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29 de marzo de 2017

Descubiertos chorros supersónicos de plasma

Corrientes de Birkeland






Los datos sobre el campo magnético recopilados por la misión Swarm de la ESA han permitido descubrir en lo alto de nuestra atmósfera chorros supersónicos de plasma que pueden hacer ascender las temperaturas hasta casi 10.000 °C.

Durante el Swarm Science Meeting celebrado en Canadá la semana pasada, científicos de la Universidad de Calgary presentaron estos hallazgos y explicaron cómo estaban aprovechando las mediciones del trío de satélites Swarm para seguir desarrollando lo que ya se sabía sobre las vastas láminas de corriente eléctrica producidas en la alta atmósfera.

La teoría de que existen enormes corrientes eléctricas, impulsadas por el viento solar y guiadas a través de la ionosfera por el campo magnético terrestre, fue postulada hace más de un siglo por el científico noruego Kristian Birkeland.

Pero estas ‘corrientes de Birkeland’ no se pudieron confirmar mediante mediciones directas en el espacio hasta los años setenta, con la llegada de los satélites.



Láminas de corriente ascendentes y descendentes

Estas corrientes transportan hacia la alta atmósfera hasta 1 TW de energía eléctrica, unas 30 veces lo que consume la ciudad de Nueva York durante una ola de calor.

También son responsables de las auroras polares, las populares cortinas de luz verdosa que se mueven lentamente de horizonte a horizonte.

Aunque estos sistemas de corrientes ya eran bien conocidos, las recientes observaciones de Swarm han revelado su relación con grandes campos eléctricos.

Ascenso de los iones calentados

Estos campos, que son más fuertes en invierno, se producen allí donde las corrientes de Birkeland ascendentes y descendentes se conectan a través de la ionosfera.

Bill Archer, de la Universidad de Calgary, lo explica así: “Gracias a los datos procedentes los instrumentos de los satélites Swarm, descubrimos que estos potentes campos eléctricos impulsan chorros de plasma supersónicos”.

“Estos chorros, que llamamos ‘flujos fronterizos de corrientes de Birkeland’, marcan claramente el límite entre las láminas de corriente que se mueven en sentidos opuestos y provocan condiciones extremas en la alta atmósfera”.

“Pueden hacer que la ionosfera alcance temperaturas de hasta 10.000 °C, cambiando su composición química. También hacen que la ionosfera ascienda a mayores altitudes, donde la energización adicional puede conducir a la pérdida de material atmosférico al espacio”.

Fuentes de campo magnético






David Knudsen, también de la Universidad de Calgary, añade: “Estos últimos resultados de Swarm aportan nuevos datos sobre potencial eléctrico y tensión a nuestros conocimientos del circuito de corrientes de Birkeland, que probablemente sea el fenómeno de organización del sistema de acoplamiento magnetosfera-ionosfera más ampliamente reconocido”.

Este descubrimiento se suma a los nuevos hallazgos presentados en la semana de reuniones científicas dedicadas a la misión Swarm. En otro de los dedicados a las corrientes de Birkeland, por ejemplo, los datos de Swarm se utilizaron para confirmar que estas corrientes son más fuertes en el hemisferio norte y que presentan variaciones estacionales.

Desde su lanzamiento en 2013, los tres satélites idénticos de Swarm miden y desentrañan las distintas señales magnéticas procedentes del núcleo, el manto, la corteza, los océanos, la ionosfera y la magnetosfera de nuestro planeta.

Parte frontal de un satélite Swarm

Además del instrumental adecuado para ello, cada satélite presenta un instrumento de campo eléctrico en la parte frontal que mide la densidad, la deriva y la velocidad del plasma.

Como reconoce Rune Floberghagen, responsable de la misión Swarm de la ESA: “El instrumento de campo eléctrico es el primer generador de imágenes ionosférico en órbita, por lo que estamos encantados de obtener estos fantásticos resultados gracias a él”.

“La dedicación de los científicos que trabajan con los datos de la misión nunca deja de sorprenderme y estamos viendo algunos resultados excelentes, como estos, durante el encuentro de esta semana”.

“Swarm nos está permitiendo ver cómo funciona el planeta, desde lo más profundo de su núcleo hasta lo más alto de la atmósfera”.

Fuentes: ESA

23 de febrero de 2017

Hallan siete planetas similares a la Tierra, tres de ellos con posibilidad de albergar vida


  • Orbitan la estrella enana ultrafría TRAPPIST-1, con tamaños parecidos a la Tierra
  • Las temperaturas harían posible que exista agua líquida en tres de ellos
  • Los investigadores esperan saber en la próxima década si albergan vida




A tan solo 40 años luz de la Tierra hay un sistema estelar con siete planetas de masa similar al nuestro, tres de los cuales se encuentran en la zona habitable y podrían albergar océanos de agua en la superficie, lo que aumenta la posibilidad de que ese sistema pudiera acoger vida.

El sistema, localizado por un grupo internacional de astrónomos y cuyo estudio publica la revista Nature, tiene tanto el mayor número de planetas del tamaño de la Tierra como el mayor número de mundos que podrían contar con agua líquida en superficie.

Los seis planetas más cercanos a la estrella, probablemente rocosos, pueden tener una temperatura en la superficie de entre 0 y 100 grados, el rango en el que puede haber agua líquida, y tres de ellos están en la llamada "zona habitable", por lo que son candidatos especialmente prometedores para albergar vida.

Una estrella que brilla mil veces menos que el Sol

Los cuerpos recién descubiertos giran en órbitas planas y ordenadas alrededor de TRAPPIST-1, una estrella enana ultrafría con un brillo cerca de mil veces menor al del Sol.

Impresión artística de la vista desde la superficie de uno de los planetas del sistema TRAPPIST-1.

El autor principal del estudio, Michaël Gillon, del Instituto STAR en la Universidad de Lieja (Bélgica) se mostró encantado con los resultados: "Se trata de un sistema planetario sorprendente, no sólo porque hayamos encontrado tantos planetas, ¡sino porque son todos asombrosamente similares en tamaño a la Tierra!", según un comunicado.

El nuevo sistema es relevante para los científicos por su cercanía a la Tierra en términos astronómicos y porque es el primero que cuenta con siete planetas de un tamaño similar al nuestro, así como por el reducido tamaño de su estrella, una particularidad que simplificará el estudio del clima y la atmósfera de esos mundos.



Tres 'favoritos' para albergar vida

Los siete planetas descubiertos en el sistema podrían potencialmente tener agua líquida en sus superficies, aunque sus distancias orbitales hacen que esto sean más probable en algunos de los candidatos que en otros, afirman los responsables del proyecto.

Los modelos climáticos sugieren que los planetas más interiores, TRAPPIST-1b, c y d, son probablemente demasiado calientes para albergar agua líquida, excepto tal vez en una pequeña fracción de sus superficies.

La distancia orbital del planeta más externo del sistema, TRAPPIST-1h, no se ha confirmado, aunque es probable que sea demasiado distante y frío para albergar agua líquida, suponiendo que no esté teniendo lugar ningún proceso de calentamiento alternativo.

TRAPPIST-1e, f y g, sin embargo, representan el gran descubrimiento para los astrónomos cazadores de planetas, ya que orbitan en la zona habitable de la estrella y podrían albergar océanos de agua en sus superficies.

Planetas lo bastante grandes para ser medidos

Los siete planetas son 80 veces mayores respecto a TRAPPIST-1 que la Tierra respecto al Sol, por lo que bloquean una gran cantidad de luz cuanto transitan por delante de la estrella. Eso facilita a los investigadores la tarea de identificar sus componentes químicos por medio de técnicas de fotometría.

"Hemos buscado una estrella muy pequeña, al contrario que otros grupos de astrónomos. Eso hace que los planetas aparezcan magnificados", explicó en una rueda de prensa telefónica Amaury Triaud, investigador de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).

Tras una primera fase de "reconocimiento", los científicos planean ahora iniciar "observaciones detalladas para estudiar el clima y la composición química de los cuerpos, con el objetivo de determinar si hay vida en ellos".

"En unos años sabremos mucho más sobre estos planetas y esperamos saber si hay vida en el plazo de una década", afirmó Triaud.

El telecopio espacial Hubble de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) ya se está empleando para buscar atmósferas alrededor de los planetas y otro miembro del equipo, Emmanuël Jehin, se muestra entusiasmado con las futuras posibilidades.

"Con la próxima generación de telescopios como el E-ELT (European Extremely Large Telescope de ESO), y el telescopio espacial JWST (NASA/ESA/CSA James Webb Space Telescope) pronto podremos buscar agua e incluso pruebas de vida en estos mundos", ha concluido.

Fuentes: Rtve

18 de febrero de 2017

Zealandia, ¿el continente oculto de la Tierra?


La enorme masa terrestre, formada por Nueva Zelanda y otras islas, está en su mayor parte sumergida














Puede que un continente entero haya pasado desapercibido a nuestros ojos. Un grupo de geólogos asegura que se encuentra sumergido en el suroeste del Océano Pacífico, una amplísima extensión de terreno bajo el agua de la que sobresalen Nueva Zelanda, Nueva Caledonia y otras islas, y que tiene entidad suficiente para ser considerada una masa continental separada, a la que llaman Zealandia. La propuesta aparece publicada en la revista GSA Today, de la Sociedad Geológica de América.

Zealandia cubre 4,9 millones de km cuadrados, de los cuales el 94% están bajo el agua. El equipo del Instituto de Investigación GNS Science de Nueva Zelanda cree que se trata de una entidad geológica claramente distinta, ya que cumple con todos los criterios aplicados a los otros continentes, como la elevación del terreno por encima de los alrededores, una geología distintiva, un área bien definida y una corteza más gruesa que la que se encuentra en el fondo del océano. Abarca Nueva Zelanda, Nueva Caledonia, Isla Norfolk y la Isla de Lord Howe.

No es la primera vez que Zealandia se propone como continente. El asunto ha sido objeto de debate desde hace dos décadas, pero los autores del último trabajo están cada vez más convencidos de su existencia.

La razón geológica
Si esta propuesta fuera aceptada por la comunidad científica, Zealandia se convertiría en el séptimo continente según el modelo tradicional que incluye Europa, Asia, América, África, Oceanía y la Antártida. Hay otros modelos que dependen del área cultural: «¿Son América del Norte y América del Sur continentes verdaderamente independientes con su conexión a través del istmo de Panamá? ¿Dónde y por qué se pueden distinguir Europa, África y Asia teniendo en cuenta la Península del Bósforo y del Sinaí?», se preguntan los investigadores. Ellos sugieren una razón geológica para dividir los continentes, de forma que sean grandes áreas identificables que yacen sobre la corteza continental. Este razonamiento es lo que les lleva a pensar que Zealandia también debería tener su propia identidad. Según ellos, uno solo tiene que mirar un mapa barimétrico para apreciar la cuestión.

Fuentes: ABC

¿Qué pasará cuando los polos magnéticos de la Tierra se inviertan?

El campo magnético de la Tierra se está debilitando y los polos cada vez se mueven más rápido. Se considera que es cuestión de tiempo que haya una inversión magnética - ESA/ATG Medialab

Miriam Gómez-Paccard, investigadora en el Instituto de Geociencias (IGEO/CSIC-UCM), explica las consecuencias de que los polos norte y sur cambien sus posiciones

Las agujas de las brújulas apuntan hacia el norte. Desde hace varios siglos sabemos que ese comportamiento se produce porque la propia Tierra es magnética. Fue Sir William Gilbert, científico y médico de la corte de la reina Isabel I de Inglaterra, quien propuso por primera vez la existencia del campo magnético terrestre. En el tratado «De Magnete, magneticisque corporibus, et de magno magnete tellure» (Sobre los imanes, los cuerpos magnéticos y el gran imán terrestre) Gilbert resume la historia del magnetismo antiguo y presenta un sumario de experimentos y observaciones relacionados con imanes naturales.

A pesar de que las propiedades de la magnetita, un óxido de hierro que puede atraer metales, se conocían desde unos 2.000 años antes en la civilización china, la obra de Gilbert supone el primer tratado en el que se trata de profundizar, en base a una experimentación sistemática, en la búsqueda de respuestas para explicar la misteriosa habilidad que tiene la aguja de la brújula de apuntar hacia el norte. Hasta entonces se creía, erróneamente, que la aguja de la brújula era atraída por la estrella polar o por islas magnéticas situadas en el ártico.

«Se creía, erróneamente, que la aguja de la brújula era atraída por la estrella polar»

Desde entonces, muchos científicos se han dedicado al estudio del magnetismo terrestre contribuyendo de manera fundamental a la comprensión de este fenómeno global que tiene una influencia importantísima en el desarrollo de nuestro planeta.

El campo magnético de la Tierra ejerce, por ejemplo, un papel fundamental como escudo protector frente a las partículas cargadas de alta energía procedentes del Sol, influye en los sistemas de navegación y de comunicación y sirve como mecanismo de orientación para muchos seres vivos (como varias especies de aves, mamíferos marinos, tortugas o bacterias).

El campo magnético solar y el viento de partículas empujan el campo magnético terrestre, que actúa como escudo protector frente a las partículas cargadas que continuamente bombardean la Tierra- ESA

El campo magnético, cada vez más débil

Pero el campo magnético de la Tierra no es constante ni inamovible, sino que cambia continuamente en intensidad y dirección, y a escalas de tiempo muy diversas. Investigaciones recientes demuestran que existe una tendencia global de debilitamiento del campo magnético terrestre desde hace unos 2.000 años y que, además, esta tendencia se ha acelerado bruscamente desde 1840. ¿Por qué ocurre este fenómeno? ¿Deberíamos preocuparnos?

Los modelos matemáticos y las medidas directas del campo magnético terrestre, realizadas por los navegantes, observatorios geomagnéticos y satélites, han permitido averiguar que el campo magnético de la Tierra tiene su origen principal en el propio globo terrestre, tal como afirmó Gilbert. En concreto, sabemos que más del 95% del campo magnético terrestre tiene su origen en el núcleo de la Tierra, a unos 2.885 km de profundidad bajo nuestros pies.

«Más del 95% del campo magnético terrestre tiene su origen en el núcleo de la Tierra»

El origen de los cambios

El núcleo terrestre es una esfera metálica enorme, de unos 3.485 km de radio, es decir, un tamaño similar al del planeta Marte; y está compuesto mayoritariamente por hierro y níquel, ambos buenos conductores de la electricidad. En la parte del núcleo más externa (el llamado núcleo externo) los metales se comportan como si estuvieran en estado líquido por efecto de las altas presiones y temperaturas existentes, mientras que en la parte más interna (núcleo interno) dichos metales están en estado sólido.

Debido a la diferencia de temperaturas entre la parte superior del núcleo externo (de unos 3.500ºC) y la parte inferior del mismo (a más de 6.000ºC) se crean corrientes ascendentes y descendentes de metal líquido que transportan calor desde el núcleo interno de la Tierra al manto. Estos movimientos de convección (similares a los que se producen en agua hirviendo en una olla) llevan asociados corrientes eléctricas que, a su vez, inducen un campo magnético produciendo, en conjunto, el campo magnético de la Tierra.

«Para Einstein, comprender el origen del campo magnético terrestre era uno de los desafíos más importantes de la Física»

Como estas corrientes no son constantes, el campo magnético terrestre varía con el tiempo. Sin embargo, hay que señalar que en la actualidad no existe una teoría completa que permita comprender en detalle el origen y comportamiento del campo magnético terrestre y, mucho menos, predecir su evolución futura. Ya en 1905, Einstein consideraba que la comprensión del mecanismo que genera el campo magnético de la Tierra es uno de los desafíos no resueltos más importantes de la Física.
El polo norte se mueve unos 125 metros al día

Así pues, lo que sí sabemos con seguridad es que el campo magnético de la Tierra varía con el tiempo. Una de las manifestaciones de este fenómeno es el movimiento del polo norte magnético. Durante siglos el polo norte magnético ha sido el sistema de orientación utilizado por navegantes para determinar el resto de los puntos cardinales.

Pero orientarse buscando el norte mediante una brújula es un método poco preciso, ya que el norte magnético (que es el lugar donde las agujas de las brújulas apuntan) no coincide exactamente con el polo norte geográfico (que recordemos es el punto sobre la superficie de la Tierra que coincide con el eje de rotación terrestre). Además, como ya hemos visto, la posición del polo magnético varía con el tiempo.

«En las últimas décadas se está produciendo un movimiento acelerado del polo magnético»

El registro del campo magnético de la Tierra a partir de datos instrumentales, existente desde aproximadamente desde el s. XVII, ha permitido estudiar en detalle dicho movimiento. En la imagen (abajo) podemos ver el movimiento del polo norte magnético a lo largo del ártico canadiense durante los últimos 120 años. Las observaciones indican que, además, en las últimas décadas se está produciendo un movimiento acelerado del polo magnético y que en la actualidad se desplaza a un ritmo de unos 50 km/año. Es decir, cada día, el norte magnético se desplaza unos 125 m. De seguir a este ritmo se prevé que en unos 50 años el polo norte alcance Siberia (Rusia).

Movimientos del polo norte magnético desde el año 1900, en la línea morada y blanca- CAPTURA GOOGLE MAPS

Cuando los polos se invierten

Otra manifestación de la variación temporal del campo magnético terrestre son las inversiones de polaridad que tienen lugar a escalas de tiempo geológicas. Estos eventos se descubrieron gracias al estudio de las propiedades magnéticas de rocas magmáticas del fondo del Océano Atlántico. La necesidad de detectar submarinos durante la Segunda Guerra Mundial llevó al desarrollo de equipos muy sensibles para medir señales magnéticas (llamados detectores magnéticos aéreos).

Posteriormente se desarrollaron equipos similares para estudiar el fondo oceánico y se pudo ver que la magnetización define bandas paralelas de rocas magnetizadas alternativamente en la dirección del campo magnético actual y en una dirección inversa. Años más tarde se relacionaron estas anomalías con la existencia de las inversiones de polaridad magnética.

«Cada grano magnético actúa como una pequeña brújula fósil»

Hoy en día sabemos que, en efecto, en las rocas del lecho oceánico existen granos de minerales magnéticos que son capaces de retener una señal magnética relacionada con el campo magnético terrestre existente en el momento de su enfriamiento y cristalización. Cada grano magnético actúa como una pequeña brújula fósil y, gracias a ello, el estudio de la señal magnética de rocas antiguas permite conocer la dirección que tuvo el campo magnético terrestre en el pasado.

En los laboratorios de paleomagnetismo somos capaces de descifrar esta señal magnética (llamada imanación remanente) y, a partir de ella, deducir la orientación y, en algunas ocasiones también, la intensidad del campo magnético terrestre del pasado. Sin entrar en detalles, merece la pena mencionar que esta técnica ha sido fundamental para demostrar la expansión del fondo oceánico en las dorsales oceánicas y posteriormente desarrollar teorías tan importante como la tectónica de placas.

Así, estudios paleomagnéticos realizados en rocas distribuidas por toda la superficie terrestre han permitido comprobar que los polos magnéticos se han invertido numerosas veces a lo largo de la historia de nuestro planeta. Es decir, los polos norte y sur magnéticos intercambian sus posiciones. Además estos estudios evidencian que las inversiones de polaridad ocurren sin seguir un patrón definido y además presentan distintas duraciones.

«La última inversión de los polos tuvo lugar hace unos 780 mil años»

Por ejemplo, sabemos que la última inversión de los polos tuvo lugar hace unos 780 mil años. También los datos sugieren que el proceso de inversión ocurre típicamente en pocos miles de años, que durante la inversión el campo magnético se vuelve inestable y su intensidad se vuelve cada vez más débil (se estima que el campo disminuye hasta un 10% de su valor actual) hasta que, nuevamente, vuelve a crecer poco a poco pero en sentido invertido. Sin embargo, como hemos visto anteriormente el estado actual del conocimiento no permite explicar las causas exactas de las inversiones de polaridad.
¿Nos estamos acercando a una inversión?

La rapidez del debilitamiento de la intensidad del campo magnético terrestre que está teniendo lugar en la actualidad, junto con la aceleración del movimiento del polo, ha llevado a especulaciones sobre la posibilidad de que nos estemos acercando a un nuevo cambio de polaridad y a elucubraciones sobre los posibles efectos catastróficos del mismo.

«Podemos asegurar, con toda probabilidad, que el campo magnético terrestre volverá a invertirse en un futuro»

Sin embargo, podemos decir que hay muchas probabilidades de que el debilitamiento actual del campo magnético no acabe en una inversión completa porque, a lo largo de la historia geológica, ha habido disminuciones similares que no han culminado en un proceso de inversión. En cualquier caso, si siguiese al mismo ritmo, el campo tendría que seguir debilitándose durante varios miles de años antes de que comenzase una inversión. En realidad, ni el registro geológico, ni los modelos numéricos, ni los experimentos de laboratorio permiten predecir cuándo se va a producir la próxima inversión aunque podemos asegurar, con toda probabilidad, que el campo magnético terrestre volverá a invertirse en un futuro.

Así que lo que sí es cierto es que a lo largo de la historia geológica, desde antes de que el hombre (Homo Sapiens) apareciera en la Tierra, las inversiones de polaridad han ocurrido en numerosas ocasiones, y que cuando nuestros ancestros los homínidos habitaban la tierra ocurrieron varios de estos eventos. Y podemos decir que aunque durante el proceso de inversión de los polos el campo magnético se debilitara excesivamente o incluso desapareciera, provocando así un aumento de las partículas cargadas de alta energía incidentes sobre la superficie terrestre, no existen evidencias en el registro geológico de que ninguno de estos eventos esté asociado a extinciones masivas de especies.

Una catástrofe improbable

Además como el proceso de inversión ocurre a escalas de tiempo mucho mayores que la vida de los animales migratorios, parece lógico pensar que las generaciones sucesivas sean capaces de adaptarse paulatinamente a los cambios geomagnéticos. Podemos afirmar, por tanto, que no existen evidencias de que la próxima inversión magnética vaya a provocar ninguna catástrofe natural ni amenazar la supervivencia de la humanidad.

Por otro lado, sí es cierto que nuestra sociedad es ahora altamente dependiente de la tecnología y, por tanto, es altamente vulnerable a las perturbaciones electromagnéticas. Y es cierto que el efecto protector del campo magnético terrestre frente a partículas cargadas disminuiría de forma considerable durante una inversión.

«Las infraestructuras eléctricas y los sistemas de telecomunicación podrían ser más vulnerables»

Por ello, durante una inversión las infraestructuras eléctricas del planeta y los sistemas de telecomunicación podrían ser más vulnerables a grandes tormentas solares como la acaecida en 1859, potencialmente provocando así importantes pérdidas económicas.

En el pasado perturbaciones magnéticas ya han provocado daños en el tejido tecnológico, quemando transformadores y causando apagones. Sin embargo, muy probablemente cuando ocurra una nueva inversión magnética dispondremos de los medios técnicos necesarios para afrontar sus posibles efectos y, por tanto, no parece probable que las consecuencias vayan a ser desastrosas. Mientras tanto, los científicos seguiremos investigando el caprichoso comportamiento del campo magnético terrestre. Solo así podremos desentrañar su origen, entender su evolución y así estar preparados para minimizar los efectos adversos que pueda provocar el debilitamiento de este escudo frente a la radiación que llega constantemente a nuestro planeta.

Fuentes: ABC

12 de febrero de 2017


El astronauta Andreas Mogensen ha capturado en video por primera vez este extraño fenómeno meteorológico. ESA

  • Reportadas por los pilotos de aviación, su existencia lleva años debatiéndose
  • Un video grabado desde la Estación Espacial muestra este fenómeno eléctrico
  • Han sido llamadas "espectros rojos", "chorros azules", "duendes" o "elfos"
Su existencia llevaba años debatiéndose: huidizas descargas eléctricas en la alta atmósfera con nombres peculiares como "espectros rojos", "chorros azules", "duendes" o "elfos". Aunque habían sido reportadas por pilotos de aviación, resultan difíciles de estudiar, ya que se producen por encima de las tormentas eléctricas.

Durante su misión en la Estación Espacial Internacional (EEI) en 2015, el astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) Andreas Mogensen estuvo encargado de fotografiar este tipo de tormentas con la cámara más sensible del complejo orbital en busca de estos breves fenómenos.

Ahora, el Instituto Nacional del Espacio de Dinamarca ha publicado los resultados, que confirman la aparición de numerosos destellos azules de longitud kilométrica a unos 18 kilómetros de altitud, incluyendo un chorro azul pulsante que llegó a alcanzar 40 kilómetros. Un video grabado por Andreas mientras sobrevolaba la Bahía de Bengala desde la EEI, a 28.800 km/h, muestra por primera vez claramente estos fenómenos eléctricos.




Los satélites habían probado estos eventos, pero su ángulo de visión no es ideal para recopilar datos sobre la escala de los chorros azules y descargas azules más pequeñas. Por el contrario, la órbita inferior de la Estación Espacial Internacional está idealmente ubicada para capturar estos fenómenos. 

Andreas apuntó hacia las torres de nubes -pilares de nubes que se extienden hacia la atmósfera superior- y grabó un video de 160 segundos mostrando 245 destellos azules desde la parte superior de una de esas torres que derivó de la tormenta de la Bahía de Bengala. 

Parte poco comprendida de nuestra atmósfera 

Las descargas azules y los chorros son ejemplos de una parte poco comprendida de nuestra atmósfera. Las tormentas eléctricas llegan a la estratosfera y tienen implicaciones sobre cómo nuestra atmósfera nos protege de la radiación. 

Este experimento confirma que la Estación Espacial es una base adecuada para observar estos fenómenos. Como seguimiento, se está preparando el Monitor de Interacciones Atmosférico-Espaciales para su lanzamiento a finales de este año, para su instalación fuera del laboratorio Columbus de la Estación Espacial, con el fin de monitorear continuamente las tormentas para recopilar información sobre tales "eventos luminosos transitorios". 

Andreas concluye: "No todos los días captamos un nuevo fenómeno meteorológico en vídeo, por lo que estoy muy satisfecho con el resultado, pero aún más para que los investigadores puedan investigar estas intrigantes tormentas con más detalle pronto".


Fuentes: Rtve.

29 de enero de 2017

AGUA Y TIERRA EN LA TIERRA

Los elementos agua y tierra se reparten la superficie del planeta Tierra. El agua ocupa el 71% y la tierra el 29%. Por eso se suele decir que la superficie de la Tierra tiene un 71% de agua, pero si lo llamamos “planeta Agua” podemos decir la superficie del planeta Agua tiene un 29% de tierra.

A su vez, el elemento tierra ocupa el 39% del Hemisferio norte y el 19% del Hemisferio sur.

Así, el hemisferio norte tiene el doble de tierra que el hemisferio sur. Sin embargo, el hemisferio sur no contiene el doble de agua que el hemisferio norte, pues el elemento agua ocupa el 81% del Hemisferio sur y el 61% del Hemisferio sur.



Así, el 71% de la superficie de agua se distribuye como 61% en el hemisferio norte y 81% en el hemisferio sur, es decir 71% como 61%S y 81%N.

39% tierra + 61% agua = 100% Hemis Norte
19% tierra + 81% agua = 100% Hemis Sur

Fuentes: Asteromia

Localización del centro de la Galaxia



El centro de la Galaxia (CG) está hacia un punto localizado a -29º ó 29 grados de declinación sur en la Esfera Celeste de la Tierra.

La Tierra pasa entre el Sol y el CG cada 20 de junio. Una persona que vive en una región situada en el paralelo 29ºS de la Tierra pasa justo por debajo del centro de la Galaxia a medianoche del 20 de junio, o entre dos centros: el de la Tierra y el de la Galaxia.

El centro de la Galaxia en las coordenadas de la esfera celeste de la Tierra

Su declinación a -29º significa que es visible en el cénit desde la latitud 29º S de la Tierra donde hay ciudades como Brisbane en Australia, Belgrano en Argentina, Porto Alegre en Brasil, Bloemfontein en Sudáfrica, o la isla de Norfolk al Este de Australia y al Norte de la isla de Nueva Zelanda.

29ºS, paralelo terrestre situado bajo el paralelo celeste -29º en el que está el punto que señala hacia el centro de la Galaxia.

Aquí podemos ver con detalle un ejemplo de cómo un humano puede llegar a estar literalmente bajo el centro de la galaxia a medianoche, en el punto adecuado en el momento adecuado: a 29º S a medianoche del día 20 de junio. A esa hora de ese día del año un humano está entre el centro de la Tierra y el centro de la Galaxia y tiene a éste justo en el zénit. El centro galáctico está 5.5º por debajo del plano de la órbita terrestre.

También, en un mapamundi con la galaxia proyectada en la superficie de la Tierra podemos ver cuando Porto Alegre está bajo el centro galáctico, unas cinco horas después que Bloemfontein (Sudáfrica) que ahora está bajo la estrella Fomalhaut.

Esta es la vista desde el Sol, obtenida con Stellarium, con la Tierra entre el Sol y el plano ecuatorial de la galaxia (y actualmente coincidiendo con el solsticio).

La Tierra circula en una de las órbitas del Sistema solar cuyo plano general está 60 grados inclinado respecto al plano básico de referencia, el de la galaxia.

Plano del Sistema Solar respecto al Plano de la Galaxia

Cada 19 de diciembre el Sol alcanza el mismo meridiano celeste en el que se haya el punto que señala hacia el centro de la Galaxia.

En la Tierra hay una latitud y un momento del año en el que podemos estar bajo media esfera galáctica (distinta de la esfera celeste de la Tierra). Esa latitud es 63ºN y el momento es la medianoche del 1 de octubre. 63 es el reflejo de la inclinación del plano del sistema solar respecto al plano ecuatorial galáctico. Así veríamos observando al cénit con la franja ecuatorial galáctica (Vía Láctea) desplegada de Este a Oeste.

Sólo desde 63ºN podemos estar bajo media esfera galáctica a medianoche del 1 de octubre.

Así la veríamos mirando hacia el Norte desde 63ºN. Desde esta latitud se ve al polo galáctico -y al otro polo hacia la dirección contraria- en el horizonte a medianoche del 1 de octubre. Otra cosa son los polos celestes, que se ven en el horizonte desde el ecuador (0º).

Y desde otra latitud del planeta (en el mismo momento del año) estamos justo debajo del polo norte galáctico y con la Vía Láctea o ecuador galáctico desplegado en todo el horizonte a nuestro alrededor. Es 90º más al sur de 63ºN, en la latitud 27ºS.

Desde 27ºS a medianoche del 1 de octubre la Vía Láctea o ecuador celeste se despliega en el horizonte a nuestro alrededor.


Fuentes: Asteromia

6 de noviembre de 2016

Una explosión solar rompió el escudo magnético de la Tierra en 2015

La explosión la produjo una nube gigante de plasma expulsada de la corona solar. RTVE.ES
  • La nube de rayos cósmicos produjo una grieta en la magnetosfera
  • Golpeó a la Tierra a una velocidad de unos 2,5 millones de km/h
  • Generó una aurora boreal y apagones de radio en muchos países
Una explosión de rayos cósmicos galácticos registrada en 2015 produjo una grieta en el escudo magnético de la Tierra, según el telescopio de muones GRAPES 3, el mayor monitor de rayos cósmicos.

La explosión se produjo cuando una nube gigante de plasma expulsada de la corona solar golpeó a la Tierra a una velocidad muy alta, causando la compresión masiva de la magnetosfera de la Tierra y provocando una severa tormenta geomagnética.

El telescopio de muones GRAPES-3, ubicado en el Laboratorio de Rayos Cósmicos del TIFR (Tata Institute of Fundamental Research), en Ooty (India) registró una explosión de rayos cósmicos galácticos de aproximadamente 20 GeV, el 22 de junio de 2015, que duró dos horas.

El estallido ocurrió cuando una gigantesca nube de plasma expulsada de la corona solar, moviéndose a una velocidad de unos 2,5 millones de kilómetros por hora, golpeó nuestro planeta, causando una severa compresión de la magnetosfera de la Tierra, de 11 a sólo 4 veces el radio de la Tierra. Se desencadenó una severa tormenta geomagnética que generó una aurora boreal y apagones de señal de radio en muchos países en latitudes altas.

La magnetosfera de la Tierra se extiende sobre un radio de un millón de kilómetros, actúando como primera línea de defensa, protegiéndonos del flujo continuo de rayos cósmicos solares y galácticos, protegiendo así la vida en nuestro planeta de estas radiaciones energéticas de alta intensidad.

Reconexión magnética

Las simulaciones realizadas por el equipo de GRAPES-3 en relación a este evento indican que "el escudo magnético de la Tierra se rompió temporalmente debido a la aparición de una reconexión magnética, permitiendo que las partículas de rayos cósmicos galácticos de menor energía entrarán en nuestra atmósfera".

El campo magnético de la Tierra dobló estas partículas alrededor de 180 grados, desde el lado del día hasta el lado nocturno de la Tierra, donde fue detectado como una explosión por GRAPES-3 alrededor de la medianoche del 22 de junio de 2015.

Los datos fueron analizados e interpretados a través de una simulación extensiva durante varias semanas utilizando el dispositivo de computación de 1.280 núcleos construida internamente por el equipo de físicos e ingenieros de GRAPES-3 del Laboratorio de Rayos Cósmicos de Ooty. Este trabajo ha sido publicado en Physical Review Letters.

Fuentes: RTVE.es / EUROPA PRESS

15 de octubre de 2016

Un cometa, 'sospechoso' de causar un calentamiento global en la Tierra que duró 150.000 años

La teoría del impacto de un cometa podría explicar el calentamiento global que sufrió la Tierra hace 56 millones de años. THINKSTOCK
  • Ocurrió en el Paleoceno-Eoceno, hace 56 millones de años, según un estudio
  • La acumulación de CO2 hizo subir entre 5 y 9ºC la temperatura del planeta
La vida en la Tierra ha dado pasos a golpe de meteorito, y una nueva evidencia de la influencia de rocas extraterrestres en nuestro planeta así lo atestigua. El impacto de un cometa pudo desatar el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno (MTPE), un rápido calentamiento de la Tierra causado por una acumulación de CO2 en la atmósfera hace 56 millones de años.

Clasificando muestras de sedimentos de ese período de tiempo, los investigadores del Instituto Politécnico Rensselaer descubrieron evidencias de este evento en la forma de las microtectitas -diminutas esferas vidriosas oscuras normalmente formados por impactos extraterrestres-. La investigación se publica en la revista Science.

Estas microtectitas, halladas en Nueva Jersey y en el fondo marino del Atlántico, indican que un cometa o alguna otra roca espacial pudo haber impactado en la Tierra hace 56 millones de años, aproximadamente diez millones de años después del impacto de un asteroide que condenó a los dinosaurios a la extinción.

Tal impacto repentino, según los científicos, pudo haber desencadenado un período particularmente cálido, sin hielo, en un período en el que aparecieron por primera vez importantes grupos de mamíferos, incluyendo el linaje de primates que condujo a la aparición del ser humano. Algunas especies desaparecieron y otras huyeron a los polos mientras el nivel del mar era mucho mayor que el actual.

Rápida acumulación de CO2

Las microtectitas son generalmente esféricas, o en forma de lágrima, y se forman por un impacto lo suficientemente potente como para fundir y vaporizar el área objetivo, lanzando material expulsado fundido a la atmósfera. Algunos microtectitas de las muestras contenían "cuarzo deformado," evidencia definitiva de su origen, y exhibieron microcráteres o fueron sinterizadas en conjunto, evidencia de la velocidad a la que viajaban a medida que se solidificaron y golpearon el suelo.

Estas microtectitas se excavaron a partir de una capa geológica que marca el inicio de la época del Eoceno, hace 56 millones de años, y procedentes de tres lugares en el sur de Nueva Jersey y un emplazamiento submarino al este de Florida.

Ese hito coincidió con el comienzo de un evento de calentamiento global, el máximo térmico del Paleoceno-Eoceno (MTPE), asociado a una acumulación de CO2 atmosférico. La liberación de dióxido de carbono se produjo en 5.000 o 20.000 años, el período de calentamiento duró más de 100.000 años y la temparatura global subió entre cinco y nueve grados centígrados.

Un cometa habría sido el 'disparador'

Aunque este hecho es conocido, no se había determinado hasta ahora la fuente de tal cúmulo de dióxido de carbono atmosférico, y se sabe poco acerca de la secuencia exacta de los eventos, como por ejemplo la rapidez con que el CO2 entró en la atmósfera, la rapidez con la que las temperaturas empezaron a subir y el tiempo que transcurrió hasta llegar a una alta temperatura global.

Sin embargo, los investigadores señalan que no han encontrado la ubicación de un cráter vinculado a este fenómeno, si bien la evidencia geológica sugiere que el objeto era un cometa.

Una pista se encuentra en un cambio repentino en la relación de isótopos de carbono (átomos que contienen un número de neutrones desiguales a los protones en su núcleo) en ciertos fósiles de la época, los foraminíferos, o "forams", que producen una cáscara cuya química es representativa de los isótopos de carbono atmosféricos y oceánicos.

Las evidencias halladas informan de que la atmósfera cambió, en particular por la adición de carbono de una fuente empobrecida en carbono-13. "Un impacto de un cometa puede haber contribuido al aumento de carbono en la atmósfera, pero es demasiado poco para explicar el conjunto del evento. Es más probable que actuara como un disparador para liberaciones de carbono adicionales de otras fuentes", explica Morgan Schaller.

Un aviso para los tiempos modernos

Este período de máximo térmico de hace 56 millones de años podría ser un anticipo de lo que nos espera ahora que las emisiones de carbono "son muchomás importantes que las que se produjeron durante el MTPE", recuerda la Universidad de Columbia en un comunicado a la luz de esta investigación.

"Las consecuencias podrían ser aún más drásticas para muchas formas de vida que no tienen tiempo para evolucionar o desplazarse" ante un fenómeno de calentamiento global, subrayan.

Un estudio publicado a principios de este año concluyó que las emisiones de CO2, el principal gas responsable del efecto invernadero, resultante de la combustión de fuentes de energía fósiles, envían a la atmósfera diez veces más dióxido de carbono que las fuerzas naturales que causaron el calentamiento del planeta hace 56 millones de años.

Fuentes: Rtve.es

26 de septiembre de 2016

La Tierra será destruida por el Sol, según astrofísica

Según la experta Jilliam Scudder, no sé conoce con certeza que le ocurrirá al planeta a medida que el Sol aumente su brillo en los próximos 1 000 millones de años. Foto Referencial: Pixabay 

El exceso de calor que proviene del Sol hacia la Tierra podría ser determinante para la destrucción del planeta. En unos 3 500 millones de años, el agua de los océanos se hervirá y hará que el orbe se convierta en un lugar “insoportablemente caliente como Venus”, aseguró la astrofísica Jilliam Scudder, en una entrevista al portal web Business Insider, el pasado martes 20 de septiembre de 2016. 

Según la astrofísica, no sé conoce con certeza qué le ocurrirá al planeta a medida que el Sol aumente su brillo en los próximos 1.000 millones de años. Pese a ello, la teoría más cercana es que, efectivamente, el calor que provenga de la estrella logrará que se evapore más agua del planeta y, por tanto, exista una mayor concentración en la atmósfera. 

Eso significaría que se generará un efecto invernadero que será capaz de atrapar más calor y acelerar la evaporación del líquido vital. Asimismo, con el aumento de la energía solar, la radiación también sufrirá cambios bruscos al punto que dentro de 3 500 años tendrá niveles de más del 40% que la actual. 

Anteriormente, según un equipo internacional de la Universidad de Aarhus, Dinamarca, se difundió otra forma, poco probable, que el 'Astro Rey' pueda terminar con el planeta. A decir de los científicos, el Sol podría emitir llamaradas capaces de devastar planetas cercanos como Mercurio, Venus y la propia Tierra. 

Esto a razón de que existen estrellas en el universo que pueden experimentar erupciones de grandes proporciones. Una erupción solar podría devastar al planeta en cuestión de segundos.

Fuentes: El Comercio 

14 de agosto de 2016

Venus pudo haber sido habitable mientras la vida se desarrollaba en la Tierra

Venus pudo albergar vida hasta hace 715 millones de años - EFE

Un equipo de investigadores ha simulado cuatro escenarios del planeta hace millones de años, cuando las condiciones eran muy similares a las de nuestro globo

Actualmente es impensable que Venus, el planeta más caliente del sistema solar, albergue vida. Sus temperaturas extremadamente elevadas, así como sus volcanes activos y una atmosfera que es principalmente de dióxido de carbono, hacen imposible que sea un lugar habitable.

Sin embargo, hubo una época en la que en este planeta pudieron darse lascondiciones necesarias para la vida. Un equipo internacional de investigadores, liderado por expertos de la NASA, ha creado una serie de simulaciones de Venus hace miles de millones de años que apuntan a que este planeta pudo ser habitable.

El grupo liderado por Michael Way ha simulado hasta cuatro escenarios de Venus en el pasado, que varían según factores como la duración del día o la cantidad de luz solar recibida. En su evolución a lo largo de billones de años, el grupo de investigación comprobó cómo uno de los modelos no solo registraba temperaturas moderadas, sino hasta densas capas de nubes que podrían haber protegido al planeta de la agresiva radiación del sol, condiciones que se podrían haber dado hasta hace 715 millones de años.

La investigación comenzó a partir de la idea de que Venus y la Tierra fueron similares hace miles de millones de años, cuando la atmósfera de nuestro planeta también estaba formada, sobre todo, por dióxido de carbono. Ya en 2010, científicos habían señalado las similitudes de tamaño, densidad y composición entre ambos satélites.

«Ambos planetas probablemente disfrutaron de océanos de agua líquida caliente en contacto con rocas y con moléculas orgánicas que experimentaron una evolución química en esos océanos», comenta David Grinspoon, del Instituto de Ciencia Planetaria en Tucson, en Arizona, para el medio New Scientist. «Hasta donde entendemos en la actualidad, esos son los requisitos para el origen de la vida ».

«Es uno de los grandes misterios sobre Venus. ¿Cómo ha llegado tan diferente de la Tierra cuando parece probable que hayan originado de manera tan parecida?», añade.

El trabajo no ha podido avanzar hacia los motivos por los que Venus ha pasado de ser ese planeta que se ve en las simulaciones a lo que es actualmente. Según los expertos, la velocidad a la que el planeta giraba sobre su eje podría haber tenido algo que ver con ello. En este sentido, han seañalado que la aceleración de la rotación afectó levemente al aumento de las temperaturas, según destacan los patrones climáticos. Hoy en día, Venus tarda en girar sobre sí mismo 243 días terrestres, un periodo más largo que su órbita: 225 días.


Fuentes: ABC

7 de agosto de 2016

Una erupcion solar mas grande que la Tierra



Una enorme franja de gas caliente estalla y se eleva desde el Sol, guiada por un bucle gigante de magnetismo invisible.

Esta sorprendente imagen fue capturada el 27 de julio de 1999 por el Observatorio Heliosférico y Solar (SOHO). La Tierra se ha superimpuesto para facilitar la comparación, mostrando que el bucle de gas, o prominencia, mide de extremo a extremo unas 35 veces el diámetro de nuestro planeta.

Una prominencia es una erupción de gas que asciende desde la superficie del Sol. Las prominencias son generadas por los campos magnéticos formados en el interior del Sol y estallan atravesando su superficie hasta desplegarse en la atmósfera solar.

El Sol está compuesto principalmente por plasma, un gas cargado de electrones e iones. Debido a su carga eléctrica, los iones responden a los campos magnéticos. Así, cuando los bucles magnéticos alcanzan la atmósfera solar, grandes caudales de plasma se ven atraídos por ellos, dando lugar a las prominencias, que pueden prolongarse durante semanas o meses.

No es común observar prominencias tan espectaculares como esta, aunque se detectan algunas cada año. Cuando empiezan a colapsar, la mayoría del gas escapa por las líneas del campo magnético para regresar al Sol. No obstante, en ocasiones se vuelven inestables y liberan energía en el espacio. Estas prominencias eruptivas expulsan una enorme cantidad de plasma, a la que los astrofísicos llaman ‘eyección de masa coronal’. Las erupciones solares también se asocian con las eyecciones de masa coronal.

Si este plasma llega a la Tierra, puede perturbar el funcionamiento de satélites, las redes eléctricas y las comunicaciones. También provoca el brillo de la aurora en el cielo polar.

Capturado por el telescopio ultravioleta de SOHO, esta imagen muestra helio ionizado a unos 70.000 ºC.

Aquí puede consultarse una versión de la imagen sin la Tierra en comparación.

Fuentes: ESA

20 de junio de 2016

La Vía Láctea desde la Estación Espacial Internacional



Imagen tomada desde la Estación Espacial Internacional el 6 de junio de 2016 a las 22:55 (UTC). Se puede apreciar una porción de la Vía Láctea así como la atmósfera de la Tierra. Al momento de tomarse la foto, la Estación Espacial Internacional se encontraba en el océano Índico, al este de la costa de Madagascar.

Crédito: NASA

1 de mayo de 2016

Visibilidad de planetas y asteroides Mayo 2016




Mercurio estará en conjunción inferior el 9 de mayo, cuando se producirá su tránsito a través del disco solar, y hacia fin de mes aparecerá en el firmamento del amanecer, poco antes de la salida del Sol. Venus será difícil de observar durante todo el mes debido a su proximidad al Sol. Marte estará en oposición el 22 de mayo, cuando alcanzará un brillo similar al de Júpiter, y resultará visible durante toda la noche. El planeta rojo estará cerca de la estrella Antares (Alfa Scorpii), formando un llamativo triángulo con Saturno.

Estas efemérides están calculadas para una ubicación a 35° de latitud sur. Si bien los planetas generalmente son visibles en ambos hemisferios terrestres, la altura de los mismos sobre el horizonte local dependerá de la ubicación del observador, y algunos eventos, en especial los relacionados con la Luna, pueden llegar a ser visibles solamente desde un área limitada.

Visibilidad de planetas y asteroides

Mercurio comenzará el mes poniéndose apenas unos 20 minutos después que el Sol el día 1, por lo cual no será posible observarlo. El planeta alcanzará su conjunción inferior, ubicado entre la Tierra y el Sol, en la mañana del día 9, cuando se producirá su tránsito a través del disco solar. El evento será visible en su totalidad desde la mayor parte de Sudamérica, Europa occidental y el este de Norteamérica. Para el resto del continente americano, el tránsito comenzará antes de la salida del Sol.

Luego de la conjunción inferior, Mercurio aparecerá al amanecer, alejándose paulatinamente del Sol. El día 24 el planeta, brillando con magnitud 1.8, estará unos 7° por encima del horizonte una hora antes de la salida del Sol. Una semana después, Mercurio habrá incrementado su altura a unos 10° una hora antes de que salga el Sol, brillando con magnitud 1.0 por encima del horizonte este-noreste.

Venus estará cerca del Sol en el firmamento del amanecer durante todo mayo. En los primeros días del mes su elongación será de apenas 10°, con el planeta saliendo unos 50 minutos antes que el Sol. Para el día 31 ya lo hará apenas 10 minutos antes que el Sol, con lo cual su observación será muy difícil.

Marte, que ha venido incrementando su brillo en los últimos meses, alcanzará su oposición con el Sol el día 22. Con una magnitud de -2.1, será tan brillante como Júpiter durante algunos días. El planeta rojo estará en la constelación de Scorpius, a menos de 9° de la estrella Antares (Alfa Scorpii), y será visible prácticamente durante toda la noche. Al igual que Marte, esta estrella tiene un color anaranjado-rojizo, y recibió su nombre por su similitud con el planeta rojo (“Antares” significa “rival de Ares”, y hace referencia a Ares, el dios griego de la guerra, Marte para los romanos). Sin embargo, con una magnitud de 1.1, la estrella resultará notablemente menos brillante que Marte durante su acercamiento a nuestro planeta. Además, Saturno estará a unos 12° de Marte, y en la noche del día 21, la Luna llena estará cerca de ambos, formando un cuadrilátero con los dos planetas y Antares.

Ceres, brillando con magnitud 9.3, estará en la constelación de Cetus durante mayo. El planeta enano será visible a la madrugada, saliendo unas tres horas antes que el Sol el día 1, y poco más de cuatro horas antes que el Sol el día 31.

El asteroide (4) Vesta estará en la constelación de Taurus. Con un brillo de magnitud 8.4, comenzará el mes en el firmamento del atardecer, poniéndose menos de una hora después de la puesta del Sol. Durante los días siguientes su observación resultará cada vez más difícil, hasta hacerse imposible por su cercanía al Sol. El asteroide estará en conjunción con el Sol el día 24, por lo que resultará invisible por el resto de mayo.

El asteroide (7) Iris estará en oposición el día 29, brillando con magnitud 9.2. Ubicado en la constelación de Ophiuchus, estará a unos 3° de la estrella Antares (Alfa Scorpii), casi 6° de Saturno y 9,5° de Marte. La estrella Rho Ophiuchi, de magnitud 4.6, estará a una distancia angular de 13 minutos de arco del asteroide. Rho Ophiuchi posee dos compañeras cercanas, fácilmente visibles mediante binoculares, de magnitud 6.8 y 7.3, que se encuentran cada una a 2,5 minutos de arco de la estrella más brillante.

Júpiter será visible al anochecer, poniéndose después de medianoche. El planeta continuará en la constelación de Leo, sin variar demasiado su posición a lo largo de mayo, ya que estará estacionario el día 10. La Luna en fase creciente, con su disco iluminado en un 60%, estará algunos grados a la izquierda del planeta en la noche del día 14, y algunos grados a la derecha del planeta en la noche del día 15.

Saturno saldrá casi dos horas después de la puesta del Sol el día 1, y casi al mismo tiempo que la puesta del Sol el día 31, por lo que será visible prácticamente durante toda la noche. El planeta de los anillos estará en la constelación de Ophiuchus, cerca de Marte y la estrella Antares (Alfa Scorpii) en la vecina constelación de Scorpius, e irá incrementando su magnitud de 0.2 a 0.0 a lo largo de mayo. En la noche del día 22 la Luna en fase menguante, con su disco iluminado en un 98%, estará a menos de 4° por debajo del planeta.

Urano será visible al amanecer en la constelación de Pisces, brillando con magnitud 5.9 durante mayo. El día 1, el planeta saldrá una hora y media antes que el Sol, pero hacia fin de mes ya lo hará unas 4 horas antes.

Neptuno comenzará el mes en el firmamento de la madrugada, e irá saliendo cada vez más temprano, hasta hacerlo poco después de medianoche el día 31. Con una magnitud de 7.9, el planeta estará en la constelación de Aquarius, desplazándose en dirección este y pasando cerca de la estrella Lambda Aquarii, de magnitud 3.7. Ambos estarán separados por una distancia angular de menos de 0,5° a mediados de mayo, con Neptuno a la derecha y ligeramente por encima de la estrella.

Plutón seguirá en la constelación de Sagittarius durante mayo, brillando con magnitud 14.4 y a menos de 1° de la estrella Pi Sagittarii, de magnitud 2.9. El planeta enano saldrá unas tres horas antes de medianoche el día 1, adelantándose un par de horas hacia el día 31.