual la Luna se formó durante los primeros 10 o 100 millones de años del Sistema Solar, tras el impacto de Theia, puesto que incorporarían una historia convulsa de choques y desarrollo de proto-lunas.

La propuesta de Malamud no solo tiene relevancia para reconstruir el origen de nuestro planeta y del Sistema Solar, sino también para estudiar los exoplanetas y sus lunas. ¿Hay que contar con el bombardeo de proto-lunas en otros planetas terrestres?

En un futuro lejano podrá verse un impacto considerable, aunque quizás menos espectacular que los analizados por estos científicos. En el plazo de millones de años la luna Fobos se partirá y acabará estrellándose contra Marte, creando un anillo y probablemente generando nuevos impactos.

Fuentes: ABC

Cuando la Tierra era una enorme «bola de nieve»

Durante su periodo de «bola de nieve», la Tierra tuvo un aspecto muy parecido al que tiene hoy la luna Encelado, de Saturno - NASA/JPL-Caltech/Space Science Institute
  • Un estudio afirma que la razón fue el comienzo de la tectónica de placas, que tuvo lugar miles de millones de años después de lo que se pensaba
Un equipo de investigadores de las universidades de Texas en Austin y UT Dallas acaba de presentar una atrevida hipótesis que relaciona el comienzo de la tectónica de placas con la etapa de «bola de nieve» de la Tierra, un periodo de drástico cambio climáticoque congeló completamente nuestro planeta durante varios millones de años.

Los científicos sabían de antemano que sus ideas generarían una agria polémica. Los geólogos, en efecto, suelen situar el inicio de la tectónica de placas hace unos 3.000 millones de años, mientras que la nueva hipótesis sostiene que ese proceso comenzó en tiempos mucho más recientes, en un periodo conocido como Neoproterozóico, que abarca entre hace 542 y 1.000 millones de años.

«Si nos fijamos e las evidencias que se han conservado -explica Nathaniel Miller, coautor de la investigación- resulta evidente la idea de una tectónica de placas moderna, principalmente neoproterozoica e incluso más joven. Pero la mayoría de la gente cree que eso sucedió mucho antes en la historia de la Tierra».

Para llegar a estas conclusiones, Miller y Robert Stern, profesor en el Departamento de Geociencias de UT Dallas, examinaron un conjunto de datos científicos publicados sobre la actividad geológica durante el Neoproterozoico, la era en que la Tierra se convirtió en una «bola de nieve», y encontraron un vínculo entre la tectónica de placas y un mundo que se estaba enfriando rápidamente. El trabajo se publicó en diciembre del pasado año en la revista «Terra Nova».

La Tierra, planeta único

En todo el Sistema Solar, la Tierra es el único planeta que tiene placas tectónicas, con su corteza y manto superior formados por distintas piezas que se mueven lenta e independientemente, creando y destruyendo continentes, cadenas montañosas y volcanes y produciendo terremotos a medida que esas piezas interaccionan.

De hecho, la tectónica de placas es uno de los procesos más transformadores de cuantos suceden en nuestro planeta, y los geólogos creen que ese proceso ha estado activo durante la mayor parte de los 4.500 millones de historia de nuestro mundo. Sin embargo, según Miller y Stern, existe toda una variedad de rastros y evidencias en el registro geológico que podrían ser consistentes con la idea de que la tectónica de placas no comenzó hasta una época mucho más reciente.

Por ejemplo, todas las formaciones rocosas, piedras preciosas y firmas químicas que se sabe están relacionadas con la tectónica de placasdatan del Neoproterozoico. E incluso las simulaciones informáticas indican que la Tierra no se enfrió hasta las temperaturas requeridas para la actividad tectónica hasta ese periodo. Los autores también hacen notar que el intervalo geológico que precede al Neoproterozoico adolece de una falta casi completa de actividad geológica, una característica que le ha valido el apodo de «los aburridos mil millones de años» y que podría indicar que, en esos momentos, toda la Tierra estaba cubierta por una única y continua capa de roca en lugar de por las múltiples placas que se observan en la actualidad.

¿Llevó la geología a un enfriamiento global?

Dado que estas «pistas» de la actividad tectónica se superponen en el tiempo con el fenómeno conocido como «Tierra bola de nieve», los investigadores empezaron a preguntarse si existía algún tipo de relación entre ambas cosas, como por ejemplo que el paso de una Tierra con corteza única a otra con muchas placas hubiera podido desencadenar un drástico periodo de enfriamiento global.

«Esta crisis climática -asegura Stern- podría haber sido ocasionada por toda una serie de acontecimientos, pero sin duda la gran causa fue esta auténtica revolución en el estilo tectónico de la Tierra».

El artículo enumera hasta 22 formas diferentes en que la puesta en marcha de la tectónica de placas podría haber provocado un enfriamiento global tan drástico que el mundo entero, de polo a polo, se vio cubierto por una gruesa capa de hielo. Entre esas causas, destacan el surgimiento de volcanes explosivos, cuyas emisiones de azufre contribuyen al enfriamiento, el cambio de orientación del eje del planeta provocado por la ruptura de la capa rocosa única, o el aumento de meteorización de las rocas, proceso que empuja CO2, un conocido gas de efecto invernadero, a la atmósfera.

En su estudio, los investigadores también consideraron las posibles razones «no tectónicas» para el enfriamiento, muchas de ellas de origen espacial, como el impacto de múltiples asteroides o el colapso de los anillos de hielo que podrían haberse formado alrededor del planeta. Si esas fueran las causas reales de que la Tierra se convirtiera en una bola de nieve, la hipótesis de Stern y Miller se vendría abajo. Pero no existen evidencias que confirmen que fueron esos, y no otros, los desencadenantes de la congelación masiva de nuestro planeta.

Si bien todos los posibles mecanismos de enfriamiento han sido descritos previamente en otros artículos de investigación, Stern asegura que su trabajo (y el de Miller) es el primero en plantear la posibilidad de que cada uno de esos mecanismos esté, en realidad, relacionado con la transición a la tectónica de placas, una idea que él describe como «radical».

«Durante mucho tiempo -afirma Stern- la gente ha estado diciendo que siempre ha habido placas tectónicas... pero creo que eso podría ser producto de la imaginación».

Una hipótesis entre otras

Otros investigadores, por supuesto, no comparten la teoría de Stern y Miller. Como por ejemplo Graham Shields, profesor de Geología del University College, de Londres, quien afirma se necesitan más evidencias antes de poder afirmar que el efecto «bola de nieve» está vinculado al inicio, y no solo a un momento, de la tectónica de placas. «¿Cómo podemos distinguir su hipótesis de inicio tectónico de otras hipótesis -afirma el científico- muchas de las cuales, además, también están relacionadas con la tectónica y el ciclo bien establecido de los supercontinentes?».

Los autores, sin embargo, se defienden de las críticas señalando que su trabajo solo presenta un posible escenario de la historia de la Tierra, y que, efectivamente, se necesita más investigación para probar definitivamente el vínculo entre el comienzo de la tectónica de placas y la Tierra «bola de nieve».

«En nuestro campo -concluye Stern- las revoluciones no ocurren a menudo o fácilmente. Primero siembras ideas, y luego vas y buscas más datos que las apoyen o que las rechacen».

Fuentes: ABC

Descubren que Júpiter y Venus están cambiando el clima de la Tierra

El tirón gravitacional de estos planetas alarga la órbita terrestre en un cinco por ciento cada 405.000 años, lo que influye en el clima

La distinta posición de los otros planetas del Sistema Solar influye en la órbita de la Tierra - NASA/JPL Video: Venus y Júpiter son capaces de cambiar el clima de la Tierra

El clima de la Tierra es un fenómeno extremadamente complejo del que solo tenemos datos muy limitados. Por ejemplo, ocurre que los registros más antiguos de temperaturas datan del siglo XIX, y que las huellas del clima pasado que quedan en la geología son gruesas y hablan de períodos de tiempo muy largos. La mayoría de los expertos pueden detectar un calentamiento global acelerado por el hombre y agravado por la destrucción de la naturaleza, pero junto a este proceso hay otros naturales que ejercen una influencia que no siempre podemos comprender. La actividad del Sol, las erupciones volcánicas, el comportamiento de la magnetosfera o la actividad de los seres vivos también puede cambiar el clima de formas difíciles de prever. A veces unos factores van en una misma dirección pero otras no. Esto muestra que en el clima lo único fijo es el cambio.

Un estudio publicado recientemente en «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS) proporciona evidencias sólidas de otro proceso capaz de cambiar el clima. Científicos de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) han confirmado que el tirón gravitacional de Venus y Júpiter alarga la órbita de la Tierra en un cinco por ciento cada 405.000 años. Por eso, el planeta pasa por una etapa media, a los 202.500 años del comienzo del ciclo, en la que la órbita es casi circular. Esto ha estado influyendo en la cantidad de luz solar que ha llegado al hemisferio Norte y ha modulado el clima de la Tierra durante al menos los últimos 205 millones de años.

«Es un resultado impresionante, porque se pensaba que este largo ciclo había ocurrido hace 50 millones de años, pero ahora se ha confirmado para al menos los últimos 205 millones de años», ha dicho en un comunicado de la universidad de Rutgers Dennis V. Kent, primer autor del estudio y experto en paleomagnetismo. «Ahora, los científicos pueden vincular cambios en el clima, el medio ambiente, la evolución de los dinosaurios y los mamíferos y los fósiles en todo el mundo con este ciclo de 405.000 años de una forma precisa».

Desde hace mucho tiempo los astrofísicos han sugerido que la resonancia de los planetas del Sistema Solar crean ciclos en la órbita de la Tierra. Los cálculos matemáticos habían permitido, incluso, reconstruir la evolución de este fenómeno durante los últimos 50 millones de años. Pero ahora, por primera vez, los investigadores han encontrado evidencias físicas para apoyar esta hipótesis, lo que tiene relevancia para los estudios del clima, la evolución de la vida y la propia evolución del Sistema Solar.

Extracción de testigos de roca en Arizona con hasta 215 millones de años de antigüedad-Kevin Krajick/Lamont-Doherty Earth Observatory

Este efecto sobre la órbita es causado sobre todo por Venus y Júpiter. El motivo es que el primero es el planeta más cercano a la Tierra y que el segundo es, con mucho, el planeta más masivo del Sistema Solar. Pues bien, las órbitas de estos planetas hacen que cada varios cientos de miles de años la posición de estos mundos «tire» de la Tierra en relación con el Sol o que el efecto sea contrario.

Las rocas del pasado

Para llegar a estas conclusiones, los autores del estudio han extraido testigos de roca en Arizona y han analizado otras muestras procedentes de Nueva York y Nueva Jersey. En Arizona analizaron rocas formadas en el Triásico tardío, hace 209 a 215 millones de años, en un momento en que comenzaron a evolucionar los mamíferos y los dinosaurios y el súper continente de Pangea se fragmentó. En concreto, analizaron pruebas de fenómenos de inversión de los polos magnéticos.

En Nueva Jersey y Nueva York encontraron restos de la misma época con señales de una alternancia entre períodos secos y húmedos. Al combinar ambos obtuvieron evidencias de que el ciclo de 405.000 años potencia los efectos de otros ciclos planetarios que influyen en el clima.

Los ciclos de Milankovitch

¿Cuáles son estos ciclos? Si los sencillos movimientos de rotación y traslación determinan el paso de los días y las estaciones, algunos movimientos más sutiles del globo influyen en el clima y generan largos ciclos, que, por ejemplo, generan períodos glaciales e interglaciales. Se trata de los llamados ciclos de Milankovitch, en honor al matemático serbio que los estudió en los años veinte.

Dennis V. Kent posa junto a un testigo extraido de Arizona - Nick Romanenko/Rutgers University-New Brunswick




Se conoce un ciclo de 100.000 años en la excentricidad de la órbita terrestre y que se suma al de los 405.000 ahora estudiado. También hay un ciclo de 41.000 años de duración marcado por la inclinación del eje de la Tierra en relación con el Sol, y uno de 21.000 marcado por el cabeceo del planeta, que recuerda al de un trompo cuando gira y se tambalea.

La realidad es que todos estos ciclos influyen en el clima. Determinan cuánta luz solar incide sobre cada hemisferio, lo que es muy importante, porque el norte y el sur no tienen la misma superficie de tierra firme y de océano y, por lo tanto, no reaccionan igual a los cambios en la cantidad de radiación solar que llega.

Sin tener en cuenta que los continentes se mueven en el plazo de millones de años, puede ocurrir que varios de los ciclos de Milankovitch «empujen» en un mismo sentido y promuevan el calentamiento del planeta. Sin embargo, otras veces alcanzarán un equilibrio o bien promoverán el enfriamiento.

¿Detrás de las glaciaciones?

En los setenta se averiguó que los ciclos de Milankovitch parecían explicar la sucesión de glaciaciones y calentamientos de los últimos milones de años, pero no se puede encajar estas tendencias con los cambios en la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera, otro gran factor que influye en el clima.

Ahora, la investigación de Kent explica que cuando el ciclo de 405.000 años llega al máximo y la órbita de la Tierra se alarga, los cambios provocados por los otros ciclos se hacen más intensos. En consecuencia, los veranos acaban siendo más cálidos y los inviernos más fríos. Los períodos secos más secos y los húmedos, más húmedos.

Esto coincide, según los investigadores, con lo que ocurrió a finales del Triásico, un momento en que el clima era cálido por motivos desconocidos. Las precipitaciones aumentaron cuando la órbita era más excéntrica, y cuando fue más circular aparecieron periódos más secos.

Según la teoría de Milankovitch, en la actualidad la Tierra está en el máximo de un ciclo de calentamiento de 21.000 años, que acabó con el último período glacial. Por tanto, dentro de milenios deberían comenzar a notarse los efectos del enfriamiento natural del clima. Por otro lado, el planeta está casi en la parte circular del ciclo de 405.000 años, por lo que es difícil que este ciclo tenga consecuencias en la escala de tiempo humano. «Podría pasar. Supongo que podríamos esperar para ver. Por otro lado, todo el dióxido de carbono que estamos metiendo en la atmósfera ahora es clave. Está teniendo un efecto que podemos medir justo ahora. El ciclo planetario es más sutil», ha explicado Dennis V. Kent.


Fuentes: ABC

9 de marzo de 2018

La Tierra es un Faro Radiante a los Ojos de Kepler



Capturar imágenes de nuestro planeta natal desde la perspectiva de naves espaciales lejanas se ha convertido en una tradición en la NASA, desde que la Voyager, hace 28 años, mostró nuestro "punto azul pálido" en la inmensidad del espacio.

Pero la vista de la Tierra desde el Telescopio Espacial Kepler de la NASA es otra cosa.

Esta imagen de Kepler de la Tierra fue recientemente transmitida a casa. Captada el 10 de Diciembre de 2017, después de que la nave espacial ajustara su telescopio a un nuevo campo de visión, el reflejo de la Tierra al deslizarse era tan extraordinariamente brillante que creó una saturación similar a un sable en los sensores del instrumento, oscureciendo a la vecina Luna.

A más de 150 millones de kilómetros de distancia, la interpretación de Kepler de la Tierra como una linterna brillante en un oscuro mar de estrellas demuestra las capacidades de su fotómetro altamente sensible, que está diseñado para detectar los débiles descensos en el brillo de los planetas que atraviesan estrellas distantes. Algunas estrellas en esta imagen están a cientos de años luz de distancia.

La comunidad científica celebró el tránsito de la Tierra a través del campo de visión de Kepler utilizando #WaveAtKepler en las redes sociales. Como Kepler solo toma fotos en blanco y negro, algunas personas de la comunidad científica tomaron los datos y usaron el color para resaltar los detalles en las imágenes en escala de grises.

La misión ha conmemorado su noveno aniversario el 7 de marzo. Se han encontrado más de 2.500 planetas en los datos de Kepler hasta el momento, así como muchos otros descubrimientos sobre estrellas, supernovas y otros fenómenos astrofísicos. La misión se encuentra en su segunda fase operativa extendida y se sabe que tiene una vida útil limitada. Su éxito científico al descubrir planetas distantes ha allanado el camino para el Transiting Exoplanet Survey Satellite (TESS), que se lanzará el próximo 16 de Abril. TESS supervisará más de 200.000 de las estrellas más brillantes y más cercanas fuera de nuestro sistema solar para los planetas en tránsito.

25 de enero de 2018

2017 Fue el Segundo Año Más Caluroso de la Historia



Las temperaturas superficiales globales de la Tierra en 2017 se ubicaron como las segundas más cálidas desde 1880, según un análisis de la NASA.

Continuando con la tendencia de calentamiento a largo plazo del planeta, las temperaturas promedio en 2017 fueron 1.62 grados Fahrenheit (0.90 grados Celsius) más cálidas que el promedio de 1951 a 1980, según los científicos del Instituto Goddard para Estudios Espaciales (GISS) de la NASA en Nueva York. Eso es solo superado por las temperaturas globales en 2016.



En un análisis separado e independiente, los científicos de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) concluyeron que 2017 fue el tercer año más cálido en su historia. La menor diferencia en las clasificaciones se debe a los diferentes métodos utilizados por las dos agencias para analizar las temperaturas globales, aunque a largo plazo los registros de las agencias siguen estando firmemente de acuerdo. Ambos análisis muestran que los cinco años más cálidos registrados han tenido lugar desde 2010.

Debido a que las ubicaciones de las estaciones meteorológicas y las prácticas de medición cambian con el tiempo, existen incertidumbres en la interpretación de las diferencias de temperatura medias globales anuales entre un año y otro. Tomando esto en cuenta, la NASA estima que el cambio medio global de 2017 es preciso dentro de 0.1 grados Fahrenheit, con un nivel de certeza del 95 por ciento.

19 de octubre de 2017

La Tierra tiene un nuevo compañero en su viaje: un asteroide

El pequeño cuerpo 2016 HO3 es un asteroide que viaja con la Tierra alrededor del Sol. JPL
  • Descartan que el diminuto 2016 HO3 que rodea la Tierra sea basura espacial
  • Es un asteroide de 100 metros y orbita el Sol como un cuasi-satélite terrestre
Uno de los diminutos compañeros de la Tierra en su viaje alrededor del Sol -2016 HO3- ha resultado ser, definitivamente, un pequeño asteroide que parece rodear el planeta y no basura espacial en órbita.

Un equipo de astrónomos dirigido por Vishnu Reddy, profesor asistente en el Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona, utilizó uno de los telescopios más grandes del mundo, el Gran Telescopio Binocular (LBT), en el monte Graham en el sudeste de Arizona, para aprender la verdadera naturaleza de este objeto cercano a la Tierra.

2016 HO3 es un pequeño objeto cercano a la Tierra (NEO) que mide no más de 100 metros de diámetro. Mientras orbita el Sol, también parece rodear la Tierra como un "cuasi satélite". Sólo se han descubierto cinco cuasi-satélites, pero 2016 HO3 es el más estable de ellos. La procedencia de este objeto es desconocida. En escalas de tiempo de algunos siglos, 2016 HO3 permanece dentro de 38-100 distancias lunares de nosotros.

"Aunque HO3 está cerca de la Tierra, su pequeño tamaño lo convierte en un objetivo desafiante para el estudio", señala Reddy. Nuestras observaciones muestran que el HO3 gira una vez cada 28 minutos y está hecho de materiales similares a los asteroides".




NASA Jet Propulsion Laboratory.

A small asteroid has been discovered in an orbit around the sun that keeps it as a constant companion of Earth, and it will remain so for centuries to come. Full story at http://go.nasa.gov/1UdQoAF


Poco después de su descubrimiento en 2016, los astrónomos no estaban seguros de dónde provino este objeto, pero en una presentación reciente en la Conferencia anual de la División de Ciencias Planetarias de la Sociedad Astronómica Americana en Provo, Utah, Reddy y sus colegas muestran que el nuevo compañero de viaje de la Tierra es un asteroide y no basura espacial. Las nuevas observaciones confirman que 2016 HO3 es un objeto natural de procedencia similar a otros pequeños NEO que pasan cerca de la Tierra cada mes.

"En un esfuerzo por limitar su período de rotación y la composición de la superficie, observamos el HO3 2016 el 14 y 18 de abril con el Telescopio Binocular Grande y el Telescopio Discovery Channel", indica Reddy. "El período de rotación derivado y el espectro de luz emitida no son infrecuentes entre los pequeños NEO, lo que sugiere que el HO3 2016 es un objeto natural de procedencia similar a otros pequeños NEO", añade.

La luz reflejada en la superficie de 2016 HO3 es similar a los meteoritos que tenemos en la Tierra.

No está vinculado a la Tierra como un satélite

Una forma de visualizar la órbita de HO3 es imaginando a un bailarín de hula-hoop -el Sol en esta analogía- haciendo girar dos aros alrededor de las caderas al mismo tiempo, ligeramente fuera de sincronización. Mientras orbita alrededor del Sol, el objeto hace bucles anuales alrededor de la Tierra. Como resultado, el objeto parece orbitar la Tierra, pero no está ligado gravitacionalmente a nuestro planeta.

"De los objetos cercanos a la Tierra que conocemos, estos tipos de objetos serían los más fáciles de alcanzar, de modo que podrían potencialmente ser blancos adecuados para la exploración", asegura Veillet, director del Observatorio LBT.

"Con su disposición binocular de dos espejos de 8,4 metros, junto con un par muy eficiente de imágenes y espectrógrafos como MODS, LBT es ideal para la caracterización de estos compañeros de la Tierra", concluye.

Fuentes: RTVE, EUROPA PRESS

29 de septiembre de 2017

Las ideas EGO(“geo”)centrista y “helio”centrista

Son dos teorías lógicamente creadas por nosotros mismos a través de nuestro yo (EGO en latín, EGHÓ en griego) que es un centro (dinámico o estático) aunque el GEOcentrismo es básicamente el EGOcentrismo de nuestro EGOcentrista estático camuflando su idea, a la cual llama GEOcentrismo. Para pasar de “EGO” a “GEO” basta cambiar de posición la letra “G”.



A través de nuestro EGOcentrista estático percibimos al planeta sin movimiento de giro, sin movimiento de traslación y por ello sin órbita. Además, tampoco debería incluir la inclinación del eje ni sus efectos. Y a través del EGOcentrista dinámico, es decir, el que considera el HELIOcentrismo, se percibe a Helio (Sol) en el centro del sistema planetario, no del Universo (ni de la galaxia Vía Láctea).


A través de la idea del estatismo del planeta Tierra en el centro del Espacio del Universo visualizamos el mundo sin traslación y por ello sin órbita. Si tuviera movimiento de rotación no sería necesario que el Sol diera vueltas a la Tierra, pero como la idea se basa en que el Sol da vueltas al mundo significa que éste tampoco tendría rotación. Y es de suponer que tampoco tendría inclinación. Para suplir ambos movimientos, uno de 24 horas y otro de 365,25 días, tenemos que visualizar al Sol circundándonos una vez cada 24 horas, y estrella debería dar 365,25 órbitas para completar un año mientras las demás estrellas sólo darían una órbita cada año. Un satélite observacional del Sol como es el SOHO, que tiene una órbita sincrónica con la de la Tierra, debería desarrollar una velocidad de traslación 365 veces mayor que la actual y tendría que ser proporcional a la del Sol.



Pero tendríamos que encontrar una razón (natural, o convencional si no encontramos la natural) para determinar que el año estuviera definido por 365,25 órbitas del Sol y no un número entero y más práctico como 360, y tendría que haber una autoridad científica y religiosa/política que lo estableciera. Como tal Ego estaríamos siendo estáticamente centristas pues el Ego, siendo un Centro del universo físico y del mental, también puede ser dinámico, es decir moverse en torno a otro centro más poderoso como otra persona.

Sin embargo no sería necesario que alguna autoridad estableciera convencionalmente las 365,25 órbitas solares como medida del año, pues bastaría tener en cuenta la dinámica natural del ciclo de los solsticios, equinoccios y estaciones en la que la declinación del Sol varía 23,5 grados como máximo respecto al ecuador cada medio año. Por eso lo que tendría que tener inclinación sería la órbita del Sol: 23,5 grados respecto al ecuador de la Tierra o plano ecuatorial terráqueo. Ciertamente así es como lo vemos desde la Tierra al no poder percibir la inclinación del planeta: una percepción “Geo”erguida subjetiva, pero si salimos del planeta y nos situamos ante su lado nocturno tenemos también la perceptiva objetiva y así ambas.




Pero no sólo el plano orbital solar tendría que tener inclinación sino también oscilar una vez en un intervalo de tiempo en el que al Sol le daría para dar 365,25 órbitas a la Tierra. Ambos factores serían la razón natural que estableciera el ciclo del año como de 365,25 días u órbitas del Sol a la Tierra. Y además el plano ecuatorial de la propia galaxia Vía Láctea tendría que tener un ángulo de inclinación de unos 60º respecto al plano del ecuador terrestre, y así la propia galaxia en cuyo centro estaría la Tierra, y la Vía Láctea sería la galaxia central del Universo.

Pero también entre Tierra y Sol hay otro astro que es fundamental: la Luna.



Una vuelta del Sol cada 24 horas en torno a la Tierra daría lugar a un ciclo completo de fases de la Luna cada 24 horas. Sin embargo durante las 12 horas de promedio de una noche vemos la Luna con una misma fase y sólo cambia significativamente cada 24 horas, y así 28 fases cada 29 días y medio, y 12 ciclos completos de fases cada 354 días.

Fuentes: Asteromia

21 de septiembre de 2017

El lugar más caliente que haya existido jamás sobre la Tierra

El cráter de Mistastin, en Labrador (Canadá) - Wikipedia
El impacto de un meteorito hace casi 40 millones de años subió la temperatura de las rocas a 2.370ºC en lo que ahora es Canadá
Hace 40 millones de años, un meteorito impactó en lo que ahora es Canadá, provocando la temperatura más alta jamás registrada en la superficie de la Tierra: unos infernales 2.370ºC. Esa es la conclusión de un equipo internacional de científicos tras analizar las rocas de un gigantesco cráter de 28 km localizado en Labrador. La pista se la han dado unas piedras utilizadas en joyería que compiten con los diamantes y que solo pueden formarse con un calor extremo.

Los investigadores saben desde hace tiempo que la Tierra fue bombardeada regularmente por meteoritos y otros objetos espaciales durante sus años de formación. Y algunas de esas colisiones dejaron cráteres que han sobrevivido hasta nuestros días. Uno de ellos es el del lago Mistastin, en Labrador, Canadá, cuyas grandes dimensiones sugieren que la roca que lo creó hace unos 40 millones de años era de un tamaño más que considerable.

La mayoría de los cráteres no revelan demasiado sobre el objeto que los causó, porque este se evapora durante el impacto. De igual forma, la mayor parte del material golpeado también desaparece. Por este motivo, a los científicos les ha resultado difícil aprender más sobre la naturaleza de las rocas espaciales y las condiciones que ocurrieron cuando golpearon la Tierra, explican en Phys.org. Una cosa que los científicos saben, sin embargo, es que cuando se producen estas colisiones colosales, una gran cantidad de energía se libera en forma de calor. Ahora, el equipo de Nicholas Timms, de la Universidad de Curtin, en Perth, Australia, ha sido capaz de medir el calor producido cuando el objeto golpeó el suelo en Canadá.

Según explican en la revista Earth and Planetary Science Letters, el equipo encontró evidencias de circonio, un mineral común, transformado en circonia cúbica, también llamada circonita o zirconita, una gema muy parecida al diamante. Resulta que hacen falta temperaturas de 2.370ºC para que esto ocurra, por lo que el calor generado por el impacto tuvo que ser ese por lo menos. Es la más alta jamás encontrada de forma natural en la superficie de la Tierra. Los científicos ya sospechaban que estos impactos podían alcanzar los 2.000ºC, pero había que probarlo. «Nadie había considerado utilizar circonio como registrador de las temperaturas de impacto», dice Timms a New Scientist. «Esta es la primera vez que tenemos una indicación de que rocas reales pueden ponerse tan calientes».

Fuentes: ABC

28 de agosto de 2017

Un gran asteroide pasará cerca de la Tierra en septiembre

El asteroide más grande observado en la historia de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA), de 4.4 kilómetros de diámetro, pasará el próximo 1 de septiembre a una distancia cercana a la Tierra, informó hoy la agencia estadounidense.

El gerente del Centro de Estudios de Objetos Próximos a la Tierra (CNEOS) de la NASA, Paul Chodas, indicó que “Florence es el mayor asteroide en pasar tan cerca de nuestro planeta desde que se estableció el programa de la NASA de detección y seguimiento de asteroides”.


via GIPHY

Añadió que aunque “muchos asteroides conocidos han pasado más cerca de la Tierra que Florence, eran más pequeños”, y precisó que Florence pasará a una distancia de siete millones de kilómetros, equivalente a 18 veces la distancia entre la Tierra y la Luna.

La NASA publicó este domingo un video en el que se puede ver la trayectoria del asteroide, descubierto en 1981, y que pasará a la distancia más cercana a la Tierra desde 1890. Será visible con telescopios pequeños durante varias noches al atravesar las constelaciones de Piscis Austrinus, Capricornus, Aquarius y Delphinus.


Fuentes: El noticiero

25 de junio de 2017

Las erupciones solares golpean la Tierra como estornudos impredecibles

Las eyecciones de masa corporal (CME) son enormes explosiones de plasma solar y campos magnéticos de la atmósfera del Sol que pueden llegar a la Tierra. NASA
  • Científicos británicos estudia las eyecciones de masa coronal
  • Muestran una estructura más parecida a nubes que a burbujas
  • Representan una amenaza para nuestro planeta
Los movimientos de las eyecciones de masa coronal (CME) procedentes del Sol resultan mucho más difíciles de predecir ya que muestran una estructura más parecida a nubes que a burbujas.

Un estudio de científicos de la Universidad de Reading ha revelado que las CME están más influenciadas por el viento solar, a través del cual pasan para llegar a la Tierra, haciendo que sus movimientos sean mucho más difíciles de predecir que si fueran únicas entidades parecidas a burbujas como se pensaba anteriormente.

Las CME son enormes explosiones de plasma solar y campos magnéticos de la atmósfera del Sol que pueden llegar a la Tierra en uno a tres días. Un impacto directo podría tener consecuencias catastróficas, ya que las CME son capaces de dañar satélites, destruyendo dispositivos electrónicos y potencialmente exponiendo a personas a gran altitud, como astronautas y tripulantes de aviación y pasajeros, a radiación causante de cáncer. Ocurren con frecuencia, pero predecir cuáles afectarán a la Tierra y con qué probabilidad será difícil.

El profesor Mathew Owens asegura en un comunicado: "Hasta ahora, se ha asumido que las CME se mueven como burbujas a través del espacio y responden a las fuerzas como objetos únicos. Hemos encontrado que son más como una nube de polvo o estornudo en expansión. Esto significa que tratar de predecir la forma y el movimiento de las CME a medida que pasan a través del viento solar se hace extremadamente difícil, por lo tanto, si queremos protegernos de las erupciones solares, necesitamos entender más sobre el viento solar".

Comportamiento de los CME

El nuevo estudio, publicado en Nature Scientific Reports, examina en detalle por primera vez cómo se comportan los CME a medida que avanzan en el espacio y cómo interactúan con fuerzas externas como el viento solar.

Los científicos de Reading tomaron una sección transversal de un CME para examinar su estructura más de cerca. Encontraron que una CME alcanza rápidamente el punto en el cual la velocidad de su expansión excede la velocidad a la cual la información puede viajar dentro de la CME. En este punto, deja de ser una estructura coherente, por lo que cualquier distorsión a una parte de la nube causada por fuerzas externas no la afecta en su conjunto.
Amenaza para la Tierra

Los científicos están constantemente monitorizando el sol para rastrear el viento solar y el clima espacial extremo. El equipo de Reading recomienda que la información sobre el viento solar se debe incorporar en las observaciones de CME para asegurar que somos plenamente conscientes de la amenaza que representan a la Tierra.

Un estudio previo realizado por científicos de la Universidad de Reading descubrió que un cambio en la actividad solar, que se espera que ocurra a mediados del siglo, podría hacernos más vulnerables a las CME, así como concentrar la aurora boreal alrededor de los polos.

Fuentes: RTVE

23 de junio de 2017

El Telescopio Espacial Kepler Añade 219 Candidatos a Planetas



El equipo del Telescopio Espacial Kepler de la NASA ha publicado un catálogo de la misión de candidatos a planetas que presenta a 219 nuevos candidatos a planetas, 10 de las cuales son cercanos en tamaño a la Tierra y se encuentran orbitando en la zona habitable de su estrella, que es el rango de distancia de una estrella donde el agua podría permanecer líquida en la superficie de un planeta rocoso.

Esta es la versión más completa y detallada del catálogo de candidatos a exoplanetas, que son planetas fuera de nuestro sistema solar, a partir de los datos recabados por Kepler en los cuatro primeros años.

Con el lanzamiento de este catálogo, derivado de los datos a disposición del público en el Archivo de Exoplanetas de la NASA , en la actualidad hay 4.034 candidatos a planetas identificados por Kepler, de los cuales, 2.335 se han verificado como exoplanetas. De aproximadamente 50 candidatos del tamaño cercano a la Tierra en la zona habitable detectados por Kepler, más de 30 han sido verificados.

Además, los resultados utilizando datos de Kepler sugieren dos agrupaciones distintas de pequeños planetas. Ambos resultados tienen importantes implicaciones para la búsqueda de vida. El catálogo final de Kepler servirá como base para más estudios para determinar la prevalencia y la demografía de los planetas de la galaxia, mientras que el descubrimiento de las dos poblaciones planetarias demuestra que aproximadamente la mitad de los planetas que conocemos en la galaxia, o no tienen superficie, o se encuentran aplastados bajo una atmósfera profunda - un entorno poco probable para albergar vida.

Los hallazgos fueron presentados en una rueda de prensa el lunes 19 de Junio en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Silicon Valley, California.

“El conjunto de datos de Kepler es único, ya que es el único que contiene una población de éstos análogos cercanos a Tierra - planetas con aproximadamente el mismo tamaño y la órbita de la Tierra”, dijo Mario Perez, científico del programa Kepler en la División de Astrofísica del Directorio de Misiones Científicas de la NASA. “La comprensión de su frecuencia en la galaxia ayudará a formar el diseño de futuras misiones de la NASA a otros mundo parecidos a la Tierra.”

El equipo del telescopio espacial Kepler de la NASA ha identificado 219 nuevos candidatos a planetas, 10 de los cuales son de tamaño similar a la Tierra y en la zona habitable de su estrella. Image Credit: NASA/JPL-Caltech

“Este catálogo medido cuidadosamente es la base para responder directamente a una de las preguntas más apremiantes de la astronomía - cuántos planetas como la Tierra están en la galaxia”, dijo Susan Thompson, investigador de Kepler para el Instituto SETI en Mountain View, California, y autor del estudio del catálogo.


Fuentes; NASA

29 de marzo de 2017

Las Sondas Espaciales Van Allen Buscan Pistas en los Cinturones de Radiación



Mucho más arriba de la Tierra, dos anillos gigantes de partículas energéticas atrapadas en el campo magnético del planeta crean un ambiente dinámico y duro que contiene muchos misterios - y pueden afectar a las naves espaciales que viajan alrededor de la Tierra. Las sondas Van Allen de la NASA actúan como detectives espaciales, ayudando a estudiar las interacciones de partículas complejas que se producen en estos anillos, conocidos como los cinturones de Van Allen. Recientemente, una de las sondas espaciales que se encontraba en el lugar correcto, en el momento justo, pudo capturar un evento causado por las consecuencias de una tormenta geomagnética que ocurrió. Las naves detectaron un repentino aumento de partículas que se acercaban desde el otro lado del planeta, mejorando la comprensión de los astrónomos de cómo las partículas viajan en el espacio cercano a la Tierra.

Las sondas gemelas Van Allen orbitan una detrás de la otra, investigando pistas de una manera que una sola nave espacial nunca podría. En un día típico, cuando el primer instrumento viajó alrededor de la Tierra, no vio nada inusual, pero el segundo, una hora después, observó un aumento en las partículas de oxígeno que se aceleraban alrededor de la Tierra – el lado más cercano al Sol. ¿De dónde provenían estas partículas? ¿Cómo se habían vuelto tan cargadas de energía?

Los científicos rastrearon las pistas para averiguar qué estaba pasando. Con la ayuda de modelos informáticos, dedujeron que las partículas se habían originado en el lado nocturno de la Tierra antes de ser activadas y aceleradas a través de interacciones con el campo magnético de la Tierra. A medida que las partículas viajaban alrededor de la Tierra, las partículas más ligeras de hidrógeno se perdieron en colisiones con la atmósfera, dejando un plasma rico en oxígeno. Los hallazgos fueron presentados en un artículo reciente en Geophysical Review Letters.

Las observaciones únicas de las sondas Van Allen ayudan a desenredar el complejo funcionamiento del entorno magnético de la Tierra. Dicha información ha proporcionado un primer vistazo de estas duras condiciones desde el interior de los cinturones - y nos ayudan a proteger mejor a los satélites y astronautas que viajan a través de la región.

Las Sondas Espaciales Van Allen Buscan Pistas en los Cinturones de Radiación

Las sondas gemelas Van Allen orbitan una detrás de la otra, recogiendo pistas que una sola nave no podría. En este modelo, la segunda nave espacial vio un aumento de partículas de oxígeno inyectado (azul), que no fueron observadas por la primera. El aumento de partículas fue debido a una tormenta geomagnética que se movía a través de la trayectoria de la órbita después de haber pasado la primera nave espacial. Image Credit: GSFC/NASA/Mike Henderson/Joy Ng, Producer